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Tema: Lutero, no y no

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  1. #1
    Avatar de Mexispano
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    Re: Lutero, no y no

    martes, 18 de octubre de 2016


    LUTERO NO TENÍA FE








    "El hereje que rechaza un solo artículo de fe no tiene el hábito ni de la fe formada ni de la fe informe. Y la razón de ello está en el hecho de que la especie de cualquier hábito depende de la razón formal del objeto, y si ésta desaparece, desaparece también la especie del hábito. Pues bien, el objeto formal de la fe es la Verdad primera revelada en la Sagrada Escritura y en la enseñanza de la Iglesia. Por eso, quien no se adhiere, como regla infalible y divina, a la enseñanza de la Iglesia, que procede de la Verdad primera revelada en la Sagrada Escritura, no posee el hábito de la fe, sino que retiene las cosas de la fe por otro medio distinto. Como el que tiene en su mente una conclusión sin conocer el medio de demostración, es evidente que no posee la ciencia de esa conclusión, sino tan sólo opinión.


    "Ahora bien, es evidente que quien se adhiere a la enseñanza de la Iglesia como regla infalible presta su asentimiento a todo cuanto enseña la Iglesia. De lo contrario, si de las cosas que enseña la Iglesia admite las que quiere y excluye las que no quiere, no asiente a la enseñanza de la Iglesia como regla infalible, sino a su propia voluntad. Así, es del todo evidente que el hereje que de manera pertinaz rechaza un solo artículo no está preparado para seguir en su totalidad la enseñanza de la Iglesia (estaría, en realidad, en error y no sería hereje si no lo rechaza con pertinacia). Es, pues, evidente que el hereje que niega un solo artículo no tiene fe respecto a los demás, sino solamente opinión, que depende de su propia voluntad".


    Santo Tomás de Aquino.



    Ver (haz clic): Lutero réprobo según la visión de la beata sor María Serafina Micheli
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  2. #2
    Martin Ant está desconectado Miembro Respetado
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    Re: Lutero, no y no

    Copio el contenido del enlace que deja Mexispano en su último mensaje.

    ---------------------------------------------------------------------------------------


    LA BEATA SOR MARÍA SERAFINA MICHELI TUVO LA VISIÓN DE LUTERO EN EL INFIERNO




    Beata Sor María Serafina del Sagrado Corazón de Jesús
    (en el siglo Clotilde Micheli), fundadora del
    Instituto de las Hermanas de los Ángeles



    En 1883 la beata Sor María Serafina Micheli (1849-1911), fundadora del Instituto de las Hermanas de los Ángeles, pasaba por Eisleben, ciudad de Sajonia, lugar donde nació Lutero.


    Ese día se celebraba el cuarto centenario del nacimiento del gran heresiarca (10 noviembre de 1483), que dividió a Europa y a la Iglesia, causando grandes guerras. Con motivo de la celebración las calles estaban adornadas y de los balcones colgaban banderas. Entre las autoridades presentes se esperaba, de un momento a otro, la llegada del emperador Guillermo I, que debía presidir las celebraciones.

    LUTERO

    La beata miraba el gran tumulto y agitación, pero no estaba interesada en saber por qué ocurría. Su interés era ir a una iglesia para orar y hacerle una visita a Jesús Sacramentado. Finalmente, halló una, pero las puertas estaban cerradas, pero se arrodilló en las escaleras de acceso para hacer sus oraciones. Por la oscuridad, no advirtió que estaba arrodillada delante de un templo protestante. Mientras oraba, se apareció el Ángel de la Guarda y le dijo: “Levántate, porque esta es una iglesia protestante”. Y añadió: “Yo quiero que veas el lugar donde Martín Lutero está condenado y la pena que paga en castigo de su orgullo”.


    Entonces tuvo la visión de un horrible abismo de fuego, en el cual eran atormentadas una innumerable cantidad de almas. En el fondo vio a un hombre, Martín Lutero, que se distinguía entre los demás condenados pues estaba rodeado de demonios que lo obligaban a estar de rodillas y todos (los demonios), armados de martillos, mientras se esforzaba en vano, le clavaban en la cabeza una gran clavo.



    La monja meditaba que si las personas que participaban en la fiesta vieran esta escena dramática, ciertamente no rendirían honores, ni memoria, ni conmemoraciones ni celebraciones a tan funesto personaje.

    Desde entonces, cuando se le presentaba la oportunidad, recordaba a sus hermanas de religión sobre el deber de vivir en la humildad y el abandono de sí. Estaba convencida firmemente que Martín Lutero estaba condenado en el infierno sobre todo por el primer pecado capital: LA SOBERBIA. El orgullo lo hizo caer en pecado mortal, y lo condujo a la rebelión abierta contra la Iglesia Católica. Su conducta, su posición para con la Iglesia y sus herejías fueron determinantes para engañar y conducir a muchas almas superficiales e incautas a la perdición eterna.


    Como en Alemania celebrarán en el 2017 el 500º aniversario del nacimiento del protestantismo y como consecuencia se realizarán homenajes a Martín Lutero, se habla ya de que algunos sectores "católicos" participarían en los mismos. Sepan éstos, desde ahora, que estarían homenajeando no sólo a un heresiarca sino también a un réprobo, si nos atenemos a las visiones de Sor María Serafina.


    EL PADRE PÍO SOSTUVO QUE LUTERO ESTABA CONDENADO


    Por su parte, el padre Stefano Manelli -fundador de los Franciscanos de la Inmaculada- ha recordado -en Il Settimanale di Padre Pio del 20 de Enero de 2013, p.1- que lo mismo señalaba el Padre Pío sobre la condenación eterna de Martín Lutero. Explicó que el P. Pío advertía que aquellos que creen poder comunicarse directamente con Dios -como Lutero-, también están en camino al infierno. El final de Lutero fue horrible y angustioso, escribió el P. Manelli, y señaló -fundamentándose en lo dicho por el padre Pío- que quienes lo siguen se arriesgan a ir al infierno como Lutero, por no escuchar las enseñanzas de la Iglesia Católica.


    NOTA DE CATOLICIDAD: Luego, el verdadero ecumenismo es el que caritativamente busca solamente la conversión de los protestantes a la verdadera y única Iglesia de Cristo: la Católica romana. Nada tiene que hacer un católico -¡sea quien sea!- en un homenaje a quien con sus herejías desgarró miles de almas de la verdadera Arca de Salvación. Homenajearlo sería -aunque ello no se pretendiera- confirmar en el error a tantos errados, y tal acto constituiría un falso ecumenismo y una grave falta de caridad, aunque hipotéticamente se tuvieran las mejores -pero equivocadas- intenciones.




    Fuente: CATOLICIDAD
    Última edición por Martin Ant; 24/10/2016 a las 17:25
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  3. #3
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    Re: Lutero, no y no

    La Iglesia católica es la Iglesia que condena a Lutero

    por Padre Juan Manuel Rodríguez de la Rosa


    Era la tierra toda de una sola lengua y de unas mismas palabras […]. Vamos a edificar una ciudad y una torre cuya cúspide toque a los cielos y nos haga famosos, por si tenemos que dividirnos por el haz de la tierra. Bajó el Señor a ver la ciudad y la torre que estaban haciendo los hijos de los hombres, y se dijo: “He aquí un pueblo uno, tienen todos una lengua sola. Se han propuesto esto, y nada les impedirá llevarlo a cabo. Bajemos, pues, y confundamos su lengua, de modo que no se entiendan unos a otros”. Gn.11, 1-7


    Queridos hermanos, ¿Quién cuida de la Iglesia de nuestro Señor? Los que tenían que cuidar las almas no lo hacen. Los que tienen que custodiar la fe, no lo hacen. ¿Están entregando la Iglesia? ¿Dónde están los Pastores que el Señor puso en Su Iglesia? ¿Dónde están los que le prometieron fidelidad y amor? ¿Dónde están los Obispos que un día se ordenaron sacerdotes y, que tumbados sobre el suelo, entregaron su vida de hombre para ser otro Cristo? Qué poco duró aquel pensamiento. Mientras que la fidelidad de Dios es eterna. Pastores tan flojos por todos lados que ya no queda nada. Han preferido adaptarse a los políticos, a la gente, a los grupos de presión que desprecian a Dios y a la Iglesia, pero no al mandato de Dios.


    La misma ley divina es cuestionada, y con asombro vemos que se propone una vía humana a la ley divina para aquellos que no la puedan cumplir. El hombre se erige en juez ante Dios. Es decir, quienes han de custodiar la ley de Dios, sin embargo la dejan de lado por una ley humana alternativa. ¿Dónde está la fidelidad a Dios de sus Pastores? ¿Qué intereses buscan? ¿Los de Cristo o los de los hombres? No buscan la verdad porque no obedecen. No están a los pies de la Cruz porque no llevan a las almas al Sacrificio, no las llevan a conocer la Sagrada Pasión de nuestro Señor. Cuántos buscan sus propios intereses, viviendo como simples hombres carnales y mundanos.


    El texto del Libro del Génesis nos puede iluminar para entender la situación de la Iglesia. ¿Los hechos no nos confirman que con el Concilio Vaticano II se inicia un deseo unánime de cambio, de ruptura con la fe recibida, de edificar una nueva Iglesia según los deseos del hombre, a gusto del hombre, donde leyes nuevas humanas desplacen a las divinas? ¿No es la vía caritatis un camino humano que desplaza la ley de Dios? Se está consolidando la ruptura con el depósito de la fe, con la moral tradicional católica, con los santos sacramentos. Hemos contemplado atónitos y avergonzados la misma estatua del hereje Lutero en el Vaticano.


    El deseo humano de construir una torre que llegara hasta el cielo quedó frustrado por el poder divino. Bastó que el Señor confundiera las lenguas de los hombres para que no se entendieran y, con ello, no pudieran seguir construyendo la torre. ¿No estamos en la mayor confusión doctrinal jamás conocida en la historia de la Iglesia? ¿Qué fe sostiene nuestra identidad católica? ¿Qué se les enseña a los fieles? En cada iglesia se oye una enseñanza distinta. Unos Obispos dicen una cosa, a otros les parece bien y la siguen, pero otros están en desacuerdo. Todos opinan cosas distintas, unos tienen sus seguidores, otros sus detractores. Se acepta aquello que tiene un consenso mayor, no interesa si está en concordancia con la ley de Dios, lo que importa es la aceptación de la mayoría. Se enseña puros deseos y gustos personales, ideas propias, ya no se enseña pensando en la salvación de las almas. Ya no se vive anhelando hacer la voluntad de Dios y salvar el alma por encima de todo.


    ¿Por qué dudamos? ¿Por qué no decimos la verdad de Dios? No hemos de tener nunca miedo de decir la verdad divina, sólo hemos de tener la sabiduría de saber decirla. La fuerza para decir la verdad y la sabiduría para decirla la encontramos los sacerdotes en el Santo Sacrificio de la Misa, en la oración personal con el Señor, en la intimidad diaria con Él, en la enseñanza transmitida por la tradición. El Señor habló con autoridad. Hablaba para sus discípulos y para otros, empleaba una forma de hacerlo según quienes le oyeran.


    Hemos de decir la verdad, hemos de predicar la ley de Dios, contenida en los Mandamientos. Hemos de enseñar que de su estricto cumplimiento depende la salvación de nuestra alma. Hemos de proclamar que no existe ninguna vía alternativa a los Mandamientos de la Ley de Dios.


    En esta confusión de lenguas en la que estamos inmersos, donde ya es imposible saber quien enseña la verdad de Dios, la tradición sigue irguiéndose como la luz del celemín que nos indica la verdad a seguir, el faro que nos orienta en las tinieblas indicándonos el camino recto y seguro de salvación del alma. Es la luz certera que nos dice que la verdad del pasado no se puede cambiar por consenso humano en el presente, que la condena de herejía de Lutero permanece, que la Iglesia católica es la Iglesia que condenó y condena a Lutero, el mayor hereje de toda la historia y el que supera a cualquier otro que vendrá. Lutero resume en sí todas las herejías pasadas y venideras hasta el final de los tiempos.


