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Tema: La mente colmena y la muerte de la religión

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  1. #1
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    Re: La mente colmena y la muerte de la religión

    Muy buena la crítica de Prada a internet. La comparación que hace con la prensa es muy adecuada. Además para esto hace falta ser valiente, pues los que exponen este tipo de pensamientos generalmente son linchados en la redes sociales. La turba digital se encoleriza si sospecha que peligra su soma.

    En cuanto a la divinización de internet que magistralmente describe Prada, recuerdo que hace años eran habituales expresiones como "lo voy a consultar con san Google" o "Google es Dios". En los buscadores todavía se encuentra rastro de esta idolatría blasfema, que ya nos alertaba de que algo muy peligroso se estaba fraguando.
    raolbo y Pious dieron el Víctor.
    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

  2. #2
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    Re: La mente colmena y la muerte de la religión

    Internet efectivamente nos mete a cada uno en una burbuja de opinión y "cultura", ya que todos los algoritmos están hechos para darnos referencias de cosas que nos puedan interesar. Pero no se hasta que punto es cierto que todo el internet está controlado por una misma especie de plutocracia. De hecho Theresa May quiere un nuevo internet controlado por el Estado.
    Theresa May to create new internet that would be controlled and regulated by government | The Independent

    En general los Estados y poderes están un tanto asustados con los cambios de opinión que pueden generar las dinámicas sociológicas de internet.

    Lo de san google es muy triste pero real, el algoritmo es ya nuestra más alta autoridad. Si la revolución científica, escolar e industrial modificó la forma de transmisión del conocimiento, que de manera ancestral transmitían las madres, por un nuevo conocimiento técnico y más dividido, hoy google actúa de gran herramienta de transmisión del conocimiento, algo peligrosísimo.
    Kontrapoder, raolbo y Pious dieron el Víctor.
    Libra zagun, mutillak, España lepratik,
    harturik hontarako fusillak bertatik;
    ekarriko dizkigu pakiak gerratik,
    poztutzen dala oso mundua gugatik.

    Españan española da Don Karlosena,
    ekarri zagun hura ahal degun lehenena;
    konfiantza jar zagun oso harentxena,
    berak emango digu gustorik onena

    POR DIOS Y POR ESPAÑA VICTORIOSOS DE TODOS SUS ENEMIGOS, SIN PACTOS NI MEDIACIONES.

    .“Miguel, Miguel, Miguel guria,
    Zaizu, zaizu Euskalerria”.

  3. #3
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    Re: La mente colmena y la muerte de la religión

    Cita Iniciado por Ennego Ximenis Ver mensaje
    Internet efectivamente nos mete a cada uno en una burbuja de opinión y "cultura", ya que todos los algoritmos están hechos para darnos referencias de cosas que nos puedan interesar. Pero no se hasta que punto es cierto que todo el internet está controlado por una misma especie de plutocracia. De hecho Theresa May quiere un nuevo internet controlado por el Estado.
    Theresa May to create new internet that would be controlled and regulated by government | The Independent
    Está controlado por la plutocracia estadounidense que reside en California. Eso puede crear conflictos con otras plutocracias y en general con los Estados que aspiran a ser independientes.

    Veo positiva la tendencia de algunos países a reclamar su soberanía sobre internet, al menos sobre la parte que discurre por su territorio. Aunque inicialmente se puede traducir en una mayor represión contra la gente que cuestiona el gobierno de cada país, creo que es indispensable para frenar la globalización y otras tendencias suicidas que están instaladas en nuestra sociedad.
    raolbo dio el Víctor.
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  4. #4
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    Re: La mente colmena y la muerte de la religión

    Nuevo artículo del gurú del futuro distópico tecnológico-civilizacional:

    ¿Estamos a punto de presenciar las sociedades más desiguales que ha visto la historia jamás?

    https://amp.theguardian.com/inequali...al-noah-harari

    Todo apunta a que si, y ni hay que irse al futuro. Eso ya se ve desde los 80, como apunté aquí:

    hispanismo.org/economia/23966-el-capital-hoy-tiene-el-dominio-absoluto.html

    .Here’s a concrete example: the transportation market. Today there are many thousands of truck, taxi and bus drivers in the UK. Each of them commands a small share of the transportation market, and they gain political power because of that. They can unionise, and if the government does something they don’t like, they can go on strike and shut down the entire transportation system.

    Now fast-forward 30 years. All vehicles are self-driving. One corporation controls the algorithm that controls the entire transport market. All the economic and political power which was previously shared by thousands is now in the hands of a single corporation, owned by a handful of billionaires.
    .Consequently, instead of globalisation resulting in prosperity and freedom for all, it might actually result in speciation: the divergence of humankind into different biological castes or even different species. Globalisation will unite the world on a vertical axis and abolish national differences, but it will simultaneously divide humanity on a horizontal axis
    Of course, technology is never deterministic. We can use the same technological breakthroughs to create very different kinds of societies and situations. For example, in the 20th century, people could use the technology of the industrial revolution – trains, electricity, radio, telephone – to create communist dictatorships, fascist regimes or liberal democracies. Just think about North and South Korea: they have had access to exactly the same technology, but they have chosen to employ it in very different ways.In the 21st century, the rise of AI and biotechnology will certainly transform the world – but it does not mandate a single, deterministic outcome. We can use these technologies to create very different kinds of societies.
    Creo que aun no nos podemos imaginar el enorme calado de los cambios que se avecinan.
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  5. #5
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    Re: La mente colmena y la muerte de la religión

    Los Cinco Grandes de la economía digital están matando a la economía real

    La economía digital está dominada por unas pocas empresas que amasan enormes beneficios que sólo reparten entre sus escasos y mal remunerados trabajadores. Su gran activo son los datos pero su contribución a la economía es prácticamente nula


    • por James Surowiecki | traducido por Teresa Woods
    • 04 Julio, 2017


    La economía digital ha transformado nuestra forma de comunicamos y de consumir información, productos y servicios, y también nuestro ocio. Ha revolucionado industrias que en apariencia nada tienen que ver con lo digital, como los actuales servicios financieros. La digitalización es la razón por la que Tesla Motors, número 31 de nuestra lista de las 50 Empresas más Inteligentes de 2017, vale más que General Motors (GM), a pesar de que sus ventas e ingresos sólo representan una diminuta fracción del volumen de negocio del histórico gigante de la automoción. Este fenómeno también explica por qué los "Cinco Grandes de la Economía Digital", Apple, Alphabet, Microsoft, Amazon y Facebook, se han convertido en las cinco empresas más valiosas del mundo en algún momento de 2016.

    Se podría decir que la economía digital ha cumplido con las promesas que ofrecía hace 20 años, en los primeros días de la web. Aunque sus efectos sobre la economía han sido más pequeños de lo que se esperaba. Desde que apareció internet, el crecimiento del PIB de EEUU ha sido decepcionantemente lento en comparación con los estándares históricos. El crecimiento de productividad, que muchos asumieron que se revitalizaría gracias a las las tecnologías digitales, ha sido pésimo durante gran parte de este siglo. Durante la época álgida de internet a finales de la década de 1990, el crecimiento de productividad se aceleró por primera vez desde la década de 1970, y durante un breve período parecía que la innovación tecnológica había resuelto un problema central de la economía estadounidense. Pero esta tendencia acabó a principios de la década de 2000, y no ha vuelto a repuntar desde entonces. Algunos observadores creían que se estaba midiendo mal, ya que el PIB no estaba reflejando el valor real de los muchos bienes libres de la economía digital. Pero ya casi no hay dudas de que la revolución de productividad que la digitalización prometía impulsar aún no se ha cumplido.

    La economía digital tampoco ha transformado el mercado laboral tanto como se esperaba. Es cierto que ahora hay empleos totalmente nuevos, como las flotas de conductores de Uber. Pero la población ya no cambia de trabajo tan a menudo como antes y, de hecho, algunas medidas de empleo están cambiando menos que en las últimas dos décadas. Además, la digitalización también es responsable de la desaparición de un montón de puestos de trabajo, no sólo a manos de la automatización, sino también por cosas como las compras en línea, que han dejado a cientos de miles de trabajadores minoristas sin empleo. Y lo que es más importante, la economía digital aún no ha generado una nueva generación de buenos empleos bien remunerados. De hecho, el alza y la consolidación de la economía digital han coincidido con un mercado laboral extraordinariamente débil. Los sueldos de los trabajadores de la mayoría de los países desarrollados están empezando a crecer, pero durante la mayor parte de este siglo han estado prácticamente estancados. No es que la digitalización tenga la culpa, pero tampoco ha impulsado el crecimiento laboral y económico como esperábamos. El sector de las tecnologías de información (TI) y la comunicación (que incluye a empresas de software de TI e internet, ocio y a editores de contenidos) sólo ha experimentado un crecimiento de su cuota del PIB de un 1% desde el año 2000. Y aunque probablemente esta cifra está infravalorada, ya que no refleja el impacto de la digitalizaciones sobre otras industrias, sí resulta llamativa. También lo es el hecho de quesólo un pequeño porcentaje de trabajadores del sector privado trabaja en lo que se consideraría como una empresa digital.

    Aun así, lo más sorprendente e inquietante de la economía digital actual es lo increíblemente estable que se ha vuelto. La palabra clave que siempre ha estado asociada a la digitalización es la "disrupción". Se suponía que internet y las tecnologías digitales iban a estimular la competitividad y a dificultar que las empresas dominantes tradicionales conservasen el poder. Si la antigua jerarquía industrial estaba caracterizada por empresas que se mantenían en la cima durante décadas, la economía digital, con sus barreras de entrada supuestamente bajas y sus reducidos costes de cambio, se iba a caracterizar por una rotación constante en la cima. Pero ha ocurrido justo lo contrario. La economía digital actual, al menos en el lado del consumidor, ha estado dominada por los mismos cinco gigantes durante al menos la última década y parece que todos seguirán en la cima durante un futuro próximo (al menos si nos dejamos guiar por sus capitalizaciones de mercado, que presagian muchos años más de enormes beneficios). La economía digital es una economía en la que las plataformas representan la mayor fuente de valor, y las plataformas de los Cinco Grandes son las más lucrativas jamás inventadas. El resultado es que esta economía está gobernada, en efecto, por un oligopolio. Los Cinco Grandes a veces compiten entre sí y otras veces cooperan, pero al final cada uno de ellos ejerce un sólido control sobre sus mercados claves.

    El "Oligopolio" suena siniestro, pero no ha sido causado por comportamientos excesivamente anticompetitivos ni monopolísticos. En realidad, los economistas consideran que los mercados digitales se caracterizan por todo-para-el-vencedor y su éxito se asocia a ventajas prácticamente insuperables. La regla que parece gobernar la economía digital fue bien descrita la Biblia porMateo 13,12: "Porque a todo el que tiene, más se le dará, y tendrá en abundancia". Y eso es genial para los que tienen, y no tanto para los que intenten competir con ellos.

