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Tema: Pintura y Arte Flamenco en Canarias

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  1. #1
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    TABLAS FLAMENCAS DE SANTO DOMINGO

    Aquí verás cómo se cree que era el retablo flamenco antes de su descomposición en tablas...

    Te presento la otra grisalla que representa a San Francisco de Asís
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  2. #2
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    SAN MIGUEL DE LAS VICTORIAS

    Tabla titular del extinto convento dominico
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  3. #3
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    San juan bautista
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  4. #4
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    SANTOS DOMINICOS

    Las pinturas que componían este fabuloso retablo, representativas del manierismo de la Escuela de Brujas y atribuidas a Pierre Pourbus el Viejo fueron desmembradas de su marco originario en 1703, cuando se construyó el actual retablo barroco. En la actualidad se conservan seis tablas: la de San Miguel Arcángel, San Juan Bautista, la Genealogía de Jesús, Santos Dominicos y las grisallas de San Francisco y San Blas,estas dos últimas ubicadas posiblemente en las puertas exteriores del desaparecido retablo. Al colocar correlativamente las tablas de San Juan -a la izquierda- la Genealogía de Jesús -en el centro- y Santos Dominicos -a la derecha- es posible comprobar como tanto la línea de tierra como los paisajes y celajes se continúan de una a otra. A ellas cabría añadir una séptima pintura de mayor anchura -la tabla central del retablo- con la representación del Calvario, hoy en paradero desconocido, fotografiada en la exposición que se celebró con motivo de la Bajada de la Virgen de Las Nieves de 1920. Su carácter flamenco parece indudable, así como el paisaje de fondo, con cielos, bosques y montañas con tratamiento similar a las anteriores.
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  5. #5
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    Respuesta: Pintura y Arte Flamenco en Canarias

    Olvidé ponerles estas palabras para presentarles esta magnífica pieza flamenca:SAN MIGUEL DE LAS VICTORIASIGLESIA DE SANTO DOMINGO DE GUZMÁNSANTA CRUZ DE LA PALMA- Otro de idéntico tipo es el óleo sobre tabla (166 x 76 cms.) colgada en la pared lateral izquierda de la nave central de la iglesia de Santo Domingo. Es la imagen titular del Ex Convento de San Miguel de Las Victorias y, como tal, su ubicación primitiva era en el retablo mayor, hoy desmembrado. Es obra del flamenco Pourbus el Viejo (1523-1584). Otra horrenda criatura boca arriba trata de apoderarse de uno de los platillos de la balanza mientras es pisoteada por el Arcángel. En el desnudo humano de Satanás, dibujado en escorzo violento, se resaltan los músculos de los brazos y de las piernas. Los pies son deformes en relación al resto del cuerpo, “presentando una exagerada longitud de los dedos”. Sus orejas son puntiagudas, la boca abierta, músculos faciales tensos y marcados como si estuviera gritando. En contraposición, el Arcángel presenta un movimiento lento y majestuoso y de su rostro emana una gran tranquilidad y belleza.

  6. #6
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    [quote=tanausú;56501]Olvidé ponerles estas palabras para presentarles esta magnífica pieza flamenca:SAN MIGUEL DE LAS VICTORIAS.IGLESIA DE SANTO DOMINGO DE GUZMÁN.SANTA CRUZ DE LA PALMALas fotos las verán en la página anterior, cuando les presenté las tablas flamencas de esta iglesia. Perdón pero me hice un lío con este recuadro. Gracias

  7. #7
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    SAN MIGUEL ARCÁNGELSANTUARIO DE LA VIRGEN DE LAS ANGUSTIASLOS LLANOS DE ARIDANELA PALMA- En el Santuario de Las Angustias, su San Miguel se presenta como un joven adolescente imberbe, cuya belleza se ve confrontada con una menuda figura satánica que se retuerce a sus pies y que aun conserva partes de un casco de guerrero, “aludiendo una batalla recién librada”. Las terminaciones de sus extremidades se asemejan a unas garras de animal, tal y como “si se hubiese querido plasmar un instante de la metamorfosis del ángel sublevado hacia una configuración antropomórfica o zoomórfica”. Martín Sánchez también nos indica que esta figura lleva en la zona de los genitales otra cabeza. Recordamos las palabras de Réau en su capítulo «Satán y los Demonios», cuando al hablar del paganismo en la iconografía diabólica, de aquél “es la exhibición de cabezas que hacen muecas, o que ríen burlonamente en los lugares más incongruentes y los más obscenos del cuerpo de los demonios: sobre su vientre, sus rodillas, su sexo o las nalgas”. Este autor nos recuerda que fue la mitología griega la que suministró al arte cristiano el modelo del diablo, tras haber destacado su derivación del Sátiro antiguo.
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  8. #8
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    LA VIRGEN DE CANDELARIA“SEÑORA DE TIJARAFE”José Guillermo Rodríguez EscuderoComo titular del hermoso templo homónimo, presidía su altar mayor dentro de un tabernáculo de madera en 1567. El mayordomo de la ermita, Gaspar Álvarez, declara al año siguiente haber invertido 1000 maravedíes en el aderezo de la talla y 2688 en un manto de tafetán azul. A través de los sucesivos inventarios (1571,1589) tanto los lujosos trajes como las prendas irán incrementándose. La profesora Negrín nos informa de que “una vez asentado el nuevo retablo mayor en el primer tercio del siglo XVII, pasó a ocupar el nicho principal del mismo, donde la hallaría colocada el visitador Don Juan Pinto de Guisla en 1678 y donde ha permanecido hasta nuestros días”. El Visitador José Tovar, en 1705, observó que su estado no debió de ser entonces el apropiado, pues dispuso que la talla flamenca fuese trasladada cuidadosamente a la capital palmera “con el fin de someterla nuevamente a las operaciones de dorado y estofado”.El Niño porta en sus manos una pera, alusiva a la Encarnación, y un pájaro, “símbolo del alma del pecador refugiándose en Cristo” (Salmo 123, 7). La Virgen –magnífica talla flamenca del siglo XVI- presenta una larga cabellera extendida en compactos mechones y adornada con un pequeño tocado y una cinta sobre la frente. El hábito que la cubre tiene escote redondo y está ajustado por la cintura. Los ampulosos ropajes ocultan un estilizado cuerpo que se desploma sobre una pierna. Los suaves pliegues de las telas, de crestas redondeadas y el tratamiento de los paños “se advierte en otras obras de la escuela brabanzona datadas a principios del siglo XVI”. La Virgen ladea levemente su cabeza hacia la del Niño, en maternal postura, mientras que en su mano izquierda sostiene la “candela” de plata o larga vela, símbolo de su advocación.Según la tradición, la venerada imagen había llegado a la isla en el siglo XVI con destino al vecino pueblo de Puntagorda. Allí estuvo escondida en una cueva del barranco de Pino Araujo para protegerla del asedio de los piratas. Una vez libre del peligro, trataron de trasladarla a su destino, pero pesaba tanto que fue imposible. Se interpretó que la Virgen quería quedarse en Tijarafe. Allí mismo brotó una fuente y desde entonces la “Cueva de la Virgen” fue lugar de peregrinación por numerosos romeros que beben agua y “gozan” misa.Además de los actos litúrgicos de su onomástica, 2 de febrero, en el que tiene lugar la procesión de las candelas, la Fiesta Mayor de la Virgen se celebra en el mes de septiembre. El día 8, después de la Misa solemne concelebrada y cantada por la magnífica masa coral del pueblo, es trasladada procesionalmente a través de las calles de Tijarafe, profusamente adornadas, entre el estruendo de fuegos de artificio y el acompañamiento de multitud de fieles. Sus andas de baldaquino magníficamente decoradas portan delicadamente al bien más querido de este municipio palmero, efigie a la que ofrecen numerosos actos en la celebración de la “Natividad de la Virgen”. A su entrada tiene lugar la famosa Loa en su honor.

