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Tema: Para bajar muchos humos y ajustar bicentenarios (1812-2012)

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  1. #1
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    Re: Para bajar muchos humos y ajustar bicentenarios (1812-2012)

    LA CONSTITUCIÓN LIBERAL DE CÁDIZ Y LOS CARLISTAS DE HOY

    NOTA DE PRENSA
    
    
    Cuadro conmemorativo de la
    proclamación de la Constitución de 1812.
    El llamativa la "leyenda rosa" elaborada
    en torno a esta "Constitución",
    que ha cuajado en generaciones
    de escolares. Para que luego digan
    que no hay una pseudo historia "oficial"
    
     LOS CARLISTAS ANTE EL BICENTENARIO DE LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ
    La constitución de Cádiz fue la primera de la serie de constituciones que por la fuerza nos impusieron a los españoles. Los partidos del sistema vigente, empezando por el Partido Popular, están celebrando las bondades de una “carta magna” que no sería tan buena como dicen cuando posteriormente nos han colocado, por la fuerza o el engaño, otras muchas distintas. No es cierto que supusiera el nacimiento de la Nación Española. Antes de ella ya existía España, que tenía su propia “constitución” histórica, que había realizado una magna obra por la que es fuertemente alabada o criticada.

    
    El monumento a los Fueros de Navarra
    fue y es un mentís al centralismo liberal.
    Si en 1893-1894 los navarros querían sus Fueros
    vulnerados por el ministro liberal Gamazo,
    en 1814, 1820, 1833... querran mantener
    el Reino "por si" de Navarra, vulnerado
    por la Constitución de 1812
    y las que le siguieron.

    La constitución de 1812, nacida en unas Cortes llenas de irregularidades, fue una traición a los españoles que, huérfanos de monarca, luchaban contra otra constitución del mismo signo que Napoleón nos quería imponer. Fue obra de una minoría. El mismo Jovellanos se negó a participar en la elaboración de una constitución de las “que se hacen en pocos días, se encierran en pocas hojas y duran pocos meses”.

    La constitución de Cádiz marca el inicio de todas las desgracias sobrevenidas a España durante los dos últimos siglos: disgregación y pérdida de los virreinatos americanos, cuatro guerras civiles para someter a un pueblo que se negaba a aceptar las innovaciones liberales, decenas de pronunciamientos militares, luchas a muerte entre los partidos, inestabilidad en los gobiernos, dos destronamientos, dos repúblicas, dos dictaduras, guerras coloniales, etc. Así hemos llegado a la Constitución de 1978 que padecemos. Ya están pidiendo cambios en la misma. Sus frutos los tenemos a la vista y no necesitamos recordarlos aquí. Mientras tanto, los que sostienen el presente sistema se dedican a festejar el bicentenario de la primera Constitución. Así nos quieren embaucar: con falsas glorias de un pasado funesto. Los carlistas, herederos de la Monarquía Católica, enemigos del despotismo, defensores de la tradición política de España, rechazamos estas celebraciones que son un nuevo engaño al pueblo español.


    
    Tanto la monarquía de España
    como el Reino de Navarra
    -parte de ella-
    tenían sus leyes fundamentales
    o "constitución" histórica.
    En 1812 la monarquía estaba configurada
    y fue vano olvidarla para, partir de cero,
    "fundar" una nueva Nación.
    Junta de Gobierno de la Comunión Tradicionalista Carlista 19 de marzo de 2012


    carlistas@carlistas.es
    c/ Zurbano, 71 - of. 3 --- 28010 Madrid
    Teléfono: 91 399 44 38 - Correo-e:
    Comunión Tradicionalista Carlista – Junta de Gobierno




    P.D. No en vano, el actual Gobierno de Navarra ha colocado, en su palacio y antiguo Archivo General y Real de Navarra, un cartel conmemorativo con las fechas "1212, 1512 y 2012". Mi pregunta es: ¿por qué falta la fecha de 1812, si la actual constitución y la LORAFNA (1982) subordinada a ella, tanto deben a la vergonzante Constitución de Cádiz de 1812? Sin duda ésta es una contradicción más del actual sistema. ¿Por qué dicha contradicción? Pues muy sencillo: el liberalismo quiere justificarse -y justificar hoy "su" simulacro de España- frente al nacionalismo separatista, mientras que último quiere hipócritamente denunciar una soberanía nacional revolucionaria "española" que sin embargo ansía para la parte de España que desea artificialmente separar. "De guatemala a guatepeor" dice el dicho (y perdón por la hispánica Guatemala). Sólo saldremos de esta aparente contradicción y falsa oposición entre el nacionalismo liberal falsamente "español" y el nacionalismo liberal separatista, si entendemos rectamente qué fue y qué significaron las mal llamadas Cortes de Cádiz, y si retomamos la tradición española representada por los realistas no absolutistas y los carlistas después. Renovación, regeneración, tradición. Y para ello derrumbar los falsos mitos.

    En 1812 el Reino de Navarra tenía su propia constitución histórica que se fue formando desde mediados del siglo IX. ¿Quién da más? ¿Liberales de ayer y hoy, nacional-separatistas...? Dicha "constitución" histórica de mil años fue borrada por el grupito "idealista" e innovador -revolucionario- de Cádiz en dicha fecha. Y ahora quiere ser borrada por la LORAFNA (en lo que tiene de liberal) y los nacionalistas falsamente "vascos" (liberales, antitradicionales y antivascos). Para Navarra lo realizado en 1812 fue un acto ilegítimo en todo sentido y, además, ridículo. Navarra está por encima de las modas de cada época, y durante mil años ha sido fiel al contenido básico de Dios-Patria-Fueros-Rey, fiel a una expresión católica de la vida, tradicional, muy vasca por hispánica e hispánica por vasca, y desde luego no sólo vasca, formando ese todo una variada síntesis que es Navarra.

    Ramón de Argonz
    Alzamiento del primer rey de Navarra sobre el pavés. Tras 1512 Navarra será un Reino "por si"
    dentro de la Corona de Castilla.
    Cuadro conmemorativo en el palacio de Navarra.

    Última edición por Hyeronimus; 19/03/2012 a las 20:34
    Pious dio el Víctor.

  2. #2
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    Re: Para bajar muchos humos y ajustar bicentenarios (1812-2012)

    Las Españas contra la "Constitución"

    "Voluntarios Realistas haciendo su entrada en Barcelona"

    Con pródigo dispendio de fondos públicos se está conmemorando una visión manipulada y acrítica del golpe de Estado liberal que acabó imponiendo temporalmente una constitución escrita a la usanza liberal. Una conmemoración especialmente injusta para Cádiz, caprichosamente situada en el centro de los actos, como si el pueblo gaditano hubiese tenido hace dos siglos una especial querencia liberal. Por el contrario fue mayoritariamente contrario a los principios establecidos en esa constitución escrita, fruto de maniobras oscuras y torticeras de una minoría de liberales por completo ajenos a la milenaria ciudad. Mientras los españoles se batían en el campo de batalla contra la Revolución francesa representada por Napoleón, en la retaguardia los señoritos liberales luchaban a su manera por esa misma Revolución, improvisando unas falsas Cortes y una constitución espuria, proclamada ésta hoy hace doscientos años.


