Como la mayor parte de las leyes feudales y códigos de honor que rigieron entre la nobleza y realeza europea durante siglos ( hasta la llegada del liberalismo en el s.XIX-XX). Por entonces, perder el honor era perderlo todo, y quizá por ello no era exagerado conceder al marido agraviado la posibilidad de redimirse dando muerte a los adúlteros sorprendidos en plena faena.
Hoy perder el honor no implica nada, como bien sabemos, y quizá por eso ya no tenga sentido la penalización del adulterio. Como tampoco tienen sentido los roles sociales, ni la virilidad, ni la autoridad, ni la tradición, ni el patriotismo, ni la religión, ni la familia. Hoy podemos vivir sin nada de todo esto, por lo que no hay razones de peso para penalizar con la ley los comportamientos que vayan en contra de todos esos valores.
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