  9. #9
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    NUESTRA SEÑORA DE LA ENCARNACIÓN Y SAN GABRIEL.
    SANTA CRUZ DE LA PALMA.
    José Guillermo Rodríguez Escudero.


    Encargadas a Amberes por el mayordomo Rodrigo Alonso de la Higuera, y gracias a la mediación del comitente Jácome Monteverde y a que fueron custodiadas en la travesía desde la Península por el conquistador Marcos Roberto, las esculturas de la Virgen de La Encarnación y el arcángel San Gabriel (de 96 cms de alto), llegado posteriormente, componen un grupo irrepetible del patrimonio canario. Se calculan sus gastos en torno a 8.180 maravedíes por la hechura y otros 1.433 abonados en indumentaria traída para la imagen mariana. Este encargo queda recogido por Trujillo de esta guisa: “primeramente compró Jácome de Monteverde una ymagen de bulto de Ntra. Sra. De la Encarnación que costó en Flandes saliendo al valor de la moneda desta ysla 8.180 mrs”

    Jesús Hernández Perera también nos advierte que algunas imágenes, como las que nos ocupan, llegaron anteriormente al atroz incendio de la capital palmera en 1553 por el francés François Le Clero «Pata de Palo». La Virgen, llegada antes de 1525 y San Gabriel inaugurarían el rico repertorio de arte flamenco conservado en La Palma. Según este autor, otras imágenes llegarían también por mediación de Jácome de Monteverde -y como nos recuerda Martín Sánchez en su magnífico trabajo sobre la advocación del Arcángel San Miguel en Canarias- , “impregnadas de goticismo en sus plegados metálicos de gusto eyckiano”. Entre estas bellísimas y valiosas imágenes se hallan, para las primitivas ermitas palmeras, la de la Inmaculada del Real Convento homónimo, la Santa Catalina de Alejandría y San Sebastián Mártir, las tres en la capital, la de Santa Lucía en Puntallana y la de San Miguel para la de Tazacorte.

    Don Juan Bautista Lorenzo, cuando hace el inventario de las imágenes que se veneran en la iglesia, refleja lo siguiente: “1º. La de Ntra. Sora de la Encarnacion, de talla, que el Obispo Dn. Fray Vicente Peraza, en su visita hecha en 11 de diciembre de 1522 mandó traer de Flandes, de lo que se encargó Jácome Monteverde…”

    La Virgen, bellísima y elegante escultura de madera policromada de 105 cms de alto, fue colocada en su altar el 8 de mayo de 1525. Fue entronizada en una especie de retablo-escenario que se cerraba con dos puertas que, en pintura, representaban a Santa Catalina y “Santa Bárbola” (Santa Bárbara).

    Esta efigie, junto a San Gabriel, fechada en el primer cuarto del Quinientos, presenta ciertos arcaísmos que nos hablan del gótico en los talleres de Amberes, evidentes en los plegados de gusto eyckiano.

    Conforme a la iconografía habitual del tema de la Anunciación en los Países Bajos, la escena se desarrolla en el interior del aposento, donde María, de pie, ante una mesita con un atril y una librería con 17 volúmenes de madera, medita sobre la lectura de un texto sagrado, que comienza: “O radix lesse, qui stas…” (Antífonas Mayores de Vísperas de los días 19 y 23 de Diciembre).

    En ese instante es sorprendida por la súbita irrupción de San Gabriel que, con las alas aún desplegadas y los ropajes sacudidos por la velocidad, se ha arrodillado en una nube para transmitirle el mensaje divino.

    Las palabras del Papa San León Magno quedan materializadas en esta escena: “No sólo ante nuestra memoria sino que en cierto modo ante nuestros mismos ojos, tiene lugar el coloquio del ángel Gabriel con María, llena de estupor; y aquella concepción por obra del Espíritu Santo, en la cual tan admirable fue la promesa que le anunció, como la fe con que ésta fue creída…”

    La apariencia del Arcángel es de un joven imberbe, de cabello largo y rubio, que porta sus atributos característicos: palo de mensajero o cetro dorado con pomo floreado, dedo índice levantado en actitud de hablar, y filacteria con las primeras palabras del Ave María. Está arropado por una capa sujeta mediante un broche de orfebrería trilobulado. Sus cabellos pegados en la coronilla a modo de casquete, se abren en bucles hacia las puntas.

    La hermosa Virgen, cuyo cuerpo se quiebra en un gótico zig-zag, va ataviada con un hábito de escote cuadrado, típico en la indumentaria femenina nórdica de las primeras décadas del s. XVI, y un magnífico manto recogido en diagonal por delante, que describe unos duros pliegues inspirados en los Van Eyck. Su semblante es juvenil, con frente abombada, cejas altas y ojos de mirada baja, velados por amplios párpados, enmarcado por una larga cabellera cayendo en mechones semiondulados sobre el busto.

    EL TABERNÁCULO – ESCENARIO

    Ambas tallas se integran en un marco arquitectónico, un interior flamenco que, a su vez, fue embutido en el nicho central de un retablo barroco de 1740, con pilastras almohadilladas y estípites en el ático que, por primera vez, aparecieron en la carpintería sagrada de La Palma.

    En el archivo parroquial se encuentra “Un Dizeño para retablo”, obra probable de Bernabé Fernández (1674-1755), dibujo a tinta sobre papel de 1730, considerada la única planta o traza para retablo que se conserva en la isla.

    La familia benefactora de la ermita, los Vélez y Guisla, trataban de construir un nuevo retablo mayor que acogiese en su centro el magnífico y antiguo tabernáculo-escenario con la teatral representación escultórica de La Anunciación, único retablo-hornacina que ha perdurado en Canarias del s. XVI. Nunca llegó a ejecutarse.

