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Tema: ¿La independencia Peruana una imposición foránea?

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  1. #1
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    Re: ¿La independencia Peruana una imposición foránea?

    "La Independencia fue un día de DUELO para los Indigenas"

    Este es una entrevista del historiador Heraclio Bonilla en la tevisión colombiana , pais donde es catedratico de una Universidad de prestigio hablando de la realidad de Colombia pero que bien vale para el resto
    GiulioRudolph y El Tercio de Lima dieron el Víctor.
    “Si hace trescientos años el jardín florecía,
    pródigo de perfumes, florece todavía........”

    Santa Rosa de Lima - Primera Santa de America.

  2. #2
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    Re: ¿La independencia Peruana una imposición foránea?

    ____________________________________

    La batalla de Ayacucho y la traición de los masones españoles





    Descubre la deslealtad de los masones españoles sellada mediante el abrazo Maquinguayo celebrado antes de la batalla de Ayacucho


    Según refiere el escritor peruano Herbert Ore, Inglaterra tras la pérdida de las 13 colonias de Norteamérica, que se habían independizado (EE.UU) necesitaba nuevos mercados. América del sur estaba en manos de los españoles y el comercio se limitaba al contrabando. Por ello la Logia de Inglaterra, la más grande del mundo en ese momento, ideó un plan para independizar la mayoría de las colonias españolas en América. Para ello formó Logias en toda América, como la Logia Lautaro.Éstas Logias eran Operativas, es decir, tenían una meta específica, en éste caso la independencia de las colonias españolas, una vez logrado el objetivo las Logias se disolvían. Francisco de Miranda, Simón Bolívar, Sucre (Venezuela),O´Higgins (Chile) , José de San Martín, Manuel Belgrano, Alvear, Monteagudo (Argentina) eran Masones. Una vez lograda las distintas independencias, Inglaterra fue el primer país en reconocerlas, así enviaba un embajador y entablaba relaciones comerciales y diplomáticas bilaterales. Herbert termina su relato dejando claro que no fue casual el abrazo masónico de Simón Bolívar y San Martín en Guayaquil.



    Como se perpetro la traición de Ayacucho

    Javier Agüero, Gran Canciller de la Gran Logia Mixta de San Juan – Oriente del Perú, nos relata cómo se preparó la deslealtad de los masones españoles sellada mediante el abrazo Maquinguayo celebrado antes de la batalla de Ayacucho y donde los HH:Masones de ambos bandos se reconocen entre sí para luego evitar herirse durante el combate. Según el Gran Canciller lo que parece reafirmar el complot masónico es el hecho que siendo la batalla de Ayacucho el combate decisivo para la independencia o la continuación del virreinato, fue sin embargo la que menos bajas y heridos produjo.

    La capitulación ha sido llamada por el historiador español Juan Carlos Losada como "la traición de Ayacucho" y en su obra Batallas decisivas de la Historia de España (Ed. Aguilar, 2004), afirma que el resultado de la batalla estaba pactado de antemano. El historiador señala a Juan Antonio Monet como el encargado del acuerdo: “los protagonistas guardaron siempre un escrupuloso pacto de silencio y, por tanto, solo podemos especular, aunque con poco riesgo de equivocarnos”. Una capitulación sin batalla se habría juzgado indudablemente como traición. Los jefes españoles, de ideas liberales, y acusados de pertenecer a la masonería al igual que otros líderes militares independentistas, no siempre compartían las ideas del rey español Fernando VII, un monarca firme sostenedor del absolutismo.

    En este sentido se afirma que la capitulación fue firmada la noche anterior en un trabajo logial conjunto donde se acordó además que los HH:. se reconocieran con los signos que le son comunes. La versión de la firma previa de la capitulación adquiere visos de autenticidad porque La Serna fue herido precisamente en la mano derecha quedando imposibilitado de firmar en el campo de batalla.








    Los extraños sucesos que demuestran la traición masónica de Ayacucho.

    Hemos querido destacar un post publicado 'Historia y Cultura Peruana',donde detalla cómo se perpetro la traición de Ayacucho en el campo de batalla por los masones españoles. Se dan en esta batalla cierto número de sucesos extraños que confirman el complot masónico.

    Primero: Comienza con una fraternización tolerada por los dos mandos a pesar de ser el medio más seguro de desmoralizar a su gente.

    Segundo: Esta escena singular, que pudo haber negociado cualquier capitán o comandante, transcurre entre dos jefes de división.

    Tercero: Estos dos generales, a vista de sus ejércitos respectivos, conferencian en secreto durante media hora, siendo así que la versión oficial de lo que se dijeron no necesitaba más de cinco minutos.

    Cuarto: El interlocutor realista vuelve a las dos horas para preguntar si va o no a haber batalla.

    Quinto: En lo más reñido del combate, cede precisamente la división que manda este parlamentario fraternizador; y las dos compañías que le siguen en derrota están mandadas personalmente por José Canterac, Jefe de Estado Mayor y segundo del Ejército.

    Sexto: Un ejército superior en número, instrucción y disciplina, con una artillería hasta siete veces mayor, se da por derrotado en menos de dos horas cuando todavía le quedan 2,000 soldados que tiene que rendir después.

    Séptimo: Un hombre de los talentos militares de José Canterac obliga a su caballería a la desventaja de tener que bajar al campo de batalla por una ladera tan fragosa que la hace servir de blanco pasivo al enemigo mientras los hombres bajan de pie ayudando a los caballos.

    Octavo: El virrey se puso a bregar como un cabo cualquiera y cayó prisionero.

    Noveno: La última batalla en que se arría su bandera en el Imperio dura para estos generales españoles tan solo dos horas.

    Décimo: En este día, el más glorioso de su vida, la batalla final de la revolución, consagra Sucre un informe oficial lacónico en detalle y vago en su perfil; mientras que Canterac se limita en el suyo a justificar la capitulación sin detalles.

    Undécimo: Sucre concede una capitulación extraordinariamente generosa.







    Consecuencias de la traición de Ayacucho.

    La victoria de los independentistas supuso la desaparición del contingente militar realista más importante que seguía en pie, sellando la independencia del Perú con una capitulación militar que puso fin al Virreinato del Perú. No obstante, España no renunció formalmente a la soberanía de sus posesiones continentales americanas hasta 1836.

