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Tema: Gobernación y Diócesis de Venezuela

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    Re: Gobernación y Diócesis de Venezuela

    La Iglesia como factor unificador del territorio venezolano


    Como parte de la historia venezolana, destaca el hecho de que todo el oriente venezolano formó parte del obispado de Puerto Rico como “anexos ultramarinos“ hasta que fue creado el arzobispado de Venezuela.


    Los meses de junio y julio son ricos en hechos memorables para la Historia de la Iglesia venezolana. Próximos a concluir con la publicación de El Ucabista correspondiente al año académico 1995-1996, consideramos que bien podíamos dedicar este número a resaltar algunos acontecimientos significativos ocurridos en estos dos meses, en diferentes siglos claro está, propios de la Historia Eclesiástica de Venezuela.


    La Diócesis de Caracas o de Venezuela


    La Diócesis de Venezuela fue la primera que efectivamente se instituyó en nuestro país, mediante la Bula " Pro excellenti praeeminentia " expedida por el papa Clemente VII, fechada en Roma a 21 de junio de 1531. En el documento pontificio se habla de la Provincia de Venezuela, que comprende el mismo territorio otorgado a los Welser en 1528, a saber: " ... que hay en la dicha costa que comienza desde el Cabo de la Vela o del fin de los límites y términos de la dicha Gobernación de Santa Marta ", hasta Maracapana al Oriente, incluyendo todo el cordón insular situado al Norte de dicha costa, exceptuando, expresamente, las que tenía encomendadas Juan de Ampíes, es decir, Aruba, Curazao y Bonaire.


    Clemente VII ordenó erigir una iglesia catedral en Coro para que allí residiera el Obispo, población que para entonces era el asiento del gobierno de la Provincia y a la que se le concedió el título de Ciudad Pontificia, caso excepcional en toda América: "... con título de ciudad el pueblo llamado Coro que está en la dicha Provincia de Venezuela ".


    El primer obispo de la Diócesis fue Don Rodrigo de Bastidas, quien un 4 de junio de 1532 dictó en Medina del campo, Diócesis de Salamanca, España, las reglas para el establecimiento y gobierno de la nueva Iglesia, es decir, su Carta Fundamental.


    A Rodrigo de Bastidas le sucedieron once obispos, hasta que la sede quedó canónicamente transferida a Caracas en 1638 (7 de marzo), en cumplimiento de la Real Cédula del 20 de junio de 1637. Entre las razones que justificaban dicho traslado se encuentran las siguientes: la superioridad económica de la nueva sede, Caracas, ciudad en la que habían fijado su residencia la mayoría de los Obispos hasta la fecha, y las ventajas estratégicas contra cualquier ataque holandés que, desde Curazao, estaba sólo a ocho o nueve horas de navegación de Coro, situación peligrosa puesto que en cualquier momento los holandeses podían saquear los bienes de la Iglesia.


    Uno de los Obispos más destacados, en esta atapa previa a la transferencia canónica de la sede episcopal de Coro a Caracas, fue Fray Gonzalo de Angulo, quien asumió el obispado de Caracas el 29 de junio de 1619. Al obispo Angulo se debe en buena parte y en conjunción con el gobernador Francisco de la Hoz Berrío, la reducción a poblados de los indios, diseminados en las encomiendas, lo cual se tradujo en la fundación de una gran cantidad de pueblos de doctrina que han perdurado hasta nuestros días. Sólo en los alrededores de Caracas y en los Valles de Aragua, se fundaron entre 1620 y 1622 diez pueblos de indios y cinco iglesias. Advertimos, además, que en todas estas fundaciones se cumplió con el procedimiento señalado por el gobernador Berrío y por el obispo Angulo.


    El Arzobispado de Caracas y Venezuela


    Por Real Cédula del 16 de julio se comunicó la elevación de la Diócesis de Venezuela a Arzobispado. La historia es como sigue: Con la erección de los obispados de Mérida (1777) y Guayana (1790) se logró avanzar bastante en el proceso de integración territorial venezolana, tanto en lo civil como en lo eclesiástico, para finales del siglo XVIII. Para estos años ya se contaba con Instituciones con carácter hacendístico, militar, gubernativo, judicial y comercial, como es el caso de la Intendencia de Ejército y Real Hacienda (1776), la Capitanía General (1777), la Audiencia de Caracas (1786), el Real Consulado (1793), pero faltaba la provincia eclesiástica.


    La erección de ésta se consiguió en 1803 (Bula "In Universali Ecclesiae Regimine" del 24 de noviembre). Esta decisión fue motivada fundamentalmente por la cesión de la isla de Santo Domingo a Francia, porque allí residía desde el siglo XVI el Metropolitano de la Provincia Eclesiástica a la cual pertenecía Venezuela. Pero a decir verdad, la elevación de la Diócesis caraqueña a Arquidiócesis era sólo cuestión de tiempo, era inminente, puesto que ya estaban dadas todas las condiciones que requería la Provincia de Venezuela para convertirse en el eje y centro de la futura nacionalidad venezolana.


    El 15 de noviembre de 1804 se dio cumplimiento a la Real Cédula del 16 de julio en la que se notificaba la elevación de la Diócesis de Venezuela a Arzobispado, centralizándose en torno a Caracas las Diócesis de Guayana y Mérida. El primer arzobispo fue don Francisco de Ibarra, quien se había desempeñado como obispo de la ahora arquidiócesis caraqueña, después de haber sido el primer obispo de la diócesis de Guayana, cargo en el que estuvo por seis años.


    El Arzobispado de Caracas y Venezuela se convirtió en un factor de integración territorial. Aunque la integración eclesiástica no es un asunto político en sí mismo, sus efectos integradores para el país fueron indudables. Tengamos presente que el territorio venezolano, en lo eclesiástico, estuvo disgregado y dependiente de dispares centros de poblamiento, como fueron Puerto Rico y Bogotá. Todo el oriente venezolano formó parte del obispado de Puerto Rico como "anexos ultramarinos". Táchira, Mérida y Barinas pertenecieron al Arzobispado de Bogotá hasta 1777.


    Las Diócesis de Mérida y Guayana se crearon en fecha tardía. Considérese la discordancia entre el ordenamiento territorial civil de Venezuela logrado en 1777 con la creación de la Capitanía General y las jurisdicciones territoriales eclesiásticas. La independencia y autonomía propia de una Iglesia nacional sólo se logró en 1803 con la Arquidiócesis.


    La trascendencia de este hecho de jurisdicción eclesiástica trasciende una mera conveniencia administrativa. Las vinculaciones entre lo civil y lo eclesiástico eran inmensamente más hondas y decisivas que en nuestros días, hasta por el régimen mismo de Patronato Regio propio de la América española. ¿ Qué hubiera ocurrido si en la época republicana la Provincia de Guayana hubiera sido gobernada por un Obispo residente en Puerto Rico ?


    La significación histórica de la erección del Arzobispado de Caracas bien puede estar plasmada en el siguiente párrafo, del obispo Santiago Hernández Milanés, al nuevo arzobispo Ibarra: " Deje Vuestra Señoría Ilustrísima venir los honores cuando no los buscamos y alégrese en ello por su Patria, que poco a poco se va elevando hasta lo sumo, para cuyo cumplimiento ya no falta sino Virrey ".


    ¡ El Virreinato de Venezuela !. Pero este proceso de integración económico, político, gubernativo, judicial, comercial y eclesiástico, que pudo haber concluído en la erección del quinto Virreinato de América, fue interrumpido por la Guerra de Independencia.


    Manuel Donis
    La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.

    Antonio Aparisi

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    Re: Gobernación y Diócesis de Venezuela

    Maracaibo: construcción de la identidad regional en el siglo XIX





    Germán Cardozo Galué


    Universidad del Zulia


    Resumen


    Cualquier intento de abordar el tema de la identidad regional se fundamenta en los datos aportados por la geografía e historia: explican la relación dialéctica entre el hombre y su entorno. En este artículo se parte del surgimiento de la unidad regional en el Zulia y se avanza hacia la aparición de un imaginario autonomista en la élite de Maracaibo y su discurso regionalista en el siglo XIX, a objeto de aportar el análisis histórico que permita concluir sobre la presencia de una identidad regional con cobertura en el Estado Zulia, su naturaleza y fundamentos sociopolíticos.


    Palabras clave: Región, localidad, identidad, Maracaibo, región marabina.





    Maracaibo: Construction of regional identity in the 19th century





    Germán Cardozo Galué
















    INTRODUCCIÓN





    La identidad regional, como toda realización material o creación espiritual del ser humano, es un producto cultural y simbólico resultante de la praxis social:


    ... la cultura (esa nueva dimensión de la realidad que se va constituyendo en los diferentes momentos de representación objetiva de la reproducción espiritual de la creación de la realidad humanosocial) es también una forma de praxis permanente cuya determinación radica en el pensamiento y en el conocimiento como una instancia por la cual se logra la unidad de la práctica material y la reproducción espiritual (López 1989: 84).


    El hombre objetiva el espacio material en el cual se desenvuelve su cotidianidad (paisaje, actividades productivas, relaciones sociales, organización política, vías de comunicación, etc.), y de este acto cognoscitivo extrae representaciones simbólicas (verbales, escritas, icónicas, etc.) que le permiten definir su entorno social y compartirlo con sus semejantes a través del fenómeno comuni-cativo.


    Este permanente y continuado estado de confrontación entre lo que la realidad le ofrece, la mente representa y la comunicación con sus semejantes transforma, origina ese producto cultural al que se ha denominado el imaginario colectivo. La percepción o conciencia de sí que tiene una sociedad, la cual se enriquece, reproduce y transmite de generación en generación, hace que una comunidad se reconozca como perteneciente a un determinado todo social, que la dota de unidad, la identifica como tal conglomerado humano y la diferencia de otros.


    Esta unidad e identidad subyacentes en los imaginarios colectivos, desde una perspectiva espacial, puede surgir en el tiempo en ámbitos de diferentes tamaño y como resultado de diversos procesos sociohistóricos: desde la pequeña territorialidad de una comunidad indígena hasta la extensa y compleja grandiosidad de un Estado Nacional, pasando por todas las instancias a las que la praxis social ha denominado, a lo largo del tiempo y con diferentes connotaciones: comunidades, arrabales, barrios, poblados, parroquias, villas, ciudades, municipios, provincias, estados, naciones, bloques continentales, etc.


    Cada una de estas circunscripciones sociales, producto, en ocasiones de instancias económicas y políticas y con frecuencia de similitudes étnico-culturales, constituye lo que hemos convenido en denominar, en los estudios de las ciencias sociales, "micro regiones", "sub regiones", "regiones" y "macro regiones".


    Para los fines de este particular análisis el sustantivo región connota una porción de territorio determinada por caracteres étnicos o circunstancias especiales de clima y topografía, producción, administración, gobierno, etc. De allí que en el proceso histórico a qué se denomine región dependa de la variable que se tome en cuenta: tan región lo es la "macroregión andina" determinada por sus características topográficas como lo fue la "macroregión marabina" de los siglos XVI al XIX habida cuenta de las relaciones socioeconómicas, como lo es la actual "región zuliana" concebida en términos de la administración de su desarrollo, la "subregión de la Costa Oriental del Lago" resultado de la actividad productiva dominante o la "micro región de Machiques", que, según la definición del historiador mexicano Luis González y González, es "la unidad tribal culturalmente autónoma y económicamente autosuficiente, es el pueblo entendido como conjunto de familias ligadas al suelo, es la ciudad menuda en la que todavía los vecinos se reconocen entre sí ... es el pequeño mundo de relaciones personales y sin intermediarios" (González 1986: 28).


    En consecuencia, la identidad regional puede estar referida a espacios de diferentes dimensiones territoriales, dependiendo su grado de mayor o menor presencia de la creación de una conciencia común y de la identificación de los distintos grupos de la población con la sociedad como un todo: es un producto histórico del regionalismo, que puede ser definido, en primera instancia, como un sentimiento de apego y de pertenencia a determinado espacio del que se es nativo o residente.


    El regionalismo durante la conformación de las sociedades modernas, al igual que el nacionalismo en una esfera más amplia territorialmente, ha sido un instrumento para motivar la actividad y solidaridad políticas, para movilizar a la sociedad regional contra opositores internos o externos, o contra cualquier amenaza, es decir para crear la identidad regional. En la concepción del regionalismo se ha pasado del plano psicológico al político; de ahí que sin haber desaparecido los regionalismos circunscritos a las pequeñas comunidades de base (localidades, municipios) se hayan superpuesto en los países latinoamericanos regionalismos provinciales, departamen-tales, estadales.





    ...porque no se extingue la naturaleza, el genio, el sentimiento popular y esas condiciones especiales de esa comarca que llamamos Estado Zulia y que está destinada a ser en lo venidero un gran pueblo, y un gran país, acaso una nación..."





    Estas modificaciones en el tiempo y espacio hacen que el regionalismo deba ser estudiado a partir del análisis de las condi-ciones de su formación y las distintas funciones que fue teniendo según la situación histórica, y no meramente en sus manifes-taciones y contenidos, es decir tomando sólo en cuenta manifestaciones culturales, destino histó-rico compartido, historia común, etc. (Cfr. König, H.-J. 1994: 25).


    Dos elementos, pues, guían, necesariamente, cualquier intento de abordar el tema de la identidad regional en toda sociedad: el geográfico y el histórico, que resumen y explican la relación dialéctica entre el hombre y su entorno. Ambas constituyen claves indispensables en este intento de aportar criterios para la discusión sobre la identidad regional zuliana.


    BASES GEOHISTÓRICAS DE LA IDENTIDAD REGIONAL MARACAIBERA


    Desde una perspectiva geográfica, no cabe la menor duda de que el territorio que hoy ocupa el Estado Zulia se corresponde con una región natural: la parte más extensa de la hoya hidrográfica del Lago de Maracaibo; y en el pasado, antes de los sucesos de la Independencia, abarcó la casi totalidad de esta hoya como Provincia de Maracaibo, incluyendo en su jurisdicción político-administrativa al Lago, las planicies costeras aledañas y las eleva-ciones y cumbres andinas tanto occidentales como orientales.


    Esta unidad natural, con su variedad de tierras, climas y vege-taciones, comunicadas por una enorme super-ficie de agua y sus numerosos afluentes, atrajo durante milenios a comunidades indígenas de todo el continente, que luego se llamaría América: arahuacos, caribes y chibchas, entre otros, convergieron y poblaron aquella matriz acogedora y feraz. Sus diversos asentamientos agrícolas y pesqueros originaron en un proceso milenario las primeras identidades regionales, de raigambre tan fuerte que una de ellas, la wayuu o guajira, alcanzó los niveles sociopolíticos de lo que hoy se denomina una nación, y aún pervive.


    El proceso de conquista y ocupación de la cuenca del Lago de Maracaibo por parte de los adelantados de la Corona española introdujo un nuevo elemento étnico y socio cultural que modificó el rumbo histórico de aquel espacio, y en consecuencia el modo de concebirlo. Como en la antigüedad prehispánica, el espejo mágico del Lago atrajo a los invasores que habían penetrado por la Costa Firme de la que llamarían provincia de Caracas o Venezuela y a quienes ya habían tomado posesión de Santafé de Bogotá, Tunja y Pamplona: desde Coro y el Tocuyo se establecieron en Maracaibo y Trujillo, desde las cumbres andinas en San Cristóbal y Mérida, creando jurisdicciones distintas.


    Sin embargo, en los comienzos mismos de este proceso, los nuevos actores sociales sentaron las bases de lo que se convertiría con el tiempo, en relación con el inmenso espacio ocupado por el Lago y sus tierras aledañas, en uno de los más fuertes elementos constitutivos del imaginario histórico regional.


    En 1577, el Consejo de Indias remitió a los gobernadores, corregidores y alcaldes mayores un extenso cuestionario que tenía por propósito conocer para su mejor gobierno la ubicación, recursos, medio geográfico, poblamiento y evangelización de las posesiones españolas en América.


    Ya para la época existían en el occidente de la actual Venezuela no menos de cinco o seis Ayuntamientos, con sus respectivos alcaldes y jurisdicciones independientes; sin embargo cuando, en 1579, los Alcaldes ordinarios de Maracaibo, Rodrigo de Argüelles y Gaspar de Párraga, contestaron el cuestionario de la Corona lo denominaron "Descripción de la ciudad de Nueva Zamora de Maracaibo, su término y Laguna", aportando información no sólo sobre Maracaibo y su jurisdicción sino también sobre todo el entorno de la cuenca lacustre. Resaltaron la importancia del Lago como eje operativo de dominio y de explotación de los recursos naturales; indicaron la presencia en él de varios puertos de donde salían caminos hacia los centros ya poblados y áreas productivas del interior del territorio (Trujillo, Mérida, San Cristóbal, Pamplona) como para destacar la unidad que conformaba Maracaibo con aquel espacioso anfiteatro natural (Arellano 1964) .


    Los españoles radicados en Maracaibo habían detectado, a escasas décadas de las primeras correrías y fundaciones en el occidente de la actual Venezuela, la existencia de una región natural con potencialidades económicas. Fueron sus pobladores y las autoridades políticas de Maracaibo quienes al objetivar aquel espacio y sus posibilidades económicas comenzaron a alimentar el imaginario histórico con rasgos que asomaban ya la prefiguración de la unidad regional, basada en la funcionalidad económica.


    El interés por parte de las autoridades maracaiberas de lograr el dominio efectivo de las jurisdicciones lacustres y andinas no tardó en hacerse notar y en consolidarse. Para ello, desde fines del siglo XVI, los vecinos de Maracaibo iniciaron un permanente acoso a la obligada navegación que debían hacer, por el canal que comunica al Lago con el Caribe, los comerciantes que ingresaban mercaderías y extraían frutos de las jurisdicciones andinas, a través de los puertos de Gibraltar y Zulia. El secuestro de barcos, el cobro de peaje y aun las incursiones bélicas de los maracaiberos sobre Gibraltar dieron resultado.


    En Real Cédula de 31 de diciembre de 1676, la Corona española comunicó al Gobierno de Mérida y a las Audiencias de Santafé de Bogotá y Santo Domingo la fusión de Maracaibo y Mérida bajo una sola jurisdicción. Dos años después, Maracaibo logró que la capital de la nueva entidad administrativa, conocida como "Provincia de Mérida, La Grita y ciudad de Maracaibo", fuera traslada a su puerto y con la capitalidad la "feria de hacendados y mercadere", una de las más famosas del Caribe oriental. Maracaibo pasó a controlar en lo político y económico la totalidad de la cuenca lacustre, desde los fértiles valles y piedemonte andinos hasta las yermas tierras guajiras.


    Más que su condición de capital administrativa de la Provincia, el manejo de la actividad mercantil puso en manos de Maracaibo el control efectivo del "hinterland" lacustre. La vida económica de quienes habitaban los más remotos poblados de aquel espacio danzó al compás que marcaba el reflejo de la oferta y la demanda en los mercados mundiales: la ciudad-puerto engranaba al circuito comercial externo con el regional. El tabaco de Barinas se enfardelaba como "Tabaco de Maracaibo"; a los puertos españoles y de otras colonias llegaban "Harina de Maracaibo", "Cacao de Maracaibo". Maracaibo que no producía nada lo comercializaba todo, y se imponía en el imaginario colectivo su preponderancia regional.


    Aunque los nexos comerciales y el control administrativo del Ayuntamiento maracaibero no eran suficientes para afirmar la existencia del dominio efectivo del territorio, pues persistieron los espacios regionales que desde el momento mismo del contacto aborigen-hispánico habían comenzado a fraguarse como resultado de las condiciones topográficas, niveles de relacionamiento (etnias indígenas con diferentes modos de producción y de vida), actividad productiva, etc., Maracaibo, la ciudad primada, persistió en reforzar la unidad regional de su provincia e inició un discurso político en el cual ya asomaban rasgos de lo que hoy se conoce como identidad regional zuliana.


    Durante un período de larga duración, casi cuatro siglos, factores naturales como la inmensidad de la hoya hidrográfica del Lago de Maracaibo, el aislamiento originado por las escarpadas cumbres andinas y la lejanía de los principales centros administrativos (Bogotá y Caracas), más otros de índole social como la implantación por parte del mercantilismo español de una economía agroexportadora, fuertemente atada a través de su circuito comercial a los mercados internacionales, habían convertido al occidente de Venezuela en una región "mediterránea" : un espacio con especificidad y ritmo históricos propios, diferente, en cuanto a su dinámica y características fundamentales, del resto de los actuales conjuntos regionales vecinos, tanto venezolanos como colombianos (Cardozo, 1991: 11).


    LA ÉLITE MARACAIBERA: DE LA UNIDAD REGIONAL A LA LUCHA POR LA AUTONOMÍA


    El ejemplo más notorio de la percepción de este proceso unificador se descubre en los escritos y actuación de una de las figuras más representativas de la élite maracaibera: José Domingo Rus, actor social de primera línea durante la coyuntura de la Independencia, cuando Maracaibo se convirtió en la ciudad disidente de este movimiento y proclamó su adhesión a la Monarquía española.


    Desde 1794, en su informe "Sobre la provincia de Maracaibo hecho al Consulado de Caracas ... ", Rus, como diputado consular de Maracaibo, ofreció un minucioso cuadro de los rasgos demográficos de cada una de las jurisdicciones, economía (recursos explotados y explotables, producción, mano de obra, comercio, etc.), distancias y comunicaciones de la provincia (Arellano 1964: 461-473).


    La unidad regional se hacía evidente en el informe de Rus. En aquel momento el discurso no fue más allá de las descripciones de carácter económico típicas de quienes se habían formado y actuaban en el marco de la Ilustración, aunque no se dejaban de hacer observaciones que tocaban a lo político-administrativo en favor de la provincia. Pero la segunda versión de este informe, ampliada y presentada por Rus en las Cortes de Cádiz, en 1814, al fragor de la guerra de Independencia venezolana, descubre el imaginario histórico y las pretensiones autonómicas de una élite que se considera con el derecho de figurar al frente de los destinos de su provincia. El discurso sobre una supuesta identidad regional se inicia cuando solicita y argumenta la separación de la provincia de Maracaibo de la de Caracas para que sea elevada a Gobernación y Capitanía General:


    Maracaibo, ni por un momento debe depender de Caracas, cuyas determinaciones y recursos negados parece se habían propuesto dar en tierra con su agricultura, comercio y defensa; y no es bien ya se deje de conocer la mejora en que debe empeñarse cada provincia, cuando por la Constitución política de la Monarquía española, que acaba de sancionarse [1812], todas tienen un interés igual para ocurrir a sus ramos y salir del abatimiento en que las habían tenido los siglos de hierro o las depravaciones de aquellos que con títulos de capitales, como Caracas, todo se lo absorbían y nada concedían a las pobres subalternas, a quienes miraban con desprecio, porque nunca consultaron sino su propio interés y el brillo de sus poseedores. Debe cesar este sistema y pasar al de oro de cada pueblo (Rus, 1969: 74-75).


    Rus, consciente de aquella unidad regional, que sobrepasaba los límites establecidos de la Provincia de Maracaibo, y pensando en la fortaleza económica, política y militar de una futura Capitanía General, solicitó a las Cortes de Cádiz la anexión a aquella de las jurisdicciones de Río Hacha, Valles de Cúcuta, El Rosario, Salazar de las Palmas, San Faustino y San Cayetano (Rus 1969: 161-168).


    La élite maracaibera en nombre de la provincia envuelve a todo su territorio en su propio destino, aunque ya se han separado Mérida y Trujillo para plegarse al movimiento emancipador, y el resto de sus jurisdicciones (Perijá, San Carlos, Gibraltar) se mantienen alejadas del conflicto y a la espera del devenir de los sucesos. El testimonio andino de Antonio Nicolás Briceño, diputado por Mérida ante la Convención de 1811, en estos momentos cruciales de definición nacional, es un claro indicador de las tensiones y contradicciones que se habían acumulado a lo largo del dominio español y que condujeron a sus élites a no plegarse a la actitud rebelde de Maracaibo:


    ... cada día se ratifican y convencen más de su acertada elección, aplaudiendo el actual sistema que ha puesto en sus manos la potestad judicial, la gubernativa y la económica, fluyendo sobre su propio país la substancia y las riquezas con que contribuyen los Pueblos mismos que reciben beneficio. Haced una comparación exacta de lo que esas ciudades de Mérida y Trujillo eran unidas a Maracaibo y lo que son hoy separadas sólo ha diez meses de una potestad distante que las degradaba... ellas permanecerían en la apatía y abatimiento que las afligía y de que hoy se ven libres ...


    ... Mérida y Trujillo se han separado de Maracaibo contra la expresa voluntad del Gobernador de esta plaza, tratándolo de déspota, negándole autoridad sobre ellas y sacudiendo las tropas que en su distrito mantenía ... (Briceño 1811: 30 y 32).


    La conciencia de las potencialidades reales del hinterland que rodeaba a Maracaibo y de la preeminencia -no menos cierta- que había adquirido como ciudad-puerta del occidente de Venezuela, impulsó a su élite a jugarse el todo por el todo, en 1810, con la esperanza de consolidar sus pretensiones autonómicas y quizás un nuevo espacio "nacional". Durante una larga década se enfrentó a los ejércitos republicanos; pero el resultado de la guerra la obligó a claudicar; su proyecto separatista, los deseos de independencia que había alimentado su imaginario autonómico fueron castrados por una nueva dependencia, primero de la República de Colombia y luego de la República de Venezuela, más estricta y exigente que la anterior, la monárquica, pues se regía por un férreo sistema constitucional.


    El Cabildo de Maracaibo, en 1821, la declaró "libre e independiente del Gobierno Español, cualesquiera que fuera su forma desde este momento en adelante; y en virtud de su soberana libertad se constituye en república democrática y se une con los vínculos del pacto social a todos los pueblos vecinos y continentales, que bajo la denominación de República de Colombia defienden su libertad e independencia, según las leyes imprescriptibles de la naturaleza" (Citado por Ortega 1991: 20. Subrayado del autor).


    El Cabildo incorporaba a Maracaibo y al resto de la provincia al movimiento emancipador dejando constancia de que en su imaginario histórico estaba presente una identidad regional que le permitía representar y tomar decisiones por los pueblos "marabinos": actuaba en nombre de un colectivo que no renunciaba a su soberanía; hacía libre uso de ella para integrarse "con los vínculos del pacto social" a la unión colombiana en igualdad de circunstancias y condiciones que el resto de las entidades que la conformaban. Comportamiento que revela, en estos fundamentales momentos de transición de la sociedad monárquica a la republicana, a una élite política local que se apresta a iniciar nuevas relaciones de poder pero sin menoscabo de los fueros autonómicos y preeminencia regional adquiridos a lo largo de su proceso histórico. El asedio militar de Francisco Tomás Morales a la provincia de Maracaibo, casi inmediato a estos acontecimientos, devolvió momentáneamente a España el control de este espacio, hasta la capitulación del jefe realista en 1823.


    La República de Colombia, en su Constitución de 1821, le reconoció a Maracaibo sus derechos históricos sobre el occidente venezolano al declararla capital del Departamento del Zulia, y someter a las provincias de Coro, Trujillo y Mérida a su jurisdicción militar, política y administrativa . Estrategia que aseguraba a los ejércitos libertadores el dominio sobre la provincia disidente al atarla a territorios que desde los inicios de la contienda bélica se habían declarado partidarios del proceso emancipador.


    Cuando Venezuela se separó de la República de Colombia, en 1830, la Provincia de Maracaibo pasó a formar parte del nuevo país, no sin antes haberse convertido -según la prensa de la época- en "...teatro de discusiones y de dudas... Unos pretendían unirse a la Nueva Granada, otros formar un estado independiente o hanseático, y otros finalmente seguir el pronunciamiento de Venezuela..." (La Mariposa. Maracaibo, 14 de septiembre de 1840, número 13). Todo esto ocurría en Maracaibo, una prueba más de las vacilaciones de una élite que se resistía a aceptar las ataduras del nuevo centro de poder, y no renunciaba fácilmente a sus aspiraciones autonómicas sobre el extenso espacio del occidente venezolano.


    En los avatares de este nuevo juego político, también perdió su primacía administrativa sobre el occidente venezolano al ser reconfirmadas Mérida y Trujillo, sus antiguas jurisdicciones, como provincias independientes. ¿Temor por parte del Poder Central caraqueño de que aquella vasta y rica región occidental, liderada por una ciudad con tradición de autonomía, llegara a separarse de la República?; sin embargo, la primacía económica se mantuvo. La privilegiada posición geográfica del puerto, entre la feraz región lacustre-andina y las rutas del comercio caribeño hacia Europa y los Estados Unidos de Norteamérica, la convertían en el centro nodal de uno de los movimientos mercantiles más importantes de Venezuela.


    LA ÉLITE MARACAIBERA: DE LAS ASPIRACIONES AUTONÓMICAS A LA DEFINICIÓN DE LA IDENTIDAD REGIONAL





    A lo largo del siglo XIX, la élite maracaibera pregonó y disputó sus menguados fueros autonómicos ante la constante reafirmación del centralismo, que no tenía cuenta de si la Constitución vigente era centro-federal o federal del todo. Reforzaron esta demanda las circunstancias particulares que rodearon el crecimiento económico, político y urbano de la ciudad-puerto y su consolidación como centro de la actividad intelectual; pero todo ello a expensas y en detrimento del resto de los centros poblados y jurisdicciones de la Provincia de Maracaibo, Estado Zulia a partir de 1864.


    Maracaibo creció demográficamente en la medida en que se hacía dinámico el circuito agroexportador del cual era centro nodal; y a este circuito le daba vida la demanda de café, en permanente aumento, a partir de la década de 1830. Atraídos por las posibilidades de este nuevo rubro económico, hombres de negocio y comerciantes de origen inglés, francés e italiano, principalmente, se radicaron en la ciudad-puerto y en los centros de acopio de las áreas productivas andinas.


    Igual ocurrió con las migraciones desde el interior de la provincia, cuyo crecimiento demográfico pasó por décadas de estan-camiento mientras Maracaibo cuadruplicaba y aun quintuplicaba en número de habitantes al resto de los puertos y poblados. Atraídos por las noticias de la reanimación que experimentaba la capital, emigraron hacia ella centenares de agricultores y criadores procedentes de los más apartados rincones. Así comentaba este hecho un columnista anónimo al exponer en un periódico de 1837 las causas del atraso y decadencia de la Provincia:


    ...Una de ellas, y acaso la principal, es el abandono en que se ven por los habitantes de esta provincia las extensas y feraces costas del lago, en que pródiga la natu-raleza ofrece precozmente mil por uno. Desconociendo que la sólida y verdadera riqueza consiste en el cultivo de la tierra y absoluta contracción al cuidado de las heredades, las abandonan por venir a vivir en la ciudad, para venir a ejercer otras profesiones de comerciante, sin tener los elementos necesarios para ellas como son el crédito, el capital y nociones exactas ...(El Constitucional de Maracaibo, número 46).


    Gracias a la exportación del café, que llegaba de las áreas productivas andinas a través de los puertos del Lago, la Aduana de Maracaibo pasó, en tres décadas, de un cuarto rango al segundo para el año de 1860, multiplicando por ocho el valor de los capitales movilizados.


    El alza acentuado en la movilización de capitales ocurrió durante la década de 1850, y esto tuvo que ver con la llegada a Maracaibo del comercio alemán en los primeros meses de 1842. El café se exportaba principalmente a través de Curazao y de Nueva York.


    Luego del cierre de la Aduana, entre 1874 y 1878, por decreto de Guzmán Blanco, interesado en el control efectivo de las aduanas del país, principal fuente de los recursos que necesitaba para obras públicas y pago de las deudas externas e internas (Cfr. Urdaneta 1992: 81-112), la década de 1880 constituye un período de recuperación y crecimiento de las transacciones comerciales por el puerto de Maracaibo.


    El alza en los precios del café a nivel mundial, cuya cifra más alta se dio a mediados de la década de 1890, señaló el momento de consolidación del Circuito agroexportador marabino. Maracaibo lucía como el principal emporio mercantil de la región y del país. Con cerca de 40.000 habitantes, contaba con 51 establecimientos de comercio por mayor y 388 de comercio al detal (Arocha 1895). Era ya la aduana venezolana que movilizaba un mayor volumen de mercancías y frutos, y por consiguiente de capitales.


    Todo esto había sido posible gracias al concurso de las inversiones agrícolas en los Andes y de la mano de obra esparcida por las áreas productivas o concentradas en los pequeños puertos del Lago y sus afluentes: La Ceiba, Gibraltar, Encontrados, etc. Maracaibo creció en lo económico a expensas de la explotación de los recursos y fuerza de trabajo de las jurisdicciones andinas y de las planicies costeras del Lago.


