Por un lado, mi solidaridad para con los tres camaradas y mi denuncia por las desorbitadas condenas, - incluso parece que para los medios de comunicación lo más grave ha sido su ideología que el acto en sí mismo -. Ahora bien, aunque comprendo lo que sienten, porque como diría el ej-prejidente de Cajtilla La Mancha, lo pide el cuerpo, no puedo sino condenar la acción de estos camaradas, lo mismo que hice con la de los Menéndez Piñar. Pensareís que soy el típico Pepito Grillo, pero por un lado, no podemos caer el el juego del terror, que no sabemos dónde puede acabar. Además, condenar estos actos resulta un acto de coherencia, pues no podemos condenar o no el terrorismo dependiendo de quiénes lo protagonicen. Pero es que además, tres buenos y ardorosos muchachos se ven en graves problemas legales y civiles por una acción comprensible pero no por ello menos inútil, contraprudente y censurable.
A todos los muchachos que combaten bajo una misma bandera y por unos mismos principios: No arruineís vuestras vidas en acciones estériles y contraproducentes para la Causa. Necesitamos profesores, administrativos, panaderos, mecánicos, ingenieros, necesitamos hombres y mujeres honrados y trabajadores que estén ahí, generando redes, generando movimiento, sociología, opinión... Esa debe ser nuestra forma de lucha. Las demás formas y muy especialmente la terrorista, sobran.
A veces hierve la sangre o queman los ojos al ver la podedumbre en la que están sumiendo a nuestra Patria, pero por favor, que ningún buen muchacho católico y patriota arruine su vida con estas acciones, por muy heroicas, románticas y generosas que puedan ser o parecer. Somos un pueblo en armas, pero nuestras armas son ahora nuestros principios, nuestro compromiso militante y nuestra fe en la victoria.
En cualquier caso, deseo lo mejor para los militantes detenidos.
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