    De Jesús Evaristo Casariego. La Verdad del Tradicionalismo


    Los Tradicionalistas en las Cortes de Cádiz


    "En un mes de septiembre se celebraron en España las primeras elecciones políticas bajo el signo liberal. Desconocíase hasta entonces en nuestra Patria tal sistema que tanto y tan hondamente se diferenciaba de las antiguas instituciones políticas de la Tradición gloriosa y fecunda.


    El 17 de septiembre de 1810 tuvieron lugar los primeros comicios generales en Cádiz, ya que por correr a toda prisa, estar América muy lejos y ocupada casi toda la península por los franceses, se nombró a los diputados al buen tum-tum, entre los naturales de las distintas provincias que allí residían. Es decir, que el primer instrumento de la después tan cacareada "soberanía nacional" nació ya con un gravísimo pecado de origen, pues, fruto de las tertulias, podía representar a un amable grupo de amigos, pero de ningún modo a la "voluntad nacional", empeñada entonces, con motivo de la guerra, en menesteres más nobles que "politiquear" y "caciquear".


    Contra ese primer abuso del instrumento revolucionario surgió la primera reacción política del tradicionalismo. Los tradicionalistas de la Regencia, para oponerse al poder de la futura Asamblea, que prometía peligrosamente ser innovadora y turbulenta, pidieron con muy buen acuerdo el restablecimiento del Consejo Real, que examinase las actas y paliase la acción de los diputados, aunque luego en la práctica, no resultase tal propósito, que fue arrollado por la ofensiva revolucionaria. Mas quede ahí, constatado en la Historia, ese primer acto, certero y profético, del tradicionalismo español.


    El 24 de septiembre se abrieron las Cortes con gran pompa de músicas, desfiles, aplausos y los consiguientes discursos, ya que comenzaba una época de verborrea a todo chorro. Muñoz Torrero, catedrático y canónigo, amigo de los masones y enemigo de los frailes, pronunció un discurso rimbombante y retórico.


    Las Cortes de Cádiz, consideradas por el liberalismo como lo mejor de la Historia contemporánea, fueron en realidad un areópago tumultuoso de emboscados y de pedantes. La mayoría de los diputados liberales eran jóvenes, en lo que ahora se llama edad militar, y prefirieron jugar a la revolución en Cádiz que "ir al frente"; ser "padres de la Patria" que soldados. Incluso hubo algunos, como el después tan famoso Alcalá Galiano, que siendo oficiales no se molestaron en sacar la espada. ¡Eran ellos, con sus fraques ceñidos y sus botas de vuelta "a la francesa" demasiado elegantes y demasiado "filósofos" para mezclarse en los campos de batalla con el buen pueblo, que Toreno (uno de ellos), había de llamar "singular demagogia, pordiosera, afrailada, supersticiosa y muy repugnante". Claro está, que en tanto los "legisladores" peroraban esa singular "demagogia", el pueblo realizaba gestas colosales, de altísima gloria épica, batiéndose contra Napoleón a los gritos de ¡Viva la Religión! ¡Viva el Rey!


    A los afeminados señoritos del liberalismo gaditano los pintó muy bien un periódico titulado El Burlón, en el siguiente soneto:


    "¿Quieres ser liberal? Ten entendido
    que has de traer muy bien compuesto el pelo,
    gran corbatín, y como el mismo cielo
    de las lucientes botas el bruñido.
    Con las damas serás muy atrevido;
    habla de la "Nación" con grande celo
    y por gozar placeres sin recelo
    echa a la "Religión" luego en olvido.
    Siempre "Constitución" y "Ciudadanos",
    siempre la ley resonará en tu boca,
    a los serviles llamarás villanos,
    pancistas, pitacines, gente loca.
    Y serás sin empeño ni cohecho
    un gran liberalón hecho y derecho"


    Mal podían esos diputados sabihondos y parlanchines representar a la heroica España. Como dice muy bien el maestro Menéndez y Pelayo: "Que sabían de nuestros tratadistas de Derecho político, ni menos de nuestras Cartas municipales y Cuadernos de Cortes? ¿En qué había de parecerse un diputado de 1810...a Alonso de Quintanilla o a Pedro López de Padilla o a cualquier otro de los que asentarón en el trono a la Reina Católica o negaron los subsidios a Carlos V?.


    Pero en esas Cortes actuó un lucido grupo tradicionalista, compuesto por sacerdotes y hombres maduros. Los jóvenes realistas prefirieron hacer la guerra a trenzar retóricas. Y mientras el joven Galiano discurseaba en Cadiz, el joven Zumalacarregui se batía en Aragón. (Por cierto que Zumalacarregui, siendo teniente, tuvo que ir a Cádiz con otros oficiales a exigir que las Cortes se ocupasen más del Ejercito, que tenían abandonado.)


    Entre los diputados tradicionalistas que llevaron la voz campante en la defensa de la España auténtica contra los principios importados de Francia, son dignos de recordar los asturianos Pedro Iguanzo (despues Cardenal-Primado) y don Alonso Cañedo, a los que se debe el artículo II de la Constitución, de sentido católico. Brillantísima y erudita fue la defensa que Iguanzo hizo de la Inquisición.


    De estas Cortes ha dicho el gran historiador Gebhardt, con acierto insuperable: "Ellas, legisladoras de España, cuyos pueblos habían llevado el guión por la senda de las libertades; ellas, representantes de esta tierra tan rica en instituciones libres, en garantías para todas las clases del Estado, no pensaron en volver a las mismas los ojos, no para copiarlas, que eso habría sido imposible e irrealizable, sino para tomar modelo para las nuevas leyes con que habían de dotar a España. Despreciadoras de todo lo antiguo, sólo por serlo, esclavas del espíritu racionalista y ciegos enemigos de la Historia, no vieron que en la misma península existían gérmenes de sublimes Constituciones, y que en un extremo de ella, en los antiguos reinos de Aragón , se encontraba una completa que había muerto, no por los abusos ni el descrédito, sino por golpe airado de Felipe V; no supieron, ya que los aguijoneaba el deseo de buscar ejemplos extranjeros, introducir en su obra las máximas del Gobierno representativo, experimentadas con tanto éxito en la libre Inglaterra, sino que fieles a los principios que los animaba, fueron a buscar por modelo un Código abortado en la fiebre de una revolución descreída y desacreditada hacia tiempo por sus funestos resultados, que había llevado a Francia al despotismo napoleónico"


    De esa misma opinión era Jovellanos, el cual, frente a la actuación de los de Cádiz, opinaba que en nuestros antiguos reinos se debían buscar los elementos para la Constitución de la Monarquía, sin copiar servilmente los de la Revolución francesa. En este sentido escribió el inmortal asturiano una Memoria admirable."