    El poder de los números

    ¿Cómo hemos acabado con una economía digital dominada por un puñado de gigantes? La explicación más sencilla se basa en los efectos de red directos, según los cuales un producto o servicio adquiere valor cuanto más lo usa la gente. El ejemplo clásico es el teléfono. Un sólo dispositivo resulta inútil, ya que no hay nadie más a quien llamar. Si dos personas tienen teléfonos, ahora ambos tienen un valor. Y si un millón de personas tienen teléfonos, la red telefónica de repente se vuelve enormemente valiosa.

    Así que cuantos más usuarios tenga una red, más fácil resulta captar más usuarios. Este efecto es imprescindible para entender el éxito de una empresa como Facebook. Su mayor ventaja es simplemente el hecho de que su red es tan inmensa que si uno quiere conectar con otras personas, es el sitio más lógico para acudir. Lo mismo aplica a servicios como Instagram y WeChat de China. Para empresas digitales como Snap y Twitter, que están luchando por alcanzar la rentabilidad, este fenómeno es su único valor.

    Los Cinco Grandes también se benefician de otros efectos de red indirectos, incluido el hecho de quelos vendedores quieren estar donde estén los compradores, y viceversa. Las empresas quieren anunciarse en Google gracias a su enorme base de usuarios. Esto convierte a Google en el lugar obvio al que acudir para comprar algo. De forma similar, ya que Amazon dispone de una masa tan crítica de clientes, es natural que los proveedores se dirijan a ella. Cuando Amazon decidió las ventas de terceros a través de su plataforma, compitiendo así con sus propias ofertas, a muchos les pareció una locura. Pero permitió que la empresa se lucrara de los efectos de red, ya que la decisión de incluir a terceros hizo que Amazon fuera aún más atractiva para los clientes, lo que a su vez la hizo más atractiva para los vendedores, en un círculo vicioso de beneficios para la empresa.

    Más allá de los efectos de red, los Cinco Grandes también tienen ventajas asociadas a su propio tamaño, ya que disponen de enormes cantidades de datos de sus usuarios. Esos datos, que son mucho más detallados que cualquier otra información a la que haya podido acceder una empresa en el pasado, les ayuda a mejorar sus productos y servicios, lo que a su vez les ayuda a añadir más usuarios, lo que les proporciona acceso a más datos de usuario, y así sucesivamente. Este efecto no fue tan estudiado durante los primeros días de la economía digital como los efectos de red, pero ahora está claro que los datos de los usuarios representan una enorme ventaja competitiva para los portentos de la economía digital y un motivo clave para impedir su derrota en un futuro próximo. Al rastrear los clics de la gente, Google mejora constantemente sus resultados de búsqueda y presentación de anuncios. Amazon y Netflix y Apple minan sus datos para mejorar sus algoritmos de recomendaciones, lo que aumenta sus posibilidades de ofrecer algo que el cliente quiera comprar o ver. Este proceso no es automático, ya que para exprimir los beneficios de los datos, las empresas dependen de científicos de datos y deben estar dispuestas invertir los recursos necesarios en la mejora continua del producto. Pero cuando hacen las cosas bien, y los Cinco Grandes las hacen bien, la recompensa es inmensa. Mucho más grande que la que proporciona modelo tradicional de negocio en línea de empaquetar datos y vendérselos a los anunciantes.

    La capacidad de recopilar vastas cantidades de datos y analizarlas de manera eficiente es uno de los motivos por los que se atribuye a Tesla un valor superior al de General Motors. Cuando una automovilística tradicional vende un coche, su relación con el cliente se limita a mantenimiento y reparaciones. Por el contrario, Tesla recopila terabytes de datos de conducción que pueden incluir hasta vídeos de los usuarios. Esos datos le sirven para mejorar las prestaciones de conducción semiautónoma de sus vehículos. Según el analista de Morgan Stanley Adam Jonas, los coches de Tesla están registrando ocho millones de kilómetros al día. Y dado que el desarrollo de los coches semiautónomos depende del aprendizaje automático, el cual a su vez depende de datos para aprender, la ventaja informativa de Tesla podría traducirse en una gran ventaja a la hora de fabricar automóviles más seguros y eficaces. De hecho, Jonas defiende que el próximo Modelo 3 de Tesla, que está a punto de llegar al mercado a un precio relativamente razonable, podría ser hasta 10 veces más seguro que el coche medio.

    Por último, los Cinco Grandes también apuestan por modas más tradicionales como la de usar sus preciadas acciones y sus enormes reservas de efectivo para comprar otras empresas. De hecho, esta práctica se ha realizado de forma mucho más agresiva durante los últimos años. Google, Apple y Microsoft en conjunto poseen aproximadamente el 25% de las reservas de efectivo de toda la lista Standard & Poor's 500. Google, el comprador más activo, ha realizado una media de una adquisición al mes como forma de hacerse con tecnologías nuevas y talento de ingeniería, entrar en mercados o áreas de producto nuevos y, en algunos casos, aplastar un rival en potencia. Y puesto que ningún rival tiene los recursos necesarios para superar una puja de los Cinco Grandes, es otro ejemplo de cómo el simple hecho de ser grande ayuda a seguir creciendo.

    Monopolios digitales

    Entonces, por un lado, tenemos una economía digital que, a pesar de todo el valor que ha generado, no ha mejorado el crecimiento económico ni el de los sueldos de los trabajadores medios. Por otro, gran parte de esa economía está controlada por un grupo muy reducido de actores. Y más interesante es que hay motivos para creer que estas dos cosas están, de hecho, correlacionadas.

    Para empezar, el hecho más importante en las empresas basadas en plataformas es su capacidad para escalar, gracias a la cual pueden generar enormes cantidades de valor con un número relativamente pequeño de trabajadores. Esto es algo bueno desde el punto de vista de la eficiencia. Pero también ayuda a explicar por qué los gigantes digitales tienen menos impacto sobre la economía que las empresas dominantes del pasado. En conjunto, los Cinco Grandes dan trabajo a unos 400.000 trabajadores a jornada completa en Estados Unidos. Pero aunque parezca mucho, la mitad de esos trabajadores son empleados de Amazon en puestos de trabajo de almacén que requieren poca cualificación y por lo tanto, asociados a salarios bajos. La cifra es inferior a la del número de empleados que tenía General Motors en 1979, cuando la fuerza laboral estadounidense era mucho más pequeña. Además, mientras la producción de GM generaba ocho empleos indirectos por cada empleo directo, los efectos de los negocios de los Cinco Grandes (con la excepción de Apple) son mucho más pequeños. El resultado es que las recompensas de la economía digital se concentran en un pequeño número de trabajadores frente a la mayor distribución de la economía industrial.

    Este fenómeno se agrava a causa de que el sueño de Silicon Valley (EEUU) de fundar una empresa desde el garaje y convertirla en un gran negocio es más inverosímil que nunca. Aunque se siguen invirtiendo miles de millones de euros de capital riesgo (más de 175.000 millones de euros entre 2011 y 2016) y las llamadas start-ups de alto crecimiento no están disminuyendo, un trabajo de los economistas del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, EEUU) Scott Stern y Jorge Guzmán demuestra que cada vez hay menos start-ups que triunfan. Por supuesto, aún tenemos a las Tesla y Ubers (o Lyfts) del mundo, pero cada vez son más escasas. Y una de las razones es la escala y alcance de los Cinco Grandes, capaces de abordar los desafíos competitivos o copiar las innovaciones de otros (como parece haber hecho Facebook con Snapchat), volviéndolas superfluas, o simplemente comprar rivales en potencia cuando aún son pequeños. Al margen del porqué, el resultado es una economía menos dinámica y un menor reparto de la riqueza.

    Una solución obvia para resolver la concentración del poder consistiría en desmantelar a los Cinco Grandes o regularlos como servicios públicos. Últimamente cada vez hay más voces que piden medidas radicales como esta, pero son complejas por varias razones. Primero, estas empresas no casan con el estereotipo del monopolista. No son "monopolios naturales", como las empresas energéticas, en mercados en los que resultaría prácticamente imposible que emergieran rivales. Cualquiera que quiera desarrollar un nuevo motor de búsquedas o un nuevo minorista en línea puede hacerlo. Y salvo alguna excepción, estas empresas tampoco han alcanzado su dominio mediante comportamientos anticompetitivos sino gracias a haber sabido explotar la naturaleza de la economía digital para construir y conservar sus imperios.

    Y no es que los usuarios se quejen precisamente, a pesar de que las cuestiones de privacidad siguen siendo un asunto candente. De hecho, frente a industrias como la televisión por cable y las aerolíneas, las empresas digitales tienden a recibir buenas calificaciones de satisfacción de cliente, y la economía digital global se ha convertido en una oferta continua de cosas gratis (pagadas con la atención de los clientes en lugar de su dinero). Y aunque, en la práctica, los consumidores acaban encadenados a estos servicios (aunque sólo sea porque una vez que los datos llegan a la nube es mucho más fácil quedarse que irse), los negocios carecen de una influencia real sobre sus consumidores. La mayoría sigue invirtiendo miles de millones de euros en I+D para mejoran sus productos y servicios constantemente. Así que resulta difícil argumentar que estos gigantes no han contribuido al bienestar de los consumidores, que desde la década de 1970 representa el estándar de la regulación antimonopolio.

    De hecho, cuando examinamos lo que ha hecho la economía digital durante las últimas dos décadas, queda claro que ha generado una enorme cantidad de valor para los consumidores y para un pequeño grupo de empresas grandes, mientras la competencia se ha reducido, el poder se ha centralizado, y se ha complicado la existencia de los negocios que generan contenidos o intentan competir con los actores dominantes de la economía. (De una manera u otra, si uno quiere hacer dinero en la economía digital tendrá que trabajar con los Cinco Grandes y no en su contra). En la economía industrial, los beneficios se repartían entre empresas, empleados y consumidores. La economía digital está dibujando un mundo en el que los beneficios están concentrados entre los consumidores y los Cinco Grandes que los ofrecen. Todos los demás simplemente vivimos en él..

    *James Surowiecki es el autor de 'The Wisdom of Crowds' y el jefe de producción de Vice News Tonight.

    FUENTE: https://www.technologyreview.es/s/81...-economia-real
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    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

  6. #6
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    Re: La mente colmena y la muerte de la religión

    “O regulamos las tecnológicas o seremos sus subempleados”

    Entrevista a Jesse Hirsh, investigador de la tecnología digital cognitiva en la Universidad de Ryerson

    — Espero que no le haya afectado la huelga de taxis.