    Queridos hermanos, ¿no tenemos derecho a decir, visto los acontecimientos, que la Iglesia está gobernada por hombres? Sí. La Iglesia no está gobernada por Pastores a semejanza de Cristo. A causa ellos todo se derrumba a nuestro alrededor, todo se cuestiona; la fe católica está desfigurada y cuestionada, y quienes tienen la sagrada obligación de confirmarnos en la fe, nos enseñan el error. Los Pastores ceden al mundo, hablan pensando en la reacción que tengan sus palabras, razón por la cual suavizan la Palabra de Dios, o simplemente la callan o tergiversan, sin más. Muchos de nuestros Pastores abrazan los postulados del mundo que atentan contra la fe católica, convirtiéndose en sus leales y funestos aliados dentro de la Iglesia.


    Los que permanecemos fieles a la tradición
    de la Iglesia no seremos confundidos por nuestro Señor, no seremos confundidos porque no edificamos ninguna torre que quiera tocar el cielo al profesar la fe católica recibida en el depósito de la fe; no seremos confundidos porque permanecemos fieles al Señor acompañándole al pie del Calvario en cada Santo Sacrificio de la Misa; no seremos confundidos porque vivimos nuestro sacerdocio para el Sacrificio, pues a él está orientado y es su razón esencial de ser; no seremos confundidos porque vivimos en el cumplimiento estricto de la ley divina de los Mandamientos; no seremos confundidos porque vivimos en de temor de Dios y no en el temor de los hombres, por esta razón condenamos los pecados de adulterio, de sodomía, de unión libre, de uso de anticonceptivos, como pecados que ofenden gravemente al Creador y conducen a la condenación eterna de las almas. No seremos confundidos porque sólo queremos hacer la voluntad de Dios, Uno y Trino, y proclamarle único y verdadero Dios, fuera del cual todo es error, mentira y confusión.


    Queridos hermanos, el Señor murió por ti, por mí, por muchos, y por los que le condenaron. El Señor lo espera todo de sus sacerdotes, que nos entreguemos a Él en el deseo de ser otros Cristos, y denunciar la falsedad y proclamar el Reino de Dios. Nada puede detenernos. La voz de la tradición es la voz del Señor.


    Si el Señor es mi Pastor, ¿a quién temeré?


    Ave María Purísima.



    Padre Juan Manuel Rodríguez de la Rosa

    La Iglesia católica es la Iglesia que condena a Lutero
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  4. #4
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    Re: Lutero, no y no

    “Non Possumus”, a propósito de Lutero (I): la visión de l beata María Serafina Micheli de Lutero en el infierno.










    La visión de la beata María Serafina Micheli de Lutero en el infierno

    “Non possumus” es una potentes expresión católica que señala el límite que no se puede traspasar sin poner en absoluto peligro tu conciencia y alma. Esta expresión fue usada por papas y santos sobre todo ante el poder – fuera secular fuera eclesiástico- cuando se veían obligados a ceder en casi todo. Por el bien de la Iglesia se podía ceder en cosas materiales y otras cuestiones, pero al final si se les exigía algo contra lo nuclear de la fe y que pudiera causar tremendo daño por escándalo, afirmaban: “Non possumus”. No podemos pasar por esto, es preferible morir, vendría a decir la sentencia.
    Pues bien, “non possumus” celebrar ni la Reforma ni la figura de Lutero. Y punto. La figura del Martín Lutero ha sido –con los siglos- edulcorada, limada, estilizada, incluso ha pasado por un sinfín de liftings teológicos (para ocultar sus burradas). Ahora nos lo quieren hacer pasar por un gran “buscador” de la verdad evangélica, como un alma inquieta y pura. Casi un santo que por “cuestiones técnicas” la Iglesia católica no puede canonizar.


    La figura del reformador ha sido –con los siglos- edulcorada, limada, estilizada incluso ha pasado por un sinfín de liftings teológicos (para ocultar sus burradas.


    Inferno, pintura del Beato Angélico



    Pero Lutero fue Lutero.
    O mejor dicho, fue muchos Luteros a cual peor. Ciertamente no fue el único protestante reformador y teológicamente Calvino fue infinitamente más destructor y disolvente. Pero ello no puede legitimar a un personaje con el que ahora se nos quiere hacer pasar un “trágala”.

    Es imposible resumir todas las contradicciones y barbaridades del personaje en un sencillo post. Pero no podemos callar unas cuantas cosas. Por tanto, intentaremos ir aportando algunas cuestiones que todo católico debería saber sobre la figura del Reformador. Este primer artículo sorprenderá por que a alguno le parecerá un argumento “beatorro”. Pero ahí lo dejamos y que cada uno juzgue. Se trata de la visión que tuvo una santa mujer sobre el destino final de Lutero, con motivo -precisamente- del 4º Centenario de su nacimiento.

    En 1883, la actual Beata, Sor María Serafina Micheli (1849-1911), fundadora del Instituto de las Hermanas de los Ángeles, pasaba por la localidad de Eisleben, en Sajonia-Alemania, lugar de nacimiento de Lutero. Justo esa jornada se celebraba el cuarto centenario del nacimiento del hereje en cuestión (10 de noviembre 1483).

    Sor María Serafina iba a lo suyo y no atendió al gran festejo en la población. Lo único que deseaba era encontrar una Iglesia donde orar y visitar el Santísimo Sacramento. Las iglesias de la población estaban cerradas pues ya era de noche. En la oscuridad encontró una Iglesia cerrada, pero su deseo de oración era tan grande que se arrodilló ante la puerta, sin caer en la cuenta que era una iglesia luterana. Y sin darse cuenta se puso a rezar.
    Su Ángel de la Guarda le dijo: “Quiero hacerte ver el lugar dónde Martín Lutero fue condenado a sufrir la vergüenza y el castigo de su orgullo“.
    La beata tenia un trato especial con su Ángel de la Guarda y éste se le apareció en ese momento. Y sin más le dijo: “Levántate porque se trata de una Iglesia protestante”. Y añadió … “Quiero hacerte ver el lugar dónde Martín Lutero fue condenado a sufrir la vergüenza y el castigo de su orgullo“.

    Tras estas palabras, la religiosa vio un horrible abismo de fuego, donde son cruelmente atormentadas innumerables almas. En el fondo del abismo vio la figura de Martin Lutero. Se distinguía de los demás porque estaba rodeado por demonios que le obligaron a arrodillarse. Los demonios portaban grandes martillos, y a pesar de las resistencias vanas de Lutero, iban a clavarle un enorme clavo en la cabeza.

    Sor Serafina entendió claramente que la celebración del nacimiento de Lutero era una aberración y que no se le podían tributar honras, conmemoraciones y adulaciones. Desde entonces, la beata, cada vez que tenía ocasión, exhortaba a sus hijas espirituales vivir en humildad y caridad. Estaba convencida de que Martín Lutero había sido condenado al infierno, sobre todo por el pecado mortal del orgullo. El orgullo hizo que Lutero cayera en pecado mortal y dio lugar a la rebelión abierta contra la Iglesia Católica. Con él arrastró a infinidad de almas.
    J.B.
    Más referencias sobre esta visión:
    Vainilla dio el Víctor.

  5. #5
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    Re: Lutero, no y no

    En la fiesta del gran hereje








    El 31 de octubre es una fecha marcada a fuego en la agenda Papal, con un claro objetivo: conmemorar el V Centenario de la mal llamada reforma protestante, ósea de la herejía protestante, que tanto daño hizo a la cristiandad esparciendo su error por Alemania y el norte de Europa y más tarde por Norteamérica y el resto de América en innumerables sectas. España llevó la fe a América, los ingleses la herejía. Para contrarrestar la funesta figura de Lutero emergió en la Iglesia la ciclópea figura de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, milicia en defensa de la sana doctrina, siempre militante contra la herejía.


    Lástima que no cupiese en tan apretada agenda papal el V Centenario de Santa Teresa de Jesús, maestra de oración, modelo de obediencia y de amor a la Iglesia, ni para la visita a España, el país que evangelizó el nuevo continente, incluida Argentina. Mientras la estatua de Lutero, con el color rojo demoníaco, preside tan campante el aula Pablo VI del Vaticano. Todo ello fue analizado espléndidamente en esta página: Francisco y “San†MartÃ*n Lutero: Perfectamente juntos


    Conviene repasar las palabras exactas con las que se refiere el Catecismo de San Pío X al Protestantismo, herejía fundada por Martín Lutero y dividida en innumerables sectas.



    • 129. El Protestantismo o religión reformada, como orgullosamente la llaman sus fundadores, es el compendio de todas las herejías que hubo antes de él, que ha habido después y que pueden aún nacer para ruina de las almas.
    • 130. Con una lucha que dura sin tregua hace veinte siglos, no ha cesado la Iglesia católica de defender el depósito sagrado de la verdad que, Dios le ha encomendado y de amparar a los fieles contra la ponzoña de las heréticas doctrinas.
    • 131. A imitación de los Apóstoles, siempre que lo ha exigido la pública necesidad, la Iglesia, ha definido con toda claridad la verdad católica, la ha propuesto como dogma de fe a sus hijos, y ha arrojado de su seno a los herejes, lanzando contra ellos la excomunión y condenando sus errores.
    • 132. El Concilio que condenó el protestantismo fue el Sacrosanto Concilio de Trento, denominado así por la ciudad donde se celebró.
    • 133. Herido con esta condenación, el protestantismo vio desenvolverse los gérmenes de disolución que llevaba en su viciado organismo: las discusiones lo desgarraron, multiplicáronse las sectas, que, dividiéndose y subdividiéndose, lo redujeron a menudos fragmentos. Al presente, el nombre de protestantismo no significa ya una creencia uniforme y extendida, sino que encierra un amontonamiento, el más monstruoso, de errores privados e individuales, recoge todas las herejías y representa todas las, formas de rebelión contra la santa Iglesia católica.


    Analicemos igualmente los principales puntos doctrinales que siglos antes había determinado el Concilio de Trento para fortalecer la fe católica ante la herejía protestante:



    Declaró que las fuentes de la revelación son las Escrituras y la Tradición de la Iglesia. De esta manera la Iglesia contestaba la doctrina de Lutero que todo lo cifraba en la sola Escritura.



    Fijó los libros de la Biblia o canon: son 73 libros; 46 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Testamento. Los protestantes aceptan 39 libros del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Testamento; en total, 66 libros; siete menos que los católicos. Los protestantes no aceptan Tobías, Judit, Sabiduría, Eclesiastés, Baruc, 1 y 2 de Macabeos.



    Explicó la doctrina del pecado original, la gracia y los sacramentos, que en pocas palabras se resume así: El hombre nace herido con el pecado original, pero no corrompido. Dicho pecado se borra totalmente con el bautismo, aunque queda la concupiscencia o la tendencia o inclinación al pecado. El bautismo nos santifica y el hombre con la gracia del bautismo y de los sacramentos puede hacer obras buenas y meritorias a los ojos de Dios. Así daba contestación al protestantismo que decía que el hombre estaba totalmente corrompido y era incapaz de hacer el bien, aunque haya recibido el bautismo.



    Reafirmó la existencia de los siete sacramentos.



    Afirmó que la fe en Jesucristo salva, pero que las obras buenas son necesarias. Los protestantes afirman que sólo la fe salva, pues todas las obras hechas por el hombre son obras empecatadas y no agradables a Dios.



    Volvió a enseñar, conforme a la tradición, el valor de las indulgencias, el culto a los santos, el celibato, la vida religiosa, la existencia del purgatorio. Para ganar las indulgencias se necesita, además de la obra de caridad a la que está ligada, tener un corazón contrito, que rechaza el pecado. Ese espíritu penitencial se debe manifestar confesándose, recibiendo la comunión y rezando por las intenciones del Papa.



    Pu
    blicó el catecismo romano, destinado a los párrocos, para ayudarles en su labor y en la enseñanza del catecismo a los niños.