    El Matiner

  3. #3
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    Re: Para bajar muchos humos y ajustar bicentenarios (1812-2012)

    Última edición por Hyeronimus; 20/03/2012 a las 14:25

  4. #4
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    Re: Para bajar muchos humos y ajustar bicentenarios (1812-2012)

    Sobre la sedicente Constitución de 1812

    Diego Mirallas Jiménez

    Dos tesis se conjugan acerca de los sucesos pade cidos : Los principios revolucionarios que descoyuntaron la Constitución histórica de la Monarquía española manifiestan su principal ariete en la mis ma Casa Real; las tareas emprendidas en Cádiz invocando la “soberanía nacional”, contra el espíritu y los hechos d el levantamiento popular contra Napoleón, fueron en sus trazas y desembocadura, siendo ilegítimas, contra derecho. Los sucesos posteriores, y hasta nuestros días, vienen de aquellas ciénagas, en la pretensión de hacernos “vivir” en la mentira. Pero si toda comunidad política supone la cordialidad –en tanto cierta amistad-, siendo la amistad en la definición del Filósofo “la reciprocidad en el bien”, nuestra conciencia humana denota como primero el andar en la verdad.

    En la obra denominada “de Cádiz” podemos observar el principio de nuestros males modernos y la constante pesadilla de nuestra historia presente: La pretensión de vivir sin Dios e incluso contra Él; la supresión del principio foral ora por intención unificadora, ora por la disgregadora; el sostenimiento de la “soberanía nacional”, que es una afirmación de lo anárquico bajo sucedáneos de efect iva Monarquía, más allá del mero nombre. Corruptio optimi, pessima.



    Caricatura que representa España bajo la forma de una plaza fuerte y sobre ella vela el genio del patriotismo

    Nulidad de pleno derecho de la obra de Cádiz
    De todos es sabido el golpe de fuerza que desbarató la Junta Central de Regencia agonizante en la Sevilla de finales de 1808, cuando España estaba invadida por la perfidia napoleónica. Hasta entonces, pese a algún que otro error, aquella institución había ejercido dignamente la representación de la soberanía, tan denostada por nuestra Familia Real en Bayona como hollada por el ejército francés. Del escaso o nulo liberalismo que había en aquella patriótica Junta Suprema da cuenta cualquiera de sus bandos y proclamas, pero quizá como ningunas estas hermosas palabras de la Declaración de guerra “al emperador de la Francia” hecha en el Alcázar de Sevilla el 6 de junio de 1808: “La Francia” −dice−, “o más bien su emperador (…) ha declarado últimamente que va a trastornar nuestra santa religión católica, que desde el gran Recaredo hemos jurado y conservamos los españoles (…)”.

    Empero, muy pronto los escuetos liberales que había en España, que casi cabe contar con las manos, hurtaron la representación del Reino. ¡Y de qué modo sibilino lo hicieron! ¡De qué artera manera se unieron los contaminados por la francmasonería y los absolutistas próximos a la camarilla del agraz Fernando VII para abrogar tan soberana representación de la Corona y suplantarla por las subsiguientes y siniestras cortes gaditanas!

    En agosto de 1808 el Consejo de Castilla anula formalmente los sucesos de Bayona, como cualquier injerencia francesa en España, y, asumiendo y obedeciendo la encomienda de mayo hecha por Fernando VII, ordena la convocatoria de cortes. En efecto, el rey había dado la oportuna orden de convocar Cortes Generales del Reino cuando estaba retenido en Bayona, y así lo hizo por Decreto de 5 de mayo de 1808 (un día antes de firmar su última abdicación del trono en su padre), pero tal decreto (que impelía a convocarlas “en el paraje que pareciese más expedito, que por de pronto se ocupasen únicamente en proporcionar arbitrios y subsidios necesarios para atender a la defensa del reino, y que quedasen permanentemente para lo demás que pudiese ocurrir[1]) no les confería más poder que el de tratar los asuntos económicos y, eventualmente, los atinentes a las propias circunstancias bélicas en las que ya se encontraba España.
    (Biblioteca Virtual Miguel Cervantes)

    Sin embargo, aprovechando el vacío de poder reinante tras la invasión francesa, muchas de las Juntas provinciales (cabe recordar que algunas eran pro-francesas) empezaron a jugar con la posibilidad de erigirse en descabellados entes constituyentes, tal y como después volvió a suceder en el anárquico primer período de la Primera República (1873). Recuérdese, a tal efecto, la propuesta de Álvaro Flórez Estrada en Asturias (junio de 1808) para convocar cortes harto distintas de las históricas, con representantes provinciales que serían legítimos y exclusivos titulares de la soberanía (aunque deja un pequeño resquicio a las tradicionales ciudades con voto en Cortes). Al final se formó una Junta Central Suprema Gubernativa del Reino (afincada en Sevilla definitivamente en septiembre de 1808) que concentró el poder de todas las juntas provinciales (éstas seguirán existiendo para reclutamiento militar y política fiscal, siendo, para muchos, las antecesoras de las diputaciones) y que, a su vez, nombró una Regencia y retomó la necesidad de convocar las cortes.

    Francisco Xavier Uriortúa, consejero del Rey, urde en 1809 un plan de representación nacional que “ha de convocar” -dice, en espantoso libelo de ese año salido de la imprenta gaditana de la viuda de Manuel Comes- “a las futuras cortes”, y sigue advirtiendo del “número de diputados que deben concurrir, y método de elegirlos”. Por si no quedase claro para los ojos atentos -concluye su pomposo subtítulo-, está “escrita de orden superior”. Malinterpretando las genuinas cortes castellanas de los siglos medievales y modernos (como de otro lado hace el no menos siniestro Francisco Martínez Marina), hace Uriortúa sus números, a razón de un diputado por cada 40.000 habitantes divididos por las provincias, resultando 264.

    Y, ¿cómo se hizo realmente tan matemática representación nacional? El sobredicho Martínez Marina, esa ardilla de la falsa interpretación de textos histórico-jurídicos, ese gran valedor de la desamortización de bienes eclesiásticos y de la necesidad de una constitución y unos códigos liberales…, en un extraordinario alarde de sinceridad, no tiene más remedio que reconocer lo siguiente en su Teoría de las cortes:

    “(…) muchas provincias de España y las principales de la corona de Castilla, no influyeron directa ni indirectamente en la constitución, porque no pudieron elegir diputados ni otorgarles suficientes poderes para llevar su voz en las Cortes, y ser en ellas como los intérpretes de la voluntad de sus causantes. De que se sigue, hablando legalmente y conforme a reglas de derecho, que la autoridad del Congreso extraordinario no es general, porque su voz no es el órgano ni la expresión de la voluntad de todos los ciudadanos (…)”[2].
    Sobran comentarios: el golpe estaba dado y la farsa servida. Mas, si dejamos ahora de lado ese hecho, no precisamente baladí, del golpe de mano que sustituyó la Junta Suprema de Regencia por unas Cortes extraordinarias de la nación, y conviniéramos en que era muy necesaria la convocatoria de esas Cortes hecha según la vigente Constitución histórica de Castilla, habida cuenta del gravísimo episodio que estaba viviendo España, atropellada por un ejército extranjero y en medio de una guerra de liberación, tampoco hemos de ver asidero alguno de Derecho. Se llamaron aquellas cortes extraordinarias y, en efecto, así debían serlo en ausencia del Rey, secuestrado en Francia.


