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Tema: Los Carlistas en la Guerra de Secesión Norteamericana

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  1. #1
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    Re: Los Carlistas en la Guerra de Secesión Norteamericana

    Finalmente me llega a primera hora de la tarde el trabajo de

    Raúl C. Cancio, España y la Guerra Civil Americana, o la globalización del contrarrevolucionismo INSTITUTO UNIVERSITARIO DE INVESTIGACIÓN EN ESTUDIOS NORTEAMERICANOS "BENJAMÍN FRANKLIN", UNIVERSIDAD DE ALCALÁ, Madrid 2015 I.S.B.N. 978-84-16133-50-5

    Dividido en "Prólogo" de Jordi CANALS, "Introducción", cuatros partes, "Epílogo", VII Anexos y Bibliografía. Con formato 24X17 y 322 páginas de letra menuda supone un tratado completo al tema de la participación española y extranjera de tendencia contrarrevolucionaria en la Guerra de Secesión. La bibliografía consta de 174 referencias y el libro está anotado con 11 páginas y 132 notas.

    No te tenido mucha oportunidad de leerlo, salvo unas lecturas por encima de algún tema muy concreto. Por ejemplo, la configuración de las unidades militares del Sur especialmente por ser aquellas en las que hubo carlistas encuadrados. CANCIO sólo considera la presencia confirmada de unos centenares de voluntarios españoles. Destaca que la mayoría estaban muy desperdigados en diferentes unidades y casi nunca conformaron unidades autóctonas españolas. Analiza en detalle y aclara que muchos nombres de unidades no se correspondían con los efectivos que las componían, por ejemplo, la Andalusia Volunteers (Covingston Co. Alabama) compuesta de 254 hombres, no tenía ni un solo español o descendiente, en sus filas. Según dice el nombre le fue dado así por tomarlo del lugar de residencia de la misma que se debía a Ponce de León y Soto. Otro caso, el de Spanish Guards (Mobile, Alabama) tenía naturaleza defensiva en la población de Mobile, no pudiendo traspasar los límites del condado en cuestión. Estuvo formada por 81 efectivos, de los que 80 fueron españoles y descendientes y un sargento segundo de nombre G. Smith.

    Estos son sólo ejemplos de los muchos que hay. La descripción de la Batalla de Antietam, de la que forman parte los combates en West Woods (zona de bosque y praderas alternas) abarcan 10 páginas del libro. Se cita que, en efecto, participaron españoles en la misma, se indican los nombres de todos los mandos sudistas de las diferentes unidades que estuvieron, pero no se especifica unidad española (incluida una supuestamente compuesta por carlistas) y tampoco aparece mención alguna a un general llamado Echegaray.

    Los ANEXOS son listados de nombres y apellidos de españoles, unidades de encuadramiento, grado, etc., que participaron en ambos lados y también hay algún listado de otras nacionalidades.

    En conjunto, un trabajo exhaustivo, excelentemente documentado, muy instructivo y que al igual que puede servir para aclarar muchas dudas, igualmente puede resultar una plataforma para profundizar mucho más. Tirando del hilo de la madeja (Bibliografía) se puede llegar mucho más lejos en el estudio y conocimiento del tema. La conclusión es que, en efecto, hubo carlistas entre las filas del Sur y que participaron en la guerra. Ni la más mínima referencia a Oldaric, este trabajo de investigación es la respuesta que se necesitaba para desmitificar una realidad que siéndolo, no había que tergiversarla, exagerarla, o mentir sobre ella. Desde luego, me alegro muchísimo de haber hecho ambas compras -me permitirá hacer comparaciones y conocer en qué puntos incidir más-, aunque sin duda esta de CANCIO, por menos de 20 € envío incluido a mi casa, es toda una satisfacción.
    Última edición por Valmadian; 17/06/2016 a las 18:22
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  2. #2
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    Re: Los Carlistas en la Guerra de Secesión Norteamericana

    Cita Iniciado por Valmadian Ver mensaje
    La conclusión es que, en efecto, hubo carlistas entre las filas del Sur y que participaron en la guerra.
    ¿Cómo puedes llegar a esa conclusión? No te lances sin haber leído todavía el libro. Precisamente según la revista APORTES la conclusión es la contraria: que el propio autor afirma no haber podido demostrar tal presencia de carlistas. He aquí la crítica de APORTES sobre el libro de Cancio, que deja de manifiesto todas sus divagaciones e incluso sus simpatías con el separatismo vasco y catalán:

    Raúl C. CANCIO FERNÁNDEZ, España y la guerra civil americana o la globalización del contrarrevolucionismo, prólogo de Jordi Canal, Alcalá de Henares: Instituto Franklin-Servicio de Publicaciones de la UAH, 2015, 322 p., ISBN: 9788416133505 | Moral Ro

    El presente estudio intenta coger el guante de aquellos historiadores de la contrarrevolución que, desde hace tiempo, intentan analizar, en comparativo juego de escalas, la naturaleza de sus variantes y de sus relaciones en un marco internacional, para lograr una mejor comprensión de ese fenómeno de la Historia contemporánea.Cabe recordar que la contrarrevolución no fue sólo una defensa y mera vuelta al Antiguo Régimen, sino que tuvo su propio programa ideológico y proyecto social. El caso español más significativo, el carlismo, destacó sobretodo por su duración hasta bien entrado el siglo XX. Las relaciones y contactos entre diversos movimientos contrarrevolucionarios europeos fue constante a finales del siglo XVIII y durante la siguiente centuria (miguelismo, legitimismo francés…),pero todavía no se había intentado con profundidad estudiar la relación entre éstos y sus posibles homólogos americanos. Cada una de las derrotas carlistas del siglo XIX provocó una emigración de sus defensores y un problema de reintegración de muchos en la sociedad liberal triunfante,por lo que, a partir de 1860, dos escenarios acogieron la participación de carlistas españoles: uno fue Italia debido a las luchas entre contrarrevolucionarios y liberales unionistas y otro, al parecer del autor, los Estados Unidos, inmersos en una guerra civil,llamada guerra de Secesión (1861-1865). La integración de numerosos españoles en ambos bandos halle vado al autor a preguntarse sobre las razones de sus opciones y a buscar nexos entre la contrarrevolución europea y la causa del Sur. Y es que,efectivamente, para algunos carlistas,desde Europa, la lucha en Norteamérica parecía continuar las guerras civiles europeas.

    En su primera parte, Cancio analiza el factor migratorio en la demografía bélica norteamericana, como consecuencia de las luchas políticas y de la situación socioeconómica europea (páginas 33-52). Ello provocó la incorporación, en ambos ejércitos en liza, de numerosos extranjeros,donde los españoles no fueron delas nacionalidades más importantes.Una segunda parte se centra en la descripción de la situación política española, definida por el gobierno largo de la Unión Liberal, y las principales claves de su política exterior,centrándose en la evolución de la política neutralista de los liberales españoles, y de otra naciones, ante la guerra de Secesión (páginas 53-87). Finaliza este segundo bloque de contenidos con un resumen de los avatares de la causa carlista hasta comienzos de la década de los años sesenta(páginas 90-116).

    Las aportaciones más importantes de este trabajo son tanto la descripción de batallas y de las unidades militares en las que se incorporaron voluntarios españoles (págs. 117-204), como el estudio de tres grandes bornes de contacto entre el carlista y el confederado: la situación socioeconómica,la teoría del Estado y la cuestión religiosa. Muy interesantes,para el lector especializado, resultan las líneas dedicadas a los intentos de incorporación de Garibaldi a las filas nordistas, por parte de su diplomacia.

    Digno de elogio resulta la actitud del autor al reconocer que, pese a sus iniciales intenciones, no se puede comprobar realmente uno de los objetivos del estudio: si los españoles que se incorporaron a las fuerzas del Sur eran carlistas, o al menos su mayoría (página 216). Sin embargo, resultan interesantes los paralelismos de algunos de sus puntos, como el ruralismo y los efectos que provocaron en el campo las políticas capitalistas, que amenazaron un modo de vida que, tanto sudistas como carlistas, quisieron defender hasta la muerte; la reivindicación de un modelo de Estado alternativo al liberal centralista, donde la defensa de los derechos y peculiaridades territoriales constituyeron una importante bandera, así como la pretensión de esferas de autonomía gubernativa y, lo que constituye un gran acierto, la cuestión religiosa. Los carlistas se autodefinieron como cruzados, como defensores de la Iglesia católica frente a la Revolución descristianizadora y desamortizadora. El catolicismo era una realidad minoritaria en Estados Unidos, pero su relevancia no se manifestó tanto en la identidad confesional como en la incidencia que tuvo el factor teológico en sus motivaciones políticas. Para algunos historiadores norteamericanos, la guerra civil fue fruto de una crisis religiosa, del enfrentamiento en torno a la interpretación de las sagradas escrituras por las diversas corrientes del protestantismo, con la esclavitud como telón de fondo, y su armonización con las previsiones constitucionales. Cancio analiza la importancia de la religión en la sociedad norteamericana, sobre todo en el Sur; la creencia asumida por la población de que América era la tierra de promisión, elegida por Dios como depositaria de su reino en la tierra, siendo sus instituciones sociales y políticas el modelo a seguir por el resto de la Humanidad; destaca que la religión era un elemento transversal de cohesión de los partidos políticos,de las instituciones sociales, y que su cisma provocó la escisión civil. Las iglesias cristianas fueron las primeras instituciones que se rompieron, y ello provocó una situación que derivó en otras rupturas. Y tanto el carlismo como la ideología de la Confederación consideraron como valores propios la defensa del honor, la tradición y una posición antimasónica (páginas 246-280).