    Ya aquí había trabajado, si bien como dorador, hacia 1642, el Maestro Antonio de Orbarán. El actual retablo se data en las cuentas de 1768, especificándose, como nos recuerda el profesor Trujillo, “los nombres de carpinteros, como por ejemplo, Antonio Luis de Paz o Pedro Lorenzo del Rey que con Miguel de la Concepción, realizan en él los pintores- doradores Tomás Rege y Cayetano González”. Ambos maestros habían trabajado también en los retablos de la nave en 1762, como asimismo el primero realizó la policromía de algunas imágenes de esta ermita. Continúa aquel profesor en su estudio informándonos acerca de que el precioso retablo mayor, trabajado con madera de viñátigo y tea, al igual que los de la nave, conserva en su nicho principal “el grupo escultórico gótico-flamenco del retablo antiguo, que se trajo de Flandes en los años anteriores a 1525, representando la Anunciación o Encarnación”. Considera ésta una prueba más del intenso comercio de Canarias con aquella parte de Europa, desde fecha tan temprana.


    BIBLIOGRAFÍA:

    FERRANDO ROIG, Juan, Iconografía de los Santos, Ediciones Omega, Barcelona, 1950.
    FRAGA GONZÁLEZ, Carmen. Arquitectura mudéjar en Canarias, Santa Cruz de Tenerife, 1977.
    LÓPEZ GARCÍA, Juan Sebastián. Arquitectura del Renacimiento en el Archipiélago Canario, Instituto de Estudios Canarios, La Laguna, 1983.
    LORENZO RODRÍGUEZ, Juan Bautista. Noticias para la Historia de La Palma, La Laguna- Santa Cruz de La Palma, t. I y II, (1975 y 1997)
    MARTÍN SÁNCHEZ, Miguel. Miguel, el Arcángel de Dios en Canarias. Aspectos socio-culturales y artísticos, Aula de Cultura, Excmo. Cabildo de Tenerife, Litografía Romero, Santa Cruz de Tenerife, 1991
    NEGRÍN DELGADO, Constanza, «Escultura», en Arte Flamenco en La Palma, Conserjería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, 1985
    - Idem. «Escuela Flamenca», Gran Enciclopedia Canaria, t. IV, Ediciones Canarias, 1998.
    PÉREZ MORERA, Jesús. Bernardo Manuel de Silva. Biblioteca de Artistas Canarios, nº 27, Santa Cruz de Tenerife, 1994..
    - Idem, Santa Cruz de La Palma, Monumento Histórico-Artístico, Excmo. Cabildo de La Palma, Madrid, 1988
    - Idem, Arte Flamenco. Isla de La Palma, Excmo. Cabildo de La Palma, Madrid, 1988
    - Idem, «El Patronazgo de los Señores», La cultura del azúcar: los ingenios de Argual y Tazacorte, Excmo. Cabildo de La Palma, La Laguna, 1994.
    - Idem, Magna Palmensis. Retrato de una Ciudad, CajaCanarias, Litografía Romero, Santa Cruz de Tenerife, 2000
    RUMEU DE ARMAS, Antonio. Piratería y ataques navales contra las Islas Canarias, C.S.I.C, Instituto Jerónimo Zurita, Madrid, 1947.
    TRUJILLO RODRÍGUEZ, Alfonso. El retablo barroco en Canarias, Excmo. Cabildo de Gran Canaria, La Laguna, 1977 (dos tomos)

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  10. #10
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    Algunas de las fotos que envié anteriormente no tienen buena calidad.

    Les mando éstas más

    Saludos

    pd para ser el día del Trabajo, como que estoy trabajando más de la cuenta.
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  11. #11
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    SAN LUIS IX REY DE FRANCIA
    PARROQUIA DE EL SALVADOR
    SANTA CRUZ DE LA PALMA.-
    José Guillermo Rodríguez Escudero

    En los laterales del coro bajo –que hasta hace poco tiempo tenía un aspecto abandonado y polvoriento ya que servía de almacén de tronos y de objetos diversos-, hay dos urnas de madera y cristal, sobre ménsulas, con las imágenes de San Luis, rey de Francia y de San Juan Nepomuceno. Afortunadamente, en el año 2008 se ha procedido a su limpieza y recolocación, con lo que se ha ganado en belleza y ha recuperado su perdido esplendor.

    Dos tallas impresionantes, antes abandonadas y llenas de polvo a las cuales era y es imposible acceder por su compleja e inexplicable ubicación actual. Gracias a la luz que entra por la bonita vidriera multicolor que representa a la Virgen de Las Nieves, la estancia se ilumina de manera mágica, a pesar de todo.

    Una Real Cédula del monarca Felipe II, fechada el 6 de septiembre de 1572, instaba a que los “caballeros principales de calidad” fundaran una especie de Orden de Caballería, bajo la advocación de algún Santo protector de la misma. “Que haya de ser debajo de la protección de Santiago, San Marcos o San Luis o lo que yo eligiese, haciendo la fiesta del Santo Patrono…”

    La bella imagen de San Luis IX, Rey de Francia, se venera al menos desde 1599, fecha en la que se celebró su fiesta como acción de gracias por su favorable intervención ante el ataque de la escuadra del pirata holandés Pieter Van der Doez, en junio de 1599, con “la flota pirata más numerosa que han visto las islas”. Así, el 25 de agosto de 1607, onomástica del Santo, el Cabildo confirma el voto hecho a San Luis de celebrarle su fiesta anual. Consta también esta fiesta en el Libro de Mandatos de la Parroquia el 9 de septiembre de 1603.

    Esta talla, de 68 cms de altura, bien pudiera haber sido donada por don Luis Van de Walle Brito, mayordomo de fábrica desde 1585 o por su padre, Luis Van de Walle “el Viejo”, natural de Brujas.

    En el siglo XVIII, la escultura inspiró al anónimo autor del San Luis existente en el segundo cuerpo del retablo de la capilla de Santo Tomás del ex -convento dominico, cuyo patronato correspondía a la familia Van de Walle.

    La magnífica pieza original parece haber salido de los talleres de Malinas en la segunda mitad del siglo XVI, según la profesora Negrín Delgado.

    Lleva manto azul flordelisado en oro sobre túnica del mismo color y un gran collar de la orden de San Miguel, fundada por Luis XI en 1469. Porta los atributos reales: corona y centro, complementos imprescindibles en la indumentaria de los santos soberanos, y manto de armiño, material éste que, iconográficamente representa la pureza del gobernante. Tanto por esta iconografía como por sus características, se aparta de la imaginería española del siglo XVI, por lo que apunta a un origen flamenco, avalado por la procedencia familiar de Diego de Monteverde.

    Este caballero fue el fundador de la capilla de la cabecera de la Epístola donde originariamente se encontraba la escultura y a la que en alguna época dio su nombre. Así figura en el Libro de Fábrica y Visita de 1636. Hoy la capilla está dedicada a Nuestra Señora del Carmen.

