Fuente: El Pensamiento Navarro, 11 de Diciembre de 1977, página 3.



Una polémica en torno a Mons. Lefebvre


UNA CARTA DE JULIO GARRIDO


Hace algunos días publicamos en este diario un artículo de don Leopoldo Eulogio Palacios en el que este ilustre académico enjuiciaba con claridad y valentía la posición del arzobispo Marcel Lefebvre frente a las reformas de la Iglesia posconciliar. Este artículo apareció inicialmente en el diario madrileño “ABC”, y su publicación ha sido origen de ciertas reacciones desfavorables por parte de algunos lectores y lectoras que han manifestado disgusto y nerviosismo en sendas cartas que han sido publicadas en la sección dedicada a comentarios de los lectores del citado diario madrileño. El citado artículo lo publicó también EL PENSAMIENTO NAVARRO.

Nuestro colaborador el académico don Julio Garrido nos ha remitido copia de una carta que ha enviado al director del diario “ABC”, en la que analiza muy acertadamente el significado de las reacciones contrarias al artículo de don Leopoldo E. Palacios. Con la autorización del autor reproducimos a continuación esta carta.


Sr. don Guillermo Luca de Tena
Director de “ABC”
Madrid.

Muy señor mío:

En la sección de “cartas y comentarios” del diario de su digna dirección han aparecido estos días dos comunicaciones en la que ciertos lectores manifiestan disgusto por la publicación del artículo de don Leopoldo E. Palacios sobre el arzobispo Marcel Lefebvre. Usted me permitirá que continuando los comentarios al artículo en cuestión, me permita no sólo felicitar al diario “ABC” por su ecuanimidad permitiendo la publicación de opiniones diversas, sino salir en defensa del artículo que ha dado lugar a variados comentarios entre sus lectores.

Las afirmaciones de don Leopoldo E. Palacios no son como dice uno de sus detractores, el señor A. Guadilla (?), “una pura crítica al Papa Pablo VI” sino un análisis objetivo de la situación paradójica que atraviesa ahora la Iglesia católica como consecuencia de los cambios y reformas introducidas después del Concilio Vaticano II. En realidad se trata de un cambio de orientación que ha lanzado a la Iglesia por caminos muy parecidos a los condenados por Pío IX en el “Syllabus” y por San Pío X en la encíclica “Pascendi”. Es evidente, como dice muy acertadamente don Leopoldo, que existen dos visiones muy diferentes del catolicismo: la tradicional, que llama “catolicismo puro” y otra la del catolicismo liberal.

Si se considera que abogar en pro del catolicismo puro, aplaudir a los que lo defienden y atacar el catolicismo liberal es “una pura crítica al Papa Pablo VI”, en realidad lo que se hace es decir que el actual pontificado sigue el camino del catolicismo liberal opuesto a toda la tradición de la Iglesia y repetidamente condenado… “Quien se pica, ajos come”, decimos en Castilla.

El señor Guadilla en su crítica al artículo de L. E. Palacios dice también que monseñor Lefebvre resulta más papista que el Papa, afirmación que resulta por lo menos paradójica ya que lo que hace este arzobispo es enunciar claramente “los límites” de las atribuciones del Sumo Pontífice cuya función es ante todo conservar, defender y propagar la Fe que recibió de sus antecesores. Cuando actúa fuera de estos límites específicos debe de ser considerado como un doctor privado o como el jefe de un Estado extranjero. No se nos pueden imponer con carácter obligatorio “todas” las opiniones de un soberano que, como todos los soberanos, tiene limitadas sus atribuciones por la Ley de Dios y por la especificidad de sus funciones.

Hay que reconocer que en el estado actual de la Iglesia resulta a veces difícil mantenerse fieles a la Fe y al mismo tiempo obedecer todas las directrices del Vaticano. Sobre todo si se quiere mantener una posición coherente y cuando la Fe que se quiere conservar es la fe católica pura exenta de contaminaciones modernistas o liberales. Son numerosos los obispos, los sacerdotes y los fieles que así lo comprenden y que sufren en silencio. En el fondo el número de simpatizantes y seguidores de monseñor Lefèbvre es mucho más elevado de lo que se puede suponer. Así lo ha revelado una encuesta realizada en Francia y que arrojó una mayoría en favor del arzobispo Lefèbvre; así lo ha podido apreciar el que suscribe en varios países de Hispanoamérica cuando escuchó a este arzobispo este verano en una parte de su periplo americano.

Le ruego, señor Director, se digne publicar esta carta en la sección correspondiente, por lo cual le estaré muy agradecido.


JULIO GARRIDO

De la Real Academia de Ciencias