    No obstante, cabría hacer ciertas observaciones al texto como algunos juicios de valor, por ejemplo, cuando se señala que el 19 de junio de 1861 el gobierno de la Unión Liberal decidió publicar un Real Decreto donde se afirmaba la más estricta neutralidad ante el conflicto norteamericano. Esta manifestación, Raul Cancio la tacha de “manifestación jurídica de la cobarde actitud equidistante” de las autoridades españolas (página 25), lo cual consideramos inexacto. Sobre todo teniendo en cuenta que, como se aclara en el prólogo, la política exterior de España no fue ni improvisada ni inconexa ni quijotesca, sino que obedeció a los deseos de asegurar la estabilidad gubernamental y a la firme decisión de protegerlos intereses coloniales, como ya hace tiempo que José Antonio Inarejos demostró. Cancio añade después que “Naturalmente, dicha disposición fue trasgredida por los ciudadanos españoles” (página 25), pero ¿por qué “naturalmente”? Nada indica que España estuviera interesada en un apoyo masivo a un bando y a una posible (y peligrosa) entrada en el conflicto norteamericano. Por otra parte, aplicar una terminología muy contemporánea (“globalización”, “contrarrevolucionismo”) resulta más propia del siglo XXI que del siglo XIX, arriesgándose el lector a descontextualizar ese hecho de su propio ambiente, definido con unas características propias de su momento histórico. Por otra parte, se nota en falta, al menos en la introducción o en la relación final de fuentes, la explicación de los archivos y documentos analizados o encontrados por el autor a lo largo de su investigación, tanto españoles como norteamericanos. Sólo aparece una relación bibliográfica final -en la cual faltan muchos libros significativos sobre carlismo-, a pesar de que en alguna línea se desliza la idea deque han sido consultados algunos archivos, como el del puerto de Pasajes (página 216). Y algunas notas resultan excesivamente largas y se alejan en ocasiones del contenido del libro, llegándose al caso de una nota de 37 líneas, donde se empieza a hablar del general Torrijos para llegar al asesinato de Federico García Lorca (página 112). Finalmente, resulta sorprendente que el autor, que demuestra templanza en muchas observaciones durante el libro, defina como “legítima” la reivindicación separatista de algunos grupos vascos y como “melancólica” la “pretensión secesionista de los Països Catalans”, apoyando a quienes definen una irrealidad territorial histórica (página 282).

    Para finalizar, Cancio hace una importante observación, al describir cómo los memoriales que honran tanto a Lincoln como al general Lee se encuentran cerca, a tan sólo tres kilómetros, describiendo de forma ilustrativa el grado de superación de la sociedad norteamericana de su conflicto civil, “teniendo muy presente que las cotas de bienestar alcanzadas en el presente no pueden desvincularse de los sacrificios extremadamente dolorosos que se produjeron un siglo y medio atrás” (página 29). Añade que, en el caso español,se evidencia lo contrario y tras las guerras carlistas del siglo XIX, hubo otra guerra civil aún peor en el siglo XX. Excelente apunte al que le falta admitir, sin embargo, que en España resultará muy difícil copiar el loable ejemplo norteamericano cuando,como consecuencia de la ley de Memoria Histórica, tan sólo se admitirá la permanencia, en muy pocos años, de monumentos y memoriales exclusivamente dedicados al Bando republicano, perdedor de una guerra que sus descendientes ideológicos quieren ganar a toda costa. Otra vez,pues, vencedores y vencidos, lo cual implica, explícitamente, la diferencia entre españoles “buenos” y españoles “malos”, entre españoles y no españoles,entre hermanos que no se reconocen, entre Caín y Abel… ¿Hasta cuándo?

