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Honores4Víctor
  • 4 Mensaje de Rodrigo

Tema: Mártires de ayer, ejemplo de mañana

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  1. #1
    Gothico está desconectado Miembro Respetado
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    Re: Mártires de ayer, ejemplo de mañana

    Cita Iniciado por Miquelet Chaira Ver mensaje
    Mártires de ayer, ejemplo de mañana

    Empiezo por explicar mi relación con tal asunto, que no es otra que la de haber sido, hace ya 46 años, autor del libro «La persecución religiosa en España (1936-1939)», presentado como tesis doctoral en la Universidad Pontificia de Salamanca y editado por la B.A.C. en Marzo de 1961.

    El Cardenal Plá y Deniel, que presidía entonces la Acción Católica española, editora de la revista «Ecclesia», de la que yo era director, asumió el encargo de buscar a una persona para ese cometido y me lo endosó por las buenas. Era verdad que se cumplía en mí la primera condición, como «niño de la guerra», aunque sólo a medias las otras dos. El hecho es que acepté el embolado con docilidad y confianza en Dios, y lo pude sacar adelante, durante cuatro años de esfuerzo, con nocturnidad, pero sin alevosía.
    Jerga de “arzobispo” del siglo XXI.
    Hacer justicia a los mártires y honrar su memoria es simplemente un “embolado” y por tanto, hay que “endosarlo” “con nocturnidad” a algún futuro arzobispo, arrepentido de haberlo escrito.

    Su laicismo agresivo, puesto de manifiesto en una Constitución hostil a la Iglesia y en leyes tan radicales como la expulsión de los jesuitas, el control de las órdenes religiosas, la anulación de la enseñanza de la Religión en los Centros públicos y del Presupuesto del clero, acabó por desplazar a la Iglesia de su presencia pública en el país. Primero las quemas de Iglesias en mayo del 31, después la revolución de Asturias en el 34 y finalmente los disturbios continuos del Frente popular del 36 agravaron al máximo la feroz división entre las dos españas.
    O sea que había “dos españas”, igual de respetables (se sobreentiende): una, la católica, la de las víctimas; y otra, la de los delincuentes que quemaban iglesias y asesinaban, tan “españa” como la perseguida, según parece.
    El problema no eran, pues, los incendios ni asesinatos, sino que se iban dividiendo las “dos españas”. Lógicamente porque una “españa” se apartaba, se “dividía” de la otra "españa” (sin razón, por supuesto) cuando ésta incendiaba iglesias y provocaba continuos disturbios y tropelías.
    ¡Qué falta de respeto, caridad y de espíritu evangélico por parte de la “españa" católica!

    Cierto que fue bastante escaso el sentido social de los católicos de clase alta, vapuleados por Severino Aznar y Ángel Herrera, lo mismo que también el espíritu democrático de bastantes católicos,

    Es que, en la II República, los sinvergüenzas de los católicos no sólo no asesinaban ni incendiaban como los “demócratas”, sino que, además, se quejaban de ello. Un auténtico católico “demócrata” y con “sentido social”, hubiera debido sumarse a incendiar iglesias junto a los rojo-liberales.

    así como la división de los mismos por la tozudez de los grupos integristas, reprendidos por Roma en más de una ocasión.
    ¡Cómo no! La culpa era de de San Pío X y su "Pascendi", que había dividido a los católicos.
    Todos los católicos habían sido felizmente modernistas en su día, pero este lamentable Papa los hundió en la miseria “integrista”. Ahora bien, si todos aquellos católicos hubiesen sido modernista-liberales, al gusto masónico, ningún católico hubiera sido asesinado, sino que los obispos hubieran pasado nada menos que a dirigir la revolución masónico-marxista. Una pena.
    (Y es que no olvidemos que para todo católico-liberal nadie ha cometido más maldades y tropelías que los “integristas”. Frente a los crímenes del “integrismo”, los asesinatos cometidos por la pandilla rojo-liberal son una minucia).

    En las guerras mueren los mejores,
    Es que los famosos 7.000 obispos, sacerdotes, religiosos... "murieron" en actos de “guerra”. Iban en tanques, en aviones, y murieron heroicamente en el Jarama, en Brunete, en la Batalla del Ebro, etc.

