Dos cartas de Don Javier a don José María Arauz de Robles
Fuente: “Apuntes y documentos para la historia del tradicionalismo español. 1939-1966”. Tomo 2. 1940. Manuel de Santa Cruz. Páginas 161-164.
A continuación reproducimos dos cartas inéditas de Don Javier de Borbón-Parma a don José María Arauz de Robles, Delegado Nacional de Gremios y Corporaciones y autor del libro: “Plan de la Obra Nacional Corporativa”.
St. Jean de Luz, 25 de diciembre de 1936
Mi querido Arauz de Robles:
Mucho te agradezco tus sentimientos de adhesión y devoción personal así como los de los miembros restantes de la Junta Nacional, y bien sabe Dios que no es porque a mí se me refieran, sino a pesar de ello, por mi cargo de Regente de nuestra gloriosa Comunión.
Te agradezco también tu felicitación de Pascuas y Año Nuevo, a la que sinceramente correspondo, lamentando tener que estar tan alejado de vosotros, contra mi voluntad, en estos días tan alegres que esta vez son tan tristes para los buenos españoles.
Yo también tengo que felicitarte por alguna otra cosa y lo hago con gusto. Me refiero a la feliz actividad con que llevas tu cargo de Delegado Nacional de Gremios y Corporaciones.
No debes olvidar que tu cargo es hoy acaso el más importante de todos. Y acaso el de mayor responsabilidad. Porque como tú dices muy bien el magnífico comportamiento de los Requetés nos brinda una ocasión de resurgimiento nacional. Dices una verdad muy grande. Y por eso mismo, por el heroico comportamiento de nuestros Requetés en los frentes, debemos organizar la retaguardia y de manera principal, por ser el mayor problema que nos trajo el liberalismo, debemos atender a la llamada cuestión obrera.
Creen algunos que los tradicionalistas no tenemos soluciones para este pavoroso conflicto, cuya explotación política ha sido el factor más importante que ha dado el auge, cuando no el triunfo, a los partidos socialistas de todas las naciones del mundo.
Creen algunos, demasiados, porque nos desconocen, que el tradicionalismo es solamente una doctrina religiosa o un partido aristocrático, ignorando que son obreros y campesinos los que constituyen nuestra masa, y no saben que lo bueno que tiene el fascismo está tomado de nuestro viejo ideario que es viejo y modernísimo, como lo es la verdad. Que la verdad no es más que una, y esa está con nosotros, la tenemos nosotros. ¿Crees, si no, que podríamos existir después de un siglo, entre tantos escombros? ¿Por qué si no también se nos persigue con tanta saña y por todos los medios?
Es por eso, querido Arauz, por lo que es tan enorme tu responsabilidad.
Y como la mía no es menor y pudiera sobre ella caer la tuya, si la pudiera haber, yo te encarezco muy señaladamente, aunque sé que no es necesario, que no descanses en tu labor de orientación y propaganda hasta lograr que nuestro sistema corporativo sea una realidad en los últimos rincones de España. Celebraré que en la primera entrevista que tengamos me pongas al corriente con todo detalle del funcionamiento de nuestras centrales obreras y que me envíes mientras tanto todo lo que vayas haciendo de propaganda a Llorente, su casa de San Sebastián, para que él lo haga llegar a mi poder.
Te saluda cariñosamente tu afectísimo
Francisco Javier de Borbón
* * *
Lisboa, 25 de julio de 1937
Mi querido Arauz:
Te agradezco muy cordialmente los magníficos ejemplares de tu obra que acaban de entregarme y las dedicatorias con que los ofreces.
Aparece tu trabajo en el preciso momento en que puede imprimir la orientación más eficaz a la nueva España.
Ofrece, además, a tantas inteligencias actualmente desorientadas la llave de nuestras aspiraciones que, con la ayuda de Dios, constituirán la futura base social. En la época en que vivimos, la confusión de ideas y conceptos sociales es tal, que el público no sabe orientarse. Existen una porción de proyectos mal ideados, confusos, en los que el sentimiento domina la razón. Pocos son los que han estudiado los problemas sociales, pero todos hablan sobre los mismos erigiéndose en doctores o en defensores de conceptos extranjeros, inadaptables en el pueblo español.
Tu obra llega por consecuencia en el momento oportuno, ya que, dejando a un lado cuestiones de detalle, recoge lo esencial, lo traduce en formas prácticas y realizables por su sencillez y su buen sentido, y forma un proyecto sobre que tiene por base el concepto profundamente cristiano y español que ha de caracterizar nuestra reconstrucción.
Las peligrosas directivas del totalitarismo absorbente, que hace del Estado una pesada máquina administrativa, no sólo directora sino también ejecutora, que aniquila toda iniciativa de particulares o colectividades, que impone reglas fijas en vez de adaptarlas a cada categoría, reduciendo de ese modo la actividad humana a un mero trabajo de serie industrial, han sido felizmente apartados en tu proyecto por lo que te felicito.
El Estado no debe tener más intervención que la de «consejero director», y nunca debe adueñarse de la construcción social, porque en ese caso, si se saliera de sus funciones, el individuo y la familia no vivirían más que en función del Estado. Él, que no debe existir más que en función de los individuos o mejor de la células principales que son las familias.
Esa ha sido la enorme equivocación de la política social alemana y más mitigada, aunque también allí pesa, la del estatismo totalitario italiano.
Tu proyecto corresponde a nuestro concepto de cristianos y de pueblo inteligente y, por tanto, más individualista y más ágil.
Por ello se acerca a las fórmulas de Portugal y Austria, y eso se explica porque nuestro pasado tradicional ya lo ostentaba en sus fórmulas legales. Hubiera constituido el desarrollo natural de dichos países, si las revoluciones de estos veinte últimos años no lo hubieran retrasado.
En cambio, en países nuevos –la unidad alemana e italiana no remonta a más de cincuenta años–, la tradición se había perdido para dar lugar a un nacionalismo nuevo que, después de destruir el antiguo equilibrio tradicional que se adaptaba seguramente a los tiempos nuevos, ha tenido que sustituirlo por una centralización excesiva.
España es uno de los países en lo que la tradición se ha conservado con mayor fuerza, y en donde la continuidad legal y monárquica, aunque deformada, había guardado las grandes direcciones. Y a ello debe el haber podido alzarse en un gesto tan heroico en circunstancias en que cualquier otro país hubiera sucumbido.
Nuestro programa es el único adaptable y necesariamente constructivo, porque está injertado en un pasado útil, y a él se adapta para conseguir su continuación.
Me voy alargando demasiado. Te felicito de corazón, mi querido Arauz, y te agradezco ese hermoso trabajo realizado con claridad y energía. A nosotros corresponde ahora imponer su ejecución, aunque la hayan comprometido ciertas ideologías de nuestros… colaboradores.
Gracias muy especialmente por los ejemplares magníficamente encuadernados, destinados a mi madre, a mi hermana Zita, y a Otto. Haré que lleguen a sus manos en breve y te agradezco ese gesto de verdadero amigo.
No te había contestado a tu carta anterior, que he estudiado, por esperar un emisario seguro. He hablado largamente con Fal sobre su contenido y estamos de acuerdo sobre la mayoría de sus puntos.
Adiós, querido Arauz, y muchísimas gracias, quedo tuyo afectísimo,
Francisco Javier de Borbón.
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