    Antonio Manuel Moral Roncal

    No obstante, me interesaría saber de donde venían esos españoles que realmente combatieron, en caso de que el libro haya demostrado efectivamente tal presencia (de españoles, no de carlistas). ¿Eran gente asentada allí previamente?
    Última edición por Rodrigo; 18/06/2016 a las 00:44
    Kontrapoder dio el Víctor.
    Militia est vita hominis super terram et sicut dies mercenarii dies ejus. (Job VII,1)

  3. #3
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    Re: Los Carlistas en la Guerra de Secesión Norteamericana

    Cita Iniciado por Rodrigo Ver mensaje
    ¿Cómo puedes llegar a esa conclusión? No te lances sin haber leído todavía el libro. Precisamente según la revista APORTES la conclusión es la contraria: que no se ha podido demostrar tal presencia. He aquí la reseña de APORTES sobre el libro de Cancio, que deja de manifiesto todas sus divagaciones e incluso sus simpatías con el separatismo vasco y catalán
    No me he lanzado a nada, he comentado que he ido directamente a ciertas partes antes de meterme en un análisis más detallado. Y eso no es lo mismo que lanzarme o aventurarme.

    ¿Quién ha escrito esa respuesta en APORTES? lo digo porque podría empezar por escribir correctamente sin faltas de ortografía, grafía, con orden, en fin, según las reglas de la redacción y exposición, que no suponen un esfuerzo para quienes están acostumbrados a redactar. Además, es una opinión, la cual será muy respetable, pero para mi tan dudosa como para él lo que dice CANCIO. Por otra parte, no sé de dónde sale esa actitud permanentemente negativa y destructiva, todo hay que decirlo, hacia investigaciones serias no respondidas con otras investigaciones cuando menos igual de serias o más. No entiendo el afán por negar las cosas, al fin y al cabo nada modifican ni la Historia ni el sentido del Carlismo. ¿Que hay carlistas que se niegan a aceptar esto? bueno, yo también soy carlista, mi abuelo materno ya me lo comentó como anécdota hace muchos, pero que muchos años, y salvada la dificultad de Oldaric, lo voy a dudar. Como he comentado, pienso seguir indagando, esto sólo es el comienzo, otra cuestión es que siga participando en el hilo. El asunto, lo diga el obispo de Orihuela o no lo diga, considero que está ya suficientemente acreditado. Te recuerdo que en los ANEXOS hay listados completos de nombres y apellidos, por tanto, para quien quiera tomarse la molestia, puede hacer un estudio de quiénes fueron tales personas y sus filiaciones políticas. Especialmente CANCIO menciona dos museos y un archivo, uno de tales museos tiene la misión de preservar todos los datos relativos a la Confederación. Y, por cierto, ¿en qué te basas para afirmar que CANCIO simpatiza con el separatismo catalán y vasco?
    DOBLE AGUILA dio el Víctor.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

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  4. #4
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    Re: Los Carlistas en la Guerra de Secesión Norteamericana

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    No obstante, me interesaría saber de donde venían esos españoles que realmente combatieron, en caso de que el libro haya demostrado efectivamente tal presencia (de españoles, no de carlistas). ¿Eran gente asentada allí previamente?
    Esta pregunta la responden ambos libros y, además, planteada en términos de "queja". Y es que en los registros para alistarse no se contemplaba la ciudad de origen, sólo el nombre, la nacionalidad y la edad. Es decir, es un problema para los propios investigadores pues eso hubiese facilitado mucho las cosas. De todos modos, y por otras vías, se sabe que fueron principalmente catalanes, vascos, canarios y valencianos. A su vez, una parte eran descendientes pues la salida de emigrantes de España a Florida y Alabama tuvo su importancia a raíz del final de la Primera Guerra Carlista. No es que no hubiese una amnistgía general, que la hubo, es que muchos no quisieron aceptarla y se marcharon.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

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  5. #5
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    Re: Los Carlistas en la Guerra de Secesión Norteamericana

    Esto de andar a trompicones (léanse obligaciones que me impiden estar al teclado lo que yo quisiera) es un rollo. Destaco del artículo publicado en la Revista APORTES y reproducido en el #73 la siguiente oración:

    "Digno de elogio resulta la actitud del autor al reconocer que, pese a sus iniciales intenciones, no se puede comprobar realmente uno de los objetivos del estudio: si los españoles que se incorporaron a las fuerzas del Sur eran carlistas, o al menos su mayoría(página 216).

