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Tema: La mente colmena y la muerte de la religión

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  1. #1
    Avatar de Carolus V
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    Re: La mente colmena y la muerte de la religión

    Un neurólogo denuncia la «demencia digital» que los colegios están extendiendo entre los niños - ReL

    Un neurólogo denuncia la «demencia digital» que los colegios están extendiendo entre los niños

    Los niños están ya en contacto con las nuevas tecnologias en el colegio, en sus casas y en sus ratos de ocio
    Las nuevas tecnologías han traído consigo grandes avances pero también nuevos problemas y conceptos novedosos. Pese a los evidentes beneficios que han traído a la sociedad, el abuso que se está produciendo entre niños, adolescentes y adultos del teléfono móvil, ordenador, tablets o redes sociales está provocando grandes problemas que necesitan respuestas urgentes.

    Uno de estos nuevos conceptos es el de “demencia digital” que ha popularizado el doctor Manfred Spitzer, psiquiatra y neurocientífico, que ha centrado su carrera en el estudio del cerebro y que lleva años alertando sobre las nuevas tecnologías.

    Ejemplos del día a día
    En su libro, titulado precisamente Demencia Digital (Ediciones B), Spitzer habla de ejemplos cotidianos del uso de nuevas tecnologías y que afectan a nuestro cerebro sin que lo percibamos.

    Habla entre otras muchas cosas del GPS que las personas utilizan para guiarse con el coche. Cuenta que utilizaba siempre este aparato para guiarse y llegar a su destino. Cuando se lo robaron y tuvo que enfrentarse a la tesitura de conducir “tuve que esforzarme mucho para orientarme. Sólo poseía una idea vaga incluso de los trayectos a lugares en los que había estado varias veces. Frustrado por completo por mi incapacidad para orientarme no hacía sino perderme una y otra vez”.


    Si quiere adquirir el libro Demencia Digital lo puede hacer pinchando AQUÍ

    Y con este ejemplo habla de cómo las neuronas son como músculos. “Había delegado esa tarea a una máquina que me comunicaba la ruta (…). Así pues, había sacado de la memoria el logro mental de la orientación y de la navegación que yo mismo había llevado a cabo en otro tiempo”, cuenta Spitzer en el libro. Y esto pasa en muchos aspectos más de la vida. Cuando surge una duda de cualquier cosa, deportes, historia…lo primero que se hace es acudir a Google, la respuesta llega pero es olvidada al momento.

    El cerebro, "si se utiliza crece; si no se utiliza, se atrofia"
    Por ello, recuerda que “la utilización del cerebro conduce al crecimiento de las áreas cerebrales que se utilizan para una capacidad determinada. Por tanto, nuestro cerebro, en un sentido importante, funciona de manera similar a un músculo: si se utiliza crece; si no se utiliza, se atrofia”. Y para este doctor alemán, número uno en ventas y odiado por muchos adolescentes de su país, una cosa está clara: “Nuestra capacidad de rendimiento mental depende del esfuerzo mental al que nos sometemos”.

    Como consecuencia, los neurólogos se están percatando de que cada vez más jóvenes de entre 20 y 30 se ven afectados por lo que ellos creen que es un problema de memoria y no es otra cosa que la falta de ejercicio del cerebro que ha sido suplido por las nuevas tecnologías, lo que lleva a la llamada “demencia digital”.


    Manfred Spitzer dirige en la actualidad la clínica psiquiátrica de la Universidad de Ulm (Alemania)

    Y Spitzer alerta que las nuevas generaciones de niños que no sólo en casa disponen de estos aparatos sino que además son educados en el colegio con ellos tendrán incluso muchos más problemas.

    Los ordenadores "no sirven para un aprendizaje de mayor calidad"
    Así lo explica este psiquiatra: “los ordenadores procesan informaciones; las personas que aprenden, también. De ahí se deduce erróneamente que los ordenadores son estupendas herramientas para el aprendizaje. Pero justamente porque los ordenadores nos quitan trabajo mental, los portátiles y las pizarras digitales tan elogiadas para su utilización en la escuela y en la clase, no sirven para un aprendizaje de mayor calidad. Numerosos estudios avalan este hecho. El aprendizaje presupone un trabajo intelectual autónomo. Cuanto más, y sobre todo, cuanto más profundamente trabajamos con la mente una materia, tanto mejor la aprendemos”.

    De este modo, Spitzer cuestiona la utilización de portátiles, ordenadores y pizarras digitales en la escuela.

    En primer lugar, como experto en el cerebro, este doctor habla de la profundidad de procesamiento como clave para entender los problemas derivados por las nuevas tecnologías. “Cuanto más profundamente se procesa una materia, tanto mejor quedará grabada en la memoria”, afirma. Y añade que “cuando me ocupo en detalle de una materia, diferentes áreas del cerebro registran entonces todos sus aspectos y cualidades. Este procesamiento intenso de todos los aspectos posibles produce la transformación de muchas sinapsis y, por consiguiente, una mejor grabación de este contenido en la memoria”.



    La "superficialidad" impide procesar bien la información
    Y precisamente aquí estriba, según este experto, el “efecto negativo en el aprendizaje” de estos aparatos digitales. Según él, la “superficialidad” de estos medios reduce la profundidad de procesamiento.

    En su opinión, la utilización de estos medios digitales en los centros educativos posee además efectos secundarios, que generalmente son obviados. A raíz de su experiencia y de distintos estudios, Spitzer afirma que “el uso de internet conduce a un empeoramiento de la memoria, conduce también a una reducción de la capacidad de búsqueda de información, así como, a largo plazo y no en raras ocasiones, a una adicción a internet”.

    Estadísticas sobre adicción a internet entre escolares
    Considera el autor del libro que la introducción de portátiles en Primaria “no se trata de otra cosa que de una especie de enganche”. Y pone como ejemplo a Corea del Sur, donde su gobierno reconoció en 2010 que ya entonces el 12% de todos los escolares eran adictos a internet. Precisamente, el término demencia digital procede de este país asiático.

    Siguiendo con su argumentación, incide en que precisamente por quitar a los alumnos un trabajo intelectual como es copiar de la pizarra, los portátiles poseen este efecto negativo que denuncia.

    Dejamos de memorizar porque no lo necesitamos
    Por otro lado, Manfred Spitzer insiste en cómo estos medios llevan a las personas a no trabajar su cerebro para almacenar datos. Uno de los efectos es olvidar lo que se ha guardado recientemente en un soporte digital. “Su carácter solícito nos deja despreocupados frente a la memorización porque luego podemos (re) encontrar todo en la red. Por consiguiente se va perdiendo a la larga el conocimiento de experto”, añade.

    En este sentido, el neurólogo alemán que este efecto además tiene como consecuencia la reducción de “mis posibilidades futuras de un trabajo intelectual autónomo (en la red y donde sea) y reduzco la utilización de mi memoria (pues los adultos aprenden sobre todo conectando las informaciones nuevas con las ya existentes)”.
    Kontrapoder, Hyeronimus, raolbo y 1 otros dieron el Víctor.

    Todo el mundo moderno se divide en progresistas y en conservadores. La labor de los progresistas es ir cometiendo errores. La labor de los conservadores es evitar que esos errores sean arreglados. (G.K.Cherleston)

  2. #2
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    Re: La mente colmena y la muerte de la religión

    El "homo deus" que está por llegar hiela la sangre:

    Cómo vislumbra el pensador de moda (Yuval Noah Harari) el futuro de la humanidad


    22/03/2017 J.I. Cabrera

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    Siempre ha habido futorólogos y visionarios que en un determinado momento han intentado predecir el devenir la Humanidad. Julio Verne, H. G. Wells, Mary Shelley, Aldous Huxley, Ray Bradbury o Isaac Asimov recurrieron a la literatura para adelantarnos mundos inquietantes y sugerentes dominados por la tecnología. El último visionario se llama Yuval Noah Harari y es un atildado y tímido profesor universitario en Jerusalén.
    Pero Harari no ha escrito una sugerente historia de ciencia-ficción con replicantes y robots que se adueñan de la Tierra en un tiempo sin determinar, sino que nos describe, con abundante información y razonamientos creíbles, el mundo que tenemos a la vuelta de la esquina.
    Harari saltó a la fama hace un par de años con ‘Sapiens. De animales a dioses’, un libro en el que propone una provocadora historia de la Humanidad donde el factor decisivo para el triunfo de la especie no ha sido su mayor tamaño craneal o incluso su superioridad técnica, sino su capacidad para contar historias y creérselas. ‘Sapiens’ convenció a millones de lectores de más de 30 lenguas y fue fenómeno editorial en toda regla, sobre todo porque se trataba de un libro de historia con mucho de antropología, y no de una novela negra o un volumen de autoayuda, géneros siempre con más papeletas para estar en la lista de bestsellers.