    LUTERO SE CREÍA DIVINO



    Por último quiero compartir con ustedes un texto de Don Plinio Corrêa de Oliveira, pensador católico tradicional, donde profundiza magistralmente en la nefasta figura de Lutero. Es un documento sumamente interesante para desenmascarar hasta el tuétano el pensamiento de la siniestra figura de Lutero y la intrínseca malignidad de su perversa doctrina.


    Es un análisis muy lúcido, clarividente y actual. ¿Tiene algo que ver con Cristo este gran impío? ¿Puede haber un acercamiento con los protestantes, si no renuncian totalmente a las herejías y aberraciones de su fundador? Les dejo con el texto de Don Plinio, escrito en la “Folha de S. Paulo”, 10 de enero de 1984.


    ——–


    No comprendo cómo ciertos eclesiásticos contemporáneos, incluso de los más cultos, doctos e ilustres, pueden hacer de Lutero, el heresiarca, una figura mítica, con el empeño de favorecer una aproximación ecuménica.
    Esta aproximación sería en primer término con el protestantismo e indirectamente con todas las religiones, escuelas filosóficas, etc. Discernirán estos hombres el peligro que a todos nos acecha al final de ese camino? Me refiero a la formación a escala mundial de un siniestro supermercado de religiones, filosofías y sistemas de todo tipo, en el que la verdad y el error se presentarán fraccionados, mezclados y puestos en bullicio. Sólo quedaría ausente del mundo —si es que se pudiera llegar hasta allá— la verdad total; o sea, la fe católica, apostólica, romana, pura y sin mancha.


    A propósito de Lutero —a quien le correspondería bajo cierto aspecto el papel de punto de partida en esta marcha hacia el desorden total— publico hoy algunos tópicos más que muestran bien el olor que su figura rebelde exhalaría en ese supermercado o, mejor, en esa necrópolis de religiones, de filosofías y del mismo pensamiento humano.



    La doctrina de la justificación indepen*diente de las obras es un elemento carac*terístico de la enseñanza de Lutero. En términos llanos quiere decir que los méri*tos superabundantes de Nuestro Señor Jesucristo aseguran al hombre por sí so*los la salvación eterna. De manera que se puede llevar en esta tierra una vida de pecado sin remordimiento de conciencia ni temor de la justicia de Dios.



    ¡Para él la conciencia no era la voz de la gracia, sino la del demonio!




    1. Por eso le escribió a un amigo que el hombre vejado por el demonio de cuando en cuando “debe beber con más abundancia, jugar, divertirse y aun come*ter algún pecado por odio y para molestar al demonio, para no darle pie a que per*turbe la conciencia con niñerías. (…) Todo el decálogo (de la ley de Dios) se debe borrar de nuestros ojos y nuestra alma, de nosotros, tan perseguidos y molestados por el diablo”
    2. En este sentido también escribió Lutero: “Dios sólo te obliga a creer y a confesar. En todas las otras cosas te deja libre y dueño de hacer lo que quieres, sin peligro alguno de conciencia; más bien es cierto que a Él no le importa incluso que dejes a tu mujer, huyas de tu señor y no seas fiel a ningún vínculo. ¿Y qué más le da (a Dios) que hagas o dejes de hacer semejantes cosas?”
    3. Tal vez más tajante es esta incita*ción al pecado en carta a Melanchton del 1 de agosto de 1521: “Sé pecador y peca de veras (“esto peccátor et peca fórtier”), pero con aún mayor firmeza cree y alégra*te en Cristo, vencedor del pecado, de la muerte y del mundo. Durante la vida pre*sente debemos pecar. Basta que por la misericordia de Dios conozcamos al Cordero que quita los pecados del mundo. De él no nos ha de separar el pecado aunque cometamos mil homicidios y mil adulterios por día
    4. Esta doctrina es tan descabellada que el propio Lutero a duras penas conse*guía creer en ella: “No hay ninguna reli*gión en toda la tierra que enseñe esta doctrina de la justificación; yo mismo, aunque la enseñe públicamente, creo en ella con gran dificultad
    5. Pero el mismo Lutero reconocía los efectos de su predicación confesada*mente insincera: “El Evangelio encuentra hoy en día adherentes que se persuaden de que ésta no es sino una doctrina que sirve para llenar el vientre y dar rienda suelta a todos los caprichos.


    Y acerca de sus secuaces evangélicos Lutero agregaba que “son siete veces peores que antes. Después de la predica*ción de nuestra doctrina los hombres se entregaron al robo, a la mentira, a la impostura, a la crápula, a la embriaguez y a toda especie de vicios. Expulsamos un demonio (el Papado) y vinieron siete peo*res”



    Después que comprendimos que las buenas obras no son necesarias para la justificación, quedamos mucho más remi*sos y fríos en la práctica del bien. (…) Y si hoy se pudiese volver a la antigua situa*ción, si de nuevo reviviese la doctrina que afirma la necesidad del recto proceder para ser santo, otro sería nuestro entu*siasmo y disposición en el ejercicio del bien”




    1. Todos esos desvaríos explican que Lutero haya llegado al frenesi del orgullo satánico, diciendo de sí mismo: “¿No os parece este Lutero un hombre extravagante? Para mí lo tengo como Dios. Si no, cómo podrían tener sus es*critos y su nombre la potencia de trans*formar mendigos en señores, asnos en doctores, falsificadores en santos, lodo en perlas?”
    2. Otras veces la opinión que Lutero tenía de sí mismo era mucho más objeti*va: “Soy un hombre expuesto y compro*metido en la sociedad, en la crápula, en los impulsos carnales, en la negligencia y otras molestias, a las que se vienen a juntar las de mi propio oficio


    Excomulgado en Worms en 1521, Lutero se entregó al ocio y a la indolencia. Y el 13 de julio escribió a Melanchton, otro prócer protestante: “Yo aquí me hallo, insensato y endurecido, establecido en el ocio; ¡oh, dolor!, rezando poco y dejando de gemir por la Iglesia de Dios, porque mi carne indómita arde en grandes llamas. En suma, yo, que debo tener fervor de espíritu, tengo el fervor de la carne, de la lascivia, de la pereza, del ocio y de la somnolencia



    Javier Navascués

    En la fiesta del gran hereje
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  6. #6
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    Re: Lutero, no y no

    La fiesta de la condenación: Francisco celebra a Lutero





    Francisco con el libro de las 95 tesis de Lutero, 13-Otc-2016


    La fiesta de la condenación: Francisco celebra a Lutero


    Por César Félix Sánchez Martínez

    En ese libro fascinante –y de lectura más que obligada en estos tiempos terribles-, titulado Fátima, Roma, Moscú del padre Gérard Mura (edición en español de 2005), se revela, entre otras cosas, el misterioso simbolismo de una fecha: 13 de octubre, última aparición y milagro del sol en Fátima. Basándose en estudios historiográficos recientes, el padre Mura señaló como fecha del martirio de San Pedro el 13 de octubre del año 67. Curiosamente, sería el mismo día casi 1900 años después, en que ocurriría, en palabras de Romano Amerio, la «ruptura de la legalidad conciliar», cuando, el 13 de octubre de 1962, el cardenal Liénart, de Lille, «capturaría» el micrófono en la asamblea conciliar, y, encabezando un golpe de fuerza de la minoría progresista, impondría el descarte de los esquemas del Sínodo Romano previo, elaborados bajo la vigilancia del cardenal Ottaviani, y daría propiamente origen al Concilio Vaticano II, al volver a comenzar los trabajos de elaboración de los documentos, pero esta vez con peritos progresistas y con un manejo hábil del «consenso» manufacturado. Se había iniciado de esa forma el desmantelamiento modernista de la Iglesia.


    Lo que el libro no alcanzó a consignar fue lo que ocurriría nueve años después de su publicación en español: el 13 de octubre de 2014, la Relatio Post Disceptationem del Sínodo de la Familia fue leída por el cardenal relator, Peter Erdö, a los 190 padres sinodales. El revuelo fue inmenso tanto en medios católicos como seculares; dos puntos, relativos a la comunión a los divorciados vueltos a casar y otro –el punto 50-, de aceptación de la orientación homosexual, al reconocer sus «dones y atributos» específicos para la Iglesia, fueron los más escandalosos. Aunque la Relatio Synodi ulterior fue en algo aguada, la exhortación Amoris Laetitia y su interpretación autorizada por parte del papa Francisco, tres años después, abren la puerta al sacrilegio de permitir la comunión a pecadores públicos, violentando la doctrina católica. Esta medida no solo se agota en este supuesto mero cambio disciplinar, sino, como han señalado prestigiosos intelectuales como Robert Spaemann y Josef Seifert –para nada sospechosos de “ultratradicionalismo”-, la apertura de un horizonte de abolición de la idea de pecado en la Iglesia.


    Tampoco alcanzó a consignar lo que ocurrió el 13 de octubre de 2016. Ese día, en el contexto de la recepción por parte del papa Francisco de una delegación de «peregrinos» luteranos alemanes (así los consideraba Radio Vaticana), y, al margen de las usuales declaraciones del pontífice –que en esta ocasión oscilaron por todos los grados de equivocidad que la doctrina católica considera, desde la proposición temeraria hasta la herética –, el mundo presenció un hecho inédito, en el Aula Paulo VI, en la Santa Sede de Pedro, se ponía en un puesto de honor una estatua del archiheresiarca Martín Lutero, abominador del papado, destructor de la fe (pues, como diría Romano Amerio, el libre examen, núcleo de la doctrina luterana, es la definición misma, el constitutivo formal, de la herejía, no una simple negación de un dogma particular, sino la negación de todos) y personaje violento y vulgar, para nada «misericordioso».





    El mismo Francisco acudirá el 31 de octubre a Lund, Suecia, a conmemorar el inicio del aniversario 500 de la Revuelta Protestante. El 31 de octubre de 1517, Lutero clavó sus 95 Tesis (que, como dice García-Villoslada, no eran 95 ni tesis) en la puerta de la iglesia del palacio de Wittenberg. Un nuevo simbolismo en la fecha: doscientos años antes de la fundación de la Gran Logia de Inglaterra, primera francmasonería «especulativa» y trescientos, de la Revolución bolchevique. Tres fechas anticristianas. Tres fechas representativas de la lucha del Demonio por aniquilar los frutos de la redención. Pero además, recordemos que el 31 de octubre es la víspera del 1 de noviembre, día en que la Iglesia conmemora la Fiesta de Todos los Santos, es decir, de las almas que están en el cielo. Al día siguiente, 2 de noviembre, la Iglesia ofrecerá oraciones por las almas que están en el purgatorio. Parece ser, entonces, que, para completar el panorama de estos días consagrados a la ultratumba, se requeriría una fiesta de las almas que están en el infierno. Fiesta abominable celebrada por los satanistas y por el hombre-masa de las «sociedades globales» que, sin saberlo, se disfraza de un alma condenada y juega «inocentemente» a infestar lugares. Ese también es el día de la Pseudoreforma: una fiesta de condenación. Y la cabeza de la Iglesia Católica se apresta a celebrarlo.


    Parece ser que, ante los ojos humanos, la conjuración anticristiana ha triunfado.


    Sin embargo, hay motivos para confortarnos. En primer lugar, la vindicación absoluta, para todo católico con un mínimo de honestidad intelectual y espiritual, de las previsiones de Monseñor Marcel Lefebvre. En su famosa Declaración del 21 de noviembre de 1974 (que acabaría costándole la supresión ilegal de su obra, la Fraternidad de San Pío X, y ulteriormente su suspensión a divinis, mientras tantos delincuentes y pervertidos fundaban seudomovimientos «eclesiales» que recibían el aplauso de la Jerarquía), escribió lo siguiente: «Nos adherimos de todo corazón y con toda nuestra alma a la Roma católica, guardiana de la fe católica y de las tradiciones necesarias para el mantenimiento de esa fe; a la Roma eterna, maestra de sabiduría y de verdad. Por el contrario, nos negamos y nos hemos negado siempre a seguir a la Roma de tendencia neomodernista y neoprotestante, que se manifestó claramente en el Concilio Vaticano II y, después del Concilio, en todas las reformas que de él surgieron. Todas estas reformas, en efecto, han contribuido y siguen contribuyendo a la demolición de la Iglesia, a la ruina del sacerdocio, a la destrucción del sacrificio y de los Sacramentos, a la desaparición de la vida religiosa y a la implantación de una enseñanza naturalista y teilhardiana en las universidades, seminarios y catequesis, enseñanza surgida del liberalismo y del protestantismo condenado tantas veces por el Magisterio solemne de la Iglesia. Ninguna autoridad, ni siquiera la más elevada en la jerarquía, puede obligarnos a abandonar o a disminuir nuestra fe católica, claramente expresada y profesada por el magisterio de la Iglesia desde hace diecinueve siglos».