    Casado del Alisal: Sesión de inauguración de las Cortes y juramento de los diputados (24-septiembre-1810)

    En otra ocasión he tenido la honrosa oportunidad de hablar sobre las malditas abdicaciones de Bayona y la eterna deshonra en que cayeron nuestros reyes aquellos días aciagos. Dejemos también eso de lado y convengamos en que podían convocarse cortes generales y extraordinarias. Las causas y motivos para su convocatoria estaban muy claras y explícitas en nuestra constitución histórica.

    Demos otra vuelta de tuerca. Olvidémonos de que fueran extraordinarias y vayamos un paso más allá. Por la constitución de sus abuelos hasta los Concilios de Toledo, los reyes de Castilla convocaron o, mejor aún, juntaron Cortes generales en los supuestos que siguen:

    1) jura del príncipe heredero en vida del rey padre;
    2) verificación del rey muerto y jura al sucesor, que a su vez había de jurar guardar los fueros, derechos y libertades de sus reinos y pueblos;
    3) resolución de dudas sobre la sucesión del Reino;
    4) nombramiento de tutor o regente para el rey menor de catorce años si no había testamento del rey difunto;
    5) nombramiento de similar tutor o regente ante incapacidad manifiesta del rey;
    6) graves disturbios durante la minoridad del rey;
    7) cuando el rey superaba su minoridad;
    8) casos de guerra, paz, pacto o alianza con reino extranjero;
    9) enlace matrimonial del soberano;
    10) abdicación o renuncia de la Corona;
    11) imposición de nuevos impuestos;
    12) extrema penuria del Reino por ruina, alteración monetaria, motín o rebelión popular.

    Martínez Marina, tras describir la decadencia de las cortes en los siglos XVI al XVIII y exaltar la necesidad de convocar tan importante cuerpo representativo en el contexto de la Guerra de la Independencia (al socaire de los antedichos supuestos octavo y duodécimo), dice en la citada Teoría de las Cortes:


    “(…) ¿Y qué prescriben nuestras leyes, usos y costumbres? Que en los hechos grandes y arduos se junten cortes generales o la nación entera. ¿Y qué suceso tan grande, qué caso más arduo, más crítico y delicado que el presente? ¿Hubo jamás tanta necesidad de deliberación y consejo? ¿No sería justo oír la voz y voto de la nación en una causa en que va su gloria, su interés y su existencia? ¿No lo deseaba así el rey Fernando? ¿En semejantes casos, y otros aún de menor gravedad, no se observó constantemente aquella práctica en Castilla? Así consta de los documentos de nuestra historia (…)”[3].

    Bellas palabras, ¿verdad? Sin embargo, ¿otorgaba tal necesidad el derecho a que las Cortes de Cádiz hicieran otra cosa que centralizar sus esfuerzos en acabar la guerra y defender España de la invasión francesa? ¿Hicieron eso las cortes? ¿Les correspondía arrogarse el derecho de constituir un nuevo Estado, como hicieron, aprovechando el secuestro del país por un ejército invasor? Mucho nos tememos que no. De sobra sabían los escasos protagonistas de tan desconocido proyecto constitucional que, de plantearse en tiempo de paz, la inmensa mayoría de los españoles lo habrían no ya rechazado, que tal es obvio, sino siquiera admitido. El mismo Martínez Marina lo reconoce sin pudor alguno más adelante, en las págs. 84 y 85 del largo prólogo a su pérfida Teoría de las Cortes, donde dice:


    “(…) A una nación sabia y que ha hecho grandes progresos en las ciencias morales y políticas le es fácil, después de vencidos los enemigos exteriores, asegurar sus imprescriptibles derechos, echar los cimientos de su libertad y establecer el género de gobierno que le pareciese más conveniente, o bien, acomodándose en todo o en parte a sus primitivas instituciones y costumbres, o siguiendo los principios invariables de la naturaleza y del orden social, bases sobre que debe estribar [sic] todo buen gobierno. Pero España estaba infinitamente distante de poseer este grado de sabiduría y de luz: porque el horrible despotismo de tres siglos consecutivos, aprovechando sagazmente las preocupaciones, los errores y delirios de la superstición y el imperio que ésta ejercía sobre los espíritus, después de interceptar todos los pasos del saber, y sofocar hasta las primeras ideas y preciosos gérmenes de nuestra antigua independencia y libertad, de tal manera llegó a degradar el corazón español que, familiarizado con sus cadenas, las amaba y hacía mérito de ser esclavo. Era, pues, necesario, antes de levantar el majestuoso edificio de nuestra regeneración, preparar los espíritus, allanar los caminos, disipar los nublados, derramar las luces y fijar la opinión pública sobre las primeras verdades en que se apoyan los derechos del hombre y del ciudadano (…)”.
    En definitiva, el pueblo español, mayoritariamente ignorante, envilecido y sojuzgado por el viejo orden de cosas, debía, según Martínez Marina, ser “fijado” o dirigido hacia “las primeras verdades” de “los derechos” revolucionarios, y no podía ser de otro modo que en tiempo de guerra.

    Aunque queda claro en cualquiera de sus asertos, véanse también, a tal efecto, los reveladores extractos de las págs. 82 y 83 de su reiterado Prólogo a la Teoría de las cortes, donde este secuaz del liberalismo añade:


    “(…) Bonaparte hizo indirectamente un gran beneficio a España cuando declaró y puso en ejecución el profundo y misterioso consejo de invadirla (…). Porque, desorganizado y disuelto el antiguo gobierno, si merece este nombre, y desatados los lazos y rotos los vínculos que unían a la nación con su príncipe, pudo y debió pensar en recuperar sus imprescriptibles derechos y en establecer una excelente forma de gobierno. Si Bonaparte desistiera del proyecto de sojuzgar la España, o no hubiera habido revolución, o sus frutos serían estériles (…)”.


    Caricatura sobre el reinado de José I. The Spanish Bull Fight or the Corsican Matador in dange (Biblioteca Virtual Miguel Cervantes)

    La convocatoria de las Cortes
    Vayamos ahora al proceso de aquellos años 1809 a 1812. Si en la necesidad de convocatoria de Cortes no había discusiones, sí las hubo en su contenido. Obviando a los seguidores del despotismo ilustrado que defendieron el régimen bonapartista (finalmente agrupados en torno al Estatuto de Bayona que acabó publicándose en la Gazeta de finales de julio de 1808), podemos señalar tres grandes grupos ideológicos presentes en la convocatoria de Cortes:

    a) Los partidarios de la monarquía tradicional y de la celebración de las cortes al viejo estilo, a menudo mal llamados “absolutistas” por la historiografía liberal y marxista.

    b) Los viejos “reformistas” de Carlos III y Carlos IV. Eran ilustrados a medio camino entre la tradición y el cambio, como Jovellanos. Se suelen denominar “realistas” en la historiografía más o menos corriente. Querían compilar las “Leyes fundamentales del Reino” y actualizar la “Constitución histórica” hasta conseguirse una Monarquía de soberanía compartida entre el Rey y las Cortes, añadiéndose en éstas, junto a la representación estamental -que requeriría una segunda cámara, al estilo inglés- y a las ciudades con derecho a cortes, una nueva representación territorial que diera cabida a las juntas provinciales.

