Así se fraguó el genocidio armenio
Por AMDG el Lunes, 10 Mayo, 2010
Inspiración alemana en el marco de la Primera Guerra mundial, la que desató la decadencia de Europa que sufrimos en la actualidad:
El emperador alemán, Guillermo II, escribió lo siguiente en una nota al margen: “Es vital que provoquemos un incendio voraz en la totalidad del mundo musulmán contra Inglaterra”. Desde principios de noviembre de 1914, los agentes alemanes del Deutschtum (la germanidad, el imperio cultural alemán), trataron de explotar el factor religioso al intentar convencer a los clérigos islamistas para que proclamaran “la guerra santa” entre los 200 millones de fieles a Alá que se establecían en tierras del Imperio Británico.
Avivado el islamismo, el segundo paso fue movilizar el sentimiento nacionalista entre los rescoldos del imperio otomano, entonces bajo la dictadura de los Jóvenes Turcos, la única pseudopotencia que podía ponérselo difícil a Inglaterra en Oriente Próximo. Al frente del Ejército turco estaba el mariscal alemán Colmar Von der Goltz, el hombre que escribió el libro de (entonces) obligado estudio en todas las academias militares europeas -La nación en armas- y que establece la doctrina del ciudadano-soldado, siempre preparado para la guerra, sano y bien adoctrinado.
Así se desató la masacre:
Entonces ocurrió algo que pudo haber cambiado el rumbo del genocidio. Los fracasos rusos en el frente polaco obligaron a Moscú a desplazar cuatro divisiones desde el Cáucaso. Era la oportunidad otomana de vengar la ofensa de Van y sacudirse la amenaza que los rusos representaban para la retaguardia turca en el Alto Éufrates.
La excitación de las victorias, los latidos nacionalistas y el frenesí religioso actuaron como el dinamizador de la gran ofensiva que el Estado Mayor turco preparó para principios del verano de 1915. Los turcos cedieron el mando de doce divisiones al general Abdul Kerim Pachá, quien atacó con todo a las tropas rusas en la batalla de Melazguert.
Los rusos se fueron al norte para reorganizarse. A finales de agosto, los otomanos habían estabilizado el frente. Con toda Armenia bajo poder otomano, el pánico se apoderó de Georgia. Sin embargo, el salvador de Van, el general Yudenitch, reunió las pocas fuerzas que le quedaban y con la ayuda de miles de voluntarios armenios se lanzó el 5 de agosto en Karakilis contra el flanco de las tropas turcas.
Gas tóxico. Hasta ese día, hasta el 5 de agosto, cientos de miles de armenios fueron conducidos, en las llamadas “marchas de la muerte” a través del desierto hasta campos de concentración en Siria. Se estima que apenas llegó la mitad. Los propios alemanes, los agentes de la Deutschtum, documentaron en comunicaciones oficiales “el horror”, “la bestialidad” y “la crueldad” con la que los otomanos mataban a los cristianos, “culpables” de tantas de sus derrotas.
Pero todo empeoró en septiembre, cuando un telegrama enviado por Talaat (pero negado siempre por las autoridades y los historiadores turcos), ordenaba: “…debe exterminarse a los armenios que habitan en Turquía […] Debe ponerse fin a su existencia, sin consideración con las mujeres, niños y ancianos, por trágicos que puedan ser los medios de exterminio y sin escuchar los llamados de la conciencia”.
Lo cuentan aquí: AlbaDigital – Un millón de muertos
Por cierto, Israel y el lobby judío, aliado de la actual Turquía, han frenado hasta ahora todos los intentos de condena de este hecho. No les interesa porque Turquía es aliado suyo (hasta el momento). Y porque quieren mantener una exclusiva que tan rentable les sale: son la víctima universal, en particular de la cristiandad. Lamentable.
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