    Todas las víctimas de una guerra de hermanos se encuentran y abrazan en el más allá.
    Sí. Pero antes los “hermanos” asesinados piden perdón a sus “hermanos” asesinos, por la monstruosa incitación al crimen a que los condujeron. Los asesinos, aceptan las disculpas de sus víctimas sólo a regañadientes y tras mucho insistir, pero a condición de repetir lo mismo si se volviera a las andadas.

    en el más allá.

    Un arzobispo católico reconociendo que ¿en vez de Cielo e infierno? hay un “más allá” celestial donde parece dar lo mismo ser católico liberal que rojo-liberal (aunque no “integrista”: esos van al infierno directamente).

    A quienes, tras la lectura de mi libro, me han preguntado en ocasiones en que lado me situaría yo, si me viera en el dilema del año 36, les di siempre la misma respuesta: me colocaría, sin dudarlo, entre ambos para separarlos,

    O sea, sólo separarlos… pero para que los incendiarios y asesinos ¿acaso continúen haciendo su trabajo tranquilamente?
    Porque los católicos, hasta la guerra, se estaban quietecitos.
    Pero como respondieran a las provocaciones, se enzarzaran, y empezara la guerra, este señor ya se encargaría de separar… a los católicos, claro.
    Y es que es un deber separar a la víctima que lucha defendiéndose, del asesino que la quiere matar, no vaya a ser que la víctima haga algún rasguño al asesino.
    Eso sí, nada se dice aquí de quitar la pistola o la gasolina al asesino o al incendiario tras su “separación”.

    aunque eso me costara la vida. Lo que sería también un martirio y a mucha honra.

    …“martirio”… cometido por los “integristas”, claro.. No olvidemos que ser atacado por un “integrista” a causa de las “libertades” es la mayor “honra” a que puede aspirar un católico-liberal.
    Sólo que, al contrario del abrazo en “el más allá” con el rojo-liberal, el católico liberal nunca se encuentra y abraza en el “más allá” con el “integrista”. Y es que el “integrista” arde perpetuamente en el infierno; ese es su castigo por osar rebelarse contra el liberalismo incendario y sus cómplices infiltrados en el clero.
    Última edición por Gothico; 03/12/2007 a las 19:33

  2. #2
    Avatar de Rodrigo
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    Re: Mártires de ayer, ejemplo de mañana

    BEATO JUAN DUARTE MARTÍN
    Diácono


    INFANCIA - JUVENTUD

    Oasis de Jesús Sacerdote nº 152 Abril – Mayo – Junio 2013
    (Cruzada española 1936 – 1939) Nº 62

    Yunquera 17. III.1912 † Álora 15.XI.1936

    Sus padres Juan Duarte y Dolores Martín, fervorosos cristianos, tuvieron 10 hijos. Juan fue el cuarto.

    Su padre era labrador, miembro de la Adoración Nocturna y Juan era su hijo predilecto, especialmente desde que le confió sus deseos de ser sacerdote. Su padre le planteó la dificultad económica de costearle los estudios, a lo que respondió Juan: “No se preocupe, el Señor le va ayudar”.

    A los 13 años ingresó en el Seminario de Málaga. Era rubio de ojos azules, cantaba mucho y muy bien. Era el más abierto y alegre de todos los seminaristas. Inteligente, aprobó los cursos de Humanidades, Filosofía, y Teología con óptimas calificaciones, y recibió las órdenes del Subdiaconado y Diaconado. Juan amaba mucho al Seminario donde encontró una verdadera familia: el Rector era un verdadero padre, y el Padre Soto un excelente Director Espiritual. Tuvo por obispo al famoso D. Manuel González…. el obispo de los Sagrarios Abandonados que los formó en la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, a la Virgen María y a los pobres, y les decía que habían de ser hostias de propiciación para salvar España. Cuando pasaba las vacaciones en su casa, contaba los días que faltaban para el regreso.

    Cuando el 1 de julio de1935 recibió el Subdiaconado escribió a su querido obispo: “¡Con qué ganas me pongo en brazos de la Iglesia y con qué ganas le pido al Señor que me quite la vida si no he de servirle con la alegría que inunda mi alma en este día que a ella me entrego”.