    El gobierno de Simón Bolívar en el Perú (1824-1826) no fue bien visto ni por las elites políticas recién conformadas, ni por la antigua elite criolla, quienes vieron en el libertador a un dictador y usurpador napoleónico que quiso establecer un gobierno absoluto basado sólo en su figura.



    Fuentes:Wikipedia,Historia y Cultura Peruana,www.masones.wordpress.com.



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    Fuente:

    La batalla de Ayacucho y la traición de los masones españoles
    Última edición por Mexispano; 08/05/2015 a las 16:04
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  3. #3
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    Re: ¿La independencia Peruana una imposición foránea?

    Honor a los indígenas que lucharon contra el separatismo por su Dios y por su Rey.

    PD: La imagen es solo para adornar la publicación. No existen retratos de Antonio Huachaca.






    Fuente:

    https://www.facebook.com/77125717629...type=3&theater
    DOBLE AGUILA y Vainilla dieron el Víctor.

  4. #4
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    Re: ¿La independencia Peruana una imposición foránea?

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    "¡Oh Perú! Suelo apacible en el que vi la luz primera; suelo hermoso que pareces destinado para habitación de los dioses, no permitas que en tu recinto se levanten templos a la tiranía bajo la sombra de la libertad. No creas que se trabaja por hacerte feliz a pretexto de una falsa igualdad; desde el instante que sucumbas (se refiere al Virreinato), un poder colosal te oprimirá con el peso del más cruel despotismo (se refiere a la república). Ahora mismo lo sufren los pueblos que domina Bolívar, y lo sufrirían todos los Estados de América si la suerte le fuese favorable (se refiere a como todos los americanos nos jodimos). De la unión sincera y franca de peruanos y españoles todo bien debe esperarse; de Bolívar, la desolación y la muerte.

    Lima, marzo 6 de 1824.

    El Marqués de Torre Tagle."

    DEL MANIFIESTO DEL PRESIDENTE DEL PERÚ, GRAN MARISCAL JOSÉ BERNARDO TAGLE (MARQUÉS DE TORRE TAGLE), SOBRE ALGUNOS SUCESOS NOTABLES DE SU GOBIERNO, DEL 6 DE MAYO DE 1824.



    Torre Tagle moriría arrepentido de la independencia en medio del asedio a la Fortaleza del Real Felipe del Callao, último baluarte realista en el Perú.



    En la imagen: El marqués con la banda presidencial y la Orden del Sol.


    _______________________________________






    Fuente:

    https://www.facebook.com/photo.php?f...type=1&theater

  5. #5
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    Re: ¿La independencia Peruana una imposición foránea?

    EL PODEROSO EJÉRCITO REALISTA DEL PERÚ

    Tras la pacificación de Quito por el virrey del Perú, el segundo hecho adverso está relacionado con la transformación del Alto Perú en un crónico campo de batalla entre realistas peruanos y autonomistas rioplatenses, como resultado de la deposición del virrey Hidalgo de Cisneros en el cabildo abierto celebrado el 25 de mayo de 1810, al que siguió el desconocimiento del Consejo de Regencia y la conformación de una Junta de Gobierno en Buenos Aires que gobernaría en nombre de Fernando VII. Como reacción a esta revolución a la que también calificó de separatista, Abascal oficialmente comunicó la anexión al Perú de las provincias de la audiencia de Charcas el 13 de junio de 1810. La respuesta de los autonomistas rioplatenses al despojo de su territorio fue enviar un ejército, bajo el mando de Juan José Castelli, para reconquistar el Alto Perú, objetivo que se logró en noviembre de 1810 como resultado de la victoria en la batalla de Suipacha. Frente a este descalabro militar, que dejó al virreinato peruano prácticamente desguarnecido, Abascal contuvo su deseo de contraatacar de inmediato y apostó tácticamente por promover en la región fronteriza del Desaguadero una fuerza militar organizada y disciplinada bajo el mando supremo de Goyeneche. Se puede considerar este movimiento como la partida de nacimiento del poderoso Ejército Realista que combatió a los independentistas hasta 1824 y en el que iban a destacar líderes militares como Juan Ramírez y Joaquín de la Pezuela. El 15 de abril de 1811 los 7.000 soldados de Goyeneche, bien entrenados y adecuadamente pertrechados, juraron su reconocimiento a las Cortes de Cádiz. La prueba de fuego de estos batallones, integrados casi en su totalidad por indígenas y mestizos cuzqueños, arequipeños y puneños y apoyados por la infantería real de Lima y los regimientos de pardos y de morenos de la capital, fue la ofensiva emprendida contra el ejército de Castelli. El 20 de junio de 1811 las tropas peruanas derrotaron a las fuerzas rioplatenses en la batalla de Huaqui y, como resultado de ese encuentro, los hombres de Castelli se replegaron a Salta, mientras que los soldados de Goyeneche procedieron la rápida reocupación de todas las provincias de la audiencia de Charcas, con la excepción de Cochabamba, en donde se concentró la rebelión contra los peruanos.

    Fuente: Perú. Crisis imperial e independencia (1808-1830), varios autores.






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    Fuente:

    https://www.facebook.com/77125717629...type=1&theater

  6. #6
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    Re: ¿La independencia Peruana una imposición foránea?

    Arequipa y su fidelidad a España tras la Independencia de 1821

    Publicado: 08 de Agosto de 2015






    Por: Ronel Huayta H.

    Después de la proclamación de la Independencia Nacional del 28 de julio de 1821 a cargo del generalísimo José de San Martín, el Perú no logró su libertad de España. Con las batallas de Junín y Ayacucho en 1824, la corriente libertadora liderada por Simón Bolívar derrotó a los españoles, y dejó atrás el colonialismo.

    Luego de la batalla de Ayacucho en 1824, y la firma de la Capitulación refrendada por el virrey La Serna reconociendo su derrota, la Audiencia del Cusco de acuerdo con la oficialidad realista de esa ciudad, desconoció la Capitulación y designó virrey a Pío Tristán. Este hombre nacido en Arequipa, pertenecía a una de las grandes familias de alcurnia y terratenientes de esta ciudad, las cuales se oponían tenazmente a cualquier cambio de índole política.

    Como en Arequipa, todavía existía una resistencia (por eso fue considerado el último bastión de la realeza), el libertador Bolívar decide enrumbar hacia la ciudad del Misti para hacer presencia y que se consolide el fin del Virreinato.