    En el Libro Primero de Visitas de El Salvador, figura la que hizo el Obispo Don Francisco Martínez Ceniceros y en la que se lee que “ en 9 dias del mes de Setiembre de 1603, se hace una fiesta a San Luis, en su día, en acimiento de gracias de que estando el enemigo Holandes cerca de esta isla para dar sobre ella con mucho poder se fue sin acometerla, la cual dicha fiesta se comenzo á hacer con misa solemne y prosecion por las calles; y habiendo hecho inquisicion, no hallamos que fue voto sino devocion que por entonces se tomó, con lo cual los Beneficiados se escusan diciendo que no la deben hacer sin darles limosna conforme á la tazacion que dejamos hecha. Por tanto mandamos que si el dho. Cabildo seglar se contentare con que los dichos Beneficiados digan aquel dia la misa solemne con prosecion por dentro de la Iglesia, que estén obligados á hacerlo así los dichos Beneficiados sin que por ello se les dé limosna alguna; pero si el dicho Cabildo tomare por devocion de hacer la prosecion por fuera de la Iglesia esté obligado á pagar á los dichos Beneficiados cuatro ducados que es lo menos en que quedan tazadas las demas proseciones, etc.”

    El coronel Juan de Guisla Boot Campos y Castilla, era hijo del capitán Juan de Guisla, Regidor perpetuo de La Palma y de Jerónima Boot y Monteverde la que, por su testamento, mandó enterrarse en la capilla de San Luis de la parroquia de El Salvador, de la que era patrona. Su fervor religioso hizo que mandara a decir por su alma dos mil misas rezadas “para honra y gloria de Nuestro Señor, goce de los Ángeles, alegría de los Santos y provecho de los fieles vivos y difuntos y para que ayudada de ellas pueda mi ánima ver a Dios más presto” (Andrés de Chávez, 1644)

    BIBLIOGRAFÍA

    Archivo de Protocolos Notariales de Santa Cruz de La Palma, Andrés de Chávez, 1644.
    LORENZO RODRÍGUEZ, Juan Bautista. Noticias para la Historia de La Palma, Tomos I-III, Santa Cruz de La Palma- La Laguna, 1975.
    PÉREZ GARCÍA, Jaime. Casas y familias de una ciudad histórica. La Calle Real de Santa Cruz de La Palma. Madrid, 1995
    PÉREZ MORERA, Jesús. Magna Palmensis. Retrato de una Ciudad, CajaCanarias, 2000.
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  12. #12
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    SANTA LUCIA DE PUNTALLANA.
    UNA BELLA ERMITA ENTRE PALMERAS.
    José Guillermo Rodríguez Escudero

    - LA ERMITA Y SUS CULTOS

    Ya se celebraban cultos en honor a la Santa mártir de Siracusa allá por los primeros años del siglo XVI en la pequeña, bella y apartada ermita que hoy conocemos, en el término municipal de Puntallana y cuyo terreno pertenecía a Don Juan Fernández de Lugo, “primer Gobernador, Juez y Repartidor de las tierras y agua de la isla de la Palma”, vendida posteriormente a Don Juan Álvarez.
    El Visitador Don Juan Pinto de Guisla, Beneficiado de El Salvador, confirmaba el 13 de junio de 1678, la existencia de esta capilla antes de 1530, según el segundo libro de fábrica que está posiblemente custodiado en el archivo del Obispado de Las Palmas de Gran Canaria. En aquella visita de la autoridad eclesiástica se hace constar que se poseía una renta anual de 61 reales, una cantidad obtenida- como refleja el historiador palmero Alberto-José Fernández García-, “de dos tributos impuestos a favor de Santa Lucía y, en consecuencia, no era necesario pedir limosna para los gastos de dicha ermita. El costo anual de la fiesta sumaba 30 reales, distribuidos de la siguiente forma: 24 al Beneficio parroquial, y los 6 restantes para velas de cera”.
    El Alcalde constitucional Don Juan Bautista Lorenzo Rodríguez confirmaba también la antigüedad del oratorio: “no se sabe a ciencia cierta el año de la fundación de esta ermita, erigida en honor de Santa Lucía, si bien consta que es muy antigua, porque en el año de 1530 estaba ya fabricada según resulta del libro de la misma ermita, sin que en él hayamos podido encontrar más antecedentes, sino que antes que este había habido otro libro, que un Visitador se lo había llevado consigo, todo lo cual prueba la antigüedad de este templo, como también la circunstancia de que su patrona dio nombre al pago en que está situado”.
    Efectivamente, se la considera como la ermita más antigua dedicada a la Santa siciliana en todo el Archipiélago Canario, junto a la de Alajeró en La Gomera. Una ermita que, al no tener un núcleo de vecinos en sus alrededores, permanecería siempre cerrada en espera de las fiestas de la Mártir en diciembre. Está enclavada entre un bello conjunto de palmeras, en lo alto de un precipicio que conforma uno de los más bonitos barrancos de Puntallana.
    El templo pasó momentos de abandono y en constante amenaza de ruina, ya que el mantenimiento del recinto llegaba a superar las rentas y tributos que tenía concedidos. Así, en 1678, la renta anual no superaba los 61 reales. Poco a poco se fue adecentando la fábrica. Entre 1676 y 1691 se adquirió la pila para el agua bendita labrada en piedra, las andas procesionales y se construyó el campanario. No se contaba con ninguno y la única campana se colocaba en dos palos. Se sustituyó la maltrecha y primitiva campana por otra encargada en las fundiciones de Garachico.
    También hubo momentos de penuria después de 1711. Tal es así que se llegó a encontrar peligrosa la celebración de la Santa Misa por si se desplomase el techo. Se inició nuevamente la restauración en 1768 siendo el Visitador, Don Felipe Alfaro Franchi. Finalmente Don Gerónimo de Betencourt y Francisco, carpinteros y hermanos, emplearon dieciséis días en colocar el retablo neoclásico de hornacina única que hoy conocemos, que vendría a sustituir al antiguo que era de formas barrocas, que le costó al Mayordomo Felipe Massieu y Tello “trescientos treinta y cuatro pesos y tres cuartos”. En mi opinión, un altar mediocre para una talla del espectacular acabado y belleza de la Santa Lucía de Puntallana.
    Se encuentra en el templo un púlpito de factura barroca procedente de la antigua ermita de San Francisco Javier, fundada en S/C La Palma durante el s. XVII, actualmente inexistente y que se encontraba colindando la Casa de Arce y Rojas de la Calle Real del Puerto de la capital palmera. Al ser vendida esta pequeña iglesia por parte de la Autoridad eclesiástica, en 1907 el púlpito, una buena pieza tallada, pasó a la ermita de Puntallana. En su interior también podemos admirar una alcancía para limosnas, con la “particularidad de estar decorada con una pintura de la Santa y es del mismo estilo del retablo”.