    El acto del 31 de octubre de 2016 no ha caído del cielo, es parte de un proceso de protestantización, alertado por diversas figuras, significativamente por Monseñor Lefebvre, y expresado en la reforma litúrgica y el aggiornamento en general. El pontificado de Francisco es un fruto claro de la reforma litúrgica, que se aleja de manera impresionante de la doctrina de Trento, como señalaron en el Breve Examen Crítico del Novus Ordo Missae los cardenales Ottaviani y Bacci, y que significó una protestantización de la liturgia explícitamente confesada por Monseñor Annibale Bugnini, quien la fabricó. Lex orandi, lex credendi: los efectos deletéreos de la Nueva Misa, que permanecían ocultos para muchos ciegos voluntarios, se revelan, cincuenta años después, en la doctrina y acción del primer pontífice cuyo sacerdocio solo conoció de ese rito.


    Por otro lado, los diversos signos en torno al Mensaje de Fátima y al panorama mayor de la teología de la historia de estos últimos tiempos nos hablan de que la medida ha sido colmada y, como diría el conde José de Maistre, en las Veladas de San Petersburgo, refiriéndose a la imposibilidad de que el hombre pueda permanecer en un estado de anomia y desacralización: «Debemos aprestarnos para un acontecimiento inmenso en el orden divino, hacia el cual marchamos con una tan acelerada velocidad que sorprenderá a todos los observadores. Temibles oráculos ya anuncian que los tiempos han llegado».


    STAT VERITAS
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  7. #7
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    Re: Lutero, no y no

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  8. #8
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    Re: Lutero, no y no

    Cita Iniciado por Hyeronimus Ver mensaje
    En la fiesta del gran hereje










    El 31 de octubre es una fecha marcada a fuego en la agenda Papal, con un claro objetivo: conmemorar el V Centenario de la mal llamada reforma protestante, ósea de la herejía protestante, que tanto daño hizo a la cristiandad esparciendo su error por Alemania y el norte de Europa y más tarde por Norteamérica y el resto de América en innumerables sectas. España llevó la fe a América, los ingleses la herejía. Para contrarrestar la funesta figura de Lutero emergió en la Iglesia la ciclópea figura de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, milicia en defensa de la sana doctrina, siempre militante contra la herejía.


    Lástima que no cupiese en tan apretada agenda papal el V Centenario de Santa Teresa de Jesús, maestra de oración, modelo de obediencia y de amor a la Iglesia, ni para la visita a España, el país que evangelizó el nuevo continente, incluida Argentina. Mientras la estatua de Lutero, con el color rojo demoníaco, preside tan campante el aula Pablo VI del Vaticano. Todo ello fue analizado espléndidamente en esta página: Francisco y “San†MartÃ*n Lutero: Perfectamente juntos


    Conviene repasar las palabras exactas con las que se refiere el Catecismo de San Pío X al Protestantismo, herejía fundada por Martín Lutero y dividida en innumerables sectas.



    • 129. El Protestantismo o religión reformada, como orgullosamente la llaman sus fundadores, es el compendio de todas las herejías que hubo antes de él, que ha habido después y que pueden aún nacer para ruina de las almas.
    • 130. Con una lucha que dura sin tregua hace veinte siglos, no ha cesado la Iglesia católica de defender el depósito sagrado de la verdad que, Dios le ha encomendado y de amparar a los fieles contra la ponzoña de las heréticas doctrinas.
    • 131. A imitación de los Apóstoles, siempre que lo ha exigido la pública necesidad, la Iglesia, ha definido con toda claridad la verdad católica, la ha propuesto como dogma de fe a sus hijos, y ha arrojado de su seno a los herejes, lanzando contra ellos la excomunión y condenando sus errores.
    • 132. El Concilio que condenó el protestantismo fue el Sacrosanto Concilio de Trento, denominado así por la ciudad donde se celebró.
    • 133. Herido con esta condenación, el protestantismo vio desenvolverse los gérmenes de disolución que llevaba en su viciado organismo: las discusiones lo desgarraron, multiplicáronse las sectas, que, dividiéndose y subdividiéndose, lo redujeron a menudos fragmentos. Al presente, el nombre de protestantismo no significa ya una creencia uniforme y extendida, sino que encierra un amontonamiento, el más monstruoso, de errores privados e individuales, recoge todas las herejías y representa todas las, formas de rebelión contra la santa Iglesia católica.


    Analicemos igualmente los principales puntos doctrinales que siglos antes había determinado el Concilio de Trento para fortalecer la fe católica ante la herejía protestante:



    Declaró que las fuentes de la revelación son las Escrituras y la Tradición de la Iglesia. De esta manera la Iglesia contestaba la doctrina de Lutero que todo lo cifraba en la sola Escritura.



    Fijó los libros de la Biblia o canon: son 73 libros; 46 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Testamento. Los protestantes aceptan 39 libros del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Testamento; en total, 66 libros; siete menos que los católicos. Los protestantes no aceptan Tobías, Judit, Sabiduría, Eclesiastés, Baruc, 1 y 2 de Macabeos.



    Explicó la doctrina del pecado original, la gracia y los sacramentos, que en pocas palabras se resume así: El hombre nace herido con el pecado original, pero no corrompido. Dicho pecado se borra totalmente con el bautismo, aunque queda la concupiscencia o la tendencia o inclinación al pecado. El bautismo nos santifica y el hombre con la gracia del bautismo y de los sacramentos puede hacer obras buenas y meritorias a los ojos de Dios. Así daba contestación al protestantismo que decía que el hombre estaba totalmente corrompido y era incapaz de hacer el bien, aunque haya recibido el bautismo.



    Reafirmó la existencia de los siete sacramentos.



    Afirmó que la fe en Jesucristo salva, pero que las obras buenas son necesarias. Los protestantes afirman que sólo la fe salva, pues todas las obras hechas por el hombre son obras empecatadas y no agradables a Dios.



    Volvió a enseñar, conforme a la tradición, el valor de las indulgencias, el culto a los santos, el celibato, la vida religiosa, la existencia del purgatorio. Para ganar las indulgencias se necesita, además de la obra de caridad a la que está ligada, tener un corazón contrito, que rechaza el pecado. Ese espíritu penitencial se debe manifestar confesándose, recibiendo la comunión y rezando por las intenciones del Papa.



    Pu
    blicó el catecismo romano, destinado a los párrocos, para ayudarles en su labor y en la enseñanza del catecismo a los niños.


    LUTERO SE CREÍA DIVINO



    No comprendo cómo ciertos eclesiásticos contemporáneos, incluso de los más cultos, doctos e ilustres, pueden hacer de Lutero, el heresiarca, una figura mítica, con el empeño de favorecer una aproximación ecuménica.
    Esta aproximación sería en primer término con el protestantismo e indirectamente con todas las religiones, escuelas filosóficas, etc. Discernirán estos hombres el peligro que a todos nos acecha al final de ese camino? Me refiero a la formación a escala mundial de un siniestro supermercado de religiones, filosofías y sistemas de todo tipo, en el que la verdad y el error se presentarán fraccionados, mezclados y puestos en bullicio. Sólo quedaría ausente del mundo —si es que se pudiera llegar hasta allá— la verdad total; o sea, la fe católica, apostólica, romana, pura y sin mancha.


    A propósito de Lutero —a quien le correspondería bajo cierto aspecto el papel de punto de partida en esta marcha hacia el desorden total— publico hoy algunos tópicos más que muestran bien el olor que su figura rebelde exhalaría en ese supermercado o, mejor, en esa necrópolis de religiones, de filosofías y del mismo pensamiento humano.



    La doctrina de la justificación indepen*diente de las obras es un elemento carac*terístico de la enseñanza de Lutero. En términos llanos quiere decir que los méri*tos superabundantes de Nuestro Señor Jesucristo aseguran al hombre por sí so*los la salvación eterna. De manera que se puede llevar en esta tierra una vida de pecado sin remordimiento de conciencia ni temor de la justicia de Dios.



    ¡Para él la conciencia no era la voz de la gracia, sino la del demonio!




    1. Por eso le escribió a un amigo que el hombre vejado por el demonio de cuando en cuando “debe beber con más abundancia, jugar, divertirse y aun come*ter algún pecado por odio y para molestar al demonio, para no darle pie a que per*turbe la conciencia con niñerías. (…) Todo el decálogo (de la ley de Dios) se debe borrar de nuestros ojos y nuestra alma, de nosotros, tan perseguidos y molestados por el diablo”
    2. En este sentido también escribió Lutero: “Dios sólo te obliga a creer y a confesar. En todas las otras cosas te deja libre y dueño de hacer lo que quieres, sin peligro alguno de conciencia; más bien es cierto que a Él no le importa incluso que dejes a tu mujer, huyas de tu señor y no seas fiel a ningún vínculo. ¿Y qué más le da (a Dios) que hagas o dejes de hacer semejantes cosas?”
    3. carta a Melanchton del 1 de agosto de 1521: “Sé pecador y peca de veras (“esto peccátor et peca fórtier”), pero con aún mayor firmeza cree y alégra*te en Cristo, vencedor del pecado, de la muerte y del mundo. Durante la vida pre*sente debemos pecar. Basta que por la misericordia de Dios conozcamos al Cordero que quita los pecados del mundo. De él no nos ha de separar el pecado aunque cometamos mil homicidios y mil adulterios por día.
    4. una doctrina que sirve para llenar el vientre y dar rienda suelta a todos los caprichos.


    Y acerca de sus secuaces evangélicos Lutero agregaba que “son siete veces peores que antes. Después de la predica*ción de nuestra doctrina los hombres se entregaron al robo, a la mentira, a la impostura, a la crápula, a la embriaguez y a toda especie de vicios. Expulsamos un demonio (el Papado) y vinieron siete peo*res”



    Después que comprendimos que las buenas obras no son necesarias para la justificación, quedamos mucho más remi*sos y fríos en la práctica del bien. (…) Y si hoy se pudiese volver a la antigua situa*ción, si de nuevo reviviese la doctrina que afirma la necesidad del recto proceder para ser santo, otro sería nuestro entu*siasmo y disposición en el ejercicio del bien”

    Un terco obsesionado de visión distorsionada que aún recogemos los despojos mundiales de su radical retuerzo del cristianismo. Creo que este hombre no amaba a Jesus, ni su palabra dada.


    Tándem Aquila Vincit
    ———————————



    Salve, llena de gracia; el Señor es contigo..
    Bendita tú eres entre todas las mujeres que fueron, son y serán; Reina Virginal, Madre Santísima, Virgen Pura..El Espíritu Santo vendra sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá; por eso el santo Ser que nacerá será llamado Hijo de Dios.

    Y el Oriente, Luz Verdadera vino al mundo e ilumina a todo hombre y toda mujer como Sol de justicia.

    TÚ DIOS mío solo ayúdanos, que nosotros haremos para Su camino.

