PARA BAJAR MUCHOS HUMOS Y AJUSTAR BICENTENARIOS (1812-2012)


El cuadernillo liberalón de 1812
DESMITIFICANDO LAS CORTES DE CÁDIZ
Con motivo del segundo centenario de las Cortes de Cádiz y la promulgación de la Constitución de 1812 se están diciendo muchísimas tonterías y se dirán todavía más.
A la derecha española (y al centro) se le ha ocurrido, en su insuficiencia intelectual y para uso de muy deficientes, que no hay mejor modo de defender la unidad laico-secular de España que invocando lo que todos han coincidido en entender como fecha fundacional de la única España que para ellos es posible: la España constitucionalista y liberal. Y, como no podía ser de otra forma, esta reinvención de España se hace dosificando el jacobinismo a gusto del usuario: para los más fachas y centralistas, sírvase jacobinismo a ultranza que uniformice España hasta borrar todas las diferencias regionales y convertirnos a todos en flamenquería de faralaes y España cañí; para los más progresistas, sírvase combinar el federalismo, en lo que va de una España uniforme, artificial y sin alma... A una España fragmentada y diezmada hasta la auto-disolución.
En previsión de la campaña mediática que sobre las Cortes de Cádiz y su Constitución se nos avecina y, como antídoto contra la intoxicación pseudohistórica que se está perpetrando sobre este asunto, ofreceremos esporádicamente, según se tercie, algunos apuntes que nos sirvan para mantenernos incólumes ante tanta insidiosa y capciosa mitomanía doceañista.
LAS FRAUDULENTAS CORTES DE CÁDIZ
Vamos a dejar al margen las triquiñuelas de que se sirvieron los liberales para convocar unas Cortes con los sistemas y recursos más fraudulentos que puedan imaginarse y, no lo olvidemos, en un momento en que, más que ponerse a perorar y charlamentar, lo que estaba en juego era la misma independencia de España, pues los napoleónicos nos habían invadido en 1808 y todavía, para cuando se congregan los "diputados" de estas Cortes anómalas en Cádiz, los mejores españoles no se lo pasan perdiendo su tiempo en redactar un cuadernillo para desmontar España, sino que están dando la cara y batiéndose contra el cruel y sacrílego invasor napoleónico.
Como fraudes propios de estas Cortes de 1812 podríamos aludir a las pérfidas maniobras de los liberales para salirse con la suya y prescindir de una representación que encarnara mejor a la verdadera España. El clero y la nobleza -como estamentos- fueron soslayados merced a que los liberales se las compusieron para que las convocatorias a los diferentes estamentos se realizaran por separado. Y cuando se llamó al tercer estado, alegaron haber olvidado por descuido que se habría de remitir el respectivo llamamiento a los brazos eclesiástico y nobiliario (pero no se hizo): con esta sucia triquiñuela, entre muchas otras, fue como los liberales se aseguraron tenerlo más fácil en las sesiones de las Cortes y en llevarse el gato al agua tras las deliberaciones de sus descabelladas propuestas: pucherazo, tongo, chanchullo y manipulación... El liberalismo en su estado puro.
Pero, no: desistimos de ilustrar al lector con estos juegos de prestidigitación, propios de los tramposos liberales de 1812. Otros, más cualificados que yo en el campo jurídico, podrían hacernos el favor de explicarnos con lujo de detalles la fraudulenta actividad política de los liberales en Cádiz.
EL PRIMER DAMNIFICADO DE LAS CORTES DE CÁDIZ
Digamos -y baste por hoy- que el primer damnificado con las Cortes de Cádiz fue el propietario del teatro de la Isla de León, primera sede en que se reunieron en asamblea los diputados. Las obras que hubo que hacer en dicho teatro, acondicionándolo para tan inútil reunión, llegó a montar unos 20.000 reales. Hubo que arreglar el teatro, igualando el patio al antiguo foso escénico y abriendo un amplio salón elíptico cuyo diámetro mayor eran 26 varas y el menor lo era de 14. El aposentador de la asamblea de diputados era el teniente general González Llamas y el encargado de realizar el acondicionamiento del local del teatro en orden a obtener un lugar óptimo para el congreso fue Antonio Prat, ingeniero de Marina.
Las Cortes de Cádiz dejaron a deber 30.000 reales al dueño del local que primeramente se eligió y reformó, el que llevamos dicho. Pero, por si fuese poco, una vez instalados en el teatro de la Isla de León, un sector de congresistas piensa que hay que cambiar de sede, pues temen que los franceses puedan bombardear el lugar en que están. El miedo -argumento muy convincente en los cobardes- causará que, luego de haber hecho tan considerables gastos en obras de reformas, tras adeudarse con el propietario del teatro y habiéndole estragado el local, mudan de sede los "compadres constituyentes" y se van a compadrear a la iglesia de San Felipe Neri, para proseguir sus debates mientras los españoles pugnan contra el gabacho y en España todo está ardiendo.
Sin embargo, ahí estaban ellos, esos a los que ahora se celebra. La mayor parte de ellos, una recua de volterianos y parásitos, conspiradores y traidores que se estuvieron tan ricamente en Cádiz, divagando sobre cuestiones cuyo debate, en aquel trance bélico, es del todo impertinente y decorativo. Pero, no se nos olvide lo más importante: su misión -alentada por las logias masónicas- era aprovechar el desorden y la confusión reinante en la Península Ibérica para imponer en España los cimientos de la Anti-España.
El propietario del teatro convertido en primera sede de las Cortes no recibió el dinero que le debían aquellos figurones constitucionalistas.
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