    Quisiera destacar los siguientes puntos:

    1.- Es una interpretación de la intenciones de CANCIO, el cual, lo que estudia es la presencia de fuerzas antiliberales (destaca mucho la presencia de voluntarios de muy diversas nacionalidades, entre las que hay españoles) y, como es lógico los carlistas no iban a enrolarse en las fuerzas unionistas. Por supuesto, es válido dar por hecho que según los casos individuales y a falta de mejores informaciones, no se pueda inferir que todos fuesen carlistas. Es, pues, perfectamente posible que los hubiese encuadrados por otros motivos, pero tales no son excluyentes de la presencia de carlistas.

    2.- En los propios términos, destacados en negrita en el #73 se afirma, tal como aquí mismo he reproducido, "si los españoles que se incorporaron a las fuerzas del Sur eran carlistas, o al menos su mayoría" Considero que este es un reconocimiento bien explícito de que se admite la presencia de españoles encuadrados en unidades Condeferadas y que algunos si serían carlistas, aunque difícilmente demostrable que lo fuesen la mayoría. Por tanto, el autor de esta crítica admite también la presencia de carlistas aunque no se pueda demostrar su número.

    En cualquier caso, considero oportuno reforzar la idea con un fragmento del "Prólogo" cuyo autor es Jordi CANAL, del cual en el #62 el correligionario Rodrigo afirma [B]me ha parecido bochornoso que alguien que yo pensaba que era un experto en la historia del carlismo como Jordi Canal se haya tragado el cuento sin más (no sin antes decir que él mismo desconocía totalmente la presencia de carlistas en la Guerra de Secesión).[/B] (Bueno, Colón y sus tripulaciones tampoco sabían de la existencia de un continente con el que se "tropezaron" antes de llegar a Katai o a Cipango, objeto de su viaje)

    Y esto es lo que dice CANAL en una parte del "Prólogo":

    "El libro de Raúl C. Cancio, que tengo el placer y el honor de prologar estudia, precisamente, la participación de españoles, en especial carlistas, en los combates de la Guerra de Secesión..." (página 22)

    En principio nadie prologa una obra antes de que haya sido escrita, sino que se hace una vez que se tiene el libreto en las manos con la solicitud de análisis del mismo y de solicitar dicha aprobación prologándolo, si es que es merecedor de ello. Y, en segundo lugar, ni en esas breves líneas, ni en el resto del libro, se afirman las suposiciones que hemos visto reproducidas en diversos momentos.

    Por supuesto, además, tal como indiqué al comienzo de este post, el comentario reproducido es una apreciación personal, porque tengo delante la página 216 mencionada y si bien se puede hacer una aproximación así, también se puede interpretar de otro modo:

    "A lo largo de las páginas anteriores, hemos identificado las unidades militares donde de manera inequívoca y de forma más relevante lucharon nuestros compatriotas. En los anexos a este libro y en los parágrafos precedentes hemos glosado los apellidos y nombres que obran en los archivos de esas unidades. Pueden repararse que el origen toponímico de los mismos no es homogéneo, apareciendo apellidos de raigambre vasca, catalana, aragonesa o valenciana. De esos registros, ni tampoco de los archivos de los puertos de origen, fundamentalmente el de Pasajes en España, y como tuvimos ocasión de comprobar, no podemos inferir si la motivación del traslado respondió únicamente a cuestiones ideológicas o, por el contrario, hubo también condicionamientos económicos que determinasen su partida."

    Lo que no es impedimento para que se diesen circunstancias en las que a las razones ideológicas se añadiesen las económicas. Años más tarde esa fue la situación del padre de Sabino Arana, y en mi propia familia también se produjo algo similar. Lo que si queda claro es que esas salidas coinciden con los territorios determinantes del Carlismo.
    Última edición por Valmadian; 17/06/2016 a las 23:07
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

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    Re: Los Carlistas en la Guerra de Secesión Norteamericana

    A medida que voy encontrando fuentes, tarea a veces algo tediosa pues muchos sitios se repiten una y otra vez, procuro anotarlas. La siguiente es una web denominada división de Missouri a la que se pueden solicitar informes sobre los españoles, e hispanoamericanos, que combatieron en esta unidad. Inicialmente he contado en un listado hasta 185 nombres de oficiales con sus correspondientes graduaciones. Igualmente está indicado esto:

    "Los nombres siguientes son sólo una muestra de la cantidad total de hispanos que sirvieron en el ejército del Sur..."

