3. El Kulturkampf
A) Aires de libertad
La revolución de febrero de 1848 produjo en Alemania gran efervescencia. La autoridad civil se encontraba sin fuerzas y sin consejo; en cambio, la Iglesia había recobrado todo su vigor. En la Dieta de Frankfurt se pedía libertad para todos los credos: “Cada entidad religiosa puede organizar y administrar sus asuntos por sí misma”. Por lo tanto, tampoco podía oponerse a la autonomía de la Iglesia católica, si bien, ilógicamente, coartaba la existencia de las Órdenes religiosas.
Por todas partes, los obispos en sus memoriales y el pueblo pedían la libertad de acción para la Iglesia. El gobierno prusiano caminaba hacia la pacificación. Por la Constitución de 1848, Federico Guillermo IV concedía a los católicos el libre ejercicio del culto, la autonomía administrativa, la libertad de comunicación con su jefe supremo, el derecho de abrir escuelas y la libertad de asociación.
Al amparo de esta libertad comenzaron a pulular las asociaciones que eran tan del espíritu alemán. Adam Francisco Lenning, sacerdoted e Maguncia, reunía 400 católicos y fundaba la Piusverein. Fue el origen de los grandes Katholikentage (Jornadas católicas) alemanas, que tanta gloria darían a la Iglesia de Alemania. Se desarrollaron los círculos católicos, fundados en 1846 por el antiguo obrero, ahora sacerdote Adolfo Kolping; se fundaron Conferencias de San Vicente de Paúl para fines benéficos, la Bonifatiusverein para la diáspora, la Josephverein para las misiones de los alemanes en el extranjero, la Borromäusverein para la buena prensa. Por otra parte, los obispos alemanes comenzaron a celebrar sus asambleas nacionales en Fulda.
Se abría una era de paz. El nuncio Viale-Prela fue recibido en Berlín con grandes honores, y en el ministerio de cultos se creaba el departamento católico. Todo auguraba relaciones amistosas. Por otra parte, desde 1862 los católicos hacían su aparición en la Cámara prusiana con 70 diputados; fue el primer núcleo de lo que sería el Zentrum alemán.
Pero el anticlericalismo y antirromanismo de la Prusia protestante y de los liberales no podían descansar. El barón Von Runsen publicó su libro Zeichen der Zeit contra la reacción católica, libro que vino a constituir el breviario del anticlericalismo. Los liberales proyectaban una escuela nacional alemana en oposición a las pequeñas confesionales. Empezaban a circular clamores contra las Congregaciones religiosas...
Sin embargo, en vísperas de una ruptura con Francia, Bismarck necesitaba contar con todos los prusianos unidos. Esta necesidad ataba las manos a Bismarck en Prusia, aunque las tenía bien sueltas para atizar las discordias en otros territorios y ensayar en ellos la lucha, que pronto se había de generalizar con el nombre pomposo de Kulturkampf, o lucha por la cultura...
(continúa)
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