    En lo urbano, Maracaibo inició e intensificó un proceso de modernización y expansión, a medida que el comercio del café prosperaba en el último tercio del siglo XIX. La ciudad estrenó nuevos edificios públicos. En 1883, en homenaje al Libertador se inauguró el 24 de junio el Teatro Baralt; de estilo ecléctico morisco, con capacidad para mil personas. El más suntuoso de ellos lo constituyó la sede de la Escuela de Artes y Oficios, construida en 1888 como parte del homenaje a Rafael Urdaneta en el centenario de su nacimiento. En septiembre de 1890 trasladaron a éste el Poder Legislativo. Techaron con tejas algunas casas del perímetro urbano, construidas o refaccionadas según nuevos cánones arquitectónicos: altas, de largos ventanales de contrastantes y vivos colores; enlosaron algunas aceras más de sus calles. Los héroes y las efemérides patrias les dieron nuevo nombre: Libertador, Páez, Carabobo, Urdaneta. Coincidiendo también con las conmemoraciones del natalicio del héroe, quedó inaugurado el servicio telefónico, y por vez primera en el país, una población venezolana se iluminó con el alumbrado eléctrico. Por fin, Maracaibo tenía acueducto público.


    El perímetro urbano se había extendido hacia el norte con el municipio Santa Lucía, y hacia el oeste surgió el de Cristo de Aranza. Su ampliación demandó mejoras en el sistema de transporte. En 1884, inauguraron la primera línea de tranvías de tracción animal: unía al céntrico sector del mercado con Los Haticos, tradicional área de esparcimiento en la ciudad, a donde las familias adineradas empezaron a trasladar su residencia habitual. Otras líneas se construyeron que conducían, también desde el centro, a El Empedrado, El Milagro, Las Delicias; y en 1891, se estrenó la de Bella Vista, de tracción mecánica a vapor.


    El resto de los puertos y poblados del territorio zuliano, testigos silenciosos del enriquecimiento y buena vida de la élite maracaibera como trampolín de la producción cafetalera andina y su abastecedor de frutos y artesanía, permanecía en un estado de casi total abandono, carentes de los servicios esenciales, con una fisonomía que los asemejaba a la más retirada de las aldeas rurales. Así lo demuestran los continuos reclamos y quejas de los concejos municipales de los diferentes poblados y jurisdicciones del Estado: el gobierno maracaibero no atendía a sus demandas de presupuesto para emprender obras públicas indispensables, mejoramiento de las condiciones urbanas, educación, etc., mientras las arcas oficiales se llenaban con los aportes de los impuestos municipales y este dinero servía para modernizar y embellecer a Maracaibo: un centralismo regional.


    Políticamente, en Maracaibo se consolidó a lo largo del siglo XIX, su clase dirigente en torno a un proyecto de reafirmación de su papel como entidad autónoma en el concierto de la República, reforzado por su incorporación al sistema federal a partir de 1864. Difícil conseguir en el proceso histórico venezolano de ese siglo a otra localidad que, de manera tan continua, asumiera ante el Poder Central caraqueño actitudes de rebeldía e incon-formidad.


    Hasta el año de 1830, al frente de las diversas instancias políticas -gobernación, ayuntamiento o concejo municipal- estuvieron los representantes de la élite tradicional maracaibera, vinculada familiarmente con las autoridades del pasado sistema monárquico español. A partir de la creación de la República, el gobierno del general José Antonio Páez, como otra de las medidas para debilitar a aquella élite que durante los años de la Independencia asumió definidas posiciones autonomistas, colocó al frente de los organismos locales a funcionarios provenientes del militarismo vencedor.


    Este vuelco en la estructura de poder ocasionó que la ciudadanía se dividiera en dos bandos: los Campesinos, "compuesto de la mayor parte de la gente notable, de toda la pudiente, de todos los gremios y de mucha parte del pueblo bajo", y los Tembleques, del sector "arribista"1 , que desautorizaban y desconocían en forma permanente a los miembros de la élite local. A mediados de 1834, durante el proceso eleccionario "nacional", los Tembleques infringieron repetidas veces la ley de elecciones; los Campesinos, colmado el vaso, reaccionaron en su contra y denunciaron los hechos ante el Poder Central.


    Pero llevaron más adelante sus acciones: encarcelaron en el Castillo San Carlos al Gobernador Ramón Fuenmayor y al Alcalde Ramón Enríquez, cabecillas de los Tembleques, y asumió el gobierno Lino Celis, líder del movimiento Campesino. En sus comunicaciones a Caracas, los Tembleques acusaron a los Campesinos de revolucionarios que buscaban romper la integridad del Estado Nacional: "enemigos" del orden establecido que pretendían sustraer a Maracaibo de la dependencia de Venezuela2.


    De hecho, en la ciudad habían circulado pasquines, como uno anónimo de 1833 en el que se criticaba al poder caraqueño de considerar a los maracaiberos como inferiores e incapacitados para ocupar cargos públicos de importancia: "...Se quebró el cetro de España -afirmaban- se destruyó el imperio de Bolívar y va a comenzar el de los Borbones Caraqueños, y si no ¿cómo nos están encapando poco a poco cuando no hijos natos, otros tantos como ellos, y todos nosotros considerados como imbéciles para obtener empleos?..."3 .


    La situación fue considerada de tal gravedad por Páez que se vio obligado a declarar alterado el orden público en Maracaibo e ilegal el gobierno provisional de Lino Celis: sacó de su retiro en Coro a Rafael Urdaneta y lo puso al frente de un batallón que marchó sobre Maracaibo. La elección fue doblemente acertada; por una parte, dio origen a la reconciliación de Páez y Urdaneta, quien no había aprobado la disolución de la República de Colombia, y por otra a Urdaneta lo unían con los maracaiberos estrechos vínculos familiares y de amistad, nexos comerciales y aun ideológicos pues había introducido la masonería en Maracaibo, a la cual pertenecía la élite que conformaba al movimiento Campesino. Tan fue así, que dejó acantonadas sus tropas en Casigua y se presentó en Maracaibo sorpresivamente solo, reponiendo inmediatamente el orden, acción que, según informó a Páez, no fue "un acto de las armas sino de la obediencia voluntaria del Gobierno"4. Los rebeldes fueron indultados por el Poder Ejecutivo y nombrados Manuel Ramírez y Mariano Montilla, ambos identificados con los Campesinos, como Gobernador de la Provincia y Comandante de Armas, respectivamente.


    En una segunda movida política, muy próxima a la anterior, fueron los Tembleques quienes, disgustados con Páez por el apoyo prestado a los Campesinos, se manifestaron en junio de 1835 como partidarios de las Reformas propuestas por Mariño y respaldaron en septiembre de 1835 a Francisco María Farías y su posterior invasión y ocupación de Maracaibo.


    Pocos años después, la disolución por la fuerza armada del Congreso Nacional el 24 de enero de 1848, que ocasionó la muerte, entre otras, de Julio Salas, diputado por Maracaibo, la enfrentó nuevamente al Poder Central. Los maracaiberos, con el apoyo de la Diputación Provincial y todos los "notables" de la ciudad, hicieron la guerra, durante un año a Monagas. José Aniceto Serrano, gobernador de la provincia, denunció "la traición de Monagas al pacto suscrito por Páez para sostener el continuismo político y las prerrogativas de las provincias" (Ferrer 1996: 185). Primera y única acción militar de Maracaibo contra el Poder Central.


    Quizás esto explica que durante los años de la Revolución Federal (1859-1864) Maracaibo se abstuviera de participar directamente en el conflicto. Sólo en momentos en que el triunfo indiscutible del ejército de la Federación, a principios de 1863, definió hacia qué bando se inclinaba la balanza, Maracaibo, y tras ella las principales capitales provinciales y poblados regionales, proclamaron su adhesión a la causa federal; el occidente venezolano, temeroso de quedar entre dos fuerzas políticas de diferente signo, hizo causa común con Maracaibo (Cfr. Cardozo, Quevedo 1996).


    Resuelta la guerra, dos maracaiberos, Nemesio Baralt y Octaviano González afirmaban, en 1865, que era en el aislamiento del Zulia, en el desarrollo de sus industrias y sus recursos propios donde habría que buscar las razones que daban a esta región "el carácter independiente que viene demostrando desde los primeros tiempos de la República en sus diferentes evoluciones políticas... porque no se extingue la naturaleza, el genio, el sentimiento popular y esas condiciones especiales de esa comarca que llamamos Estado Zulia y que está destinada a ser en lo venidero un gran pueblo, y un gran país, acaso una nación" (Baralt, González, 1865: 3-4). Nunca se expresó de manera tan precisa e idealista el imaginario autonomista maracaibero y la presumida identidad regional.


    De ahí que no extrañe cómo el ambiente de Federación, que constituyó para Maracaibo el clímax de sus pretensiones autonomistas, condujese a tres declaraciones de indepen-dencia del Poder Central caraqueño. La primera, fechada el 20 de febrero de 1863 y firmada por Jorge Sutherland y Venancio Pulgar, Gobernador y Jefe de Operaciones de la Provincia respectivamente, señala el enfrentamiento de Maracaibo a Páez y su apoyo a la Federación:


    ¡Viva la independencia de Maracaibo...


    ...¿Qué lazos pueden unirnos ya a esa República contradictoria que soporta humillada con la resignación del esclavo vil una Dictadura que se organiza como para ser interminable, sin vergüenza ni temor de la historia? ¿Qué nos detiene... cuando el corazón nos dice, ¡Independizaos!


    No más consideraciones, maracaiberos: la lealtad no nos ordena el suicidio. Rompamos los lazos: ¡proclamemos la independencia de Maracaibo!


    Tenemos elementos para subsistir por nosotros mismos? Claro está, cuando hemos prodigado tanto dinero...


    Los bienes de la independencia son incalculables; si nos detuviésemos en exponerlos, correríamos el riesgo de ser tenidos como visionarios por los que no conocen este suelo privilegiado, nido de tantas riquezas ...5


    La segunda y tercera, en el contexto del fracaso del gobierno federal por parte de Caracas, lo constituyen un decreto del 30 de julio de 1868 firmado por Jorge Sutherland como gobernador del Zulia, y un acuerdo de 24 de junio de 1869 de la Legislatura del Estado, según los cuales el Zulia "reasume la soberanía" delegada en los poderes nacionales mientras los pueblos de la unión establecen un gobierno general de conformidad con la Constitución.6


    El discurso regionalista aparece en boca de los dirigentes y élite maracaibera; pero, en qué medida se corresponde con la praxis social de todo el espacio zuliano, y en consecuencia denota identidad regional, se verá plasmado en los acontecimientos producidos por la movilización social que origina, a fines de 1889 y principios de 1890, el rescate de la autonomía de la que había sido privada el Estado por decreto de Guzmán Blanco.


    El retorno de Guzmán Blanco al poder, en febrero de 1879, como jefe de la Revolución Reinvindicadora inauguró para la élite maracaibera un nuevo período de calamidades. Así lo presentía su población que fijó en las esquinas e hizo circular pasquines que denigraban del mandatario.


    Con el propósito de debilitar al caudillismo local y demás frentes de oposición regionales, Guzmán Blanco hizo aprobar por el Congreso, el 27 de abril de 1881, una nueva Constitución que reducía a Venezuela de veinte a nueve Estados. Zulia permaneció aún como uno de estos nueve Estados autónomos de la Unión.


    Un mes después, el 19 de mayo, contradiciendo a la recién aprobada Constitución, el Congreso promulgó una Ley que instaba a los Estados Falcón y Zulia a fusionarse entre sí o con otros Estados. Al día siguiente, Guzmán Blanco dictó un decreto mediante el cual designaba un Presidente en el "Grande Estado" resultante de la fusión de Falcón y Zulia; todavía ambas entidades no habían tenido tiempo de enterarse de la disposición emanada del Congreso.


    El 18 de noviembre se promulgó la Constitución del Grande Estado Falcón-Zulia que dio figura jurídica al pacto de unión entre ambos Estados. Posteriormente, en abril de 1883, la nueva entidad federal pasó a denominarse simplemente Estado Falcón, y su capital se radicó en Capatárida. El Zulia, convertido en Sección, desapareció del mapa y de la división político-territorial del país. Doble descalabro para la élite dirigente maracaibera: el Zulia perdía su entidad como Estado de la Federación y Maracaibo la capitalidad regional, ejercida desde mediados del siglo XVII.


    En la más pura tradición de la política moderna del siglo XIX, la élite maracaibera, a lo largo de la década de 1880 y mientras se mantuvo Guzmán Blanco en el poder, se organizó para crear un clima de opinión en la colectividad a favor de la reconquista de los derechos y fueros perdidos. La pedagogía política se puso en marcha. Simultáneamente la élite se valió de la prensa y del contacto directo con la comunidad.


    Alejado Guzmán Blanco del poder y de Venezuela, el 5 de julio de 1888 asumió la Presidencia Juan Pablo Rojas Paúl. Su pronta actitud antiguzmancista y las positivas obras de gobierno despertaron en los maracaiberos francas esperanzas.


    Pero, desde septiembre de 1889, los partidarios de Rojas Paúl propusieron un proyecto de reforma constitucional para mantenerlo en el poder; además, modifica-ciones en la organización político-territorial preveían, entre otras, la desaparición de las secciones Falcón y Zulia del Gran Estado Falcón para fusionarlas en una sola entidad: se haría Ley, por la nueva Constitución, lo que hasta ese momento sólo se había sostenido por el decreto guzmancista.


    La noticia cayó como rayo sobre las aspiraciones de la élite maracaibera con respecto a la región; así lo manifiesta la decepción y patetismo de quienes la comentaron, al confirmarla el diputado por la Sección Zulia, Antonio Acosta Medina, en telegrama enviado, el 19 de diciembre de 1889, desde la Asamblea Legislativa del Estado Falcón, establecida por Guzmán Blanco en Capatárida:


    ...cuando el Zulia creía próxima la hora de aquella reintegración, siniestro rumor que llega a sus playas y que se difunde por todo su territorio como fatídico mensajero, le anuncia que su autonomía, hasta hoy sólo perdida en el hecho quedaría borrada en el Pacto Federal por virtud de las reformas (El Zulia y su autonomía ante la Nación: IV-V).


    De inmediato, la élite maracaibera organizó un movimiento de protesta. El clarinazo lo lanzó el periodista Trinidad Bracho Albornoz, director de El Noticioso; propuso la estrategia a seguir:


    La reducción de los Estados fue un medio de que se valió el antiguo régimen para tener más a la mano los resortes que habían de sostenerle en el poder... Por eso es necesario que el Zulia entero levante su voz para protestar contra la formación del nuevo Estado; organícense asociaciones, créense periódicos; convóquense mitings; agrúpense los individuos de cada un gremio, para que todos a una eleven su voz hasta el Jefe de la República, hasta el Congreso, hasta la Nación entera, protestando contra el inconsulto maridaje de Coro y Maracaibo (El Noticioso. Maracaibo, 18 de diciembre de 1889, núm. 15: 4. Subrayado del autor).


    La prensa abrió un debate público que precisó y fundamentó los derechos que asistían a los zulianos para rescatar su autonomía y que ésta quedara formalmente definida en la Constitución. Las plazas de la ciudad fueron escenario de asambleas públicas para compartir con el colectivo maracaibero el momento de tensión que se vivía. La convocatoria, de carácter popular, motivó una respuesta igualmente popular. Los habitantes de Maracaibo se reunieron, según la tradicional figura de los gremios, y uno tras otro hicieron público en pasquines y notas a la prensa su rechazo a la decisión que el Congreso de la República estaba pronta a tomar: el Zulia debía conservar su autonomía. Los pronunciamientos fueron firmados por los miembros de cada uno de los gremios de Maracaibo. Pero no todo el Zulia entero levantó su voz para protestar contra la formación del nuevo Estado, según el llamado y a propuesta del periodista Trinidad Bracho Albornoz.


    La cúpula organizadora del movimiento proautonomista se constituyó como "Junta Central Reinvindicadora de la Autonomía del Zulia", creada el 31 de diciembre de 1889 en "El Elefante Blanco", elegante salón de reuniones sociales, con representación de todos los gremios de la ciudad: abogados, médicos, dependientes, estudiantes, marinos, comer-ciantes, tipógrafos, carpinteros, ganaderos, carpinteros de rivera, pulperos, tabaqueros, corredores, queseros, albañiles, zapateros y herreros. La Junta se declaró en sesión permanente.


    El 10 de febrero de 1890 sus integrantes firmaron un documento de declaración de principios dirigido al Congreso de los Estados Unidos de Venezuela; lo acompañaba la reproducción de los innumerables editoriales y artículos publicados en la prensa maracaibera, los discursos en las plazas y las manifestaciones de adhesión gremial a la causa autonomista. Titularon al expediente impreso: El Zulia y su Autonomía ante la Nación.


    Algunos párrafos extraídos de los "Manifiestos" gremiales definen y funda-mentan el discurso autonomista. En el firmado por 52 miembros del gremio de herreros, se lee:


    A primera vista aparecerá que litigamos por una cuestión de palabras; pero no es así, porque en el fondo es una cuestión de vida o muerte para el Zulia; es una cuestión que hiere muy profundamente nuestros intereses, nuestro más legítimo orgullo, nuestro decoro y dignidad como pueblo venezolano...


    ZULIA! ... He aquí el talismán de nuestros más caros afectos, el que se enlaza con el nombre de Dios, con nuestras férvidas oraciones, el norte de nuestras más puras esperanzas y a cuyo aliento deseamos vivir y morir...


    ...borrar por completo del mapa venezolano la dulce palabra Zulia , destruyendo de un sólo golpe lo que ha sido, es y será el pueblo conocido con ese nombre, es a nuestro juicio una barbaridad. Sería suponer tristemente que del lado de acá del Occidente no viven sino parias: sería suponer que no hay ideas en nuestro cerebro, sangre en nuestras venas ni un rasgo de altivez en nuestros corazones ...("Desde el yunque". En: El Zulia y su Autonomía ante la Nación: 124-125).


    Estas reflexiones, cargadas de emotividad sobre el Zulia y su pueblo las sustentaban los redactores del documento de presentación del alegato pertenecientes a la élite política e intelectual del momento, en el dominio de una territorialidad que englobaba a una macro región geográfica y en el proceso histórico propio de esta parte del país. Para demostrar cómo "el Zulia se basta a sí mismo y que puede por sí sólo vivir como Estado independiente de la Unión Venezolana", recordaban que "la geografía y la historia... le señalan en el espacio y el tiempo puesto aparte, como provincia o Estado entre las agrupaciones de la República" (El Zulia y su Autonomía ante la Nación: XI y VI).


    Finaliza el siglo, y los actores sociales del momento retoman un discurso que se escuchó en boca de José Domingo Rus en los años de la lucha emancipadora. Es el balance de los logros alcanzados durante esas décadas de esfuerzo y superación para figurar en el concierto republicano y ser respetados como entidad territorial autónoma, de acuerdo a la especificidad de su centenario proceso histórico. En el imaginario maracaibero ser autónomo no era un capricho político; representaba una convicción histórica.


    Es de notar, en primer término, la presencia durante los meses de conflicto de toda la comunidad maracaibera: élite política e intelectual y miembros de los diferentes sectores laborales. La participación de los gremios maracaiberos respondió a una válida estrategia política para presentar al Zulia ante el Congreso de Venezuela como un todo unido. Aunque la "Junta Central Reinvindicadora" y los diferentes gremios actuaron y se pronunciaron en nombre del Zulia, no participó población que no fuera maracaibera, como lo prueba la ausencia total de miembros de otras ciudades y poblados, los cuales ni siquiera se manifestaron enviando correspondencias de apoyo al movimiento autonomista. Curio-samente, sí hubo una muestra de apoyo de los maracaiberos residenciados en Cúcuta; como se sabe era numerosa esta colonia por los intereses comerciales que se manejaban entre las dos ciudades.


    El 14 de abril de 1890, el Congreso declaró nulo el pacto de unión entre Falcón y Zulia; y el 3 de mayo, el Presidente Andueza Palacio firmó el decreto mediante el cual se devolvía la autonomía al Zulia. Esta pronta respuesta a un conflicto que al llegar al Congreso había durado escasos dos meses de deliberaciones constituyó un triunfo para la élite maracaibera.





    CONSIDERACIONES FINALES


    Maracaibo, como fenómeno urbano y hecho social, se debate durante el siglo XIX entre el realismo y la ensoñación, en una actitud vital que oscila pendularmente del éxito al fracaso y de éste hacia la superación de las contradicciones.


    Su estratégica ubicación, en una de las regiones naturales más feraces y mejor comunicada del país y en la ruta del Caribe hacia el mundo Atlántico, la ha convertido en la ciudad primada del occidente venezolano y del nororiente colombiano. Su élite dirigente, a lo largo de un período de larga duración, ha tomado conciencia de lo que expresara Agustín Codazzi, en 1840, al describir las zonas agrícolas de Venezuela:


    Pero lo anterior nada es en comparación de las esperanzas que prometen los países desiertos que circundan el lago de Maracaibo: parece que la providencia ha internado esta gran masa de agua para [a]cercar las costas a las tierras que están al pie de las más altas cordilleras de Trujillo y Mérida ...Si se reflexiona que apenas ribetean las playas del lago unas cuantas haciendas... y que el resto del país, donde es silvestre el árbol del cacao, se halla enteramente inculto, se vendrá en conocimiento de lo que Maracaibo debe ser en los tiempos venideros, cuando una población activa y proporcionada a su extensión, sepa sacar partido de todas sus ventajas (Codazzi, A. 1940: I, 73).


    Esa conciencia de las potencialidades reales del hinterland que rodea a Maracaibo y de la preeminencia -no menos cierta- que ha adquirido como ciudad-puerta del occidente de Venezuela, impulsó a su élite a jugarse el todo por el todo, en 1810, con la esperanza de consolidar sus pretensiones autonómicas y quizás un nuevo espacio "nacional". Durante una larga década se enfrentó a los ejércitos republicanos; pero el resultado de la guerra la obligó a claudicar; su proyecto separatista, los deseos de independencia que había alimentado su imaginario autonómico fueron castrados por una nueva dependencia, primero de la República de Colombia y luego de la República de Venezuela, más estricta y exigente que la anterior pues se regía por un férreo sistema constitucional.


    En los avatares de este juego político, también perdió su primacía administrativa sobre el occidente venezolano al ser reconfirmadas Mérida y Trujillo, sus antiguas jurisdicciones, como provincias indepen-dientes ¿Temor por parte del Poder Central caraqueño de que aquella vasta y rica región occidental, liderada por una ciudad con tradición de autonomía, llegara a separarse de la República?


    A lo largo del siglo XIX, la élite maracaibera pregonó y disputó ante la constante reafirmación del centralismo, que no tenía cuenta de si la Constitución vigente era centro-federal o federal del todo, sus menguados fueros autonómicos. Sin embargo debió pasar bajo sus "horcas caudinas": un plumazo Guzmán Blanco la privó de su autonomía, a lo largo de la década de 1880.


    A partir de 1830 creció el movimiento mercantil del puerto aguijoneado por la demanda mundial de café; pero la dirección del comercio, las finanzas y la riqueza pasaron sucesivamente de los británicos a los alemanes: los descendientes de la élite colonial sobrevivieron de la actividad rentística inmobiliaria y de los préstamos.


    El tradicional orgullo maracaibero calificó a su urbe como "segunda ciudad de Venezuela", aunque su aspecto la asemejase más a una aldea o poblado rural: la mayor parte de sus calles y edificaciones ofrecían un panorama desolador y deplorable, y careció de elementales servicios como agua y alumbrado hasta fines del siglo XIX. Los aledaños de las ordenadas instalaciones portuarias y elegantes edificaciones mercantiles que miraban al Lago en el frente de La Marina contrastaban de tal modo con el resto de la "segunda ciudad" que produjo una avalancha de ordenanzas municipales que decretaron el "fiat" de la ciudad deseada o imaginada. La casi totalidad de las disposiciones e iniciativas fueron letra muerta por largo tiempo.


    Era tan fuerte el impulso de este acto volitivo que, aunque las realizaciones urbanas marchasen a paso lento, la nueva ciudad, la ciudad deseada, existió primero en el verbo iluminado de ensayistas y poetas que en la realidad.


    En 1889, el escritor y jurista Jesús María Portillo describía así a Maracaibo:


    Bajo un cielo el más espléndido de las regiones tropicales y sobre una llanura que besa el Coquivacoa, el más grande de los lagos de la América del Sur, se levanta gentil como una odalisca y vaporosa como el sueño de una fada, la ciudad de Maracaibo...


    Difícil sería hacer una descripción que pudiera ser original en el sentido de la belleza poética que ella encierra. Los trovadores que nacieron a orillas de su laguna y otros bardos que la han visitado, han agotado, y hasta copiándose los unos a los otros, el vocabulario de la poesía y la fuente de las imágenes. TIERRA DEL SOL AMADA la llama el más egregio de sus hijos; COPIA EMBELLECIDA DE LA REINA DEL ADRIÁTICO la nombra otro ... (Portillo, J. M. 1890: 5)


    La ciudad y su lago fueron el binomio poético que se multiplicaba como en un juego de infinitos espejos a lo largo del siglo XIX. La realidad virtual fue más poderosa que el diario espectáculo de un asentamiento urbano dejado muchas veces a su suerte y de un lago cuyas orillas ya contaminaban los desechos humanos y los despojos de su matadero. Los escritores crearon la ilusión de la ciudad y del entorno deseados:


    Maracaibo! .... mansión encantadora


    que tienes del espacio los colores,


    las armónicas voces de la aurora


    y del Edén las virginales flores!


    En ti las hadas que el destino adora


    tienen templo y altar de sus amores;


    por eso tan hermosa te formaron


    y con galas tan ricas te adornaron.


    Como esta estrofa de J. M. Pinzón Rico, publicada en El Zulia Ilustrado, (p. 60) fueron centenares los poemas dedicados a Maracaibo y su lago, reproducidos en libros, folletos, revistas y periódicos, tantos cuantos poetas la poblaban. ¿Inspiración o evasión?


    También los políticos y constructores de la ciudad soñaban. Jesús Muñoz Tébar, Presidente del Estado, se expresaba así, en 1894, al proponer la dotación de un acueducto:


    Maracaibo, que es hoy la segunda ciudad de Venezuela, llegará en pocos años a ser la primera, si se le da una distribución de agua suficiente.


    El número de sus habitantes crecerá con rapidez hasta alcanzar el límite para el cual se haya calculado esa distribución. Si después de llegar a ser una ciudad de cien mil habitantes, se la puede abastecer de agua ilimitadamente, crecerá, y en menos de un siglo la llamaríamos la New York de la América del Sur (Cfr. Atencio R., M. 1995: 475-476).


    Esa secular lucha entre lo que Maracaibo quería ser y lo que sus condiciones económicas y vicisitudes políticas le permitían quedaron plasmadas en las estrofas de Udón Pérez que presidieron este evento como un grito de reafirmación identitaria:


    "Mía", cuando ríes; "mía", cuando lloras;


    "mía", cuando luchas; "mía", cuando oras;...


    "mía", a todas horas, Maracaibo mía.





    NOTAS


    1 Informe privado del General Rafael Urdaneta al Secretario del Interior. Maracaibo, 29 de diciembre de 1834. Archivo General de la Nación. Sección de Interior y Justicia, tomo CVIII, folio 252. Este y los documentos referidos a esta coyuntura son citados por Arlene Urdaneta Quintero, La Revolución de las Reformas en Maracaibo. Campesinos y Tembleques, cuya lectura se recomienda para una información mayor y análisis de estos hechos.


    2 "Averiguación oficial del Alcalde Ramón Enríquez quien informa al Gobernador sobre los últimos sucesos" e "Informe del Gobernador Ramón de Fuenmayor al gobierno de Caracas". Maracaibo, julio de 1834. Archivo General de la Nación. Sección de Interior y Justicia, tomo XCII, folios 247 y 269, respectivamente.


    3 Archivo General de la Nación. Sección de Interior y Justicia, tomo XXIX, folio 266.


    4 "Oficio enviado al Despacho de Guerra y Marina". Archivo General de la Nación. Sección de Interior y Justicia, tomo CVIII, folios 262-264.


    5 Archivo Histórico del Zulia: año 1863, tomo 15, legajo 25, folio 2. Cfr. Rutilio Ortega González et alii: Las independencias de Maracaibo.


    6 Archivo Histórico del Zulia: documentos sueltos de 1868-1869, tmo 27, legajo 6.





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    Re: Gobernación y Diócesis de Venezuela

    Maracaibo: construcción de la identidad regional en el siglo XIX





    Germán Cardozo Galué


    Universidad del Zulia


    Resumen


    Cualquier intento de abordar el tema de la identidad regional se fundamenta en los datos aportados por la geografía e historia: explican la relación dialéctica entre el hombre y su entorno. En este artículo se parte del surgimiento de la unidad regional en el Zulia y se avanza hacia la aparición de un imaginario autonomista en la élite de Maracaibo y su discurso regionalista en el siglo XIX, a objeto de aportar el análisis histórico que permita concluir sobre la presencia de una identidad regional con cobertura en el Estado Zulia, su naturaleza y fundamentos sociopolíticos.


    Palabras clave: Región, localidad, identidad, Maracaibo, región marabina.





    Maracaibo: Construction of regional identity in the 19th century





    Germán Cardozo Galué
















    INTRODUCCIÓN





    La identidad regional, como toda realización material o creación espiritual del ser humano, es un producto cultural y simbólico resultante de la praxis social:


    ... la cultura (esa nueva dimensión de la realidad que se va constituyendo en los diferentes momentos de representación objetiva de la reproducción espiritual de la creación de la realidad humanosocial) es también una forma de praxis permanente cuya determinación radica en el pensamiento y en el conocimiento como una instancia por la cual se logra la unidad de la práctica material y la reproducción espiritual (López 1989: 84).


    El hombre objetiva el espacio material en el cual se desenvuelve su cotidianidad (paisaje, actividades productivas, relaciones sociales, organización política, vías de comunicación, etc.), y de este acto cognoscitivo extrae representaciones simbólicas (verbales, escritas, icónicas, etc.) que le permiten definir su entorno social y compartirlo con sus semejantes a través del fenómeno comuni-cativo.


    Este permanente y continuado estado de confrontación entre lo que la realidad le ofrece, la mente representa y la comunicación con sus semejantes transforma, origina ese producto cultural al que se ha denominado el imaginario colectivo. La percepción o conciencia de sí que tiene una sociedad, la cual se enriquece, reproduce y transmite de generación en generación, hace que una comunidad se reconozca como perteneciente a un determinado todo social, que la dota de unidad, la identifica como tal conglomerado humano y la diferencia de otros.


    Esta unidad e identidad subyacentes en los imaginarios colectivos, desde una perspectiva espacial, puede surgir en el tiempo en ámbitos de diferentes tamaño y como resultado de diversos procesos sociohistóricos: desde la pequeña territorialidad de una comunidad indígena hasta la extensa y compleja grandiosidad de un Estado Nacional, pasando por todas las instancias a las que la praxis social ha denominado, a lo largo del tiempo y con diferentes connotaciones: comunidades, arrabales, barrios, poblados, parroquias, villas, ciudades, municipios, provincias, estados, naciones, bloques continentales, etc.


    Cada una de estas circunscripciones sociales, producto, en ocasiones de instancias económicas y políticas y con frecuencia de similitudes étnico-culturales, constituye lo que hemos convenido en denominar, en los estudios de las ciencias sociales, "micro regiones", "sub regiones", "regiones" y "macro regiones".


    Para los fines de este particular análisis el sustantivo región connota una porción de territorio determinada por caracteres étnicos o circunstancias especiales de clima y topografía, producción, administración, gobierno, etc. De allí que en el proceso histórico a qué se denomine región dependa de la variable que se tome en cuenta: tan región lo es la "macroregión andina" determinada por sus características topográficas como lo fue la "macroregión marabina" de los siglos XVI al XIX habida cuenta de las relaciones socioeconómicas, como lo es la actual "región zuliana" concebida en términos de la administración de su desarrollo, la "subregión de la Costa Oriental del Lago" resultado de la actividad productiva dominante o la "micro región de Machiques", que, según la definición del historiador mexicano Luis González y González, es "la unidad tribal culturalmente autónoma y económicamente autosuficiente, es el pueblo entendido como conjunto de familias ligadas al suelo, es la ciudad menuda en la que todavía los vecinos se reconocen entre sí ... es el pequeño mundo de relaciones personales y sin intermediarios" (González 1986: 28).