    A tenor de ello hay que suponer que las cifras manejadas por HUGUET o por CANCIO, se quedarían cortas.


    Missouri Division, Sons of Confederate Veterans, Hispanic Confederate Heritage
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

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    Re: Los Carlistas en la Guerra de Secesión Norteamericana

    Héroes españoles en la Guerra Civil americana

    Del 1 al 3 de julio de 1863 se libró la terrible batalla de Gettysburg. Recordamos a nuestros paisanos en la contienda




    Representación de una batalla en la Guerra Civil americana - abc


    Manuel de la fuente

    Actualizado:30/10/2013 13:05h



    Quizá no se sabían la letra entera de «Dixie», quizá todavía hablaban mejor en el español de sus bisabuelos que en inglés, quizá el uniforme gris de la Confederación les venía demasiado estrecho, pero hubo un puñado de españoles que se batieron el cobre y dieron su sangres en la terrible Guerra Civil americana. Incluso hasta hubo algún héroe en Gettysburg, como el soldado de la Unión Francisco Navarrete, que arrebató una bandera a los sudistas, sin que por ello, no se sabe aún por qué motivo, fuera condecorado.


    Organización

    Pero puestos a organizarnos, quizá sea mejor empezar por otros nombres que sin ser plenamente españoles sí guardaban alguna relación con nuestra Patria. Para empezar, uno de los grandes militares de la Unión, el almirante David G. Farragut, procedente de una familia menorquina. O el mismísimo general George Gordon Meade, que derrotó a Lee en Gettysburg, que casualmente había nacido en Cádiz. O el general confederado James Johnston Pettigrew, un apasionado de nuestro país que escribió un libro titulado «España y los españoles». Nos tenía por gente «entrañable, caballerosa y valiente».

    Pero, vuecencias aparte, hora es ya de ir hablando de la tropa. Y de dar las gracias a quien nos han puesto en este camino, como el comandante de ingenieros José Enrique López Jiménez, autor de un fantástico artículo sobre el tema en la revista «Ejército», en su número 791, de marzo de 2007. O los interesantísimos blogs de Jesús Hernández(experto en esta contienda, autor del libro «Norte contra sur. Historia total de la Guerra de Secesión»). O los también apasionados argumentos de Isadora Rowina Elliott.


    Todos a paso ligero

    Por razones mayormente geográficas más que ideológicas, la mayoría de nuestros paisanos que combatieron en aquella terrible guerra lo hicieron con la Confederación, con los rebeldes. Al fin y al cabo, varios de los estados sudistas como la Luisiana y la Florida tenían entre sus habitantes a muchos descendientes de españoles, muy en especial de gente llegada desde las Islas Canarias.

    En el momento de la batalla, aquellos españoles se unieron a sus vecinos, como es habitual. Sin embargo, también hubo gente nuestra entre las tropas azules de la Unión. Especialmente en el 39º Regimiento de Nueva York, conocido como la Guardia Garibaldi, pues además de usar camisas rojas como los partisanos garibaldianos tenían al revolucionario italiano entre sus héroes. Aquel regimiento estaba formado por gran parte de inmigrantes que ya en aquellos años llegaban en mansalva a la isla de Ellis, en Nueva York. El uniforme que gastaban era también de aires italianos, pues era calcado del que usaban los bersaglieri, con su sombrero de plumas incluido.


    Los héroes de la Luisiana

    En el sur, la mayor parte de nuestra tropae se alistó en el 10º Regimiento de Luisiana (también estuvieron en el 13º, con su uniforme de zuavos), y cabe aquí recordar un libro importante sobre ellos, «Legión extranjera de Lee», de Tom Brooks. Y eran tipos como Gustavo López, de Nueva Orleans; Pedro Barau, también de Nueva Orleans, alistado en en los Rebeldes de Luisiana, fue hecho prisionero y acabaría jurando lealtad a la Unión; Alejandro Berthancourt (típìco apellido canario), igualmente de Nueva Orleans, murió en Gettysburg; Juan Basco de los Rangers de Orleans; Pedro Bellory; Antonio Campos, igualmente de Nueva Orleans, desaparecido en combate; Manuel Castaño, desaparecido en combate; Antonio de León; Juan Fernández, después de ser hecho prisionero juró lealtad a la Unión; Juan Gutiérrez, Juan Lemán (perdió el brazo derecho en Gettysburg)...

