El problema nos afecta a todos sin excepción. El hecho de imponer el catalán como un requisito para acceder a un puesto en las Baleares, no es un problema solo de las Baleares, sino que afecta al enfermero de Burgos o de Cáceres que no puede acceder a un puesto de trabajo en una región de su país cuando la Constitución les reconoce el derecho a la libre circulación y a la libre elección del puesto de trabajo.
Los opositores gallegos han copado cientos de puestos de funcionarios en Castilla-León, mientras que ellos se encuentran en Galicia con la barrera lingüística que les impide competir en igualdad de condiciones. Es lógico que en la administración pública de Castilla-León no puedan ver ni en pintura a los gallegos y creo que no les falta razón.
La división de España en «nacionalidades» y «regiones» me parece sumamente injusto e insolidario, pues las «nacionalidades», al final, han acabado por convertirse en comunidades de primera y las regiones son como de segunda división. La Constitución habría que reformarla de arriba abajo. La redactaron así con el objetivo de lograr una transición pacífica y el consenso de todos los partidos, pero ahora estamos viendo que una Constitución no debe ser un simple «medio» para lograr un fin, sino un fin en sí misma, la Norma Suprema por la que se rige un auténtico «Estado social y democrático de Derecho».
España, ahora mismo, es una nación donde no se cumplen las leyes (excepto las recaudatorias) dividida además en 17 miniestados con 17 gobiernos cuyos miembros viven a todo lujo, con coches oficiales, teléfonos móviles oficiales, tarjetas VISA ORO, sueldos elevadísimos, jubilaciones de lujo... Eso no hay estado que lo soporte y todo ese despilfarro lo estamos pagando de nuestros bolsillos sin que nadie rechiste. O casi nadie.
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