Respuesta: Tradicionalismo en ámbitos no católicos?

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El problema en este asunto, es que ser católico y simpatizante de Evola es un ejercicio de equilibrio difícil de sostener. Y no me refiero a que ciertas partes de su filosofía sea negativa, o no tenga razón en algunos de sus postulados. Me refiero al hecho de aquello de que "no se puede servir a dos señores". Un católico no puede asumir una doctrina anticatólica, aunque sea "sólo" en lo político, porque ese "sólo" está impregnado de todo lo demás que, supuestamente, no lo está, y en ese "todo lo demás" se encuentra implícito el profundo desprecio del tal Evola hacia el Cristianismo. Luego, parece deducirse, quiso recoger algo las velas, y allá donde dije "digo" dije "diego" en realidad, sí, ¡ya! pero mientras las palabras se las lleva el viento, lo escrito, escrito está y queda.
Por su parte, el gnosticismo de Guénon, del que también bebió Evola, está profundamente arraigado en las creencias orientales, de hecho, Guénon bien claro afirma que la redención (¿) de Occidente ha de venir de Oriente (y no habla de Oriente Medio). Y yo me pregunto qué tiene todo eso que ver con nosotros y nuestra Historia.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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