    Pero hubo más españoles, allá en tierra más o menos extraña. Como el Regimiento de Cazadores Españoles de la Milicia de Infantería de Nueva Orleáns; la Guardia Española o Southern Star Guards, del 21 Regimiento de Infantería de Alabama. O en los texanos de los Partisanos de Benavides, una tropa cuajada de canarios de la zona de San Antonio de Béjar; o el 8º Regimiento de Infantería de Florida. Los mandaba el texano Santos Benavides, nieto del fundador de Laredo.

    A miles de kilómetros de la que fue la patria de sus abuelos, nuestros paisanos, como siempre, nunca dejaron de dar la cara en una guerra terrible, considerada la primera guerra moderna, una contienda que ya sabemos que también está regada con sangre española.




    _______________________________________

    Fuente:

    https://www.abc.es/cultura/libros/20...306261623.html

  8. #8
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    Re: Los Carlistas en la Guerra de Secesión Norteamericana

    Edward Kirkpatrick







    Edward Livingston Kirkpatrick,[3]​ también llamado Edward Kirkpatrick de Closeburn (1841-1925),[4]​ fue un militar estadounidense.
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    Índice

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    BiografíaEditar


    Descendía de los barones de Closeburn de Dumfries (Escocia).[5][6]​ En el siglo anterior su familia había defendido la causa jacobita.[7]
    Siendo estudiante en la Universidad de Virginia, alrededor del año 1860 leyó una novela de Nathaniel Beverley Tucker titulada The Partisan Leader (1837), que preveía el estallido de la guerra de Secesión. Un año después tendría ocasión de vivir en primera persona batallas muy similares a las narradas en las mismas montañas y llanuras del estado de Virginia,[8]​ como combatiente del bando confederado a las órdenes del coronel Moseby.[9]
    Residente en París, en 1869 fue presentado a los emperadores de Francia Napoleón III y Eugenia de Montijo (con la que estaba emparentado). Al salir del Palacio de las Tullerías, su primo José Guzmán le presentó al general Rafael Tristany, que se encontraba emigrado en Francia. Ambos desarrollaron desde entonces una estrecha amistad que determinaría su adhesión al carlismo.[8]
    Con el grado de coronel, en 1872 entró en España para luchar en la tercera guerra carlista y se integró en una partida que actuaba en Cataluña bajo el mando de Francisco Orri y de la que también formaban parte el ex-zuavo pontificio holandés Ignacio Wils y el noble francés conde de Coëtlogon.[3]
    En la crónica de una acción ganada por una veintena de carlistas contra una columna liberal compuesta por guardias civiles, tropa y carabineros, Kirkpatrick fue calificado como héroe por el periódico carlista La Reconquista, que escribió lo siguiente:
    Edward Livingston Kirk-Patrick ha seguido á la vanguardia sin pertenecer á ella, y con flema verdaderamente de un inglés ha disparado quince tiros con su rewolver de gran alcance[3]
    Más adelante participó en la firma de un tratado entre los tenientes generales al mando de las fuerzas carlistas y liberales de Cataluña.[10]
    Antes de concluir la guerra, fue representante de Carlos de Borbón y Austria-Este en Inglaterra y presidente del Comité Legitimista de Londres.[10]​ Abrió una suscripción para ayudar a los carlistas en España, por lo que fue acusado por unos republicanos ingleses de infringir la ley llamada «Foreign enlistment act» y recibir dinero con fines reprobados. Escribió varias obras en inglés defendiendo los derechos de Carlos VII y la justicia de su causa.[2]
    Regresó después a Estados Unidos, donde gozó de una alta posición social.[11]​ En 1897, durante la crisis de Cuba precedente a la guerra hispano-estadounidense, salió en defensa de la españolidad de la isla y se opuso a que su país reconociera la beligerancia de los separatistas cubanos[10]​ en un artículo publicado en el San Francisco Chronicle, ocupando la primera plana los retratos de Don Carlos y su esposa María Berta de Rohan.[12]
    En la primera década del siglo XX escribió al menos dos obras en francés de temática carlista. En su libro Les Renonciations des Bourbons et la succession d'Espagne (1907) defendió que los borbones carlistas tenían derecho también a la corona de Francia.[13]
    Tras residir veinte años en París, en 1916 regresó a Estados Unidos.[14]