    En consecuencia, la identidad regional puede estar referida a espacios de diferentes dimensiones territoriales, dependiendo su grado de mayor o menor presencia de la creación de una conciencia común y de la identificación de los distintos grupos de la población con la sociedad como un todo: es un producto histórico del regionalismo, que puede ser definido, en primera instancia, como un sentimiento de apego y de pertenencia a determinado espacio del que se es nativo o residente.


    El regionalismo durante la conformación de las sociedades modernas, al igual que el nacionalismo en una esfera más amplia territorialmente, ha sido un instrumento para motivar la actividad y solidaridad políticas, para movilizar a la sociedad regional contra opositores internos o externos, o contra cualquier amenaza, es decir para crear la identidad regional. En la concepción del regionalismo se ha pasado del plano psicológico al político; de ahí que sin haber desaparecido los regionalismos circunscritos a las pequeñas comunidades de base (localidades, municipios) se hayan superpuesto en los países latinoamericanos regionalismos provinciales, departamen-tales, estadales.





    ...porque no se extingue la naturaleza, el genio, el sentimiento popular y esas condiciones especiales de esa comarca que llamamos Estado Zulia y que está destinada a ser en lo venidero un gran pueblo, y un gran país, acaso una nación..."





    Estas modificaciones en el tiempo y espacio hacen que el regionalismo deba ser estudiado a partir del análisis de las condi-ciones de su formación y las distintas funciones que fue teniendo según la situación histórica, y no meramente en sus manifes-taciones y contenidos, es decir tomando sólo en cuenta manifestaciones culturales, destino histó-rico compartido, historia común, etc. (Cfr. König, H.-J. 1994: 25).


    Dos elementos, pues, guían, necesariamente, cualquier intento de abordar el tema de la identidad regional en toda sociedad: el geográfico y el histórico, que resumen y explican la relación dialéctica entre el hombre y su entorno. Ambas constituyen claves indispensables en este intento de aportar criterios para la discusión sobre la identidad regional zuliana.


    BASES GEOHISTÓRICAS DE LA IDENTIDAD REGIONAL MARACAIBERA


    Desde una perspectiva geográfica, no cabe la menor duda de que el territorio que hoy ocupa el Estado Zulia se corresponde con una región natural: la parte más extensa de la hoya hidrográfica del Lago de Maracaibo; y en el pasado, antes de los sucesos de la Independencia, abarcó la casi totalidad de esta hoya como Provincia de Maracaibo, incluyendo en su jurisdicción político-administrativa al Lago, las planicies costeras aledañas y las eleva-ciones y cumbres andinas tanto occidentales como orientales.


    Esta unidad natural, con su variedad de tierras, climas y vege-taciones, comunicadas por una enorme super-ficie de agua y sus numerosos afluentes, atrajo durante milenios a comunidades indígenas de todo el continente, que luego se llamaría América: arahuacos, caribes y chibchas, entre otros, convergieron y poblaron aquella matriz acogedora y feraz. Sus diversos asentamientos agrícolas y pesqueros originaron en un proceso milenario las primeras identidades regionales, de raigambre tan fuerte que una de ellas, la wayuu o guajira, alcanzó los niveles sociopolíticos de lo que hoy se denomina una nación, y aún pervive.


    El proceso de conquista y ocupación de la cuenca del Lago de Maracaibo por parte de los adelantados de la Corona española introdujo un nuevo elemento étnico y socio cultural que modificó el rumbo histórico de aquel espacio, y en consecuencia el modo de concebirlo. Como en la antigüedad prehispánica, el espejo mágico del Lago atrajo a los invasores que habían penetrado por la Costa Firme de la que llamarían provincia de Caracas o Venezuela y a quienes ya habían tomado posesión de Santafé de Bogotá, Tunja y Pamplona: desde Coro y el Tocuyo se establecieron en Maracaibo y Trujillo, desde las cumbres andinas en San Cristóbal y Mérida, creando jurisdicciones distintas.


    Sin embargo, en los comienzos mismos de este proceso, los nuevos actores sociales sentaron las bases de lo que se convertiría con el tiempo, en relación con el inmenso espacio ocupado por el Lago y sus tierras aledañas, en uno de los más fuertes elementos constitutivos del imaginario histórico regional.


    En 1577, el Consejo de Indias remitió a los gobernadores, corregidores y alcaldes mayores un extenso cuestionario que tenía por propósito conocer para su mejor gobierno la ubicación, recursos, medio geográfico, poblamiento y evangelización de las posesiones españolas en América.


    Ya para la época existían en el occidente de la actual Venezuela no menos de cinco o seis Ayuntamientos, con sus respectivos alcaldes y jurisdicciones independientes; sin embargo cuando, en 1579, los Alcaldes ordinarios de Maracaibo, Rodrigo de Argüelles y Gaspar de Párraga, contestaron el cuestionario de la Corona lo denominaron "Descripción de la ciudad de Nueva Zamora de Maracaibo, su término y Laguna", aportando información no sólo sobre Maracaibo y su jurisdicción sino también sobre todo el entorno de la cuenca lacustre. Resaltaron la importancia del Lago como eje operativo de dominio y de explotación de los recursos naturales; indicaron la presencia en él de varios puertos de donde salían caminos hacia los centros ya poblados y áreas productivas del interior del territorio (Trujillo, Mérida, San Cristóbal, Pamplona) como para destacar la unidad que conformaba Maracaibo con aquel espacioso anfiteatro natural (Arellano 1964) .


    Los españoles radicados en Maracaibo habían detectado, a escasas décadas de las primeras correrías y fundaciones en el occidente de la actual Venezuela, la existencia de una región natural con potencialidades económicas. Fueron sus pobladores y las autoridades políticas de Maracaibo quienes al objetivar aquel espacio y sus posibilidades económicas comenzaron a alimentar el imaginario histórico con rasgos que asomaban ya la prefiguración de la unidad regional, basada en la funcionalidad económica.


    El interés por parte de las autoridades maracaiberas de lograr el dominio efectivo de las jurisdicciones lacustres y andinas no tardó en hacerse notar y en consolidarse. Para ello, desde fines del siglo XVI, los vecinos de Maracaibo iniciaron un permanente acoso a la obligada navegación que debían hacer, por el canal que comunica al Lago con el Caribe, los comerciantes que ingresaban mercaderías y extraían frutos de las jurisdicciones andinas, a través de los puertos de Gibraltar y Zulia. El secuestro de barcos, el cobro de peaje y aun las incursiones bélicas de los maracaiberos sobre Gibraltar dieron resultado.


    En Real Cédula de 31 de diciembre de 1676, la Corona española comunicó al Gobierno de Mérida y a las Audiencias de Santafé de Bogotá y Santo Domingo la fusión de Maracaibo y Mérida bajo una sola jurisdicción. Dos años después, Maracaibo logró que la capital de la nueva entidad administrativa, conocida como "Provincia de Mérida, La Grita y ciudad de Maracaibo", fuera traslada a su puerto y con la capitalidad la "feria de hacendados y mercadere", una de las más famosas del Caribe oriental. Maracaibo pasó a controlar en lo político y económico la totalidad de la cuenca lacustre, desde los fértiles valles y piedemonte andinos hasta las yermas tierras guajiras.


    Más que su condición de capital administrativa de la Provincia, el manejo de la actividad mercantil puso en manos de Maracaibo el control efectivo del "hinterland" lacustre. La vida económica de quienes habitaban los más remotos poblados de aquel espacio danzó al compás que marcaba el reflejo de la oferta y la demanda en los mercados mundiales: la ciudad-puerto engranaba al circuito comercial externo con el regional. El tabaco de Barinas se enfardelaba como "Tabaco de Maracaibo"; a los puertos españoles y de otras colonias llegaban "Harina de Maracaibo", "Cacao de Maracaibo". Maracaibo que no producía nada lo comercializaba todo, y se imponía en el imaginario colectivo su preponderancia regional.


    Aunque los nexos comerciales y el control administrativo del Ayuntamiento maracaibero no eran suficientes para afirmar la existencia del dominio efectivo del territorio, pues persistieron los espacios regionales que desde el momento mismo del contacto aborigen-hispánico habían comenzado a fraguarse como resultado de las condiciones topográficas, niveles de relacionamiento (etnias indígenas con diferentes modos de producción y de vida), actividad productiva, etc., Maracaibo, la ciudad primada, persistió en reforzar la unidad regional de su provincia e inició un discurso político en el cual ya asomaban rasgos de lo que hoy se conoce como identidad regional zuliana.


    Durante un período de larga duración, casi cuatro siglos, factores naturales como la inmensidad de la hoya hidrográfica del Lago de Maracaibo, el aislamiento originado por las escarpadas cumbres andinas y la lejanía de los principales centros administrativos (Bogotá y Caracas), más otros de índole social como la implantación por parte del mercantilismo español de una economía agroexportadora, fuertemente atada a través de su circuito comercial a los mercados internacionales, habían convertido al occidente de Venezuela en una región "mediterránea" : un espacio con especificidad y ritmo históricos propios, diferente, en cuanto a su dinámica y características fundamentales, del resto de los actuales conjuntos regionales vecinos, tanto venezolanos como colombianos (Cardozo, 1991: 11).


    LA ÉLITE MARACAIBERA: DE LA UNIDAD REGIONAL A LA LUCHA POR LA AUTONOMÍA


    El ejemplo más notorio de la percepción de este proceso unificador se descubre en los escritos y actuación de una de las figuras más representativas de la élite maracaibera: José Domingo Rus, actor social de primera línea durante la coyuntura de la Independencia, cuando Maracaibo se convirtió en la ciudad disidente de este movimiento y proclamó su adhesión a la Monarquía española.


    Desde 1794, en su informe "Sobre la provincia de Maracaibo hecho al Consulado de Caracas ... ", Rus, como diputado consular de Maracaibo, ofreció un minucioso cuadro de los rasgos demográficos de cada una de las jurisdicciones, economía (recursos explotados y explotables, producción, mano de obra, comercio, etc.), distancias y comunicaciones de la provincia (Arellano 1964: 461-473).


    La unidad regional se hacía evidente en el informe de Rus. En aquel momento el discurso no fue más allá de las descripciones de carácter económico típicas de quienes se habían formado y actuaban en el marco de la Ilustración, aunque no se dejaban de hacer observaciones que tocaban a lo político-administrativo en favor de la provincia. Pero la segunda versión de este informe, ampliada y presentada por Rus en las Cortes de Cádiz, en 1814, al fragor de la guerra de Independencia venezolana, descubre el imaginario histórico y las pretensiones autonómicas de una élite que se considera con el derecho de figurar al frente de los destinos de su provincia. El discurso sobre una supuesta identidad regional se inicia cuando solicita y argumenta la separación de la provincia de Maracaibo de la de Caracas para que sea elevada a Gobernación y Capitanía General:


    Maracaibo, ni por un momento debe depender de Caracas, cuyas determinaciones y recursos negados parece se habían propuesto dar en tierra con su agricultura, comercio y defensa; y no es bien ya se deje de conocer la mejora en que debe empeñarse cada provincia, cuando por la Constitución política de la Monarquía española, que acaba de sancionarse [1812], todas tienen un interés igual para ocurrir a sus ramos y salir del abatimiento en que las habían tenido los siglos de hierro o las depravaciones de aquellos que con títulos de capitales, como Caracas, todo se lo absorbían y nada concedían a las pobres subalternas, a quienes miraban con desprecio, porque nunca consultaron sino su propio interés y el brillo de sus poseedores. Debe cesar este sistema y pasar al de oro de cada pueblo (Rus, 1969: 74-75).


    Rus, consciente de aquella unidad regional, que sobrepasaba los límites establecidos de la Provincia de Maracaibo, y pensando en la fortaleza económica, política y militar de una futura Capitanía General, solicitó a las Cortes de Cádiz la anexión a aquella de las jurisdicciones de Río Hacha, Valles de Cúcuta, El Rosario, Salazar de las Palmas, San Faustino y San Cayetano (Rus 1969: 161-168).


    La élite maracaibera en nombre de la provincia envuelve a todo su territorio en su propio destino, aunque ya se han separado Mérida y Trujillo para plegarse al movimiento emancipador, y el resto de sus jurisdicciones (Perijá, San Carlos, Gibraltar) se mantienen alejadas del conflicto y a la espera del devenir de los sucesos. El testimonio andino de Antonio Nicolás Briceño, diputado por Mérida ante la Convención de 1811, en estos momentos cruciales de definición nacional, es un claro indicador de las tensiones y contradicciones que se habían acumulado a lo largo del dominio español y que condujeron a sus élites a no plegarse a la actitud rebelde de Maracaibo:


    ... cada día se ratifican y convencen más de su acertada elección, aplaudiendo el actual sistema que ha puesto en sus manos la potestad judicial, la gubernativa y la económica, fluyendo sobre su propio país la substancia y las riquezas con que contribuyen los Pueblos mismos que reciben beneficio. Haced una comparación exacta de lo que esas ciudades de Mérida y Trujillo eran unidas a Maracaibo y lo que son hoy separadas sólo ha diez meses de una potestad distante que las degradaba... ellas permanecerían en la apatía y abatimiento que las afligía y de que hoy se ven libres ...


    ... Mérida y Trujillo se han separado de Maracaibo contra la expresa voluntad del Gobernador de esta plaza, tratándolo de déspota, negándole autoridad sobre ellas y sacudiendo las tropas que en su distrito mantenía ... (Briceño 1811: 30 y 32).


    La conciencia de las potencialidades reales del hinterland que rodeaba a Maracaibo y de la preeminencia -no menos cierta- que había adquirido como ciudad-puerta del occidente de Venezuela, impulsó a su élite a jugarse el todo por el todo, en 1810, con la esperanza de consolidar sus pretensiones autonómicas y quizás un nuevo espacio "nacional". Durante una larga década se enfrentó a los ejércitos republicanos; pero el resultado de la guerra la obligó a claudicar; su proyecto separatista, los deseos de independencia que había alimentado su imaginario autonómico fueron castrados por una nueva dependencia, primero de la República de Colombia y luego de la República de Venezuela, más estricta y exigente que la anterior, la monárquica, pues se regía por un férreo sistema constitucional.


    El Cabildo de Maracaibo, en 1821, la declaró "libre e independiente del Gobierno Español, cualesquiera que fuera su forma desde este momento en adelante; y en virtud de su soberana libertad se constituye en república democrática y se une con los vínculos del pacto social a todos los pueblos vecinos y continentales, que bajo la denominación de República de Colombia defienden su libertad e independencia, según las leyes imprescriptibles de la naturaleza" (Citado por Ortega 1991: 20. Subrayado del autor).


    El Cabildo incorporaba a Maracaibo y al resto de la provincia al movimiento emancipador dejando constancia de que en su imaginario histórico estaba presente una identidad regional que le permitía representar y tomar decisiones por los pueblos "marabinos": actuaba en nombre de un colectivo que no renunciaba a su soberanía; hacía libre uso de ella para integrarse "con los vínculos del pacto social" a la unión colombiana en igualdad de circunstancias y condiciones que el resto de las entidades que la conformaban. Comportamiento que revela, en estos fundamentales momentos de transición de la sociedad monárquica a la republicana, a una élite política local que se apresta a iniciar nuevas relaciones de poder pero sin menoscabo de los fueros autonómicos y preeminencia regional adquiridos a lo largo de su proceso histórico. El asedio militar de Francisco Tomás Morales a la provincia de Maracaibo, casi inmediato a estos acontecimientos, devolvió momentáneamente a España el control de este espacio, hasta la capitulación del jefe realista en 1823.


    La República de Colombia, en su Constitución de 1821, le reconoció a Maracaibo sus derechos históricos sobre el occidente venezolano al declararla capital del Departamento del Zulia, y someter a las provincias de Coro, Trujillo y Mérida a su jurisdicción militar, política y administrativa . Estrategia que aseguraba a los ejércitos libertadores el dominio sobre la provincia disidente al atarla a territorios que desde los inicios de la contienda bélica se habían declarado partidarios del proceso emancipador.


    Cuando Venezuela se separó de la República de Colombia, en 1830, la Provincia de Maracaibo pasó a formar parte del nuevo país, no sin antes haberse convertido -según la prensa de la época- en "...teatro de discusiones y de dudas... Unos pretendían unirse a la Nueva Granada, otros formar un estado independiente o hanseático, y otros finalmente seguir el pronunciamiento de Venezuela..." (La Mariposa. Maracaibo, 14 de septiembre de 1840, número 13). Todo esto ocurría en Maracaibo, una prueba más de las vacilaciones de una élite que se resistía a aceptar las ataduras del nuevo centro de poder, y no renunciaba fácilmente a sus aspiraciones autonómicas sobre el extenso espacio del occidente venezolano.


    En los avatares de este nuevo juego político, también perdió su primacía administrativa sobre el occidente venezolano al ser reconfirmadas Mérida y Trujillo, sus antiguas jurisdicciones, como provincias independientes. ¿Temor por parte del Poder Central caraqueño de que aquella vasta y rica región occidental, liderada por una ciudad con tradición de autonomía, llegara a separarse de la República?; sin embargo, la primacía económica se mantuvo. La privilegiada posición geográfica del puerto, entre la feraz región lacustre-andina y las rutas del comercio caribeño hacia Europa y los Estados Unidos de Norteamérica, la convertían en el centro nodal de uno de los movimientos mercantiles más importantes de Venezuela.


    LA ÉLITE MARACAIBERA: DE LAS ASPIRACIONES AUTONÓMICAS A LA DEFINICIÓN DE LA IDENTIDAD REGIONAL





    A lo largo del siglo XIX, la élite maracaibera pregonó y disputó sus menguados fueros autonómicos ante la constante reafirmación del centralismo, que no tenía cuenta de si la Constitución vigente era centro-federal o federal del todo. Reforzaron esta demanda las circunstancias particulares que rodearon el crecimiento económico, político y urbano de la ciudad-puerto y su consolidación como centro de la actividad intelectual; pero todo ello a expensas y en detrimento del resto de los centros poblados y jurisdicciones de la Provincia de Maracaibo, Estado Zulia a partir de 1864.


    Maracaibo creció demográficamente en la medida en que se hacía dinámico el circuito agroexportador del cual era centro nodal; y a este circuito le daba vida la demanda de café, en permanente aumento, a partir de la década de 1830. Atraídos por las posibilidades de este nuevo rubro económico, hombres de negocio y comerciantes de origen inglés, francés e italiano, principalmente, se radicaron en la ciudad-puerto y en los centros de acopio de las áreas productivas andinas.


    Igual ocurrió con las migraciones desde el interior de la provincia, cuyo crecimiento demográfico pasó por décadas de estan-camiento mientras Maracaibo cuadruplicaba y aun quintuplicaba en número de habitantes al resto de los puertos y poblados. Atraídos por las noticias de la reanimación que experimentaba la capital, emigraron hacia ella centenares de agricultores y criadores procedentes de los más apartados rincones. Así comentaba este hecho un columnista anónimo al exponer en un periódico de 1837 las causas del atraso y decadencia de la Provincia:


    ...Una de ellas, y acaso la principal, es el abandono en que se ven por los habitantes de esta provincia las extensas y feraces costas del lago, en que pródiga la natu-raleza ofrece precozmente mil por uno. Desconociendo que la sólida y verdadera riqueza consiste en el cultivo de la tierra y absoluta contracción al cuidado de las heredades, las abandonan por venir a vivir en la ciudad, para venir a ejercer otras profesiones de comerciante, sin tener los elementos necesarios para ellas como son el crédito, el capital y nociones exactas ...(El Constitucional de Maracaibo, número 46).


    Gracias a la exportación del café, que llegaba de las áreas productivas andinas a través de los puertos del Lago, la Aduana de Maracaibo pasó, en tres décadas, de un cuarto rango al segundo para el año de 1860, multiplicando por ocho el valor de los capitales movilizados.


    El alza acentuado en la movilización de capitales ocurrió durante la década de 1850, y esto tuvo que ver con la llegada a Maracaibo del comercio alemán en los primeros meses de 1842. El café se exportaba principalmente a través de Curazao y de Nueva York.


    Luego del cierre de la Aduana, entre 1874 y 1878, por decreto de Guzmán Blanco, interesado en el control efectivo de las aduanas del país, principal fuente de los recursos que necesitaba para obras públicas y pago de las deudas externas e internas (Cfr. Urdaneta 1992: 81-112), la década de 1880 constituye un período de recuperación y crecimiento de las transacciones comerciales por el puerto de Maracaibo.


    El alza en los precios del café a nivel mundial, cuya cifra más alta se dio a mediados de la década de 1890, señaló el momento de consolidación del Circuito agroexportador marabino. Maracaibo lucía como el principal emporio mercantil de la región y del país. Con cerca de 40.000 habitantes, contaba con 51 establecimientos de comercio por mayor y 388 de comercio al detal (Arocha 1895). Era ya la aduana venezolana que movilizaba un mayor volumen de mercancías y frutos, y por consiguiente de capitales.


    Todo esto había sido posible gracias al concurso de las inversiones agrícolas en los Andes y de la mano de obra esparcida por las áreas productivas o concentradas en los pequeños puertos del Lago y sus afluentes: La Ceiba, Gibraltar, Encontrados, etc. Maracaibo creció en lo económico a expensas de la explotación de los recursos y fuerza de trabajo de las jurisdicciones andinas y de las planicies costeras del Lago.


    En lo urbano, Maracaibo inició e intensificó un proceso de modernización y expansión, a medida que el comercio del café prosperaba en el último tercio del siglo XIX. La ciudad estrenó nuevos edificios públicos. En 1883, en homenaje al Libertador se inauguró el 24 de junio el Teatro Baralt; de estilo ecléctico morisco, con capacidad para mil personas. El más suntuoso de ellos lo constituyó la sede de la Escuela de Artes y Oficios, construida en 1888 como parte del homenaje a Rafael Urdaneta en el centenario de su nacimiento. En septiembre de 1890 trasladaron a éste el Poder Legislativo. Techaron con tejas algunas casas del perímetro urbano, construidas o refaccionadas según nuevos cánones arquitectónicos: altas, de largos ventanales de contrastantes y vivos colores; enlosaron algunas aceras más de sus calles. Los héroes y las efemérides patrias les dieron nuevo nombre: Libertador, Páez, Carabobo, Urdaneta. Coincidiendo también con las conmemoraciones del natalicio del héroe, quedó inaugurado el servicio telefónico, y por vez primera en el país, una población venezolana se iluminó con el alumbrado eléctrico. Por fin, Maracaibo tenía acueducto público.


    El perímetro urbano se había extendido hacia el norte con el municipio Santa Lucía, y hacia el oeste surgió el de Cristo de Aranza. Su ampliación demandó mejoras en el sistema de transporte. En 1884, inauguraron la primera línea de tranvías de tracción animal: unía al céntrico sector del mercado con Los Haticos, tradicional área de esparcimiento en la ciudad, a donde las familias adineradas empezaron a trasladar su residencia habitual. Otras líneas se construyeron que conducían, también desde el centro, a El Empedrado, El Milagro, Las Delicias; y en 1891, se estrenó la de Bella Vista, de tracción mecánica a vapor.


    El resto de los puertos y poblados del territorio zuliano, testigos silenciosos del enriquecimiento y buena vida de la élite maracaibera como trampolín de la producción cafetalera andina y su abastecedor de frutos y artesanía, permanecía en un estado de casi total abandono, carentes de los servicios esenciales, con una fisonomía que los asemejaba a la más retirada de las aldeas rurales. Así lo demuestran los continuos reclamos y quejas de los concejos municipales de los diferentes poblados y jurisdicciones del Estado: el gobierno maracaibero no atendía a sus demandas de presupuesto para emprender obras públicas indispensables, mejoramiento de las condiciones urbanas, educación, etc., mientras las arcas oficiales se llenaban con los aportes de los impuestos municipales y este dinero servía para modernizar y embellecer a Maracaibo: un centralismo regional.


    Políticamente, en Maracaibo se consolidó a lo largo del siglo XIX, su clase dirigente en torno a un proyecto de reafirmación de su papel como entidad autónoma en el concierto de la República, reforzado por su incorporación al sistema federal a partir de 1864. Difícil conseguir en el proceso histórico venezolano de ese siglo a otra localidad que, de manera tan continua, asumiera ante el Poder Central caraqueño actitudes de rebeldía e incon-formidad.


    Hasta el año de 1830, al frente de las diversas instancias políticas -gobernación, ayuntamiento o concejo municipal- estuvieron los representantes de la élite tradicional maracaibera, vinculada familiarmente con las autoridades del pasado sistema monárquico español. A partir de la creación de la República, el gobierno del general José Antonio Páez, como otra de las medidas para debilitar a aquella élite que durante los años de la Independencia asumió definidas posiciones autonomistas, colocó al frente de los organismos locales a funcionarios provenientes del militarismo vencedor.


    Este vuelco en la estructura de poder ocasionó que la ciudadanía se dividiera en dos bandos: los Campesinos, "compuesto de la mayor parte de la gente notable, de toda la pudiente, de todos los gremios y de mucha parte del pueblo bajo", y los Tembleques, del sector "arribista"1 , que desautorizaban y desconocían en forma permanente a los miembros de la élite local. A mediados de 1834, durante el proceso eleccionario "nacional", los Tembleques infringieron repetidas veces la ley de elecciones; los Campesinos, colmado el vaso, reaccionaron en su contra y denunciaron los hechos ante el Poder Central.


    Pero llevaron más adelante sus acciones: encarcelaron en el Castillo San Carlos al Gobernador Ramón Fuenmayor y al Alcalde Ramón Enríquez, cabecillas de los Tembleques, y asumió el gobierno Lino Celis, líder del movimiento Campesino. En sus comunicaciones a Caracas, los Tembleques acusaron a los Campesinos de revolucionarios que buscaban romper la integridad del Estado Nacional: "enemigos" del orden establecido que pretendían sustraer a Maracaibo de la dependencia de Venezuela2.


    De hecho, en la ciudad habían circulado pasquines, como uno anónimo de 1833 en el que se criticaba al poder caraqueño de considerar a los maracaiberos como inferiores e incapacitados para ocupar cargos públicos de importancia: "...Se quebró el cetro de España -afirmaban- se destruyó el imperio de Bolívar y va a comenzar el de los Borbones Caraqueños, y si no ¿cómo nos están encapando poco a poco cuando no hijos natos, otros tantos como ellos, y todos nosotros considerados como imbéciles para obtener empleos?..."3 .


    La situación fue considerada de tal gravedad por Páez que se vio obligado a declarar alterado el orden público en Maracaibo e ilegal el gobierno provisional de Lino Celis: sacó de su retiro en Coro a Rafael Urdaneta y lo puso al frente de un batallón que marchó sobre Maracaibo. La elección fue doblemente acertada; por una parte, dio origen a la reconciliación de Páez y Urdaneta, quien no había aprobado la disolución de la República de Colombia, y por otra a Urdaneta lo unían con los maracaiberos estrechos vínculos familiares y de amistad, nexos comerciales y aun ideológicos pues había introducido la masonería en Maracaibo, a la cual pertenecía la élite que conformaba al movimiento Campesino. Tan fue así, que dejó acantonadas sus tropas en Casigua y se presentó en Maracaibo sorpresivamente solo, reponiendo inmediatamente el orden, acción que, según informó a Páez, no fue "un acto de las armas sino de la obediencia voluntaria del Gobierno"4. Los rebeldes fueron indultados por el Poder Ejecutivo y nombrados Manuel Ramírez y Mariano Montilla, ambos identificados con los Campesinos, como Gobernador de la Provincia y Comandante de Armas, respectivamente.


    En una segunda movida política, muy próxima a la anterior, fueron los Tembleques quienes, disgustados con Páez por el apoyo prestado a los Campesinos, se manifestaron en junio de 1835 como partidarios de las Reformas propuestas por Mariño y respaldaron en septiembre de 1835 a Francisco María Farías y su posterior invasión y ocupación de Maracaibo.


    Pocos años después, la disolución por la fuerza armada del Congreso Nacional el 24 de enero de 1848, que ocasionó la muerte, entre otras, de Julio Salas, diputado por Maracaibo, la enfrentó nuevamente al Poder Central. Los maracaiberos, con el apoyo de la Diputación Provincial y todos los "notables" de la ciudad, hicieron la guerra, durante un año a Monagas. José Aniceto Serrano, gobernador de la provincia, denunció "la traición de Monagas al pacto suscrito por Páez para sostener el continuismo político y las prerrogativas de las provincias" (Ferrer 1996: 185). Primera y única acción militar de Maracaibo contra el Poder Central.


    Quizás esto explica que durante los años de la Revolución Federal (1859-1864) Maracaibo se abstuviera de participar directamente en el conflicto. Sólo en momentos en que el triunfo indiscutible del ejército de la Federación, a principios de 1863, definió hacia qué bando se inclinaba la balanza, Maracaibo, y tras ella las principales capitales provinciales y poblados regionales, proclamaron su adhesión a la causa federal; el occidente venezolano, temeroso de quedar entre dos fuerzas políticas de diferente signo, hizo causa común con Maracaibo (Cfr. Cardozo, Quevedo 1996).


    Resuelta la guerra, dos maracaiberos, Nemesio Baralt y Octaviano González afirmaban, en 1865, que era en el aislamiento del Zulia, en el desarrollo de sus industrias y sus recursos propios donde habría que buscar las razones que daban a esta región "el carácter independiente que viene demostrando desde los primeros tiempos de la República en sus diferentes evoluciones políticas... porque no se extingue la naturaleza, el genio, el sentimiento popular y esas condiciones especiales de esa comarca que llamamos Estado Zulia y que está destinada a ser en lo venidero un gran pueblo, y un gran país, acaso una nación" (Baralt, González, 1865: 3-4). Nunca se expresó de manera tan precisa e idealista el imaginario autonomista maracaibero y la presumida identidad regional.


    De ahí que no extrañe cómo el ambiente de Federación, que constituyó para Maracaibo el clímax de sus pretensiones autonomistas, condujese a tres declaraciones de indepen-dencia del Poder Central caraqueño. La primera, fechada el 20 de febrero de 1863 y firmada por Jorge Sutherland y Venancio Pulgar, Gobernador y Jefe de Operaciones de la Provincia respectivamente, señala el enfrentamiento de Maracaibo a Páez y su apoyo a la Federación:


    ¡Viva la independencia de Maracaibo...


    ...¿Qué lazos pueden unirnos ya a esa República contradictoria que soporta humillada con la resignación del esclavo vil una Dictadura que se organiza como para ser interminable, sin vergüenza ni temor de la historia? ¿Qué nos detiene... cuando el corazón nos dice, ¡Independizaos!


    No más consideraciones, maracaiberos: la lealtad no nos ordena el suicidio. Rompamos los lazos: ¡proclamemos la independencia de Maracaibo!


    Tenemos elementos para subsistir por nosotros mismos? Claro está, cuando hemos prodigado tanto dinero...


    Los bienes de la independencia son incalculables; si nos detuviésemos en exponerlos, correríamos el riesgo de ser tenidos como visionarios por los que no conocen este suelo privilegiado, nido de tantas riquezas ...5


    La segunda y tercera, en el contexto del fracaso del gobierno federal por parte de Caracas, lo constituyen un decreto del 30 de julio de 1868 firmado por Jorge Sutherland como gobernador del Zulia, y un acuerdo de 24 de junio de 1869 de la Legislatura del Estado, según los cuales el Zulia "reasume la soberanía" delegada en los poderes nacionales mientras los pueblos de la unión establecen un gobierno general de conformidad con la Constitución.6


    El discurso regionalista aparece en boca de los dirigentes y élite maracaibera; pero, en qué medida se corresponde con la praxis social de todo el espacio zuliano, y en consecuencia denota identidad regional, se verá plasmado en los acontecimientos producidos por la movilización social que origina, a fines de 1889 y principios de 1890, el rescate de la autonomía de la que había sido privada el Estado por decreto de Guzmán Blanco.


    El retorno de Guzmán Blanco al poder, en febrero de 1879, como jefe de la Revolución Reinvindicadora inauguró para la élite maracaibera un nuevo período de calamidades. Así lo presentía su población que fijó en las esquinas e hizo circular pasquines que denigraban del mandatario.


    Con el propósito de debilitar al caudillismo local y demás frentes de oposición regionales, Guzmán Blanco hizo aprobar por el Congreso, el 27 de abril de 1881, una nueva Constitución que reducía a Venezuela de veinte a nueve Estados. Zulia permaneció aún como uno de estos nueve Estados autónomos de la Unión.


    Un mes después, el 19 de mayo, contradiciendo a la recién aprobada Constitución, el Congreso promulgó una Ley que instaba a los Estados Falcón y Zulia a fusionarse entre sí o con otros Estados. Al día siguiente, Guzmán Blanco dictó un decreto mediante el cual designaba un Presidente en el "Grande Estado" resultante de la fusión de Falcón y Zulia; todavía ambas entidades no habían tenido tiempo de enterarse de la disposición emanada del Congreso.


