Encantado de que se lea buena literatura, antes de contestar a Aquilifero (su respuesta merece mucha reflexión y tiempo y con las obras, que están haciendo en mi casa con las puertas. Uno es incapaz de concentrarse, pero haré un esfuerzo). Querido Muñoz me agrada, que usted haya disfrutado de la lectura de la Verdad Sin Mascaras de Joseph Pearce y ojala alguna candida editorial nos traduzca o Gigantes del catolicismo, o la biografía de Roy Campbell, o Hillaire Belloc "El Viejo Trueno" (por cierto que me siento muy fascinado por la hermana de Hilaire Belloc Lucy Lowndness Belloc, que no sé si es católico, pero que tiene títulos muy interesantes). Por cierto a ver cuando se rescata a Belloc a mí literariamente me gusta más que Chesterton, pero quiero mucho a Chesty, porque es más bueno, que un pedazo de pan y siempre fue generoso con sus adversarios, como su patriota Olivier. El siempre fue un caballero andante. Otra obra, que también me gustaría que se tradujese es la de C.S Lewis y la Iglesia Católica.
En cuanto a la siguiente cuestión de si he oido hablar de Pereda, si, pero aún no he tenido el placer de leerlo. Soy muy descuidado con mi literatura, me gustan muchísimo más la francesa y sobre todo la inglesa (me pasa como a muchos hombres, que no aprecio lo nuestro). El problema es que salvo excepciones hay muy pocos escritores religiosos en España y a parte de que su literatura no me entusiasma tanto, ni los temas, ni lo que trato. Vamos que me siento mucho más comodo con otros escritores. Sin embargo no descarto leer a Pereda (como ya le dije he oido hablar de él y me gusta). Creo, que sus mejores novelas son las que realizo hablando de su tierra Cantabria. A igual, que su compatriota Menezdez Pelayo, a pesar de sus diferencias ideológicas era muy amigo de Galdos. Le voy a contar una anecdota muy bonita. Sabe usted, que Galdos era un escéptico y un pelín anticlerical, aunque tiene novelitas donde no es tan crítico con la Iglesia, como es Misericordia. Él iba mucho con Pereda y Menéndez Pelayo, acompañandolos a misa. Él los dejaba en la puerta y se ocupaba de que sus amigos asistieran a misa, pero como se enfadaba el día en que Pereda y Pelayo llegaban tarde.
Vera la obra, que usted mi querido Muñoz me ha mencionado De tal palo tal astilla la escribió con el fin de contestar las obras escritas por Galdos La Fontana de Oro y la Gloria. A parte de eso escribió Escenas de Montañesas (1864), Los Hombres de Pro (1871), Gonzalo González la Gonzalera (1878), El Sabor de la Tierruca (una de sus bras maestras, dónde mezcla, amor, romance, con historia del siglo XIX). Aconsejado por Menéndez Pelayo compusó o que muchos consideran su obra maestra Sotileza, donde se describe el mundo portuario de su ciudad natal. Se parece mucho salvando las distancias (naturamente) a las novelas Veristas del naturalismo italiano de Verga. Luego escribió la Puchera (1888) considerada por Clarín "naturalista a su pesar" Peñas Arriba(1895) es junto con Sotileza su obra maestra. Deseoso de complacer a la condesa de Pardo Bazán y a Clarín decidió realizar novelas de costumbre, que parece ser que no triunfaron. Perdía mucha fuerza Pereda, cuando le sacan de Santander estas obras son Pedro Sánchez (1884) en parte autobiográfica, dónde se recrean sus experiencias en la Revolución de 1854. La Montálvez muy parecida a Pequeñeces del Padre Coloma (esta si la leído Pequeñeces, es aceptable, pero yo siempre quise leer Jeromín) que era una satira de la nobleza madrileña y fue vapuleada por la crítica. Sus dos últimas novelas Pachín González, Nubes de Estío y Al Primer vuelo no aportan nada. En fin, que al igua, que el gigante Caco sus fuerzas le venían de su madre la Tierra (y no me haga reir con eso de que la tierra no pertenece a nadie salvo al viento).
Aunque no he leído a Pereda, si he leído al padre Coloma, que tiene una obra, sustancialmente igual a la Montálvez, llamada Pequeñeces y leí de él una biografía preciosa sobre María Estuardo. También leí de otro escritor español, que a lo mejor le interesa una novela, llamada El Escandalo. La historia de una persona, que se confiesa ante un sacerdote. De un hombre, que enamorado de una mujer trata de reformarse y uno de sus amigos instigado por su mujer le monta un escándalo, amenazando con destruirle. Otro amigo del protagonista y el sacerdote, serán quienes le salven, no le diré como.
Espero, que le haya gustado esta plática, Aquilifero, que este presto, que aún le toca una respuesta, muy posiblemente le conteste, en unos días, a parte deseo publicar mis impresiones del Mundial de Sudafrica, su periodista Gacetero Fonch.
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