Re: Profanación judaica de la Catedral de Buenos Aires y valiente actuación católica
Da gusto leer la verdad de los hechos acaecidos en la Catedral de Buenos Aires. Da gusto que alguien con autoridad moral ponga los puntos sobre las íes y llame a las cosas por su nombre. Un ladrón es un ser mezquino, el avaro es un ser miserable, el traidor es un cobarde, y así podríamos asociar muchas condiciones con su adjetivo correspondiente. Por tanto, el arzobispo y el sacerdote que promovieron este sacrilegio, son, efectivamente, indignos. Del resto ¿qué decir? ¿qué credibilidad tiene esa Prensa amarilla? ¿Acaso la mayor parte de la gente no ha dudado y puesto en solfa muchas veces lo que se lee en la Prensa, porqué pues han de creer a estos farsantes y su bufonada catedralicia? Así pues, a los que no son católicos, a los que no son tradicionalistas, un voto de confianza en que esos chavales defendían la verdad frente a los chapuceros, a los marrulleros, los titiriteros de turno. No deja de sorprender que mucha gente apoye a esta chusma a la que luego pone a caer de un guindo.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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