    Hacia dónde va la humanidad

    Después del exitazo de ‘Sapiens’, Harari ha vuelto a sorprender con un libro que se lee con creciente interés y que, en vez de mirar hacia atrás para ver de dónde venimos, centra su atención en el futuro para intentar ver hacia dónde vamos.
    Se trata de ‘Homo Deus’, un volumen de casi 500 páginas, muy bien documentado y escrito con rigor y desparpajo, que dibuja un panorama bastante oscuro y que, al contrario de las fábulas futuristas de la ciencia-ficción, no nos habla de un mundo lejano y pintoresco, sino que, vistos los desarrollos recientes de la genética o la inteligencia artificial, es un escenario que está aquí para quedarse. Y eso, precisamente, es lo que lo hace más inquietante.
    Harari pone en cuestión los pilares del mundo tal y como lo conocemos en los últimos 200 años al recordarnos que las últimas investigaciones y el auge de la genómica y la inteligencia artificial ponen en entredicho el libre albedrío y la verdad compartida de que como seres humanos solemos tomar decisiones coherentes. El individuo es una ficción, o más bien una “fantasía religiosa”,y en realidad somos “una asamblea de algoritmos bioquímicos”, nos dice el historiador.
    En otras palabras, eso de que somos un individuo es un cuento chino como el de los medievales que pensaban que Dios y el cielo eran el sentido de su vida. La tesis de Harari es, pues, un duro revés para una institución como la democracia o un sistema político como el liberalismo, que han dominado la escena en los últimos siglos y que están asentados en la sacrosanta autonomía personal.
    El dataismo es la nueva religión


    Harari avanza así el mundo posliberal y tecnohumanista. La tecnología, que en el pasado venció las pandemias y acabó con las hambrunas, nos traerá en este siglo paz, felicidad y vida eterna. Pero, eso sí, al precio de jubilar al ser humano tal como lo conocemos. Si en ‘Sapiens’, el progreso histórico estaba marcado por la habilidad del hombre para crear ficciones, a partir de ahora la clave del progreso estará en la capacidad para procesar información.
    Y llegados a este punto, el dataísmo es la nueva religión. Harari piensa que con suficiente información biométrica de alguien y el necesario poder de computación, un algoritmo podrá entendernos mejor que nosotros mismos. Hoy el algoritmo de Amazon nos propone los libros que nos gustan y el sistema de navegación del coche elige el camino a casa, pero en el futuro también usaremos algoritmos para buscar universidad o incluso para elegir el partido por el que votaremos.
    Además, la pérdida de privacidad no frenará el poder de las fórmulas matemáticas. Los algoritmos nos facilitan la vida y seguirán haciéndolo, aunque ello suponga dar a conocer a extraños todas nuestras intimidades.
    De robots y humanos inmortales


    Harari se suma al coro de los que dicen que los robots dejarán sin trabajo a buena parte de nosotros. Los taxistas desaparecerán según vaya avanzando el coche autónomo. Pero no serán los únicos. Los médicos también lo tendrán difícil cuando un doctor Google conectado a nuestro cuerpo sea capaz de adelantarse a un resfriado o incluso predecir enfermedades como el cáncer o el Alzheimer. Por no hablar de los traductores de idiomas. No habrá pues necesidad de invertir en educación y sanidad para todos porque se no se va a necesitar a tanta gente, con lo que los modernos sistemas de bienestar también podrían estar en peligro. “Los algoritmos no van a la huelga”, recuerda el autor de ‘Homo Deus’.
    Harari también cree que, si no lo remediamos, saltará por los aires otro principio vertebrador de la sociedad de los últimos siglos: el de la igualdad. El pensador israelí adelanta que habrá una élite genética y tecnológicamente superior que se podrá pagar los avances que vayan saliendo. Ya lo empezamos a ver con casos como el de Angelina Jolie, que sabedora del alto riesgo de tener cáncer se extirpó los pechos y posteriormente los ovarios. Además, Harari predice que va a seguir aumentando el poder de las multinacionales que guardan nuestros datos de todo tipo, incluidos de los de salud.
    El pensador israelí aventura asimismo que en este siglo el hombre podría vencer a la muerte, una cuestión que para él es más un problema técnico que metafísico. La bioingeniería acelerará el camino de una nueva especie. “Se va a reescribir el código genético, se reconectarán circuitos cerebrales y se alterará el equilibrio bioquímico”, anuncia en un momento de ‘Homo Deus’. La ciencia nos llevará a la inmortalidad. Eso sí, a cambio el hombre dejará de tener poder de decisión y abandonará el papel protagonista que siempre tuvo. Es el mundo posible (e inquietante) que nos propone Yuval Noah Harari, el pensador de moda.

    Cómo vislumbra el pensador de moda (Yuval Noah Harari) el futuro de la humanidad - Nobbot

    pd: El dataismo es una nueva filosofía-cosmovisión-secta emergente en el mundo de silicon valley que establece tres Autoridades y homos antropológicos en la historia:
    -El hombre primitivo religioso: La autoridad es Dios.
    -El hombre moderno humanista: La autoridad es la razón humana.
    -El hombre futurista transhumano: La autoridad es el Algoritmo. Homo hacia al que estamos transicionando sin darnos cuenta pues cada día damos más autoridad a todo los artificios guiados por algoritmos, sobre el propio juicio humano.
    Kontrapoder, raolbo y Pious dieron el Víctor.
    Libra zagun, mutillak, España lepratik,
    harturik hontarako fusillak bertatik;
    ekarriko dizkigu pakiak gerratik,
    poztutzen dala oso mundua gugatik.

    Españan española da Don Karlosena,
    ekarri zagun hura ahal degun lehenena;
    konfiantza jar zagun oso harentxena,
    berak emango digu gustorik onena

    POR DIOS Y POR ESPAÑA VICTORIOSOS DE TODOS SUS ENEMIGOS, SIN PACTOS NI MEDIACIONES.

    .“Miguel, Miguel, Miguel guria,
    Zaizu, zaizu Euskalerria”.

  3. #3
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    Re: La mente colmena y la muerte de la religión

    El "homo deus" que está por llegar hiela la sangre:

    Cómo vislumbra el pensador de moda (Yuval Noah Harari) el futuro de la humanidad


    22/03/2017 J.I. Cabrera

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    Siempre ha habido futorólogos y visionarios que en un determinado momento han intentado predecir el devenir la Humanidad. Julio Verne, H. G. Wells, Mary Shelley, Aldous Huxley, Ray Bradbury o Isaac Asimov recurrieron a la literatura para adelantarnos mundos inquietantes y sugerentes dominados por la tecnología. El último visionario se llama Yuval Noah Harari y es un atildado y tímido profesor universitario en Jerusalén.
    Pero Harari no ha escrito una sugerente historia de ciencia-ficción con replicantes y robots que se adueñan de la Tierra en un tiempo sin determinar, sino que nos describe, con abundante información y razonamientos creíbles, el mundo que tenemos a la vuelta de la esquina.
    Harari saltó a la fama hace un par de años con ‘Sapiens. De animales a dioses’, un libro en el que propone una provocadora historia de la Humanidad donde el factor decisivo para el triunfo de la especie no ha sido su mayor tamaño craneal o incluso su superioridad técnica, sino su capacidad para contar historias y creérselas. ‘Sapiens’ convenció a millones de lectores de más de 30 lenguas y fue fenómeno editorial en toda regla, sobre todo porque se trataba de un libro de historia con mucho de antropología, y no de una novela negra o un volumen de autoayuda, géneros siempre con más papeletas para estar en la lista de bestsellers.

    Hacia dónde va la humanidad

    Después del exitazo de ‘Sapiens’, Harari ha vuelto a sorprender con un libro que se lee con creciente interés y que, en vez de mirar hacia atrás para ver de dónde venimos, centra su atención en el futuro para intentar ver hacia dónde vamos.
    Se trata de ‘Homo Deus’, un volumen de casi 500 páginas, muy bien documentado y escrito con rigor y desparpajo, que dibuja un panorama bastante oscuro y que, al contrario de las fábulas futuristas de la ciencia-ficción, no nos habla de un mundo lejano y pintoresco, sino que, vistos los desarrollos recientes de la genética o la inteligencia artificial, es un escenario que está aquí para quedarse. Y eso, precisamente, es lo que lo hace más inquietante.
    Harari pone en cuestión los pilares del mundo tal y como lo conocemos en los últimos 200 años al recordarnos que las últimas investigaciones y el auge de la genómica y la inteligencia artificial ponen en entredicho el libre albedrío y la verdad compartida de que como seres humanos solemos tomar decisiones coherentes. El individuo es una ficción, o más bien una “fantasía religiosa”,y en realidad somos “una asamblea de algoritmos bioquímicos”, nos dice el historiador.
    En otras palabras, eso de que somos un individuo es un cuento chino como el de los medievales que pensaban que Dios y el cielo eran el sentido de su vida. La tesis de Harari es, pues, un duro revés para una institución como la democracia o un sistema político como el liberalismo, que han dominado la escena en los últimos siglos y que están asentados en la sacrosanta autonomía personal.
    El dataismo es la nueva religión


    Harari avanza así el mundo posliberal y tecnohumanista. La tecnología, que en el pasado venció las pandemias y acabó con las hambrunas, nos traerá en este siglo paz, felicidad y vida eterna. Pero, eso sí, al precio de jubilar al ser humano tal como lo conocemos. Si en ‘Sapiens’, el progreso histórico estaba marcado por la habilidad del hombre para crear ficciones, a partir de ahora la clave del progreso estará en la capacidad para procesar información.
    Y llegados a este punto, el dataísmo es la nueva religión. Harari piensa que con suficiente información biométrica de alguien y el necesario poder de computación, un algoritmo podrá entendernos mejor que nosotros mismos. Hoy el algoritmo de Amazon nos propone los libros que nos gustan y el sistema de navegación del coche elige el camino a casa, pero en el futuro también usaremos algoritmos para buscar universidad o incluso para elegir el partido por el que votaremos.
    Además, la pérdida de privacidad no frenará el poder de las fórmulas matemáticas. Los algoritmos nos facilitan la vida y seguirán haciéndolo, aunque ello suponga dar a conocer a extraños todas nuestras intimidades.
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    Harari se suma al coro de los que dicen que los robots dejarán sin trabajo a buena parte de nosotros. Los taxistas desaparecerán según vaya avanzando el coche autónomo. Pero no serán los únicos. Los médicos también lo tendrán difícil cuando un doctor Google conectado a nuestro cuerpo sea capaz de adelantarse a un resfriado o incluso predecir enfermedades como el cáncer o el Alzheimer. Por no hablar de los traductores de idiomas. No habrá pues necesidad de invertir en educación y sanidad para todos porque se no se va a necesitar a tanta gente, con lo que los modernos sistemas de bienestar también podrían estar en peligro. “Los algoritmos no van a la huelga”, recuerda el autor de ‘Homo Deus’.
    Harari también cree que, si no lo remediamos, saltará por los aires otro principio vertebrador de la sociedad de los últimos siglos: el de la igualdad. El pensador israelí adelanta que habrá una élite genética y tecnológicamente superior que se podrá pagar los avances que vayan saliendo. Ya lo empezamos a ver con casos como el de Angelina Jolie, que sabedora del alto riesgo de tener cáncer se extirpó los pechos y posteriormente los ovarios. Además, Harari predice que va a seguir aumentando el poder de las multinacionales que guardan nuestros datos de todo tipo, incluidos de los de salud.
    El pensador israelí aventura asimismo que en este siglo el hombre podría vencer a la muerte, una cuestión que para él es más un problema técnico que metafísico. La bioingeniería acelerará el camino de una nueva especie. “Se va a reescribir el código genético, se reconectarán circuitos cerebrales y se alterará el equilibrio bioquímico”, anuncia en un momento de ‘Homo Deus’. La ciencia nos llevará a la inmortalidad. Eso sí, a cambio el hombre dejará de tener poder de decisión y abandonará el papel protagonista que siempre tuvo. Es el mundo posible (e inquietante) que nos propone Yuval Noah Harari, el pensador de moda.