    Corrían tiempos de persecución……y Juan decía a sus compañeros: “¡El Señor triunfará, el Señor triunfará!”. En unos de los registros a su casa, se escondió en una pequeña pocilga varias horas y se asomó a una pequeña ventana para respirar aire puro; alguien lo vio y lo delató a los milicianos. Era el 7 Noviembre 1936. Lo detuvieron y lo llevaron al calabozo municipal donde se encontró con dos compañeros seminaristas, José Merino y Miguel Díaz. El plan de los rojos era fusilarlos aquella misma noche, y así lo hicieron con los dos seminaristas, después de atormentarlos horriblemente, pero con Juan Duarte, sin saber por qué, lo retuvieron con intención de darle un martirio más doloroso, como veremos.

    ¡¡BEATO JUAN DUARTE, DIÁCONO, RUEGA POR NOSOTROS

    Primero le forzaron a blasfemar, pero él siempre respondía: “¡Viva el Corazón de Jesús! ¡Viva Cristo Rey!”. Le daban diariamente espantosas palizas con culatazos y latigazos. Uno de los verdugos al ser preguntado sobre su blusa salpicada de sangre contestó: “Vengo de dar una paliza a ese cura, y estas son las salpicaciones, para que veáis lo tozudo que es. Ni aunque lo mate, consigo que se c….. en Dios”. Le introdujeron cañas bajo las uñas; le aplicaron descargas eléctricas en sus genitales (en una ocasión llegó a avisar a los rojos que el cable se había desconectado porque no sentía la corriente). A cada tormento el joven seminarista daba sus “Vivas” al Corazón de Jesús y a Cristo Rey, lo cual ponía más furiosos a sus verdugos que parecían endemoniados. Luego lo montaron en un burro y lo pasearon por las calles del pueblo simulando una procesión de semana santa, en medio de blasfemias y cantos obscenos y de vez en cuando le daban puñetazos en el vientre. Más de uno del pueblo decían que acabasen de una vez con Juan.

    Lo llevaron de nuevo a la cárcel y allí empezó el último proceso que fue sádico y que jamás uno pudiera imaginar. Todo lo soportó Juan con inquebrantable fidelidad a Dios y a la Virgen María.

    Lo llevaron de nuevo a la cárcel e introdujeron en su celda una muchacha de 16 años degenerada para que le sedujera y perdiera su castidad. Todo fue inútil y viéndose los rojos fracasados, un miliciano lo sujetó y otro con una navaja de afeitar lo castró y entregaron sus testículos a la tal muchacha que los paseó por el pueblo.

    Cuando aquellos salvajes terminaron su malvada acción, el pobre muchacho recuperó el conocimiento, y viéndose desangrado, preguntaba a los demás presos: “Pero ¿qué me han hecho, qué me han hecho?”. La indignación de la gente fue creciendo y aumentó de modo alarmante, y los del Comité decidieron acabar con él proporcionándole una muerte horrenda.

    Lo llevaron por la noche del día 15 de noviembre de 1936 a las afueras de Álora y a unos 10 m. del puente de la carretera, lo tumbaron en el suelo y con un machete lo abrieron en canal de abajo a arriba. Juan les decía: “Podéis matar mi cuerpo pero mi alma no”. Le llenaron el vientre y el estómago de gasolina y le prendieron fuego. En estos tormentos, Juan Duarte decía a sus asesinos: “¡Yo os perdono y pido a Dios os perdone….¡Viva Cristo Rey!”. Las últimas palabras que salieron de su boca fue mirando al cielo con los ojos abiertos: “¡Ya lo estoy viendo… ya lo estoy viendo!”. Uno de los rojos le dijo: “¿qué estás viendo tú?” y descargó su pistola en la cabeza del mártir. Así murió el glorioso mártir y su alma pura y fiel a Dios, voló al cielo. Tenía 24 años.