    En todo caso, los taxistas lo van a pasar peor que yo.

    — También hacen huelga estos días los repartidores de comida de una plataforma digital.

    Porque cobran una miseria sin ninguna garantía ni derecho. Ni siquiera llegan a ver a sus empleadores. Es una explotación feudal.

    — Un amo sin rostro, pero con mucha cara.

    Vivimos una revolución global, acelerada y despiadada. Además de Uber, Airbnb está vampirizando la vivienda ciudad a ciudad; Amazon, el comercio; y Google y Facebook, los contenidos. Y otras plataformas globales, todos los sectores, por ejemplo la banca, a punto de masificarse para liquidar empleos.

    — ¿No es inevitable destrucción creativa?

    De momento, es destrucción de empleos y sectores enteros y de la protección de los trabajadores y de sus derechos y pensiones.

    — Destruyen, pero crean otros empleos.

    Los que ofrecen son de peor calidad que los que destruyen, porque estas plataformas deslocalizadas suelen eludir las obligaciones que los empleadores locales sí se ven obligados a cumplir. Y además eluden impuestos.

    — ¿Qué se puede hacer?

    Lo que ya ha empezado a hacer Bruselas, pero tarde y poco: hay que obligar a todas esas plataformas de la mal llamada economía colaborativa a cumplir las leyes que ya obedecen todas las empresas europeas: laborales, fiscales y de protección del consumidor.

    — ¿Por qué no se les aplica la Sherman Act y demás legislación antimonopolio?

    Google, Facebook y Amazon ya son hoy los monopolios más poderosos de la historia con el mayor valor bursátil que jamás ha tenido empresa alguna y un poder omnímodo.

    — Por eso deberían desmontarlos.

    No se engañe: ha sido EE.UU., el propio Gobierno federal, el que los ha ayudado a ser lo que son hoy con montañas de dinero público, subvenciones, exenciones fiscales y apoyo diplomático y logístico.

    — ¿Por qué?

    Porque son el brazo neocolonial del poder americano. Hemos celebrado internet, un descubrimiento del ejército de EE.UU., como el advenimiento de más democracia y de una economía participativa, cuando el resultado es que las plusvalías se van a California y a aumentar el poder estadounidense. No es la tecnología la que impone su ley. Es la política neocolonial.

    — ATT fue dividida en 1982 porque Washington la consideró un monopolio.

    Las leyes antimonopolio protegían a los ciudadanos del abuso de las megacorporaciones; pregúntese ahora por qué han dejado de aplicarse si cualquiera de ellas es mucho más grande, rica y potente que ATT, una mera unión de telefónicas al fin y al cabo.

    — La ciudadanía aún es benevolente con esas compañías, porque abaratan su vida.

    Y los políticos europeos o han sido comprados o aún viven en la inopia tecnooptimista. Cuando les pregunto cómo van a regular Facebook, aún responden: “Pero si es estupendo y gratis”. Y ahora va a retransmitir la Champions arrebatando empleos cada vez más deprisa a las televisiones europeas que sí los creaban.

    — La digitalización te obliga a correr mucho para no moverte del mismo sitio.

    Es lo que llaman la gran curva del aprendizaje en internet. Y deja marginada a muchísima gente, que es incapaz de seguirla. En resumen, nos encontramos en una situación muy parecida a la irrupción de los telares mecánicos en Manchester... Y yo no soy un ludita. Estoy a favor de la tecnología, pero también de regularla.

    — Al final el mundo se adaptó y progresó.

    Pero a costa de un enorme sufrimiento, injusticias, guerras y revoluciones sangrientas. La tecnología debe usarse para hacernos más humanos o debe regularse. Y tenemos el poder y la capacidad de decidirlo.

    — ¿Cómo?

    Ustedes se quejan de la masificación turística de Barcelona y de cómo Airbnb está distorsionando el mercado de un bien básico como es la vivienda expulsando a los residentes que no pueden pagar su precio y enriqueciendo a quienes especulan con ella.

    ¿No proporciona también ingresos a familias que no los tenían?

    Eso podría hacerse con plataformas digitales locales y reguladas. Pero lo que pasa no sólo aquí, en Barcelona, sino en todo el planeta es que una oligarquía tecnológica de California localiza ciudades y se abalanza sobre ellos con sus algoritmos y sin ningún respeto por las leyes e impuestos locales, chupa todo su valor local, sean dinero o datos, y lo envía a EE.UU.

    El Ayuntamiento de Barcelona intenta reaccionar con nueva normativa...

    Es un paso en la buena dirección, pero sólo la Unión Europea puede frenar a esos monopolios y salvar de la precarización nuestras viviendas, empleos y vidas. Si no los obligamos a cumplir nuestras leyes, nos convertirán en neoproletarios de su paleocapitalismo digital.

    — Por ejemplo.

    En Toronto, muchos vecinos están siendo desahuciados, porque ya no pueden pagar los alquileres que se han disparado por el auge de Airbnb y otras plataformas. Muchos tienen empleos en la nueva economía digital, pero no les permiten vivir donde vivían cuando tenían empleos de los de antes.


    El dilema del cruce

    Un coche sin conductor llega a un cruce y un niño lo atraviesa por sorpresa en la carrera: ya no puede frenar, pero podría esquivarlo de un volantazo... si una anciana no caminara por el otro lado del carril . Por el de sentido contrario se acerca un camión: ¿a quién salvará: al crío, a la anciana o a su pasajero? Lo decidirá el programador de la inteligencia artificial de ese vehículo, pero ¿cuál comprará usted, el que los salva a elloso el que opta por usted? Hirsh analiza dilemas como el del cruce, porque ya no son teóricos, sino el día a día de los ingenieros de los coches autónomos. Aún parecen una realidad lejana, advierte, como todas las innovaciones digitales cuando estána punto de convertirseen cotidianas.



    FUENTE: O regulamos las tecnológicas o seremos sus subempleados - La Vanguardia
    Última edición por Kontrapoder; 06/07/2017 a las 19:10
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    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
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  7. #7
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    Re: La mente colmena y la muerte de la religión

    Wired Muscle permite utilizar los músculos de otra persona (contra su voluntad)

    Por Nacho Palou — 27 de Junio de 2017

    Wired Muscle es un inquietante a la par que interesante proyecto de los investigadores Jun Nishida y Kenji Suzuki de la Universidad de Tsukuba en colaboración con Shunichi Kasahara del laboratorio de ciencias de la computación de Sony, que interconecta los músculos de una persona con las de otra.

    Wired Muscle conecta las actividades musculares de dos personas utilizando un electromiograma (EMG) [detecta la actividad eléctrica en los músculos mediante un electrodo] y la electroestimulación muscular (EMS) [una forma de estimular los músculos mediante corrientes eléctricas externas] para provocar movimientos musculares en menos tiempo que aquellos generados por el proceso de información basado en la vista. El sistema detecta la actividad muscular en una persona a través del EMG y provoca que el EMS de la otra produzca un movimiento como respuesta. En el estudio el tiempo de reacción de la persona controlada se redujo a 60 ms.

    El tiempo de reacción habitual de los músculos cuando son estimulados por el proceso de información basado en la vista y procesado por el cerebro es de 250 milisegundos. Ese tiempo es que el los investigadores han recortado a una cuarta parte (60 ms) “sacando el cerebro de la ecuación”, dicen en Co.Design. “Lo más increíble de esto es que Wired Muscle hace que tu cuerpo reaccione de forma involuntaria, como si fueras una marioneta movida por hilos invisibles.” Según Jun Nishida, “es como si alguien dentro de tu brazo lo moviera directamente.”

    Los investigadores han demostrado el funcionamiento de Wired Muscle (ver vídeo) provocando que cuando una persona suelta un pequeño bastón otra persona lo coja la instante. El movimiento muscular que lo captura no se produce como una reacción voluntaria de uno, sino que es una reacción provocada por la acción de los músculos que actúan para soltar el bastón.

    Este sistema —dicen los investigadores— permitirá la conexión directa en experiencias cinestésicas entre varias personas y como base para un nuevo modo de aprendizaje motor. “Imagina que puede aprender a jugar al golf golpeando la bola con los mismos movimientos que Tiger Wood.”
    Eso sí, por ahora la conexión entre ambas personas se realiza de forma directa por cable, no de forma inalámbrica ni remota, algo que sería posible, “porque si la comunicación entre ambas personas se ve comprometida por una tercera perderías el control de tu cuerpo”, dice Nishida.



    FUENTE: Wired Muscle permite utilizar los músculos de otra persona (contra su voluntad) | Microsiervos (Tecnología)
    raolbo y Pious dieron el Víctor.
    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

  8. #8
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    Re: La mente colmena y la muerte de la religión

    Elogio al libro de papel

    La innovación disfruta de un prestigio inmerecido. Se nos pide que rindamos pleitesía a lo que aparece como novedad, pero nuestra obligación intelectual es hija del viejo escepticismo. Seamos críticos. Mejor recelar de todo aquello cuyas consecuencias no han sido calculadas.El ebook (dejemos que en su esperada agonía lleve su nombre en inglés) constata la ingenuidad de una sociedad dispuesta a aplaudir la innovación como si los productos mercantiles de la tecnología pertenecieran a la redención del género humano.

    Esta confusión (entre tecnología y cultura, novedad y progreso, invento y curación…) es el síntoma del fetichismo supersticioso que gobierna a una sociedad falsamente moderna.

    El ebook irrumpió en el escenario entre anuncios, focos y aplausos.

    Ya se sabe: las campañas de publicidad que seducen a los sentidos y excitan la candidez.

    Afortunadamente, su efecto hipnótico se agota.

    El declive del ebook procede de una más que evidente insatisfacción: una vez superado el ciclo del esnobismo –una epidemia de contagios imitativos-, los usuarios crédulos, finalmente comprenden. Y despiertan.

    Súbitamente se dan cuenta y con la pantalla en la mano llega un día en que se preguntan “¿para qué quiero yo esto?”.

    El ebook es un problema político. Si triunfara, destruiría la cadena de producción del libro de papel: sus artesanías, oficios e industrias. Incluyendo aquí al destinatario último de un invento humanista: el lector autónomo.

    Resulta lamentable que no se hayan encendido las luces de alarma ante los peligros de la dependencia entre “usuarios” y “servidores”. ¿Los servidores? ¿Los servidores de quién?

    Esta perversa designación ya debería habernos alertado.

    Estamos obligados a preservar el grado de autonomía individual conquistado en la Galaxia Gutenberg y a recelar de las “innovaciones” que atrofian nuestro campo de decisión.