    Su llegada se dio el 14 de mayo de 1825 (permaneció hasta el 10 de junio), a casi cuatros años después de que don José de San Martín declarara la Independencia del Perú. A lomo de su caballo, Bolívar ingresó a la ciudad por el puente Bolognesi, siendo recibido por una buena concurrencia que lo esperaba. Sin embargo, no todos estaban de acuerdo con la separación de España.

    El historiador Guillermo Zegarra Meneses, escribió el libro “Arequipa, en el paso de la Colonia a la República. La visita de Bolívar”, donde cuenta que el obispo José Sebastián de Goyeneche y Barreda, había mandado a los demás párrocos a condenar la subversión contra la Colonia.

    En un inicio, tras la llegada de Simón Bolívar, Goyeneche se negó a dar fidelidad al Perú independiente. Sus intereses estaban en juego. Entonces, consciente de lo que estaba sucediendo, el libertador decide conversar con el religioso.

    Respecto al ingreso de Bolívar a la ciudad, Zegarra Meneses describe “las campanas se lanzaron al vuelo, las ventanas de las casas se encontraban adornadas con encajes y tapices. Al llegar al lugar donde se alojaría fue saludado por las autoridades del Cabildo, militares, vecinos notables y se realizó una breve ceremonia”, de la cual, el autor destaca el homenaje de dos niñas del Colegio de Educandas quienes pronunciaron un breve discurso y entregaron joyas y monedas para ser donadas como contribución al Ejército Libertador.

    De esta escena, el autor rescata a través de un manuscrito citado, un recuento de las palabras pronunciadas por Bolívar “Hijas del Sol, ya sois tan libres como hermosas ¡Tenéis una patria iluminada por las armas del ejército Libertador, ¡Libres son vuestros padres y vuestros hermanos; libres serán vuestros esposos y libres daréis al mundo los hijos de vuestro amor!”.

    José Rada y Gamio en su libro “El arzobispo Goyeneche y apuntes para la historia del Perú”, describió algunos aspectos que habrían tratado en el diálogo. Bolívar al oír la afirmación del hombre del hábito sobre su fidelidad a la corona, solicitó que entregue el cargo a otro sacerdote. El ofendido se defendió: “!Eso jamás! Mi báculo lo he recibido del Papa. No de vos ni del rey”.

    En la reunión quedaron en que iban a colocar canónigos independistas en la iglesia arequipeña. Pero al no haberse cumplido plenamente, mandaron a expatriar al monseñor. La población evitó que esto ocurriese con el religioso que respetaban y querían.

    El obispo de la ciudad tuvo que ceder. Aceptó la Independencia del Perú y obedecer a Simón Bolívar, supremo jefe político y militar del país. También reconoció la primera Constitución del Perú.

    “Consecuentes al juramento que tenemos echo a nuestra independencia, conviene que imploremos las divinas misericordias sobre la Suprema Autoridad que nos gobierna para su prosperidad y acierto, al mismo tiempo que por la paz que nos es tan necesaria y porque tanto hemos suspirado”, dijo a su clero.

    Al superar estos problemas, Goyeneche le ofrecería a Bolívar un banquete donde las autoridades comieron con servicios de oro y plata. En su visita el libertador fue agasajado por mucha gente e invitaron a meriendas y fiestas de la gente aristocrática de la Ciudad Blanca, donde los que lo aceptaban eran una mayoría.

    Con el tiempo se fue a Lima, el obispo Goyeneche, convirtiéndose en 1860 en arzobispo. Seis años después, al iniciarse la guerra entre Perú contra España, sacaría cara por los connacionales a quienes solicitó unirse a la lucha por defender su patria.

    Al morir en 1872, dejó 150 mil pesos para regalarle a Arequipa un hospital, que para la época fue moderno y que en la actualidad se cae a pedazos. Hoy una calle, estatuas y otros recintos llevan el nombre de Goyeneche, un obispo de Arequipa que cambió de discurso en algún momento para el beneficio de la población arequipeña.




    LA VISIÓN DE ZEGARRA MENESES


    En su obra “Arequipa en el Paso de la Colonia a la República. La Visita de Bolívar", Zegarra Meneses aborda por primera vez los aspectos locales que acontecieron durante la corta estadía del Libertador en esta ciudad. Para historiar la visita de Bolívar, organiza su contenido en tres partes: a) Arequipa en el paso de la Colonia, b) Arequipa y la Independencia, c) Bolívar en Arequipa.

    En los inicios del período republicano, en 1821 se funda en la ciudad la denominada Academia Lauretana. Este es un centro superior de Ciencias y Artes dirigido por civiles. Según su carta constitutiva “La Academia estaba instituida para promover, por cuantos medios estén a su arbitrio y facultad, el adiestramiento de las ciencias y artes, en las provincias y de mejorar la educación científica, política y moral de la juventud”.

    Precisa además Zegarra un aspecto que distingue a Arequipa de otras regiones del Perú y de Lima en especial. Este es una tendencia ideológica denominada “Fidelismo”. Con ella se explicitaba la adhesión pública a la corona española y al seguimiento cerrado a todas las directrices provenientes de los reyes de España.

    Desde su fundación española y a lo largo de tres siglos, la ciudad estuvo habitaba por una población mayoritariamente de origen español, la cual se manifestaba y era reconocida como fiel seguidora de España, siendo una de las más leales al rey. Ello fue motivo para que en 1805 recibiera el título de Fidelísima por Cédula Real.

    Consecuentemente, dada esta acentuada preferencia y acatamiento a las decisiones reales, el autor refiere asimismo que la ciudad “no fue teatro de ninguno de los movimientos libertarios, ni de ella tampoco surgió apoyo efectivo para los que estallaron en otras partes”.

    Asimismo hace notar “el apoyo brindado a los realistas exteriorizado en todo momento y sostenido por su alta sociedad y elementos representativos”.



    ___________________________


    Fuente:

    Arequipa y su fidelidad a España tras la Independencia de 1821 | Diario El Pueblo, Noticias y actualidad Arequipa Perú
    Donoso dio el Víctor.

  7. #7
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    Re: ¿La independencia Peruana una imposición foránea?


  8. #8
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    Re: ¿La independencia Peruana una imposición foránea?

    Sepan disculpar que dice "colonia". Algunos autores no se enteran de que éramos reinos.