    Nota.
    Una hermana del mártir vive todavía. Se llama Hna. Carmen Duarte Martín. Es carmelita en el Carmelo del Corazón Eucarístico de Jesús. Tiene 92 años y recuerda siempre a su querido Juan. Tuvo la dicha de asistir a la beatificación de su hermano en Roma por el Papa Benedicto XVI en la persona de un Delegado suyo, el 28 de octubre de 2007. Cuando yo pensaba publicar su martirio, la Superiora me escribió en nombre de la Hermana Carmen dándome las gracias y enviándome estampas con reliquias del mártir.

    http://oasis-dejesussacerdote.blogsp.../martires.html
    Última edición por Rodrigo; 03/09/2013 a las 15:40
    Hyeronimus, Christabel, Fidelitas y 1 otros dieron el Víctor.
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  3. #3
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    Re: Mártires de ayer, ejemplo de mañana

    Y que sólo se hable de Lorca ...
    No conocía a este último mártir, me ha conmovido.
    “La verdadera fe es incolora, por decirlo así, como el aire y el agua; medio transparente a través del cual el alma ve a Cristo. Nuestros ojos no ven el aire y de la misma manera nuestra alma no se detiene a contemplar su propia fe. Cuando, por consiguiente, los hombres toman esta fe como si dijéramos en las manos, la inspeccionan curiosamente, la analizan, se absorben en ella, se ven forzados a materializarla, a darle color para que pueda ser tocada y vista. En otros términos, sustituyen a ella, colocan sobre ella, cierto sentimiento, cierta impresión, cierta idea, cierta convicción, algo en fin en que la atención pueda prenderse. Cristo les interesa menos que lo que llaman ellos sus experiencias. Los vemos trabajando para seguir en sí mismos los signos de la conversión, la variación de sus sentimientos aspiraciones y deseos: los vemos ponerse a conversar con los demás sobre todo esto. ”. John Henry Newman

  4. #4
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    Re: Mártires de ayer, ejemplo de mañana

    A todos los cristianos y mártires que sufrieron y sufren persecución les dedico esta imagen del primer mártir. Mis enormes respetos ante estos grandes hermanos. Mis enormes abrazos y honores:


    image.jpg
    La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.

    Antonio Aparisi

  5. #5
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    Re: Mártires de ayer, ejemplo de mañana

    Nuestros Mártires



    Los martirios antiguos tuvieron una dignidad que luego se perdió. Las Actas de los Mártires documentan la comparecencia ante los tribunales, recogen las palabras de los Mártires ante los jueces, describen las torturas y el acto mismo del martirio, dan fe de la expectación del pueblo, testimonian el impacto de la muerte cruenta de los Mártires entre los fieles presentes y en la Iglesia a la que pertenecían. Incluso algunas escenas terribles están insertas en textos de la historiografía clásica, siendo referencias auténticamente monumentales.

    Sin pretender exponer un tema que supera mi intención (y mi competencia y aptitudes), sin detenerme a examinar otros episodios martiriales, afirmo que esa dignidad del martirio de la antigüedad se pierde con la modernidad. Sin duda, las matanzas de la Revolución Francesa no son de la misma naturaleza que las escenas narradas por los antiguos martirologios. Pueden contemplarse todavía algunas escenas donde la dignidad de los protagonistas (jueces-verdugos-victimas) parece estar presente, incluso de forma notable. Pienso en el patíbulo de las Carmelitas de Compiègne, aunque no sé bien deslindar cuánto corresponde a la memoria novelada y cuánto a una crónica historiográfica, propiamente. Sin embargo, estos episodios en marco de dignidad (dignidad no significa ni justificación del crímen ni aprobación del medio) fueron los menos. En la Revolución, el desenfreno de la plebe se impuso atropellando las formas, extremándolas hasta un paroxismo de violencia y crueldad quasi insuperables. Las masacres de Septiembre de 1792 en Paris significaron la violación de aquella 'dignidad' que incluso el odio a la fe había sabido preservar. Las escenas del populacho revolucionario comiendo pan mojando en la sangre del cuerpo descuartizado de la Princesa de Lamballe suman la indignidad aberrante al terror del crímen. A los Mártires víctimas de aquel furor satánico también se les despojó del honor de comparecer dignamente como Mártires. Es difícil imaginar una escena de martirio entre el desenfreno de una orgía criminal, una borrachera de sangre y vileza.