    Además de ser una operación mercantil ruinosa (¿cuántas veces tendremos que pagar para leer los libros de “nuestra” biblioteca? Caducan los programas de nuestro ordenador, las aplicaciones, los terminales… hay que pagar constantemente la conexión a las operadoras telefónicas, a las eléctricas…); resulta que el acceso a “nuestro” libro, que nadie sabe dónde está, depende de llaves que no nos pertenecen.

    Resulta absurdo creer que esta “innovación” mejora nuestra autonomía de ciudadanos libres.

    Consentir que se hurgue en los hábitos de nuestra privacidad hasta el punto de que “alguien” sepa qué libros estamos leyendo y qué fragmentos estamos subrayando, me parece un error ridículo. Ser vigilado, computado, censado o rastreado por un algoritmo no es menos inofensivo que serlo por un inquisidor.

    El control de los hábitos lectores es una intromisión política en el territorio de la intimidad: nuestra obligación es preservarla con celo.

    Y otra cosa a tener en cuenta: si triunfaran los deseos de los fabricantes del libro electrónico, cualquier libro impertinente o molesto podrá desaparecer de los “servidores” cuando sus propietarios así lo deseen.

    Con una sola tecla, sin hogueras, humos y cenizas, pero con el mismo efecto
    .

    La facilidad con que en el futuro podrá ejecutarse un índice de libros prohibidos es pasmosa.

    El éxito político del ebook no ha sido su implantación, tan renqueante, sino la credulidad militante de los que han ensalzado la supremacía del artefacto. Estas redes de complicidad espontánea (no necesariamente interesadas) permiten a los emprendedores, siempre legitimados por el prestigio de la innovación, poner a la venta artificios tecnológicos que deterioran nuestra soberanía.

    Admiro el ingenio de los emprendedores californianos, pero, francamente, nuestra obligación es preguntarnos si sus innovaciones nos convienen.

    [Publicado el 08/5/2017 a las 11:08]

    FUENTE: Elogio al libro de papel · El Boomeran(g)
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  9. #9
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    Re: La mente colmena y la muerte de la religión

    ¿Por qué es más útil producir ‘smartphones’ que violines?


    • Los saberes ‘inútiles’, que tantos quieren fuera del currículo, son la columna vertebral de la escuela
    • No hace falta ser Aristóteles para sospechar que existen demasiadas ciencias que no lo son


    FERNANDO MUÑOZ, 14 JUL 2017 - 09:17

    Con una soberbia displicente se exige a la escuela que proporcione saberes útiles frente a saberes que podríamos llamar ornamentales. Uno pensaría ingenuamene que la distinción se funda en la verdad, tratándose en un caso de saberes verdaderos, por humildes que sean, frente a saberes acaso válidos pero nunca demostrativos y, por tanto, siempre sujetos a polémica. Pero está lejos de resultar evidente la presunta implicación de verdad y utilidad. En cualquier caso, bajo el signo de la utilidad se estaría señalando a las ciencias positivas y sus tecnologías asociadas.

    Ahora bien, no hay saber –por discutible que sea su estatuto– que no se arrope hoy con el manto de la ciencia: el derecho es ciencia jurídica, el periodismo ciencia de la información e incluso se presentan como ciencias de la seguridad las técnicas de los servicios privados de policía y vigilancia...

    No hace falta ser Aristóteles para sospechar que hay aquí demasiada ciencia que no lo es. La cuestión es compleja y el objetivo es oscuro: ¿Se trataría de reducir no sólo las instituciones educativas, sino la integridad de la vida social a la dimensión de las ciencias estrictas, signifique esto lo que signifique?

    En ocasiones la llamada a la utilidad de los saberes parece definirse por la demanda socioeconómica.
    En tal caso se llamaría útil a los saberes que –en cada momento– reclama el mercado laboral. Pero el mercado laboral no es una entidad natural cuya estructura fuera ajena a la acción humana y sus fines. El mercado laboral puede demandar saberes muy problemáticos: telefonistas de líneas calientes, astrólogos o prostitutas, vendedores y publicistas expertos en inducir fantasmáticas necesidades, expertos en seguridad y agentes fiscales, actores pornográficos, bomberos o sacerdotes... Contribuir a la apoteosis del mercado, elevándolo a criterio de definición de los saberes que la escuela debe proporcionar significa ignorar –interesadamente o no– su calidad de producto humano, demasiado humano.

    Frente a las demandas del mercado laboral se pueden oponer principios alternativos que luchen por la abolición de unas u otras demandas del mercado.
    Así habrá quienes juzguen intolerable la demanda laboral de prostitutas y quiénes juzguen inaceptable que el mercado laboral demande sacerdotes. Unos y otros imponen al mercado principios que lo trascienden y ponen así en entredicho la reducción de la utilidad a las llamadas salidas laborales del saber del caso.

    ¿De qué hablamos cuando hablamos de utilidad?
    ¿Por qué es más útil producir teléfonos móviles que violines? ¿Por qué es más útil la programación informática que la danza? Si se trata de tocar el violín parece que un violín es algo realmente útil.

    Un minuto basta para reconocer la turbia atmósfera ideológica que exhala la constante apelación a la utilidad y, acaso por ello, se ha convertido en una idea-fuerza fundamental de la modernidad.
    El utilitarismo fue quizás la más grosera de las formas que adquirió esa demanda de utilidad en su esfuerzo por dotarse de una figura sistemática. Pero subyace a la práctica totalidad de las ideologías de nuestro tiempo, de modo más o menos expreso o advertido. Desde luego está en el núcleo de la concepción antropológica del liberalismo y del marxismo y se puede escuchar en la voz de personas formadas o deformadas por un sistema educativo centrado en esa oscura utilidad.

    La idea es de estirpe burguesa, léase la definición de la ciudadanía por la utilidad económica en el primer programa de la gran revolución francesa
    : el opúsculo del abad Sièyes (¿Qué es el tercer estado?), pero léase también la prolongación de esa misma concepción de la ciudadanía por la utilidad, aunque atribuida ahora a la clase obrera (el pueblo) frente a unos inversores ociosos (clase privilegiada), en la obra de Volney, ya en 1791.

    Esa angosta y asfixiante noción de utilidad mutila la vida hasta someterla al rendimiento económico según lo han definido comerciantes, industriales y financieros, o bien los autoproclamados representantes de los trabajadores.
    Burgueses o trabajadores, es decir, esa ciudadanía útil que se erige en sujeto activo de las sociedades modernas, las dos clases socioeconómicas resultado de la polarización meramente económica de las sociedades atomizadas de individuos, liberados o aislados, dotados de soberbios egos que se pretenden autónomos dueños de sí mismos.

    Esa apoteosis de la utilidad nos ha convertido es expertos en medios, pero en perfectos ignorantes de los fines de la vida humana.
    Pero ignorantes soberbios, que ignoran su ignorancia. Cada uno de esos individuos responde como puede a la cuestión por los fines de su propia vida y la respuesta siempre se reduce a una u otra forma del ande yo caliente, ríase la gente; donde cada uno entiende como puede su fuente de calor.

    Basta preguntarse para qué sirve una persona para comprender la miserable reducción que esconde toda respuesta que identifica la persona con su rendimiento económico.
    La persona no vale para nada, porque es la fuente misma del valor.

    Los saberes inútiles, que tantos quieren fuera de la escuela, fueron siempre su columna vertebral porque se orientan a defender la fuente misma del valor.
    No debieran figurar como una disciplina junto a otras, sino como la atmósfera en que toda disciplina respira. Pero hemos querido limpiar el aire de miasmas metafísicas y religiosas, y lo hemos depurado tanto que lo hemos hecho, simplemente, irrespirable.

    Fernando Muñoz
    es profesor del departamento de Sociología V de la Universidad Complutense de Madrid

    FUENTE: https://cincodias.elpais.com/cincodi...15_484639.html
    raolbo, Vainilla y Pious dieron el Víctor.
    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

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    Re: La mente colmena y la muerte de la religión

    Cinco nuevas palabras en inglés que nos quieren colar para que vivamos peor

    Nuevos términos como 'nesting' o 'friganismo' intentan convencernos de que prácticas preocupantes como rebuscar en la basura para comer están de moda. Y, ojo, que llegan las 'trabacaciones'

    No son mendigos, son 'freegans'. (Reuters)

    Paula Cantó, 19.07.2017 – 05:00 H. Tiempo de lectura7 min

    Corría el año 2006. El Gobierno de Zapatero tenía un plan para facilitar el acceso de los jóvenes a la vivienda, y el gancho para darlo a conocer se agarraba a la máxima infalible de 'si se dice en inglés, es que es bueno'. Nacieron así las gloriosas 'Kelyfinder', unas zapatillas para sugerir en clave de humor que lo mejor para encontrar casa era algo que nadie habría pensado: pegarse un paseo por la ciudad.


    Ministerio de Vivienda, Gobierno de España.

    Poco después llegó la crisis, y aunque ya no había ganas de bromas, la veda de los anglicismos milagrosos estaba abierta. A finales de 2011, el BCE y la CEOE hablaban maravillas de los 'minijobs'. Eran empleos precarios de pocas horas de trabajo con remuneraciones que no superaban los 400 euros al mes... pero, eso sí, lo hacían en Alemania.

    ¿Nostalgia de tiempos pasados? Bueno, no hay de qué preocuparse, porque ahora los anglicismos chungos parecen estar de oferta y han brotado como champiñones para explicar los abusos que sufrimos cada día. ‘Nesting’, ‘coliving’ y sus amigos han llegado para hacernos ver que, en realidad, nuestra vida de mierda mola y que ser pobre está de moda.

    'Freegans'



    Buscando la cena (foto: Wikimedia / Wei Tchou)

    ¿Qué es?

    El ‘friganismo’ procede del inglés ‘freeganism’, que viene de la contracción de 'free' (gratis) y 'vegan' (vegano). Aunque se considera un movimiento que nació a mediados de 1990 junto a los ecologistas y a la antiglobalización, ahora ha vuelto para recuperar su protagonismo.


    ¿Cómo lo venden?

    “Es la última moda en dietas” o “es una nueva tendencia sostenible” son algunas de las definiciones que alaban al friganismo como la solución a nuestros problemas menores, como comer para poder vivir, por ejemplo. Rebuscar en los contenedores de basura del propio bloque de vecinos o incluso del supermercado tiene ya hasta nombre propio, como un 'hobby': ‘dumpsterdive’.

    ¿Qué es realmente?
    Lo llaman ‘dumpster dive’ porque 'bucear en la mierda' no sonaba tan comercial. Intentar convertir en tendencia la práctica de rebuscar en la basura por pura necesidad o por ahorrar dinero huele a podrido, y no solo literalmente. Básicamente, lo que se ha puesto de moda es sobrevivir. Dar consejos sobre qué vertedero es el más delicioso y asumir que la solución para el mileurista es salir de noche a buscar algo de basura para cenar parece sacado de un 'sketch' de los Monty Python. Un 'sketch' de los jodidos.