    Juan Mendoza explica el error que significa culpar a España por el atraso del Perú y señala que en el período virreinal su desarrollo económico era análogo al europeo, como ya lo hemos indicado en otras publicaciones.

    Artículo completo en:

    La historia como advertencia: tres siglos de la economía peruana (por Juan Mendoza) | Economía aplicada | blogs | gestion.pe




    _______________________________________


    Fuente:

    https://www.facebook.com/77125717629...type=3&theater

  9. #9
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    Re: ¿La independencia Peruana una imposición foránea?

    “Catorce provincias componen el alto y bajo Perú, y de éstas no han podido ocupar los disidentes más que dos: ¿y por qué razón? No porque nosotros tengamos allí grandes ejércitos europeos, sino porque se defienden los naturales del país, no queriendo sujetarse al que se llama su libertador."

    Fuente: Diario de Sesiones de las Cortes, Sesión Extraordinaria 26 de junio de 1822, p. 2185

    Imagen: Realista del Alto Perú.




    _______________________________________


    Fuente:

    https://www.facebook.com/77125717629...type=3&fref=nf

  10. #10
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    Re: ¿La independencia Peruana una imposición foránea?

    La Independencia importada






    No es casualidad que el Perú, aquella "joya de la Corona Española", se independizara más de una década después que sus pares sudamericanos y México.


    Eduardo Recoba Martínez I MAD ECONOMY

    Publicado: 2015-07-29




    Los peruanos del siglo XVIII e inicios del XIX, en especial la sección cuyos intereses comerciales, mercantilistas y financieros navegaban tanto entre Lima como en Madrid, nunca fueron -antes, durante y después de la emancipación- muy afectos a separarse de la Corona y lo que esto significa. Desearon seguir de súbditos del rey de las Españas, de esta católica majestad y continuar echando la siesta como cualquier godo lo haría.

    Desde el siglo XVIII, no sólo la casta criolla ennoblecida por la Corona (el Perú concentró el mayor número de títulos nobiliarios de América), sino la naciente burguesía criolla, mestiza e india "algo resistían" a la idea de una nación independiente de la metrópoli.

    Veamos en este post, cómo se desarrolló este proceso emancipador en el espíritu colonial local de aquella época y la contradanza de intereses económicos, políticos y hasta emocionales que se levantaron a propósito de este capítulo histórico y económico peruano.

    Y quiénes fueron sus principales actores...


    TÚPAC AMARU: LA REALIDAD DE UN EMPRESARIO REBELDE

    Los levantamientos indígenas antes que criollos, que se dieron de manera precoz en el Perú del siglo XVIII: Túpac Amaru II nacido como don José Gabriel Condorcanqui, el errático Pumacahua, Túpac Katari, etc. fueron más en son de protesta económica que iniciativa patriótica. Cosa que no los invalida de ninguna manera, pues la prosapia financiera resultó en ensayos (fallidos por la represión colonial) de un "proyecto nacional".

    Decantaron para bien -eso sí- en los grupos de poder locales (más comprometidos con una propuesta económica o de clase antes que nacional).

    La asonada de Túpac Amaru en concreto, fue para la Corona española traducida en pronunciamiento independentista. Él, autotitulado "Inka" y quien reclamó esta merced ante el rey Carlos III (con todos los beneficios que un marqués, conde o duque tenía en aquella época como la exención del tributo de lanzas y anatas por ejemplo), tuvo una suerte de requerimiento ante lo que él consideraba un error de mercado. En su agenda: beneficios impositivos, nuevas rutas comerciales y mejores sistemas de precios para su boyante empresa comercial que rentabilizaba -entre muchos negocios- un intercambio de productos entre el Virreinato del Río de la Plata y el peruano. Su "bandera" en todo caso, fue más "libertaria" en el sentido micro y macroeconómico del término. Las reformas borbónicas de 1760, auparon su reclamo en todo caso.

    No obstante, como empresario ilustrado que era, Túpac Amarú II se rodeó de intelectuales y académicos que en sus viajes a Lima (pues él residía en el Cusco), le otorgaron un matiz y una lectura a su reivindicación que la historia leyó en una figura levantisca. Pero no lo fue en su totalidad, pues él siempre reservó un espacio para rendir homenaje al escudo de Castilla y León.

    Siguiendo la lógica empresarial, Túpac Amaru deseó exoneraciones y menores sobrecostos a su quehacer de negocio. En el camino, se topó con reclamos emancipadores pero no perdió la brújula hispanista y fidelista. Para él la revolución la debía hacer la Corona. Como empresario y líder indígena, él debía ser motor de este cambio. Dando el ejemplo con detalles tan críticos como el incluir a peninsulares y criollos en su esfuerzo. Le costó cara la rebelión de 1780: el ajusticiamiento no sólo de él, sino de familia y allegados fue brutal. Pese a que no renegó del rey.

    "La revolución de Túpac Amaru debe ser analizada atendiendo fundamentalmente a sus particularidades. Sus reivindicaciones arrancaban, antes que nada, de la propia sociedad colonial, y no apuntaban directamente respecto a una emancipación política respecto a España. Sólo al final de su lucha, y sabiendo que se acercaba el momento de la derrota final, Túpac Amaru se decidió a cuestionar el principio de legitimidad monárquica", comenta el historiador chileno Fernando Mires.

    Y es que la idea de "nación" en el Perú del siglo XVIII e inicios del XIX, estaba más vinculada a España que al Perú en sí. Y Lima, la capital de este rico virreinato se comportaba con mayor fidelidad a la Corona que ciudades como Madrid, Sevilla o Barcelona de ese entonces. Aún hoy, ya quisieran los españoles tener el patriotismo ibérico que poseían los peruanos de aquellos años.


    GUERRAS AMERICANAS: ¿A QUIÉN LE DISPARÓ EL PERÚ?

    Llegados ya a los tumultuosos lapsos de las guerras americanas durante los primeros veinte años del siglo XIX, los peruanos no dudaron en plantar pica en Flandes a favor de España.

    Ejemplo de ello es que ante la "casi" ausencia de delegados del virreinato del Río de la Plata, Nueva Granada y el fangoso "cuartel" que era la Gobernación de Chile, el Perú envió a sus mejores hijos a defender la Corona y soberanía española ante el ataque del francés usurpador. Vicente José Morales y Duárez, jurista, noble e intelectual limeño llegó a ser no sólo presidente de las Cortes de Cadiz en 1810 sino uno de los autores de la Constitución española de 1812. Murió en la porfía y fue enterrado en España, con honores que sólo se le daba a un Infante o Grande de España.