    - LOS MAYORDOMOS

    Se desconocen los nombres de los primitivos encargados de la iglesia, al no contar con los mencionados primeros libros. Sin embargo, como también confirmaba Alberto-José en su trabajo publicado en la prensa local, “todo lo más que hemos podido saber al respecto nos lo da un documento existente en el archivo de la parroquia de El Salvador de Santa Cruz de La Palma. Se trata de un mandato fechado en 3 de julio de 1628 en el que ordena a Bartolomé y Lucas Martín, hijos de Bartolomé Martín, presentasen las cuentas referentes a Santa Lucía, por haber muerto su padre que había sido Mayordomo”.
    Se sabe con certeza, por los documentos existentes, que un labrador de aquel término, llamado Baltasar Pérez (fallecido en 1676), continuó con la mayordomía, al igual que el Maestre de Campo Don Miguel de Abreu Rexe, quien tomó posesión el 13 de junio de ese año. Un caballero que es reelegido el 14 de agosto de 1678. Durante estos dos años de administración de la ermita, ésta mejoró espectacularmente. Además de las obras mencionadas en el apartado anterior, se procedió bajo su mandato a la hechura de una mesa con unos cajones para guardar decentemente los ornamentos destinados al culto religioso. Además, se reconstruyó la peana del altar con mejores ladrillos. Falleció en la capital palmera el 15 de julio de 1701 y fue sepultado en la capilla de Socarrás, en el Ex Real Convento de la Inmaculada Concepción de la capital palmera..
    En 1769 el encargado de la ermita fue D. Tomás de Abreu, de Puntallana. Por aquel entonces, el templo se había restaurado. Más tarde fue mayordomo por muchos años Don Felipe Massieu Tello de Eslava, “siendo el último que como tal desempeñó el cargo”.

    - LA IMAGEN

    A la preciosa imagen titular, una escultura de madera policromada de 82 cm de alto de madera policromada, se le comenzó a adornar con mantos, diadema y atributos de plata desde mediados del s. XIX. Es una de las magníficas piezas que forman nuestro rico patrimonio artístico insular, único en el Archipiélago en lo que a cantidad y calidad de tallas flamencas del siglo XVI se refiere. La efigie fue restaurada en 1969 por Julio García de Rueda y Pilar Leal- gracias a la iniciativa de Alberto José Fernández García-, y fue despojada de los añadidos en tela engomada, traje y manto. Estas partes agregadas tenían por objeto presentar a la figura “con las fuertes evoluciones barrocas ajustándose al sentir de una época”. Se colocó el brazo derecho en su primitivo sitio del que se había desplazado. Al año siguiente, la delicada pieza fue enviada a Tenerife, donde fue dorada y policromada de nuevo por el artista orotavense Ezequiel de León.
    De acuerdo con su iconografía habitual, se la representa llevando en la mano derecha la palma simbólica de su triunfo sobre la muerte por el martirio. Una magnífica obra de orfebrería confeccionada en plata antigua repujada. Su porte elegante y altivo, y su cabeza erguida recuerdan a la apariencia de una doncella de elevada condición social, que porta en su mano izquierda un plato de plata con dos ojos, alusivos a la leyenda forjada a partir de la etimología de su propio nombre (del latín “lux”=luz).
    La profesora Constanza Negrín nos indica que esta talla está “estilísticamente relacionada con las imágenes de N. S. de La Encarnación y de Santa Catalina de Alejandría, sobre todo por el modelado de su cabellera y ropajes”. Su semblante aniñado y asustadizo de menudas facciones, de grandes ojos abiertos y frente abombada y amplia,” nos recuerda a las tallas femeninas malinesas de principios del s. XVI”.
    La delicada imagen ha vuelto a ser restaurada en el Taller de Restauración del Cabildo Insular de La Palma hace unos años y, entre otras actuaciones, las profesionales Isabel Santos e Isabel Concepción le han descubierto sus ojos originales.

    - HAGIOGRAFÍA

    Se cuenta que un rico y destacado caballero del pueblo de esta doncella, quedó prendado de su gran belleza, sobre todo de sus impresionantes ojos. Lucía reiteradamente lo rechazaba y no quería corresponder a los deseos del señor. Éste insistentemente seguía en sus propósitos, por lo que la virgen optó por hacerse en su cuerpo algo que resultase desagradable a su galanteador. Se desprendió de sus ojos y los envió en un plato a su enamorado, terminando así esta situación por haber ella elegido dedicarse por entero al servicio de Dios.
    La tradición nos sigue informando de un hecho sobrenatural acaecido en su corta vida: Dios le restituyó la vista en prueba de su gran amor por Él, por encima de todas las cosas mundanas. De ahí que el pueblo la haya invocado como “Abogada de la vista”.
    Santa Lucía nació en Siracusa (Sicilia) y en su ciudad natal sufrió martirio un 13 de diciembre del año 303. Su cuerpo fue sepultado y allí sus conciudadanos erigieron un templo a su gloriosa memoria. Sus restos fueron más tarde trasladados a Constantinopla y finalmente a Venecia, que es donde actualmente se conservan. En España, en la Iglesia Sagrario de Toledo, se conserva como reliquia una mano de esta venerada Santa.

    - LA ONOMÁSTICA DE SANTA LUCÍA.

    Se celebra el 13 de diciembre de todos los años. Son numerosos devotos que aun en día ascienden las empinadas cuestas hasta su ermita para cumplir sus promesas. Prueba de ello es que las dos vitrinas y un arquibanco de madera están llenos de numerosos exvotos, muchos de plata y oro y el resto de cera, “objetos de rancia tradición con ciertas connotaciones mágicas”; son exponentes de un fervor ancestral a la Patrona de los Ciegos.
    Según la usanza antigua, los vecinos se movilizaban unos días antes de la festividad de la venerada mártir, pidiendo donativos para preparar la romería a la ermita y los bailes, las procesiones, los enrames, etc. La romería cobraba vida desde bien temprano. Garrido Albolafia rememora en su obra detalles de esta festividad: “amparados en esa misma costumbre, antes de emprender el recorrido, adquirían una caña dulce. A partir de ese momento, se dividían en grupos y bien por tierra, bien por mar, acudían a la ermita de la Santa”.
    Desde época lejana ha sido costumbre encender fogatas y hogueras durante la Víspera de la Santa (el 12 de diciembre), al igual que en honor del Patrón del Municipio, San Juan Bautista (la noche del 23 de junio de todos los años).
    El pueblo de La Palma ha tomado el día de la festividad de la “Santa de la Luz” para marcar la época del año en que se oscurece más temprano. De ahí que nos hayan llegado unos versos transmitidos desde otras generaciones: ”El Día de Santa Lucía/ crecen las noches y menguan los días”.
    Cada 13 de diciembre se solemniza con la celebración de la Eucaristía y procesión de la venerada imagen alrededor de la preciosa plaza almenada de la ermita y aledaños hasta El Calvario. Es un día en el que se cumplen promesas y era común ver a muchos devotos ascender la cuesta al oratorio de rodillas. “Todavía hay hoy personas que ofrecen este holocausto en tan señalado día”. Al ser la Patrona de los Invidentes, numerosos grupos de ciegos venidos desde todos los lugares de la Isla se dan cita en estas celebraciones, que concluyen con un gran almuerzo.

    - LA ROMERÍA.