    Cómo vislumbra el pensador de moda (Yuval Noah Harari) el futuro de la humanidad - Nobbot

    pd: El dataismo es una nueva filosofía-cosmovisión-secta emergente en el mundo de silicon valley que establece tres Autoridades y homos antropológicos en la historia:
    -El hombre primitivo religioso: La autoridad es Dios.
    -El hombre moderno humanista: La autoridad es la razón humana.
    -El hombre futurista transhumano: La autoridad es el Algoritmo. Homo hacia al que estamos transicionando sin darnos cuenta pues cada día damos más autoridad a todo los artificios guiados por algoritmos, sobre el propio juicio humano.
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    POR DIOS Y POR ESPAÑA VICTORIOSOS DE TODOS SUS ENEMIGOS, SIN PACTOS NI MEDIACIONES.

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  4. #4
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    Re: La mente colmena y la muerte de la religión

    Renta básica






    Renta básica



    Juan Manuel De Prada



    ANIMALES DE COMPAÑÍA

    Hace no demasiado tiempo, diversos líderes de formaciones políticas ‘alternativas’ empezaron a engatusar a sus votantes con la promesa de una ‘renta básica universal’ de la que podría disfrutar toda persona carente de ingresos, por mero derecho de ‘ciudadanía’ (y ya se sabe que, cuando alguien invoca esta palabra, hay que echarse a temblar). De inmediato, desde los partidos hegemónicos se calificó a estos líderes alternativos de demagogos y populistas. Han pasado desde entonces muy pocos años; y cada vez son más los líderes políticos hegemónicos que, misteriosamente, han hecho suya sin rebozo esta promesa. ¿Hemos de pensar que se han sumado a la misma estrategia demagógica? A simple vista así lo parece; pero se trata de una vista, en efecto, simplicísima. Unos y otros comparten, en efecto, estrategias; o, mejor dicho, unos y otros son serviles lacayos de la misma estrategia, diseñada por el Dinero, que ha tomado la irrevocable decisión de destruir, en los próximos quince o veinte años, decenas de millones de puestos de trabajo.

    La renta básica no es, como algunos ingenuos piensan, una medida concebida por comprometidos benefactores de la Humanidad. Por el contrario, se trata de una ‘falsa bandera’ que tiene a su servicio a politiquillos de diversa adscripción ideológica, encargados de presentar este nuevo desmán como una ilusionante ‘conquista social’. Como a nadie se le escapa, la automatización favorecida por el desarrollo de la inteligencia artificial y los avances de la robótica han hecho superfluos muchos puestos de trabajo. Y en las próximas décadas este fenómeno alcanzará una magnitud pavorosa que ahora no podemos ni siquiera imaginar. Se calcula (según las previsiones más optimistas) que un cincuenta por ciento de los puestos de trabajo hoy existentes serán desempeñados por máquinas. Emergerá entonces un ejército de desempleados que rebasará las capacidades de control de los Estados; un ejército capaz de desencadenar revoluciones y disturbios… salvo que sea amansado.

    Para lograrlo, ya no bastará -como basta hoy- con formatear los cerebros en la aceptación pasiva de los paradigmas culturales triunfantes, mediante la manipulación educativa y la ‘formación’ de la opinión pública. Ya no bastará con suministrar a las masas un flujo incesante de entretenimientos baratos y embrutecedores que anestesien sus anhelos espirituales. Ya no bastará con dividirlos y engolosinarlos con picazones de entrepierna de género difuso y cambiante. Habrá que garantizarles unos ingresos mínimos, mantenerlos en un estado de ‘pobreza sostenible’ que les permita sobrellevar una vida sin horizonte laboral, a la vez que disfrutar de algún caprichito modesto y prêt-à-porter (tanto más accesible cuanto menos procreen). El Dinero ya ha hecho sus cálculos: sabe cuántos trabajadores y consumidores necesita y cuántos le sobran; y sabe, sobre todo, cómo convencernos de los efectos benéficos de la robotización del trabajo, presentándonos un futuro halagüeño de vagancia y ociosidad, mientras las máquinas nos hacen el ‘trabajo duro’, de cuyos frutos nos podremos beneficiar opíparamente.

    Naturalmente, se trata de un grosero embeleco. La robotización generará, en efecto, ingentes beneficios económicos, que sólo en una ínfima porción -a modo de filantrópica limosna- se destinarán a cubrir las ‘rentas básicas’ de una ingente población desempleada. El resto se sufragará ordeñando todavía más a la menguante población activa. Y esta robotización que dejará a millones sin trabajo no afectará solamente, como propone cierto engreimiento clasista, a los ‘oficios manuales’. Vertiginosas bases con billones de datos ya están generando recursos de inteligencia artificial que pronto harán obsoletas multitud de ‘profesiones liberales’, convirtiendo a ingenieros, programadores, periodistas o traductores en antiguallas de otra época.

    Muchos verán, llegado el día, esta ‘renta básica’ como un mal menor; y hasta habrá ilusos que la consideren una gozosa liberación de la condena bíblica. Pero será una limosna indigna, no tanto en su cuantía (la indispensable para garantizar una ‘pobreza sostenible’) como en su concepto. pues el hombre necesita amar y sentirse vinculado a lo que hace; necesita comprometerse con el producto de su esfuerzo y crear tejidos asociativos a través del trabajo. Y, suprimido ese vínculo, sólo nos restará una vida de ociosas alimañas. Que es, a la postre, lo que postulan los defensores de la ‘renta básica’. No son demagogos ni populistas, sino serviles lacayos del Dinero.

    Renta básica - XL Semanal

  5. #5
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    Re: La mente colmena y la muerte de la religión

    Un nuevo dios



    Juan Manuel De Prada



    ANIMALES DE COMPAÑÍA

    Con el propósito de evitar que la verdad de las cosas fuese monopolizada por los poderosos nació la prensa. Luego se iría descubriendo que, tras esta fachada tan reluciente, se escondían sórdidos equilibrismos, manipulaciones interesadas e intereses espurios de naturaleza ideológica o -todavía peor- descarnadamente mercantil que nada tenían que ver con la búsqueda de la verdad (sino que más bien son su ocultación). Tal vez cuando, hace ya más de un siglo, Zola vindicaba la inocencia de Dreyfuss, la búsqueda de la verdad aún era la aspiración primordial del periodismo menos degenerado; sospecho que hoy ya no podríamos afirmar siempre lo mismo. Parafraseando sarcásticamente a Campoamor, diríamos que, si en este mundo traidor nada es verdad ni mentira, tampoco lo es el color del cristal con que se mira. La prensa, allá en sus albores, prometió dotarnos un cristal transparente; dos siglos y pico más tarde, hemos podido comprobar que ese cristal era más bien esmerilado y deformante.

    Y, justo cuando la prensa parecía haber perdido su prestigio originario, surgió interné con una promesa renovada de transparencia y un ideario programático que podría resumirse en estas dos cláusulas. información para todos e información sobre todos. Las masas a las que tradicionalmente se asignaba un papel pasivo, como de bestias que abrevan noticias, se convirtieron de repente en los protagonistas de un nuevo periodismo que prometía ser, ante todo, un cauce para la expresión de sus inquietudes. En realidad, se trataba de la misma premisa sobre la que se asentaban programas como Gran Hermano y otros bodrios sucedáneos, cuyo éxito no podría entenderse sin ese anhelo de protagonismo de unas masas rabiosas de anonimato y resignadas a un destino subalterno, que, de repente, en un rapto de arrogancia, creen que su vulgaridad también puede ser glosada, encumbrada y admirada. Existencias anodinas e irrelevantes adquirieron súbitamente un interés periodístico de primera magnitud. Era la rebelión de las masas avizorada por Ortega en su versión más desquiciada y paródica; pues las masas ya no se avergonzaban de su vulgaridad, sino que se regodeaban en ella, se reafirmaban en ella, se contemplaban de forma narcisista en ella; y así creían conquistar un estrellato que durante mucho tiempo se les había negado.

    Interné ha sido entronizado, en apenas un par de décadas, como el paraíso democrático donde esas masas pueden expresar sin complejos sus anhelos y preocupaciones, frente a unas élites que durante siglos las habían empujado a la irrelevancia. Nunca un artilugio técnico había promovido tantas efusiones retóricas, tantos derramamientos hiperbólicos, tantos fervores palurdos. No deja de resultar llamativo que desde el principio el invento se diese en escribir con mayúscula y sin artículo: Internet. Un honor que, hasta entonces, se habían reservado a Dios (aunque, por supuesto, no falten quienes escriben con petulancia ‘dios’ y, a continuación, con arrobo y servilismo, ‘Internet’). La idolatría desatada por el nuevo invento se manifestó pronto en una transformación abusiva de nuestros hábitos, en una auténtica reordenación de nuestra existencia. Mientras vomitábamos nuestra rabia en tal o cual foro (amparados, por supuesto, por el anonimato), mientras retuiteábamos perogrulladas, mientras guasapeábamos compulsivamente nos creíamos por primera vez dueños de nuestro destino, protagonistas de una revolución que al fin había alcanzado aquel anhelo de verdad que la prensa había traicionado.

