Como se definió en Trento, la Biblia "literal" en sí misma NO es fuente para los católicos, sino que debe estar en consonancia con el Magisterio y la tradición interpretativa de los Santos Padres (San Agustín, San Juan Crisóstomo etc etc) de los primeros siglos de la Iglesia. Por tanto lo que digan o dejen de decir los judíos sobre la Biblia (mejor: "su Biblia") a los católicos les debe importar un pimiento.