Víctor de la Serna
9-I-1937
“PERIODISTAS” ROJOS DE MADRID
Los que muerden la mano que les nutre
El órgano de la golfería madrileña, Heraldo de Madrid, propiedad de los hermanos Busquets y dirigido por un antiguo croupier de Barcelona, llamado Manuel de Fontdevila, hoy huido de Madrid, pide que me encarcelen. Agradezco al periódico de los mangantes el compañero de cárcel que me designa: Fernando Luca de Tena, porque el motivo para nuestro encarcelamiento es de ser directores de los dos periódicos fascistas Blanco y Negro e Informaciones (del que se apoderó a mano armada el 18 de julio una banda de maleantes, que no consiguió cogerme a mí, como pretendían).
Es lástima que los sabuesos del Frente Popular no dieran conmigo durante los 67 días que estuve en Madrid, muchas veces al alcance de su mano y otras tantas desaparecido delante de sus propias narices. No me extraña la petición de Heraldo de Madrid, porque son muy pocos los redactores del periódico maleante que no me hayan dado algún sablazo… Por eso han aceptado el knut de Stalin y lo agradecen más que la limpia plata española que yo les daba por caridad, por compasión hacia sus hijos…
A estos tipos, escoria de España, casi todos ellos gentes detraquées, chulillos destetados con café con leche, formados en los camerinos de las vicetiples, les molestaban nuestras campañas nacionales, nuestra exaltación de la Patria y nuestro deseo de su redención… Luego tenían que esperarnos a los fascistas, a los carcas, a la puerta de nuestras casas para que les completáramos con unas monedas el presupuesto de la semana.
Dos días antes de estallar el movimiento nacional, uno de estos tipos me visitaba en mi despacho para pedirme colaboración en "Informaciones", después de asegurarme que él sentía el fascismo en sus entrañas. Diré su nombre: (…). Creo que ahora dirige alguna de sus siniestras hojas, que paga –mal, por cierto- Moscú. Y el hombre modesto y leal, prodigio de simpatía y de bondad, a costa del cual vivía ese sujeto, Manolo Merino, me aseguraron en Madrid que había muerto fusilado.
Es natural que quieran aniquilarnos. Su propia conciencia les acusa y quieren tranquilizarla quitándonos de su presencia. Padecen el satánico mal del resentimiento. Del resentimiento del vil, que muerde la mano que le da de comer.
Víctor de la Serna
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