  9. #9
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    Re: Lutero, no y no

    LUTERÁNDONOS: EL PAPADO





    “Es importante ver las fuentes”, dicen; pues es esto lo que hemos venido haciendo hace casi un año. Veamos ahora, que se pondera la “reforma” (no; no digamos “reforma”, que Lutero no reformó un comino, sino digamos “Ruptura”), algunos de sus conceptos en un par de posts.
    ¿Qué pensaba Lutero?¿qué decía?Pues vamos:—————–En carta a su amigo y discípulo Zwinglio, Lutero decía poco tiempo después de la ruptura (no digan “reforma”, que Lutero no reformó un c…):

    “Le asusta a uno ver cómo donde en un tiempo todo era tranquilidad e imperaba la paz, ahora hay dondequiera sectas y facciones: una abominación que inspira lástima… Me veo obligado a confesarlo: mi doctrina ha producido muchos escándalos. Sí; no lo puedo negar; estas cosas frecuentemente me aterran, sobre todo cuando mi conciencia me recuerda que hemos destruido el presente estado de la Iglesia, tan tranquila y tan apacible cuando estaba bajo el papado…” (…). ¿Cuántos maestros distintos surgirán en el siglo próximo? La confusión llegará al colmo”[1].
    Y veamos algunas de sus citas sobre lo que pensaba de la Iglesia y del Papado

    “Yo no impugno la inmoralidad y los abusos, sino la sustancia y la doctrina del Papado”, yo nunca dejé de atacar las dos columnas del Papado: los votos monásticos y el sacrificio de la misa”[2].
    “Por mi parte la suerte está echada: desprecio tanto el furor como el favor de Roma. No quiero reconciliarme ni estar en comunión con ellos por toda la eternidad. Condenen y quemen mis libros; yo quemaré y condenaré públicamente, mientras tenga fuego en la mano, todo el derecho pontificio, esa ciénaga de herejías (…)[3]. Del mismo modo que ellos me excomulgan en nombre de su sacrílega herejía, así también, por mi parte, los excomulgo en nombre de la santa verdad de Dios. Cristo Juez verá cuál de las dos es válida ante él. Amén”[4].
    “El papa es adversario de Cristo y apóstol del diablo… el papa es peor que el turco… por eso yo lo llamo el gran asesino… loado sea Dios, porque a los ojos de Su Santidad y de los papistas yo soy un hereje”[5].
    “El papa mismo es un loco furioso, un falsificador de la historia, un mentiroso, un blasfemo, un profanador, un tirano del emperador, de los reyes y del universo entero, un estafador, un bribón, un expoliador de los bienes eclesiásticos y seculares (…). Cerdo, burro, rey de los asnos, perro, rey de las ratas, lobo, oso–lobo, hombre–lobo, león, dragón, cocodrilo, larva, bestia, etc.”
    “Oye, papa Paulo, no tienes fe ninguna; ni tú ni tus hijos, los cardenales y la familia de la corte romana, respetáis a Dios, porque sois puercos epicúreos, igual que todos los papas, tus predecesores. Si todavía me queda algo de fuerza, volveré a atacar sus bulas y breves e intentaré peinar las largas orejas de ese gran borricazo”[6]. “El papa es la cabeza de la maldita multitud de los peores bribones de la tierra: un lugarteniente del demonio, un enemigo de Dios, adversario de Cristo, destructor de las iglesias cristinas, maestro de todas las mentiras, blasfemias e idolatrías; archiladrón de las iglesias, robador de las llaves y de todos los bienes sacros y profanos, asesino de reyes, instigador de toda clase de matanzas, el mayor burdelero de los burdeleros y fomentador de toda lujuria”[7].

    Que no te la cuenten…P. Javier Olivera Ravasi

    [1] Cito sólo por comodidad y en razón de la brevededad la obra del P. Alfredo Sáenz (La Nave y las tempestades. La Reforma Protestante, Gladius, Buenos Aires 2005, 267). En trabajos posteriores daremos las mismas citas a partir del trabajo de Denifle que ya hemos indicado en este sitio.

    [2] Alfredo Sáenz, La Nave y las tempestades. La Reforma Protestante, Gladius, Buenos Aires 2005, 90.

    [3] Ídem, 129.

    [4] Ídem, 134.

    [5] Ídem, 139.

    [6] Ídem, 242.

    [7] Ídem, 244.


    Luterándonos: el Papado – Que no te la cuenten




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  10. #10
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    Re: Lutero, no y no

    Protestante Digital ve también que el rey está desnudo

    Luis Fernando PËREZ BUSTAMANTE, el 2.11.16 a las 8:46 AM


    La verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero (*). Protestante Digital ha publicado un editorial en el que señala un hecho obvio. A saber, que el acto de Suecia, por mucho que los medios de comunicación generalistas -y yo añado que casi todos los católicos-, se haya presentado como un hecho histórico que abre las puertas a la unidad entre el catolicismo y el protestantismo, no puede ocultar una realidad “irreformable": no se puede unir lo que esencialmente es distinto.

    Por vivencia personal conozco perfectamente lo que significa ser protestante evangélico y lo que es ser católico. Pues bien, no se puede ser las dos cosas a la vez. Ni se puede ser una cosa sin dejar de ser la otra. Es decir, a menos que una de las partes, o ambas, renuncie a su esencia y asuma la de la otra, cabe decir aquello de que “lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible".

    Obviamente Protestante Digital arrima al ascua a su sardina y plantea el asunto desde el punto de vista de los “Solas” de la Reforma. Pero es que las cosas son como son. Enumero:

    - Católicos y protestantes no compartimos la misma Revelación. El protestantismo niega que la Tradición forme parte de ella. Y niega el papel del Magisterio.

    - Católicos y protestantes no tenemos ni siquiera la misma Biblia. Ellos rechazan la canonicidad de los Deuterocanónicos.

    - Católicos y protestantes no tenemos los mismos sacramentos. Ellos rechazan todos (muchos no llaman sacramento al bautismo) o buena parte de ellos.

    - Católicos y protestantes no estamos de acuerdo en cómo se alcanza la justificación por la que podemos ser salvos. Ellos son solafideístas, nosotros no.

    - Católicos y protestantes no estamos de acuerdo sobre el papel de María en el plan de salvación. Ni en el papel de los santos en el cielo como intercesores en favor nuestro.


    - Etc.

    Señores, eso no va a cambiar jamás. Ya pueden papas pasados, presentes y futuros ir a Suecia, a Alemania o a las Islas Maldivas. Siempre habrá una aplastante mayoría de protestantes que jamás van a renunciar a esas diferencias señaladas. Y ningún Papa tiene autoridad para renunciar a los dogmas católicos que nos separan del protestantismo.


    Desde el punto de vista católico, convendría tener muy en cuenta otro hecho. El protestantismo no solo está dividido en multitud de denominaciones, cada una independiente de las demás. En realidad, está dividido en dos grandes ramas: el protestantismo evangélico, fiel a los principios de Lutero, Calvino y cía; y el protestantismo liberal, que tiene de cristianismo solo el nombre, porque rechaza la inerrancia de las Escrituras y es un instrumento más del secularismo y la cultura de la muerte.

    Pues bien, los únicos realmente interesados en el ecumenismo con Roma son los protestantes liberales. Pero ocurre otra cosa. Esos protestantes están en estado de descomposición total. Apenas tienen fieles. En Suecia, sin ir más lejos, solo un 2% de los luteranos acuden a los cultos dominicales. No pintan nada en su sociedad. Ocurre algo parecido con los anglicanos en Inglaterra. Sin embargo, la inmensa mayoría de los protestantes evangélicos de Iberoamérica acuden a sus cultos, tanto en domingo como, en no pocas ocasiones, varias veces a la semana.

    En otras palabras, estamos asistiendo a un hecho verdaderamente insólito. La jerarquía de la Iglesia Católica está empeñada en llegar a una unión con protestantes que habrían sido echados a patadas del protestantismo por los mismísimos Lutero, Calvino, Zwinglio, Wesley, Menno Simons, Spurgeon, etc, etc. Y que, de hecho, no son considerados como hermanos en la fe por la gran mayoría de los protestantes del mundo.

    Es más, pregunto, ¿en serio alguien piensa que la fe católica no va a ser sacudida, por no decir demolida, si se profundiza en ese maridaje con el protestantismo liberal?

    Si se quiere seguir jugando a ese juego absurdo, que se haga. Pero somos muchos los católicos que ya nos hemos dado cuenta que, en relación al ecumenismo con protestantes, el rey está desnudo.

    Laus Deo Virginique Matri.

    Luis Fernando Pérez Bustamante

    (*) Para que no se me enfaden los hermanos separados, yo soy el porquero



    Protestante Digital ve también que el rey está desnudo
    DOBLE AGUILA y Vainilla dieron el Víctor.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


    Nada sin Dios

  11. #11
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    Re: Lutero, no y no

    “Non Possumus”, a propósito de Lutero (III): Lutero se suicidó, simplemente.


    Las actuales biografías de Lutero están más que edulcuradas. A penas hacen referencia hacia los últimos momentos de su vida o, peor aún simplemente mienten sobre él. Durante mucho tiempo en el mundo católico no sólo se sabía sino que se explicaba con toda naturalidad el trágico final de Lutero. Luego las cosas cambiaron y como quien da una orden misteriosa, se dejó de hablar del triste final de Lutero.Los datos de la época no dejan lugar a dudas. Tras una opípara cena (a Lutero le podía la gula y sus cenas, especialmente en los últimos años, acababa ebrio) se acabó suicidando. Así queda atestiguado convenientemente por su criado personal llamadoRudtfeld. En 1606, Sédalius publicó su testificación. Otros muchos escritores y estudiosos escribieron sobre el asunto. Todos coinciden en que Rudtfeld encontró a su amo Martín Lutero colgado de uno de los postes de su cama. Lo atestiguan Audin, en su Vide de Lutero; Lorrenz en El fin de Lutero; Hosius, Juan Harén, Lorenzo Surius, Tomás Malvendra, Teodoro Pevtrejus, el sabio alemán Majunke, Manhart, y un largo etcétera.Como apoyo a estos testimonios hay infinidad de datos que dan consistencia al hecho. Son concluyentes los aportados en dos estudios: Martín Lutero, homicida y suicida, por el P. Luigi Villa, publicado en la Revista Chiesa Viva, nº 258, Brescia, Italia; y Lutero, del P. Pedro de I. Muñoz, en la revista Tradición Católica, nº 137, Barcelona.
    Siguiendo la exposición de Dom Licínio Rangel, OVS, podemos establecer que:
    1.- Lutero tenía un temperamento extremamente mórbido y neurótico. Después de su revuelta contra la Iglesia, su neurosis alcanzó los límites extremos. Estudios especializados le atribuyen una “neurosis de angustia gravísima”, del tipo que lleva al suicidio (Roland Dalbies, en Angustia de Lutero).
    2.-El suicidio de Lutero es afirmado tanto por católicos como por protestantes. Este es el testimonio de su criado, Ambrosio Kudtfeld, que más tarde se hizo médico, y que hemos mencionado más arriba:

    “Martín Lutero, en la noche que antecedió a su muerte, se dejó vencer por su habitual intemperancia, y en tal exceso, que fuimos obligados a cargarlo totalmente embriagado, y a colocarlo en su lecho. Después nos retiramos a nuestro aposento sin presentir nada de desagradable. Por la mañana volvimos a nuestro patrón para ayudarlo a vestirse, como de costumbre. Pero, ¡que dolor! Vimos a nuestro patrón Martín colgando de su cama y estrangulado míseramente. Tenía la boca torcida y la parte derecha del rosto oscura; el cuello morado y deformado. Ante tan horrendo espectáculo, fuimos invadidos por un gran terror. Corrimos sin demora a los príncipes, sus convidados de la víspera, para anunciarles aquel execrable fin de Lutero. Ellos quedaron aterrorizados como nosotros. Y logo se empeñaron com mil promesas y juramentos, que observásemos, sobre aquel acontecimiento, eterno silencio, y que colocásemos el cadáver de Lutero en su cama, e anunciásemos al pueblo que el ‘Maestro Lutero’ había imprevistamente abandonado esta vida”.

    Este relato del suicidio de Lutero fue publicado en Amberes, en el año de 1606, por el sensato Enrique Sedalius (que también hemos referido más arriba).