    El 18 de noviembre se promulgó la Constitución del Grande Estado Falcón-Zulia que dio figura jurídica al pacto de unión entre ambos Estados. Posteriormente, en abril de 1883, la nueva entidad federal pasó a denominarse simplemente Estado Falcón, y su capital se radicó en Capatárida. El Zulia, convertido en Sección, desapareció del mapa y de la división político-territorial del país. Doble descalabro para la élite dirigente maracaibera: el Zulia perdía su entidad como Estado de la Federación y Maracaibo la capitalidad regional, ejercida desde mediados del siglo XVII.


    En la más pura tradición de la política moderna del siglo XIX, la élite maracaibera, a lo largo de la década de 1880 y mientras se mantuvo Guzmán Blanco en el poder, se organizó para crear un clima de opinión en la colectividad a favor de la reconquista de los derechos y fueros perdidos. La pedagogía política se puso en marcha. Simultáneamente la élite se valió de la prensa y del contacto directo con la comunidad.


    Alejado Guzmán Blanco del poder y de Venezuela, el 5 de julio de 1888 asumió la Presidencia Juan Pablo Rojas Paúl. Su pronta actitud antiguzmancista y las positivas obras de gobierno despertaron en los maracaiberos francas esperanzas.


    Pero, desde septiembre de 1889, los partidarios de Rojas Paúl propusieron un proyecto de reforma constitucional para mantenerlo en el poder; además, modifica-ciones en la organización político-territorial preveían, entre otras, la desaparición de las secciones Falcón y Zulia del Gran Estado Falcón para fusionarlas en una sola entidad: se haría Ley, por la nueva Constitución, lo que hasta ese momento sólo se había sostenido por el decreto guzmancista.


    La noticia cayó como rayo sobre las aspiraciones de la élite maracaibera con respecto a la región; así lo manifiesta la decepción y patetismo de quienes la comentaron, al confirmarla el diputado por la Sección Zulia, Antonio Acosta Medina, en telegrama enviado, el 19 de diciembre de 1889, desde la Asamblea Legislativa del Estado Falcón, establecida por Guzmán Blanco en Capatárida:


    ...cuando el Zulia creía próxima la hora de aquella reintegración, siniestro rumor que llega a sus playas y que se difunde por todo su territorio como fatídico mensajero, le anuncia que su autonomía, hasta hoy sólo perdida en el hecho quedaría borrada en el Pacto Federal por virtud de las reformas (El Zulia y su autonomía ante la Nación: IV-V).


    De inmediato, la élite maracaibera organizó un movimiento de protesta. El clarinazo lo lanzó el periodista Trinidad Bracho Albornoz, director de El Noticioso; propuso la estrategia a seguir:


    La reducción de los Estados fue un medio de que se valió el antiguo régimen para tener más a la mano los resortes que habían de sostenerle en el poder... Por eso es necesario que el Zulia entero levante su voz para protestar contra la formación del nuevo Estado; organícense asociaciones, créense periódicos; convóquense mitings; agrúpense los individuos de cada un gremio, para que todos a una eleven su voz hasta el Jefe de la República, hasta el Congreso, hasta la Nación entera, protestando contra el inconsulto maridaje de Coro y Maracaibo (El Noticioso. Maracaibo, 18 de diciembre de 1889, núm. 15: 4. Subrayado del autor).


    La prensa abrió un debate público que precisó y fundamentó los derechos que asistían a los zulianos para rescatar su autonomía y que ésta quedara formalmente definida en la Constitución. Las plazas de la ciudad fueron escenario de asambleas públicas para compartir con el colectivo maracaibero el momento de tensión que se vivía. La convocatoria, de carácter popular, motivó una respuesta igualmente popular. Los habitantes de Maracaibo se reunieron, según la tradicional figura de los gremios, y uno tras otro hicieron público en pasquines y notas a la prensa su rechazo a la decisión que el Congreso de la República estaba pronta a tomar: el Zulia debía conservar su autonomía. Los pronunciamientos fueron firmados por los miembros de cada uno de los gremios de Maracaibo. Pero no todo el Zulia entero levantó su voz para protestar contra la formación del nuevo Estado, según el llamado y a propuesta del periodista Trinidad Bracho Albornoz.


    La cúpula organizadora del movimiento proautonomista se constituyó como "Junta Central Reinvindicadora de la Autonomía del Zulia", creada el 31 de diciembre de 1889 en "El Elefante Blanco", elegante salón de reuniones sociales, con representación de todos los gremios de la ciudad: abogados, médicos, dependientes, estudiantes, marinos, comer-ciantes, tipógrafos, carpinteros, ganaderos, carpinteros de rivera, pulperos, tabaqueros, corredores, queseros, albañiles, zapateros y herreros. La Junta se declaró en sesión permanente.


    El 10 de febrero de 1890 sus integrantes firmaron un documento de declaración de principios dirigido al Congreso de los Estados Unidos de Venezuela; lo acompañaba la reproducción de los innumerables editoriales y artículos publicados en la prensa maracaibera, los discursos en las plazas y las manifestaciones de adhesión gremial a la causa autonomista. Titularon al expediente impreso: El Zulia y su Autonomía ante la Nación.


    Algunos párrafos extraídos de los "Manifiestos" gremiales definen y funda-mentan el discurso autonomista. En el firmado por 52 miembros del gremio de herreros, se lee:


    A primera vista aparecerá que litigamos por una cuestión de palabras; pero no es así, porque en el fondo es una cuestión de vida o muerte para el Zulia; es una cuestión que hiere muy profundamente nuestros intereses, nuestro más legítimo orgullo, nuestro decoro y dignidad como pueblo venezolano...


    ZULIA! ... He aquí el talismán de nuestros más caros afectos, el que se enlaza con el nombre de Dios, con nuestras férvidas oraciones, el norte de nuestras más puras esperanzas y a cuyo aliento deseamos vivir y morir...


    ...borrar por completo del mapa venezolano la dulce palabra Zulia , destruyendo de un sólo golpe lo que ha sido, es y será el pueblo conocido con ese nombre, es a nuestro juicio una barbaridad. Sería suponer tristemente que del lado de acá del Occidente no viven sino parias: sería suponer que no hay ideas en nuestro cerebro, sangre en nuestras venas ni un rasgo de altivez en nuestros corazones ...("Desde el yunque". En: El Zulia y su Autonomía ante la Nación: 124-125).


    Estas reflexiones, cargadas de emotividad sobre el Zulia y su pueblo las sustentaban los redactores del documento de presentación del alegato pertenecientes a la élite política e intelectual del momento, en el dominio de una territorialidad que englobaba a una macro región geográfica y en el proceso histórico propio de esta parte del país. Para demostrar cómo "el Zulia se basta a sí mismo y que puede por sí sólo vivir como Estado independiente de la Unión Venezolana", recordaban que "la geografía y la historia... le señalan en el espacio y el tiempo puesto aparte, como provincia o Estado entre las agrupaciones de la República" (El Zulia y su Autonomía ante la Nación: XI y VI).


    Finaliza el siglo, y los actores sociales del momento retoman un discurso que se escuchó en boca de José Domingo Rus en los años de la lucha emancipadora. Es el balance de los logros alcanzados durante esas décadas de esfuerzo y superación para figurar en el concierto republicano y ser respetados como entidad territorial autónoma, de acuerdo a la especificidad de su centenario proceso histórico. En el imaginario maracaibero ser autónomo no era un capricho político; representaba una convicción histórica.


    Es de notar, en primer término, la presencia durante los meses de conflicto de toda la comunidad maracaibera: élite política e intelectual y miembros de los diferentes sectores laborales. La participación de los gremios maracaiberos respondió a una válida estrategia política para presentar al Zulia ante el Congreso de Venezuela como un todo unido. Aunque la "Junta Central Reinvindicadora" y los diferentes gremios actuaron y se pronunciaron en nombre del Zulia, no participó población que no fuera maracaibera, como lo prueba la ausencia total de miembros de otras ciudades y poblados, los cuales ni siquiera se manifestaron enviando correspondencias de apoyo al movimiento autonomista. Curio-samente, sí hubo una muestra de apoyo de los maracaiberos residenciados en Cúcuta; como se sabe era numerosa esta colonia por los intereses comerciales que se manejaban entre las dos ciudades.


    El 14 de abril de 1890, el Congreso declaró nulo el pacto de unión entre Falcón y Zulia; y el 3 de mayo, el Presidente Andueza Palacio firmó el decreto mediante el cual se devolvía la autonomía al Zulia. Esta pronta respuesta a un conflicto que al llegar al Congreso había durado escasos dos meses de deliberaciones constituyó un triunfo para la élite maracaibera.





    CONSIDERACIONES FINALES


    Maracaibo, como fenómeno urbano y hecho social, se debate durante el siglo XIX entre el realismo y la ensoñación, en una actitud vital que oscila pendularmente del éxito al fracaso y de éste hacia la superación de las contradicciones.


    Su estratégica ubicación, en una de las regiones naturales más feraces y mejor comunicada del país y en la ruta del Caribe hacia el mundo Atlántico, la ha convertido en la ciudad primada del occidente venezolano y del nororiente colombiano. Su élite dirigente, a lo largo de un período de larga duración, ha tomado conciencia de lo que expresara Agustín Codazzi, en 1840, al describir las zonas agrícolas de Venezuela:


    Pero lo anterior nada es en comparación de las esperanzas que prometen los países desiertos que circundan el lago de Maracaibo: parece que la providencia ha internado esta gran masa de agua para [a]cercar las costas a las tierras que están al pie de las más altas cordilleras de Trujillo y Mérida ...Si se reflexiona que apenas ribetean las playas del lago unas cuantas haciendas... y que el resto del país, donde es silvestre el árbol del cacao, se halla enteramente inculto, se vendrá en conocimiento de lo que Maracaibo debe ser en los tiempos venideros, cuando una población activa y proporcionada a su extensión, sepa sacar partido de todas sus ventajas (Codazzi, A. 1940: I, 73).


    Esa conciencia de las potencialidades reales del hinterland que rodea a Maracaibo y de la preeminencia -no menos cierta- que ha adquirido como ciudad-puerta del occidente de Venezuela, impulsó a su élite a jugarse el todo por el todo, en 1810, con la esperanza de consolidar sus pretensiones autonómicas y quizás un nuevo espacio "nacional". Durante una larga década se enfrentó a los ejércitos republicanos; pero el resultado de la guerra la obligó a claudicar; su proyecto separatista, los deseos de independencia que había alimentado su imaginario autonómico fueron castrados por una nueva dependencia, primero de la República de Colombia y luego de la República de Venezuela, más estricta y exigente que la anterior pues se regía por un férreo sistema constitucional.


    En los avatares de este juego político, también perdió su primacía administrativa sobre el occidente venezolano al ser reconfirmadas Mérida y Trujillo, sus antiguas jurisdicciones, como provincias indepen-dientes ¿Temor por parte del Poder Central caraqueño de que aquella vasta y rica región occidental, liderada por una ciudad con tradición de autonomía, llegara a separarse de la República?


    A lo largo del siglo XIX, la élite maracaibera pregonó y disputó ante la constante reafirmación del centralismo, que no tenía cuenta de si la Constitución vigente era centro-federal o federal del todo, sus menguados fueros autonómicos. Sin embargo debió pasar bajo sus "horcas caudinas": un plumazo Guzmán Blanco la privó de su autonomía, a lo largo de la década de 1880.


    A partir de 1830 creció el movimiento mercantil del puerto aguijoneado por la demanda mundial de café; pero la dirección del comercio, las finanzas y la riqueza pasaron sucesivamente de los británicos a los alemanes: los descendientes de la élite colonial sobrevivieron de la actividad rentística inmobiliaria y de los préstamos.


    El tradicional orgullo maracaibero calificó a su urbe como "segunda ciudad de Venezuela", aunque su aspecto la asemejase más a una aldea o poblado rural: la mayor parte de sus calles y edificaciones ofrecían un panorama desolador y deplorable, y careció de elementales servicios como agua y alumbrado hasta fines del siglo XIX. Los aledaños de las ordenadas instalaciones portuarias y elegantes edificaciones mercantiles que miraban al Lago en el frente de La Marina contrastaban de tal modo con el resto de la "segunda ciudad" que produjo una avalancha de ordenanzas municipales que decretaron el "fiat" de la ciudad deseada o imaginada. La casi totalidad de las disposiciones e iniciativas fueron letra muerta por largo tiempo.


    Era tan fuerte el impulso de este acto volitivo que, aunque las realizaciones urbanas marchasen a paso lento, la nueva ciudad, la ciudad deseada, existió primero en el verbo iluminado de ensayistas y poetas que en la realidad.


    En 1889, el escritor y jurista Jesús María Portillo describía así a Maracaibo:


    Bajo un cielo el más espléndido de las regiones tropicales y sobre una llanura que besa el Coquivacoa, el más grande de los lagos de la América del Sur, se levanta gentil como una odalisca y vaporosa como el sueño de una fada, la ciudad de Maracaibo...


    Difícil sería hacer una descripción que pudiera ser original en el sentido de la belleza poética que ella encierra. Los trovadores que nacieron a orillas de su laguna y otros bardos que la han visitado, han agotado, y hasta copiándose los unos a los otros, el vocabulario de la poesía y la fuente de las imágenes. TIERRA DEL SOL AMADA la llama el más egregio de sus hijos; COPIA EMBELLECIDA DE LA REINA DEL ADRIÁTICO la nombra otro ... (Portillo, J. M. 1890: 5)


    La ciudad y su lago fueron el binomio poético que se multiplicaba como en un juego de infinitos espejos a lo largo del siglo XIX. La realidad virtual fue más poderosa que el diario espectáculo de un asentamiento urbano dejado muchas veces a su suerte y de un lago cuyas orillas ya contaminaban los desechos humanos y los despojos de su matadero. Los escritores crearon la ilusión de la ciudad y del entorno deseados:


    Maracaibo! .... mansión encantadora


    que tienes del espacio los colores,


    las armónicas voces de la aurora


    y del Edén las virginales flores!


    En ti las hadas que el destino adora


    tienen templo y altar de sus amores;


    por eso tan hermosa te formaron


    y con galas tan ricas te adornaron.


    Como esta estrofa de J. M. Pinzón Rico, publicada en El Zulia Ilustrado, (p. 60) fueron centenares los poemas dedicados a Maracaibo y su lago, reproducidos en libros, folletos, revistas y periódicos, tantos cuantos poetas la poblaban. ¿Inspiración o evasión?


    También los políticos y constructores de la ciudad soñaban. Jesús Muñoz Tébar, Presidente del Estado, se expresaba así, en 1894, al proponer la dotación de un acueducto:


    Maracaibo, que es hoy la segunda ciudad de Venezuela, llegará en pocos años a ser la primera, si se le da una distribución de agua suficiente.


    El número de sus habitantes crecerá con rapidez hasta alcanzar el límite para el cual se haya calculado esa distribución. Si después de llegar a ser una ciudad de cien mil habitantes, se la puede abastecer de agua ilimitadamente, crecerá, y en menos de un siglo la llamaríamos la New York de la América del Sur (Cfr. Atencio R., M. 1995: 475-476).


    Esa secular lucha entre lo que Maracaibo quería ser y lo que sus condiciones económicas y vicisitudes políticas le permitían quedaron plasmadas en las estrofas de Udón Pérez que presidieron este evento como un grito de reafirmación identitaria:


    "Mía", cuando ríes; "mía", cuando lloras;


    "mía", cuando luchas; "mía", cuando oras;...


    "mía", a todas horas, Maracaibo mía.





    NOTAS


    1 Informe privado del General Rafael Urdaneta al Secretario del Interior. Maracaibo, 29 de diciembre de 1834. Archivo General de la Nación. Sección de Interior y Justicia, tomo CVIII, folio 252. Este y los documentos referidos a esta coyuntura son citados por Arlene Urdaneta Quintero, La Revolución de las Reformas en Maracaibo. Campesinos y Tembleques, cuya lectura se recomienda para una información mayor y análisis de estos hechos.


    2 "Averiguación oficial del Alcalde Ramón Enríquez quien informa al Gobernador sobre los últimos sucesos" e "Informe del Gobernador Ramón de Fuenmayor al gobierno de Caracas". Maracaibo, julio de 1834. Archivo General de la Nación. Sección de Interior y Justicia, tomo XCII, folios 247 y 269, respectivamente.


    3 Archivo General de la Nación. Sección de Interior y Justicia, tomo XXIX, folio 266.


    4 "Oficio enviado al Despacho de Guerra y Marina". Archivo General de la Nación. Sección de Interior y Justicia, tomo CVIII, folios 262-264.


    5 Archivo Histórico del Zulia: año 1863, tomo 15, legajo 25, folio 2. Cfr. Rutilio Ortega González et alii: Las independencias de Maracaibo.


    6 Archivo Histórico del Zulia: documentos sueltos de 1868-1869, tmo 27, legajo 6.





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    Re: Gobernación y Diócesis de Venezuela

    Visita del Obispo Mariano Martí a Altagracia de Orituco el año 1.783.


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    Aun cuando el propósito de la presente publicación es mostrar la trascripción literal de los datos recabados por el obispo Mariano Martí en su visita al pueblo de Altagracia de Orituco en marzo del año 1.783, creemos conveniente hacer una reseña de tus datos biográficos, que no es más que un resumen de los datos publicados por la Academia de Historia en los libros que hemos tomado como fuente. Estos libros pueden ser adquiridos en la librería del Palacio de las Academias, son siete tomos, a un costo de Bs F. 50,00, precio mas que accesible y son unos libros que no deben faltar en la biblioteca de cualquiera que este interesado en la historia de nuestra región.


    Es lamentable que no se hayan encontrado aún los libros referentes a la visita que efectuó Martí al Obispado de Puerto Rico, que incluía a todo el Oriente Venezolano, visita que fue efectuada entre los años 1.763 hasta 1.769. Estos datos que publicamos forman parte de su visita a la Provincia de Caracas, efectuada durante 12 años, desde 1.771 hasta 1.784, lugar a que fue transferido dado que le visita a la Provincia de Puerto Rico le había afectado la salud.


    En esta primera parte, vamos a publicar las anotaciones que llevaba en su Libro Personal, eran anotaciones sólo para su consumo y que no iban a formar parte del informe final, por lo menos con la estructura en que fueron encontrados. En una segunda parte publicaremos las providencias o instrucciones que dejó luego de su visita a este pueblo. En cuanto a estas providencias, me pareció curioso como se mantienen las creencias a través del tiempo, el menciona en una de estas providencias que en ese pueblo existe “(…) la vana creencia de que el canto del ave nombrada Titirigí o el gallo a prima noche (Media Noche) es indicio cierto de que ha de morir alguno, o que se han dado puñaladas en el pueblo, o que vienen guerras (…)” y conmina a los pobladores a abandonar esta creencia so pena de amonestación. Lo cierto del caso es que esta advertencia, efectuada en esa temprana fecha del año 1.793 no surtió ningún efecto, puesto que casi doscientos años después, yo la escuchaba de mi abuela materna Carmen Espinoza Guzmán y era una creencia muy popular en el pueblo de San José de Guaribe y pueblos vecinos, por lo menos hasta la década de los setentas. Más nunca la he oído y creo que a las nuevas generaciones no les ha llegado.


    Hay un tercer apartado que se llama Inventarios, en donde se señalan datos bastante interesantes del pueblo, con estadísticas de la población y otros, que también lo tenemos para su publicación.


    El Obispo


    Mariano Martí nació en el pueblo de Bráfin, en el partido de Valls, arzobispado de Tarragona, fue bautizado en la iglesia parroquial de dicho pueblo el 14 de diciembre de 1.721.


    Cursó estudios en la Universidad de Cervera, en donde se graduó en ambos derechos. Se dice también que estudió en el Seminario Conciliar de Tarragona, cabe conjeturar que sus estudios universitarios no hayan terminado, a los más antes de 1.750, fecha en al que Martí cumplió veintinueve años. Nada se sabe de su vida desde esa fecha, hasta que aparece en el año 1.757 como Provisor y Vicario General del Arzobispo de Tarragona, en donde llevaba la administración de la Archidiócesis.


    En el año 1.761 lo tenemos llegando al puerto de La Guaira, donde le consagró el entonces Obispo de Caracas Díez Madroñero. El 20 de Febrero de 1.762 ya estaba en posesión del Obispado de Puerto Rico, el cual comprendía, además de la isla del mismo nombre, la de Margarita y Trinidad, junto con todo el Oriente de Venezuela, siguiendo una línea divisoria imprecisa, que va desde un punto cercano de la desembocadura del río Uchire y bajaba hasta el Orinoco a un punto no lejos de Cabruta.


    Entre los años 1.763 y 1.769, Martí comenzó la visita de este Obispado de Puerto Rico, pasando por Puerto Rico, Cumaná, Nueva Guayana de Angostura, Nueva Barcelona, Margarita, Píritu, Ciudad Real del Orinoco y Trinidad. Como lamentablemente no se han encontrado los registros de esta visita, no tenemos mayores detalles ella, que no sean las anotaciones en los respectivos libros parroquiales en donde se señala la visita. Sabemos que fue un recorrido bastante penoso para el Obispo, dada las distancias y los escasos medios de comunicación y el clima, que influyó en el deterioro de la salud del Obispo, obligándole a solicitar su transferencia a otra Diócesis en América o el retiro a España. Es así como, en Julio de 1.769, presenta solicitud al Rey y poco después es promovido a la sede de Caracas, vacante desde el 3 de Febrero de aquel año por el fallecimiento de su obispo Díez Madroñero.


    El 14 de Agosto de 1.769, una vez que hubo recibido la bula Papal, Martí toma posesión del cargo de Obispo de la Diócesis de Caracas. Inmediatamente comienza los preparativos de la visita a este extenso Obispado, que, como ya hemos señalado, las efectúa durante doce años, tres meses y veinte y dos días, que comienzan en la iglesia Catedral de Caracas el 8 de Diciembre de 1.771 y culmina el 31 de Marzo de 1.784 en el pueblo de Guarenas. Mariano Martí visitó prácticamente toda la diócesis de Caracas, incluyendo una gran extensión territorial que formaría -en tiempos de Martí- la nueva Diócesis de Mérida: Maracaibo, Coro, Mérida y Trujillo.


    Martí falleció en Caracas el 20 de Febrero de 1.792 y fue enterrado en la iglesia Catedral de Caracas, la inscripción de su lápida, tallada en mármol, dice:


    "Sepulcro. Yllmo Sr Dr Dn Mariano Martí. Dignísimo Obispo de esta Santa Iglesia de Caracas. a donde fue promovido de la de Puerto Rico en el año 1770. Descanzó placidísimamente en paz el día 20 de febrero a los 72 años de su edad, a los 31 de su consagración episcopal y a los 22 de su posesión de esta silla. Visitó personalmente toda su prima Diócesis. Practicó con igual fervor y con summos trabajos, y fatiga la visita de todos los lugares de este obispado inclusive los dismembrados en el espacio de 13 años. Amante, Benigno, Liberal, Político, Religioso, devoto qual Santo aclamado al clero y al pueblo, será eterna su memoria".




    Visita del Obispo Mariano Martí a Altagracia de Orituco el
    19 de marzo de 1.783.
    Notas del Libro Personal


    Día 19 de marso de 1.783, salimos del pueblo de Lesama a las tres y quarto de la tarde, y llegamos a las seis y quarto de la misma tarde al pueblo de Altagracia, distante cinco leguas. Una legua y media, poco mas o menos, antes de llegar a este pueblo de Altagracia, pasamos por medio del pueblo (que allí es el camino) de San Rafael de Orituco. El camino, bueno. Ya antes de llegar al pueblo de San Rafael de Orituco, pasamos el río Orituco, seco, y lo bolvimos a pasar con agua corriente a distancia de unas dos quadras antes de llegar a este pueblo de Altagracia. Como queda dicho, el camino es bueno, pero no dexa de haver algunas quebradas y algunos cerritos o cerrajoncitos.


    Esta Iglesia es baxo la invocación de Nuestra Señora de Altagracia, cuya imagen de bulto, con otra de San Joseph, esta colocada en el único nicho del altar mayor. Sus paredes, de bajareque, cubierta de texa y obra limpia, de tres naves que dividen columnas de palo torncadas. Hay seis intercolumnarios, a mas del Coro alto y de otro intercolumnario que hay dentro del Presbyterio o Capilla mayor. Hay Baptisterio bueno, altares en una y otra nave, a más de la Capilla honda a la cabecera de cada nave. Todos los altares están muy aseados. La Sacristía está tras del altar mayor; no está bien provista de ornamentos ni alhajas, ni corresponden a la fabrica material de esta Iglesia. Hay cementerio contiguo a la Iglesia, y se entra a él por la puerta colateral de la banda de la Epístola. No está colocado su Divina Magestad, y solamente se celebra el día del Corpus y el día de San Juan Evangelista, señalado para la fiesta de Nuestra Señora de Altagracia, con la Custodia, lo que he prohibido para este día. Aca se haze monumento. Esta Iglesia esta muy aseada y me parece que en todo este Obispado no hay otra de tan pulida y de primores por los pilares o columnas tan perfectas como éstas, por los arcos entre columna y columnas que no están apunto redondo, ni son de arco rebajado, sino de otra forma, que hazen buena figura. y el arco toral también está de una figura distincta de los arcos torales de las otras Iglesias, y parece muy bien, de manera que atendidas estas circunstancias y de estar las paredes lisas, los retablos o altares pintados, y otras, es la Iglesia mejor o más pulida. Hay órgano en el Coro alto, y no suena ahora por estar descompuestos los fuelles. A mas de la principal, hay una puerta a cada lado. El frontispicio de la Iglesia esta bueno. Véase el inventario.


    Este Teniente coadjutor del Cura propietario doctrinero don Santiago Gonzales Fonte, de este pueblo, es don Gregorio Martín Betancourt y Berdugo, que nació en el pueblo de Boconó, de la jurisdicción de Truxillo, el día 17 de noviembre de 1.727. Estudió la Gramática en la ciudad del Tocuyo, y después en la Universidad de Santa Fe de Bogotá, en la de San Xavier, que era de los Jesuitas, estudió tres años Filosofía, de ques Maestro o Doctor, y dos años y medio de Theología escolástica. En el mismo Santa Fe se ordenó de Presbytero el día 24 de setiembre de 1.756, con dimisorias del señor Antolino, a título de tres mil doscientos y setenta pesos de Capellanía, fundada en el dicho Truxillo, que ahun obtiene. Despues, en el año de 1.759, por el mes de julio, se regressó a Boconó, su patria. Después vino a Caracas, de allí vino a esta Vicaría de San Sebastian por el año de 1.766. Desde el día primero de setiembre del año de 1.778, en que llegó acá, esta sirviendo esta Iglesia como Cura coadjutor (destinado por el Vicario de San Sebastián en virtud de orden del Provisor) de dicho don Santiago Fonte, que ya estava enfermo, bien que ahun celebrava, y el día 18 del mismo setiembre el referido Cura doctrinero propietario se fue para Caracas, en donde ha acabado de enfermar y enloquecer, y este Teniente coadjutor se ha quedado solo acá sirviendo este pueblo y Doctrina. Sirvió de Teniente de Cura de la Candelaria, de Caracas, un año y dos meses, en tiempo de las viruelas. Sirvió de interino la Iglesia de Ortiz un año. Sirvió de Teniente de Cura de la ciudad de San Sebastián un año y nueve meses, y un mes y medio sirvió la Parroquial de San Rafael de Orituco. Nada se ha sabido contra la vida y costumbres de este Sugeto. Cuyda y cumple can sus obligaciones, enseña la Doctrina, predica y administra los Santos Sacramentos, parece hombre pausado y de genio pacífico, y esta estimado de los indios y de los españoles.
    Este pueblo o Curato es de Doctrina de indios, cuyo número es de quatrocientos y uno, y los restantes, hasta el número de novecientos y sesenta y ocho, que es el total de esta feligresía, son blancos, negros, mulatos, sambos, etc., de manera que estos son 567 y los indios 4o1. Estos indios son guayqueríes o de nación guayquería. Hay también acá algunos indios de otras naciones, venidos de otros pueblos de esta provincia, pero la mayor parte son guayqueríes. No son tributarios; hasta ahora no han pagado tributo alguno.


    El vicio predominante de este pueblo es la borrachera, y donde se emborrachan mas estos indios es en las vegas del río o quebrada Macayra, distantes de aca unas siete o ocho leguas, y tal vez más, en donde unas seis o siete familias de estos indios tienen sus conucos, y con la caña dulce que allí cogen hazen guarapo fuerte y se emborrachan, y se están en dichas vegas hasta veinte días sin venir a la Doctrina, ni a Missa, y a vezes están allá hasta un mes, buelven acá al pueblo, en donde biven quando más unos quinse días, y después se buelven a las vegas de dicho río Macayra, y assí passan la vida, y las dichas familias instan a otras familias a que vayan a hazer sus labranzas en dichas vegas y lo logran, pues ahora son más que antes los indios que van a dicho río Macayra con el pretexto de que aquellas vegas son muy fértiles, y que en estas vegas immediatas del río Orituco les hurtan los frutos. Acá en este pueblo, si algunas vezes beven y se emborrachan y baylan, con un recado que les embíe este Cura se sosiegan y no gritan, y quando se haze algún casamiento, como ellos dizen que el casamiento no es bueno si no baylan, este Cura les permite que baylen, y embía allí a los Alcaldes que presencien el bayle, para evitar excessos.


    Pedro Joseph Sapata, mulato o sambo, esclavo de doña Marina García, de San Sebastián, casado con María Estéfana Celedonia, india guayquiria de este pueblo, dicha Marina tiene al dicho Sapata en una hazienda de cacao en el sitio de San Miguel, distante tres quartos de legua de este pueblo, y don Pablo Joseph Bandres, Mayordomo de dicha hazienda, no quiere que dicho Sapata viva con su muger María Estéfana. Queda ya advertido por mí el dicho Bandres de que dexe a la dicha María Estéfana cohabitar con su marido, y que si no gusta de esto, que venda al dicho esclavo Sapata, y que si la dicha Estéfana comete algun excesso, en la hazienda o con alguna persona, que avise al Corregidor o a su Cabo para que la castigue; y esto se 1o previne al dicho Bandres en presencia de este Cabo y de este Cura.


    En quanto a la enseñanza de la Doctrina, se observa acá que a las seis de las mañanas se toca a la Doctrina, y por las tardes a las quatro y sólo después de una hora se acaban de juntar, de manera que por las mañanas empiezan a resar alas siete y por las tardes a las cinco, empezando primero a pelotones de tres en tres o de quatro en quatro y después empieza una muchacha, que haze de gufa, y responden todos. Por la mañana se resa la mitad de las Oraciones y la mitad del Cathecismo o de las preguntas, y por la tarde se resa la otra mitad de las Oraciones y la otra mitad del Cathecismo o de las preguntas.


    Me dize el padre Paulino que los muchachos y muchachas de Doctrina la saben.


    Y ahunque de algunos años a esta parte los indios grandes, esto es, los casados y casadas, no han asistido jamás en este tiempo a la Doctrina, me han prometido hoy a la tarde, día 22 de marso de 83, que asistirán a la Doctrina todos los domingos, y esto me 1o han prometido los del . Cabildo, esto es, Governador, Alcaldes. Regidores. Acá hay Cacique, pero no se haze caso de el, ni ahun ha recibido ni se ha admitido ni reconocido como él el indio a quien por successión toca o pertenece el Cacicazgo.


    Este terreno produce maís, yuca, arros, cacao, cana dulce, plátanos y quanto se siembre en las vegas de este río Orituco, y fuera de las vegas del río, son las tierras buenas para ganado.


    El Teniente Justicia mayor del pueblo de San Rafael de Orituco es don Manuel Castilloveitía, casado en Caracas, y también es Corregidor del pueblo de •Lesama y de este pueblo de Altagracia, y acá tiene un Cabo o Comissionado, que es don Francisco Barrios, isleño, casado en este mismo pueblo con una hija de un isleño, María Dionisia Noda.