    La romería, que se organizaba el día de la Santa, fue uno de los festejos populares que tuvieron señalado auge en toda La Palma, “motivado por la concentración de fieles en los alrededores de la ermita el día de la festividad”.
    Una gran cantidad de romeros se iban concentrando en Santa Cruz de La Palma. Es aquí, en la preciosa capital palmera donde, según una antigua costumbre, adquirían una caña dulce, para iniciar la marcha hasta la lejana ermita. No sólo acudían estos devotos por tierra, sino que también por mar. Se trataba de llegar a las solemnes funciones religiosas y procesiones para por la tarde, tomar parte de los bailes. Alberto José también nos cuenta que, “lo más corriente en estos pasatiempos era el ‘sirinoque’ y daban comienzo las relaciones entre los asistentes. Tampoco faltaba la ‘folía’ y el alegre acompañamiento de la ‘contra’ y la guitarra”.
    Acabado el jolgorio y la fiesta, llegaba el momento del retorno. El grupo más numeroso de romeros llegaba a Santa Cruz con la caña al hombro, ahora adornada con ramos de las naranjas recogidas en el lugar. “Venían cantando y marcaban el ritmo con un cuchillo que portaban en su mano derecha, de tal forma que conseguían el acompañamiento apropiado para entonar el estribillo: Vengo de Santa Lucía/ no hay caña como la mía”. Era muy frecuente que las alegres y divertidas comparsas llegaran a la ciudad entonando las “relaciones” por boca de los verseadotes -tan frecuentes en La Palma-, en las que se improvisaban las respuestas. En las letras de los estribillos se hacía alusión a la fiesta que se acababa de disfrutar. Así corría de boca en boca por toda la Isla lo “buena que estaba”, por lo que, el que no pudo venir ese año, trataría de hacerlo al siguiente. Así se fue incrementando el número de romeros en las sucesivas ediciones.

    - EL FAMOSO CUADRO

    Vemos inmortalizado el momento de la fiesta marítima desde la costa de Breña Baja por el pintor palmero Manuel González Méndez (Santa Cruz de La Palma, 1843-Barcelona, 1909) en la acuarela La Romería de Santa Lucía (1878) que actualmente preside el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma. Se le ha reconocido como uno de los mejores pintores con que cuenta la historia insular.
    Allí quedó plasmado el momento en el que el remero inicia la travesía marítima desde la costa de Breña Baja hasta la de Martín Luis, en Puntallana. Desde allí se desembarcaba y se comenzaba el ascenso por las cuestas hasta llegar a la ermita de la Santa. Alberto José también describió la escena, comparándola con “una góndola”. Dentro de la barca se aprecian cuatro bellas señoritas y una señora, “por lo respetuoso de su rostro”; continúa:”las cinco viajeras visten el traje y tocado típico de las Breñas”. Al lado de la barca también hay otro remero que, recostado, sugiere estar cortejando a una de las “magas”. Sin embargo, la figura que más se destaca, por su mayor movimiento y “más lograda en la composición pictórica”, es el remero central que está representado en desnudo escorzo. Los músculos tensos de éste- un verdadero estudio de anatomía-, nos dan una idea del enorme esfuerzo que está haciendo para poder impulsar la lancha hacia el mar, desde el saliente rocoso donde se halla.
    También Alberto-José nos informa de que ha sido errónea una transmisión oral que ha llegado hasta nosotros sobre este bello cuadro. Se contaba que el modelo que sirvió para remero “fue un conocido hombre de la mar, llamado don Florentino Lorenzo Cabrera (Florentino era su segundo nombre, se llamaba don Higinio Florentino), pero es equivocada la noticia porque éste sólo contaba siete años cuando González Méndez pintó el cuadro, y lo lógico es que se tratara de su padre don José María Lorenzo Díaz que figura en documentos de la época como marinero.”
    Usando las mismas palabras con las que este desaparecido historiador palmero finalizó su detallado trabajo sobre esta ermita y este lienzo, “diremos que el cuadro presenta un bello conjunto en su composición y colorido, con aire de tipismo muy palmero. La obra de González Méndez hará recordar siempre a la presente generación y las futuras, lo que fue en el pasado la alegre romería de Santa Lucía, en la Isla de La Palma”.

    - LA DANZA DE SANTA LUCÍA

    Antiguamente se bailaba la llamada Danza Marinera de Santa Lucía, recuperada por la agrupación folklórica “Zamagallo”, gracias a los trabajos de investigación llevados a cabo por su director, Ángel Berto Sánchez. En la detallada obra sobre Puntallana, Manuel Garrido rescata los siguientes versos, de autor desconocido, que “exaltan la estrecha relación de la gente del mar con la patrona”

    “El cielo palmesano se oscurece/ tiembla en su suelo el destructor cañón
    el guanche valeroso se enfurece/ defendiendo su patria y religión.
    Marinos valientes/vamos a danzar/antes de rendirnos/vencer y luchar.
    Nuestra patrona Santa Lucía/ todos venimos con gran afán,
    Hemos venido con alegría / hemos venido aquí a danzar.
    Toda la escuadra de marineros/ hijos del pueblo de San Juan
    A nuestra fiesta hemos venido/ todos al mando del capitán.
    A nuestra virgen Santa Lucía/todos queremos aquí encontrar
    En este barrio de nuestra Isla/que lo tenemos que adorar
    Y como somos marineros,/que navegamos por el mar
    A nuestra virgen Santa Lucía/ todos venimos a visitar.
    A nuestra virgen Santa Lucía/ hoy le pedimos con gran fervor
    Que nos conserve nuestra vista/nos acompañe con su amor.
    Y que nos mande siempre buen tiempo/para poder siempre vencer
    A nuestra patria y nuestro barrio/que lo queremos defender
    Viva la virgen nuestra patrona/que en nuestro pecho tiene un altar
    Y con su ayuda perfecta siempre/ que nos ayude a navegar
    Nos despedimos de la patrona/de nuestro barrio, nuestro barrio encantador
    Nos despedimos de todo el pueblo/que nuestra danza ya terminó”.

    BIBLIOGRAFÍA


    Archivo Lugo Viña Massieu. Biblioteca Pérez Vidal. S/C La Palma.
    Archivo Parroquial de San Juan de Puntallana. Libro de Visitas
    FERNÁNDEZ GARCÍA, Alberto José. «Santa Lucía en Puntallana. Su historia y festividad», El Día, (23 de diciembre de 1972);
    - Idem. «Santa Lucía (Puntallana), su Historia y Festividad», Diario de Avisos, (28, 29, 30 y 31 de diciembre de1972);
    - Idem, Arte e Historia de Puntallana, en Programa de las Fiestas de San Juan Bautista, Puntallana. Junio 82, La Laguna, 1982.
    FERRANDO ROIG, Juan, Iconografía de los Santos. Ediciones Omega, Barcelona, 1950
    FRAGA GONZÁLEZ, María del Carmen, La Arquitectura mudéjar en Canarias. Santa Cruz de Tenerife, 1977.
    GALANTE GOMEZ, J.F., Arte Gótico, p. 68 y fig.; Canarias, p.204.
    GARRIDO ALBOLAFIA, Manuel, Puntallana. Historia de un Pueblo Agrícola. Ilmo. Ayuntamiento de Puntallana, Cajacanarias, 2002.
    LORENZO RODRÍGUEZ, Juan Bautista, Noticias para la Historia de La Palma, La Laguna, 1975, t. I, p. 119
    NEGRÍN DELGADO, Constanza, «Escultura», en Arte Flamenco en La Palma, Conserjería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, 1985.
    PÉREZ MORERA, Jesús y otros. Arte Flamenco. Isla de La Palma. Catálogo de la exposición de arte flamenco. Bajada de la Virgen de Las Nieves, 1985.
    RODRÍGUEZ ESCUDERO, José G. Santa Lucía de Puntallana. Una bella ermita entre palmeras”.Diario de Avisos y Canarias 7. “Historias de Toda Canarias”, (1 de agosto de 2004)

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  13. #13
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    Santa Lucía de Puntallana.