    'Doers'



    ¿Qué es?
    Derivado del inglés (‘to do’ significa 'hacer'), son los hacedores. Los que hacen cosas. Un 'doer', en general, se define como “una persona apasionada en hacer realidad lo que piensa sin importar que sacrifique su comodidad o seguridad”.

    ¿Cómo lo venden?
    El 'doer' es un luchador que consigue lo que quiere y no le importa sacrificarse hasta límites insospechados porque su meta es lo primero. Lo resuelve todo, lo logra todo y lo más importante, llega a fin de mes.

    ¿Qué es realmente?
    ¿Te encanta morirte de sueño y depender del café para poder aguantar haciendo un trabajo por el que te van a pagar menos de lo que te costó ese café? ¡Enhorabuena! Eres un 'doer'. El nuevo héroe de la clase trabajadora con, seguramente, el poder de la inmortalidad, porque aguantar sin dormir y a base de cafeína parece solo digno de un dios. ‘Doer’ es una palabra creada para definir un estilo de vida en el que se trabaja como si se fuera el dueño de la empresa, pero se cobra como un becario. Una forma de convertir la explotación y la pobreza en una manera de superarse a sí mismo. Una maravilla, vamos.

    'Nesting'


    El 'nesting' consiste en no hace nada.

    ¿Qué es?

    Su nombre actual viene de la palabra en inglés ‘nest’ (nido), pero su origen se remonta a años atrás, a los noventa, cuando la tendencia de socializar cada vez menos pasó a acuñarse como ‘cocooning’.

    ¿Cómo lo venden?

    La última tendencia en moda es quedarse en casa. Dedicar momentos a uno mismo y desconectar de la rutina para desestresarse es en lo que se basa el 'nesting'. Un pro-hacer el vago y una oda al ostracismo.

    ¿Qué es en realidad?
    No tener dinero y no poder salir de casa los fines de semana es sin duda lo mejor para tu vida social y tu salud mental. Menos mal que se ha puesto de moda encerrarse en casa, porque por fin tendrás tiempo para regar tu cactus, comer pizza y ver la tele tirado en un sofá en un estilo de vida que, a la larga, seguro que es supersano. ¿Es una conspiración para que compremos muebles bonitos, o para convencernos de que si no salimos no es por la crisis sino 'porque queremos'? Igual un poco de cada.

    'Wardrobing'


    Comprar y luego devolver la ropa, el truco de moda de los pobres.

    ¿Qué es?
    El ‘wardrobing’ es una práctica que se basa en comprar un artículo, usarlo y después devolverlo para recuperar el dinero. Proviene del inglés ‘wardrobe’ (guardarropa).

    ¿Cómo lo venden?
    Es el 'deporte de moda', definido incluso como un 'arte' decomprar ropa y devolverla después de haberla usado. Una forma además de ponerse cada día un modelito distinto, con su correspondiente foto para publicar en Instagram.

    ¿Qué es en realidad?
    Un tipo de fraude encubierto. Eso de devolver un bolso o un vestido de fiesta pasado el evento en cuestión ha evolucionado y se ha convertido en 'algo que practicar'. Una vez más, es la moda de no tener dinero y rapiñar de donde se pueda para que no se note que hace años que no podemos renovar el vestuario.

    'Coliving'


    Foto: Facebook Coliving.org

    ¿Qué es?
    El 'coliving' (‘living’ en inglés significa vivir) es una forma de compartir piso que se ideó en Silicon Valley, cuando los trabajadores no podían encontrar casas debido a la alta demanda y decidieron compartir espacio de vivienda y de trabajo.

    ¿Cómo lo venden?
    “Una forma de vida moderna y urbana que valora el compartir y colaborar”, explican en coliving.org. “El propósito del 'coliving' es crear un ambiente que inspire a sus residentes a ser activos y participantes en el mundo que les rodea”.

    ¿Qué es en realidad?
    No tienes dinero para pagarte un piso a tus 40 años y seguramente nunca lo vayas a tener, pero menos mal que se ha vuelto a poner de moda compartir piso, como si fuera una comuna que mezcla ocio y trabajo. La moda como sinónimo de necesidad encubierta.

    Bola extra: las 'trabacaciones'



    Pero no todo el mal viene en forma de palabras en inglés. Los monstruos de Frankenstein de palabras combinadas para generar un nuevo horror ya están llegando en español y las ‘trabacaciones’ son su primera creación.

    ¿Qué son?
    Aunque lo hemos oído más en su forma españolizada, el concepto original es el anglosajón de ‘workation’ o ‘workationers’. Se trata decombinar el tiempo libre con el trabajo.

    ¿Cómo lo venden?
    Ahora los profesionales deben gestionar su tiempo también en verano. Por eso las 'trabacaciones' aparecen como la nueva moda y como la solución definitivapara los que 'aman su trabajo'.“Las vacaciones entendidas como un periodo de desconexión absoluta ya son cosa del pasado”.

    ¿Qué es en realidad?
    Las ‘trabacaciones’ son poder escaparte unos días a Benidorm, encontrar sitio en la playa, bañarte y tumbarte en la toalla mientras abres el portátil para contestar todos los 'mails' que te han enviado mientras tanto. No son vacaciones, desde luego, es una forma invasiva de teletrabajo que no permite descansar correctamente. O lo que permita descansar Benidorm.

    FUENTE: Cinco nuevas palabras en inglés que nos quieren colar para que vivamos peor. Noticias de Alma, Corazón, Vida
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    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

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    Re: La mente colmena y la muerte de la religión

    Dejo algunos artículos y noticias atrasadas sobre temas tecnológicos.
    _____________________


    Amazon está comprando los centros comerciales abandonados que ayudó a hundir




    14 Octubre 2017 - Actualizado 18 Octubre 2017, 07:03 Raúl Álvarez @Lohar

    Randall Park Mall
    fue considerado en la década de 1970 todo un templo al consumismo estadounidense, un centro comercial que incluso obtuvo el título al "más grande del mundo". Un centro comercial que hoy ha sido adquirido por Amazon, esto después de haber cerrado sus puertas en 2009 ante el duro embate del comercio en línea.

    Sí, mientras Amazon está creciendo de forma impresionante, algunas tiendas minoristas, sobre todo en los Estados Unidos, están atravesando su peor momento ante las bajas ventas. ¿Por qué? Fácil, el usuario ya no sale de compras como antes, la gran mayoría de la gente compra en línea gracias a las agresivas estrategias no sólo en precios, sino también en envíos y garantías. Vamos, la desconfianza que alguna vez supuso el comprar en un sitio web está desapareciendo y Amazon lo está explotando de forma magistral.

    Amazon ya tiene 105 bodegas y 35 en planificación

    Las cifras de Amazon son brutales. Durante su último reporte trimestral mostraron que habían tenido un crecimiento del 25% respecto al año anterior, pero lo verdaderamente importante aquí es que sus Centros de Reparto (Fulfillment by Amazon o FBA) presentaban un incremento del 40% respecto al año anterior, lo que significa que Amazon necesita más espacios físicos donde almacenar todo lo que vende. En resumen: Amazon cada vez vende más.

    El programa FBA es uno de los más importantes en Amazon al ofrecer una opción a los vendedores para almacenar sus productos y así puedan formar parte del programa Prime de entrega en sólo unos días e incluso horas. Los ingresos de este programa se incrementaron en un 38% comparados con los resultados del año pasado, es decir, casi 7.000 millones de dólares más.



    Se trata de un ganar-ganar para Amazon y sus vendedores, ya que entre más usuarios se inscriben en Prime, más vendedores se apuntan a FBA ante el incremento en las ventas y esa necesidad de tener una ventaja competitiva, ya que Amazon ha demostrado que un usuario Prime compra más que un usuario que no está inscrito, además de que los productos bajo estos beneficios aparecen primero en las búsquedas.
    Ante este incremento en las ventas y en la demanda de FBA, Amazon ya tiene a día de hoy 105 Centros de Reparto y 35 en planificación, donde lo realmente curioso de esto, es que 25 de los 35 son centros comerciales abandonados o que cerraron ante las bajas ventas.

    Derribando el imperio offline


    El más reciente proyecto de Amazon es transformar el viejo y abandonado Randall Park Mall en su nuevo centro de reparto, que una vez terminado será uno de los más grandes de la compañía dentro de los Estados Unidos. La zona está ubicada en una región privilegiada en North Randall, Ohio, lo que lo coloca a las afueras de Cleveland y a unos cuantos kilómetros de Pittsburgh, Detroit y Columbus. Lo que significa el acceso a más de tres millones de nuevos clientes para ofrecerles las membresía Prime.

    El terreno de este viejo centro comercial es de 280,000 metros cuadrados incluida la zona de aparcamiento, lo que lo hace ideal para los planes de Amazon. Sin embargo, la compañía estima que tendrán que pasar al menos tres años para que las instalaciones estén completas y en total operación.

    Este proyecto le costará a Amazon poco más de 177 millones de dólares, y en él operarán sus ya famosos robots que ahora mismo están presentes en sólo 25 centros de reparto, con la estimación de que la compañía tiene más de 80.000 de estos robots desplegados.

    Ahora mismo lo que busca Amazon es tratar de ser más eficiente en las entregas y en la implementación de estos centros de reparto, ya que según la compañía no están siendo lo suficientemente rápidos para ponerse al día con el crecimiento de la demanda. Pero vamos, si lo comparamos con las última cifra de cierres de centros comerciales en Estados Unidos, que ya supera los 400, entonces Amazon está en una posición privilegiada donde incluso no hay nadie a día de hoy que siquiera se le acerque.

    FUENTE: https://www.xataka.com/empresas-y-ec...ayudo-a-hundir
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  12. #12
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    Re: La mente colmena y la muerte de la religión

    Silicon Valley no es tu amigo

    Por Noam Cohen, 19 de octubre de 2017


    A fines del mes pasado, Mark Zuckerberg publicó un breve mensaje en Facebook al finalizar Yom Kippur. En él, les pedía a sus amigos que lo perdonaran no solo por sus errores personales, sino también por los profesionales, sobre todo por “las maneras en que mi trabajo se utilizó para dividir a las personas en vez de unirnos”. Estaba siguiendo la tradición judía del Día del Perdón, que consiste en reflexionar sobre el año anterior, y juró que se “esforzaría por ser mejor”.