    Este Cura coadjutor percibe cinquenta y nueve pesos de diez vezinos hazendados, habitantes en el sitio o partido de San Miguel, distante de acá unos tres quartos de legua, río arriba, a la otra banda (con estos diez vezinos hazendados viven otros vezinos agregados sin hazer cabeza) y estos dichos diez vezinos no quieren pagar obvenciones de bautismo ni casamientos ni entierros por sus esclavos, pero sí pagan por sí y por todos su hijos y demás libres todas las obvenciones y tramos de sepultura a este Cura y a la fábrica. De la misma manera, todos los demás vezinos. De este distrito parroquial pagan obvenciones a este Cura y a la Iglesia y todos también pagan primicias, a excepción de los indios, que si no quieren, no pagan primicias, y si no quieren, tampoco pagan obvenciones ni al Cura ni a la fábrica de esta Iglesia. Acá ningún vezino paga oblata, esto es, alguna cantidad para pan, vino y cera, y esta Iglesia se mantiene de las sepulturas o tramos de los españoles que mueren. Me dize este Cura que algunos vezinos de acá no quieren pagar primicias de los frutos que cogen en verano, sino solamente de los que cogen en hinvierno. Véanse las providencias de mi visita sobre este y sobre otros abusos.


    En la enseñanza de la Doctrina christiana se gasta todas las mañanas y todas las tardes regularmente una hora por la mañana y otra hora por la tarde. Asiste este Cura, si no tiene ocupación precisa, y también asiste un Fiscal de los dos, que se reparten por semanas entre sí, y en esta hora que se gasta se completa el tiempo que los muchachos y muchachas más pequeños rezan a pelotones el tiempo que resan o cantan la Doctrina y el tiempo que este Cura les pregunta o les explica aquello que menos entienden.


    El libro parroquial más antiguo tiene por partida la de un bautismo del día primero de mayo de 1.704, firmada por don Jacinto Bandres, que sirvió acá. hasta 1.709, que por el mes de junio entrego esta Iglesia a don Juan Vicente de Ortuño, diziendo que este havía sido nombrado sede vacante por Cura de este pueblo, y el dicho don Jacinto Bandres por Cura capellán del partido de San Rafael de Orituco. Hay auto de 9 de octubre de 1.715, provehido en Caracas por el Illmo. señor Rincón, en que con vista de cierta justificación por la qual resultava que don Juan de Barnuevo, Cura capellán de la Iglesia parroquial de San Miguel del Valle de Orituco, era de crecida edad y ahún decrépito, mando dicho señor Rincón que entregase dicha Iglesia de San Miguel y todo lo a ella perteneciente al padre don Manuel Pinto, a quien nombro por Cura capellán de dicha Iglesia parroquial de San Miguel. Hay otro auto de dicho señor Rincón, provehido en Caracas en 10 de junio de 1.716, en que refiriendo la instancia de dicho Manuel Pinto sobre no tener congrua en el Curato de San Miguel de Orituco, porque solo le pagavan noventa pesos, mando dicho señor Rincón que respecto de estar distante una legua, poco mas o menos, el pueblo de Nuestra Señora de Altagracia de Orituco que se compone de indios guayquires o guayqueries, de que es Cura doctrinero el padre don Juan Vicente de Ortaño, le agregó y unió dicha feligresía de San Miguel con los noventa pesos sobrerreferidos, y que los dos pueblos le contribuyan con doscientos y cinquenta pesos annuales. En esto intervino el asenso del señor don Alberto de Bertodano, Governador y Capitán general de esta provincia, Vicepatrono regio en ella por su auto del mismo dicho día 10 de junio de 1.716. Desde entonces, el referido Cura don Juan Vicente de Ortuño y sus sucesores escrivieron las partidas titulándose Cura doctrinero de este pueblo de Altagracia y Capellán de San Miguel, cuya Iglesia parroquial ya no existe en el día, y solo están acá sus libros; y el mas antiguo de dichos libros de la Iglesia parroquial de San Miguel tiene por primera partida la de un bautismo de 29 de setiembre de 1.677, firmada por el sobrerreferido don Juan de Barnuevo, que se titula Cura capellán del valle de San Miguel de Orituco. Este mismo libro tiene una nota firmada de dicho Cura capellán que dize haver formado sus libros parroquiafes desde el 4 de junio de 1.676 para los feIigreses pertenecientes a este Valle de San Miguel del Rosario de Orituco y hasta de la Cruz del Maestre de Campo don Pedro de Mesones, y que en dicho año se fundó esta Iglesia por el Illmo. y Rvmo. señor maestro fray don Antonio González de Acuña, cometida o encargada a dicho don Juan de Barnuevo, Cura capellán de dicho San Miguel. Hay visita del año de 1.715 de este pueblo de Altagracia, pero executada en la ciudad de San Sebastián por el Comissionado del Illmo. señor Escalona, otra, también de este pueblo, el año de 1.747 por un comissionado del señor Abadiano, y otras también en este pueblo, el año de 1.767, por un comissionado del señor Madroñero. Acá no ha estado Obispo alguno.


    El territorio de este río Orituco, río arriba, es de esta Parroquia, y allí están todas las haziendas de cacao, a excepción de dos ha¬ziendas, una de N. Infante, y otra de los herederos de N. Ledesma, y esta casi perdida, que están en el territorio parroquial de San Rafael de Orituco, y tiene este cacao la fama de ser el mejor de esta provincia.


    Me dize este Cura que todos los domingos hay alguna o otra persona que se confiessa y recibe su Divina Magestad, y que esta freqüencia de Sacramentos, es mayor en las festividades de Jesuchristo y de María Santíssima, y principalmente el día de Todos los Santos.


    En el tiempo de cumplir estos feligreses con los preceptos annuales, para que luego que acaban de confesarse puedan recibir a su Divina Magestad, queda esta colocada por algunas semanas y la lámpara en aquellas semanas la mantiene una semana un vecino y otra semana otro vecino, etc.


    He dexado decreto para que paguen primicias todos en qualquier tiempo que cojan los frutos, sean de hinvierno o de verano, y en este decreto no se habla expressamente de los indios, ni tampoco éstos se exceptúan. Véase este decreto y otros varios sobre excessos de esta Parroquia.


    Este pueblo viene a estar casi Norte Sur con el pueblo de Camatagua, distante de acá, según me dizen, poco mas de un día, y se va por picas, pues no hay acá camino abierto. A la misma distancia, poco mas, entre el Norte y Oriente, esta el río Cuira, que desagua al Tuy. Desde este pueblo hacia el Oriente no hay pueblo hasta el río Unare, y todo es bosque, y es el mismo bosque o montaña de Cupira hasta cerca los pueblos de Tucuyo y Puruay, o cerca de sus cerranías, y hasta el río de Unare, y en este gran bosque no puede dexar de haver alguna gente, como en realidad me dizen la hay, y pertenece este gran bosque o parte de él al Curato de Chaguaramas, Véanse las notas de dicho Chaguaramas y del pueblo de Chaguaramal.


    Se ha despachado orden por el doctor Lindo, cometida al Vicario de San Sebastián y este la ha cometido al Cura de Lesama, para que intime a este Cura coadjutor que pague al Cura doctrinero propietario don Santiago Gonzáles Fonte de este pueblo, la cantidad de ochocientos pesos, a razón de doscientos pesos cada año, por quatro años que ha percibido todas las rentas de este Curato, que en Caracas las han regulado a razón de quatrocientos pesos cada año; pero este Cura coadjutor dize que este Curato no redditúa cada año quatrocientos pesos, y que en quatro años y medio sólo ha percibido o podido cobrar setencientos pesos, y en esta cantidad esta incluida la cantidad de mas de cinqüenta pesos, y de esta cantidad de cinqüenta pesos alguna es incobrable.


    Este Cura coadjutor esta sirviendo esta Iglesia en virtud de orden verbal del maestro Siso, que le dixo tenía carta del Provisor para que 1o mandara a servir este Curato, y con sola esta orden esta sirviendo esta Iglesia ha más de quatro años y medio.


    Gabriel Toribio, esclavo de don Jacobo Ramires, negro, y María Concepción de la Charidad, india de este pueblo, soltera, huérfana de padre y madre, quieren casarse y se ofrece el reparo de la desigualdad. Se ha determinado por mí, por este Cura y por don Ilario que no se celebre este matrimonio, y que el dicho Gabriel se case con igual, y que la dicha María se case con un indio de este pueblo llamado Matheo, con quien tiene tratados esponsales, y se espera que buelva a este pueblo de donde se ha ausentado habrá unos quatro meses, y finalmente, si no es con dicho Matheo, se podrá casar con otro igual.


    Joseph Leandro Rosario, mulato libre, soltero, quiere casarse con María Josepha Herrera, india, soltera. El nació en la Parroquia de San Pablo, de Caracas, y haze año y medio que salió de Caracas y ha vivido en este pueblo. Ella ya haze muchos años que vino acá, y este Cura ha negado la licencia para celebrarse este matrimonio. Queda ya prevenido este Cura para que (por esta vez y alguna o otra ocasión conviene disimular) casse a estos.


    Este pueblo no está en llano y está entre cerritos y es ventoso de incómodo por lo mucho que sopla el viento que viene del Norte o de entre el Norte y Oriente, que me parece no es del todo bueno, y no falta quien diga que este viento trastornó la cabeza del Cura doctrinero propietario Gonzáles Fonte, que esta loco en Caracas. La agua de este río de Orituco es de las mejores de esta provincia, según mí parecer.


    Esta Iglesia unos años con otros tiene de ingresso entre todo cinquenta pesos annuales, poco más o menos, de entierros, etc., y de gastos ordinarios tiene otros cinqüenta pesos cada año, de manera que nada le queda.


    Las haziendas de cacao río Orituco arriba se extienden hasta quatro leguas, y la mas alta o remota de este pueblo es la de don Jacobo Ramires, hombre muy rico, y río arriba se encamina hasta legua y media, según me dixo uno que havía caminado, y tal vez se podría caminar mas río arriba, pero allí se estrechavan mucho los cerros entre los quales passa este río Orituco, que da el nombre a todo este valle.


    Este Cura coadjutor no tiene licencias generales para predicar y confessar en todo este Obispado, y se las he concedido verbalmente para dos años, y queda sirviendo de Coadjutor en esta Iglesia con las facultades que le da el oficio en esta Parroquia.


    Florencio Días, mulato libre, soltero, ha quedado en dar veinte y cinco pesos a María Serafina, esclava de dona María García, y esta esclava pretendía obligar al dicho Florencio a que se casase con ella por haver vivido mal con el.


    Como este pueblo en años pasados era rico por el cacao y por el comercio lícito o ilícito, podía en aquel entonces este Curato reddituar quatrocientos pesos, pero ahora se duda que redditúe esta cantidad.


    Me dize este Cura que al cabo de unos dos meses de haver llegado acá y el Cura propietario Fonte a Caracas, se fixaron en esta Iglesia parroquial los edictos para las oposiciones a este Curato, que ahún obtiene el mismo propietario Fonte, ni ha estado vacante, y se juzga que provino de que una Capellanía que havia de servir de congrua al dicho Fonte se perdió, o porque se veriguó que dicho Fonte ya estaba loco quando dio el poder para estas diligencias.


    Este Cura coadjutor presentó memorial en esta visita con un compromiso de dar cien pesos cada año al Cura propietario, que está loco, y he mandado guardar dicho compromiso hecho por este coadjutor y la madre del cura propietario, sin perjuhizio de la determinación que judicialmente se tomare en Caracas, según lo que estas partes alegaren. Véanse las notas de la llana antecedente.




    Fuente:
    Documentos Relativos a su Visita Pastoral de la Diócesis de Caracas (1.771-1.784).
    Tomo II.
    Libro Personal.
    Obispo Mariano Marti
    Biblioteca de la Academia Nacional de Historia.
    Fuentes para la historia colonial de Venezuela
    Caracas, 1.998.


    http://algunasfamilias.blogspot.com/...marti.html?m=0
    Última edición por Michael; 26/06/2014 a las 18:27
    La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.

    Antonio Aparisi

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    Re: Gobernación y Diócesis de Venezuela

    Fray Pedro de Berja Berja, 1629-San Carlos de Austria 1704
    FRAY PEDRO DE BERJA Berja, 1629-San Carlos de Austria (Venezuela), 1704
    Valeriano Sánchez Ramos



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    catedral de San Carlos, sitio donde se supone que debe estar enterrado el ilustre Fray Pedro de Berja. Cedida por IIS Windows Server
    Fray Pedro de Berja es muy conocido por la historiografía indiana, tanto española como latinoamericana, y especialmente la venezolana, país donde desarrollaría una enorme labor misionera. Cuando aludimos al término misional referido a Las Indias, debemos entender que no sólo se trata de un aspecto meramente religioso sino que la ingente tarea de educar a los indios, construir pueblos, ciudades, crear infraestructuras, dotándolas de medios (médicos, escribanos, justicia,…) es de tal calibre que la propia Corona -consciente de ello- requirió en muchas ocasiones los servicios de las órdenes religiosas para poder atender su basto imperio. De otro lado, también hay que advertir que los frailes en América, junto a la labor evangelizadora, fueron los elementos más críticos con las actuaciones de la monarquía. Aún más, sus denuncias sobre el uso y abuso hacia los indígenas que realizaban muchos españoles, a través de las encomiendas, fueron tan duras que, en muchos casos, verdaderamente fueron considerados por sus propios compatriotas como enemigos.
    Como decimos, la figura de este fraile capuchino es todo un hito en la historia de la segunda mitad del siglo XVII venezolano y, hasta el día de la fecha, se desconocía su nombre y apellidos. En la sencillez de su regla, como fraile menor franciscano, adoptó el nombre en religión de su pueblo natal y, a pesar de ser toda una celebridad misional, ni siquiera la orden conocía cual era su nombre en bautismo. Felizmente en una concienzuda investigación reciente, animada fervientemente por los hermanos Pepe y Leopoldo Villalobos Ibarra, encontré los datos para poder desvelar este secreto. A ellos agradezco su enorme interés en el tema, pues sin su afán de conocimiento nunca me hubiera arrancada a trabajar tan complicado estudio.
    Dado que la biografía de este hijo célebre de Berja es bien conocida por la historiografía, prescindiré de hacer anotaciones a pie de página, por no parafrasear trabajos editados. Sólo introduciré aquellas notas introductorias que contextualicen al personaje en su entorno y estado vital, dejando que sean las magníficas obras que lo tratan las que hablen por sí solas a través del resumen que hacemos.



    1.- Introducción






    Este personaje nació en Berja, un municipio principal de la Baja Alpujarra que había dejado atrás hacía más de medio siglo la repoblación y se encontraba en pleno desarrollo. Cabeza de vicaría de del amplio espacio conformado por la Baja Alpujarra, este territorio era objeto de interés por parte de diferentes órdenes religiosas del arzobispado de Granada. Fueron numerosas la entradas de agustinos recoletos, trinitarios, mínimos de San Francisco de Paula, mercedarios,… que llegaron a estas tierras a misionar, algo que se reflejaría perfectamente en las limosnas y mandas para sus conventos. Sin embargo eran, sin ningún género de dudas, los franciscanos quienes mayor presencia tenían, pues no en balde en la cercana villa de Ugíjar se encontraba un foco seráfico de hermanos menores observantes 1 .
    El cenobio de Ugíjar fue el punto de referencia más inmediato que tuvo la feligresía virgitana para acercarse al modelo de vida propugnado por la observancia franciscana. Sin embargo para la gran mayoría de los alpujarreños esta actitud ante la vida venía corregida y mejorada por los postulados de los capuchinos, orden que también misionó en estas tierras desde su convento de Granada, en el barrio de San Ildefonso, cerca del Hospital Real 2 . En Berja se conocía bien su espiritualidad, toda vez que tenía que compartirse, sin más, sencillamente porque el modo de vida de un fraile capuchino poco podía diferir de la de un campesino pobre. Este era el caso de la familia formada por Juan Benavente y María Molina Antolinez, matrimonio que vivía de alternar el cultivo de unas pocas tierras que poseían con los jornales que arrancaban con su trabajo. Ambos pertenecían antaño a reconocidas familias repobladoras de la localidad de imbuido fervor religioso 3 . Sin embargo la humildad y sencillez de los capuchinos también era punto de admiración para las clases más pudientes de la localidad, probablemente porque la vida regular era un modelo de vida a imitar 4 .
    En este ambiente espiritual es donde el matrimonio Benavente Molina crió a sus seis hijos: Juan, Tomás, Francisco, Melchor, Jerónimo y Gertrudis. El tercero de los varones nació en 1629 y su propio nombre parece que lo predestinaba a ser franciscano: Francisco Benavente Molina, quien profesaría en la orden capuchina y adoptaría desde entonces el nombre en religión de fray Pedro de Berja. Sus padres eran pobres, como atestigua su testamento, fechado en 1658, documento histórico que nos ha permitido identificar al personaje. En este instrumento material, además de dejar los pocos bienes que tenían a sus hijos, los padres establecieron un buen número de misas por su muerte: el consabido novenario, las 33 de San Amador, 48 a San Vicente, un novenario a la Virgen del Cármen, 3 a Nuestro Señor en la Cruz, otras 3 a la Oración en el Huerto, al 3 al Pontífice, 3 a las Ánimas Benditas, un novenario por sus padres y hermanos, lógicamente 3 más a San Francisco, otras 3 a la Virgen del Rosario, 3 más al Santísimo Sacramento, 1 al Ángel de la Guarda y, por último, 1 misa más a Santa Ana. El capital que quedase después de pagar los oficios por su alma, así como a sus acreedores, sería para su progenie. Sobre sus hijos, hacen mención especial sobre dos de ellos, el fraile y el hermano menor que le seguía en edad, Melchor Benavente, y que se encontraba “en Las Indias” 5 . Este último dato nos induce a pensar que muy probablemente este personaje emigraría a Venezuela al calor de su hermano, dato que aportamos para que investigaciones futuras hagan hincapié en el mismo.
    Desconocemos el destino de su familia en Berja, pues de los hermanos que quedaron en esta población sólo tenemos referencias del hijo mayor, Juan Benavente Molina, que casó el 13 de septiembre de 1665 con María Castro González, también natural de la localidad 6 .







    2.- la vida y obras del capuchino virgitano


    Óleo de Fray Diego José de Cádiz (1743-1801) beato capuchino
    Francisco Benavente Molina debió profesar muy jóven como sacerdote capuchino en el convento de Motril 7, desde donde asistió a diferentes casas de la orden hasta recalar en Cádiz. En aquella ciudad, conforme a la cédula real de mayo de 1657, lideró un grupo de cinco misioneros que partieron en el mes de junio a las Indias. A finales de agosto el grupo desembarcó en Cumaná (Venezuela), siguiendo rápidamente el plan de otras misiones capuchinas ya instaladas en la tierra. Entre sus primeras acciones de este eclesiástico estuvo la fundación de la población de Santa María de los Ángeles de Guácharo, primer asentamiento de capuchinos andaluces.
    Tras un tiempo en el oriente venezolano, en 1661 fray Pedro de Berja se traslada a Caracas, en donde organizó una expedición a los Llanos, trabajando en el río El Pao, en donde estaría hasta 1669, año en el que pasó al río Tirgua, donde fundó San Francisco del Tirgua. En ese año fue nombrado Superior de todas las misiones Capuchinas de los Llanos, fecha que abre una actividad inusitada del fraile, pues por un decreto del 27 de agosto de 1676 estos religiosos tenían autorización para fundar pueblos españoles en las provincias de Caracas y Cumaná. Así, conforme a esta tarea, en 1677 fue autorizado por el gobernador para fundar San Carlos de Austria (1678). Esta ciudad es excepcional, pues se tomó como modelo fundacional, dada la calidad de la posesión de tierras, nombramiento de autoridades, creación de parroquia e instauración del trabajo de los indios.


    Mapa de Venezuela que sitúa las misiones jesuítas la orden querelevó en importancia a los capuchinos.
    A estas alturas de su vida este fraile era una de las figuras claves de la orden en tierras venezolanas, tanto que en 1678 es nombrado Superior General de las Misiones de Padres Capuchinos de la Provincia de Venezuela. Tras una intensa labor, en 1690 dejó el curato de la villa de San Carlos para continuar su labor misional, objetivo que se frenó por la oposición de otras ordenes -franciscanos, dominicos y jesuitas- ávidas por conseguir encomiendas de indios.
    3.-Bibliografía
    El resumen muy apresurado de la vida de fray Pedro de Berja se ha extraído de las siguientes obras que profundizan sobre su obra y vida:


    * Carrocera, fray B. de:


    Misiones de los padres capuchinos: documentos del gobierno central de la unidad de la Rosa en la explotación, población…evangelización…de las antiguas provincias españolas hoy República de Venezuela… siglos XVII y XVIII y XVIII, dirigido por F. Rionegro, Pontevedra, 1929.Misión de los capuchinos en Cumaná, Caracas, 1958.
    Misión de los capuchinos en los Llanos de Caracas, Caracas, 1972.
    Misión de los capuchinos en Guayana, Caracas, 1979.
    Lingüística indígenas venezolana y los misioneros capuchinos, Caracas, 1981.


    * Matallana, fray B.: Labor de los padres capuchinos en la misión del Caroní, Caracas, 1945.
    * Morón, G.: Breve historia de Venezuela, Madrid, 1979.
    * Por Venezuela indígena de ayer y hoy: relatos de misioneros capuchinos en viaje por la Venezuela indígena, durante los siglos XVII, XVIII y XX, recopilación y notas de fray C. de Armellada, Alcalá de Henares, 1960.


    * Rionegro, F. Mª. de (O.F.M.):


    Relaciones de las misiones de los PP. Capuchinos en las antiguas provincias españolas, hoy República de Venezuela, 1650-1817: documentos inéditos de los siglos XVII y XVIII, Sevilla, 1918.Orígenes de las misiones de los PP. Capuchinos en América: documentos, 1646-1692, Pontevedra, 1930.


    * Rumazo González, A. y J. Carrillo Moreno: Personajes ilustres de Venezuela, Caracas, 1968; Relaciones históricas de las misiones de padres capuchinos de Venezuela (siglos XVII y XVIII).




    Notas al pie


    1 No hay trabajos específicos sobre esta casa seráfica, no así referencias sobre temas específicos, tanto a la arquitectura de su iglesia y convento, como al hospital que regentó la orden. Vid. M.L. López Muñoz, “La fundación del hospital del Divino Pastor de Ugíjar y su relación con elhospital de Jesús Nazareno de Córdoba”, Actas del Congreso Internacional Cristóbal de Santa Catalina y las cofradías de Jesús Nazareno, Córdoba, 1991, t. I, pp. 233-249 y J. Sánchez Real, “La arquitectura de La Alpujarra: un patrimonio poco conocido”, Actas de las I Jornadas de Patrimonio de la Alpujarra. Legado arquitectónico y turismo rural, Almería, 2000, pp. 61-98.


    2 La orden de los franciscanos menores capuchinos se creó en 1525, segregándose del tronco de los hermanos menores observantes para volver a reivindicar los humildes comienzos en eremitorios y pequeños conventos. En 1528 recibieron de manos del papa Clemente VII la bula Religionis Zelus, por la cual nacía la orden. Entre otras cosas, se les concedió vestir el hábito marrón con capucho largo y piramidal y llevar barba, como signo de pobreza, sencillez y austeridad, además de las sandalias y el cordón característico de la orden seráfica. Así, para evitar contradicciones, rápidamente establecieron una legislación concreta en la que fijaron modelos concretos para sus iglesias, que debían ser "pequeñas, pobres y honestas (…), según la santísima pobreza”. Su apostolado caritativo y social les hizo penetrar rápidamente en las clases humildes, siendo conocidos como “frailes del pueblo”. Para el caso granadino no hay estudios de historia específicos, remitiendo al lector para mayor conocimiento de esta orden, a las publicaciones periódicas más conocidas de la misma: Monumenta Histórica; Biblioteca Seeraphica-Capucina y Colectanea Bibliographica Franciscana.


    3 Los Benavente provenían de Medina de Río Seca, quienes se asentaron en la villa en la cabeza de Juan Benavente, posiblemente padre o abuelo del que aludimos con idéntico nombre. Los Molina eran originarios de Linares, donde se asentaron en cabeza de Gonzalo de Molina el viejo [V. Sánchez Ramos, “El origen de los repobladores de Berja (siglo XVI)”, Farua, 3 (2000), p. 64.]. Este último personaje –probablemente padre o abuelo de la aludida- se hizo famoso en la localidad por negociar con dos ermitaños la venta del Santuario de Ntra. Sra. de Gádor [V. Sánchez Ramos, María Santísima de Gádor. 400 años de historia mariana, Almería, 1994, p. 58].


    4 De su aceptación en la localidad da cuenta, por ejemplo, la familia Marín, linaje que contó prácticamente en dos generaciones con tres miembros ordenados: fray José Marín y sus sobrinos carnales (hijos de su hermano Bartolomé Marín Villalobos), fray José de Berja y fray Nicolás de Berja. Vid. V. Sánchez Ramos, “Los Marín: de La Alpujarra a Almería”, Revista de Humanidades y Ciencias Sociales del I.E.A., 19 (2003-2004), p. 191 y 201.


    5 Archivo Histórico Provincial de Almería, P-679, ff. 381r-382v.


    6 Hija de Antón Castro de la Peña y de Quiteria González, ambos naturales y vecinos de Berja. Archivo de la Curia Eclesiástica de Granada, Expedientes Matrimoniales, Leg. 1681-C


    7 El convento de Motril fue erigido en 1641 y estuvo muy relacionado con el convento de
    Granada (fundadoen 1614). Vid. E. Chacón Cabello O.F.M.,"Fundaciones conventuales de la antigua provincia franciscano-capuchina de Andalucia",enloscapuchinos y la Divina Pastora, Córdoba, 2004, p. 214.



    Berja, 1629-San Carlos de Austria 1704
    La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.

    Antonio Aparisi

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    Re: Gobernación y Diócesis de Venezuela

    Mapa de la Gobernación y Diócesis de Venezuela:






    La Jurisdicción Civil de la Gobernación llegaba hasta la Provincia de Maracaibo. La Provincia de Maracaibo y las Islas de Aruba, Curazao y Bonaire, antes de pasar a los holandeses, pertenecían al Obispado de Venezuela.
    Imágenes adjuntadas Imágenes adjuntadas
    Última edición por Michael; 15/05/2015 a las 21:00
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    Antonio Aparisi

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    Re: Gobernación y Diócesis de Venezuela


    La Iglesia crece en Venezuela: Nueva vicaría en gran barrio de Petare



    La Congregación Apostólica de Marta y María asume la vicaría San José para un sector que parece olvidado



    24.03.2015






    Para nosotros es un reto trabajar en estos sectores que parecen olvidados, y donde imperan las necesidades materiales y espirituales”, dijo la hermana Bernarda Galicia Cruz, quien en compañía de cinco religiosas de la Congregación Apostólica de Marta y María, originaria de Guatemala, asumió el 22 de marzo la recién creada vicaría “San José”, asentada en Petare, el barrio más grande de América Latina.

    La responsabilidad fue asignada por el arzobispo de Caracas, el cardenal Jorge Urosa Savino, según leyó en el decreto de creación el sacerdote operario Luis Josué Chaparro, responsable de la parroquia de Sagrado Corazón de Jesús, de la cual brota la nueva vicaría.

    Al principio nos vinimos con mucho susto, pero con mucha fe, arriesgando nuestras vidas porque sabemos que estamos haciendo un bien para las comunidades”, dijo la religiosa, cuyo menudo tamaño no le negó el gran corazón y empuje misionero que despliega en las apretadas calles de estos conglomerados humanos.

    Las religiosas llegaron a este sector el 15 de junio de 2014, recordó la Hermana Bernarda, cuyas palabras también trajeron a la memoria a Madre Ángela Eugenia Silva Sánchez, fundadora de la congregación, quien “tuvo la dicha y el honor de caminar por las escaleras, visitando las capillas y las comunidades”.

    Los pies de ella han quedado marcados en esas escaleras. La santidad de esta mujer es la que a nosotros nos da fuerza, valor y entusiasmo para trabajar en los lugares más escondidos del mundo”, señaló la religiosa guatemalteca.

    Allí donde hay mucho miedo, es la fortaleza de Dios la que nos conforta”, acuñó la Hermana Bernarda, dejando abierta la posibilidad de que en esta Semana Santa su labor misionera sea un claro testimonio de Jesucristo en estas tierras de Venezuela.

    Pedirle más obreros al Señor

    Monseñor Fernando Castro Aguayo fue el responsable de presidir la Eucaristía en la que se leyó al decreto de creación de la vicaría. “Antiguamente era conocida como ‘Centro de Evangelización Barrios Unidos’, habiendo sido fundada por los Salesianos de Don Bosco”, recordó el obispo auxiliar de Caracas durante la homilía.

    Indicó que la Congregación de Marta y María estará encargada de los trabajos pastorales de la zona, que comprende no menos de quince barrios y sectores. “En un futuro ésta pudiera ser una nueva parroquia”, dijo. “Petare necesita otras quince parroquias, pero debemos pedirle al Señor que envíe más obreros a la mies”, acotó.

    Por su parte, el padre Luis Chaparro, también arcipreste de la zona, reconoció que esta creación es consecuencia del trabajo aportado por muchos religiosos, religiosas y laicos desde hace 42 años, cuando los salesianos se vincularon con los vecinos.

    Es un"pueblo pobre, olvidado, maltratado, humillado muchas veces, ajusticiado sin razón o con razón, en el que muchos hombres son víctimas de la violencia en nuestro sector, pero hoy podemos decir que tenemos una buena noticia”, expresó el operario.

    La Congregación Apostólica Marta y María fue fundada por monseñor Miguel Ángel García Aráuz y la Madre Ángela Eugenia Silva Sánchez en 1979 en la diócesis de Jalapa de Guatemala.

    Comentó la Hermana Bernarda que los fundadores distinguieron al Instituto con el nombre de Marta y María (las hermanas de Lázaro), según los dos principios que rigen sus vidas: la contemplación de los misterios divinos, presentes en María; y la acción apostólica en el servicio a los semejantes, asociados a Marta.

    El barrio más grande de Latinoamérica

    Petare es un pueblo del estado Miranda, en Venezuela, fundado el 17 de febrero de 1621, por el capitán Pedro Gutiérrez de Lugo y el padre Gabriel de Mendoza, teniendo su acta de nacimiento como Dulce Nombre de Jesús de Petare.

    Aun cuando conserva su casco colonial para dar cuenta de una historia propia, desde hace mucho tiempo dejó de ser un pueblo según el concepto tradicional, para convertirse en la barriada más grande de América Latina, agrupando más de cuatrocientos barrios y poco más de un millón de habitantes.

    Actualmente está conformado por nueve parroquias eclesiásticas, y la más antigua se llama “Dulce Nombre de Jesús”, siendo fundada en 1704. Una más reciente, de 1964, llamada “Sagrado Corazón de Jesús”, tuvo el honor de ver crecer de sus entrañas a la nueva vicaría “San José”, ubicada en el sector “Primero de Noviembre”.

    http://m.aleteia.org/es/religion/not...09654953525248
    Última edición por Michael; 15/05/2015 a las 21:11
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    Re: Gobernación y Diócesis de Venezuela

    Capitanes Generales de Venezuela en la Epoca de la Colonia

    La epoca colonial comienza con el descubrimiento (o encuentro como se le ha dado por llamar ahora) en 1492 (1498 en Venezuela) y termina con la independencia en 1810.
    La primera parte de este período consiste básicamente en lo que se podría llamar La Conquista, es decir, la época de guerra contra los indígenas, que culminaron con el exterminio o masacre de nuestros aborigenes.

    La segunda parte del período colonial corresponde al desarrollo y población del territorio por parte de los españoles y negros y su mezcla con los indígenas. Durante el siglo XVI se calcula que arribaron a la Provincia de Venezuela unos cinco mil españoles y trece mil negros.
    Provincia de Venezuela o Caracas
    El nombre de Venezuela aparece por primera vez en 1500 en el mapa de Juan de la Cosa. En 1528 es utilizado para acotar un territorio que se da en capitulación a los Welzer. Desde ese momento depende de la Real Audiencia de Sto. Domingo. En 1717, cuando es creado el Virreinato de Nueva Granada, se adscribe a ésta, "por razones de congruencia". En 1723 se suprime el Virreinato y se decide que todo corra "según su antigua planta", pero el poder judicial se sigue ejerciendo en Bogotá. En 1726 se ordena, sin embargo, que Santo Domingo reasuma la jurisdicción de Caracas. En 1739 se restablece nuevamente el Virreinato neogranadino y se le agregan las provincias de Caracas, Maracaibo, Cumaná, Guayana, Río Orinoco, Trinidad y Margarita, sin embargo Caracas sigue dependiendo judicialmente de Sto. Domingo. Tres años después, en 1742, se vuelve a separar a Caracas de Sta. Fé, retornando a su antiguo estado de provincia exenta (dependiente exclusivamente de España), excepto en el orden judicial que seguía residiendo en Sto. Domingo.