    Y c), Muy pronto, empero, toman las riendas de la Junta Central otros mucho más radicales, que lograrán imponer sus tesis pese a constituir una minoría. Es notablemente curiosa la unanimidad con que la historiografía señala este hecho. Se trata de los liberales, cuyo máximo exponente es Agustín Argüelles.

    La teoría de este último grupo, apoyado doctrinalmente por plumas como la de Martínez Marina, es que había que aprovechar la oportunidad de la guerra para que la “nación española”, a través de Cortes cuyos miembros habían de tener mandato imperativo, recobrase su soberanía y elaborase una nueva realidad constituyente fundada en los principios revolucionarios y la tripartición de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial). Sin embargo los liberales, sabedores de que tales ideas provenían de Francia pero que España estaba invadida por ella, coquetearon con la idea de “Constitución histórica” española, y a su servicio pusieron obras doctrinales que intentaban rastrear, tergiversándolas, las fuentes históricas, sobre todo las actas de las Cortes tradicionales castellano-leonesas (consideradas buen punto de apoyo historicista, pero anulable en cualquier caso ante la nueva imposición de la soberanía nacional).

    Con ciertos retrasos, la Junta Central comunicó, fijó y expidió la convocatoria de Cortes entre mayo de 1809 y enero de 1810, con el ínterin de decretar, en junio de 1809, la instrucción para la elección de diputados. Al principio fue Jovellanos el encargado de dirigir el proceso, logrando imponer las antedichas tesis del reformismo ilustrado para la composición de unas Cortes a medio camino entre la tradición (los viejos votos de las Ciudades con derecho de asistencia a Cortes, más los grandes y el orden episcopal) y la nueva representación territorial (con un diputado por cada junta provincial y otro más por cada cincuenta mil habitantes).

    A finales de septiembre de 1809 se formó, junto a la Comisión, una Junta de Legislación que compilara “todas las leyes constitucionales de España”. Aquí fue donde Jovellanos (jefe de la Comisión) fue sobrepasado por los liberales Argüelles y Sanz Romanillos, que capitalizaron el trabajo de dicha Junta de Legislación, pues de la compilación que se les encargó pasaron a elaborar una nueva Constitución. Son reveladoras, a este respecto, las palabras de Jovellanos (de su Consulta de la convocatoria de las Cortes por estamentos, presentada en la Junta Central el 21 de mayo de 1809), muy pronto temeroso de tales intenciones:


    “(…) Oigo hablar mucho de hacer en las mismas Cortes una nueva Constitución y aun de ejecutarla, y en esto sí que, a mi juicio, habría mucho inconveniente y peligro. ¿Por ventura no tiene España su Constitución? Tiénela, sin duda; porque, ¿qué otra cosa es una Constitución que el conjunto de leyes fundamentales que fijan los derechos del soberano y de los súbditos, y los medios saludables de preservar unos y otros? ¿Y quién duda que España tiene estas leyes y las conoce? ¿Hay algunas que el despotismo haya atacado y destruido? Restablézcanse (…)”.

    A finales de enero de 1810, disuelta la Junta Central y constituido el Consejo de Regencia, se llama a los diputados estamentales y provinciales (con notable nulidad de derecho teniendo en cuenta que muchas zonas estaban invadidas por los franceses), más a algunos americanos y filipinos. Hasta septiembre tiene lugar el fraude liberal porque las Cortes, aún dominadas por la tradición en la convocatoria oficial de la reunión que el Consejo de Regencia hizo en agosto, finalmente se reunieron, en la práctica, con la mayoría de liberales que acudieron al llamado de sus correligionarios. En definitiva, liberales fueron las propuestas que iban a tratarse en el órgano.

    Conclusión: los precedentes, la convocatoria y las sesiones de cortes que, desde 1808, culminaron en la ilegítima promulgación del texto conocido como constitución de 1812, fue un proceso nulo de pleno derecho. Quien desde la decencia histórico-jurídica quiera referirse a aquellas cortes puede, pues, sin temor alguno, hablar del siniestro golpe de Estado liberal de 1808-1812.

    Fuentes


    — CEVALLOS, Pedro: Exposición de los hechos y maquinaciones que han preparado los usurpadores de la Corona de España y los medios que el Emperador de los franceses ha puesto en obra para realizarla. Madrid, Imprenta Real, 1808.

    Colección de bandos, proclamas y decretos de la Junta Suprema de Sevilla, y otros papeles curiosos. Cádiz, ¿1808? Reimpresión de D. Manuel Santiago de Quintana. 127 págs.

    — DESDEVISES DU DEZERT, Georges: “Le Conseil de Castille en 1808”, en Revue Hispanique, Núm. 17, 1907.

    — FERNÁNDEZ MARTÍN, Manuel: Derecho parlamentario español. Colección de Constituciones, disposiciones de carácter constitucional, leyes, decretos electorales para diputados y senadores, y reglamentos de las Cortes que han regido en España en el presente siglo. Ordenada en virtud de acuerdo de la Comisión de gobierno interior del Congreso de los Diputados, fecha de 11 de febrero de 1881. Madrid, Imprenta de los hijos de J. A. García, 1885 y 1900, 3 tomos. Edición facsímil: Publicaciones del Congreso de los Diputados, Madrid, 1992.

    — Martínez Marina, Francisco: Teoría de las Cortes ó grandes juntas nacionales de los Reinos de León y Castilla. Monumentos de su Constitución política y de la soberanía del pueblo. Con algunas observaciones sobre la Lei fundamental de la Monarquía Española sancionada por las Cortes Generales y extraordinarias, y promulgada en Cádiz á 19 de marzo de 1812. Prólogo. XCVI págs. Madrid, 1813. Imprenta de Fermín Villalpando.
    — Uriortúa, Francisco Xavier: Tentativa sobre la necesidad de variar la representación nacional que se ha de convocar á las futuras Cortes: número de Diputados que deben concurrir, y método de elegirlos. Escrita de orden superior el año de 1809. Cádiz, 1809. Imprenta de la Viuda de D. Manuel Comes.

    [1] En Cevallos, Pedro: Exposición de los hechos y maquinaciones que han preparado los usurpadores de la Corona de España y los medios que el Emperador de los franceses ha puesto en obra para realizarla. Madrid, Imprenta Real, 1808. Y Desdevises du Dezert, Georges: “Le Conseil de Castille en 1808”, en Revue Hispanique, Núm. 17, 1907, p. 66-378.

    [2] En Martínez Marina, Francisco: Teoría de las cortes, prólogo, pág. XCII.

    [3] Prólogo de la Teoría…, ob. cit. Pág. LXXVIII.