    Nada, por supuesto, que ver con la realidad. Bajo una falsa apariencia de transparencia e inmediatez, interné se ha convertido en la jaula dorada donde los dueños del cotarro apacientan a unas masas cada vez más gregarias, cada vez más fanatizadas, cada vez más primarias, cada vez más endogámicas, alimentándolas con la carnaza que las apacigua o exalta, divierte o encabrona, según lo que en cada momento convenga. Antaño, uno al menos contemplaba las mentiras que le contaban con una cierta perspectiva; y, si no se chupaba el dedo, podía distinguir el cristal deformante o esmerilado. Hoy ese cristal se ha convertido en la burbuja dentro de la cual vivimos, la burbuja por la que deambulamos circularmente, alienados ya para siempre, refocilándonos en un estercolero de bajas pasiones.

    Nunca la información había sido tan monopolizada por los poderosos como en nuestra época; pero, entretanto, disfrutamos como enanos en nuestra jaula dorada de los beneficios de la endogamia y la vulgaridad, y adoramos a nuestro dios.

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  6. #6
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    Re: La mente colmena y la muerte de la religión

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  7. #7
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    Re: La mente colmena y la muerte de la religión

    Muy buena la crítica de Prada a internet. La comparación que hace con la prensa es muy adecuada. Además para esto hace falta ser valiente, pues los que exponen este tipo de pensamientos generalmente son linchados en la redes sociales. La turba digital se encoleriza si sospecha que peligra su soma.

    En cuanto a la divinización de internet que magistralmente describe Prada, recuerdo que hace años eran habituales expresiones como "lo voy a consultar con san Google" o "Google es Dios". En los buscadores todavía se encuentra rastro de esta idolatría blasfema, que ya nos alertaba de que algo muy peligroso se estaba fraguando.
    raolbo y Pious dieron el Víctor.
    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
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  8. #8
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    Re: La mente colmena y la muerte de la religión

    Internet efectivamente nos mete a cada uno en una burbuja de opinión y "cultura", ya que todos los algoritmos están hechos para darnos referencias de cosas que nos puedan interesar. Pero no se hasta que punto es cierto que todo el internet está controlado por una misma especie de plutocracia. De hecho Theresa May quiere un nuevo internet controlado por el Estado.
    Theresa May to create new internet that would be controlled and regulated by government | The Independent

    En general los Estados y poderes están un tanto asustados con los cambios de opinión que pueden generar las dinámicas sociológicas de internet.

    Lo de san google es muy triste pero real, el algoritmo es ya nuestra más alta autoridad. Si la revolución científica, escolar e industrial modificó la forma de transmisión del conocimiento, que de manera ancestral transmitían las madres, por un nuevo conocimiento técnico y más dividido, hoy google actúa de gran herramienta de transmisión del conocimiento, algo peligrosísimo.
    Kontrapoder, raolbo y Pious dieron el Víctor.
    Libra zagun, mutillak, España lepratik,
    harturik hontarako fusillak bertatik;
    ekarriko dizkigu pakiak gerratik,
    poztutzen dala oso mundua gugatik.

    Españan española da Don Karlosena,
    ekarri zagun hura ahal degun lehenena;
    konfiantza jar zagun oso harentxena,
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    POR DIOS Y POR ESPAÑA VICTORIOSOS DE TODOS SUS ENEMIGOS, SIN PACTOS NI MEDIACIONES.

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  9. #9
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    Re: La mente colmena y la muerte de la religión

    Cita Iniciado por Ennego Ximenis Ver mensaje
    Internet efectivamente nos mete a cada uno en una burbuja de opinión y "cultura", ya que todos los algoritmos están hechos para darnos referencias de cosas que nos puedan interesar. Pero no se hasta que punto es cierto que todo el internet está controlado por una misma especie de plutocracia. De hecho Theresa May quiere un nuevo internet controlado por el Estado.
    Theresa May to create new internet that would be controlled and regulated by government | The Independent
    Está controlado por la plutocracia estadounidense que reside en California. Eso puede crear conflictos con otras plutocracias y en general con los Estados que aspiran a ser independientes.

    Veo positiva la tendencia de algunos países a reclamar su soberanía sobre internet, al menos sobre la parte que discurre por su territorio. Aunque inicialmente se puede traducir en una mayor represión contra la gente que cuestiona el gobierno de cada país, creo que es indispensable para frenar la globalización y otras tendencias suicidas que están instaladas en nuestra sociedad.
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  10. #10
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    Re: La mente colmena y la muerte de la religión

    Nuevo artículo del gurú del futuro distópico tecnológico-civilizacional:

    ¿Estamos a punto de presenciar las sociedades más desiguales que ha visto la historia jamás?

    https://amp.theguardian.com/inequali...al-noah-harari

    Todo apunta a que si, y ni hay que irse al futuro. Eso ya se ve desde los 80, como apunté aquí:

    hispanismo.org/economia/23966-el-capital-hoy-tiene-el-dominio-absoluto.html

    .Here’s a concrete example: the transportation market. Today there are many thousands of truck, taxi and bus drivers in the UK. Each of them commands a small share of the transportation market, and they gain political power because of that. They can unionise, and if the government does something they don’t like, they can go on strike and shut down the entire transportation system.

    Now fast-forward 30 years. All vehicles are self-driving. One corporation controls the algorithm that controls the entire transport market. All the economic and political power which was previously shared by thousands is now in the hands of a single corporation, owned by a handful of billionaires.
    .Consequently, instead of globalisation resulting in prosperity and freedom for all, it might actually result in speciation: the divergence of humankind into different biological castes or even different species. Globalisation will unite the world on a vertical axis and abolish national differences, but it will simultaneously divide humanity on a horizontal axis
    Of course, technology is never deterministic. We can use the same technological breakthroughs to create very different kinds of societies and situations. For example, in the 20th century, people could use the technology of the industrial revolution – trains, electricity, radio, telephone – to create communist dictatorships, fascist regimes or liberal democracies. Just think about North and South Korea: they have had access to exactly the same technology, but they have chosen to employ it in very different ways.In the 21st century, the rise of AI and biotechnology will certainly transform the world – but it does not mandate a single, deterministic outcome. We can use these technologies to create very different kinds of societies.
    Creo que aun no nos podemos imaginar el enorme calado de los cambios que se avecinan.
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  11. #11
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    Re: La mente colmena y la muerte de la religión

    Los Cinco Grandes de la economía digital están matando a la economía real

    La economía digital está dominada por unas pocas empresas que amasan enormes beneficios que sólo reparten entre sus escasos y mal remunerados trabajadores. Su gran activo son los datos pero su contribución a la economía es prácticamente nula


    • por James Surowiecki | traducido por Teresa Woods
    • 04 Julio, 2017


    La economía digital ha transformado nuestra forma de comunicamos y de consumir información, productos y servicios, y también nuestro ocio. Ha revolucionado industrias que en apariencia nada tienen que ver con lo digital, como los actuales servicios financieros. La digitalización es la razón por la que Tesla Motors, número 31 de nuestra lista de las 50 Empresas más Inteligentes de 2017, vale más que General Motors (GM), a pesar de que sus ventas e ingresos sólo representan una diminuta fracción del volumen de negocio del histórico gigante de la automoción. Este fenómeno también explica por qué los "Cinco Grandes de la Economía Digital", Apple, Alphabet, Microsoft, Amazon y Facebook, se han convertido en las cinco empresas más valiosas del mundo en algún momento de 2016.

    Se podría decir que la economía digital ha cumplido con las promesas que ofrecía hace 20 años, en los primeros días de la web. Aunque sus efectos sobre la economía han sido más pequeños de lo que se esperaba. Desde que apareció internet, el crecimiento del PIB de EEUU ha sido decepcionantemente lento en comparación con los estándares históricos. El crecimiento de productividad, que muchos asumieron que se revitalizaría gracias a las las tecnologías digitales, ha sido pésimo durante gran parte de este siglo. Durante la época álgida de internet a finales de la década de 1990, el crecimiento de productividad se aceleró por primera vez desde la década de 1970, y durante un breve período parecía que la innovación tecnológica había resuelto un problema central de la economía estadounidense. Pero esta tendencia acabó a principios de la década de 2000, y no ha vuelto a repuntar desde entonces. Algunos observadores creían que se estaba midiendo mal, ya que el PIB no estaba reflejando el valor real de los muchos bienes libres de la economía digital. Pero ya casi no hay dudas de que la revolución de productividad que la digitalización prometía impulsar aún no se ha cumplido.

    La economía digital tampoco ha transformado el mercado laboral tanto como se esperaba. Es cierto que ahora hay empleos totalmente nuevos, como las flotas de conductores de Uber. Pero la población ya no cambia de trabajo tan a menudo como antes y, de hecho, algunas medidas de empleo están cambiando menos que en las últimas dos décadas. Además, la digitalización también es responsable de la desaparición de un montón de puestos de trabajo, no sólo a manos de la automatización, sino también por cosas como las compras en línea, que han dejado a cientos de miles de trabajadores minoristas sin empleo. Y lo que es más importante, la economía digital aún no ha generado una nueva generación de buenos empleos bien remunerados. De hecho, el alza y la consolidación de la economía digital han coincidido con un mercado laboral extraordinariamente débil. Los sueldos de los trabajadores de la mayoría de los países desarrollados están empezando a crecer, pero durante la mayor parte de este siglo han estado prácticamente estancados. No es que la digitalización tenga la culpa, pero tampoco ha impulsado el crecimiento laboral y económico como esperábamos. El sector de las tecnologías de información (TI) y la comunicación (que incluye a empresas de software de TI e internet, ocio y a editores de contenidos) sólo ha experimentado un crecimiento de su cuota del PIB de un 1% desde el año 2000. Y aunque probablemente esta cifra está infravalorada, ya que no refleja el impacto de la digitalizaciones sobre otras industrias, sí resulta llamativa. También lo es el hecho de quesólo un pequeño porcentaje de trabajadores del sector privado trabaja en lo que se consideraría como una empresa digital.