    Durante las guerras americanas, el Perú era la piedra en la bota de los jefes del ejército libertador como José de San Martín [rioplatense (argentino)] y Simón Bolívar [grancolombiano (venezolano)] pues eran "conocedores de la nostalgia" que hacia la Corona se sentía y respiraba no sólo en Lima, sino en TODO el Perú.

    Un historiador argentino, Julio Mario Luqui- Lagleyze, en su estudio sobre los ejércitos durante las campañas en las guerras americanas tiene una curiosa visión del aporte bélico del Perú a la sección castrense rebelde: este apoyo fue casi nulo en hombres y pertrechos. Basadre y Guerra Martiniere realizan otro ejercicio similar. De hecho, si uno revisa la conformación de los bandos enfrentados cae en cuenta que aproximadamente nueve de cada diez oficiales del Real Ejército del Perú entre 1817 y 1824 eran peruanos, ni que se diga de la soldada. El mejor ejemplo de ello, está en Ramón Castilla, quien antes de enrolar a las filas del ejército libertador en 1822, fue lancero del rey. Otro caso icónico es el de Felipe Santiago Salaverry, oficial del Regimiento español Numancia, devenido después en cuerpo emancipador. Caso contrario ocurría en el ejército y milicia libertaria compuesta por oficiales y soldados argentinos, colombianos, venezolanos, chilenos (aunque O'Higgins al final retirará este soporte sureño a Bolívar).

    Salvo la extraña acción de un oficial peruano como José Andrés Razurí el 6 de agosto de 1824, en Junín. Que -de manera poco profesional- desobedeció una orden de La Mar y picó espuelas a su caballo contra las fuerzas realistas y junto al binomio, el único regimiento "totalmente" peruano de caballería que los siguió en la carga: los por ese entonces llamados Húsares del Perú y quienes dieran un giro a la gresca, con ese inesperado ataque en la pampa a favor de la causa independentista; bien, salvo esa acción no se percibe mayor suministro táctico peruano a su independencia.

    El academicismo local rebelde –por otra parte- fue tímido y limitado al principio. Pero tomó brío cuando se anularon los esfuerzos de general español Canterac y el virrey golpista La Serna en Ayacucho en 1824. Sólo quedaban Rodil y sus milicias acantonadas rebeldes ellas, en el Castillo del Real Felipe en el puerto de El Callao. Recién ahí, la intelectualidad local avivó fuego a sus cañones académicos a favor de la emancipación.

    No es raro imaginar por ejemplo, a un Antonio José de Sucre, mandando literalmente al carajo a José de La Riva Agüero, marqués de Montealegre y primer presidente del Perú, cuando éste le pidió atajar a sus enemigos políticos en el recién e improvisado Congreso Nacional. Ahí, Sucre -al dejar Lima y adentrarse a las sierras del Perú en 1823- debió caer en cuenta de que para los peruanos, al menos para los mentados grupos de poder, el país debía ser una suerte de continuación de la memoria monárquica. Una torta que repartir.

    Los peruanos -todo indica- no dispararon (mucho) contra España. Contra ellos mismos sí, que es distinto.


    LA TRANSICIÓN REPUBLICANA QUE FRACASÓ

    Años antes de Junín y Ayacucho. En 1822. Advertido de esta melancolía monárquica, José de San Martín intentó sembrar un proceso "poco traumático" para los peruanos: de pasar "en frío" y directamente a una república representativa, propuso "importar un rey de Europa" y con él, una constitución.

    En efecto, San Martín tentó crear -en el Perú- una monarquía constitucional ante el resquemor que en los palacios y salones de Lima se sentía contra su figura y presencia como “Protector del Perú”. El punto culminante -juego con la idea tan sólo- habrá sido cuando en general argentino prohibió a los nobles peruanos el uso del prefijo "de" en sus apellidos y nobles títulos, el comercio de esclavos, se especula que la montó también contra las corridas de toros y otras mercedes que durante tres siglos alimentaron la cotidianidad de la vida en Lima y otras ciudades. Todo ello, alimentado y aconsejado en San Martín por Bernardo de Monteagudo, el muy odiado secretario del protector argentino por la racista nobleza limeña: el argentino consejero Monteagudo, era mulato.

    Otro tanto, Bolívar odiaba a los peruanos por estas mañas y resabios.

    El proyecto de un Perú decimonónico monárquico fracasó. Primó la república. Y con ella, una retahíla de anarquismo que nos pasa la cuenta -institucionalmente en lo principal- hasta hoy.


    LA EMANCIPACIÓN POR FIN ACEPTADA: DE UN SÓLO REY A MUCHOS REYEZUELOS

    Consumada esta suerte de independencia "a la fuerza", en Junín y Ayacucho en 1824 (más de una decena de años después que la independencia de Argentina o Chile) y donde la actuación de la infantería, caballería y artillería argentina, colombiana o venezolana fue más crítica que el magro aporte peruano, empezó la sangría y repartija del Perú por parte de las clases dominantes locales vía el caudillismo militar y en asociación con el civilismo mercantilista.

    ¿En qué momento se jodió el Perú? Una tentadora respuesta a la propuesta ficcional hecha por el Nobel de Literatura se halla en el 9 de diciembre de 1824, fecha de la batalla de Ayacucho. Podría ser. No porque el Perú debió seguir siendo territorio español, sino porque a partir de ese día -se puede decir- el militarismo y su siniestra conjunción de fuerzas con la Iglesia Católica, el civilismo empresarial y comercial y los medios de comunicación iniciaron la "jodienda" al Perú y de paso, no permiten que éste salga del barroco colonial.

    Estos poderes, se levantaron como pequeños cacicazgos en el Perú, pequeños principados o en muchos casos, reyezuelos con corona, moneda, poder político, económico y religioso propios: todo, en un ecosistema que -lo dicho- sigue siendo cuasi colonial.

    Esta paradójica (por nueva y a la vez añeja) casta, vería en la independencia -al inicio "no deseada" pero después querida como a un invitado forzado a la mesa- como una clara oportunidad para afianzar su poder económico, político y social.