    Diego Mirallas Jiménez

    Catedrático de Instituto



    Sobre la sedicente Constitucin de 1812 - ReL

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    Re: Para bajar muchos humos y ajustar bicentenarios (1812-2012)

    Otro apunte al bicentenario (1812-2012)



    Primero fue la napoleónica Constitución de Bayona de 1808, y luego la de Cádiz de 1812, que con todas las constituciones liberales habidas y por haber, porque todas ellas son hijas del nefando y punible ayuntamiento de la diosa Razón con los enciclopedistas y utilitarios padres inmundos de los viejos partidos jacobinos y afrancesados, sembraron de falsas libertades, humillaciones y hedor, el suelo patrio, que con tanta claridad de criterio nos pinta el señor Botet: “de sentido cada día mas extranjerizado y con tendencia cada día mas centralizadora creadores del Estado moderno, de este monstruo armado hasta los dientes, con una voracidad insaciable y unas uñas que se clavan en todos los miembros del cuerpo social”.

    He aquí mi resumen escueto y contribución correligionaria, para en este año que nos toca, desmontar y desenmascarar humildemente, ese montón de papel roñoso que nos venden como la primigenia panacea del Estado, desde uno u otro lado del caciquismo político, que a día de hoy descansa sus posaderas (porque no hacen otra cosa que eso, descansar) en eso que llaman injustamente “Cortes Generales”.

    Ramón Nocedal explicaba bien: “la primera vez que el Liberalismo amenazó entrar en España fue en la Constitución de Bayona, la segunda, fue en las Cortes de 1812; aquellas Cortes impuestas a la Regencia por las turbas revoltosas de Cádiz, mientras que los españoles que no amaban las libertades modernas peleaban heroicamente contra ellas y contra los ejércitos franceses”.Después de aquello vinieron los partidos liberales a España, pero no por voluntad nacional. El año 1820 llegaron por la deserción de Riego, que volvió la espalda a la América española (o mejor, la España americana), dejando que se perdiese; y vino a establecer por la fuerza, ante la cobardía del felón Fernando VII, la Constitución de 1812.

    Por ejemplo, en el caso de Navarra, puede decirse que a pesar de viento y marea, nunca se aceptó el panfleto en cuestión, que de un solo golpe lastimó sus acendradas creencias religiosas y holló sus derechos seculares. Como comisionados del Reino de Navarra, el teniente general don Javier de Elio, y su hermano don Joaquín, pusieron en manos de Fernando VII lo que sigue: “V.M. A quien la Divina Providencia destinó el trono de Las Españas (…) para acreditar la justicia de esta respetable súplica; pues le consta que a un príncipe católico delineado, como lo es V.M. para modelo de los virtuosos en los fastos de la posteridad, es sola la imperiosa voz de la Religión emanada del Cielo y pronunciada desde el Trono del mismo Dios, la exclusivamente decisiva de todo asunto, sin consideración a reflexiones humanas y a cuyo imperio ceden los especiosos títulos con que pudiera la política, al favor de la violencia, extorsiones y artificios, pintar como voluntaria la aceptación de una Constitución nueva que siempre detestó el Reino y aun de hecho no llegó a efectuarse por sus legítimos representantes, que son los Tres Estados, congregados que debían ser al efecto en Cortes Generales, en quienes en su soberano, residen unicamente las facultades para añadir, variar o aclarar el precioso tesoro de sus instituciones fundamentales.

    “Si el tiempo, Señor, permitiese correr el velo que cubre esta farsa o aceptación hecha entre el tumulto y la fuerza, aparecería uno de los méritos mas brillantes que ha podido contraer el Reino en obsequio a V.M. (…) Lejos de haber suscrito a la aprobación de dicha Constitución nueva, ha dado siempre señales exteriores de una desaprobación expresa”.
    Concluía pidiendo la reposición de los fueros y libertades del Reino, que Fernando VII restableció efectivamente, aunque de hecho las mutiló y quebrantó repetidas veces por gustarle demasiado el absolutismo regio, como a los liberales gaditanos gustaba el absolutismo liberal (mal llamado, soberanía nacional). Ya se sabe, que polos opuestos, se atraen.

    Publicado por: EL BANDIDO REALISTA
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  6. #6
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    La Pepa, el invento liberal precapitalista, estatalista, opresor y totalitarista

    Siento no poder haber leido antes las participaciones anteriores, pero permitanme comentar algo. Si repito algo -aparte de milagroso-, perdonen la redundancia.

    la Pepa fué el instrumento de los liberales para convertir a España en la máquina de su prosperidad (la de ellos, no la de los españoles).

    La Constitución de 1812 (y esencialmente las posteriores), lejos de ser poco menos que la panacea de libertades y derechos que el aparato institucional-propagandístico estatal preconiza y difunde a bombo y platillo, dio paso en realidad a un auténtico baño de sangre colectivo, arrastrando hasta hoy sus perniciosos efectos, en base a la arbitraria imposición al pueblo (por parte de las élites de entonces y de hoy) de unas medidas y cambios tan forzosos y traumáticos como radicalmente contrarios a toda mínima noción de democracia y derechos humanos y a las tradicionales formas de vida y organizacion del rural español (el 90% de la poblacion).

    Fué una operación de ingeniería social de gran envergadura surgida de un hecho claro: el imperio español se desmoronaba. Es mas, estaba la España misma en serio peligro, invadida por lso franceses y potencialmente invadible pro los ingleses. Sus peores enemigos estaban absolutamente a tiro de piedra.

    Una minoría compuesta por poderosos, terratenientes, militares, potentados y prelados se sacaron de la manga una Constitucion hecha a su medida (no a la del pueblo que despreciaban), y trataron de imponerla a purita fuerza, sometiendo y oprimiendo -con toda la dureza y crueldad imaginables- a la mayoría formada por las clases humildes y desfavorecidas, que se aferraron hasta la muerte a su forma de vida tradicional, donde el autogobierno, la autogestión y la solidaridad comunitaria tenían una presencia sustantiva y fundamental.

    El nuevo Estado se encargó de destrozar y aplastar a la disidencia a partir de la promulgación de “la Pepa”.

    El rural, campesino, desprestigiado y calumniado como lugar de pobreza y miseria, de catetos e ignorantes, pero acostumbrado a las asambleas abiertas, al concejo, a esa colectividad del campo donde tu me ayudas a mi y yo te ayudo a ti y tu trabajas con los aperos de todos, casi comunismo, mas bien eso: comunitarismo, comunidad, colectivismo natural, fué expulsado de su campo y acabó trabajando en las fabricas, donde ha perdido su identidad, y donde siente atracción por las ideologías revolucionarias. El rural siempre se ha levantado contra los que han tratado de imponerle sistemas de vida urbanitas, "modernos", diferentes a sus muy elaborados sistemas secuales, milenarios a veces. Incluso el maquis, que el PCE consideraba obra suya, semantuvo en realidad gracias al empeño de un rural que sentia simpatia por cualquiera que luchara contra el urbanita centralista de Madrid. Si no el maquis no hubiera durado ni dos dias, denunciado por los vecinos, cosa que sucedio cuando el maquis se mostro absolutamente inoperante y sin salida, y no daba ninguna solucion a los problemas del rural que le encubria.