    También el Oratoriano Th. Bozio, en su De Signis Ecclesiae del 1592, escribe que aprendió de un doméstico de Lutero que su señor fue encontrado ahorcado de las columnas de su lecho. También el dr.. G. Claudin, en la Cronaca Medica (1900, p. 99) ha publicado el texto de esa “deposición” del doméstico, de la cual he aquí lo esencial:

    «Por la gloria de Cristo, yo revelaré a plena luz lo que vi y anuncié a los príncipes de Elsleben: Martín Lutero se dejó llevar por sus inclinaciones, de tal modo que debimos llevarlo en estado de completa ebriedad y ponerlo en el lecho… A la mañana siguiente, yendo a mi señor para ayudarlo a vestirse, lo encontré, ¡oh dolor! A él, mi señor, ahorcado en su lecho, literalmente estrangulado. Fui a avisar a los príncipes que me hicieron jurar no hablar a nadie acerca de este suceso».

    3.-Dos médicos comprobaron los síntomas de suicidio relatados por su criado Kudtfeld. Fueron ellos Cester y Lucas Fortnagel. Las informaciones de este último fueron publicadas por el escritor Jacques Maritain, de confianza para los más progresistas, en su libroLos Tres Reformadores. En esa obra el autor ofrece también una impresionante lista de amigos y compañeros de Lutero que se suicidaron.





    Fuente sobre vida y final de Lutero:

    http://www.chiesaviva.com/lutero%20o...%20suicida.pdf



    https://barraycoa.com/2016/11/02/non...o-simplemente/



    Vainilla dio el Víctor.

  12. #12
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    Re: Lutero, no y no


  13. #13
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    Re: Lutero, no y no

    “Non Possumus”, a propósito de Lutero (II): Lo que pensaba Lutero sobre los judíos.




    Obra de Lutero: “Sobre los judíos y sus mentiras (1543)


    Pocos conocen que el hoy aclamado Lutero fuera un profundo antijudío. Los que saben de su odio visceral hacia el pueblo judío, siempre o lo han ocultado, o bien los han aguado con extraños argumentos teológicos.

    El caso es que en 1543 aparecía un escrito de su mano titulado: “Los judíos y sus mentiras”. Ya estábamos al final de sus días, pero su habitual ímpetu exagerado aún era capaz de volcarse contra los judíos

    Pero el libro no deja lugar a dudas. Empieza con una declaración de intenciones: “Habí*a decidido no escribir nunca más, ni de los judíos, ni contra los judí*os. Sin embargo, como quiera que esta malvada y miserable gente no cesa de tratar de destruir a los cristianos, he permitido que este pequeño libro salga adelante para todos aquellos que han resistido tan venenosa acometida de los judí*os y así* advertir a los cristianos para que permanezcan en guardia contra ellos. Yo no podría creer que un cristiano se permitiera a sí mismo ser engañado por los judíos y tomar parte de su destierro y miseria. Pero el diablo es el dios de este mundo, y donde no está la palabra de Dios, él se mete fácilmente, no sólo entre los débiles, sino también entre los fuertes. Dios nos ayude. Amén.”

    En el libro escribía lindezas como que había que quemar las sinagogas, destruir sus libros de oración, prohibir predicar a los rabinos, aplastar y destruir sus casas, incautarse sus propiedades, confiscar su dinero y obligar a esos “gusanos venenosos” a realizar trabajos forzados o expulsarlos para siempre. No es de extrañar que los nazis tuvieran a Lutero en un pedestal.

    Mas joyas que pueden encontrarse en el libro:


    “Los judíos son pequeños diablos condenados al infierno (E: 32, p: 276) tal vez los cristianos delicados y blandos de corazón creerán que soy demasiado drástico y riguroso contra los pobres, afligidos judíos, y crean que los ridiculizo y los trato con mucho sarcasmo. Por mis palabras, soy demasiado débil para ser capaz de ridiculizar tan satánicos engendros. Estaría contento de poder hacerlo, pero ellos son mucho más adeptos de la burla que yo y poseen un Dios que es un maestro en este arte, o sea el mismísimo diablo (E. 32, p. 286). Aunque no hubiera otra evidencia que el Antiguo Testamento yo mantendría, y ninguna persona podría cambiar mi opinión, de que los judíos tal como son hoy, son una verdadera mezcla de todos los malévolos y depravados bribones que hay en este mundo, que se han dispersado en todos los países, al igual que los tártaros, gitanos y gente así, para afligir a todas las diferentes naciones con su usura, escupir sobre los demás y traicionar, envenenar, embaucar y raptar niños, abreviando, para practicar toda clase de injurias y actos deshonestos.”



    O bien:


    “Aquellos judíos que profesan la carrera de cirujanos o doctores despojan de salud y bienestar a los cristianos que usan de sus medicamentos, por que tales doctores judíos hacen con ello un favor especial a su Dios si atormentan y asesinan furtivamente a los cristianos, y nosotros como ingenuos que somos, todavía socorremos a nuestros enemigos y a sus diabólicos usos en el momento en que nuestras vidas están en peligro, lo cual es probar la paciencia de Dios.”


    O también:


    “Tan pronto como mi principal asunto (advertiros de los judíos) haya sido efectuado, me consagraré a la expulsión de los judíos. El conde Albrecht es hostil hacia ellos y los ha abandonado ya, pero no son molestados por nadie. Con la ayuda de Dios ayudaré al conde con los sermones que hago desde el púlpito para que los abandonen.”


    Y sigue:


    “A vuestro lado también hay muchos judíos viviendo en el país, haciendo mucho daño… deberíais saber que los judíos blasfeman y violan día a día el nombre de Nuestro Salvador… por esta razón, señores y hombres con autoridad, no deberíais tolerarlos, sino expulsarlos. Ellos son nuestros enemigos públicos e incesantemente blasfeman de Nuestro Señor Jesucristo, llaman una prostituta a Nuestra Virgen María y un bastardo a su Hijo Sagrado y a nosotros nos dan el epíteto de imbéciles y engendros.

    Si pudieran asesinarnos, lo harían alegremente y de hecho muchos de ellos matan a cristianos , especialmente aquellos que profesan como cirujanos y doctores. Saben como tratar los medicamentos a la manera de los italianos -los Borgia y los Medicis- que daban venenos a la gente proporcionándoles la muerte en una hora o en un mes. Por lo tanto, combátelos severamente porque no hacen sino blasfemar extremadamente al Señor, tratan de robar nuestras vidas, nuestra salud, nuestro honor y pertenencias…

    Por esta razón no puedo tener paciencia ni tener una conversación con estos blasfemos y delirantes violadores del Salvador. Como buen patriota quiero daros esta advertencia por última vez para que no participéis en pecados ajenos. Deberíais estar seguros de que solo deseo lo mejor para vosotros, príncipes y súbditos (E. 62, p. 189)”.


    Proponer a Lutero como un puntal del actual ecumenismo no tiene el más mínimo sentido. La Iglesia evangelista luterana, tanto en Alemania como en los países nórdicos está más que acabada. Su fundador, un auténtico desastre humano, radical, resentido, que rezumaba odio contra casi todo, no nos lo pueden presentar como ejemplo de tolerancia.

    Javier Barraycoa

    Edición en castellano





    https://barraycoa.com/
    Última edición por Hyeronimus; 03/11/2016 a las 19:11

  14. #14
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    Re: Lutero, no y no

    “Non Possumus”, a propósito de Lutero (IV): Lutero a la caza de los campesinos.

    Lutero a la caza de los campesinos

    Luther ohne Mythos de Hubertus Mynarek es un libro necesario y desmitificador sobre Martín Lutero. Lutero, al principio de su predicación se posicionó a favor de los campesinos y en contra de los príncipes alemanes y cualquiera que ostentase alguna autoridad. En esa primera etapa teorizó sobre el derecho de Rebelión contra las autoridades. Pero fue una época breve ya que pronto fue acogido por los príncipes alemanes y protegido por ellos. Entonces sus escritos cambiaron radicalmente e inició una de las apologías más salvajes contra el campesinado que se recuerdan en la historia del pensamiento.

    Luteranos ejecutan a un anabaptista



    Thomas Müntzer
    , uno de los exaltados, hereje y revolucionario campesino, un anabaptista, fue de los primeros que recibió las invectivas de los príncipes alemanes acaudillados espiritualmente por Lutero. Tras su revolución campesina Thomas Müntzer fue capturado, se le sometió a juicio sumarísimo con la tortura correspondiente. Tras ser violentamente azotado, fue condenado a la pena capital, siendo decapitado. Antes, Lutero había escrito una carta a los príncipes de Sajonia contra Müntzer, ordenando a la nobleza sajona eliminar violentamente al “Satán maldito de Allstedt”, como llamaba Thomas Müntzer (aunque dicho sea de paso el protestante Müntzer había sido un asesino piadoso de masas). En la carta lo denomina: “espíritu devorador del mundo”, “demonio mendaz”, “Satán por antonomasia”, “espíritu mendaz”, “demonio expulsado”.

    En otros escritos las acusaciones de Lutero para con Müntzer son aún más desmedidas y desatadas. En su Amonestación por la paz en los doce artículos del campesinado de Suabia califica a Müntzer de “profeta bribón”, “príncipe de los demonios, que gobierna en Mühlhausen y no hace otra cosa que robar, asesinar y derramar sangre”.

    Lutero, en su conocido y terrorífico escrito titulado “Contra las hordas asesinas y ladronas de campesinos” (1525). Se escribe en el marco de las revueltas campesinas contra los príncipes alemanes. La tesis del libro en el fondo es muy sencilla: los campesinos están endemoniados y, por tanto, es lícito liquidarlos. Ya se ve que se estaba manejando alta teología. Podemos leer que escribe sobre ellos:

    “Nada más venenoso, dañino y demoníaco que esta gente, que sólo impulsan actividades satánicas”, “que sirven al demonio bajo la apariencia de Evangelio”, “de ahí que se merezcan una y mil veces la muerte corporal y espiritual, “son peones del demonio” y “conforman una federación satánica de maldad y perdición”.

    Lutero deja caer que los demonios han vaciado el infierno y anidan en los campesinos: “Hay que huir de ellos como del mismo demonio”. Pero mejor que huir de ellos, insta a los Príncipes alemanes, es aniquilarlos:

    “Quien puede y quiere ahogar a un rebelde hace bien en ejecutarlo, puesto que ante un rebelde público toda persona es dos cosas: juez y verdugo. Igual que pasa con un fuego, que el mejor es quien primero lo sofoca… De igual manera aquí, quien pueda debe destruir, ahorcar y asesinar, en secreto o en público… Como ocurre quien se ve obligado a matar un perro rabioso… Un cristiano piadoso debiera sufrir cien veces la muerte, si fuera menester, antes de aceptar lo más mínimo en el tema de los campesinos”.


    Los años 1524 y 1525,fueron en los que Lutero ejerció con sus escritos y apelaciones una propaganda tan desorbitada de acoso contra Müntzer y los campesinos. En el trasfondo Lutero encubría y justificaba una situación política y nada religiosa. Su teología de una Iglesia universal invisible y misteriosa de los verdaderos creyentes, se convirtió en estado eclesial. Los príncipes alemanes se convirtieron en teócratas y Lutero entonces empezó a predicar contra los que atentaban contra las autoridades constituidas.


    Guerra de campesinos alemanes



    Marx
    llegó a decir: “Lutero ha transformado los curas en laicos porque a los laicos los ha convertido en curas”. Así, los príncipes se volvían intocables. Desobedecerles en cualquier materia, aunque mandaran algo injusto, era como enfrentarse a Dios. Con toda solemnidad manifestó Lutero en 1528 la idea de que “el mandato de Moisés “honra a tu padre” se refería a estos príncipes.

    Lutero, en un ataque de megalomanía, se sintió llamado a transmitir a los príncipes la orden de Dios de golpear y aniquilar a los campesinos:

    “Los predicadores son los mayores criminales, ya que exhortan a la autoridad a que, en función de su cargo, castiguen a los impíos malvados. Yo, Martín Lutero, he matado a todos los campesinos rebeldes, pues he llamado a matarlos; que toda su sangre caiga sobre mis hombros. Pero yo la remito a nuestro señor Dios, que me ha ordenado transmitir este mandato suyo”.