    Al final el punto para la reflexión es: la mentada independencia del Perú fue importada, no fue #MarcaPerú y menos iniciativa aprobada por los peruanos quienes -más preocupados por sus intestinos intereses- se alejaron física y emocionalmente de un proyecto nacional. No obstante y a propósito de este alejamiento, fue digerida y conducida hacia sus propios fueros económicos y políticos.

    Feudos de los que hasta hoy acusamos recibo los peruanos: que después de casi dos siglos de vida "independiente", seguimos sin un proyecto nacional sólido.

    Tomemos nota de esta curiosidad a propósito de esta independencia no querida pero deglutida: aún hoy, flamea la bandera peruana en el mes de julio con un blanco y rojo que corresponde a los colores de la Casa de los Austrias, los primeros gobernantes del Perú al momento de la conquista.
    .
    Foto de portada: "La capitulación de Ayacucho". Óleo del pintor peruano Daniel Hernández (Panoramio).



    Te puede interesar también:

    LIBRO COMPLETO haciendo clic en el enlace: "La Independencia del Perú". Heraclio Bonilla, Karen Spalding, otros. Instituto de Estudios Peruanos, 1972.

    LIBRO COMPLETO: The Tupac Amaru And Catarista Rebellions: An Anthology of Sources. Ward Stavig & Ella Schmidt, 2008.

    LIBRO COMPLETO: La rebelión permanente. Fernando Mires, 1989.

    RESEÑA: Metáfora y realidad de la Independencia del Perú. Heraclio Bonilla, Instituto de Estudios Peruanos, 2001.

    ENSAYO COMPLETO: La Tradición Autoritaria. Alberto Flores Galindo. PUCP. Ciencias Sociales, 1998.

    ENSAYO: ¿Independencia y revolución en el Perú? Entre el discurso y la praxis social. Daniel Morán, María Aguirre. Universidad Mayor de San Marcos, 2008.

    La independencia del Perú: ¿concedida o ganada por los peruanos?

    Detectives de libros: la historia de los textos devueltos por Chile

    Todos los caballos del presidente

    El Estado laico peruano: ¿existe?



    _______________________________________


    Fuente:

    https://eduardomadeconomy.lamula.pe/...arnos/edu1968/

  11. #11
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    Re: ¿La independencia Peruana una imposición foránea?

    La fuente original de esta frase desgraciadamente ya no está disponible. Suerte que se había copiado el artículo en Hispanismo:



    Y vivimos buscando culpables




    Y parece que el escrito es parte de un libro que por lo que nos presenta su índice parece ser muy interesante.


    Perú: 184 años de corrupción e impunidad






  12. #12
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    Re: ¿La independencia Peruana una imposición foránea?

    La verdad histórica no puede ser callada por más tiempo, los que la ocultaron ya no pueden impedir su divulgación.

    LOS INDÍGENAS REALISTAS, LOS "ESPAÑOLES AMERICANOS", HISTORIA SECRETA DE LA AMÉRICA DEL SIGLO XVIII.

    El Gran Ejército Real del Perú, contando con su Capitanía General de Chile, durante toda la guerra civil (de independencia), la constituyó sin duda el grupo hispanoamericano, integrado por los mestizos con mayoría de sangre indígena, que en el Perú eran, y son, conocidos con el nombre de “cholos”, aún a pesar de que durante la república establecida, estaba prohibido llamarles así por ordenanza de general independentista José de San Martín y Matorras, sino llamándoles "peruanos".

    Aquellos hombres, jóvenes y señores, eran reclutados en sus lugares de origen, ya fuera la costa o la sierra, las más de las veces NOS DICEN NUESTROS HISTORIADORES, por la "fuerza" y destinados a los Cuerpos de Línea o Milicias, previa instrucción del uso de las armas y las voces de mando. Dicen también nuestros ilustres historiadores que era un constante problema para los mandos el idioma de estas tropas, puesto que en la inmensa mayoría sólo hablaban su lengua nativa –el quechua o el aymará- por lo cual, llamaron a varios "mistis"(españoles nacidos en el Perú) de Arequipa, Cuzco, Huamanga y del Alto-Perú y Puno, que se codeaban siempre con ellos en sus idiomas cuando trabajaban en las haciendas y cuando estaban en la Guardia Civil de aquel entonces, idiomas vigilados y protegidos por la mismísima Corona Española y también por las Órdenes que se establecieron en el Perú y en el Alto-Perú, desde la creación de las Leyes de Indias por parte de los Reyes Católicos y cumplidos durante el Reinado del Rey-Emperador Carlos I las Españas y de las Indias (Carlos V el Sacro Imperio), que velaron por ellas desde ese entonces hasta el fin de los Reinos de Ultramar.








    Eran entonces, por parte de los mandos, tanto los peninsulares venidos como los que residían aquí, que nombraron a varios "mistis" para guiar y facilitar la comprensión de los nuevos mandos, como también la interacción de varios mestizos que facilitaron la comprensión entre blancos e indios, "mistis y cholos", con la suerte más, de que aquellos "mistis o mistianos", supiesen perfectamente además del idioma nativo, el uso frecuente de las armas a cuerpo y fuego, contando encima con sus guardaespaldas o empleados negros, que gustosos acompañaban a sus patrones, nombrándoles oficiales a los mistis y creando, como también metiéndolos en los otros batallones, a los propios negros, quedando así solucionado este "problema" del que nos cuentan desde la secundaria acerca de quiénes y cómo debían dirigirlas, maniobrarlas y luchar codo a codo, desde ese momento en adelante.