    L as Provincias.-
    Al finalizar el siglo XVII las provincias que hoy conforman Venezuela eran las siguientes:
    Venezuela, que incluía lo que hoy son el Dto. Federal y los estados Miranda, Aragua, Carabobo, Lara, Falcón, Yaracuy, Trujillo, Cojedes y Portuguesa. El estado Zulia pertenecía también a la provincia de Venezuela hasta 1676, año en que se anexó a la de Mérida y La Grita. La provincia tenía gobierno metropolitano y capitanía general propios y dependía jurídicamente de la Real Audiencia de Santo Domingo.

    Margarita, actual estado Nueva Esparta. Dependía jurídica, política y militarmente de la Real Audiencia de Santo Domingo.
    Trinidad y Guayana, Isla de Trinidad (que en 1797 fue conquistada por los ingleses), el actual estado Bolívar, Amazonas y Amacuro. Tenía capitanía general propia y dependía de la Real Audiencia de Santa Fé (actual Colombia).
    Nueva Andalucía o Cumaná, actuales estados de Sucre, Anzoátegui y Monagas. Tenía gobierno político y militar propio y dependía jurídicamente de la Real Audiencia de Santo Domingo.
    Mérida y La Grita (luego Maracaibo), Los actuales estados Mérida, Táchira, Barinas, parte de Apure y Zulia. Durante el siglo XVII dependió política y jurídicamente de la Real Audiencia de Santa Fé. En lo militar dependía también de la misma Audiencia hasta 1622, pero de allí en adelante tuvo capitanía general propia.
    Capitanía General de Venezuela
    La palabra "Capitanía" refleja en sí misma el hecho que corresponde al ejercicio del poder militar. Así, en la creación de la provincia de Venezuela en 1528 al título de Gobernador que se le otorga a los Welzer, se le añade el de Capitán General, refiriéndose, sin dudas a su autoridad sobre el ejército.
    El antecedente de la organización de la provincia de Venezuela es la capitulación de 8 de junio de 1501 firmada con Alonso de Ojeda, en virtud de la cual, dos días después, se le extiende el título de Gobernador de la provincia de Coquibacoa, con lo que la Corona da un nuevo rumbo a la expansión colonizadora, separándola de las manos de Cristóbal Colón y orientándola a la búsqueda de la ruta de la especiería, del acceso al mar del sur.

    La jurisdicción concedida a Ojeda abarca desde el Cabo de la Vela hasta Maracapana. Al oeste se extiende más allá de la península de la Guajira, lindando con la gobernaciónde Santa Marta hasta 1681, cuando la jurisdicción de la ciudad de Maracaibo, que incluye el área de la hoya del lago, es anexada a la provincia de Mérida y La Grita, y pasa a depender de la Audiencia de Santa Fe.

    Arriba a Coro el 24 de febrero de 1529 al frente de una escuadra formada por tres navíos y una carabela con soldados reclutados en España y Santo Domingo. Allí estaba Juan de Ampíes poblado desde 1527. Su autoridad proviene de la capitulación firmada entre el Rey y los banqueros alemanes llamados Belzares el 27 de marzo de 1528 con el objeto de explorar y poblar los ignotos territorios recién descubiertos; son ellos quienes eligen de entre sus filas al Gobernador, designación posteriormente formalizada por la Corona.
    Hasta principios de agosto de 1529, ordena el gobierno y dota a la ciudad de cabildo, a cuyo cargo deja a su teniente Luis Sarmiento y emprende su primera expedición durante la cual, en busca del mar del sur, establece el núcleo de lo que será Maracaibo, explora la península de la Guajira y vuelve a Coro en junio de 1530. Durante su ausencia llegan a la ciudad en enero Nicolás Federman y en abril Hans Seisenhoffer, quien sustituye a Sarmiento y luego entrega el mando al titular. Pero éste, enfermo, parte a Santo Domingo y deja encargado a Federman. Sanado, vuelve a Coro y encuentra que este último ha partido en una expedición no autorizada dejando al frente a Bartolomé de Santillana.
    Esta es una recopilacion donde se han seleccionado todos los Gobernadoredes de provincia desde que España asumio el mando de los territorios descubiertos por Cristobal Colon, empezando con Juan de Ampies cuando por orden de la Corona le entrego a Nicolas de Federman en representacion de los banqueros Alemanes llamados Belsares o Welsares y hasta la primera caida del imperio español el 19 de abril de 1810, en manos del Capitan General de Venezuela Vicente Emparan y Orbe.
    1. Ambrosio Alfinger
    En el año 1530, los socios de la empresa capitulada, Ehingers y Welsers, se separan y quedan sólo estos últimos dirigiendo la empresa, a cuya solicitud el Rey ratifica a Alfinger como titular del cargo e1 4 de abril de 1531, y en esta condición parte de nuevo al interior del país, e1 9 de junio llega a Maracaibo con 130 hombres a pie y 40 a caballo, toma rumbo a Valledupar, recorre el río Magdalena y alcanza Pamplona y Cúcuta. Pero muere en el trayecto el 1 de junio de 1533 y la expedición regresa por la vía del sur del lago con Pedro San Martín al frente, quien, una vez en Coro, con el apoyo del cabildo depone a Santillana y asume el control.
    Al año siguiente llega el obispo Rodrigo Bastidas como interino. En medio de este desbarajuste, el cabildo envía una representación a España para aclarar la situación que atraviesa la provincia. Seis meses después, Bastidas vuelve a Santo Domingo dejando a cargo a Alonso Vásquez de Acuña. En este período se reconoce el territorio, se estabiliza el reducido núcleo poblador de Coro y desaparece el poblado de Maracaibo. En particular, el teniente Federman, destacado capitán de estas primeras exploraciones y autor de una obra sobre el período,reconoce la altiplanicie de Lara y los llanos aledaños. El juicio de residencia del Gobernador revela que actuaba despóticamente tanto con sus subordinados como con los indígenas.
    2 Jorge de Espira
    Nombrado el 28 de septiembre de 1534, parte de Sanlúcar de Barrameda con 600 hombres, entre españoles, alemanes, flamencos y hasta ingleses. Arriba a Coro el 6 de febrero de 1535; parte en expedición al sur el 15 de mayo con 490 hombres, de los cuales regresan el 27 de mayo de 1538, sólo 150. Ha dejado encargado a Federman, quien a su vez, sale hacia los llanos a finales de 1537, cruza el Apure y el Meta y asciende a la meseta de Bogotá,
    donde coincide con Gonzalo Jiménez de Quesada y Sebastián de Belalcázar, llegados por otras vías. Allí firman un pacto el 17 de mayo de 1539, mediante el cual cede al primero de ellos el privilegio fundacional el 27 de abril y se retira a Cartagena, rumbo a España, de donde no volverá.
    Mientras tanto, el titular encuentra en Coro al juez de Residencia Antonio Navarro, quien lo suspende del mando. Sin embargo, a fines de 1538 es ratificado y muere en Santo Domingo el 11 de junio de 1540 mientras preparaba una nueva expedición. Lo sustituye el interino Juan de Villegas, a quien sucede el también interino obispo Bastidas, ambos nombrados por la Audiencia. Éste, a su vez, encarga a Felipe de Hutten, quien parte al interior con 50 hombres a pie y 100 a caballo mientras en Coro se alternan los interinos: Diego de Boiza, a comienzos de 1542, y Enrique Rembold, quien muere a inicios de 1544 dejando al frente a los alcaldes del Cabildo.
    Luego, la Audiencia designa el 25 de octubre de 1544 como juez de Residencia al licenciado Juan de Frías, quien nombra Teniente a Juan de Carvajal, fundador de El Tocuyo el 7 de diciembre de 1545, acontecimiento que significa un punto de inflexión en el curso histórico de la provincia: se inicia el proceso poblador y va quedando atrás la época de las exploraciones. El 24 de abril de 1546, Hutten, Capitán General por delegación de Bastidas, arriba a El Tocuyo, donde se enfrenta a su fundador, Gobernador por delegación de Frías. Este último embosca a aquél y lo asesina, acontecimiento con el cual se cierra el intenso e inestable ciclo inicial de la vida institucional de la provincia, dominado por los alemanes.
    3. Juan Pérez de Tolosa
    Licenciado, nombrado el 2 de septiembre de 1545, gobierna la provincia hasta su muerte en el Cabo de la Vela en diciembre de 1550. El 28 de mayo de 1546 está en Santo Domingo, el 11 de junio en Coro y el 20 de julio en El Tocuyo, donde inicia el proceso de residencia al interino Juan de Carvajal y a su teniente Juan de Villegas. El primero es condenado y se le ahorca el 16 de septiembre; el segundo absuelto, liberado de prisión y ratificado en el Cargo el16 de abril de 1547. Además, levanta un expediente sobre la azarosa gestión de los gobernadores alemanes que le precedieron.
    Juan de Villegas, quien en mayo de 1539 había sido Alcalde Mayor y Procurador del Cabildo de Coro y, durante la segunda mitad del año 1540, había asumido la gobernación como interino tras la muerte del titular Espira. La
    Audiencia de Santo Domingo lo ratifica al frente de la Gobernación, también como interino el 14 de junio de 1549 y el Consejo de Indias el 18 de junio de 1550. Permanece en el cargo hasta su muerte, posiblemente el 11 de agosto de 1553 en Nueva Segovia, ciudad fundada por él dos años antes. Parece ser que le sucede el interino Alonso Pérez de Tolosa.
    4. Alonso Arias de Villasinda
    Licenciado, nombrado el 4 de diciembre de 1551, toma posesión del cargo el 12 de junio de 1553 Y gobierna la provincia hasta su muerte, ocurrida en Coro en febrero de 1557. Durante su periodo combatió a los indios jirajaras. En 1553 mandó fundar la ciudad de Valencia; en 1554, la Villa de las Palmas en el Real de Minas de Buria, donde al año siguiente, se establece el pueblo de Nirgua; en 1556 ordenó el traslado de la ciudad de Nueva Segovia al valle del rio Barquisimeto.Después Gutierrez de la Peña es nombrado por la Audiencia con carácter de interino en 1558.
    5. Pablo Collado
    Licenciado, nombrado el 13 de febrero de 1558, arriba a Coro el 2 de agosto de 1559. Gobierna la provincia hasta el 24 de noviembre de 1561. Envió a Diego García de Paredes a someter a los indios cuicas en la región de Trujillo, y a Francisco Fajardo, Pedro de Mendoza y Juan Rodríguez Suárez contra los indios Caracas en el valle del río Guaire. Durante su gobierno incursionó en la provincia el "tirano» Lope de Aguirre con sus seguidores "marañones", con los cuales atacó Borburata, Valencia, Barquisimeto y otros pueblos más causando muertes y destrucción.
    6. Alonso Pérez de Manzanedo
    Licenciado, Regidor del cabildo y abogado en la Real. Audiencia de Santo Domingo, nombrado el 26 de octubre de 1561, arriba el 24 de noviembre siguiente a Coro. Hombre de avanzada edad, muere el 23 de junio de 1563, tras encargarse de mudar nuevamente el emplazamiento de Nueva Segovia, y tomar el juicio de residencia a Bernáldez, a quien la Audiencia elige nuevamente como interino después de un breve periodo durante el cual se encargan los alcaldes del cabildo. Éste dedicó sus esfuerzos a combatir la oposición indígena que impedía ocupar el valle de Caracas.
    7. Pedro Ponce de León
    Nombrado en 1564, asume el gobierno provincial e1 8 de mayo de 1566 hasta el 23 de junio de 1569. Durante este período, Borburata Y Coro son atacados por corsarios extranjeros, los que actúan ante las escasas defensas con que cuenta la provincia, además se dedican activamente al contrabando. Los hechos resaltantes de su gestión son la fundación de Caracas en 1567, por su teniente Diego de Losada, y de la Ciudad Rodriga de Maracaibo por Alonso Pacheco a mediados de 1569. Le suceden primero los alcaldes de las ciudades y luego el interino enviado por la Audiencia Francisco Hemández de Chávez.
    8. Diego de Manzariegos
    Fundador de Chiapas y gobernador de Cuba hombre de avanzada edad gobierna la provincia entre el 5 de diciembre de 1570 y el 8 de mayo de 1576. Pasa los dos primeros años de su periodo en coro pero durante el resto se instala en Nueva Segovia de Barquisimeto. En una comunicación el rey de 29 de octubre de 1671 le informa que la extensa provincia cuenta solo con ocho pueblos de españoles 500 vecinos y cien indios. Tenido por buen administrador, se preocupó por hallar rutas de comunicación entre el lago de Maracaibo y el nuevo Reino de Granada, hacia Pamplona por vía fluvial y hacia Río de el hacha por tierra; solicita que vengan navíos a las costas de la provincia, misioneros para atender la indiada, esclavos para minas y obrajes, y elementos de defensa contra los corsarios. El 21 de febrero de 1576 convocó en Nueva Segovia un encuentro de los procuradores de los cabildos de la provincia.
    9. Juan de Pimentel
    Toma posesión del cargo en el pueblo de Caraballeda e18 de mayo de 1576. De inmediato se traslada a Caracas e inicia desde allí el juicio de residencia a las autoridades que le precedieron. En lo sucesivo los gobernadores de la provincia despacharán desde Caracas, convertida así desde entonces en la indiscutida capital del territorio provincial y luego republicano sin solución de continuidad. En una carta al Rey afirma que allí debe establecerse el gobierno provincial porque en «esta provincia de Caracas y término desta ciudad se saca oro aunque poco es más que todo lo desta gobernación». Terminado su periodo, permanece en ella, donde se casa con una hija del gobernador Luis de Rojas llamada María Guzmán, quien fallece al dar a luz a su primer hijo. Protegió a los indios de los abusos de los encomenderos, recorrió la provincia e inventarió sus recursos. Estimuló las comunicaciones con el exterior: prosiguió la búsqueda de una vía fluvial de acceso al Nuevo Reino desde el sur del lago deMaracaibo, tarea encargada a Juan Guillén de Saavedra, y de una terrestre desde el norte; e impulsó el proyecto de proveer a la provincia de una flotilla de galeras para recorrer las costas hasta Santa Marta. Apoyó decididamente las actividades eclesiásticas y misionales. Gobernó hasta el 21 de noviembre de 1583; al tomársele la residencia no se hicieron cargos en su contra. Hombre piadoso, pasó sus últimos años en las órdenes sagradas», es decir, recluido en un monasterio.
    10. Luis de Rojas
    Gobernador de Santa Marta, asume el cargo en Caracas el 21 de noviembre de 1583 hasta mediados de 1589. Durante su gestión se enfrentó al cabildo cuaqueño, a la Audiencia y al clero. Se dedicó especialmente al arreglo y ornato de Caracas. Enfrentó sublevaciones de negros cimarrones y de indios. Envió a Garci González de Silva al sur contra los caribes de los llanos del Guárico y a Cristóbal Cobo al oriente contra los cumanagotos de la depresión del Unare. En comisión suya, Sebastián Díaz de Alfaro funda San Sebastián de los Reyes en 1585. Parece ser que, después de culminar su período, estuvo preso por algún tiempo; permanece en Caracas, donde muere poco antes de septiembre del año 1600.
    11. Diego de Osorio
    Contando con 15 años de servicios en Flandes y en las galeras de Italia y España, se desempeñaba militarmente en Santo Domingo cuando fue nombrado Gobernador, el 24 de diciembre de 1588. Asume el cargo en Caracas a mediados de 1589 Y lo ejerce durante más de ocho años, hasta el 7 de abril de 1597. Llega a Tierra Firme blindado por el Rey, quien mediante Real Cédula de 5 de febrero de 1589 lo exime del juicio de residencia.
    En la primera relación de la provincia que envía al soberano señala que cuenta con nueve pueblos de españoles y unos 40.000 indios. Destaca capitanes contra los de occidente, donde halla la vía fluvial que comunica al lago de Maracaibo con Pamplona; enfrenta personalmente el levantamiento de 1591 de los de Nirgua, que asaltaron la expedición de Garci González de Silva hiriendo a éste, y rechaza el intento de invasión a la capital del pirata Amias Prestan en 1595.
    Bajo su gestión se fundan el puerto de La Guaira en 1589 y la ciudad de Guanare en 1591. Estableció los regidores perpetuos en el Cabildo de Caracas, ordenó archivos, dictó ordenanzas, repartió tierras, asignó ejidos y congregó indios en pueblos de doctrina, esto es, con cabildo propio y cajas de comunidad. El 13 de junio de 1596 fue ascendido al designarsele Gobernador de Santo Domingo y Presidente de su real Audiencia. Murió allí en 1601.
    12 Gonzalo de Piña Ludueña
    Gobierna la provincia desde e17 de abril de 1597 hasta el 28 de marzo de 1600, cuando muere en el ejercicio del cargo. Realizó una visita a las para entonces once ciudades de su jurisdicción y adelantó gestiones ante la Audiencia de Santo Domingo para reservarse el nombramiento de sus tenientes en ellas. Tras su muerte se encargan del gobierno caraqueño los alcaldes ordinarios y luego del de la provincia el interino designado por la Audiencia Alonso Arias Vaca, hijo del gobernador Alonso Arias de Villasinda, quien ejerce el cargo desde Coro donde se desempeñaba como Teniente de los sucesivos gobernadores desde hacía 22 años.
    13. Alonso Suárez del Castil1o
    Con 30 años de servicio en Indias, durante los últimos se desempeñaba en la provincia de Margarita como Procurador General de sus cabildos y de las granjerías de perlas. Arriba a La Guaira el 25 de julio de 1602 Y el día 28 siguiente aparece en Caracas ante el cabildo a tomar posesión del cargo, en cuyo ejercicio se mantiene durante poco menos de un año, hasta el 21 de junio de 1603, cuando muere mientras se encontraba en Barquisimeto.
    14. Sancho de Alquiza
    Capitán de la Armada en Bretaña y luego en Indias, ha estado en La Habana y en Cartagena como Sargento Mayor. Asume el cargo en Maracaibo e17 de febrero de 1606 hasta el 1 de junio de 1611. En la región del lago declara una guerra sin cuartel contra los indios zapatas, a cuyo cargo deja a Juan Pacheco Maldonado; en Trujillo, entonces la segunda ciudad más poblada de la provincia, intenta organizar a los cuicas en pueblos; somete a los de Nirgua y arriba a Caracas. Allí adelanta objetivos municipales como el acueducto de la ciudad; pone especial celo en reorganizar la Real Hacienda, descuidada por el anciano Simón de Bolívar, embargando bienes y llevando a prisión a ricos hacendados y miembros del cabildo que adeudan cuantiosas sumas.
    15. García Girón
    Gobierna la provincia desde e11 de junio de 1611 hasta el 15 de junio de 1616. Enfrentado el recurrente problema de los «levantiscos» indios de Nirgua, envía al capitán Gaspar de Silva con instrucciones de usar, en lugar de la violencia, medios diplomáticos para su pacificación, lo cual parece no haber dado resultados. En el juicio de residencia que hace a su predecesor asegura que éste exterminó gran parte de la población indígena de la provincia, por lo cual no se trabajan las minas y la provincia se halla pobre y acabada. Enfrentó también la hostilidad del obispo Fray Diego de Bohórquez. Se esforzó en poner al día la siempre problemática Real Hacienda y en fomentar la agricultura.
    16. Francisco de la Hoz Berrio
    Hijo del fundador de Guayana y nieto del creador del Nuevo Reino de Granada, asumió el cargo el 15 de junio de 1616 Y dejó al frente del gobierno regular en Caracas a su teniente Pedro Gutiérrez de Lugo el 16 de septiembre siguiente, mientras comienza una visita general que duró durante el resto de su periodo, hasta el 14 de julio de 1621. Este Gobernador itinerante ordena la Hacienda, mantiene buenas relaciones con el nada fácil obispo Bohórquez y su sucesor, fray Gonzalo de Angulo, y sobre todo emprende un proceso de institucionalización de la condición indígena: fundó, o refundó, 50 pueblos de indios y constituyó una Junta Redactora de unas Ordenanzas que regulaban su vida pública, compuesta por representantes de cada una de las 10 ciudades más importantes de la provincia, que, reunidos en Trujillo e1 9 de marzo de 1621, sancionan tales provisiones. Allí se halla todavía el Gobernador al momento de la llegada de su sucesor.
    17. Juan Tribiño Guillamas
    Designado el 5 de diciembre de 1620, tomó posesión del Cargo ante el Cabildo de Caracas el 14 de julio de 1621, en el que estuvo hasta su muerte, ocurrida menos de dos años después, el Lunes Santo 10 de abril de 1623. Ese día asumieron el gobierno los a1caldes ordinarios de Caracas. Mientras tanto, la Audiencia de Santo Domingo designó como interino a Diego Gil de la Sierpe, quien apareció el 12 de septiembre siguiente en Coro y en noviembre estaba en Caracas, donde el cabildo lo desconoce, reduce a prisión y remite a España, asumiendo nuevamente el gobierno. El edil líder de esta rebelión es Alonso Félix de Aguilar, casado con una hija del entonces anciano pero aún influyente Garci González de Silva.
    18. Juan de Meneses y Padilla
    Marqués de Marianela, Caballero de la Orden de Santiago, Gentilhombre del Archiduque Alberto, entre otras cosas; nombrado Gobernador en Madrid el 27 de octubre de 1623. El acontecimiento público más importante de este período fue, sin duda, el allanamiento y pacificación del territorio de Nirgua, secular, costoso y difícil problema enfrentado por los gobernadores venezolanos prácticamente desde un siglo atrás,
    19. Francisco Núñez Meleán
    Nombrado e1 9 de abril de 1629, asume el gobierno provisional el 19 de junio de 1630. Días antes, el 28 de mayo, solicita que la Audiencia se abstenga de tomar residencia durante su gestión. Hombre de mar, en 1631 organiza y despacha una escuadra para buscar a los holandeses que se habían apoderado de la isla de la Tortuga. Organizó y fomentó la explotación de las minas de cobre de Cocorote y Aroa, para lo cual solicitó a España herramientas y fundidores desde 1633. Se querella con el obispo Gonzalo de Angulo, a quien acusa ante la Audiencia por excederse en sus funciones y por negarse a residir en su iglesia catedral de Coro. Muerto éste a fines de año, lo sustituye Juan López Agurto de la Mata, quien traslada definitivamente la sede del Obispado, esto es el gobierno eclesiástico, a Caracas.
    20. Ruy Fernández de Fuenmayor
    Capitán nombrado en 1636, asume el gobierno de la provincia un año después, el 28 de octubre de 1637 y se mantiene en el cargo hasta el 23 de marzo de 1644. Su período se caracteriza por la lucha contra los piratas, que invaden el lago de Maracaibo en 1640 y 1643, Y La Guaira en 1642. También enfrentó una tenaz oposición del obispo fray Mauro de Tovar, conflicto que alcanzó proporciones escandalosas. Además tuvo encuentros con el fiscal de la Audiencia Francisco de Alarcón, quien todavía en marzo de 1638 se encontraba en la provincia tomando la residencia de su antecesor. A las dificultades de su gestión se añadió un hecho natural: el terremoto de la mañana del martes 11 de junio de 1641, cuyos efectos obligaron al Cabildo de Caracas a sesionar en el pueblo de Chacao el día 15 siguiente, «por no haber otra parte por estar la ciudad asustada con el temblor». Ya este Gobernador había tenido problemas con el cuerpo edilicio de la capital sobre las preeminencias que éste se negaba a guardarle, según consta en una información que remitió a la Audiencia el 15 de junio de 1639. En el ejercicio del cargo contrajo matrimonio con la caraqueña Leonor Jacinta Vásquez de Rojas.
    21. Marcos Gedler y Calatayud
    El 28 de enero de 1643 se expidió en Madrid, España, el título de Gobernador y Capitán General a Calatayud; en ese mismo día se le nombró Juez de Residencia. Gedler y Calatayud se presenta en Maracaibo el 29 de febrero de 1644, para luego dirigirse a Caracas, donde no será sino hasta 1645 cuando será recibido por el cabildo capitalino. la noticia de la llegada de Gedler y Calatayud es motivo de nuevos conflictos y enfrentamientos con fray Mauro de Tovar, el irascible señor Obispo. El 16 de marzo de 1644 el cabildo hace constar en su Libro de Actas cómo el depositario general Domingo de Vera Ibargoyen da la noticia de que el nuevo Gobernador "había llegado a la laguna de Maracaibo se esperaba llegase a esta ciudad con brevedad". De tal modo, el Procurador General Melchor de la Riba fue enviado a hablar con el Obispo para pedir le "diese licencia para que los oficiales de carpintería y albañilería y peones que están ocupadas en la fábrica de una casa que este cabildo está fabricando para la vivienda de dicho señor don Marcos Gedler y Calatayud y sala de Cabildo pudiesen trabajar los días festivos, mediante a la brevedad de tiempo ya que este Cabildo no ha podido acudir al reparo de las que cayeron con el terremoto por no tener recursos propios para costearlas. "El Obispo se niega y agrega a la negativa" que cuando este Cabildo quisiere pedirle algo le enviasen unos emisarios porque lo contrario era muy grande desvergüenza, porque cuando no fuera por Obispo, por fray Mauro de Tovar se le debía, esto enojó de tal manera a los capitulares que deciden presentar queja al Rey "pidiéndole el remedio con todo encarecimiento como lo esperan de su Real mano, que a no hacerla así largarán sus oficios, pues, por lo particular de quien es cada uno de los capitulares, no padezcan los ultrajes que han merecido en diferentes ocasiones.» El período de Gedler, por lo tanto, se mantiene con una fuerte pugna entre el Gobernador y el Obispo, conflictos que venían desde los tiempos del gobernador Ruy Fernández de Fuenmayor, continuarán hasta 1653 cuando trasladan al polémico Obispo a la provincia de Chiapas (México), no sin demostrar, hasta el último momento su enfado y animadversión por los gobernantes y pobladores de estos parajes.
    22. Pedro de León Villarroel
    Fue nombrado en Madrid, para sustituir a Gedler y Calatayud, el 21 de enero de 1649 Villarroel tomó posesión el 24 de abril y gobierna hasta su muerte ocurrida el 14 de julio de 1651. El cabildo, al que una noticia como esta no dejará de agradarle por la posibilidad cierta de asumir el gobierno, informa del hecho: «a esta hora, que serán las cuatro y media de la tarde ha muerto, y fallecido el señor Maestro de Campo Pedro León Villarroel, Gobernador y Capitán General que ha sido de esta Provincia, como se está viendo por vista de ojos; y en conformidad de la Real Cédula en Toledo, a ocho de diciembre de mil y quinientos y sesenta años, les está cometido en el caso presente el gobierno de esta ciudad y su jurisdicción, que se les hace saber a los señores capitulares para que les conste.» En tal sentido, toman posesión del gobierno los alcaldes Bernabé de Silva y Juan del Corro, quienes gobiernan hasta diciembre; luego se nombra a los capitanes Agustín Gutiérrez de Lugo y Tomás de Gresala y Aguirre, quienes gobiernan hasta mayo. La Real Audiencia nombró como interino al capitán y sargento mayor Diego Franco de Quero, quien tomó posesión el lunes 13 de mayo de 1652; este Gobernador interino se encuentra al frente del cabildo el 16 de septiembre de 1653, pero ya no está para el 29 de diciembre, cuando --consta en el Libro de Actas Capitulares- se encargan nuevamente del gobierno los alcaldes Gonzalo de los Ríos Almendáriz y Melchor de la Riva Herrera.
    23. Martín de Robles Villafañe
    El Consejo de las Indias, en su reunión acostumbrada, decide proponer como sustituto de Gedler y Calatayud, una terna de personas de renombre: en primer lugar Martín de Robles Villafañe, en segundo a Enrique de Ávila y en tercero a Franz de Guzmán Toledo; para que sea el Rey quien tenga la última palabra. Villafañe arribó a La Guaira el 9 de agosto de 1653 y es recibido por el cabildo de Caracas el 13 de junio de 1654, en particular por los alcaldes Luis Arias Altamirano y Pedro Hurtado de Monasterios quienes tenían a su cargo el gobierno. Según José de Oviedo y Villafañe gobernó hasta su muerte el 20 de octubre de 1655.
    24. Pedro de Porres Toledo y Vosmediana
    Entre tres candidatos nuevamente se hizo la elección del nuevo Gobernador de Venezuela; Francisco de Castro, Juan de Salamanca y pedro de Porres Toledo, de los que salió favorecido el último. El título se le expide en Madrid el 14 de diciembre de1656 para sustituir a Robles Villafañe. Antes de su partida de Sevilla se informa al Consejo de Indias la llegada de don Luis de Quesada, quien venía de Venezuela con las quejas de los cabildantes acerca de las arbitrariedades del gobernador interino Vera y Moscoso; el Consejo envía despacho al Oidor de la Audiencia de Santo Domingo para que averigüe el caso y, simultáneamente, el gobernador Porres Toledo se enrumba a La Guaira. El 22 de julio de 1658, se anuncia la llegada de Porres a La Guaira y el 26 del mismo mes (rápidamente por el suceso con el interino Vera y Moscoso) se dirige a Caracas para presentar sus títulos ante el cabildo de Caracas; recibe del interino Vera, sin mayores adulaciones, la insignia Y el bastón de mando que retendrá hasta el 20 de diciembre de 1664. No fueron pocos los problemas de este Gobernador; consta que en su período hubo pestes, plagas, y sequías, lo que no sería un obstáculo para que Porres Toledo gobernara eficientemente y enfrentara las calamidades.
    25. Félix Garci González de León
    Como ya era costumbre, el Consejo de Indias (el 5 de diciembre de 1662) solicita una terna para decidir quién será el nuevo Gobernador en sustitución de Porres Toledo; de esta elección se sabe que fue hecha por voto secreto, por lo que no se conoce sino sólo el nombre de quien fue elegido definitivamente: el almirante don Félix Garcí González de León, Caballero de la Orden de Santiago. El nuevo Gobernador llegó a Caracas el 20 de diciembre de 1664 e inmediatamente tomó posesión ante el cabildo de Caracas. Gobernó la provincia de Venezuela hasta e1 9 de octubre de 1669. Como dato curioso podemos mencionar que el título de González de León será de los últimos documentos firmados por Fernando de Villegas.
    26. Fernando de Villegas
    El nuevo Gobernador ostenta el cargo de Contador, Juez Oficial Perpetuo de la Casa de Contratación de Sevilla y el título de Caballero de la Orden de Santiago, por lo cual le fue asignado el cargo de Gobernador y Capitán General de la provincia de Venezuela en Madrid el 2 de agosto de 1668, lo que incluye un préstamo de cincuenta mil pesos que Villegas le hizo a la Real Hacienda el 28 de febrero del mismo año. Villegas habría de tomar posesión del gobierno, por lo que decide esperar en Valencia la culminación del periodo de Garcí González de Leon; sin embargo, el propio Gobernador saliente, expide un auto explicando cómo el breve tiempo que queda no amerita la espera, pues los caminos están intransitables por el invierno y su esposa se encontraba enferma, por eso «cede en caso necesario (...) los pocos días que faltan de correr del tiempo de su gobierno para que dicho recibimiento (de Villegas) tenga toda justificación y ser lo que más conviene al Real servicio». El cabildo acepta la explicación y nombra comisarios para visitar al nuevo gobernante, quien se incorpora entonces al cargo, el 9 de octubre de 1669. En el año 1671, el Gobernador debe enfrentar personalmente un hecho que escandalizaría la provincia; un motín se presentó en la ciudad de Carora por parte de los vecinos, quienes se sentían ofendidos por los abusos de autoridad del Alcalde, por lo cual le dieron muerte. Villegas solucionó el conflicto y regresó inmediatamente a Caracas para atender la defensa del puerto de La Guaira, que se encontraba ante un ataque pirata. Fuera de estos sucesos prevaleció la armonía en la provincia.
    27. Francisco Dávila Orejón Gastón
    El Caballero de la Orden de Santiago Orejón Gastón fue nombrado en Madrid el 31 de mayo de 1673 y fue recibido por el cabildo caraqueño el 11 de septiembre del mismo año. Allí presentó los dos títulos que le habían expedido por separado: el de Gobernador y el de Capitán General. Gobernará hasta su muerte ocurrida el 13 de septiembre de 1674 en la Guaira, sucediéndole los alcaldes como era la costumbre para el resto del año, con jurisdicción en las ciudades respectivas. El juicio de residencia de este Gobernador fue llevado por su esposa, la que defendió la gestión a capa y espada», por lo que quedó indemne según la Real Cédula de 18 de septiembre de 1676. Estos alcaldes, junto a Pedro Ruiz de Arguinzonis y Nuño de Freitas, quedan sucesivamente al mando del gobierno de forma interina, hasta julio de 1677 cuando llega el Gobernador titular. Este conflicto se resolverá provisionalmente con una Real Cédula en la que se ordenaba a virreyes, presidentes y obispos informar de inmediato las vacantes de oficios.
    28. Francisco de Alberto
    Se le proveyó el título en Madrid el 11 de agosto de 1675, por su calidad de juez Oficial dé la Casa de Contratación de Sevilla y Veedor de su Audiencia, además de su título de Caballero de la Orden de Santiago y por un donativo de veintiocho mil pesos a la monarquía. Alberto llegó a la Guaira e16 de julio de 1677 y fue recibido por el cabildo de Caracas el día 13 Y gobernará hasta el 22 de diciembre de 1682. El 26 de junio de 1680 se presentó en las costas de la Guaira el pirata francés Grammont, quien logró desembarcar y tomar el puerto. El Capitán Juan de Laya Mujica, Comandante del fortín del Salto de Agua, le hace frente y se convierte en el héroe de la jornada, pues el castellano Cipriano de Alberto hijo del Gobernador y 150 hombres de artillería habían sido hechos prisioneros. El Gobernador mismo llegó a la batalla, cuando el pirata, herido, se marchaba con sus barcos veleros.
    Dos noticias ocupan la opinión pública del momento: el 14 de enero de 1682, se le concede licencia al Gobernador Alberto para casar a sus dos hijos en la provincia, a pesar de que expresamente las leyes prohibían este hecho; a su vez el 8 de febrero la secretaría de Cámara expide un despacho al Obispo para que se le cobre al Gobernador y a los Oficiales Reales una multa por haber permitido despachar y registrar un navío de tráfico comercial de un don José de Castro. Señales claras de que los Gobernadores no eran dictadores ni todopoderosos, además de que existía un equilibrio de poderes que permitía su vigilancia y control.
    29. El marqués de Casal
    Llega a la Guaira el 16 de marzo de 1688 y toma posesión del gobierno en Caracas el 19 de marzo. En pleno ejercicio de su cargo se le otorga el título de Maestre de Campo, el 27 de agosto de 1690, lo que da ciertos indicios de la calidad de los individuos que ejercieron el gobierno en la provincia de Venezuela. Gobernará hasta el 19 de mayo de 1692, cuando el Oidor de la Audiencia de Santo Domingo lo destituyó ante el Cabildo de Caracas donde fue recibido con autorización del Consejo de Indias. la salida de este Gobernador se relacionó con los excesos que cometió por lo que se ganó la animadversión de los vecinospor la nueva política de intervención. El nombramiento de los regidores por parte de los gobernadores de las provincias. El choque con el cabildo se había suscitado en enero de 1690 cuando este cuerpo elige como a uno de sus dos alcaldes ordinarios a don Juan de Ibarra, el cual no fue reconocido por el marqués del Casal por considerar que el cargo era incompatible con la mayordomía de la Iglesia que igualmente ostentaba. Doble destino público diríamos hoy en día.
    30. Diego Jiménez de Enciso