    Aun así, lo más sorprendente e inquietante de la economía digital actual es lo increíblemente estable que se ha vuelto. La palabra clave que siempre ha estado asociada a la digitalización es la "disrupción". Se suponía que internet y las tecnologías digitales iban a estimular la competitividad y a dificultar que las empresas dominantes tradicionales conservasen el poder. Si la antigua jerarquía industrial estaba caracterizada por empresas que se mantenían en la cima durante décadas, la economía digital, con sus barreras de entrada supuestamente bajas y sus reducidos costes de cambio, se iba a caracterizar por una rotación constante en la cima. Pero ha ocurrido justo lo contrario. La economía digital actual, al menos en el lado del consumidor, ha estado dominada por los mismos cinco gigantes durante al menos la última década y parece que todos seguirán en la cima durante un futuro próximo (al menos si nos dejamos guiar por sus capitalizaciones de mercado, que presagian muchos años más de enormes beneficios). La economía digital es una economía en la que las plataformas representan la mayor fuente de valor, y las plataformas de los Cinco Grandes son las más lucrativas jamás inventadas. El resultado es que esta economía está gobernada, en efecto, por un oligopolio. Los Cinco Grandes a veces compiten entre sí y otras veces cooperan, pero al final cada uno de ellos ejerce un sólido control sobre sus mercados claves.

    El "Oligopolio" suena siniestro, pero no ha sido causado por comportamientos excesivamente anticompetitivos ni monopolísticos. En realidad, los economistas consideran que los mercados digitales se caracterizan por todo-para-el-vencedor y su éxito se asocia a ventajas prácticamente insuperables. La regla que parece gobernar la economía digital fue bien descrita la Biblia porMateo 13,12: "Porque a todo el que tiene, más se le dará, y tendrá en abundancia". Y eso es genial para los que tienen, y no tanto para los que intenten competir con ellos.

    El poder de los números

    ¿Cómo hemos acabado con una economía digital dominada por un puñado de gigantes? La explicación más sencilla se basa en los efectos de red directos, según los cuales un producto o servicio adquiere valor cuanto más lo usa la gente. El ejemplo clásico es el teléfono. Un sólo dispositivo resulta inútil, ya que no hay nadie más a quien llamar. Si dos personas tienen teléfonos, ahora ambos tienen un valor. Y si un millón de personas tienen teléfonos, la red telefónica de repente se vuelve enormemente valiosa.

    Así que cuantos más usuarios tenga una red, más fácil resulta captar más usuarios. Este efecto es imprescindible para entender el éxito de una empresa como Facebook. Su mayor ventaja es simplemente el hecho de que su red es tan inmensa que si uno quiere conectar con otras personas, es el sitio más lógico para acudir. Lo mismo aplica a servicios como Instagram y WeChat de China. Para empresas digitales como Snap y Twitter, que están luchando por alcanzar la rentabilidad, este fenómeno es su único valor.

    Los Cinco Grandes también se benefician de otros efectos de red indirectos, incluido el hecho de quelos vendedores quieren estar donde estén los compradores, y viceversa. Las empresas quieren anunciarse en Google gracias a su enorme base de usuarios. Esto convierte a Google en el lugar obvio al que acudir para comprar algo. De forma similar, ya que Amazon dispone de una masa tan crítica de clientes, es natural que los proveedores se dirijan a ella. Cuando Amazon decidió las ventas de terceros a través de su plataforma, compitiendo así con sus propias ofertas, a muchos les pareció una locura. Pero permitió que la empresa se lucrara de los efectos de red, ya que la decisión de incluir a terceros hizo que Amazon fuera aún más atractiva para los clientes, lo que a su vez la hizo más atractiva para los vendedores, en un círculo vicioso de beneficios para la empresa.

    Más allá de los efectos de red, los Cinco Grandes también tienen ventajas asociadas a su propio tamaño, ya que disponen de enormes cantidades de datos de sus usuarios. Esos datos, que son mucho más detallados que cualquier otra información a la que haya podido acceder una empresa en el pasado, les ayuda a mejorar sus productos y servicios, lo que a su vez les ayuda a añadir más usuarios, lo que les proporciona acceso a más datos de usuario, y así sucesivamente. Este efecto no fue tan estudiado durante los primeros días de la economía digital como los efectos de red, pero ahora está claro que los datos de los usuarios representan una enorme ventaja competitiva para los portentos de la economía digital y un motivo clave para impedir su derrota en un futuro próximo. Al rastrear los clics de la gente, Google mejora constantemente sus resultados de búsqueda y presentación de anuncios. Amazon y Netflix y Apple minan sus datos para mejorar sus algoritmos de recomendaciones, lo que aumenta sus posibilidades de ofrecer algo que el cliente quiera comprar o ver. Este proceso no es automático, ya que para exprimir los beneficios de los datos, las empresas dependen de científicos de datos y deben estar dispuestas invertir los recursos necesarios en la mejora continua del producto. Pero cuando hacen las cosas bien, y los Cinco Grandes las hacen bien, la recompensa es inmensa. Mucho más grande que la que proporciona modelo tradicional de negocio en línea de empaquetar datos y vendérselos a los anunciantes.

    La capacidad de recopilar vastas cantidades de datos y analizarlas de manera eficiente es uno de los motivos por los que se atribuye a Tesla un valor superior al de General Motors. Cuando una automovilística tradicional vende un coche, su relación con el cliente se limita a mantenimiento y reparaciones. Por el contrario, Tesla recopila terabytes de datos de conducción que pueden incluir hasta vídeos de los usuarios. Esos datos le sirven para mejorar las prestaciones de conducción semiautónoma de sus vehículos. Según el analista de Morgan Stanley Adam Jonas, los coches de Tesla están registrando ocho millones de kilómetros al día. Y dado que el desarrollo de los coches semiautónomos depende del aprendizaje automático, el cual a su vez depende de datos para aprender, la ventaja informativa de Tesla podría traducirse en una gran ventaja a la hora de fabricar automóviles más seguros y eficaces. De hecho, Jonas defiende que el próximo Modelo 3 de Tesla, que está a punto de llegar al mercado a un precio relativamente razonable, podría ser hasta 10 veces más seguro que el coche medio.

    Por último, los Cinco Grandes también apuestan por modas más tradicionales como la de usar sus preciadas acciones y sus enormes reservas de efectivo para comprar otras empresas. De hecho, esta práctica se ha realizado de forma mucho más agresiva durante los últimos años. Google, Apple y Microsoft en conjunto poseen aproximadamente el 25% de las reservas de efectivo de toda la lista Standard & Poor's 500. Google, el comprador más activo, ha realizado una media de una adquisición al mes como forma de hacerse con tecnologías nuevas y talento de ingeniería, entrar en mercados o áreas de producto nuevos y, en algunos casos, aplastar un rival en potencia. Y puesto que ningún rival tiene los recursos necesarios para superar una puja de los Cinco Grandes, es otro ejemplo de cómo el simple hecho de ser grande ayuda a seguir creciendo.

    Monopolios digitales

    Entonces, por un lado, tenemos una economía digital que, a pesar de todo el valor que ha generado, no ha mejorado el crecimiento económico ni el de los sueldos de los trabajadores medios. Por otro, gran parte de esa economía está controlada por un grupo muy reducido de actores. Y más interesante es que hay motivos para creer que estas dos cosas están, de hecho, correlacionadas.

    Para empezar, el hecho más importante en las empresas basadas en plataformas es su capacidad para escalar, gracias a la cual pueden generar enormes cantidades de valor con un número relativamente pequeño de trabajadores. Esto es algo bueno desde el punto de vista de la eficiencia. Pero también ayuda a explicar por qué los gigantes digitales tienen menos impacto sobre la economía que las empresas dominantes del pasado. En conjunto, los Cinco Grandes dan trabajo a unos 400.000 trabajadores a jornada completa en Estados Unidos. Pero aunque parezca mucho, la mitad de esos trabajadores son empleados de Amazon en puestos de trabajo de almacén que requieren poca cualificación y por lo tanto, asociados a salarios bajos. La cifra es inferior a la del número de empleados que tenía General Motors en 1979, cuando la fuerza laboral estadounidense era mucho más pequeña. Además, mientras la producción de GM generaba ocho empleos indirectos por cada empleo directo, los efectos de los negocios de los Cinco Grandes (con la excepción de Apple) son mucho más pequeños. El resultado es que las recompensas de la economía digital se concentran en un pequeño número de trabajadores frente a la mayor distribución de la economía industrial.

    Este fenómeno se agrava a causa de que el sueño de Silicon Valley (EEUU) de fundar una empresa desde el garaje y convertirla en un gran negocio es más inverosímil que nunca. Aunque se siguen invirtiendo miles de millones de euros de capital riesgo (más de 175.000 millones de euros entre 2011 y 2016) y las llamadas start-ups de alto crecimiento no están disminuyendo, un trabajo de los economistas del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, EEUU) Scott Stern y Jorge Guzmán demuestra que cada vez hay menos start-ups que triunfan. Por supuesto, aún tenemos a las Tesla y Ubers (o Lyfts) del mundo, pero cada vez son más escasas. Y una de las razones es la escala y alcance de los Cinco Grandes, capaces de abordar los desafíos competitivos o copiar las innovaciones de otros (como parece haber hecho Facebook con Snapchat), volviéndolas superfluas, o simplemente comprar rivales en potencia cuando aún son pequeños. Al margen del porqué, el resultado es una economía menos dinámica y un menor reparto de la riqueza.