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    https://es.m.wikipedia.org/wiki/Edward_Kirkpatrick
    «¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
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    Re: Los Carlistas en la Guerra de Secesión Norteamericana

    Al margen de la veracidad o falsedad del relato de Odalric, se han publicado artículos a lo largo del hilo insinuando que los confederados eran enemigos de la Hispanidad, y nada más lejos de la realidad: la mayoría de los estadounidenses que apoyaron a los separatistas cubanos eran yankees del Norte. Por poner un par de ejemplos, tenemos a Henry Reeve (Fidel Castro bautizaría luego un contingente sanitario en su honor), que combatió del lado de la Unión en la guerra de Secesión, y posteriormente fue brigadier general del ejército separatista cubano durante la guerra de los Diez Años. También tenemos al cubano renegado Federico Fernández Cavada, oficial del ejército de la Unión que posteriormente también combatiría del lado separatista en Cuba, al igual que su hermano Adolfo. Ni que decir tiene que el invasor en 1898 fue el gobierno estadounidense heredero de aquellos que previamente invadieron a la Confederación en 1865.

    Por otra parte, la supuesta hispanofobia de los confederados es otra premisa sin fundamento. Hispanos como Santos Benavides lucharon del lado confederado, y políticos sureños como John C. Calhoun se opusieron de manera tenaz a la guerra con México en 1848. Amén de los confederados que sí lucharon en el bando carlista, como el coronel Kirkpatrick, que también se opuso a la invasión estadounidense de Cuba.

    Saludos en Xto.
    Última edición por ReynoDeGranada; 02/07/2022 a las 14:15
    «¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
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  10. #10
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    Re: Los Carlistas en la Guerra de Secesión Norteamericana

    Había un error en el artículo de Wikipedia de Edward Kirkpatrick (ya se ha corregido). Al parecer, no fue confederado, sino unionista. El error probablemente se debe a una mala comprensión de las memorias de Kirkpatrick (que están en francés). En ellas dice que "je me mesurai dans cette guerre (...) avec le colonel Moseby, de l'armée confédérée". Es decir, "yo me medí en esta guerra (...) con el coronel Mosby, del ejército confederado". Puede comprobarse en este enlace: https://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000227892&page=76

    Pero eso no es todo. La necrológica de Kirkpatrick en el Oakland Tribune (Oakland, 17 de mayo de 1925) afirmaba lo siguiente:

    “A California Baron. The foreign press carried long accounts of the passing of Baron Edward Kirkpatrick de Closeburn in Paris on April 15 and at the age of 84, and all of them said at the close that the body would be cremated and sent, at his request to San interment. There is room here for no more than a hint of the remarkable life cf this man who saw the world and longed for California. He was author of memoirs of the last Carlist War, a cousin of Empress Eugenie and related to several members of French nobility and in 1914 was in California carrying on active propaganda in favor of France. That much the world may have read in the notices published with his death but there are earlier California chapters which were omitted. General Kirkpatrick, as he was known here, owned 97 acres on the Santa Cruz-WTatsonville highway at the time of his passing. He and his wife were familiar figures in Santa Cruz, Watsonville and Salinas, gray- haired and distinguished figures out of old-world fiction. It was not difficult to imagine him in the hero's role. On the Union side he fought in 102 battles in the Civil War, he was on McClellan's staff, and in command of a brigade. And he fought with Don Carlos in Spain, was an officer of the Legion of Honor and the possessor of a score of French decora- tions and the picture is faintly sketched. At the battle of Gettysburg. it is related, everv officer of his regiment except himself, was killed. J. S. Fletcher of Watsonville, one of the general's friends, cherishes a bottle of po- given him by Kirkpatrick in 1904 and at the time the California baron was living in this state.”.

    Texto recogido en Llagostera Fernández, Antoni (2015). «Edward Kirkpatrick de Closeburn, la guerra carlista, el jacobitisme escocès (1688-1745), la guerra de Secessió americana (1861-1865) i la primera literatura nord-americana»
    Última edición por Rodrigo; 18/07/2022 a las 12:58
    Kontrapoder dio el Víctor.
    Militia est vita hominis super terram et sicut dies mercenarii dies ejus. (Job VII,1)


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  1. 30/07/2011, 18:10

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