    Nuestros Mártires de la Guerra Civil padecieron ese estilo envilecido de martirio. Fueron odiados y masacrados, vejados y asesinados, inculpados y abochornados antes de ser atormentados. Fueron martirizados sin dignidad porque no la había, no la tenían ni la República infame que encubría los crímenes, ni los asesinos que los perpetraban.

    Cada vez que ha habido una beatificación se han levantado los herederos de aquella indignidad, con casi las mismas voces, el mismo clamor de odio de aquellos con quienes se identifican, los verdugos, los victimarios, los envilecidos. No es que les remuerda una conciencia histórica, es que no soportan que la memoria glorificada de los buenos exponga a la luz la perfidia criminal de los malos. Son herederos ideológicos de los que mataban a los Mártires y no resisten ser testigos de cómo son alabados e invocados quienes fueron víctimas del odio sembrado y azuzado por quienes les precedieron; un odio atávico que incuban todavía hoy, con rabia malamente contenida.

    Nuestros Mártires, que fueron proclamados caídos por Dios y por España, testigos de Cristo en España, remueven una conciencia culpablemente odiosa en quienes reniegan de Dios y de España.

    Para quienes sí creemos y amamos a Dios y a la patria, esos Mártires son un estímulo, una fuerza, un patrimonio santo, un documento con rúbrica de sangre y gloria.

    Por eso damos gracias.

    Y pedimos: Si nos tocara ser como ellos, que lleguemos hasta la Cruz como ellos.

    ¡Bendito sea Dios en sus Santos Mártires!

    ¡Bendita sea España por la sangre de sus Mártires!


    +T.

    EX ORBE

  6. #6
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    Re: Mártires de ayer, ejemplo de mañana

    ODA A LOS MÁRTIRES ESPAÑOLES QUE SERÁN BEATIFICADOS EN TARRAGONA







    CAMPANAS DE ESPAÑA TAÑEN

    Campanas de las campiñas,
    Campanas de España,
    Campanas de España, ...
    Campanas de los montes,
    Campanas exorcísticas,
    Campanas que ahuyentan
    demonios y nubarrones.

    Campanas, plegaria de bronce,
    Campanas de toda España,
    A los toques y retoques.
    Campanas terrenas
    fraguadas para alabanza
    de Su Santo Nombre.
    Campanas alborozadas
    Pronuncian sus nombres,
    En el lenguaje angélico
    Del badajo poderoso
    Que percute en el bronce.

    Ellos murieron confesando,
    Campanas, a Dios Vivo
    Uno y Trino, Hostia Cristo,
    Cristo Rey y Hostia.
    Ellos permanecieron fieles
    Contra los afilados aceros
    de la sentina satánica y sus logias,
    y la hoz del hierro soviético.

    Ellos murieron como Corderos,
    Ellas murieron como Palomas.
    Iglesia Militante, Holocausto
    Y ofrenda, sin guardarse se dieron
    A Quien, campanas, vosotras alabáis
    En la tierra haciendo eco en los Cielos.

    En vuestros tañidos, campanas
    De la España, alzáis los acentos
    Implorando al Altísimo Señor,
    Dios de los Ejércitos;
    Dios Padre de Hispania Eterna;
    Donde reinará, según promesa,
    El Sagrado Corazón de Dios Hijo
    Y confortará, por los siglos de los siglos,
    Dios Espíritu Santo, nuestro Consuelo;
    Nación Eterna, elegida de Dios
    Por las manos de María Reina,
    Campanas de España,
    Mejor que todo verso
    Son vuestras lenguas.

    Voltead las campanas,
    Monagos de España.
    Alborocen sus metálicas resonancias
    El silencio y la vivienda de los hombres;
    Recuerden las Campanas
    A la Legión celestial y triunfante,
    A cada uno de los que Dios ha dado
    En secreto un nombre
    que no podrá profanar jamás nadie.
    La Legión de mujeres y hombres
    Que visten albas túnicas talares,
    Las centurias arrolladas en la tierra
    Que mudaron su terrena morada
    (Aquende los sufrideros mortales)
    Por la célica vivienda imperecedera,
    Aquélla, horra de dolor, donde no muerden
    Las ráfagas restallantes de la metralla.

    Las centurias radiantes, espléndidas
    De nuestros Mártires, Gloria de la Iglesia
    Y de fe probada en la molienda.