    Como sé que a don Cosme le gusta mucho esta preciosidad de imagen, aquí va un "plus"

    jeje

    Un abrazo

    Tanasú

  14. #14
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    LA INMACULADA CONCEPCIÓN
    EXTINTO REAL CONVENTO Y GRANDE DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE NUESTRA SEÑORA
    PARROQUIA DE SAN FRANCISCO DE ASÍS
    SANTA CRUZ DE LA PALMA
    - TALLA FLAMENCA

    Colocada en la hornacina superior del retablo principal (c. 1717-1719) –procedente de la vecina ermita de San José- de la actual Parroquia de San Francisco de Asís, sería sin duda la primitiva imagen titular de esta antigua iglesia del Real Convento, donde hasta el momento de la exclaustración presidió el altar de su capilla mayor. Esta preciosa efigie flamenca de la Inmaculada (principios del XVI) -la más antigua de todas las Inmaculadas que se conservan en Canarias- fue traída por el caballero Jácome Monteverde, dueño de los ingenios azucareros de Argual y Tazacorte. La primera prueba documental de la existencia de la magnífica talla mariana, no obstante, no la hallamos hasta 1618, donde un codicilo hace mención de la entrega de un manto o saya de tela que se le hace a la Virgen. Se cuenta que en uno de los ataques de los corsarios franceses, los patronos perdieron los papeles fundacionales del templo. Es posible que se perdieran muchos más documentos. Sin embargo Frutuoso indica que el incendio se produjo desde la Placeta de Borrero hacia el sur de la ciudad, y que por lo tanto, la iglesia no sufrió daño alguno, al estar situada en la parte norte de la misma.
    La imagen fue restaurada en 1969 por Pilar Leal y Julio García de Rueda. Le fueron despojados los ropajes en lienzo engomado que se le había añadido a la pieza original, una costumbre que alcanzó a numerosas tallas de la época. Los débitos flamencos se manifiestan en el tipo de rostro, que presenta como característica la dulce expresión ensimismada y abstraída; frente amplia y abombada, ojos semiabiertos, pintados al temple, cejas finas y curvas, labios pequeños, barbilla prominente y redondeada y cabello partido en raya a la mitad que cae en suaves ondulaciones. Tiene los ojos puestos en la tierra, las manos juntas en oración sobre el pecho y sin el Niño Jesús, pues se trata de plasmar una prerrogativa anterior a la de su maternidad divina. Tiene una peculiar postura arqueada en una acentuada curvatura gótica que nos recuerda a la Virgen de Los Ángeles, llamada también de La Rosa, del Santuario de Ntra. Sra. de Las Nieves, Patrona de La Palma. Por todo ello, los especialistas han datado a la talla en torno al primer cuarto del siglo XVI, procedente de talleres de Amberes.
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  15. #15
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    Respuesta: Pintura y Arte Flamenco en Canarias

    SANTO CRISTO DE LOS MULATOS.
    SANTA CRUZ DE LA PALMA.-
    José G. Rodríguez Escudero

    Este Crucificado está entronizado en la Capilla del Cristo o de Las Ánimas, situada en la nave de la Epístola, en la Parroquia Matriz del Salvador. Fue fundada antes de 1556 bajo la advocación del Evangelista San Marcos por el conquistador Marcos Roberto de Montserrat, recibiendo distintos nombres hasta que se trasladó a ella el Calvario. Así se declara en el testamento de aquél, hecho ante el escribano Domingo Pérez el 30 de enero de 1556.

    Es curiosa la también denominación de la capilla, tal y como se aprecia en el testamento de Sebastián de Almeida, Regidor de La Palma, fechado el 29 de septiembre de 1614. Allí se dice que poseyó un arrimo con dos sepulturas “en la parroquial de El Salvador entrando por la puerta principal a la mano derecha que esta junto a la capilla que dicen de los Roberto”.

    Según el magistral estudio de la investigadora Gloria Rodríguez, se trata de un retablo neoclásico, obra del siglo XIX sin documentar, aunque debe ser del primer cuarto del siglo, época en la que se renovaron, con mejor o peor acierto, todos los retablos del templo. “El banco sirve de plinto a los dos pares de columnas de fuste liso y capitel compuesto que enmarcan la hornacina central del retablo cuyo arco de medio punto descansa en ménsulas. El cuerpo único del retablo se corona con arquitrabe y cornisa de dentellones y frontón curvo partido con pedestal y jarrón en el centro. Todo él es de madera pintada imitando mármoles de tonos azules y naranja, lo mismo que el frontal del altar. Esta decoración fue abonada a Santiago Rodríguez de León en 1831, según consta en el Libro de la Cofradía de las Benditas Almas del Purgatorio.”

    La única gran hornacina del retablo donde se encuentra ubicado el Calvario, tiene de fondo un paisaje pintado. Es muy tétrico y oscuro y está lamentablemente muy deteriorado.

    El Crucificado tiene 174 cms de altura y 179 cms de brazos. Es de madera tallada y pintada que ha sido catalogado entre la escultura de origen flamenco del primer tercio del siglo XVI. A los pies de la cruz se encuentra una cartela donde aparecen los símbolos de la Pasión, como el gallo, la columna y el látigo.

    Dos imágenes acompañan al Cristo de Los Mulatos, la de San Juan Evangelista, que lleva en su espalda una inscripción con la posible fecha de su realización, 1666. La otra espectacular talla corresponde a Ntra. Sra. de Los Dolores, de autor anónimo del siglo XVI, que desfila procesionalmente con su “Cofradía de Damas de los Siete Dolores” en la Semana Santa. Ambas efigies son de vestir y miden 155 cms. Sólo tienen de talla la cabeza y manos. Actualmente están cubiertas por ricos ropajes de terciopelo bordados en oro.

