CORTINA DE HUMO PARA LA ACTIVIDAD SUBVERSIVA (1812-2012)

Antonio Alcalá Galiano, masón para viajar
LA MASONERÍA EN CÁDIZ
Los puertos están abiertos a las influencias exteriores. Su condición portuaria hacía de Cádiz una de las ciudades más comerciales y cosmopolitas de toda la España del siglo XVIII. Los especialistas en masonería (y otros que no lo son) omiten en la mayor parte de los casos que la primera logia francmasónica que levantó sus columnas fue la gaditana, con el nombre de "Antorcha Resplandeciente", logia cuya existencia fue conocida gracias a la incautación del archivo de una logia austriaca. La "Antorcha Resplandeciente" contaba con ochocientos afiliados.
La razón que llevaba a un español a la masonería era, por aquel entonces, la novedad -siempre tan cara a los pedantes- que ofrecía este tipo de asociaciones: pertenecer a una logia era estar a la última. Pero en el caso de Cádiz, al prurito por las novedades, también habría que añadir la red internacional que las logias ofrecían a su adepto, dado que para realizar sus negocios y transacciones, los mercaderes asentados en Cádiz encontraron en estas asociaciones un ámbito en el que asegurarse el cobro de las deudas y la representación de sus intereses mercantiles en los más lejanos países.
Así fue por lo que, según confiesa Antonio Alcalá Galiano, ingresó él en una logia gaditana, allá por octubre de 1813. Alcalá Galiano iba a emprender un viaje y le aconsejaron afiliarse a una logia, para poder desplazarse por el mundo sirviéndose de los cauces y contactos que la masonería podía ofrecerle. En este antro Antonio Alcalá Galiano encontró a Mexía Lequerica y a Francisco Javier de Istúriz (merecerían una semblanza, para saber quiénes son), prominentes voces de las Cortes; por lo que las logias, además de prestar una tupida red digamos que como agencias comerciales, también eran centros con marcado signo político y revolucionario.
Una de las sedes masónicas más activas en Cádiz fue la conocida como "Casa de la Camorra", donde se reunían los sectarios afrancesados y constitucionalistas.
La francmasonería, tan tempranamente establecida en Cádiz, fue el puente de mando de toda la obra reformista-revolucionaria llevada a cabo en las Cortes y plasmada en la Constitución de 1812. Pronto lo denunciaron los diputados más reacios. Dirigiendo sus dardos contra los masones, verdaderos impulsores de todas las medidas que atentaban contra el orden tradicional. Así la publicación periódica cuya cabecera era "El Sol de Cádiz" publica, en octubre de 1812:
"Como quiera que se han derramado por toda España una casta de hombres perniciosos, que no desean otra cosa que la subversión del Estado y aniquilamiento de la Religión, si ser pudiera, hemos creído hacer un gran servicio a Dios, a la Patria y a la Religión Santa, que profesamos, poniendo en claro y avisando a la Nación de los peligros que la rodean por la introducción de la maldita Sociedad de los Francmasones, que se han extendido cual zorras astutas por todo el suelo español".
Pero la historiografía oficialista, sin que por ello nos proporcione ninguna sorpresa, omite o rebaja la actividad de estas sociedades secretas que fueron el entramado organizado para realizar toda la infame falsificación constitucionalista. Por su operatividad, imprescindible para comprender el proceso de las Cortes de Cádiz y su fruto de 1812, tendremos que volver en más ocasiones a este episodio fundamental para comprender todo el alcance de lo realizado en aquel Cádiz obsidional.
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