    Designó en el cargo a don José Rengifo; al mismo tiempo el cabildo nombró a don Lorenzo de Villegas como Alcalde de la Santa Hermandad, el cual no aceptó. El Gobernador interino nuevamente, y de manera hábil, para nombrar por su cuenta al capitán Juan Martínez de Vil1egas, padre del renunciante. Además, en 1692, el cabildo estaba suspendido por orden de la Audiencia, por lo que el Gobernador nombró por auto a los alcaldes Juan de Ibarra y Diego Pantoja, al procurador general José de Brizuela y a los alcaldes de la Santa Hermandad Francisco Galindo y Alejandro Blanco.
    31. Francisco de Berroterán
    El 9 de junio de 1692, en Madrid, fue nombrado don Francisco de Berroterán «porque los achaques que padece el dicho don Esteban de Alfaro lo imposibilitan pasar a ejercer el referido gobierno de la Provincia. " Tomó posesión el 23 de diciembre de 1693 por una Orden Especial del 29 de julio en la que se le manda a asumir el gobierno, unque Bravo de Anaya esté todavía en su cometido. El gobierno de Berroterán se caracterizó por los aires de progreso y tranquilidad. Restableció la armonía en Caracas, luego del problema suscitado en el gobierno del marqués del Casal y de Bartolomé Bravo de Anaya. A su vez, se dedicó a las construcciones de infraestructura como las Casas Reales, el edificio de la Contaduria, una cárcel y un cuartel de milicias. También levantó un censo de población, regularizó los caminos con las ciudades del interior y fomentó la agricultura y la cría, además de organizar las milicias para la defensa contra los piratas. Por todo ello, fue premiado con el título de Marqués del Valle de Santiago. Berroterán decidió quedarse para el resto de sus días en Venezuela, se casó en segundas nupcias el 23 de diciembre de 1700 en Turmero con Luisa Catalina de Tovar y Mijares de Solórzano.Murió el 20 de diciembre de 1713, luego de haber ejercido un interinato de la Gobernación de Venezuela entre noviembre de 1705 y mayo de 1706.
    32. Nicolás Eugenio de Ponte y Hoyo
    Caballero de la Orden de Calatrava, fue recibido por el cabildo caraqueño e1 9 de abril de 1699 y había sido nombrado en Madrid el 28 de noviembre de 1692. Ponte y Hoyo, canario de nacimiento, gobernará hasta 1703, cuando aquejado de demencia fue declarado por el cabildo incapaz para el ejercicio de sus funciones. Murió en Caracas el 18 de mayo de 1705. Durante el curso de su enfermedad los alcaldes asumieron el mando político de la provincia; el militar quedó en manos de don Juan Félix de Villegas, quien había sido nombrado Gobernador de las Armas por Ponte, lo que equivalía a un Teniente General. La Real Audiencia nombró como interino a Francisco de Berrotarán en 1704, pero el cabildo no lo acepta y se genera una fuerte disputa, con visos de escándalo. El cabildo, ante el nombramiento del Gobernador interino, decide declararse abiertamente en rebeldía y asigna todo el poder a los alcaldes; el Capitán Villegas trató de impedirlo, por lo que el cuerpo entero le acusa públicamente de traidor. En noviembre de 1705, Berrotarán se encargó del nuevo gobierno por una clara imposición de la Audiencia hasta la venida del nuevo titular.
    33. Fernando de Rojas y Mendoza
    Para sustituir a Ponte y Hoyo se nombró en Madrid el 1 de agosto de 1698, a don Diego Crispín de Retana por el procedimiento de futura; simultáneamente se había nombrado al sargento mayor Miguel de Anos y Sarassa, sin hacer mención del anterior, sin embargo ninguno de los dos asumió el cargo; se sabe que el último por haberse muerto antes del término del gobierno de Ponte y Hoyo. Posteriormente y luego de realizar el juicio de residencia al gobernador Ponte y Hoyo, se nombra al caballero de la Orden de Calatrava Rojas y Mendoza en Madrid el 6 de septiembre de 1704. El nuevo Gobernador llegó a la Guaira el 3 de mayo de 1706 y se encargó el 8. Su gobierno se realiza en una relativa paz, quizás por la reticencia de los vecinos a que se repitan los hechos sucedidos bajo el gobierno de Ponte y Hoyo las severas medidas que toma el nuevo Gobernador de prohibir reuniones y regular hasta la salida de los médicos, tienen su origen más en el control de las posibles retaliaciones de los que comparten la conservación de la dinastía austriaca que en un propio espíritu represivo del Gobernador Rojas.
    Fernando de Rojas y Mendoza decide, al terminar su gobierno, quedarse en Caracas, lo que demuestra que había hecho amigos en la ciudad pues permanece en ella hasta su muerte.

    34. José Francisco de Cañas y Merino
    Uno de los gobernadores más polémicos de todo el período hispánico fue este Cañas y Merino. Su título le había sido expedido por la «Reina Gobernadora», por más de diecisiete años de servicios en la plaza de arán, como Soldado de Infantería y de a caballo, además de Teniente de Gobernación de los castillos de Santa Cruz: y San Andrés; Efectivamente, Cañas y Merino impuso una política tiránica en la provincia de Venezuela, la que tendrá consecuencias funestas para el desenvolvimiento social: anuló los privilegios de los cabildos, la autoridad de la Real Hacienda, el asesoramiento de los licenciados en las causas civiles o criminales, en particular las mercantiles y obvió el consejo de la Iglesia. Por último, con el ahorcamiento de once contrabandistas de menor cuantía, se erigía él mismo en el gran contrabandista. Se nombra gobernador interino Alberto Bertodano, quien era Gobernador de Cumaná. Toma posesión del gobierno el 13 de enero de 1715 y retendrá su cargo hasta e14 de julio de 1716, cuando arribe el Gobernador titular. Este Bertodano era Sargento Mayor, sirvió en Flandes más de once años y fue herido en el sitio de Luxemburgo donde perdió el brazo derecho.
    35. Marcos de Betancourt y Castro
    Es Brigadier de los Ejércitos Reales y Caballero de la Orden de Calatrava y nacido en las Canarias. Su título le había sido adjudicado el 21 de febrero de 1709 para suceder a Cañas y Merino. Ese derecho a futura se cumple pues Alberto Bertodano sólo ha sido un interino. El nuevo Gobernador llega al puerto de Chuao (hoy estado Aragua), con su mujer e hijos y un hermano el 22 de junio de 1716; de allí por tierra siguió a Caracas donde toma posesión el 4 de julio siguiente. Este Gobernador cae en el funesto juego de las acusaciones de contrabandista, en una provincia donde participaban de este ilícito comercio, propios y extraños. Por una acusación de esta índole, el virrey de Santa Fe Jorge de Villalonga lo depone del gobierno y nombra como sustituto en interinaria a Antonio José Álvarez de Abreu, el11 de septiembre de 1720. Álvarez de Abreu, también canario, se encontraba en Venezuela donde había sido enviado por el Rey precisamente para averiguar la situación del contrabando que adquiria gran auge. Sin embargo, las cosas no fueron fáciles para Abreu; los alcaldes Antonio Blanco Infante y Mateo Gedler, con el apoyo del cabildo, se encargan del gobierno y se niegan a recibirlo; lo retienen hasta el último de diciembre y e11 de enero de 1721 se encargan los nuevos alcaldes capitán Alejandro Blanco y Villegas y don Juan de Bolívar y Villegas, quienes gobiernan hasta el 4 de mayo de ese año. El Virrey amenazó al cabildo con medidas severas si no recibían a su enviado Álvarez de Abreu, por lo que ese día 4 de mayo de 1721 tomó posesión como interino, para durar en el cargo hasta el 11 de diciembre.
    36. Diego Portales y Meneses
    Fue nombrado Gobernador y Capitán General en San Lorenzo el 26 de junio de 1718 Y tomó posesión en Caracas el 11 de diciembre de 1721. En este periodo se produce un hecho que será trascendental para el desenvolvimiento económico de la provincia, pues se constituye la Compañía Guipuzcoana para controlar el comercio ilícito y centralizar las actividades económicas; su primer representante en Caracas fue Pedro José de Olavarriaga. Por otro lado, en cuanto al ámbito cultural se produce la erección de la Universidad de Caracas el 11 de agosto de 1725.
    37. Lope Carrillo de Andrade Sotomayor y Pimentel
    El 4 de febrero de 1719 Lope Carrillo establece su donativo de futura en seis mil pesos de contado y dos mil más para cuando se encargue; se le otorga el privilegio de nombrar un sustituto en caso de no poder ir personalmente a desempeñar su oficio. En el título se le señala Bogotá como el sitio donde debía juramentarse, pero posteriormente se le permite que lo haga ante el Consejo de Indias pues el Vll Reinato se había extinguido desde 1723, además de las molestias y gastos que representaba el viaje hacia región tan distante. El título se le asignó el 13 de septiembre de 1725, pero su toma de posesión se realiza sólo el 29 de junio de 1728.
    38. Sebastián García de la Torre
    Fue nombrado en Soto de Roma el 10 de mayo de 1730, para suceder a Lope Carrillo. Parte del puerto de Pasajes a bordo de uno de los tres barcos que forman la primera flota mercante de la Compañía Guipuzcoana, llega a la Guaira y asume el Gobierno en Caracas el 31. Gobernará hasta el año 1736.
    39. Martín de lardizábal Y Elorza
    Don Martín de Lardizábal fue nombrado el 14 de agosto de 1732, bajo un tipo especial de gobernante; no sólo tendrá el cargo de Gobernador y Capitán General también se le asignarán los cargos de Comandante General y Juez Resquisidor, los que superan en cuanto al poder discrecional a todos los nombramientos hechos a los Gobernadores antecesores e incluso al de todos los que le seguirán en adelante. Ya Alcalde del Crimen en la Real Audiencia de Zaragoza y Ministro del trono del Rey, es decir, un funcionario de reconocida competencia. El nuevo Gobernador toma posesión el 15 de diciembre de 1732 ante el Cabildo de Caracas, que presidía García de la Torre.
    Venía con: amplios poderes que le fueron concedidos por el Rey, en particular para vigilar lo que sucedía con las naves de la Compañía Guipuzcoana que se presentaban en la Península con grave retraso y en perjuicio de la Real Hacienda y de la propia compañía. Lardizábal permanece en el gobierno por cinco años hasta su regreso a España en 1737, luego de que el mismo Gobernador solicitara su regreso, que le fue aprobado el 14 de agosto de 1736.

    40. Gabriel de Zuloaga
    Al brigadier y capitán de granaderos del Regimiento de Guardias de Infantena Española Gabriel de Zuloaga se le extiende título en San Ildefonso el 19 de agosto de 1736. Tras su nombramiento se continúa con la política centralista borbónica que había iniciado el antecesor Martín de Lardizábal; se reorienta la política económica con el monopolio dado a la Compañía Guipuzcoana, se comienzan a tomar más en cuenta las decisiones de Cabildo de Calvacas y menos las de las ciudades del interior, lo que contradice el espíritu democrático sostenido durante los siglos XVI y XVII y se inicia el ordenamiento del tráfico comercial hacia España y México, por la persecución implacable al contrabando y a las relaciones de los vecinos con las potencias extranjeras. Gabriel de Zuloaga fue nombrado por el Rey luego de considerar su recomendación por la Guipuzcoana. No era que ésta pudiera nombrar gobernadores pero sí tenía el prestigio económico suficiente para sugerir candidatos. Ante el flagelo del comercio ilícito la Compañía demostraba eficiencia y no iba a permitir gobernadores hostiles a su política. Zuloaga tomó posesión del cargo ante el Cabildo de Calvacas e1 6 de octubre de 1737. Su gobierno no terminó al cabo de los
    cinco años previstos, sino que se prolongó por cinco años más. En 1743 hubo un intento por Sustituirlo por el Gobernador de Cumaná, pero el Rey ante la inestable situación de la provincia de Venezuela decidió ratificarlo en el cargo, lo que da un indicio de su capacidad, incluso se le aumentó el sueldo a seis mil pesos en lugar de los seiscientos cincuenta mil maravedíes tradicionales.
    41. Luis Francisco Castellanos
    Fue nombrado por Real Decreto del 9 de agosto y Real Cédula de 7 de noviembre de 1746, en sustitución de Gabriel de Zuloaga. También ostentaba los cargos de Brigadier de los Reales Ejércitos y Capitán de una de las Compañías del Regimiento de Infantería Española. En el momento de su gobierno se le concedió el grado de Mariscal de Campo en atención a sus treinta y tres años de servicio en el ejército.
    Castellanos se juramentó ante el Consejo de Indias, en Madrid e13 de febrero de 1747 y llegó a la Guaira e15 de junio, para tomar posesión del gobierno en Caracas el 12 de agosto. Su sueldo será el de seis mil pesos, tal como era el de Zuloaga y lo será en adelante. En 1749, Castellanos tuvo que enfrentar el primer levantamiento de Juan Francisco de León, cuya avasalladora protesta doblegó el ánimo del gobernante, por lo que fue destituido ese mismo año.

    42. JuIián de Arriaga y Rivera
    Era Capitán de Navío y Caballero de la Orden de San Juan; se le expide nombramiento en el Buen Retiro el 15 de septiembre de 1749, para sustituir a Castellanos. Los cargos eran los de Gobernador, Capitán General y Juez Conservador de la Guipuzcoana.En el mismo título se determina la independencia del Virreinato de Bogotá. Arriaga no es nombrado por los cinco años acostumbrados, sino "por el tiempo de mi voluntad y hasta que yo tome otra providencia» dice el título. Se trataba de ayudar en la emergencia ante la pirateria y en particular ante la reciente rebelión de Juan Francisco de León contra la Compañía.
    En vista de que el Gobernador antecesor informó de una sublevación general, Aniaga viene acompañado de mil quinientos infantes y un escuadrón de caballeria. Su llegada a la Guaira se registra en noviembre de 1749, el 1 de diciembre presta juramento ante el Teniente Coronel Mateo Gual y toma posesión en la casa del Gobernador Castellanos en La Guaira, donde estaba refugiado luego de su huida tras la rebelión de Juan Francisco de León.
    Al asumir su gobierno en Caracas reúne una Junta de notables para lograr calmar los ánimos y explicar que la presencia de la Compañía Guipuzcoana no era para esquilmar a los pobladores sino para la prosperidad de la provincia. Este propósito pudo lograr lo en gran medida gracias a sus personales dotes de gobernante y de líder. Por tal motivo, al regresar a España fue nombrado Presidente de la Casa de Contratación de Indias,

    43. Felipe Ricardos
    Se le nombra en el Buen Retiro e16 de marzo de 1751. En ese momento sedesermpeñaba como Gobemador de la plaza de Málaga y ostentaba el título de Mariscal de Campo. Arriba a la Guaira el 21 de mayo de 1751; el 22 de junio presentó sus títulos y prestó juramento ante el gobernador Arriaga en su propia casa y el mismo día asumió el cargo. Ricardos también trajo refuerzos militares, aunque no tan numerosos: doscientos soldados. Enfrentó una nueva fase de la sublevación de Juan Francisco de León, la que pudo dominar completamente y lograr la paz. Gobernó hasta e19 de septiembre de 1757, Y parece que no pudo regresar a España, pues aún estaba en Caracas por octubre de 1758.
    44. Felipe Ramírez de Estenoz
    Fue nombrado Gobernador por Real Cédula de Aranjuez el 14 de junio de 1757. Para abreviar los procedimientos el título se le expidió estando en el Gobierno desde el Buen Retiro el 12 de abril de 1758. El nuevo Gobernador llega a La Guaira el 6 de septiembre del mismo año de su nombramiento (1757) y el 9 toma posesión ante el Cabildo de Caracas.
    45. José Solano y Bote
    Capitán de Navío de la Real Armada y Teniente de la Real Compañia de Guardias Marinas, designado Gobernador el 23 de mayo de 1763, tomó posesión el 12 de noviembre de ese mismo año y finalizó su período el 4 de abril de 1771. Estimuló la agricultura y restableció el Concejo marítimo, regularizó las fuerzas armadas, mandó levantar y protegió el comercio. Durante su gobierno la provincia fue azotada por una epidemia de viruela en 1764 y sufrió los estragos de un fuerte terremoto el 21 de octubre de 1766 a las cuatro y media de la madrugada.
    También por entonces el obispo Mariano Martí realizó su histórica visita pastoral que lo llevó a recorrer toda la provincia. Una vez finalizado su mandato, se le designó Presidente de la Real Audiencia de Santo Domingo.

    46. Felipe Fondeviela y Ondeano
    Mariscal de Campo, Señor de la Abadía de Leez, Regidor Perpetuo de Zaragoza,.Caballero del Hábito de Santiago y Marqués de la Torre, nada menos. Nombrado el 18 de septiembre de 1770, mientras se desempeñaba en la Inspección de Infantería en Nueva España (México), asume el cargo e14 de abril de 1771, en el cual permanece sólo algunos meses hasta el 20 de octubre de ese mismo año cuando fue designado Gobernador de Cuba,
    47. José Carlos Agüero
    Brigadier, nombrado el 16 de agosto de 1771, que gobierna la provincia desde el 25 de febrero de 1772 hasta el 17 de junio de 1776, poco más del periodo regular de cinco años. Provenía de Nueva España (México), donde se desempeñó como Gobernador de Nueva Vizcaya. Durante su período la provincia gozó de relativa paz doméstica y se restableció el pago de la media anata y los derechos de 18 por ciento para su transporte a España.
    48. Luis Unzaga y Amezaga
    Tenia 70 años de edad y 41 de servicio, fue nombrado el 24 de julio de 1776 mientras se desempeñaba como Gobernador de Luisiana. Tomó posesión en Caracas el 17 de junio del mismo año y estuvo al frente de la provincia hasta el 10 de diciembre de 1782, durante una época de Cambios institucionales decisivos. Pese a su avanzada edad se casó en el pueblo de Chacao el 22 de diciembre de 1779 con María Isabel Maint-Maxent.
    49. Manuel González Torres de Navarro
    Brigadier, anteriormente Gobernador de Nueva Andalucía, designado por el Rey el 11 de marzo de 1782, gobierna poco más de tres años, desde el 24 de diciembre de ese mismo hasta el 14 de febrero de 1786. De su gestión destaca un hecho cultural singular: en 1784 donó, con recursos de su propio bolsillo, un teatro a la ciudad de Caracas. Fue la suya una época de paz y prosperidad para la provincia. Tras terminar su periodo fue nombrado Gobernador y Presidente de la Real Audiencia de Santo Domingo.
    50. Juan Guillelmi

    Juan Guillelmi nombrado el 11 de agosto de 1785, gobernó entre el 14 de febrero de 1786 y el 1 de octubre de 1792. Durante el primer año de su gestión, como Parte de la programación de las reformas borbonicas, se crea la Real Audiencia de Caracas, cuya Presidencia asume el Gobernador. Ese mismo año se crea y anexa a la provincia la Comandancia de Barinas, separada de la provincia de Mérida, La Grita Y Maracaibo, a la cual, en compensación, se le incorpora la jurisdicción de la ciudad de Trujillo, separada ahora de Venezuela. La Audiencia de Caracas tiene potestad sobre las provincias orientales, antes sujetas a la de Santo Domingo, y sobre la de Maracaibo y los Andes, antes dependiente de la de Santa Fe de Bogotá. Además, entre el 1 de mayo de 1788 y el 10 de enero de 1791, Guillelmi asume la Intendencia de Ejército y Real Hacienda, en ausencia de su titular, Francisco de Saavedra, lo cual pone en sus manos también la plena autoridad fiscal y financiera de las seis provincias que se han unido a su integración en una sola entidad mayor. El rey Carlos I el, artífice de este proceso, muere el 3 de diciembre de 1788 y Guillelmi preside debidamente las exequias.

    51. Pedro Carbonell Pinto Vigo y lanrreal
    Brigadier, nombrado el 13 de junio de 1792 mientras ejerce la Gobernación de Nueva Andalucía, asume el cargo en Caracas el 1 de octubre de ese mismo año y gobierna hasta el 14 de febrero de 1799. Sus títulos se expiden por separado: primero, el 19 de junio; el de Capitán General de la provincia de Venezuela y sus anexas; luego, el 19 de julio, los de Gobernador, sólo de esta provincia, y el de Presidente de la Real Audiencia. Así pues, detenta el gobierno político de Venezuela y el militar y judicial de ella y sus anexas. Da a conocer, mediante bando publicado en Caracas el 20 de mayo de 1793, la declaración de guerra a Francia. Al final de su período enfrenta la conspiración de Gual y Epaña Y en 1797 la de los esclavos negros en Coro. Tras su retiro del gobierno, pobre y enfermo, le sucede interinamente el teniente de Rey Joaquín de Zubillaga. Muere en Caracas el 2 de agosto de 1805.
    52. Manuel de Guevara y Vasconcelos
    Brigadier y Caballero de la Orden de Santiago, en servicio en Europa desde 1755 y en América desde 1787, nombrado el 11 de octubre de 1798, gobernó la provincia entre el 6 de abril de 1799 y el 6 de octubre de 1807. Además de gobernador, Capitán General y Presidente de la Audiencia, detentaba los oficios de Subinspector General de las Tropas Fijas de la provincia, Vice-Patrono Regio y Superintendente General Subdelegado de la Renta de Correos.
    53. Vicente de Emparan y Orbe
    Militar español, nacido en Azpeitia, Guipúzcoa, en 1747. Fue Gobernador de la Provincia de Cumaná entre 1792 y 1804. Viaja a España y en 1808, cuando el ejército de Napoleón Bonaparte invade su patria, Emparan acepta el cargo que le ofrecen los invasores: Capitán General de Venezuela. Pero antes de venir jura fidelidad a Fernando VII, el rey español cautivo de los franceses. La Junta Central de defensa de los derechos de Fernando VII, le ratifica el nombramiento que le habían hecho los invasores. Llega a Venezuela en Mayo de 1809. Durante un año logró dominar varios intentos de conspiración. Pero el 19 de Abril de 1810 perdió el mando y, siendo apresado, fue enviado a Estados Unidos. Murió en el Puerto de Santa María, Cádiz, el 3 de Octubre de 1820.
    España permanece bajo la dominación del ejército napoleónico. El rey español, Fernando VII, es prisionero de los franceses. Somos colonia de una monarquía cuyo rey está preso. En España se sigue luchando contra los franceses y una Junta Central, defensora de los derechos de Fernando VII, ejerce el gobierno de los españoles leales. A comienzos de Abril de 1810, se conoce en Venezuela que la Junta Central ha sido disuelta y que la provincia de Andalucía, que permanecía en rebeldía contra el invasor, había sido ocupada por el ejército francés. La Junta Central ha sido sustituida en España por un Consejo de Regencia y el 18 de Abril de 1810, llegan a Caracas dos comisionados de ese consejo, para hacer que los venezolanos reconozcan la autoridad del nuevo cuerpo. Esa noche se corrió la voz entre los patriotas de Caracas: "al día siguiente, todos a la plaza Mayor" plaza que quedaba justo frente al Ayuntamiento. La sesión del Cabildo caraqueño comenzó a las siete de la mañana del día 19. Cuando llegó el Capitán General Vicente Emparan (a las ocho de la mañana) se encontró con que los asistentes habían decidido organizar un gobierno provisional que defendiera los derechos del rey. Emparan, al escuchar esto, afirmó que ya existía un gobierno legítimo que representaba al rey y que este gobierno era el Consejo de Regencia y, acto seguido, levantó la sesión del Ayuntamiento y se fue a la Catedral a los oficios del Jueves Santo. Los patriotas del Cabildo creían que su plan había fracasado, pero otros, mas audaces, insistieron acelerando el proceso. Francisco Salias, en la entrada de la catedral, agarró a Emparan por el brazo y lo hizo regresar al Ayuntamiento. Emparan no opuso resistencia. Cuando llegan al Ayuntamiento se encuentra con que los sitios que ocupaban los antiguos miembros de éste habían sido ocupados por cinco personas distintas: El Canónigo José Cortés de Madariaga y el presbítero Francisco José de Ribas, los doctores Juan Germán Roscio y José Félix Sosa y el tribuno popular José Félix Ribas. La discusión se centra en formas jurídicas y se llega a un punto en el que se sugiere crear una Junta Suprema presidida por el mismo Emparan. Madariaga, convencido de que esa salida frustraría todos los planes revolucionarios, comienza un discurso vibrante y fuerte, en el que acusa a Emparan de engaño y perfidia, y dice que una junta presidida por él no ofrecería ninguna garantía, porque podría ser disuelta en cualquier momento por el mismo Emparan. En medio del discurso, Madariaga exige la inmediata destitución del Capitán General. Este, sintiéndose perdido, sale al balcón buscando el apoyo del pueblo reunido en la Plaza Mayor. Emparan pregunta a la muchedumbre si están satisfechos con su gobierno. El Canónigo Madariaga se coloca justo detrás de Emparan y, levantando el brazo, lo mueve de un lado a otro, indicando al pueblo que conteste negativamente. De inmediato el Doctor José Rafael Villareal, desde la plaza comienza a gritar "No...... No..... No" y toda la gente de la plaza comienza a repetir en coro la negación. Emparan entonces exclama. "pues yo tampoco quiero mando". La revolución ha triunfado. Se crea "la Junta conservadora de los Derechos de Fernando VII" que gobernará a Venezuela. La Junta esta dirigida por venezolanos.

    Bibliografía: www.auyantepui.com/historia/colonia.html, Daniel Pilo.http://www.puroveinte.com/seguneta/1...ril.htm#LOS%20. Guillermo Morón y su libro Gobernadores y Capitanes Generales de Provincia.


    Gobernadores Generales de Venezuela en la Epoca de la Colonia
    DOBLE AGUILA dio el Víctor.
    La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.

    Antonio Aparisi

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    Re: Gobernación y Diócesis de Venezuela

    PUEBLO DE MISION DEL APOSTOL SANTO THOMAS DE TUCUPIO -


    FOTOS DE Tucupido (Guarico), IMAGENES Venezuela 2134


    Es Población de Indios unicamente compuesta de ellos. Corre en calidad de Misión al cargo de los Religiosos Capuchinos andaluses, Missioneros de esta Provincia; Y corresponde al Vicariato de la Ciudad de San Sebastian de los Reyes. Confronta por el Oriente con la Mision de Clarines del Obispado de Puerto Rico distante 35 leguas, y por este viento no hai lindero por que desde la Orilla del actual Pueblo comienza una montaña inculta. Por el Poniente confronta con el Pueblo de Chaguaramas distante 16 leguas. Por el Norte aunque con alguna declinación acia el Poniente confronta con el Pueblo de Lezama, distante26 leguas consideradas por el Camino Real que tiene mucha vuelta, por la montaña que media entre uno y otro Pueblo, la qual comienza desde la Orilla del presente, y por eso no hai lindero por este viento: Y por el sur confronta con la Mission de Yguana distante 20 leguas y hasta el termino de esta feligresia que es la Quebrada de los Morrocoyes hai una legua. La Iglesia de esta Mission cuyo titular es el glorioso Apostol Santo Thomas fue visitada el día 7 de Marzo de 1783. Su fabrica material, que estábastantemente desplomada es de Bahareque doble cubierta de Palma tiene de largo incluso el Presbyterio, y Patio 26 varas y de ancho diez con el grueso de las Paredes; las quales están blanquedadas por dentro y por fuera en partes.


    Obispo Mariano Martí: documentos relativos a su visita pastoral de ...
    https://books.google.com/books...


    Mariano Martí, ‎Lino Gómez Canedo - 1969 - ‎Vista de fragmentos - ‎Más ediciones
    Imágenes adjuntadas Imágenes adjuntadas
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    Antonio Aparisi

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    Re: Gobernación y Diócesis de Venezuela

    Capitanía General
    (Publicado en:
    Diccionario de Historia de Venezuela
    . 1997. Caracas: Fundación Polar. Tomo 1. Págs635-642).