    Una solución obvia para resolver la concentración del poder consistiría en desmantelar a los Cinco Grandes o regularlos como servicios públicos. Últimamente cada vez hay más voces que piden medidas radicales como esta, pero son complejas por varias razones. Primero, estas empresas no casan con el estereotipo del monopolista. No son "monopolios naturales", como las empresas energéticas, en mercados en los que resultaría prácticamente imposible que emergieran rivales. Cualquiera que quiera desarrollar un nuevo motor de búsquedas o un nuevo minorista en línea puede hacerlo. Y salvo alguna excepción, estas empresas tampoco han alcanzado su dominio mediante comportamientos anticompetitivos sino gracias a haber sabido explotar la naturaleza de la economía digital para construir y conservar sus imperios.

    Y no es que los usuarios se quejen precisamente, a pesar de que las cuestiones de privacidad siguen siendo un asunto candente. De hecho, frente a industrias como la televisión por cable y las aerolíneas, las empresas digitales tienden a recibir buenas calificaciones de satisfacción de cliente, y la economía digital global se ha convertido en una oferta continua de cosas gratis (pagadas con la atención de los clientes en lugar de su dinero). Y aunque, en la práctica, los consumidores acaban encadenados a estos servicios (aunque sólo sea porque una vez que los datos llegan a la nube es mucho más fácil quedarse que irse), los negocios carecen de una influencia real sobre sus consumidores. La mayoría sigue invirtiendo miles de millones de euros en I+D para mejoran sus productos y servicios constantemente. Así que resulta difícil argumentar que estos gigantes no han contribuido al bienestar de los consumidores, que desde la década de 1970 representa el estándar de la regulación antimonopolio.

    De hecho, cuando examinamos lo que ha hecho la economía digital durante las últimas dos décadas, queda claro que ha generado una enorme cantidad de valor para los consumidores y para un pequeño grupo de empresas grandes, mientras la competencia se ha reducido, el poder se ha centralizado, y se ha complicado la existencia de los negocios que generan contenidos o intentan competir con los actores dominantes de la economía. (De una manera u otra, si uno quiere hacer dinero en la economía digital tendrá que trabajar con los Cinco Grandes y no en su contra). En la economía industrial, los beneficios se repartían entre empresas, empleados y consumidores. La economía digital está dibujando un mundo en el que los beneficios están concentrados entre los consumidores y los Cinco Grandes que los ofrecen. Todos los demás simplemente vivimos en él..

    *James Surowiecki es el autor de 'The Wisdom of Crowds' y el jefe de producción de Vice News Tonight.

    FUENTE: https://www.technologyreview.es/s/81...-economia-real
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    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

  12. #12
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    Re: La mente colmena y la muerte de la religión

    “O regulamos las tecnológicas o seremos sus subempleados”

    Entrevista a Jesse Hirsh, investigador de la tecnología digital cognitiva en la Universidad de Ryerson

    — Espero que no le haya afectado la huelga de taxis.

    En todo caso, los taxistas lo van a pasar peor que yo.

    — También hacen huelga estos días los repartidores de comida de una plataforma digital.

    Porque cobran una miseria sin ninguna garantía ni derecho. Ni siquiera llegan a ver a sus empleadores. Es una explotación feudal.

    — Un amo sin rostro, pero con mucha cara.

    Vivimos una revolución global, acelerada y despiadada. Además de Uber, Airbnb está vampirizando la vivienda ciudad a ciudad; Amazon, el comercio; y Google y Facebook, los contenidos. Y otras plataformas globales, todos los sectores, por ejemplo la banca, a punto de masificarse para liquidar empleos.

    — ¿No es inevitable destrucción creativa?

    De momento, es destrucción de empleos y sectores enteros y de la protección de los trabajadores y de sus derechos y pensiones.

    — Destruyen, pero crean otros empleos.

    Los que ofrecen son de peor calidad que los que destruyen, porque estas plataformas deslocalizadas suelen eludir las obligaciones que los empleadores locales sí se ven obligados a cumplir. Y además eluden impuestos.

    — ¿Qué se puede hacer?

    Lo que ya ha empezado a hacer Bruselas, pero tarde y poco: hay que obligar a todas esas plataformas de la mal llamada economía colaborativa a cumplir las leyes que ya obedecen todas las empresas europeas: laborales, fiscales y de protección del consumidor.

    — ¿Por qué no se les aplica la Sherman Act y demás legislación antimonopolio?

    Google, Facebook y Amazon ya son hoy los monopolios más poderosos de la historia con el mayor valor bursátil que jamás ha tenido empresa alguna y un poder omnímodo.

    — Por eso deberían desmontarlos.

    No se engañe: ha sido EE.UU., el propio Gobierno federal, el que los ha ayudado a ser lo que son hoy con montañas de dinero público, subvenciones, exenciones fiscales y apoyo diplomático y logístico.

    — ¿Por qué?

    Porque son el brazo neocolonial del poder americano. Hemos celebrado internet, un descubrimiento del ejército de EE.UU., como el advenimiento de más democracia y de una economía participativa, cuando el resultado es que las plusvalías se van a California y a aumentar el poder estadounidense. No es la tecnología la que impone su ley. Es la política neocolonial.

    — ATT fue dividida en 1982 porque Washington la consideró un monopolio.

    Las leyes antimonopolio protegían a los ciudadanos del abuso de las megacorporaciones; pregúntese ahora por qué han dejado de aplicarse si cualquiera de ellas es mucho más grande, rica y potente que ATT, una mera unión de telefónicas al fin y al cabo.

    — La ciudadanía aún es benevolente con esas compañías, porque abaratan su vida.

    Y los políticos europeos o han sido comprados o aún viven en la inopia tecnooptimista. Cuando les pregunto cómo van a regular Facebook, aún responden: “Pero si es estupendo y gratis”. Y ahora va a retransmitir la Champions arrebatando empleos cada vez más deprisa a las televisiones europeas que sí los creaban.

    — La digitalización te obliga a correr mucho para no moverte del mismo sitio.

    Es lo que llaman la gran curva del aprendizaje en internet. Y deja marginada a muchísima gente, que es incapaz de seguirla. En resumen, nos encontramos en una situación muy parecida a la irrupción de los telares mecánicos en Manchester... Y yo no soy un ludita. Estoy a favor de la tecnología, pero también de regularla.

    — Al final el mundo se adaptó y progresó.

    Pero a costa de un enorme sufrimiento, injusticias, guerras y revoluciones sangrientas. La tecnología debe usarse para hacernos más humanos o debe regularse. Y tenemos el poder y la capacidad de decidirlo.

    — ¿Cómo?

    Ustedes se quejan de la masificación turística de Barcelona y de cómo Airbnb está distorsionando el mercado de un bien básico como es la vivienda expulsando a los residentes que no pueden pagar su precio y enriqueciendo a quienes especulan con ella.

    ¿No proporciona también ingresos a familias que no los tenían?

    Eso podría hacerse con plataformas digitales locales y reguladas. Pero lo que pasa no sólo aquí, en Barcelona, sino en todo el planeta es que una oligarquía tecnológica de California localiza ciudades y se abalanza sobre ellos con sus algoritmos y sin ningún respeto por las leyes e impuestos locales, chupa todo su valor local, sean dinero o datos, y lo envía a EE.UU.

    El Ayuntamiento de Barcelona intenta reaccionar con nueva normativa...

    Es un paso en la buena dirección, pero sólo la Unión Europea puede frenar a esos monopolios y salvar de la precarización nuestras viviendas, empleos y vidas. Si no los obligamos a cumplir nuestras leyes, nos convertirán en neoproletarios de su paleocapitalismo digital.

    — Por ejemplo.

    En Toronto, muchos vecinos están siendo desahuciados, porque ya no pueden pagar los alquileres que se han disparado por el auge de Airbnb y otras plataformas. Muchos tienen empleos en la nueva economía digital, pero no les permiten vivir donde vivían cuando tenían empleos de los de antes.


    El dilema del cruce

    Un coche sin conductor llega a un cruce y un niño lo atraviesa por sorpresa en la carrera: ya no puede frenar, pero podría esquivarlo de un volantazo... si una anciana no caminara por el otro lado del carril . Por el de sentido contrario se acerca un camión: ¿a quién salvará: al crío, a la anciana o a su pasajero? Lo decidirá el programador de la inteligencia artificial de ese vehículo, pero ¿cuál comprará usted, el que los salva a elloso el que opta por usted? Hirsh analiza dilemas como el del cruce, porque ya no son teóricos, sino el día a día de los ingenieros de los coches autónomos. Aún parecen una realidad lejana, advierte, como todas las innovaciones digitales cuando estána punto de convertirseen cotidianas.



    FUENTE: O regulamos las tecnológicas o seremos sus subempleados - La Vanguardia
    Última edición por Kontrapoder; 06/07/2017 a las 19:10
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    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
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    Re: La mente colmena y la muerte de la religión

    Wired Muscle permite utilizar los músculos de otra persona (contra su voluntad)

    Por Nacho Palou — 27 de Junio de 2017

    Wired Muscle es un inquietante a la par que interesante proyecto de los investigadores Jun Nishida y Kenji Suzuki de la Universidad de Tsukuba en colaboración con Shunichi Kasahara del laboratorio de ciencias de la computación de Sony, que interconecta los músculos de una persona con las de otra.

    Wired Muscle conecta las actividades musculares de dos personas utilizando un electromiograma (EMG) [detecta la actividad eléctrica en los músculos mediante un electrodo] y la electroestimulación muscular (EMS) [una forma de estimular los músculos mediante corrientes eléctricas externas] para provocar movimientos musculares en menos tiempo que aquellos generados por el proceso de información basado en la vista. El sistema detecta la actividad muscular en una persona a través del EMG y provoca que el EMS de la otra produzca un movimiento como respuesta. En el estudio el tiempo de reacción de la persona controlada se redujo a 60 ms.

