12. Anarquistas, C.N.T. : “No decidirán las urnas sino la calle; el proletariado, vigilante y arma al brazo”
La suerte del pueblo español no la decidirán las urnas
A medida que nos acercamos al final de la farsa política, se recrudece la propaganda de los partidos y se multiplican los mítines. Guerra de carteles y duelo de discursos. Los partidos vuelcan sus cajas y apelan a todos los recursos del impresionismo en su obra de captación de electores. Si un “frente” congrega a sus partidarios en seis locales, los del otro “frente” al-quitan diez y los rellenan como pueden. Al final de cuentas, la estupidez humana da para todo. (…)
La suerte del pueblo español no se decidirá en las urnas, sino en la calle. La calle es lo vivo y palpitante. Conviene deshacer el error de atribuir a estos episodios pasajeros de la política turnante un valor trascendental y determinativo. Si en Alemania la suerte del proletariado se decidió por medio de las urnas, ello fue porque falló el empuje varonil para recusar al fascismo en el terreno de los hechos. Fiar la suerte de todo un pueblo en el resultado de una consulta electoral es el más formidable de los errores. Si mañana el fascismo, utilizando los poderosos recursos de la burguesía terrateniente y financiera, triunfara en una de estas consultas, el deber de cerrarle el paso no dejaría por eso de ser imperativo. Al contrario, a mayor aumento de peligro, mayor decisión y coraje tendría que oponer el proletariado. (…)
La suerte del pueblo español no se decidirá en las urnas. Lo dicen los discursos de los primates de la política de tumo. Ni siquiera son audaces para prometer. Azaña nos habla de la conservación de la República. Largo Caballero exige de los republicanos de izquierda el fiel cumplimiento de lo pactado. Pero, ¿puede este programa merecer la estimación del proletariado? ¿Es que los intereses de la clase obrera no rebasan el molde estrecho de la democracia, que sabe ser dura y feroz cuando esta misma clase obrera a la que se conjura para que la defienda se agita en pro de mejores condiciones de vida? ¿Es que esta democracia no pone por encima de todo la conservación de los derechos del capitalismo?
Y bien, amigos. Aceptemos todo como bueno y supongamos una victoria, legal o ilegal, de la extrema reacción. ¿Iban a ser las “brillantes” izquierdas catalanas y españolas las defensoras de las libertades públicas? Todos sabemos que no. Ya demostraron en octubre cuánto valen. ¿Sería el proletariado el llamado a respaldar a esta gente y a imponerlos en la gobernación del país? No. El proletariado tiene que vivir vigilante y arma al brazo, pero para luchar por sus derechos: contra el capitalismo explotador; contra el Estado parasitario y opresor; contra el oscurantismo religioso; en una palabra, por ganar para los productores el control de la producción y el consumo, fundando la sociedad de los libres y de los iguales. (…)
“Solidaridad Obrera”, 12 febrero 1936
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