    Esa declaración tan autocrítica y sombría no es habitual en Zuckerberg, que generalmente es muy alegre y alguna vez exhortó a sus empleados de Facebook a “moverse rápido y romper cosas”. En el pasado, ¿por qué motivo Zuckerberg, o cualquiera de sus contemporáneos, podría haber sentido la necesidad de arrepentirse por lo que habían hecho en la oficina? ¿Por hacer sitios web increíblemente geniales que conectan en forma directa a miles de millones de personas con sus amigos y con un almacén global de conocimiento?

    Sin embargo, últimamente, los pecados de la disrupción encabezada por Silicon Valley se han vuelto imposibles de ignorar.

    Facebook ha lidiado con una ráfaga de revelaciones en torno a los intermediarios rusos que utilizaron su plataforma para influir en la elección presidencial de 2016 atizando la furia racista. Google tuvo un papel similar al transmitir mensajes incendiarios dirigidos a un tipo específico de usuarios durante la elección presidencial en Estados Unidos y, este verano, pareció ser el villano cuando un importante grupo liberal de expertos, New America, rompió vínculos con un prominente académico que critica el poder de los monopolios digitales.

    Algunos dentro de la organización cuestionaron si lo habían despedido para aplacar a Google y a su director ejecutivo, Eric Schmidt, ambos donantes del grupo desde hace tiempo, aunque el presidente ejecutivo de New America y un representante de Google negaron esa conexión.

    Mientras tanto, Amazon, con su compra de la cadena de supermercados Whole Foods y la construcción de tiendas convencionales, va tras la impresionante estrategia lucrativa de extender su monopolio en línea a uno que también tenga presencia física.

    Estos cambios amenazantes han sido muy desconcertantes para el público y se oponen a todo lo que Silicon Valley había expresado de sí mismo. Google, por ejemplo, dice que su propósito es “organizar la información del mundo y hacerla universalmente accesible y útil”, una misión que podría describir tanto a tu biblioteca local como a una empresa en la lista Fortune 500.

    De manera similar, el objetivo de Facebook es “darle a la gente el poder de generar comunidades y unir más al mundo”. Incluso Amazon vio más allá de sí misma para convertirse, en palabras de su fundador, Jeff Bezos, en “la empresa más obsesionada con el cliente que jamás haya existido en la Tierra”.

    Casi desde su nacimiento, internet produjo ansiedad pública —tu computadora estaba conectada a una red más allá de tu entendimiento que podía enviar gusanos, virus y rastreadores hasta donde te encontrabas—, pero de cualquier manera decidimos darles a estos innovadores el beneficio de la duda.

    Estaban de nuestro lado en el tema de hacer más segura y útil la red, por lo tanto fue fácil interpretar cada error como un accidente desafortunado en el camino hacia la utopía digital en vez de como una trampa con el objetivo de asegurar la dominación del mundo.

    Ahora que Google, Facebook y Amazon se han convertido en dominadores mundiales, hay dos preguntas pertinentes: ¿la gente podrá llegar a ver a Silicon Valley como la bola de demolición que es? ¿Aún tenemos las herramientas regulatorias y la cohesión social necesaria para limitar a los monopolistas antes de que destruyan la base de nuestra sociedad?

    Según se dice, estos programadores convertidos en emprendedores creían en sus palabras nobles y al principio se mostraban indiferentes a enriquecerse con sus ideas. En un artículo de 1998 escrito por Sergey Brin y Larry Page, entonces egresados de la carrera de ciencias de la computación en Stanford, enfatizaron los beneficios sociales de su nuevo motor de búsqueda, Google, que estaría abierto al escrutinio de otros investigadores y no estaría impulsado por publicidad. La gente necesitaba que le aseguraran que las búsquedas no estaban corrompidas, que nadie había puesto el dedo en la balanza por razones comerciales.

    Para ilustrar lo que decían, Brin y Page presumieron de la pureza de los resultados que su motor de búsqueda arrojaba para las palabras “teléfono celular”: casi al principio aparecía un estudio en el que se explicaba el peligro de conducir mientras se habla por teléfono. El prototipo de Google todavía estaba libre de publicidad pero, ¿qué decir de los otros buscadores, que sí la tenían? Brin y Page plantearon sus dudas: “Creemos que los motores de búsqueda financiados mediante publicidad estarán inherentemente sesgados hacia sus anunciantes y se alejarán de las necesidades de los consumidores”.

    Había una necesidad crucial de un “motor competitivo de búsqueda que fuera transparente e inmerso en el mundo académico”, y Google estaba destinado a ser esa herramienta de internet, esa torre de marfil. Por lo menos hasta que Brin y Page fueron arrastrados por el emprendimiento generalizado de Stanford: una reunión con un profesor los llevó a una reunión con un inversionista, que les dio un cheque de 100.000 dólares antes de que Google siquiera fuera una empresa.

    En 1999, Google anunció una inversión de 25 millones de dólares en capital de riesgo mientras insistían en que nada había cambiado. Cuando los reporteros le preguntaron a Brin cómo tenían planeado que Google generara dinero, respondió: “Nuestra meta es maximizar la experiencia del motor de búsquedas, no maximizar los ingresos que se obtienen a través de él”.

    Mark Zuckerberg adoptó una postura similar durante los primeros días de Facebook. Una red social era demasiado importante para ensuciarla con el comercio, le dijo a The Harvard Crimson en 2004.

    “Es decir, sí, podemos hacer mucho dinero, pero esa no es la meta”, dijo acerca de su red social, que en ese entonces todavía se llamaba thefacebook.com. “Cualquiera que venga de Harvard puede conseguir un empleo y ganar mucho dinero. No todos en Harvard pueden tener una red social. Valoro eso más como un recurso que como cualquier cantidad de dinero”. Zuckerberg insistió en que no se rendiría ante los cazadores de ganancias; Facebook seguiría siendo fiel a su misión de conectar al mundo.

    Siete años después, Zuckerberg también había sucumbido ante el capital de riesgo de Silicon Valley, pero parecía haberse arrepentido. “Si estuviera comenzando en este momento”, le dijo a un entrevistador en 2011, “solo me habría quedado en Boston, creo”. Y añadió: “Hay aspectos de la cultura de aquí que aún me parecen enfocados al corto plazo de una manera que me molesta. Ya sabes, es la gente que quiere comenzar empresas solo por hacerlo, sin saber lo que quieren para poder, no sé, hacer un cambio”.

    A la larga, los fundadores de Google y Facebook enfrentaron un día de rendición de cuentas. Los inversionistas no estaban ahí por caridad y exigían una respuesta. Al final, Brin y Page acordaron, bajo presión, desplegar publicidad junto con los resultados de búsqueda y terminaron por permitir que entrara un director ejecutivo externo: Schmidt. Zuckerberg acordó incluir los anuncios dentro del canal de publicaciones de Facebook y transfirió a uno de sus programadores favoritos al negocio de la publicidad móvil. Le dijo: “¿No sería divertido construir un negocio multimillonario en seis meses?”.

    Resulta que había fortunas multimillonarias que podían generarse explotando la relación opaca entre los usuarios y las empresas tecnológicas. Todos sabíamos que nada era gratis, una idea memorablemente encapsulada en 2010 por alguien que hizo un comentario en el sitio web MetaFilter: “Si no lo estás pagando, no eres el cliente: eres el producto que se vende”. Pero, en realidad, ¿cómo podemos darnos cuenta? Gran parte de lo que sucede entre los usuarios y Silicon Valley está fuera de la vista: algoritmos escritos y controlados por magos que son capaces de extraerle valor a tu identidad de maneras en las que tú jamás podrías hacerlo por ti mismo.

    Una vez que Brin, Page y Zuckerberg cambiaron de parecer respecto de ir tras las ganancias, advirtieron algo extraño: a los usuarios no parecía importarles. “¿Quieren saber cuál es la pregunta más común al respecto?”, dijo Brin en 2002 cuando le preguntaron sobre las reacciones por la adopción de la publicidad por parte de Google. “Nos dicen: ‘¿Qué anuncios?’. La gente no hace búsquedas que le muestren anuncios o no los nota. La tercera posibilidad es que los usuarios sí realizan búsquedas que generan anuncios y sí se percatan de ellos, pero los olvidan. Creo que este es el caso más probable”.

    El crecimiento se convierte en la motivación dominante: algo atesorado por el propio beneficio, no por lo que aporta al mundo.

    Siempre se supo que las interacciones entre las personas y sus computadoras iban a ser confusas y que sería fácil que los programadores explotaran esa confusión. John McCarthy, el pionero de la computación que educó a los primeros hackers del Instituto Tecnológico de Massachusetts y después encabezó el laboratorio de inteligencia artificial de Stanford, se preocupaba por el hecho de que los programadores no entendieran sus responsabilidades.

    “Las computadoras terminarán presentando la psicología que es conveniente para sus diseñadores (y serán bastardas fascistas si esos diseñadores no lo piensan dos veces)”, escribió en 1983. “Los diseñadores de programas tienen una tendencia a pensar que los usuarios son idiotas y necesitan ser controlados. Más bien deberían pensar que su programa es un sirviente que debe poder ser controlado por su amo, el usuario”.

    Llamémoslo el problema Eliza. En 1966, Joseph Weizenbaum, un profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts, exhibió un programa de computadora, Eliza, que imitaba a un psicoterapeuta. Mediante una rutina, preguntaba acerca de lo que sientes respecto de tus padres o intentaba que hablaras al reformular lo que decías en forma de pregunta. Este programa provocó una fuerte reacción de inmediato y, para sorpresa de Weizenbaum, se convirtió en un fenómeno nacional. The New York Times, por ejemplo, quedó extasiado: “Le enseñan a una computadora a entender el inglés”.

    En realidad, Eliza no entendía nada, y jamás pudo llegar a tener alguna idea compartida con un “paciente”. Eliza respondía de manera mecánica a lo que aparecía en pantalla. Una sesión típica de terapia pronto se convirtió en una escena graciosa de Monty Python. Paciente: No eres muy agresiva, pero creo que no quieres que me dé cuenta de eso. Eliza: ¿Qué te hace pensar que no soy muy agresiva? Paciente: No discutes conmigo. Eliza: ¿Por qué crees que no discuto contigo? Paciente: Tienes miedo de mí. Eliza: ¿Te complace creer que te tengo miedo?
    Imaginen la sorpresa de Weizenbaum cuando su secretaria alzó la vista desde su computadora e interrumpió sus intercambios con Eliza para decirle: “¿Podría irse de la habitación, por favor?”. ¡Quería privacidad para tener una conversación con una máquina! Weizenbaum, consternado, de repente vio el potencial de engaño por parte de los programadores capaces de manipular a las computadoras y, potencialmente, al resto de nosotros. Pronto cambió el rumbo y dedicó sus años restantes a protestar contra lo que consideraba la amoralidad de sus colegas de la computación, a menudo haciendo referencia a sus experiencias como joven refugiado de la Alemania nazi.