    El tiempo de reacción habitual de los músculos cuando son estimulados por el proceso de información basado en la vista y procesado por el cerebro es de 250 milisegundos. Ese tiempo es que el los investigadores han recortado a una cuarta parte (60 ms) “sacando el cerebro de la ecuación”, dicen en Co.Design. “Lo más increíble de esto es que Wired Muscle hace que tu cuerpo reaccione de forma involuntaria, como si fueras una marioneta movida por hilos invisibles.” Según Jun Nishida, “es como si alguien dentro de tu brazo lo moviera directamente.”

    Los investigadores han demostrado el funcionamiento de Wired Muscle (ver vídeo) provocando que cuando una persona suelta un pequeño bastón otra persona lo coja la instante. El movimiento muscular que lo captura no se produce como una reacción voluntaria de uno, sino que es una reacción provocada por la acción de los músculos que actúan para soltar el bastón.

    Este sistema —dicen los investigadores— permitirá la conexión directa en experiencias cinestésicas entre varias personas y como base para un nuevo modo de aprendizaje motor. “Imagina que puede aprender a jugar al golf golpeando la bola con los mismos movimientos que Tiger Wood.”
    Eso sí, por ahora la conexión entre ambas personas se realiza de forma directa por cable, no de forma inalámbrica ni remota, algo que sería posible, “porque si la comunicación entre ambas personas se ve comprometida por una tercera perderías el control de tu cuerpo”, dice Nishida.



    FUENTE: Wired Muscle permite utilizar los músculos de otra persona (contra su voluntad) | Microsiervos (Tecnología)
    raolbo y Pious dieron el Víctor.
    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

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    Re: La mente colmena y la muerte de la religión

    Elogio al libro de papel

    La innovación disfruta de un prestigio inmerecido. Se nos pide que rindamos pleitesía a lo que aparece como novedad, pero nuestra obligación intelectual es hija del viejo escepticismo. Seamos críticos. Mejor recelar de todo aquello cuyas consecuencias no han sido calculadas.El ebook (dejemos que en su esperada agonía lleve su nombre en inglés) constata la ingenuidad de una sociedad dispuesta a aplaudir la innovación como si los productos mercantiles de la tecnología pertenecieran a la redención del género humano.

    Esta confusión (entre tecnología y cultura, novedad y progreso, invento y curación…) es el síntoma del fetichismo supersticioso que gobierna a una sociedad falsamente moderna.

    El ebook irrumpió en el escenario entre anuncios, focos y aplausos.

    Ya se sabe: las campañas de publicidad que seducen a los sentidos y excitan la candidez.

    Afortunadamente, su efecto hipnótico se agota.

    El declive del ebook procede de una más que evidente insatisfacción: una vez superado el ciclo del esnobismo –una epidemia de contagios imitativos-, los usuarios crédulos, finalmente comprenden. Y despiertan.

    Súbitamente se dan cuenta y con la pantalla en la mano llega un día en que se preguntan “¿para qué quiero yo esto?”.

    El ebook es un problema político. Si triunfara, destruiría la cadena de producción del libro de papel: sus artesanías, oficios e industrias. Incluyendo aquí al destinatario último de un invento humanista: el lector autónomo.

    Resulta lamentable que no se hayan encendido las luces de alarma ante los peligros de la dependencia entre “usuarios” y “servidores”. ¿Los servidores? ¿Los servidores de quién?

    Esta perversa designación ya debería habernos alertado.

    Estamos obligados a preservar el grado de autonomía individual conquistado en la Galaxia Gutenberg y a recelar de las “innovaciones” que atrofian nuestro campo de decisión.

    Además de ser una operación mercantil ruinosa (¿cuántas veces tendremos que pagar para leer los libros de “nuestra” biblioteca? Caducan los programas de nuestro ordenador, las aplicaciones, los terminales… hay que pagar constantemente la conexión a las operadoras telefónicas, a las eléctricas…); resulta que el acceso a “nuestro” libro, que nadie sabe dónde está, depende de llaves que no nos pertenecen.

    Resulta absurdo creer que esta “innovación” mejora nuestra autonomía de ciudadanos libres.

    Consentir que se hurgue en los hábitos de nuestra privacidad hasta el punto de que “alguien” sepa qué libros estamos leyendo y qué fragmentos estamos subrayando, me parece un error ridículo. Ser vigilado, computado, censado o rastreado por un algoritmo no es menos inofensivo que serlo por un inquisidor.

    El control de los hábitos lectores es una intromisión política en el territorio de la intimidad: nuestra obligación es preservarla con celo.

    Y otra cosa a tener en cuenta: si triunfaran los deseos de los fabricantes del libro electrónico, cualquier libro impertinente o molesto podrá desaparecer de los “servidores” cuando sus propietarios así lo deseen.

    Con una sola tecla, sin hogueras, humos y cenizas, pero con el mismo efecto
    .

    La facilidad con que en el futuro podrá ejecutarse un índice de libros prohibidos es pasmosa.

    El éxito político del ebook no ha sido su implantación, tan renqueante, sino la credulidad militante de los que han ensalzado la supremacía del artefacto. Estas redes de complicidad espontánea (no necesariamente interesadas) permiten a los emprendedores, siempre legitimados por el prestigio de la innovación, poner a la venta artificios tecnológicos que deterioran nuestra soberanía.

    Admiro el ingenio de los emprendedores californianos, pero, francamente, nuestra obligación es preguntarnos si sus innovaciones nos convienen.

    [Publicado el 08/5/2017 a las 11:08]

    FUENTE: Elogio al libro de papel · El Boomeran(g)
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    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

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    Re: La mente colmena y la muerte de la religión

    ¿Por qué es más útil producir ‘smartphones’ que violines?


    • Los saberes ‘inútiles’, que tantos quieren fuera del currículo, son la columna vertebral de la escuela
    • No hace falta ser Aristóteles para sospechar que existen demasiadas ciencias que no lo son


    FERNANDO MUÑOZ, 14 JUL 2017 - 09:17

    Con una soberbia displicente se exige a la escuela que proporcione saberes útiles frente a saberes que podríamos llamar ornamentales. Uno pensaría ingenuamene que la distinción se funda en la verdad, tratándose en un caso de saberes verdaderos, por humildes que sean, frente a saberes acaso válidos pero nunca demostrativos y, por tanto, siempre sujetos a polémica. Pero está lejos de resultar evidente la presunta implicación de verdad y utilidad. En cualquier caso, bajo el signo de la utilidad se estaría señalando a las ciencias positivas y sus tecnologías asociadas.

    Ahora bien, no hay saber –por discutible que sea su estatuto– que no se arrope hoy con el manto de la ciencia: el derecho es ciencia jurídica, el periodismo ciencia de la información e incluso se presentan como ciencias de la seguridad las técnicas de los servicios privados de policía y vigilancia...

    No hace falta ser Aristóteles para sospechar que hay aquí demasiada ciencia que no lo es. La cuestión es compleja y el objetivo es oscuro: ¿Se trataría de reducir no sólo las instituciones educativas, sino la integridad de la vida social a la dimensión de las ciencias estrictas, signifique esto lo que signifique?

    En ocasiones la llamada a la utilidad de los saberes parece definirse por la demanda socioeconómica.
    En tal caso se llamaría útil a los saberes que –en cada momento– reclama el mercado laboral. Pero el mercado laboral no es una entidad natural cuya estructura fuera ajena a la acción humana y sus fines. El mercado laboral puede demandar saberes muy problemáticos: telefonistas de líneas calientes, astrólogos o prostitutas, vendedores y publicistas expertos en inducir fantasmáticas necesidades, expertos en seguridad y agentes fiscales, actores pornográficos, bomberos o sacerdotes... Contribuir a la apoteosis del mercado, elevándolo a criterio de definición de los saberes que la escuela debe proporcionar significa ignorar –interesadamente o no– su calidad de producto humano, demasiado humano.

    Frente a las demandas del mercado laboral se pueden oponer principios alternativos que luchen por la abolición de unas u otras demandas del mercado.
    Así habrá quienes juzguen intolerable la demanda laboral de prostitutas y quiénes juzguen inaceptable que el mercado laboral demande sacerdotes. Unos y otros imponen al mercado principios que lo trascienden y ponen así en entredicho la reducción de la utilidad a las llamadas salidas laborales del saber del caso.

    ¿De qué hablamos cuando hablamos de utilidad?
    ¿Por qué es más útil producir teléfonos móviles que violines? ¿Por qué es más útil la programación informática que la danza? Si se trata de tocar el violín parece que un violín es algo realmente útil.

    Un minuto basta para reconocer la turbia atmósfera ideológica que exhala la constante apelación a la utilidad y, acaso por ello, se ha convertido en una idea-fuerza fundamental de la modernidad.
    El utilitarismo fue quizás la más grosera de las formas que adquirió esa demanda de utilidad en su esfuerzo por dotarse de una figura sistemática. Pero subyace a la práctica totalidad de las ideologías de nuestro tiempo, de modo más o menos expreso o advertido. Desde luego está en el núcleo de la concepción antropológica del liberalismo y del marxismo y se puede escuchar en la voz de personas formadas o deformadas por un sistema educativo centrado en esa oscura utilidad.

    La idea es de estirpe burguesa, léase la definición de la ciudadanía por la utilidad económica en el primer programa de la gran revolución francesa
    : el opúsculo del abad Sièyes (¿Qué es el tercer estado?), pero léase también la prolongación de esa misma concepción de la ciudadanía por la utilidad, aunque atribuida ahora a la clase obrera (el pueblo) frente a unos inversores ociosos (clase privilegiada), en la obra de Volney, ya en 1791.

    Esa angosta y asfixiante noción de utilidad mutila la vida hasta someterla al rendimiento económico según lo han definido comerciantes, industriales y financieros, o bien los autoproclamados representantes de los trabajadores.
    Burgueses o trabajadores, es decir, esa ciudadanía útil que se erige en sujeto activo de las sociedades modernas, las dos clases socioeconómicas resultado de la polarización meramente económica de las sociedades atomizadas de individuos, liberados o aislados, dotados de soberbios egos que se pretenden autónomos dueños de sí mismos.

