Re: Iconoclastia
Sí bien todo racismo es rechazable, y el que ha imperado en Estados Unidos, como en todo el orbe anglosajón, lo es especialmente. Las personas de color, los negros, o los afroamericanos, como quiera que se les llame, fueron llevados a la fuerza desde su tierra natal hasta América. Sus descendientes siguen llevando ese estigma, pero eso ya no tiene remedio. Sí lo tiene que las legislaciones se modifiquen impidiendo que puedan seguir aplicándose medidas claramente injustas por razones de color de la piel, los orígenes o el idioma. Pero la Historia no se puede cambiar, y no se cambia derribando estatuas, y no digamos destrozando un patrimonio común que hace referencia a personas que de racistas no tuvieron nada: Colón, Fray Junípero Serra, la Reina Isabel la Católica. Y, en cambio, esos ataques contra sus figuras, ya sean en bronce, ya en documentos, denotan una enorme ignorancia que pone a sus atacantes al nivel de bárbaros atrasados con lo que vendrían a dar la razón a los racistas que tanto los han humillado. Del mismo modo con su violencia impropia de seres civilizados, están dejando a los suyos que sí supieron dejar atrás diferencias irreconciliables, integrándose y ganando el respeto y la dignidad con su esfuerzo diario, en agua de borrajas ya que lo único que están consiguiendo es que el odio racial haya subido muchos puntos volviendo a niveles anteriores a los años sesenta del siglo pasado.
Pero no perdamos de vista que este movimiento de repulsa, de aparente justa indignación, no es otra cosa que una ofensiva comunista generalizada, con un sólo fin: la destrucción de la actual civilización occidental. Se puede añadir que, a la vista de la ya cada vez más larga secuencia de acontecimientos que no dejan de asombrarnos a todos, así como las políticas de ciertos organismos, por ejemplo, la OMS, organización de la masónica ONU, la tolerancia de gobiernos, la connivencia de ciertos partidos políticos a escala nacional como en el ámbito internacional, incluso la complacencia de ciertas jerarquías del Vaticano..., etc., etc., nos deben hacer pensar lo peor.
Hay que sospechar que cuando el caos se haya generalizado en todo Occidente será entonces cuando venga "el pacificador", es decir, ése del que tanto se ha hablado y que se autoproclame dios. ¿A qué sí suena a todo el mundo?
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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