    Resumen
    :La Capitanía General española, como institución militar, política y gubernativa, no ha sido jamásuna sola acepción ni ha conformado una categoría monolítica. A lo largo de los siglos ha tenidodiversas particularidades y en América fue uno de los elementos aglutinadores del territorio.Concretamente en lo que hoy es el territorio de la República de Venezuela, sufrió variastransformaciones según las circunstancias del momento así lo exigían. Junto con la Intendencia deEjército Real Hacienda, el Consulado de Caracas y la Real Audiencia, la Capitanía General fue sólouno de los elementos del proceso unificador que supuso más tarde el ámbito territorial de lafutura república independiente.En EspañaEl origen de las provincias en la España peninsular, se encuentra en las comunidades llamadasmerindades o partidos, es decir, los términos jurisdiccionales de un burgo. En el siglo XIV, durantela reconquista, se iban creando colonias militares, en las cuales se repartían solares y seestablecían los vecinos, transformándose así en comunidades con una metrópoli cuyo territorio jurisdiccional incluía varios burgos menores tributarios. La metrópoli tenía un concejo, consistorioo cabildo secular que controlaba todo el régimen económico de la comunidad y era dependientedirecta y únicamente ante el rey. Las villas y aldeas tenían cabildos subalternos a aquél ante el cualse hacían representar. Conforme avanzaba la Reconquista, las ciudades que iban siendorecuperadas del dominio musulmán recibían las llamadas cartas-pueblas y los fueros, quegarantizaban su autonomía dentro de su jurisdicción. En el siglo XV, España estaba formada poruna federación de comunas o repúblicas municipales cuyo único vínculo entre sí era el Rey. Lasasambleas comunales estaban constituidas por un número igual de plebeyos y de hidalgos;aunque de hecho, en cada cabildo tendía a prevalecer una u otra clase. La Corona tenía allí susconsejeros o regidores, y había también un síndico o procurador, representante del pueblo antelos regidores, que podía apelar al tribunal superior del corregidor. Las Cortes eran la reunión de losrepresentantes de las ciudades o municipios, llamados diputados. La jurisdicción de un cabildo sellamaba distrito capitular.En el siglo XIV, el cargo de capitán general implicaba quien estaba al mando de las tropas de unterritorio, y se llamaba capitán a guerra a quien lo ejercía directamente. En el siglo XV, éste fuellamado también capitán general. En el siglo XVI, se llamó capitán general al jefe supremo del
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    Re: Gobernación y Diócesis de Venezuela

    ejército, en cada una de sus ramas: artillería, caballería, infantería y galeras. A partir de ese siglo,la materia administrativa española se dividió en 4 tipos de negocios: 1) Gobierno, que a su vez seconsideraba a) espiritual y b) temporal, subdividido éste en supremo gobierno, donde se ubicabanlos virreyes y gobierno ordinario, es decir, gobernadores y corregidores. 2) Justicia, con las realesaudiencias. 3) Hacienda, con los oficiales reales al frente. 4) Guerra. A partir del siglo XVII, en elgobierno temporal se hizo diferencia entre lo: a) político, b) económico, c) gubernativo y d) policía.A comienzos del siglo XVIII, la Guerra de Sucesión originó una situación en la cual, sin abandonarselos antiguos cargos, se modificó el sentido de los mismos en razón de las necesidades de controlde los territorios que iban siendo ocupados por los ejércitos borbónicos; durante 15 años, loscapitanes generales de los ejércitos intervinieron políticamente en los territorios donde actuabanlas tropas a su mando, excepto en Navarra. Mediante los «Decretos de Nueva Planta», entre 1707y 1716, se homogeneizó la organización político-administrativa según el modelo de Castilla, ladivisión de España en reinos fue suprimida, y al frente de cada uno de éstos quedó un capitángeneral, como jefe de cada región. Terminada la Guerra de Sucesión, España dejó de ser unconjunto de reinos, a excepción de Navarra que fue convertida en virreinato. El país quedóconstituido administrativamente en 32 provincias y militarmente en 12 capitanías generales. Setenían entonces a mano 2 modelos de administración: el castellano, en el cual no existía unaorganización territorial en lo que respecta al gobierno, pues el Consejo del Reino se entendíadirectamente con las autoridades locales, y la justicia se impartía a través de la Real Chancillería, acargo de un presidente. El modelo navarro, en cambio, estaba basado en un reino conpersonalidad política, encabezado por un «jefe principal» con rango de comandante o capitángeneral, que representaba al Rey en los asuntos de guerra, justicia y economía. A su lado habíauna Real Audiencia con un regente, que se ocupaba de los asuntos de gobierno. En 1711, enAragón, siguiendo el modelo navarro, se dio un paso provisional que después quedaría comodefinitivo: el comandante general tendría a su cargo el gobierno militar, político, económico ygubernativo y sería presidente de la Real Audiencia. En 1716, en otros lugares, como Cataluña yMayorca, el capitán general era el jefe supremo; allí fue establecida una Real Audiencia con unregente, presidida por el comandante general de las armas reales o capitán general; estaAudiencia decidía en lo gubernativo y político, con voto del capitán general si éste asistía a lasasambleas, pero sin poder si no lo hacía. La Audiencia, a través de un regente, decidía por sí solaen cuestiones de justicia y en las de Hacienda, lo hacía un intendente. En 1767, en época mástranquila, estas prerrogativas fueron reducidas; y de nuevo restablecidas en 1797, durante laguerra con Francia. Es así como la situación política del momento colocaba al capitán general enuna posición prominente o restringía sus funciones si era necesario. La ordenanza general delejército, promulgada el 22 de octubre de 1768, reguló las capitanías generales a partir de 1769,pero sólo como cargo militar, llamado también comandante general. Se distinguían 2 clases: elcapitán general de ejército, que comandaba tropas, y el capitán general de provincias, quienresidía permanentemente en un distrito con el mando, organización y jurisdicción de las FuerzasArmadas allí establecidas; éste era el tipo de jefe que se encontraba más frecuentemente en lasprovincias de ultramar.
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    Antonio Aparisi

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    Re: Gobernación y Diócesis de Venezuela



    En Indias





    En el siglo XVI, al emprenderse la conquista de los territorios desconocidos para Europa, sedesignaba al principio un capitán conquistador y poblador, luego nombrado gobernador. En 1519,a partir de la conquista de México y debido a lo violento de los encuentros, se le llamará capitángeneral. Por esta razón, no todos los gobernadores eran también capitanes generales. A partir delas Leyes de Indias de 1542, en las capitulaciones se le concedía al poblador el título deadelantado, gobernador y capitán general, vitalicio y con extensión a un heredero. Las provinciasde Indias, para la época de Felipe II (segunda mitad del siglo XVI), se dividían en mayores ymenores. En 1636, con Felipe IV, esta división continuó vigente, y el Consejo de Indias determinóque para lo temporal estarían divididas en: provincias de audiencias y cancillerías reales yprovincias de oficiales de la Real Hacienda; adelantamientos; gobernaciones; alcaldías mayores;corregimientos; alcaldías ordinarias y de la hermandad; concejos de españoles y de indios. En1680, Carlos II confirmó la siguiente división: Provincias mayores: aquéllas que incluyen otrasmuchas por distritos de las reales audiencias, como sería el caso de Venezuela desde 1786; yProvincias menores, con gobernadores particulares; éstas podían ser independientes, o integradasen su distrito de audiencia o virreinato correspondiente. En general, las instituciones gubernativaspolítico-territoriales hasta el siglo XVII fueron: los virreinatos, las presidencias y las provincias ogobernaciones; a partir del siglo XVIII aparecen las intendencias. Las provincias estabangeneralmente bajo el mando de un gobernador y capitán general, título que reunía lasatribuciones políticas y militares del jefe de la provincia. Los cargos de gobernador y capitángeneral recibían sueldos distintos, aun cuando estuviesen reunidos en una sola persona.

    En Venezuela

    El proceso unificador en lo que luego será la República de Venezuela, empezó hacia 1652, cuando
    fue nombrado por la Corona un contador mayor con sede en Caracas, ante el cual debían rendircuentas todos los oficiales de Real Hacienda de Santiago de León de Caracas y demás ciudades dela provincia de Venezuela, y los oficiales de las Cajas Reales de Margarita, Espíritu Santo de LaGrita, Cumaná y Cumanagotos, Santa Marta y Santo Tomé de Guayana. En 1717, se creó por vezprimera el virreinato del Nuevo Reino de Granada; quedaban bajo su jurisdicción las provincias deCartagena de Indias, Santa Marta, Maracaibo, Caracas, Antioquia, Guayana, Popayán y Quito,siendo decretada su desaparición en 1723. En 1728, en la real cédula que especificaba losderechos y deberes de la Compañía Guipuzcoana, en la sección I, al final, se declara que sus barcosarmados podrán intervenir para evitar el comercio ilícito en las costas comprendidas entre el Ríode la Hacha y el Orinoco. Para controlar esto, en la sección VII, se nombra al gobernador deCaracas como juez conservador para decidir en todos los asuntos, secuestros y prisiones quetuvieren lugar por concepto de contrabando y negocios de la compañía, por encima de virreyes,audiencias, ministros, tribunales, presidentes, capitanes generales, gobernadores, corregidores,alcaldes mayores y ordinarios, oficiales reales y justicias; sólo el rey, además, podría removerlo delcargo. El virreinato fue de nuevo establecido en 1739; las provincias inscritas en su distrito



    Última edición por Michael; 29/05/2017 a las 16:08
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    disminuyeron en ambos casos al rango de gobernaciones, ya que el único capitán general sería elvirrey; en esta segunda creación estaban incluidas las provincias de Nueva Andalucía o Cumaná,Guayana, Maracaibo y las islas de Trinidad y Margarita; al mismo tiempo, todas las provincias delvirreinato fueron agrupadas en 3 comandancias generales: Caracas, Portobello y Cartagena. Losgobernadores de todas las provincias quedaron dependiendo del comandante general respectivoen lo militar y del virrey en lo gubernativo: y quedaron privadas también del derecho a nombrartenientes, lo cual sería en adelante prerrogativa del virrey. A solicitud del gobernador deVenezuela, Gabriel de Zuloaga, el Rey ordenó en 1742 la supresión de la comandancia general deCaracas y la separación de la provincia de Venezuela del virreinato, recobrando el gobernador deaquélla el rango de capitán general, seguía siendo súbdito del virrey pero con superioridadrespecto a los gobernadores de las provincias de la anterior comandancia; ya que quedaba bajo sumando el control del comercio ilícito en las provincias de su distrito anterior: Cumaná, Caracas,Maracaibo, Guayana e islas de Trinidad y Margarita. La costumbre de hacerse llamar capitángeneral que continuaron los gobernadores de las otras provincias, originó protestas del virrey quetrajeron como consecuencia una real cédula de 11 de febrero de 1748 en la que el rey les ordena aaquéllos no utilizar dicho título ni nombrar tenientes por ser desde 1739, prerrogativa del virrey.Dentro del esquema de centralización política iniciado en las Indias por la dinastía borbónica en1715, el gobernador y capitán general era el cargo más elevado donde no existía un virrey. Laadministración empezó a militarizarse y el cargo de capitán general quedó de hecho por encima delos demás. En el caso de Venezuela, en 1742, se hacía más evidente el proceso de unificaciónadministrativa que culminaría en 1786. En 1776 se creó la Intendencia de Ejército y Real Hacienda;el gobernador de Caracas, en lo relativo a comercio ilícito, era comandante general de los demásgobernadores de su distrito; es decir, dentro de la jurisdicción de la comandancia y estaba a la parcon el intendente, cada uno en su campo respectivo. La nueva institución trajo consigo unaprofunda modificación en las atribuciones de los funcionarios de las provincias que englobaba. Enprimer lugar, en los campos o «negocios» de gobierno y política privativos de los gobernadores; ensegundo lugar, en cuanto que éstos pasaban a ser de 2 clases: en la provincia sede de laIntendencia, el gobernador sería capitán general, principal jefe de la provincia y comandantegeneral, con rango igual al del intendente; los demás gobernadores de las provincias de laIntendencia, quedaron subordinados al intendente como subdelegados y ejecutores de susórdenes y dependientes del virrey en cuanto era su capitán general quien recibía tratamiento deseñoría. Según el texto de la real cédula, se considera siempre a las demás provincias comoagregadas. En cuanto a las relaciones administrativas y jerárquicas dentro de las provincias queintegran el distrito de la Intendencia, en el artículo 37, éste quedó dividido en 4 departamentoscorrespondientes a la Caja Matriz de Caracas y las 3 subalternas de La Guaira, Puerto Cabello yCoro. «En las provincias de Cumaná, Guayana, Maracaibo e islas de Trinidad y Margarita, elintendente deberá subdelegar en los gobernadores respectivos para aquello que se ofrezca ytambién para que como subdelegados estos puedan asimismo librar sobre la Tesorería lasobligaciones de previa dotación». En cuanto a la relación que deberá existir entre losgobernadores y el intendente en los artículos 41, 53, 57, 119 y 162 se dispone que el intendente sedirija al gobernador como: «...mi Gobernador y capitán general de la Provincia de Venezuela...»;que el gobernador de Venezuela, en calidad de comandante general de aquellas costas, deberá
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    Re: Gobernación y Diócesis de Venezuela

    consultar con el intendente antes de expedir patentes de corso; perdía también las atribucionesque poseía anteriormente como tal comandante, de nombrar a los cabos subalternos delresguardo de tierra, los cuales designará el intendente; también quedó relevado del cargo de juezconservador de la Compañía Guipuzcoana. Sin embargo, el intendente deberá mirar al gobernadory capitán general como principal jefe de la provincia y comandante general de ella, y deberáseguirlo en el cargo, es decir, el intendente es apenas inferior jerárquicamente al gobernador ycapitán general en cuanto a rango, pero lo iguala en ámbito jurisdiccional y lo despoja de ciertasprerrogativas. En el texto de la real cédula de creación de la Intendencia, el Rey ordena a losgobernadores de las provincias del distrito de aquélla, que obedezcan, cumplan y ejecuten loordenado por el intendente, sin réplica, alegación ni interpretación alguna, y habiendo duda encuanto a su aplicación, los gobernadores no deberán tomar la iniciativa sino acudir al intendentequien decidirá. Estas provincias, antes separadas, quedaron así unidas bajo un mismo superiorgobierno en materia de Hacienda. El mismo receptor de la real orden, Luis Unzaga y Amézaga,acusó recibo de la real cédula reconociendo «...La agregación a esta Capitanía General de lasProvincias e Islas que comprende la intendencia...» Los gobernadores de estas provincias, aunqueseguían siendo nombrados por el Rey, habían dejado de ser los principales jefes de las mismas enlo relativo a control del comercio ilícito, economía y nombramiento de tenientes.A partir del siglo XVIII, sin alterar la estructura administrativa precedente, el rango de capitángeneral será entonces el de un funcionario que tiene a su cargo el gobierno político y militar de undistrito jurisdiccional, que puede englobar varias provincias, cuyos gobernadores comandantes ledeben acatamiento en virtud de la nueva modalidad impuesta por la Corona en las atribuciones delos virreyes, presidentes de audiencias, intendentes y capitanes generales. La militarización de laadministración borbónica convierte de hecho al capitán general en jefe de la provincia con poderpolítico y militar en su distrito y así aparecía expresado en el acuse de recibo de la real cédula de1777 por el gobernador de Cumaná Máximo du Bouchet: «...el Gobernador de Caracas, convertidoen Capitán general de todas las provincias, sucede en sus funciones, en cualquier asunto, al Virreyde Santa Fe...» Los gobernadores en sus provincias respectivas, permanecían encargados delgobierno ordinario, pero en lo militar, sólo habría un capitán general, el de Caracas, quedandoaquéllos como comandantes generales. En 1777 el cargo de capitán general en Venezuela,aumentó su distrito jurisdiccional con el territorio de las provincias que habían constituido laantigua comandancia general en 1739; esto implicaba algo más que un oficio permanente fiscal encuanto a comercio ilícito o mando militar; como gobernador, tenía autoridad en lo político ygubernativo sobre los corregidores, justicias y demás empleados dentro de la jurisdicción de suprovincia; como capitán general tenía el superior gobierno tanto político como militar, es decir, ladirección del distrito que incluía su provincia, de la cual era también gobernador y las demás, delas cuales era sólo capitán general, y que estaban agrupadas en un partido, departamento ointendencia. Los gobernadores de las provincias que quedaron bajo la autoridad de un capitángeneral, a partir de entonces se llamaron gobernadores comandantes de provincia y conservarontodavía las prerrogativas inherentes a su cargo de intervención inmediata en lo gubernativo,
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    Re: Gobernación y Diócesis de Venezuela

    económico y de policía, dentro de su distrito o provincia respectivos. Como parte del mismoproceso de reformas administrativas, a partir de 1784 los gobernadores y comandantes generalesde las provincias comprendidas en el distrito de la capitanía general de Caracas, volvieron a tenerentre sus atribuciones las de ejercer el vicepatronato real y poder nombrar a sus tenientes degobernador en cada una de sus respectivas jurisdicciones sin que el gobernador de la provincia deCaracas pudiera impedírselo. En la respuesta enviada por el gobernador comandante general de laProvincia de Maracaibo, Francisco de Arce, se acepta y se acata esta real cédula y se dice que lostenientes que tengan título otorgado por la capitanía general de Caracas, deberán ser notificadospara que los refrenden, de lo contrario, se procederá a nombrar otros individuos para dichoscargos. En 1785, los gobernadores de estas provincias quedarán además autorizados paranombrar y despachar títulos de tenientes y justicias mayores y corregidores; estas atribucionesestán mencionadas en la real cédula del 24 de junio de 1786, en la cual se autorizaba algobernador de Maracaibo a expedir además los títulos vendibles y renunciables de regidores yescribanos. El Consulado de Caracas fue aprobado y confirmado por real orden del 5 deseptiembre de 1785; regirá con sus ordenanzas, lo relativo al comercio y fomento de la agriculturade esa provincia y las demás sujetas a la Intendencia. En este caso la unidad de las provincias estáreferida a la Intendencia, como primera institución que las agrupó y que estaba directamenteafectada por las materias de que se trataba, esencialmente económicas.El 6 de julio de 1786, continuó el proceso unificador de estas provincias al crearse la RealAudiencia de Caracas, cuyo presidente sería el gobernador y capitán general de Venezuela. Lapresidencia de la Audiencia no era ejercida aquí como gobernador de Caracas, sino en cuantocapitán general de las demás provincias e islas de ese distrito; esto es claro en los juicios deresidencia a los gobernadores y capitanes generales, donde aparecen las listas de los pueblos de la jurisdicción donde se juzga la gestión del funcionario durante su mandato como gobernador. En elcaso de la residencia del gobernador y capitán general Manuel González Torres de Navarra en1787, el distrito jurisdiccional correspondiente a su gestión como gobernador, objeto del juicio,comprendía: Santa Ana de Coro, San Juan Bautista del Portillo de Carora, Nuestra Señora de la Pazde Trujillo, Nuestra Señora de la Concepción de El Tocuyo, Espíritu Santo de Guanaguanare, NuevaSegovia de Barquisimeto, San Felipe el Fuerte, Nuestra Señora de la Victoria del Prado de Talaverade Nirgua, San Sebastián de los Reyes, Nueva Valencia del Rey, Villa de Ospino, Nuestra Señora delPilar de Zaragoza de Araure, San Carlos de Austria, San Juan Bautista del Pao, San Luis de Cura,Villa de todos los Santos de Calabozo, Villa de San Fernando y Chaguaramal, valles de Aragua,Turmero y puerto de La Guaira. El título del primer gobernador nombrado después de creada laReal Audiencia, que aparece encabezando un documento de fecha 7 de julio de 1787 dice: «ElSeñor Don Juan Guillelmi cavallero del Abito de Santiago, coronel de los Reales ExércitosGobernador y capitán general de esta provincia la de Cumaná, Guayana y Maracaibo, e islas deTrinidad y Margarita, y presidente de esta ciudad y su Distrito...» El presidente de la RealAudiencia era la primera autoridad de las provincias de Venezuela, Cumaná, Guayana, Maracaiboe islas de Trinidad y Margarita en lo judicial como su presidente; en lo militar, como su capitán
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    Re: Gobernación y Diócesis de Venezuela

    general y sólo de Venezuela como su gobernador. Tenía superioridad en cuanto al poder político ypodía remover gobernadores y comandantes, como el caso de Miguel de Ungaro en Barinas en1807. Sólo a partir de la creación de la Real Audiencia se puede hablar de una unidad jurídico-política restringida al territorio jurisdiccional de las provincias agregadas; la provincia deVenezuela, como sede de Audiencia, pasó entonces a ser considerada en la categoría de«provincia mayor»; sin embargo, el proceso unificador sólo culminaría en 1804, con la creación delarzobispado de Caracas. En las ceremonias de recibimiento del gobernador, durante la toma deposesión de Pedro Carbonell el 1 de octubre de 1792, el título completo decía: «Capitán Generalde estas provincias. Presidente de la Real Audiencia de ellas y Gobernador Político de la ciudad ysu distrito». La jerarquía de sus funciones se hacía evidente primero, en la comparecencia ante lasede de la Real Audiencia, donde se juramenta como su presidente y capitán general, y luego,yendo al Ayuntamiento en razón de su cargo de gobernador político de la ciudad y su distrito, esdecir, la provincia de Venezuela. En 1808, se la llamaba capitanía general y superintendencia, opresidencia y capitanía general, según el ramo del que se tratare en los documentos respectivos:Real Hacienda o Justicia; ese año el gobernador Juan de Casas se daba el título de «...SegundoComandante General de estas provincias, Gobernador y Capitán General y Subdelegado de la RealRenta de Correos...» Ese mismo año, el emisario de la Junta de Sevilla se dirigía en sucomunicación al: «Capitán General de la provincia de Venezuela y Ciudad de Caracas...»; quienresponde de «...el Gobierno Superior de ellos [estos dominios] Presidencia de la Real Audiencia yCapitanía General lo obedece fiel y cumplidamente etc...» En 1810, Andrés Bello en su Calendario,llamaba al país departamento de Venezuela formado por 5 provincias: Caracas, Cumaná,Maracaibo, Guayana y la isla de Margarita. En esa época, Vicente de Emparan era: mariscal decampo de los Reales Ejércitos, capitán general de Venezuela, gobernador de Caracas y presidentede la Real Audiencia. Esta misma denominación de «departamento de Venezuela» aparece envarios escritos; en la Memoria de José María Aurrecoechea que dirige a las Cortes de Cádiz en1814 con sugerencias para su mejor manejo y administración, dice que abarcaba desde las bocasdel Orinoco hasta el río de la Hacha y abraza 6 gobernaciones: Cumaná, isla de Margarita,Guayana, Caracas, Barinas y Maracaibo. A partir de 1777, la importancia política y militar queimponía el cargo, hizo común el uso del término capitanía general para el ámbito jurisdiccional dela Intendencia, y más tarde, de la Real Audiencia; el término departamento fue usado sólo enépocas más recientes.Situación relativa y títulos de los jefes principales de las provincias de Venezuela, Cumaná,Maracaibo, e islas de Margarita y Trinidad: a) Hasta el 20 de agosto de 1739, fecha de la segundacreación del virreinato del Nuevo Reino de Granada o de Santa Fe: todos los jefes de estasprovincias ostentaban el título de gobernador y capitán general, con excepción de los de la isla deMargarita, que comenzaron a serlo después de 1593 cuando terminó la gobernación hereditariade la familia Villalobos; b) Del 20 de agosto de 1739 al 12 de febrero de 1742, fecha de separaciónde la provincia de Venezuela del virreinato del Nuevo Reino de Granada: el jefe de la provincia deVenezuela (o Caracas) llevaba el título de gobernador y comandante general y el de las demás
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    Re: Gobernación y Diócesis de Venezuela

    provincias el título de gobernador y comandante. El gobernador de la provincia de Venezuela,Gabriel de Zuloaga, acató la real cédula de creación del virreinato pero desobedeciéndola en lorelativo a la comandancia general de Caracas. Dirigió, entonces, 2 escritos al Rey solicitándole serdispensado de ejercer el cargo de comandante general, a lo cual accedió el monarca por realcédula del 12 de febrero de 1742, ordenándosele ejercer el cargo de gobernador y capitán generalsuperior a los otros gobernadores de provincia sólo en lo relativo al control del comercio ilícito.Esa real cédula separó también la provincia de Venezuela del virreinato; c) Del 12 de febrero de1742 al 8 de septiembre de 1777, fecha en la cual las demás provincias fueron separadas delvirreinato en lo gubernativo y militar, para quedar agregadas a la capitanía general de Venezuela:el título del jefe de la provincia de Venezuela (o Caracas) seguirá siendo el de gobernador y capitángeneral y los demás serán gobernadores y comandantes; d) Del 8 de septiembre de 1777 al 19 deabril de 1810: el jefe de la provincia de Venezuela (o Caracas) seguirá siendo gobernador en suprovincia y capitán general en la suya y en las demás; los otros jefes de provincias serángobernadores y comandantes generales.Capitanía general de Venezuela: En la interpretación del proceso de centralización de lasprovincias coloniales, el concepto de capitanía general, en lo que sería más tarde la República deVenezuela, ha variado grandemente a través de la historiografía venezolana. Los autores másdestacados que han emitido opinión al respecto son los siguientes:1800Alejandro de Humboldt, en Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente, designa alpaís como «Capitanía General de las Provincias Reunidas de Venezuela y Ciudad de Caracas» ycomprende: la Nueva Andalucía y provincia de Cumaná (con la isla de Margarita), Barcelona,Venezuela o Caracas, Coro y Maracaibo, Barinas y Guayana. Siempre que la menciona lo hacecomo «Capitanía General de Caracas».1801François Depons, en Viaje a la parte oriental de Tierra Firme, la llama «Capitanía General deCaracas» compuesta por las provincias de Venezuela, Maracaibo, Barinas, Guayana, Cumaná y laisla de Margarita.1804Jean-Joseph Dauxion Lavaysse, en Viaje a las islas de Trinidad, Tobago, Margarita y a diversaspartes de Venezuela..., la llama «Capitanía General de Caracas».1837Feliciano Montenegro y Colón, en su Geografía general para el uso de la juventud en Venezuela,
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    Re: Gobernación y Diócesis de Venezuela

    dice que la capitanía general de Venezuela fue creada en 1731. Dependiente en lo judicial de laReal Audiencia de Santo Domingo.1840Francisco Javier Yanes, en su Compendio de la historia de Venezuela, dice que en 1731 se separódel virreinato de la Nueva Granada, la capitanía general de Venezuela. Otros autores que tambiénse plegaron a la tesis de una supuesta creación de la capitanía general en 1731, desde queMontenegro y Colón lo afirmó, fueron: Juan Vicente González, Manuel Landaeta Rosales, AntoniaEsteller, Arístides Rojas y Telasco Mac Pherson.1841Rafael María Baralt y Ramón Díaz, en su Resumen de la historia de Venezuela, dicen que fuecreada en 1731, con las provincias de Guayana, Cumaná, islas de Margarita y Trinidad y en 1777 sele agregó Maracaibo.1854José Manuel Restrepo, en su Historia de Colombia, dice que en 1777 se creó la capitanía generalde Venezuela.1876José Félix Blanco y Ramón Azpurúa, en su Colección de documentos para la historia de la vidapública del Libertador, dicen que no existe constancia documental de dicha creación, citando lacomunicación de 1859 del Archivo de Indias que así lo asegura, sostienen que la capitanía generalde Venezuela fue separada del virreinato en 1742 primero, y en 1777 definitivamente, cuando sele agregan las provincias de Cumaná, Maracaibo, Guayana y las islas de Trinidad y Margarita.1876Antonio Leocadio Guzmán citado por Blanco y Azpurúa dice que la capitanía general fue creada en1528.1904Manuel Meléndez, en Orígenes larenses, supone que sí hay creación en 1777 y se llamó «CapitaníaGeneral de las Provincias Unidas de Venezuela».1909Francisco González Guinán, en su Historia contemporánea de Venezuela, dice que en 1777 lasprovincias de Cumaná, Guayana, Maracaibo e islas de Trinidad y Margarita conservarongobernadores especiales en lo concerniente a política, justicia, ejército y hacienda, y que lospoderes regionales apenas existían de nombre.
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    Re: Gobernación y Diócesis de Venezuela

    1928Luis Alberto Sucre, en Gobernadores y capitanes generales de la provincia de Venezuela, dice quela capitanía general data de 1528.1930Laureano Vallenilla Lanz, en Disgregación e integración, citando al Diccionario de legislaciónespañola, sostiene que el capitán general es el jefe superior de todos los oficiales y cabos militaresde un ejército, provincia o armada, y se distingue con los nombres de capitán general de ejército,capitán general de provincia y capitán general de armada, y es el jefe superior al cual estánsubordinados cuantos individuos militares tienen destino o residencia en la provincia. Para él nohay creación en 1777. Diferencia las distintas atribuciones del capitán general, el gobernador y elintendente, y se apoya también en Blanco y Azpurúa para suponer que no hubo creación ni en1731 ni en 1777, puesto que ya existía desde 1528; supone, sin embargo, que en 1777 sedemarcaron los límites territoriales de la futura república, conformando una unidadadministrativa, aunque no jurídica.1931Tulio Febres Cordero, en su Rectificación histórica, antigüedad de la capitanía general deVenezuela, dice que en 1528 se creó la capitanía general de Venezuela al crearse la Gobernación, yañade que se estipulan 2 sueldos distintos para cada cargo. En 1777 a los demás gobernadores seles despoja del título de capitán general.1943Ambrosio Perera, en su Historia orgánica de Venezuela, sostiene que con la unificación de lasprovincias en 1777, se creó un Estado en el cual los gobernadores seguían siendo autónomosexcepto en los asuntos militares, dependientes del capitán general de Venezuela, y en haciendadependientes del intendente de Caracas.1944Mario Briceño Iragorry, en Tapices de historia patria, dice que 1777 es la fecha en la cual se unenpolíticamente las provincias; el gobernador y capitán general de Caracas dicta órdenes que secumplen desde Cumaná a San Cristóbal.1945Eloy González, en su Historia de Venezuela, sostiene que la capitanía fue creada en 1777.1945Héctor García Chuecos, en La capitanía general de Venezuela, apuntes para una exposición delDerecho Político Colonial Venezolano, considera que en 1777 sí hay creación de la que llamó
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    el Capitán General de Caracas


    Comunica las noticias que ha sabido relativas al ataque de la isla de Puerto Rico por los ingleses.


    Excmo Señor:


    En representación del 9 del corriente participé a VD la noticia que había tenido de haber sido atacada por los ingleses la isla de Puerto Rico. Después he recibido la que el comisionado por esta Capitanía General e Intendencia para comunicar las de gravedad; dio desde la Isla de Santomas Don Faustino Lasanta con fecha 6 de este mismo mes y dice así...


    "Santomas 6 de mayo de 1797 Puerto Rico ha sido sitiado por los ingleses por espacio de tres semanas con seis mil hombres y varios Navíos, pero la defensa hace honor a la Nación Española, al Gobernador de aquella Plaza, su tropa, y sus habitantes, que todos han obrado con el mayor valor. Los ingleses han sido rechazados con pérdida de mucha gente. Trataron de reembarcar sus tropas pero fueron acosados terriblemente por la gente de tierra no pudieron embarcar mil hombres los que quedaron prisioneros a más de los muertos y heridos. Este suceso frustrará las operaciones de los ingleses para esta campaña pues ya no tienen fuerzas para otra empresa, ni las esperan de Europa. En la mañana de este día, 6 de mayo un habitante de esta isla vive a la parte del norte vio pasar parte de la Escuadra Inglesa de retirada de Puerto Rico".




    En carta de 13 de este propio mes me acompañó Don Antonio Hernández de Horta comisionado por la Intendencia en la Isla de Curazao para la compra de víveres y pertrechos por cuenta de la Real Hacienda la relación dada por un capitán de un bergantín corsario particular republicano francés reducida a que salió de Filadelfia para Puerto Rico por ser perteneciente al ciudadano Pons, Cónsul o Apoderado de la Nación en dicha Plaza; que cerca de la Isla habló con un Americano quien le advirtió hallarse una Escuadra Inglesa fondeada en Puerto Rico y habían desembarcado tropas: que se dirigió a Añasco donde fondeo y supo que en el primer ataque logramos matarles 300 hombres de malayos y negros que de las tropas que llevaron se pasaron muchos italianos y españoles que forzados los tenían a su servicio; que el mismo cónsul París con 300 repiblicanos hizo otra salida, logró matar muchos, dispersarlos y herir en una pierna un General del Ejército Inglés que hicieron prisionero: que en varios ataques por los Cangrejos [Santurce], y el Puente fueron rechazados con mucha perdida y que salieron de Añasco el 13 del Presente; pero no aclara si aún permanecían los ingleses atacando la isla en el día de su recaba a ella.


    El Gobernador de Cumaná Don Vicente Emparan en carta particular de 21 me comunica que por varias embarcaciones llegadas allí y a Barcelona procedentes de Santomas; y una señora emigrada que acaba mañana de llegar de la Isla de Trinidad se confirmaba la noticia del ataque y resistencia pero deja en día la retirada de los enemigos. A pesar de hallarse contestes las noticias recibidas no le resuelvo a dar [difícil de comprender] porque el 19 del corriente se dejaron ver sobre la Guayra dos fragatas de guerra inglesas la Hermione y la Fenix su comandante el Comodoro Hugh Pigot y habiendo detenido dos dias al Bergantín Americano el diligente su Capitán Ricardo Hem, que venía cargado de harinas de Filadeflia la dijo; había 8 días había salido de Puerto Rico, la acababan de tomar con los hombres de desembarco y con 14 Buques hallándola con 31 hombres de guarnición. Combinaba la salida de estas fragatas y la del Bergantín Corsario Francés de Añasco, coinciden en un mismo día, y por lo mismo es difícil combinar la toma de la Isla o desalojamiento de los enemigos, bien que creo fuese fanfarronada del Comodoro Inglés.


    Lo demás que adelantase relativo a los sucesos de Puerto Rico cuidaré de participarlo a V.E para la soberana inteligencia de S.M.


    Dios guarde a V.E muchos años Caracas 29 de mayo de 1797


    Excmo Señor


    Don Pedro Carbonel=Excmo Señor Príncipe de la Paz


    Caracas 29 de mayo de 1797


    El Capitán General, Don Pedro Carbonel.
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    Antonio Aparisi

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