    A los labradores, a pesar de su reconocimiento de algunas de sus exigencias, aconsejó obediencia a cualquier precio:


    “Porque el que la autoridad sea mala e injusta no disculpa la rebeldía o el amotinamiento. Puesto que castigar la maldad no es competencia de cada uno sino de la autoridad civil, que porta la espada. El que la autoridad os arrebate injustamente vuestros bienes es una cosa, pero otra que les arrebatéis su poder, y con ellos todos sus bienes, su cuerpo y alma, convirtiéndoos así en mayores ladrones que ellos”.


    Los 12 artículos y reglamentos de la liga de campesinos



    En su escrito “Los 12 artículos y reglamentos de la liga de campesinos”, afirmaba respecto a los campesinos “que ellos no podían apelar al derecho cristiano del Nuevo y Antiguo Testamento, ni tampoco al derecho natural porque básicamente para ellos sólo rige el derecho cristiano: no rebelarse contra la injusticia, no echar mano a la espada, no defenderse, no tomar venganza sino entregar el cuerpo y el alma porque, que robe quien robe, nuestra confianza está en el Señor, quien, como ha prometido, no nos abandonará. Sufrir, sufrir, cruz, cruz es el derecho de los cristianos y no otra cosa. Un cristiano se deja robar, quitar, presionar, patear, saquear, devorar, que le vocifere todo aquel que quiera, él es un mártir”.

    En el ya citado escrito Contra las bandas de campesinos saqueadoras, insiste:

    “Así la autoridad debe actuar con tranquilidad y consuelo y asesinar con buena conciencia mientras le quede un soplo de vida. Ésta es su ventaja, que los campesinos tienen mala conciencia y hacen cosas injustas y serán asesinados por ello, y serán presa eterna del demonio en cuerpo y alma. Pero la autoridad, que tiene buena conciencia y hace cosas justas, puede dirigirse a Dios con toda la seguridad de su corazón y decirle: Mira, Dios mío, me nombraste príncipe e colocaste como Señor, no puedo dudar de que me has encomendado blandir la espada sobre los malhechores (Rom 13, 4). Es tu palabra, no cabe mentira; debo cumplir mi función sin vacilar, de lo contrario pierdo tu gracia; es también evidente que estos campesinos se han hecho acreedores a la muerte con reiteración ante ti y ante el pueblo, me has mandado castigarles… Y yo quiero castigarles y matarles mientras me quede un soplo de vida, tú lo juzgarás y lo encontrarás justo”.


    https://barraycoa.com/
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  15. #15
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    Re: Lutero, no y no

    ¿Cómo murió Lutero?

    La versión oficial protestante narra que el mayor artífice de la ruptura cristiana falleció de muerte natural, el 15 de febrero de 1546, luego de un viaje a Eisleben y padeciendo una angina en el pecho; ¿fue realmente así?
    Un estudioso alemán contemporáneo, Dietrich Emme, ofrece una versión muy diferente en una revisión de los hechos. En su “Martin Luther, Seine Jugend und Stu*dienzeit 1483-1505. Eine doku*mentarische Darstelleng[1] (“Mar*tín Lutero: La juventud y los años de estudio desde 1483 al 1505. Bonn 1983”) señala que Lutero se suicidó; pero no es el único en señalarlo.


    Asimismo, un psicoanalista freudiano, M. Roland Dalbiez,en su estudio sobre “La angustia de Lutero”[2],le atribuye «…una neurosis de angustia gravísima, tan grave que uno puede preguntarse si no ha sido debida a un estado-límite en la frontera entre la neurosis, por una parte, y el “raptus suicida”, por otra, un automatismo teleológico anti-suicida»[3].

    Sí; Lutero tuvo tendencias suicidas, como puede corroborarse en sus mismas “Tischreden” (“Charlas de sobremesa”) donde se reporta, entre otras, una de sus conversaciones con el pastor Güben, Leonhard Beyer, ocurrida en el año 1551:

    «Nos dijo que, cuando estaba prisionero, el diablo lo había malvadamente atormentado y que había reído de todo corazón cuando él (Lutero) tomó en su mano un cuchillo, diciéndole: “¡Ve adelante! ¡Suicídate!” (…). Esto me ha ocurrido muy a menudo, tanto como para ponerme en la mano un cuchillo… y que pensamientos malvados me venían a la mente de tal modo, de manera de no poder ya rezar»[4].

    Algo análogo narra en 1606 el franciscano Heinrich Sedulius, en su “Preaescriptiones adversus haereses” al traer a colación el valioso testimonio de Ambrosio Kudtfeld, un testigo y hombre de confianza del “reformador” quien, lejos de narrar una muerte a causa de una angina, dice:


    «Martín Lutero, la noche antes de su muerte, se dejó vencer por su habitual intemperancia y en tal exceso que fuimos obligados a llevarlo, completamente alcoholizado, y colocarlo en su lecho. Luego, nos retiramos a nuestra cámara, ¡sin presentir nada desagradable! A la mañana siguiente, volvimos junto a nuestro señor para ayudarlo a vestirse, como de costumbre. Entonces – ¡oh, qué dolor! – ¡vimos a nuestro señor Martín colgando del lecho y estrangulado miserablemente! Tenía la boca torcida, la parte derecha del rostro negra, el cuello rojo y deforme»[5].



    Efectivamente en aquella época se usaban camas elevadas, sostenidas por columnas.



    «Frente a este horrendo espectáculo, ¡fuimos presos de un gran temor! ¡Corrimos, sin retardo, a los príncipes, sus convidados de la víspera, a anunciarles el execrable fin de Lutero! Ellos, llenos de terror como nosotros, nos comprometieron en seguida, con mil promesas y los más solemnes juramentos, a observar, respecto de aquel suceso, un silencio eterno, y que nada trascendiera. Luego, nos ordenaron quitar del cabezal el horrible cadáver de Lutero, ponerlo sobre su lecho y divulgar, después, entre el pueblo, que el “maestro Lutero” ¡había abandonado de improviso esta vida»[6].



    El mismo Maritain señala que el doctor De Coster, quien examinó a Lutero, explica que la boca del difunto se encontraba torcida con el rostro negro y con su cuello rojo y deforme[7].

    También el sacerdote oratoriano Bozio, en su libro “De Signis Ecclesiae”, publicado en 1592[8], señala que un doméstico del reformador indicó que su señor fue encontrado ahorcado de las columnas de su lecho; lo mismo dice el Dr. Géorges Claudin[9].


    Como bien señala el P. Villa, al parecer “Lutero, entonces, no murió de muerte natural, como se ha escrito falsamente en todos los libros de historia del protestantismo, sino que murió suicida, en su mismo lecho, después de una esplendorosa cena en la cual, como de costumbre, ¡había bebido desmesuradamente y se había saciado de comida fuera de todo límite!”[10].


    Él, quien había despotricado contra la Iglesia, el Papado y la doctrina católica, paradójicamente ese 15 de febrero de 1546, fiesta de la Cátedra de San Pedro, abandonaba voluntariamente su vida mortal a las tres de la mañana, la anti–hora de la redención que nos trajo Nuestro Señor Jesucristo en el calvario.


    Es triste: pero así acaban los que mal andan…

    Que no te la cuenten…
    P. Javier Olivera Ravasi



    [1] Vale la pena decir que los dos historiadores más competentes en Alemania acerca de la vida de Lutero, el Dr. Theobald Beer y el Prof. Remigius Baumer, han corroborado tanto el material, como los documentos citados por Emme.


    [2] Roland Dalbiez, L’angoisse de Luther, Tequi, Paris 1974.


    [3] Luigi Villa, Martín Lutero. Homicida y suicida, Civiltà, Brescia s/f, 5 (http://www.chiesaviva.com/lutero%20o...%20suicida.pdf), 8.


    [4] Luigi Villa, op. cit., 12-13.

    [5] Ibídem, 16. El texto en latín puede verse en Heinrici Seduli ex Ordine Minorum, Praescriptiones adversus haereses, Officina Plantiniana, Amberes 1606, 257 pp. (online, aquí: Libro F. Heinrici Seduli ex Ordine Minorum Praescriptiones adversus haereses PDF - Bajar Libros PDF).

    [6] Ibídem. Es interesante coincidencia, Maritain cuenta en su libro Tres reformadores, que muchos amigos, compañeros y primeros discípulos de Lutero también acabaron suicidándose.

    [7] El dato que trae Maritain se encuentra en la edición francesa; no en la castellana.

    [8] Tomás Bozio, De signis Ecclesiae Dei, Pedro Landry, Lyon 1593-1594, 3 vols.

    [9] Géorges Claudin, La mort de Luther, Noisy-Le-Sec, Paris 1900, 99 (puede consultarse aquí: Université de France. Académie de Paris. La mort de Luther. Thèse présentée à la Faculté de théologie protestante de Paris pour obtenir le grade de bachelier en théologie et soutenue... le 6 décembre 1895... par Georges Claudin | Gallica=).

    [10] Luigi Villa, op. cit., 17.



    La muerte de Lutero – Que no te la cuenten
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  16. #16
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  17. #17
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    Re: Lutero, no y no

    Conferencia presentada por Ángela Pellicciari, historiadora, profesora y ensayista italiana, el 28 de Agosto de 2017 en el marco del curso La Reforma protestante 500 años después, realizado en la Residencia La Granda en Avilés (Asturias, España).

    LUTERO Y SUS CONTRADICCIONES


    Lamento no poder hablar español. Siento también el no poder hablar libremente, como siempre hago, y estar obligada a leer con dificultad lo que he escrito en vuestro bello idioma.

    El título de la conferencia que se me ha pedido es muy acertado: en el sentido que el pensamiento de Lutero es una constante contradicción. Lutero parte de algunos principios que después, sistemáticamente, niega.

    Me he preguntado: ¿por qué? ¿Por qué Lutero teoriza ideas y sugiere acciones que están en contraste radical con los fundamentos de su doctrina?

    Me parece que la raíz, la razón de sus continuas contradicciones hay que buscarla en un sentimiento que lo domina: el odio.

    Odio a Roma.

    Odio a Roma, tanto la Roma cristiana como la pagana (es suficiente ver el modelo utilizado para caracterizar el soldado ejemplar del ejército luterano: Felipe de Hesse, el bígamo Felipe de Hesse, a quien Lutero define como el “nuevo Arminio”). Odio que consigue hacer extraordinariamente eficaz gracias a las desagradables imágenes que, durante todos los años de su vida pública (del 1520 al 1545), Lutero va elaborando obsesivamente junto con su amigo Cranagh sobre papas, curas, monjes y cardenales. Xilografías que los jesuitas Grisar y Heege consiguieron recuperar con mucho trabajo y que publicaron al inicio del siglo XX (veinte) en una serie de folletos.

    El odio contra Roma tiene como consecuencia pretender sustituir a Roma en lo que tiene de único: la universalidad. Comporta querer que Alemania tome el lugar ocupado por Roma durante dos mil años. Lutero separa a una parte importante de Alemania de la comunión con Roma, es decir de la universalidad cristiana, que lleva a cumplimiento la universalidad greco-romana, la cultura greco-romana. El daño al pueblo alemán, implícitamente abandonado a la soledad de su propia mitología pagana y al pensamiento gnóstico, es incalculable.

    Voluntad de poder.

    El resultado natural del odio de Lutero es su ilimitada voluntad de poder. Voluntad de poder que lo lleva a escribir de nuevo no solo la historia de la Iglesia, sino también toda la historia de la salvación tal como nos ha sido revelada.

    Analicemos algunas expresiones de A los príncipes cristianos de la nación alemana de 1520, título que vuelve a evocar casi literalmente el masón Fichte en 1808 en el Discurso a la nación alemana(sirva esto como ejemplo para subrayar la importancia de Lutero a la hora de forjar la identidad de la nueva Alemania anti-romana): “Despertemos, mis queridos alemanes”, “en esta batalla no luchamos contra los hombres, sino contra el príncipe de los demonios”, “hasta ahora los papas y sus seguidores con la ayuda del diablo han podido confundir al rey”.

