Hay ingleses e ingleses. Una cosa es lo que haya hecho la Pérfida Albión a lo largo de los siglos contra España y contra otros países, como nación, y otra los ingleses a nivel individual. Y hay muchos ingleses que aman sinceramente a España sin dejar de ser ingleses. España siempre ha sido un foco de atracción para turistas ingleses, y hasta para ingleses jubilados que buscan un clima más benigno. Es natural que se enamoren de España. A Chesterton le gustó mucho. Hace poco he releído Sherry, de Julian Jeffs, publicado en 1961. No sé si alguna vez se habrá traducido al castellano. Es un excelente libro de divulgación donde se cubren todos los aspectos del vino de Jerez, cómo se elabora y todo lo demás. Está escrito con mucha precisión, por alguien que está bien informado sobre el tema, y en todo momento habla muy elogiosamente de España, de los españoles y de jerez. Y no tiene reparo en reconocer abiertamente, aunque siempre de pasada, los actos de piratería y otras barbaridades cometidas por sus compatriotas. Como todos sabemos, muchas bodegas de Jerez tienen nombres ingleses, o mitad ingleses mitad españoles. Desde la Edad Media los ingleses se han pirrado por el vino de Jerez. En general ellos suelen preferir los dulces y olorosos; el fino no es tan popular salvo entre los que han vivido en España. Por eso, cuando después de la Deforma se empezó a perseguir a los católicos, era natural que muchos católicos ingleses se fueran a Jerez, donde podían practicar su religión sin problemas. Y la verdad es que se integraron muy rápidamente, casándose con jerezanas o asociándose con bodegueros españoles, y hasta españolizando sus apellidos, al menos en la pronunciación como en el caso de Osborne. Quizá por eso Jerez sea una ciudad tan señorial, y lo mismo los jerezanos. Han sabido combinar la elegancia aristocrática inglesa con la naturalidad y el salero andaluz.
A los ingleses siempre les han encantado nuestros vinos y nuestras tapas. Muchas veces he dicho que tantos ataques piráticos y leyendas negras estaban motivados por la envidia.
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