    En Computer Power and Human Reason, su épica obra contra la inteligencia artificial publicada a mediados de la década de 1970, Weizenbaum describió la escena que se podía ver en los laboratorios informáticos. “Inteligentes jóvenes de apariencia desgarbada, a menudo con ojos hundidos y brillantes, se pueden ver sentados frente a consolas de computadoras, con los brazos tensos y esperando el momento de atacar con sus dedos los botones y teclas en los que su atención parece estar tan concentrada como la de un apostador en los dados que giran”, escribió. “Existen, por lo menos cuando están tan absortos, solo a través de las computadoras y solo para ellas. Son buenos para nada informáticos, programadores compulsivos”.
    Le preocupaba que fueran jóvenes estudiantes sin perspectiva de la vida, y también que esas almas atormentadas pudieran ser nuestros nuevos líderes. Aunque era difícil de ignorar, ni Weizenbaum ni McCarthy mencionaron que esa generación ascendente consistía casi en su totalidad de hombres blancos con una fuerte preferencia por gente igual a ellos.

    En una palabra, eran incorregibles, acostumbrados al control total de lo que aparecía en sus pantallas. “Ningún dramaturgo, director de escena ni emperador, sin importar cuán poderoso haya sido”, escribió Weizenbaum, “jamás ha tenido una autoridad tan absoluta para controlar un escenario o un campo de batalla, y para disponer de tropas o actores tan devotos”.

    Bienvenido a Silicon Valley, 2017.

    Como lo temía Weizenbaum, los actuales líderes de la tecnología han descubierto que la gente confía en las computadoras y se les ha hecho agua la boca solo de pensar en las posibilidades. Los ejemplos de la manipulación de Silicon Valley son demasiados para enlistarlos: notificaciones automáticas, aumento de precios, amigos recomendados, películas sugeridas, las personas que compraron este producto también compraron este otro
    . Muy al inicio, Facebook se dio cuenta de que había un índice mínimo necesario para hacer que la gente permaneciera conectada.

    “Nos topamos con un número mágico: necesitabas encontrar a diez amigos”, recordó Zuckerberg en 2011. “Y una vez que tenías diez amigos, tenías suficiente contenido en tu canal de noticias como para que hubiera cosas durante un buen intervalo de tiempo y valiera la pena regresar al sitio”. Facebook diseñó su sitio para recibir nuevos usuarios, así que todo se trataba de encontrar amigos a quienes agregar.

    La regla de los diez amigos es un ejemplo de la manipulación de las empresas tecnológicas, el efecto de la red. La gente utilizará tu servicio —por malo que sea— si otros usuarios usan tu servicio. Este era un razonamiento tautológico que, de cualquier modo, resultó ser cierto: si todos están en Facebook, entonces todos están en Facebook. Tienes que hacer lo que sea necesario para mantener conectada a la gente y, si surgen rivales, debes aplastarlos o, si se rehúsan a desaparecer, adquirirlos.

    Debemos desintegrar estos monopolios en línea porque si unas cuantas personas toman todas las decisiones respecto a cómo nos comunicamos, compramos, nos enteramos de las noticias, repito, ¿somos nosotros quienes controlamos nuestra sociedad?

    El crecimiento se convierte en la motivación dominante: algo atesorado por el propio beneficio, no por lo que aporta al mundo. Facebook y Google pueden apuntar a una mayor utilidad que viene con ser el depósito central de la información de todas las personas, pero semejante dominio del mercado tiene desventajas evidentes, y no solo la falta de competencia. Como lo hemos visto, la extrema concentración de riqueza y poder es una amenaza a la democracia cada vez que permite que algunas personas y empresas no rindan cuentas.
    Además de su poder, las empresas tecnológicas tienen una herramienta con la que otras industrias poderosas no cuentan: los sentimientos generalmente benignos de la gente. Oponerse a Silicon Valley puede lucir como oponerse al progreso, aunque el progreso se haya definido como monopolios en línea; propaganda que afecta elecciones; vehículos autónomos y camionetas que amenazan con acabar con los empleos de millones de personas; una vida laboral uberizada, en la que cada uno de nosotros debe defenderse solo en un mercado despiadado.

    Como se está volviendo evidente, estas empresas no se merecen el beneficio de la duda. Necesitamos mayores regulaciones, aunque eso impida la introducción de nuevos servicios. Si no podemos detener sus propuestas —si no podemos decir que los vehículos autónomos quizá no son una meta encomiable, solo por dar un ejemplo—, ¿estamos entonces en control de nuestra sociedad? Debemos desintegrar estos monopolios en línea porque si unas cuantas personas toman todas las decisiones respecto a cómo nos comunicamos, compramos, nos enteramos de las noticias, repito, ¿somos nosotros quienes controlamos nuestra sociedad?

    Por pura curiosidad, el otro día busqué “celulares” en Google. Antes de encontrar un artículo siquiera ligeramente crítico acerca de los celulares, pasé por una serie de anuncios de celulares y listas de teléfonos en venta, guías para comprar celulares y mapas con direcciones de tiendas que los venden, unos 20 resultados en total. En alguna parte, un par de exegresados idealistas deben estar diciendo: “ ¿Ven? ¡Se los dije!”.


    Noam Cohen es autor de “The Know-It-Alls: The Rise of Silicon Valley as a Political Powerhouse and Social Wrecking Ball”, libro del que se adaptó este ensayo.

    FUENTE: https://www.nytimes.com/es/2017/10/1...gtype=Homepage
    raolbo y Pious dieron el Víctor.
    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

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    Re: La mente colmena y la muerte de la religión

    Artículo a coger con pinzas en lo que respecta a las alusiones sensacionalistas a la industria pornográfica. Pero es aplicable al resto de industrias.
    _______________________

    Dos grandes ejemplos de por qué la gente trabaja más y gana menos

    Dos sectores en apariencia tan distintos comparten algunos rasgos que nos permiten entender cuál será el futuro de determinados sectores profesionales. Y no parece bueno

    Este es el futuro. ¿Quién sale perdiendo? (iStock)

    Héctor G. Barnés
    Tiempo de lectura7 min
    13.10.2017 – 05:00 H.

    A menudo se ha utilizado la industria pornográfica, una excepción significativa dentro de las culturales, como un buen ejemplo de lo que nos depara en el mundo laboral. Su carácter 'sui generis' ha provocado que muchos de los cambios en las tendencias laborales hayan sido adoptados antes por ella. De ahí que desde hace años se hable de una crisis de sueldos y de estructura de producción y distribución que desde entonces se ha agravado, y donde influyen factores que terminan afectando tarde o temprano a otros sectores. Por decirlo de otra manera, Pornhub ya hizo con las productoras porno lo que Amazon ha hecho con las tiendas.

    Lo sintetiza muy bien el escritor y periodistaJon Ronson, autor de 'Humillación en las redes' (Ediciones B), en una entrevista en 'Vox' a propósito de su nuevo proyecto: una serie de podcasts llamada 'The Butterfly Effect' en el que habla “sobre porno, pero también sobre otras cosas”. En principio, la serie parte de una suculenta idea –uno puede enriquecerse con muy pocos medios haciendo porno–, pero también ofrece un correlato más negativo, que implica que para que unos tantos puedan aprovechar este nuevo contexto, otros (una cantidad probablemente mayor que la de los nuevos ricos) han de salir perdiendo.

    Un montón de gente está ganando mucho menos dinero y trabajando mucho, mucho más para poder cobrar”, explica a propósito del significativo declive de ingresos que ha experimentado la industria en los últimos años. “Al mismo tiempo, la gente que está al cargo de Porhub están ganando tanto dinero que no saben qué hacer con él”. El cambio de paradigma es semejante al de otros entornos como el del taxi (Uber), el alquiler de pisos (AirBnb) o el comercio online (Amazon). Los que se están enriqueciendo son “los que no han puesto un pie en un plató en sus vidas”, que se dedican a diseñar los algoritmos y mantener la plataforma. Una “gente respetable” que no tiene nada que ver con el producción de contenidos y, que, por lo tanto, tampoco tiene que aguantar el estigma asociado a él.

    Ronson apunta hacia la desaparición de una industria en la que cada vezresulta más difícil la profesionalización, y que cada vez produce menos nuevos contenidos. “Muchos actores porno han tenido que recurrir a la prostitución para pagar el alquiler”, recuerda el escritor. “Cada vez más productores tienen que cerrar el negocio”. El panorama que pinta es poco halagüeño a medio plazo, tanto para unos como para otros. Para los antiguos creadores de contenidos, porque han tenido que bajar el listón para poder seguir manteniéndose, y para el resto, porque acaparar la distribución puede servir durante un tiempo, pero que necesitan nuevos productos para conseguir que la máquina siga corriendo. ¿O quizá no?

    Ikea: externalizar, comprar, subcontratar

    La respuesta puede encontrarse en otra industria muy diferente. La de los muebles, que ha sido acaparada por el gigante sueco Ikea durante las últimas décadas. El secreto de su éxito ha tenido poco de secreto, valga la redundancia. Como ocurre más o menos con otras firmas que han arrasado como Zara, ofrecediseño de primer nivel a precios bajos, algo que solo es posible gracias a una estrategia 'low cost' en la que el cliente es el que ensambla los muebles. Esta fórmula 'do it yourself' permite abaratar los costes de producción y acostumbrar al comprador a asumir un trabajo que hasta entonces no tenía que hacer. Al fin y al cabo, su lema siempre ha sido “juntos ahorramos dinero.

    Así visto, la última decisión que la cadena sueca ha tomado podría parecer un paso atrás, ya que consiste en adquirir TaskRabbit, una startup de Silicon Valley que conecta al cliente con trabajadores “manitas” que se ofrecen a solucionar problemas cotidianos, entre los que se encuentra, cómo no, montar los muebles adquiridos en Ikea. Pero hay un factor sustancial que marca la diferencia. Ikea no ha creado un departamento de ensamblaje, sino que ha diversificado su negocio introduciendo la posibilidad de que el comprador pueda disponer de forma externa de los servicios de los 60.000 autónomos apuntados a TaskRabbit en 40 ciudades de EEUU.

    En otras palabras, es una zambullida en la 'gig economy' de tal manera que al final se obtiene lo mismo, pero de otra manera (más barata para la empresa y peor para el trabajador). Si antes el fabricante de muebles debía montar el producto y proporcionar asistencia desde su estructura fija, ahora el negocio es doble. Por una parte, producir el mueble y, por otra, ofrecer la posibilidad de montarlo a través de un tercero que, para más inri, no disfruta de los beneficios de ser un empleado convencional de la compañía. Como recordaba 'The Wall Street Journal', esta es una importantísima ventaja competitiva para Ikea, que debido a su posición acapara este nuevo mercado.

