Revista FUERZA NUEVA, nº 503, 28-Ago-1976
España, unidad de destino en lo universal
Van quedando lejos los días en que un gran español con visión trascendente definió a España como “unidad de destino en lo universal”. Fue necesaria una Cruzada, para que los españoles cobraran conciencia de esta realidad, que ha sido felizmente asumida por nuestras Leyes Fundamentales. Merece la pena recordar el primer punto inicial de la programática falangista, que reza así: “España no es un territorio ni un agregado de hombres y mujeres; España es, ante todo, una unidad de destino; una realidad histórica; una entidad, verdadera en sí misma, que supo cumplir, y aún tendrá que cumplir, misiones universales”.
El desarrollo de esta idea nos lleva muy lejos, sin duda; agranda el horizonte y, de cara a la historia patria, llegamos fácilmente a la conclusión de que España, en el plan salvífico de Dios, que es universal, tiene un lugar; le ha sido asignada una misión que desborda sus propios límites.
(…) Pese a tantas diferencias de tipo geográfico, psicológico e incluso histórico, existe entre los españoles, así a nivel personal como colectivo, una conciencia de unidad muy honda, que les permite superar tales diferencias y aun convertirlas en elementos integradores de una unión más íntima. Es razonable, por tanto, que la Ley de Principios del Movimiento comience afirmando que “España es una unidad de destino en lo universal”. Definición altamente espiritual, a tono con el destino de la España misma; es el aglutinante de todos los españoles en una tarea común y universal; es el resorte que ha movido a toda la comunidad nacional a acometer empresas que parecían superar las posibilidades de un pueblo geográficamente reducido, pero poderoso con la fuerza del espíritu.
La fe nos enseña que “en Cristo habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente” (Col. 2,9), y que la voluntad de Dios es, precisamente, “recapitular en Cristo todas las cosas, las de los cielos y las de la tierra” (Ef. 1-10). En este plan divino, los individuos, lo mismo que las sociedades, no escapan a la Providencia divina, que no se ha desentendido de lo que ha creado, sino que, como enseña la Iglesia, a través de su Liturgia, “lo que creó con su poder, lo gobierna con su providencia”. (…) Cuando los pueblos, con sentido cristiano, adivinan su quehacer en el concierto universal de la obra de Dios, descubren su vocación específica, como pueblo, como nación como patria.
Así ha ocurrido a los hombres y a los pueblos de España. Desde los albores de su historia, un concepto espiritual de la vida fue como el faro que iluminó a España en empresas aparentemente llamadas al fracaso. Por esta razón, una concepción materialista de la vida, además de anticristiana, es antiespañola, y este es el motivo por el que quien ha concebido la patria de un modo tan depurado, José Antonio, haya afirmado rotundamente: “Falange Española no acepta la interpretación materialista de la Historia. Lo espiritual ha sido y es el resorte decisivo en la vida de los hombres y de los pueblos”.
Materialismo ateo
¿Cómo puede extrañar que los enemigos de España, que son además enemigos de la civilización cristiana, procuren arruinar cuanto se ha construido en cuarenta años, hasta introducir un modo de vida, con menos sentido espiritual y cristiano, más a tono con el materialismo ateo que impera en gran parte de los países del continente europeo? La enemiga al Régimen español nace del odio hacia toda sociedad fundada sobre bases cristianas. Es lamentable que pueblos que se dicen amigos se hayan mostrado tan hostiles a un Régimen que, además del bienestar interno en todos los niveles de la vida, ha contribuido de modo eficaz a conservar lo que todavía queda en Occidente de la antigua civilización cristiana; más lamentable es todavía que no se hayan mostrado más favorables a España, que defiende una concepción de la vida, del individuo, de la sociedad y del Estado tan acorde con los más exigentes principios cristianos, y ha demostrado, con grandiosas realizaciones, la eficiencia de su sistema (…) Su misión universal, por lo mismo que trasciende el ámbito de lo puramente natural, ha despertado siempre recelos, incomprensiones, envidias.
(…) Poderes ocultos, que trabajan por la instauración de un orden social, universal ateo, materialista, irreligioso, encuentran en España el gran estorbo, y ya que no pueden anularla, como pueblo, sí procuran arteramente arruinar aquellos valores espirituales que la han configurado como es, sabiendo que así España será inoperante. (…)
Fray Antonio de Lugo, O. S. H.
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