    Nos dicen que eran en general "soldados sumisos y dóciles", que no tenían la bravura militar y no cuestionaban sus deberes, ni se sublevaban por la falta de paga, pero incansables andarines, sobrios, valientes y disciplinados. Una cosa obvian nuestros historiadores y no lo MENCIONAN, como nunca mencionan cómo era la bandera realista, era que los NEGROS, BLANCOS, INDIOS, MESTIZOS Y ZAMBOS, luchaban por una razón que NOS UNÍAN, en aquel entonces. y era la fe, que estaba encima del Rey, porque cuando arribaron y se alzaron los independentistas, se iban sin temeridad alguna, a DESTROZAR las iglesias y conventos de monjas, por parte de los negros, cuando arribaron los soldados de San Martín en camino hacia Lima, los muy ignorantes e insensibles atacaron nada más ni nada menos que al patrón e interceptor de los negros españoles, a SAN MARTÍN DE PORRAS, lo que provocó la protesta "silenciada" de las cofradías del Señor de los Milagros, y sabiendo que las cosas iban en serio cuando José de San Martín y Matorras proclamaba la independencia en la plaza de armas de Lima, la gran parte de negros de Lima se fueron, con los caballos de sus patrones junto con los soldados y las caballerías del Virrey, hacia la Sierra, con la única razón que tenían, de defender a San Martín de Porras, a María y a Dios, creándose la montonera disciplina Real de morenos, portando con su propia banderola (No sería raro que el color que escogiesen fuese el morado por el Señor de los Milagros) por la parte de los indios, chocaron y saquearon contra sus "patrones y patronas" que estaban en aquellas ermitas o iglesias que estaban dentro de sus pueblos de donde provenían, tal era la desdicha, que como lo mismo hacían con sus antiguas deidades, adornándolas de oro, botellas de anís, flores, capas finamente adornadas, botellones de vino, mazorcas y collares de plata a los pies de las estatuas santas, encontraban a su regreso totalmente saqueadas y destrozadas, haciendo sacar unas cuantas lágrimas, tanto a las mujeres, los padres y las monjas, como los que tenían que ir y venir cuando los mandos virreinales pedían su presencia en una escaramuza o en un choque de montoneros.

    Mencionar a los "mestizos y mistis", se sabe con más detalle, los verdaderos hechos ahora de quiénes estuvieron allí, durante y después, pero una razón de las cuales, negros, indios, mistis, mestizos y zambos prestaban sus mejores servicios, si eran animados y mandados por sus paisanos y con todos a las guerras civiles españolas, era primeramente que defendían el honor de su fe y de su hogar, porque hablar de la política, ¿quién no rehúye o debe saber PROFESIONALMENTE antes de hablar de política?. El General Pezuela los describe en su diario militar como de instrucción más que regular, pues hacían bien en el ejercicio del fusil y en las maniobras del Batallón. En el combate, luchaban hasta el fin, haciéndose matar en sus puestos pero jamás retrocediendo, como lo hacían sus adversarios en montoneras, allí el porqué de la diferencia, entre unas "montoneras disciplinadas Reales" y de las "montoneras patriotas independentistas" de los gauchos argentinos, unos cuántos huasos chilenos y de los morochucos peruanos.








    Sus principales inconvenientes eran sus peculiares modos de vida y sus pautas de comportamiento, ajenos a las Ordenanzas españolas, como sus frecuentes deserciones, sí, las más de las veces sólo por querer volver a sus casas para ocuparse de sus labores en tiempo de las cosechas y por supuesto, esta vez NO DEJARLAS SOLAS LAS IGLESIAS, pues el apego sentimental y espiritual de aquellos hombres en esos años eran de amor puro hacia Jesucristo, María, a la tierra en el tiempo de las cosechas y al patrón o patrona respectiva de su pueblo, que velaban y "bendecían" sus cosechas, compensándolos cuando los sacaban a pasear y festejar junto con ellos, por todo el pueblo, a pesar que los padres consentían que sacasen las imágenes en días no procesionales.

    La actitud de estos hombres y mujeres hacia el servicio del Rey con las armas, que si bien no les agradaba, ¿A QUIÉN NO?, no rehuían, si desertaban, al cabo de unos días regresaban con los ánimos de sus paisanos que los devolvían para que peleen por el Rey y por Dios, tan sólo cambió con la prédica y la propaganda revolucionaria, aunque ésta no siempre dio el resultado que los independentistas deseaban, puesto que PENSABAN QUE ADORABAN AL DIOS INTI (SOL), EL SÍMBOLO DE LOS INDEPENDENTISTAS, PERO QUE EN REALIDAD ENCONTRABAN QUE ESTABAN APEGADÍSIMOS A SUS SANTOS PATRONES Y A LA FE CATÓLICA. Entre los Caciques Realistas más destacados encontramos al Brigadier de los Reales Ejércitos Don Mateo García Pumacahua, Cacique de Chincheros, quien en 1780 fue con sus tropas uno de lo que contribuyó a la derrota del Cacique de Tinta, José Gabriel Condorcanqui, más conocido como “Túpac Amaru”. Pumacahua actuó en el lado realista desde 1811 en que entró con sus tropas cuzqueñas como refuerzo de General Arequipeño Don José Manuel de Goyeneche y Barreda a poco de la batalla de Huaqui y se halla retratado en el ya mencionado cuadro, como uno de los miembros de que escoltaba al General.

    En 1813, sus tropas fueron convertidas por el Virrey Don Joaquín de la Pezuela Griñán y Sánchez Muñoz de Velasco en el Regimiento de Milicias Disciplinadas de Infantería de “Nobles Patricios del Cuzco” de los cuales no hemos podido, hasta ahora, obtener el detalle de su uniforme, pero estimamos que debían llevar el señalado a las Milicias Disciplinadas, pero con algún agregado lujoso, adornos como cordones y detalles en sus casaquillas, chacós y pantalones, debido al origen y dignidad de sus Oficiales, nobles cuzqueños de las famosas "Trece Casas de sangre Inca" (Panacas Reales), entre cuyas prerrogativas estaba la de pasear una vez al año, generalmente en la Procesión del “Corpus Christi”, el Estandarte Real de la Ciudad de Cuzco, del que eran custodios.

    En dichas oportunidades, los Caciques colocaban sobre sus trajes ceremoniales y uniformes, los emblemas de oro correspondientes a su dignidad, consistentes, en cadenas de oro en bandolera, un sol de oro colgando del pecho y hombreras, rodilleras y hebillas de oro representando rostros de Puma, emblema del Imperio Incaico. Su soberanía correspondía al Rey de España, y había reconocido ya en el siglo XVI a los nobles Incas como “Títulos de Castilla”. Como parte de su propia peripecia personal, en 1814 Mateo Pumacahua se sublevó a favor de la independencia pretendiendo alzar a todo el Cuzco, siendo derrotado por sus PROPIOS COMPATRIOTAS que permanecieron fieles hasta el final de la guerra, sí, hasta en la guerra civil de Ayacucho y después durante la república como grandes hacendados, tristemente robados y eliminados en su totalidad, como los otros hacendados, extinguiéndose estas "panacas reales" que fueron protegidas y apoyadas por la Corona española, pero en la república, por su condición de "nobles", a pesar que eran mestizos de tez clara y otros indios de sangre pura y noble, fueron las cosas irónicamente al revés en la república.