    Un Calvario que aparece en la iglesia desde los primeros inventarios conservados en 1603. Lo que ha cambiado es sólo su ubicación. Inicialmente se encontraba en el arco de la capilla mayor (en 1603), pasando a rematar en 1625 un desaparecido retablo de la Transfiguración, concretamente en el testero de la misma. Desde 1648 ya poseía su propio altar. Cuarenta años después constaba haberse erigido en la Capilla de Santa Ana, colateral del Evangelio, con el consentimiento de su Patrona, Doña Lucía Díaz Pimienta. Estaba encargada de su custodia la Cofradía de las Ánimas, por cuya cuenta corrieron los gastos de hechura de las potencias y clavos de plata sobredorados (1768).

    En ningún momento se dan datos que indiquen un cambio de imágenes; sólo en 1615 (según el Libro de Mandatos) se ordena la restauración de las tallas secundarias por estar “muy indecentes”. Esta obra se ejecutó inmediatamente, pagándose a un pintor por dorarlas y darles barniz (Fábrica I, 104. Visita de 1616). Es probable que su estado empeorara con el tiempo y más tarde, siguiendo con nuevas modas, se aprovecharan sus partes principales para hacer las imágenes de candelero en la fecha que lleva el San Juan. En 1784 el Cristo fue retocado por el escultor palmero Marcelo Gómez Carmona, ajustado en 30 pesos. Sin embargo, recibió 50 pesos por “componer de madera y barnises la escultura, a causa de haber encontrado la santa ymagen mucho más deteriorada de lo que se le adbirtió.”

    Los retablos que figuran ahora en las cinco capillas de El Salvador fueron hechos en la primera mitad del s. XIX, siguiendo modelos muy semejantes, que se repiten en las dos de la cabecera y en las dos laterales, respondiendo a la inspiración neoclásica de la que era tan devoto en Beneficiado Díaz, rector de la iglesia en esos años e inspirador de toda la reforma realizada en el magnífico templo. Esta afición habría nacido al contacto con el ambiente neoclásico reinante en La Orotava, frecuentado durante su destierro en Tenerife, y en su gran amistad con el escultor Estévez del Sacramento.

    El Crucificado ha sido catalogado como flamenco del primer tercio del siglo XVI , pero para algunos investigadores es difícil discernir si su procedencia original es Flandes o el medio flamenco sevillano. Esto se debe a que con ambas corrientes artísticas comparte características: la calma majestuosa de su expresión, la disposición de los miembros y el paño de pureza, o perizoma, muy ceñido a los muslos y cayendo a ambos lados del cuerpo, coinciden con los modelos flamencos, pero su anatomía responde a un tipo más avanzado que refleja ya la corriente renacentista. También podría relacionarse con talleres sevillanos como el de Juan Giralte, de acentuado carácter flamenco, que sigue en sus obras un tipo humano semejante.

    Esta escultura de madera policromada se ciñe al tipo iconográfico gótico del Cristo muerto y sufriente en la cruz que, con su cabeza coronada de espinas cayendo ladeada sobre el hombro derecho, los ojos cerrados y la llaga sangrante del costado, interpreta el Evangelio de San Juan enriqueciéndolo con las dramáticas descripciones de la literatura mística medieval, creadora de aquella tradición de las caídas en su ascenso al Monte Gólgota que inspira la representación de esas amoratadas heridas de sus rodillas.

    Su rígido cuerpo, modelado con cierta despreocupación anatómica, apenas se arquea para posibilitar la superposición de los pies traspasados por un solo clavo y sus brazos tampoco se inclinan demasiado con respecto al “patibulum” o madero horizontal, por lo cual la figura da la sensación de ingravidez a pesar de su corpulencia.

    El bellísimo Cristo posee dos potencias laterales de plata sobredorada, que siguen un mismo modelo formado por rayos rectos y flameados dispuestos en forma contraria: en una el rayo recto va entre dos flameados; en la otra, uno flameado entre dos rectos. La potencia central es de ráfagas que parten de un centro. Por su tipología corresponden a dos épocas distintas: las primeras podrían ser las inventariadas en 1686 (Visitas, 122), mientras que la central sigue un modelo del XVIII, más propio de la época en que se hicieron de nuevo y se doraron (Libro de la Cofradía, cuentas de 1757 a 1768). Es posible que al rehacerlas se copiaran en parte las antiguas. Actualmente se le coloca una aureola que, bajo mi punto de vista, no se adecua al conjunto.

    La mencionada Cofradía de Ánimas se hallaba establecida en esta Parroquia Matriz y fue fundada en el año de 1615 a solicitud del Teniente de Gobernador así como de innumerables personas particulares del pueblo. Su objeto era hacer sufragios por las almas del Purgatorio, celebrándose misas cantadas y procesiones con la asistencia del Beneficio todos los lunes, y aniversario general en la conmemoración de los Difuntos. Tenía esta Cofradía a su cargo el aseo del altar del Santo Cristo y poseía varios tributos y fincas que pasaron al Estado.

    Existió otra Cofradía, llamada del Santísimo Cristo Crucificado, establecida en la Parroquia en el año de 1708, “con despachos legítimos y en forma de confraternidad”. Se componía en su mayor parte de “pardos o mulatos, así libres como esclavos, aunque también ese inscribían otras personas, tanto eclesiásticas como seculares”. Su objeto principal era la fiesta de la Exaltación de La Cruz, cada 14 de septiembre. Por este motivo se denominó popularmente la Cofradía de Los Mulatos, alcanzando el título al propio Cristo.

    Se ha podido apreciar la impresionante talla en la ciudad tinerfeña de La Laguna, donde ha viajado conjuntamente con muchas magníficas obras flamencas que se custodian en varios templos de la capital palmera. El motivo es el de su participación en la exposición de arte sacro titulada Lumen Canariensis. El Cristo de La Laguna y su tiempo. Permaneció allí hasta el 15 de enero de 2004. Es lamentable su actual estado de conservación, al igual que todo su retablo neoclásico. Es hora ya de recuperarlo del olvido e intervenir con urgencia para rescatar su talla y su fiesta.

    El Santísimo Cristo de Los Mulatos es entronizado efímeramente en la capilla mayor para presidir los actos anuales de Cuaresma a partir del Miércoles de Ceniza, tras los cuales es colocado nuevamente en su retablo. La sobrecogedora imagen resalta por la sobriedad del trono de madera oscura sin flores y cuya silueta es proyectada por unos focos de luz en la gran tela morada que cubre el altar mayor. Otra oportunidad única para admirar de cerca de una de las piezas flamencas más importantes que se conservan en Europa.


    BIBLIOGRAFÍA.

    LORENZO RODRÍGUEZ, Juan Bautista. Noticias para la Historia de La Palma, La Laguna, 1975, t. I.
    NEGRÍN DELGADO, Constanza. «Escultura», en Arte Flamenco en La Palma, Consejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, 1985.
    PÉREZ GARCÍA, Jaime. Casas y Familias de una Ciudad Histórica. La Calle Real de Santa Cruz de La Palma, Madrid, 1995
    PÉREZ MORERA, Jesús. Magna Palmensis. Retrato de una Ciudad, CajaCanarias, 2000.
    RODRÍGUEZ, Gloria. Iglesia de El Salvador de Santa Cruz de La Palma, Madrid, 1985.
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