    La Constitución del 1812 es militarista y dirigida por espadones sanguinarios, genocidas a veces: generales como Pavia, que se matan entre ellos y son los que controlan el proceso. No tiene nada que ver con el pueblo. Su consecuencia es una guerra civil continua, brutal, genocida, cuyas fosas comunes nadie reclama ni busca, una Guerra Civil ocultada (1921-1923), apenas estudiada, que la historiografia oficial elude.

    Elogiar a esa Constitucion es elogiar a quien mas y mejor la puso en practica: Francisco Franco Bahamonde en los primeros años de su dictadura.

    La Constitucion de Cadiz fué la herramienta para implantar en Hispania los cimientos de un nuevo pais, patria, España, con la creacion de un Estado moderno, constitucional, antipopular, antitradicional, antirural, y al servicio de lo que se iba intuyendo como el nuevo orden economico: el capitalismo.
    Última edición por Audax; 18/05/2012 a las 16:28 Razón: correccion de texto

  7. #7
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    Re: La Pepa, el invento liberal precapitalista, estatalista, opresor y totalitarista

    Cita Iniciado por Audax Ver mensaje
    La Constitución de 1812 (y esencialmente las posteriores), lejos de ser poco menos que la panacea de libertades y derechos que el aparato institucional-propagandístico estatal preconiza y difunde a bombo y platillo, dio paso en realidad a un auténtico baño de sangre colectivo, arrastrando hasta hoy sus perniciosos efectos, en base a la arbitraria imposición al pueblo (por parte de las élites de entonces y de hoy) de unas medidas y cambios tan forzosos y traumáticos como radicalmente contrarios a toda mínima noción de democracia y derechos humanos y a las tradicionales formas de vida y organizacion del rural español (el 90% de la poblacion).

    Fué una operación de ingeniería social de gran envergadura surgida de un hecho claro: el imperio español se desmoronaba. Es mas, estaba la España misma en serio peligro, invadida por lso franceses y potencialmente invadible pro los ingleses. Sus peores enemigos estaban absolutamente a tiro de piedra.

    Una minoría compuesta por poderosos, terratenientes, militares, potentados y prelados se sacaron de la manga una Constitucion hecha a su medida (no a la del pueblo que despreciaban), y trataron de imponerla a purita fuerza, sometiendo y oprimiendo -con toda la dureza y crueldad imaginables- a la mayoría formada por las clases humildes y desfavorecidas, que se aferraron hasta la muerte a su forma de vida tradicional, donde el autogobierno, la autogestión y la solidaridad comunitaria tenían una presencia sustantiva y fundamental.
    ¿Es suyo este texto? Es que se parece mucho a este....LA OTRA CARA DE “LA PEPA”. Alish entrevista a Félix Rodrigo Mora sobre el propósito real de la Constitución de 1812 y su bicentenario (tiranía y manipulación) « Liberación AHORA

    Perdone que no comente nada del resto de su mensaje, pero es que parece un simple batiburrillo anarco comunista.
    Última edición por txapius; 18/05/2012 a las 18:53

  8. #8
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    Re: La Pepa, el invento liberal precapitalista, estatalista, opresor y totalitarista

    Cita Iniciado por txapius Ver mensaje
    ¿Es suyo este texto? Es que se parece mucho a este....LA OTRA CARA DE “LA PEPA”. Alish entrevista a Félix Rodrigo Mora sobre el propósito real de la Constitución de 1812 y su bicentenario (tiranía y manipulación) « Liberación AHORA

    Perdone que no comente nada del resto de su mensaje, pero es que parece un simple batiburrillo anarco comunista.
    Tenia mis motivos. Dos en concreto.

    ¿Anarco y comunista pueden ir juntas en la misma frase?

  9. #9
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    Re: La Pepa, el invento liberal precapitalista, estatalista, opresor y totalitarista

    "1. Hispanismo.org es un espacio de comunicación y discusión dedicado a la regeneración y preservación de las tradiciones y de la integridad de las gentes y territorios hispánicos, así como de su herencia cultural, espiritual, étnica, social y política."

    Por cierto, no creo que haya personas mas afin a esta filosofia que Felix Rodirigo Mora, incluso desde su vision anarquista y antiestatalista. No he conocido persona mas afin a las tradiciones populares que este buen hombre. Todo su trabajo se dedica a la recuperacion de lo mejor de aquella civilizacion rural, autogestionaria, comunal, cooperativista, de ayuda mutua, civilizada, sus oprganizaciones, el batzarri, los concejos, las asambleas, amante de la educacion y el respeto mutuo, culta aunque no a la manera urbana... y a luchar por sus enemigos. los urbanitas, liberales, capitalistas, oligarcas, los salvapatias comunistas y socialistas, estatalistas al final, igualmente opresores pues, opresores de ese pueblo sencillo y noble que tenia una civilizacion milenaria productiva y sana.

    Claro que el se inclina hacia precisamente las tradiciones populares, no a las señoriales, nobles, imperiales, militares, etc. El se inclina por el pueblo-pueblo, los autenticos hispanos del cuento.

  10. #10
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    Re: La Pepa, el invento liberal precapitalista, estatalista, opresor y totalitarista

    Cita Iniciado por Audax Ver mensaje
    Tenia mis motivos. Dos en concreto.
    Vale. O sea que solo se olvidó de citar la fuente.
    ¿Anarco y comunista pueden ir juntas en la misma frase?

    ¿Usted que cree?

  11. #11
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    Re: La Pepa, el invento liberal precapitalista, estatalista, opresor y totalitarista

    Cita Iniciado por txapius Ver mensaje
    Vale. O sea que solo se olvidó de citar la fuente.
    No, no lo olvide, lo eludi a sabiendas.

    ¿Usted que cree?
    Ja ja ja vale, en su dia quizas, ja ja ja, hace un siglo aun se les podia citar juntos... hoy en dia seria dificil. El comunismo anarquista poco tiene que ver con el comunismo de Lenin de la misma manera que el socialismo de Hitler tiene poco que ver con el de Marx, o el de El Innombrable (JL Rdz Thapatero).
    Vale, si, podermos decir que existe un comunismo anarquista, pero evidentemente poco tiene que ver el uno con el otro. El anarquista se parece mas a las formas comunitaristas y colectivas del rural y agro español (o europeo, incluso mundial, y el comunismo marxista es estatalismo puro y duro. Antiteticos. Mera coincidencia en la palabra, distintos significados.

  12. #12
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    Re: La Pepa, el invento liberal precapitalista, estatalista, opresor y totalitarista

    El tema del hilo es la constitución de 1812, no vas desviación por favor.

    No deja de ser simpático el análisis y que se considere el antiguo régimen como "casi comunista", y hasta se podría dar la razón a casi todo el artículo, pero falla en una cosa: lo que más enfadó al pueblo sobre la constitución de 1812 es su menosprecio de la religión y del rey, que eran precisamente los que daban sentido y garantía a de su modo de vida. Sin este dato, el análisis está hueco y se quede en lo superficial.
    Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.

    Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI


  13. #13
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    Re: La Pepa, el invento liberal precapitalista, estatalista, opresor y totalitarista

    Editado por la administración: efectivamente, es una amalgama de cosas raras que nada tienen que ver con el tema.
    Última edición por Donoso; 20/05/2012 a las 01:15

  14. #14
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    Re: La Pepa, el invento liberal precapitalista, estatalista, opresor y totalitarista

    CONTRA LAS CORTES DE CÁDIZ



    Por Antonio Moreno Ruiz


    Al igual que en los países hispanoamericanos se puso una mitología nacionalista que ensalzaba la separación de España, a la que se consideraba y se considera la responsable de todos los males, en España, la tiranía liberal española, impuesta por el golpe militar y la intervención extranjera, culpó al “Antiguo Régimen” de todos los males, justificando así toda su onda expansiva. Al cabo de dos siglos, sigue sin reconocer sus culpas y deméritos y echando tierra sobre la propia España, ahogándola en la Leyenda Negra. Así las cosas, son varias las generaciones que han crecido creyendo que, antes de 1812, no existía España.

    Estando de insufribles bicentenarios para regocijo de Esperanza Aguirre y demás oligarquía ruinosa, y teniendo asesores históricos tan solventes como Arturo Pérez-Reverte (¡!), tenemos que subrayar que no se puede hablar de la Constitución de Cádiz a un modo de alegoría ideológica, obviando temas tan importantes como:

    -La abolición del juicio de residencia, creando la impunidad de una nueva clase política.

    -La abolición de la representación gremial, dejando a los trabajadores sin escuela propia y a la merced de los nuevos caciques sin escrúpulos.

    -El voto solo y exclusivamente para los más ricos propietarios, pasando la política a ser el cortijo de la nobleza, la alta burguesía y los golpistas militares que le rodeaban.

    -El irrespeto de la "autonomía" americana, siendo mucho peor el nuevo centralismo que el despotismo ilustrado.

    -La imposición por el golpismo militar, nunca por el apoyo popular. El apoyo popular fue para los Cien Mil Hijos de San Luis que fueron acogidos como libertadores desde Irún a San Fernando.

    En definitiva: Las Cortes fueron un "bluf" apoyado por lo peor de cada casa. Su puesta en práctica se debe a Riego, uno de los mayores traidores de nuestra Historia y que, como bien apunta el historiador argentino Julio C. González (y como ha refrendado nuestro amigo Luis Gómez), estaba comprado por Inglaterra a través de Gibraltar. Él impidió el refresco de más veinte mil realistas peninsulares que, junto a los realistas americanos, hubieran aplastado la revuelta secesionista que, de hecho, hacia 1820, estaba tambaleándose. Pero vino el golpe del trienio liberal (1820-1823), y los oficiales liberales comenzaron a coparlo todo. Morillo llegó a Venezuela y se abrazó y hasta se besó con Bolívar; San Martín, en su encuentro con La Serna (Al que combatía Olañeta y el que destrozó toda la obra de Abascal) dijo aquello de "nosotros, los liberales, somos hermanos en todas partes del mundo", asentando la traición de Ayacucho, donde también estuvieron Espartero y Maroto, que a posteriori se abrazarían en Vergara.

    Sin idealizar el Antiguo Régimen y en especial los últimos tiempos de Carlos IV, que fueron desastrosos, las Cortes de Cádiz fueron el jaque mate de las Españas. Por supuesto, Fernando VII y sus continuas felonías habían facilitado mucho las cosas.

    Y reitero: Particularmente, no quiero ser conspiranoico, pero pienso que esta oleada de separatismo antiespañol obedece al mismo plan. Es la "solución final" para acabar con España. Todavía las geopolíticas francesas y británicas están orientadas a ello. En verdad tanto odio no se comprende, ya que estamos en su órbita y cada vez caemos más bajo, y digo que no se comprende porque como entrevió el ínclito Gaspar de Jovellanos, España ya se humilla solita, y antes perecerá por los hijos traidores que le devoran las entrañas que por los tiranos extranjeros.

    RAIGAMBRE
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  15. #15
    Avatar de Mexispano
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    Re: La Pepa, el invento liberal precapitalista, estatalista, opresor y totalitarista

    Para que todo el mundo lo sepa, como comenzó la gran farsa centralista llamada "Nación Española" producto del liberalismo resultado de la crisis de sucesión tras la muerte de Fernando VII.

    ¡Y QUE QUEDE CLARO! ¡EN AMÉRICA TAMBIÉN NOS INVENTARON LAS NACIONES DEL FINO AIRE!




    ______________________________

    Fuente:

    https://www.facebook.com/photo.php?f...type=3&theater

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    Re: Para bajar muchos humos y ajustar bicentenarios (1812-2012)

    La cuestión religiosa en la «Guerra de la Independencia»

    Juanjo Romero, el 6.03.12 a las 7:41 PM

    La historiografía reciente quiere hacernos creer que los españoles lucharon en la «Guerra de la Independencia» por la Constitución de 1812. Nada más lejos de la realidad. El motivo predominante fue el «factor religioso» y lo que ello lleva consigo. Como lo ha sido en todas las guerras españolas, en territorio ibérico o fuera. Soy consciente de que no gusta, pero así es.
    El historiador Genís Barnosell publicó un curioso estudio en el que se analizaba la evolución del vocabulario de los bandos de Palafox en Zaragoza entre octubre de 1808 y febrero de 1809, prácticamente todo el segundo sitio. No deja de ser una aproximación, pero le permite concluir:
    tomados en su importancia relativa, destaca el lugar muy secundario de conceptos tales como nación y libertad, que probablemente muestran lo lejanos que se encontraban los defensores zaragozanos de los ideales liberales y de los conceptos modernos de nación. También la evolución sin aparente explicación sencilla de los conceptos asociados a la propia seguridad de los bienes y personas de los defensores. La evolución de los otros conceptos es muy significativa: el descenso del concepto aristocrático de honor y también la tendencia claramente descendente en el último tramo de la defensa de los conceptos relacionados con la valentía (especialmente valor y bizarría), unos conceptos utilizados a lo largo de los sitios para definir una característica de la personalidad de los defensores a la que se debe ser fiel. Finalmente, el descenso dramático de las referencias a Fernando VII por, en cambio, en primer lugar el ascenso del concepto de patria. En último término, lo que más destaca es el ascenso imparable de las referencias religiosas, que llegan a suponer casi el 45% del total.
    Pensaba en ello ahora que parece que el único tema en la política española es la economía, en su vertiente exclusivamente técnica. Y me acordé de cómo representó el Sitio de Zaragoza el pintor inglés Harold Hume Piffard. La matanza francesa era casa por casa, prácticamente la última batalla en la «Basílica de El Pilar». Los defensores tenían muy claro por qué luchaban y por qué morían. Me da que no lo hubiesen hecho así por «rebajar el déficit al 5,9%»


    –Harold Hume Piffard. Zaragoza: 10 de febrero de 1809.
    Perdonad, sólo pensaba en voz alta.

    http://www.infocatolica.com/blog/del...igiosa-en-la-l
    Última edición por ReynoDeGranada; 07/10/2019 a las 16:35
    «¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
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    Por DON COSME en el foro Historiografía y Bibliografía
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    Último mensaje: 14/06/2007, 15:05

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