    Una de las consecuencias de aquellos hechos fue la suspensión de la ceremonia en 1815. Sin embargo, una prueba de esa fidelidad es que a mediados de 1824 solicitaron los Caciques de todas las casa nobles cuzqueñas al Virrey José de la Serna y Martínez de Hinojosa en el Cuzco, presentando una serie de considerandos de profesión de fe Realista, volver a pasear el Real Estandarte. No fue una solicitud interesada, ya que estaba cercano el fin de la guerra y su resultado era previsible, como para intentar captar simpatías del Virrey en esos momentos. Por otro lado, además de los Nobles indígenas y de los mestizos cuzqueños o altoperuanos, se hallaban los indígenas puros, casi sin integrar en la sociedad americana y peor aún en las repúblicas, y que sirvieron en el Ejército Real. Contrariamente a lo que comúnmente se cree, estos indígenas también fueron en su mayoría fieles a la Corona de España durante la guerra de independencia de América.

    Varias son las unidades formadas con sus parcialidades, no sólo en el Alto Perú, sino también en el Perú y aún en Chile. La mayoría de ellas rindieron importantes servicios a la Corona hasta el último tiempo de la guerra.







    De todos ellos, los que sin duda destacaron por su valor y ferocidad fueron los Araucanos del Sur de Chile.

    En la expedición a Chile en 1813, estos indios araucanos y su Cacique Villacurá se manifestaron fieles y adictos al Rey como devotísimos a Dios, que celebraron a su modo la llegada de las tropas Patriotas Realistas, y juraron con las expresiones más vivas de júbilo y respeto al no ceder a las pretensiones de los independentistas de Chile y:

    - “formar para la defensa del Rey, una muralla de guerreros en cuyos fuertes pechos se embotarían las armas de los revolucionario y aún quisieron partir muchos a Chillán para mezclar su sangre con la de los soldados del suspirado Rey Don Fernando. La ilustre asamblea de Araucanos tuvo término después de haber recibido los caciques medallas de oro con el busto del soberano y otros de plata, con un bastón de cada uno.”

    El 24 de septiembre de 1817 se anotaba en el Libro Manual de la Tesorería del Ejército Real de Talcahuano que, “cuatro Caciques, nueve Mocetones y tres Lenguaraces, han venido a notificar su fidelidad al Soberano y a ver el modo de contribuir con las armas del Rey”.

    El 7 de octubre hacen lo propio los dos Caciques de Tucapel, ofreciendo sus lanzas-guerreros, para pelear contra los independientes.

    Estos araucanos eran excelentes jinetes y diestros lanceros usando sus largas lanzas de caña de Coligüe, que podían alcanzar hasta tres metros de largo. No usaban uniformes sino ropas naturales, consistentes en ponchos tejidos en sus telares y colores blancos, negros, azules o rojos, con diseños que les eran particulares, llevaban “chiripás” y botas de potro con espuelas que podían ser de madera o de plata labrada según la DIGNIDAD DEL PROPIETARIO.

    De las provisiones del vestuario entregado a los jefes de esos fieles araucanos hemos podido reconstruir el uniforme que llevaban los Caciques, los "Capitanejos" y sus Tenientes. Los primeros llevaban casacas de paño azul de primera calidad, con las vueltas, vivos y divisas de casimir grana y el forro de bayeta blanca. Llevaban galón de plata adornándolas y dos varas de “coronelas” (los tres galones que denotaban el empleo o el grado de Coronel) también de plata. Las casacas llevaban un total de una y media docenas de botón de hilo de plata, lo que indica que tenían solapas, aunque iban abrochadas con broches. Los chalecos eran igualmente granas de casimir con botones chicos de plata en cantidad de una docena. El calzón podía ser grana o azul y se les entregaron botas altas a los caciques. Sus sombreros eran clásicos con cabos de plata y escarapelas de paño encarnado y cintas.

    - "Una antigua práctica del “Sistema Borbónico de Defensa” consistía en integrar a las comunidades indígenas retiradas de las zonas más habitadas, en las tareas de la defensa y control de las fronteras. Ello se lograba nombrando jefes militares a los que eran de las tribus y clanes, reforzando su autoridad por diversos métodos y así se podía contar con su movilización llegado el caso. Para ello se les entregaban, además de otros presentes, uniformes militares con divisas de empleo, medallones con el retrato del Rey, crucifijos grandes de plata u oro, golas e incluso banderas..."

    La contrapartida eran sus servicios militares cuando se necesitaba disponer de fuerzas mayores o ejercer un mejor control de una determinada región.

    Así, cuando el Brigadier Don Antonio Pareja llevó a cabo la marcha al sur de Chile, recibió la vieja lealtad al Rey de las Españas de los indios araucanos.

    Los Capitanejos llevaban un uniforme similar pero sin las “coronelas” de plata y solo galón en las vueltas y cuello, calzón azul, sombreros con escarapela y cintas pero sin galón y, probablemente, las botas de potro típicas de los araucanos.

    En tanto, los Tenientes llevaban chaquetas de paño de la estrella de color azul con divisa encarnada y botones de plata.

    En 1819 se hallan provisiones que señalan que los Capitanejos llevaban casacas encarnadas con divisa azul y guarnecidas de cordones blancos.




    BIBLIOGRAFÍA:

    - (Tomado de “Los Realistas” (1810-1826) Virreinatos del Perú y del Río de la Plata y Capitanía General de Chile, de Julio Mario Luqui Lagleyze y Antonio Manzano Lahoz, pp. 86, 87, 88)

    - Tómese como ejemplo la referida sublevación de 1814 (Pumacahua) reprimida por las propias fuerzas cuzqueñas del Ejército Real.

    - A.H.C. (Archivo Histórico del Cuzco). Gobierno Virreinal 1822/24 Leg. 2 (N° 156) “Expediente sobre que se continúe en esta capital el Paseo del Pendón Real…”.

    - “El pensador del Perú” -1813, en Colección de Historiadores y Documentos para la Independencia de Chile. Tomo IV, pág. 101-102.

    - A.G.N.P. (Archivo General de la Nación Perú), Fondo C-15. “Libro Manual de la Tesorería del Ejército Real”, del 22 de agosto de 1817 al 18 de febrero de 1818.




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