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Honores4Víctor
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Tema: Mártires de ayer, ejemplo de mañana

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    Re: Mártires de ayer, ejemplo de mañana

    BEATO JUAN DUARTE MARTÍN
    Diácono


    INFANCIA - JUVENTUD

    Oasis de Jesús Sacerdote nº 152 Abril – Mayo – Junio 2013
    (Cruzada española 1936 – 1939) Nº 62

    Yunquera 17. III.1912 † Álora 15.XI.1936

    Sus padres Juan Duarte y Dolores Martín, fervorosos cristianos, tuvieron 10 hijos. Juan fue el cuarto.

    Su padre era labrador, miembro de la Adoración Nocturna y Juan era su hijo predilecto, especialmente desde que le confió sus deseos de ser sacerdote. Su padre le planteó la dificultad económica de costearle los estudios, a lo que respondió Juan: “No se preocupe, el Señor le va ayudar”.

    A los 13 años ingresó en el Seminario de Málaga. Era rubio de ojos azules, cantaba mucho y muy bien. Era el más abierto y alegre de todos los seminaristas. Inteligente, aprobó los cursos de Humanidades, Filosofía, y Teología con óptimas calificaciones, y recibió las órdenes del Subdiaconado y Diaconado. Juan amaba mucho al Seminario donde encontró una verdadera familia: el Rector era un verdadero padre, y el Padre Soto un excelente Director Espiritual. Tuvo por obispo al famoso D. Manuel González…. el obispo de los Sagrarios Abandonados que los formó en la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, a la Virgen María y a los pobres, y les decía que habían de ser hostias de propiciación para salvar España. Cuando pasaba las vacaciones en su casa, contaba los días que faltaban para el regreso.

    Cuando el 1 de julio de1935 recibió el Subdiaconado escribió a su querido obispo: “¡Con qué ganas me pongo en brazos de la Iglesia y con qué ganas le pido al Señor que me quite la vida si no he de servirle con la alegría que inunda mi alma en este día que a ella me entrego”.

    Corrían tiempos de persecución……y Juan decía a sus compañeros: “¡El Señor triunfará, el Señor triunfará!”. En unos de los registros a su casa, se escondió en una pequeña pocilga varias horas y se asomó a una pequeña ventana para respirar aire puro; alguien lo vio y lo delató a los milicianos. Era el 7 Noviembre 1936. Lo detuvieron y lo llevaron al calabozo municipal donde se encontró con dos compañeros seminaristas, José Merino y Miguel Díaz. El plan de los rojos era fusilarlos aquella misma noche, y así lo hicieron con los dos seminaristas, después de atormentarlos horriblemente, pero con Juan Duarte, sin saber por qué, lo retuvieron con intención de darle un martirio más doloroso, como veremos.

    ¡¡BEATO JUAN DUARTE, DIÁCONO, RUEGA POR NOSOTROS

    Primero le forzaron a blasfemar, pero él siempre respondía: “¡Viva el Corazón de Jesús! ¡Viva Cristo Rey!”. Le daban diariamente espantosas palizas con culatazos y latigazos. Uno de los verdugos al ser preguntado sobre su blusa salpicada de sangre contestó: “Vengo de dar una paliza a ese cura, y estas son las salpicaciones, para que veáis lo tozudo que es. Ni aunque lo mate, consigo que se c….. en Dios”. Le introdujeron cañas bajo las uñas; le aplicaron descargas eléctricas en sus genitales (en una ocasión llegó a avisar a los rojos que el cable se había desconectado porque no sentía la corriente). A cada tormento el joven seminarista daba sus “Vivas” al Corazón de Jesús y a Cristo Rey, lo cual ponía más furiosos a sus verdugos que parecían endemoniados. Luego lo montaron en un burro y lo pasearon por las calles del pueblo simulando una procesión de semana santa, en medio de blasfemias y cantos obscenos y de vez en cuando le daban puñetazos en el vientre. Más de uno del pueblo decían que acabasen de una vez con Juan.

    Lo llevaron de nuevo a la cárcel y allí empezó el último proceso que fue sádico y que jamás uno pudiera imaginar. Todo lo soportó Juan con inquebrantable fidelidad a Dios y a la Virgen María.

    Lo llevaron de nuevo a la cárcel e introdujeron en su celda una muchacha de 16 años degenerada para que le sedujera y perdiera su castidad. Todo fue inútil y viéndose los rojos fracasados, un miliciano lo sujetó y otro con una navaja de afeitar lo castró y entregaron sus testículos a la tal muchacha que los paseó por el pueblo.

    Cuando aquellos salvajes terminaron su malvada acción, el pobre muchacho recuperó el conocimiento, y viéndose desangrado, preguntaba a los demás presos: “Pero ¿qué me han hecho, qué me han hecho?”. La indignación de la gente fue creciendo y aumentó de modo alarmante, y los del Comité decidieron acabar con él proporcionándole una muerte horrenda.

    Lo llevaron por la noche del día 15 de noviembre de 1936 a las afueras de Álora y a unos 10 m. del puente de la carretera, lo tumbaron en el suelo y con un machete lo abrieron en canal de abajo a arriba. Juan les decía: “Podéis matar mi cuerpo pero mi alma no”. Le llenaron el vientre y el estómago de gasolina y le prendieron fuego. En estos tormentos, Juan Duarte decía a sus asesinos: “¡Yo os perdono y pido a Dios os perdone….¡Viva Cristo Rey!”. Las últimas palabras que salieron de su boca fue mirando al cielo con los ojos abiertos: “¡Ya lo estoy viendo… ya lo estoy viendo!”. Uno de los rojos le dijo: “¿qué estás viendo tú?” y descargó su pistola en la cabeza del mártir. Así murió el glorioso mártir y su alma pura y fiel a Dios, voló al cielo. Tenía 24 años.

    Nota.
    Una hermana del mártir vive todavía. Se llama Hna. Carmen Duarte Martín. Es carmelita en el Carmelo del Corazón Eucarístico de Jesús. Tiene 92 años y recuerda siempre a su querido Juan. Tuvo la dicha de asistir a la beatificación de su hermano en Roma por el Papa Benedicto XVI en la persona de un Delegado suyo, el 28 de octubre de 2007. Cuando yo pensaba publicar su martirio, la Superiora me escribió en nombre de la Hermana Carmen dándome las gracias y enviándome estampas con reliquias del mártir.

    http://oasis-dejesussacerdote.blogsp.../martires.html
    Última edición por Rodrigo; 03/09/2013 a las 15:40
    Hyeronimus, Christabel, Fidelitas y 1 otros dieron el Víctor.
    Militia est vita hominis super terram et sicut dies mercenarii dies ejus. (Job VII,1)

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