    Campanas que no tañeron
    Cuando sus verdugos los degollaron:
    En los campos, en las cunetas,
    En los claros, entre las hileras de olivos,
    En los ejidos
    Y en los descampados,
    Brotándoles rosas de sangre
    En las frentes y en el tórax.
    Campanas que no tañeron
    Mientras sus cuerpos
    A la intemperie
    Quedaron sin sepelio.

    Tañed ahora, Campanas,
    Campanas de las espadañas,
    Fuertes bronces preclaros,
    Tañed Campanas de España:
    Todo el Mundo sabrá ahora
    Que sus vidas fueron segadas,
    Sus cuerpos pudieron herir los malos,
    Sus cadáveres hedieron efímeros,
    Pero vosotras, campanas,
    Proclamáis que todos ellos se salvaron
    Y en sus Cuerpos Gloriosos no hay vestigio
    De la ferruginosa sangre generosa
    Que derramaron valientes por Cristo.

    Santos Mártires de España,
    Los ángeles os reverencian,
    Y ángeles hay
    Que, a no ser criaturas angélicas,
    Obispos, Sacerdotes, Monjes y Monjas,
    Seglares de España ser quisieran
    Para morir como semilla que cae en tierra
    Y florecer en el paradero eterno de la Gloria.



    Manuel Fernández

    12 de octubre de 2013.



    RAIGAMBRE

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    Re: Mártires de ayer, ejemplo de mañana

    Buena muerte




    Mártires
    No fuisteis al encuentro de la muerte.
    Fue la muerte
    la que vino a buscaros, y el martirio
    fue por añadidura.
    ¿Eran las mismas palmas las del Domingo aquel?
    En el Huerto de Olivos toda España
    sudaba sangre
    y era un zarzal de espinas,
    un foso, una cisterna, un muladar,
    un túmulo de altares profanados,
    un mar muerto de asfalto
    rodeado de hachones como espadas flamígeras.
    .
    Salido apenas de la adolescencia
    más de uno, para todos la vida
    no era más que un tránsito,
    de ahí que perdonárais con júbilo
    a quien os lo abreviaba sin saber lo que hacía
    cuando entre culatazos y blasfemias
    os empujaba hacia la eternidad,
    cuando a cada descarga se os abrían las nubes
    contra el sol en espléndidos rompimientos de gloria.

    Aquilino Duque

    Viñamarina

  8. #8
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    Re: Mártires de ayer, ejemplo de mañana

    Los 522 mártires beatificados en Tarragona, explicados en 11 cifras.



    1) 522 mártires beatificados el 13 de octubre de 2013 en Tarragona.

    2) Con ellos, ya son 1.523 los mártires del siglo XX en España

    3) 11 mártires del siglo XX en España ya han sido ya canonizados.

    4) La edad media de los nuevos beatos es de 43,6 años.

    5) 131 tenían 30 años o menos en el momento del martirio. El más joven tenía 18 años recién cumplidos, el carmelita José Sánchez Rodríguez, y la más anciana, con 86 años, es la Sierva de María Sor Aurora López González.

    6) La Causa más numerosa es la de Tarragona, con 147 mártires, encabezada por el obispo auxiliar Manuel Borrás. También por lugar de nacimiento, la diócesis de Tarragona es la más numerosa con 75 mártires, seguida de Burgos con 68.

    7) 7 de los nuevos beatos murieron en tierra extranjera: 3 franceses, 1 cubano, 1 colombiano, 1 filipino y 1 portugués.

    8) Su situación eclesial era diversa: 88 diocesanos (3 obispos, 82 sacerdotes y 3 seminaristas); 15 Hermanos Sacerdotes Operarios Diocesanos; 412 consagrados.

    9) 7 de los nuevos beatos eran laicos.

    10) Unas 25.000 personas confirmaron su asistencia a los actos de la beatificación del 13 de octubre, presidida por el cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y Representante del Papa para la Beatificación del Año de la Fe.

    11) Asisten 104 obispos, entre ellos 8 cardenales (79 obispos españoles y 25 extranjeros); 1.386 sacerdotes; 2.720 religiosos; 3.947 familiares de los mártires y numerosas autoridades civiles.


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