    Esa apoteosis de la utilidad nos ha convertido es expertos en medios, pero en perfectos ignorantes de los fines de la vida humana.
    Pero ignorantes soberbios, que ignoran su ignorancia. Cada uno de esos individuos responde como puede a la cuestión por los fines de su propia vida y la respuesta siempre se reduce a una u otra forma del ande yo caliente, ríase la gente; donde cada uno entiende como puede su fuente de calor.

    Basta preguntarse para qué sirve una persona para comprender la miserable reducción que esconde toda respuesta que identifica la persona con su rendimiento económico.
    La persona no vale para nada, porque es la fuente misma del valor.

    Los saberes inútiles, que tantos quieren fuera de la escuela, fueron siempre su columna vertebral porque se orientan a defender la fuente misma del valor.
    No debieran figurar como una disciplina junto a otras, sino como la atmósfera en que toda disciplina respira. Pero hemos querido limpiar el aire de miasmas metafísicas y religiosas, y lo hemos depurado tanto que lo hemos hecho, simplemente, irrespirable.

    Fernando Muñoz
    es profesor del departamento de Sociología V de la Universidad Complutense de Madrid

    FUENTE: https://cincodias.elpais.com/cincodi...15_484639.html
    raolbo, Vainilla y Pious dieron el Víctor.
    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

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    Re: La mente colmena y la muerte de la religión

    Cinco nuevas palabras en inglés que nos quieren colar para que vivamos peor

    Nuevos términos como 'nesting' o 'friganismo' intentan convencernos de que prácticas preocupantes como rebuscar en la basura para comer están de moda. Y, ojo, que llegan las 'trabacaciones'

    No son mendigos, son 'freegans'. (Reuters)

    Paula Cantó, 19.07.2017 – 05:00 H. Tiempo de lectura7 min

    Corría el año 2006. El Gobierno de Zapatero tenía un plan para facilitar el acceso de los jóvenes a la vivienda, y el gancho para darlo a conocer se agarraba a la máxima infalible de 'si se dice en inglés, es que es bueno'. Nacieron así las gloriosas 'Kelyfinder', unas zapatillas para sugerir en clave de humor que lo mejor para encontrar casa era algo que nadie habría pensado: pegarse un paseo por la ciudad.


    Ministerio de Vivienda, Gobierno de España.

    Poco después llegó la crisis, y aunque ya no había ganas de bromas, la veda de los anglicismos milagrosos estaba abierta. A finales de 2011, el BCE y la CEOE hablaban maravillas de los 'minijobs'. Eran empleos precarios de pocas horas de trabajo con remuneraciones que no superaban los 400 euros al mes... pero, eso sí, lo hacían en Alemania.

    ¿Nostalgia de tiempos pasados? Bueno, no hay de qué preocuparse, porque ahora los anglicismos chungos parecen estar de oferta y han brotado como champiñones para explicar los abusos que sufrimos cada día. ‘Nesting’, ‘coliving’ y sus amigos han llegado para hacernos ver que, en realidad, nuestra vida de mierda mola y que ser pobre está de moda.

    'Freegans'



    Buscando la cena (foto: Wikimedia / Wei Tchou)

    ¿Qué es?

    El ‘friganismo’ procede del inglés ‘freeganism’, que viene de la contracción de 'free' (gratis) y 'vegan' (vegano). Aunque se considera un movimiento que nació a mediados de 1990 junto a los ecologistas y a la antiglobalización, ahora ha vuelto para recuperar su protagonismo.


    ¿Cómo lo venden?

    “Es la última moda en dietas” o “es una nueva tendencia sostenible” son algunas de las definiciones que alaban al friganismo como la solución a nuestros problemas menores, como comer para poder vivir, por ejemplo. Rebuscar en los contenedores de basura del propio bloque de vecinos o incluso del supermercado tiene ya hasta nombre propio, como un 'hobby': ‘dumpsterdive’.

    ¿Qué es realmente?
    Lo llaman ‘dumpster dive’ porque 'bucear en la mierda' no sonaba tan comercial. Intentar convertir en tendencia la práctica de rebuscar en la basura por pura necesidad o por ahorrar dinero huele a podrido, y no solo literalmente. Básicamente, lo que se ha puesto de moda es sobrevivir. Dar consejos sobre qué vertedero es el más delicioso y asumir que la solución para el mileurista es salir de noche a buscar algo de basura para cenar parece sacado de un 'sketch' de los Monty Python. Un 'sketch' de los jodidos.

    'Doers'



    ¿Qué es?
    Derivado del inglés (‘to do’ significa 'hacer'), son los hacedores. Los que hacen cosas. Un 'doer', en general, se define como “una persona apasionada en hacer realidad lo que piensa sin importar que sacrifique su comodidad o seguridad”.

    ¿Cómo lo venden?
    El 'doer' es un luchador que consigue lo que quiere y no le importa sacrificarse hasta límites insospechados porque su meta es lo primero. Lo resuelve todo, lo logra todo y lo más importante, llega a fin de mes.

    ¿Qué es realmente?
    ¿Te encanta morirte de sueño y depender del café para poder aguantar haciendo un trabajo por el que te van a pagar menos de lo que te costó ese café? ¡Enhorabuena! Eres un 'doer'. El nuevo héroe de la clase trabajadora con, seguramente, el poder de la inmortalidad, porque aguantar sin dormir y a base de cafeína parece solo digno de un dios. ‘Doer’ es una palabra creada para definir un estilo de vida en el que se trabaja como si se fuera el dueño de la empresa, pero se cobra como un becario. Una forma de convertir la explotación y la pobreza en una manera de superarse a sí mismo. Una maravilla, vamos.

    'Nesting'


    El 'nesting' consiste en no hace nada.

    ¿Qué es?

    Su nombre actual viene de la palabra en inglés ‘nest’ (nido), pero su origen se remonta a años atrás, a los noventa, cuando la tendencia de socializar cada vez menos pasó a acuñarse como ‘cocooning’.

    ¿Cómo lo venden?

    La última tendencia en moda es quedarse en casa. Dedicar momentos a uno mismo y desconectar de la rutina para desestresarse es en lo que se basa el 'nesting'. Un pro-hacer el vago y una oda al ostracismo.

    ¿Qué es en realidad?
    No tener dinero y no poder salir de casa los fines de semana es sin duda lo mejor para tu vida social y tu salud mental. Menos mal que se ha puesto de moda encerrarse en casa, porque por fin tendrás tiempo para regar tu cactus, comer pizza y ver la tele tirado en un sofá en un estilo de vida que, a la larga, seguro que es supersano. ¿Es una conspiración para que compremos muebles bonitos, o para convencernos de que si no salimos no es por la crisis sino 'porque queremos'? Igual un poco de cada.

    'Wardrobing'


    Comprar y luego devolver la ropa, el truco de moda de los pobres.

    ¿Qué es?
    El ‘wardrobing’ es una práctica que se basa en comprar un artículo, usarlo y después devolverlo para recuperar el dinero. Proviene del inglés ‘wardrobe’ (guardarropa).

    ¿Cómo lo venden?
    Es el 'deporte de moda', definido incluso como un 'arte' decomprar ropa y devolverla después de haberla usado. Una forma además de ponerse cada día un modelito distinto, con su correspondiente foto para publicar en Instagram.

    ¿Qué es en realidad?
    Un tipo de fraude encubierto. Eso de devolver un bolso o un vestido de fiesta pasado el evento en cuestión ha evolucionado y se ha convertido en 'algo que practicar'. Una vez más, es la moda de no tener dinero y rapiñar de donde se pueda para que no se note que hace años que no podemos renovar el vestuario.

    'Coliving'


    Foto: Facebook Coliving.org

    ¿Qué es?
    El 'coliving' (‘living’ en inglés significa vivir) es una forma de compartir piso que se ideó en Silicon Valley, cuando los trabajadores no podían encontrar casas debido a la alta demanda y decidieron compartir espacio de vivienda y de trabajo.

    ¿Cómo lo venden?
    “Una forma de vida moderna y urbana que valora el compartir y colaborar”, explican en coliving.org. “El propósito del 'coliving' es crear un ambiente que inspire a sus residentes a ser activos y participantes en el mundo que les rodea”.

    ¿Qué es en realidad?
    No tienes dinero para pagarte un piso a tus 40 años y seguramente nunca lo vayas a tener, pero menos mal que se ha vuelto a poner de moda compartir piso, como si fuera una comuna que mezcla ocio y trabajo. La moda como sinónimo de necesidad encubierta.

    Bola extra: las 'trabacaciones'



    Pero no todo el mal viene en forma de palabras en inglés. Los monstruos de Frankenstein de palabras combinadas para generar un nuevo horror ya están llegando en español y las ‘trabacaciones’ son su primera creación.

    ¿Qué son?
    Aunque lo hemos oído más en su forma españolizada, el concepto original es el anglosajón de ‘workation’ o ‘workationers’. Se trata decombinar el tiempo libre con el trabajo.

    ¿Cómo lo venden?
    Ahora los profesionales deben gestionar su tiempo también en verano. Por eso las 'trabacaciones' aparecen como la nueva moda y como la solución definitivapara los que 'aman su trabajo'.“Las vacaciones entendidas como un periodo de desconexión absoluta ya son cosa del pasado”.

    ¿Qué es en realidad?
    Las ‘trabacaciones’ son poder escaparte unos días a Benidorm, encontrar sitio en la playa, bañarte y tumbarte en la toalla mientras abres el portátil para contestar todos los 'mails' que te han enviado mientras tanto. No son vacaciones, desde luego, es una forma invasiva de teletrabajo que no permite descansar correctamente. O lo que permita descansar Benidorm.

    FUENTE: Cinco nuevas palabras en inglés que nos quieren colar para que vivamos peor. Noticias de Alma, Corazón, Vida
    raolbo, Vainilla y Pious dieron el Víctor.
    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

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