    La nueva estrategia del gigante azul y amarillo. (Reuters/Neil Hall)

    Hay un último factor decisivo en este movimiento, y es que TaskRabbit permite conocer muy bien al cliente que solicita sus productos, algo que Ikea desconoce en lo que respecta a los servicios asociados con las tareas del hogar. Es algo similar a lo que ocurre con Pornhub, cuya ventaja competitiva respecto a las productoras es que, por su propia naturaleza, es capaz de conocer mucho mejor los gustos de los visitantes de la página gracias a la información que recaban, por lo que resulta más fácil ofrecer un producto a su medida. Si, como asegura Ronson, las alternativas son o desaparecer o “desplazarse hacia gustos y fetiches de nicho”, quien tiene la capacidad de personalizar sus servicios porque conoce al cliente tiene el poder.

    Los cinco jinetes del Apocalipsis

    Un reportaje publicado en 'Alternet' hace unos años recordaba que la mayoría de expertos coincide en cinco factores que explican la crisis de la industria pornográfica. Desde entonces hemos visto cómo muchos de ellos podían aplicarse a otros sectores, no tan solo de la industria del entretenimiento. Es posible, por ejemplo, que los problemas del 'copyright' o la abundancia de páginas “gratis” tan solo afecte a estas (aunque también debemos recordar que muchas firmas de moda explotan, cuando no directamente plagian, los diseños de otras más caras), pero otros tienen su eco en otros ámbitos.


    Se trata de la pérdida de poder adquisitivo a nivel global y, junto a ella, el boom de las alternativas 'low cost' que ofrecen productos un poco peores a un precio mucho más bajo. Desde Ryanair a Primark, estas alternativas han funcionado en el corto plazo aprovechando las necesidades económicas del consumidor. Como recordaba el periodista, es muy difícil (o imposible) competir con algo que es gratis, puesto que el argumento esgrimido –“perjudicas a los trabajadores”– suele ser inútil. Una de las chicas aficionadas al porno que entrevistó dijo que nunca se aprendía los nombres de los actores porque “es como cuando matas a un ciervo, si le pones nombre luego no puedes comértelo”.

    Aún más llamativo es lo que el reportaje identificaba como “la facilidad de producir vídeos DIY ('do it yourself') amateur”, en cuanto que utiliza la misma terminología que la propia Ikea. El primer paso, por lo tanto, es hacer desaparecer la frontera entre cliente y creador; si en la tienda de muebles el comprador ha de asumir una parte del proceso de la que tradicionalmente se había encargado la propia empresa, en el porno es el propio espectador quien se convierte en creador de contenidos. Como recuerda Ronson, lo que ocupará el espacio de esos contenidos en desaparición es “porno amateur en teléfonos móviles”. El segundo paso es más peligroso para millones de personas: la asunción por parte de no profesionales o trabajadores precarios de ese trabajo, ya sea hacer el amor delante de la cámara o interpretar el rol de manitas.

    FUENTE: https://www.elconfidencial.com/alma-...abajo_1457949/
    raolbo dio el Víctor.
    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

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    Re: La mente colmena y la muerte de la religión

    La historia de cómo CAPTCHA y ReCAPTCHA mejoraron a Google

    Por Paloma Beamonte 21/10/17 - 10:00

    Estas letras ilegibles permitieron digitalizar toda la hemeroteca del 'The New York Times' y los libros en Google Books; ahora sirven para mejorar Google Maps.



    Giphy

    ¿Quién no ha tenido que traducir esas letras onduladas para demostrar que no es un robot?
    Estas letras cuasi ilegibles nos han dejado mucho más beneficios de lo que podríamos haber imaginado.

    Quizás el más trascendental es que permitieron digitalizar toda la hemeroteca del The New York Times y los libros en Google Books. Más recientemente, Google Maps las usa para corregir direcciones y señales, pues ayuda a entender los letreros de puertas, tiendas o coches en calles. Sin embargo, como casi todas las cosas en sus inicios, aún tenía un largo camino por recorrer antes de convertirse en lo que llegaría a ser.

    El CAPTCHA original, ese que te pide que escribas en un recuadro las letras distorsionadas que aparecen en una imagen con un sombreado oscuro o a veces junto con una secuencia de números o ambas, fue inventado en 1997 por dos grupos que la desarrollaron en paralelo. Esto, como era de esperarse, suscitó cierta controversia.
    Por un lado, Mark D. Lillibridge, Martín Abadi, Krishna Bharat y Andrei Broder, lo hicieron para AltaVista con el fin de evitar que robots agregaran su URL a su motor de búsqueda web, pero su patente era de 1998. Por otro lado, Eran Reshef, Gili Raanan y Eilon Solan, quienes trabajaban para Sanctum en Application Security Firewall, se quedaron con la autoría debido a que hicieron la solicitud de la patente en 1997.
    CAPTCHA significa prueba de Turing completamente automática y pública para diferenciar ordenadores de humanos. El término fue acuñado hasta el 2003 por el guatemalteco Luis von Ahn, el venezolano Manuel Blum y el estadounidense Nicholas J. Hopper de la Universidad de Carnegie Mellon junto con John Langford de IBM.

    En un principio, el sistema de verificación humana era comúnmente utilizado antes de enviar un correo electrónico, publicar un comentario, comprar un boleto de avión en línea o incluso para ingresar a un sitio web. Pero probablemente era más fácil para un ordenador, o los mismos bots contra los cuales protegía, que para una persona poder distinguir entre una "i", una "l" o "L" en aquél entonces. Por eso los CAPTCHA originales pasaron a la historia como esa colección de letras aplastadas, estiradas, garabateadas, corrugadas o con manchas de color, que te hacían creer que tal vez lo que necesitabas eran unas gafas con mayor aumento.


    Matthew Oliphant


    Con el tiempo, los piratas informáticos consiguieron que sus bots burlaran la entonces avanzada tecnología del CAPTCHA. Así que las ya de por sí engorrosas letras tuvieron que irse haciendo cada vez aún más intrincadas.

    Entonces, von Ahn y su equipo se pusieron nuevamente manos a la obra, esta vez junto con la ayuda de Ben Maurer, Colin McMillen y David Abraham, para desarrollar la siguiente fase de este sistema de verificación que nació en el 2009: el reCAPTCHA, el cual funciona de la misma manera que su antecesor, pero añade una segunda palabra que parece sacada de un libro antiguo y que usualmente es mucho más fácil de leer que la otra. La prueba de fuego fue que un escáner computarizado no consiguió leerlo correctamente.

    vlima.com


    Una persona tarda en promedio 9 segundos en resolver un reCAPTCHA. Esta segunda palabra no hizo más fácil descifrar el CAPTCHA. De acuerdo con Von Ahn, una persona tarda en promedio nueve segundos en resolver un reCAPTCHA con una tasa de éxito del 92%, mientras que la tasa de éxito era del 97% en el 2000. Sin embargo, una de las mejoras es que conforme el sistema de verificación detectaba que menos bots intentaban acceder, las letras se iban distorsionando menos.
    reCAPTCHA y la digitalización de textos

    Que reCAPTCHA usara palabras que parecían sacadas de un libro no fue mera coincidencia, ya que comenzaba el auge de la digitalización de textos. En el proceso para escanear y digitalizar libros y otros materiales impresos, aproximadamente un 20% de las palabras parecían intrínsecamente distorsionadas, siendo ilegibles para los programas de reconocimiento óptico de caracteres (OCR, por sus siglas en inglés). Entonces, reCAPTCHA entró en acción.

    El sistema de verificación humana aprovecha dicha falla en el proceso de digitalización
    , pues cada imagen se construye utilizando una de estas palabras intrínsecamente distorsionadas como punto de partida. La imagen se distorsiona aún más añadiendo líneas y deformaciones aleatorias. Finalmente, reCAPTCHA junta esta imagen con otra imagen de la palabra distorsionada también tomada de algún material impreso. El resultado final es un CAPTCHA que, aunque legible y descifrable por humanos, es más complejo y más difícil de leer para los ordenadores.

    via GIPHY


    reCAPTCHA transcribió el equivalente a 17.600 libros en su primer año. El tiempo humano colectivo y la energía mental empleada por millones de usuarios cibernéticos para resolver y escribir CAPTCHA fue conceptualizado por von Ahn como computación humana. Tan solo en el primer año luego del lanzamiento de reCAPTCHA, fue usada para descifrar y transcribir correctamente más de 440 millones de palabras, aproximadamente el equivalente a 17.600 libros, con una precisión del 99.1%.

    La adquisición de reCAPTCHA por Google


    En septiembre de 2009, el gigante tecnológico adquirió reCAPTCHA con el objetivo de digitalizar todos los libros disponibles en su biblioteca: Google Books. Asimismo, como mencionamos al principio, uso el sistema para digitalizar toda la hemeroteca del The New York Times.

    En 2014, Google creó un algoritmo capaz de resolver sus propios CAPTCHAS con una precisión del 99.8% y lo utilizó para analizar automáticamente los signos y números de casa fotografiados por las cámaras de Street View. Es así como logró que las imágenes encajaran con mayor precisión con las locaciones en Google Maps. Sin embargo, el nuevo sistema de análisis sólo consiguió identificar un 90% de los textos y un 96% de los números en las imágenes obtenidas.

    CAPTCHA reCAPTCHA analiza el comportamiento en línea de las personas y sólo pide responder 'No soy un robot'. Así que Google desarrolló el No CAPTCHA reCAPTCHA, el cual analiza el comportamiento de las personas en línea antes de llegar al punto de control de seguridad que emplea el sistema de verificación humana. Mientras tú navegas una página, este algoritmo invisible monitorea cómo interactúas con el contenido para determinar si eres un humano o un robot. En vez de pedirte que escribas las palabras en la imagen mostrada, simplemente te pide responder dentro de una casilla: "No soy un robot".

    via GIPHY


    Si el programa cree que eres un humano, al marcar la casilla te permite continuar, pero si sospecha que se trata de un spambot, marcar la casilla no será suficiente. En estos casos, se abrirá un nuevo desafío, como identificar a todos los gatitos en una matriz de fotografías.

    Sin duda, No CAPTCHA reCAPTCHA será superado eventualmente por los hackers detrás de los spambots. Pero no hay nada de que preocuparse, todo apunta a que en el futuro Google tendrá un nuevo método de verificación que lo más probable tenga que ver con la inteligencia artificial, como el deep learning. ¿Cómo crees que derive la evolución del sistema de verificación humano? Estamos ansiosos por descubrirlo.

    FUENTE: https://hipertextual.com/2017/10/his...joraron-google
    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

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