    De esta premisa brota el imperativo dado a los príncipes para ir a la batalla contra el anticristo que está en Roma. ¿Por qué los príncipes tienen que combatir contra Roma y tomar su lugar en la guía de la Iglesia? Porque Dios, por boca de Lutero, así lo quiere: “Por ello digo: como la autoridad ha sido instituida por Dios para castigar a los malos y proteger a los buenos, se le debe dar la libertad para su función, a fin de actuar sin obstáculos dentro de todo el cuerpo de la cristiandad sin mirar a la persona, aunque caigan el Papa, los obispos, los curas, los monjes, las monjas o lo que sea”; “Deben [los príncipes] ejercer libremente su función y su obra, que tienen de Dios sobre todo el mundo, allí donde sea menester y útil desempeñarlas”, “Por tanto el poder secular cristiano ha de ejercer su función libremente y sin obstáculos”, “Debemos llegar a ser audaces y libres y no dejar que las falsas palabras del Papa mortifiquen el espíritu de libertad”.

    Libertad y libre albedrío.

    Nos encontramos de este modo con la primera gigantesca contradicción de Lutero: el monje agustino usa como un mantra la palabra libertad, pero ¿qué entiende por libertad? Entiende sólo y exclusivamente la libertad respecto a Roma. Una libertad además que vale para los príncipes y sólo para los príncipes. Libertad que comporta un totalitarismo desconocido en el ámbito cristiano: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt 22, 21) se convierte en dad al César lo que es del César y dadle también lo que es de Dios. Dad al César tanto el poder temporal como el poder espiritual. De un plumazo Lutero borra las interminables batallas libradas por el poder espiritual para ser autónomo respecto a la autoridad temporal. La libértas Ecclésiæ que la Iglesia ha reivindicado y defendido durante quince siglos, incluso con la sangre, es así destruida.

    Las revueltas campesinas.

    Cuando el odio hacia Roma –y la santificación de la revolución que comporta– inducen a caballeros y campesinos a rebelarse contra los príncipes para participar también ellos en la repartición de los bienes de la Iglesia, que Lutero ha asignado sólo a los príncipes (un tercio de la riqueza nacional alemana está en manos de la Iglesia…), Lutero invita a combatir a los campesinos sin piedad (1525, Contra las hordas ladronas y asesinas de los campesinos). ¿Por qué? Porque han robado y saqueado “con impiedad conventos y castillos que no eran suyos”; han cubierto “con el Evangelio sus crímenes” y querían “convertir en propiedad común los bienes de los demás, sin dejar de tener los suyos”. En la práctica, porque han hecho las mismas cosas que Lutero ha teorizado para los príncipes.

    ¿Con qué argumentación justifica el monje agustino un uso tan desvergonzado de dos varas de medir? Con la siguiente consideración: “El bautismo no hace comunes el cuerpo y los bienes, sino sólo el alma” ya que “Cristo pone cuerpo y bienes bajo el emperador y la ley secular”: la obediencia que Lutero reclama al poder temporal independientemente de cualquier valoración de méritos, exigida además en nombre de Dios, llega a niveles de despotismo que pueden parecer inhumanos.

    Gnosticismo.

    Niveles que descansan sobre la distinción-contraposición de alma y cuerpo que tiene en cuenta la posible existencia de un hombre dividido en dos, dividido entre el espíritu, que se considera libre, y el cuerpo, considerado como un esclavo. Por otro lado, ya en el 1520, en La libertad cristiana, Lutero había teorizado sorprendentemente la coexistencia de dos naturalezas en el hombre: “Todo cristiano posee una naturaleza espiritual y otra corporal”. En estas afirmaciones parece que Lutero comparta la visión gnóstica del hombre, que desprecia el cuerpo y exalta el espíritu (que se supone que culmina en los príncipes: Hegel no está lejos). Concepción radicalmente antitética a la revelación bíblica: “Y todo estaba muy bien”.

    Predestinación.

    El odio a Roma comporta la negación del sacramento del Orden, la anulación del magisterio, la revisión de los novíssimi: ¡los hombres no son libres! Pero si no son libres no pueden realizar ninguna obra buena. Por tanto, Dios no los premia con el paraíso y no los castiga con el infierno, sino que es Dios mismo el que, desde la eternidad, con una doble predestinación, destina a unos a la felicidad eterna y a otros al sufrimiento eterno.

    Cuando Lutero, en polémica con Roma, afirme ‘Sólo Escritura’, en nombre de esta ‘Sólo Escritura’ negará toda la visión de Dios mostrada por la Sagrada Escritura: toda la Biblia niega que la voluntad del hombre sea esclava (desde la alianza de Moisés hasta la de Josué, el hombre es presentado siempre como libre de escoger entre la vida y la muerte, el bien o el mal), como niega también la terrible visión de un Dios que cree a alguien sólo para enviarlo al infierno (el Dios bíblico es Padre, esposo, amante de la vida y de su criatura hasta promover su rescate con la muerte de su único hijo).

    Libre examen.

    Son numerosísimas las contradicciones entre la ‘Sólo Escritura’ y la Escritura, comenzando por la que se refiere al ‘libre examen’ que Lutero reivindica mientras que San Pedro lo niega expresamente en su Segunda carta (“Sabiendo, sobre todo, lo siguiente, que ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta propia, pues nunca fue proferida profecía alguna por voluntad humana, sino que, movidos por el Espíritu Santo, hablaron los hombres de parte de Dios”). Del ‘libre examen’ derivará un sectarismo extremo (un caso límite será el del sastre de Leiden), para canalizarlo Lutero impondrá en el 1535 a todos los pastores que salen de la facultad de Wittenberg el juramento de seguir la doctrina que se enseña en la universidad local, la llamada “Iglesia Católica de Cristo” (en las Charlas de sobremesa, Lutero dice: “El que desprecia la escuela de Wittenberg es un hereje y un mal hombre, porque Dios ha revelado su Palabra en esta escuela”). Diez años antes, en 1525, Lutero había teorizado justo lo contrario: “Las autoridades no pueden impedir que cada uno enseñe y crea lo que quiera”.

    Apología de la mentira.

    El Jesús que Lutero ama no repudia la mentira, al contrario, en algunos casos la santifica. Cuando se viene a saber que el segundo matrimonio de Felipe de Hesse, todavía en vida de la primera mujer, es celebrado en presencia de Melanchton, y que también Lutero había pretendido dar su consentimiento, como el escándalo suscitado es enorme, el “Moisés alemán” no tiene dudas: hay que negarlo todo: “Decir una mentira necesaria, útil y que te ayuda, no va en contra de Dios, al contrario, Él la acoge voluntariamente sobre sí”. Y: “Ella [la mentira] es una virtud si su objetivo es alcanzar un fin que resista a la malicia del demonio y salve el honor, la vida, el beneficio para el prójimo”.

    El matrimonio para Lutero no es un sacramento, tampoco se pueden emitir los votos religiosos, al menos para siempre, (“Yo hago un voto de castidad hasta que pueda, pero si no puedo mantenerlo, que se me permita casarme”, De votis monásticis judícium, 1522): dado que no somos libres, nuestras elecciones no pueden ser absolutas, hechas en vista del cielo. La Iglesia católica, por el contrario, siempre ha afirmado que no sólo es posible, sino también necesario escoger y elegir «para siempre» confiando en la libertad de la voluntad humana y la ayuda que Dios da a los que invocan su misericordia. Esto es cierto en todos los estados de vida, sea sacerdotal, religioso o matrimonial.

    Antisemitismo.

    Una última, dramática, consideración: a pesar de la proclamada ‘Sólo Escritura’ Lutero no reconoce el valor, no sólo de la Carta de Santiago que trata de la necesidad de las obras, sino también de la misma Carta a los Romanos: basta con ver los “consejos saludables” que Lutero da a los príncipes con respecto a los hebreos. Cito tres de los siete que da:


    • primero: “Lo que es útil es quemar todas sus sinagogas, y si alguna ruina se salva del incendio, hay que cubrirla con arena y barro, para que nadie pueda ver ni siquiera una piedra o una teja de esa construcción”;
    • segundo: “Sean destruidos y devastados también sus hogares. De hecho, las mismas cosas que ellos hacen en las sinagogas, también las hacen en las casas”;
    • séptimo: “Sea impuesto el trabajo duro a los judíos jóvenes y fuertes, hombres y mujeres, para que ganen el pan con el sudor de su frente” (La referencia a Lutero y a su séptimo consejo en la puerta de entrada de Auschwitz es evidente).


    Las contradicciones innumerables en las que Lutero se debate tienen su origen en haber separado la libertad de la verdad.

    Dos siglos más tarde los frutos del relativismo absolutista considerado como libertad, serán recogidos por la masonería, cuyas constituciones fueron escritas por el pastor presbiteriano James Anderson.
    ReynoDeGranada y César Ignacio dieron el Víctor.

  18. #18
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    Re: Lutero, no y no

    Este texto fue publicado en forma de folleto en la colección “Fe Íntegra” (Nº 9), por Licinio Rangel (sucesor de Mons. Antonio de Castro-Mayer en la Unión Sacerdotal San Juan Vianney), cuando los “Padres de Campos” defendían la Fe Católica tradicional. Hoy, que han caído en las garras del modernismo (por ende, del Vaticano II), queda el recuerdo de su antigua lucha por la Fe, y una lección de lo nocivo que es hacer componendas con el enemigo.

    Traducción del original en Portugués publicado en el MOVIMIENTO DE LA JUVENTUD CATÓLICA DE BRASIL (FSSPX)

    MARTÍN LUTERO, HOMICIDA Y SUICIDA.

    Estos son algunos datos históricos de la triste vida del fundador del protestantismo, y de su trágico final, después de una de sus muchas borracheras con sus amigos los príncipes.

    Martín Lutero nació en Eisleben, de la Sajonia (Alemania) en 1483, y puso fin a su propia vida en 1546, cerca de 25 años después de su revuelta contra la Iglesia de Nuestro Señor. Su madre Margarita Lindemann Ziegler fue muy religiosa, pero muy supersticiosa y dada a brujerías y encantamientos, lo que influyó mucho en el comportamiento de su hijo. El joven Lutero, después de sus estudios de humanidades en las escuelas locales de Mansfeld, fue a estudiar filosofía y derecho en la Universidad de Erfurt, donde se formó, en el año de 1505. En junio de este año entró al Convento de los Agustinos, “no por vocación, mas por miedo a la muerte”. Él mismo habló varias veces de ese “miedo a la muerte” que determinó su entrada en la religión, como lo veremos.

    LUTERO HOMICIDA.
    El Dr. Dietrich Emme (luterano), en su libro “Martín Lutero - su juventud y sus años de estudios, entre 1483 y 1505”, Bonn, 1983, afirma que Lutero entró al Convento sólo para no ser sometido a la justicia criminal, cuyo resultado habría sido, probablemente, la pena de muerte, por haber matado en duelo a un compañero de estudios llamado Jerónimo Buntz. De ahí su “miedo a la muerte” al cual se refería frecuentemente. Posteriormente un amigo le aconsejó refugiarse en el Convento de los Eremitas de San Agustín, que entonces gozaba del derecho civil de asilo, que lo colocaba al abrigo de la justicia. Fue aquí que se convirtió en monje y padre agustino.

    Lutero parecía haberse convertido. Pero no. Siempre perturbado y contradictorio, él se declara reo confeso en una prédica en 1529: “Yo fui monje, quería seriamente ser piadoso. Al contrario, me hundía siempre más: yo era un gran trapacero y homicida” (WAW, 29, 50, 18). Y un discurso transcrito por Veit Dietrich, afirma: “Me hice monje por un designio especial de Dios, a fin de que no me prendiesen; lo que hubiera sido muy fácil. Mas no pudieron porque la Orden se ocupaba de mí (esto es, los superiores del Convento lo protegían)” (WA Tr 1, 134, 32). Por tanto, Lutero fue reo de un homicidio que cometió cuando era estudiante en Erfurt. Y según sus biógrafos, el motivo habría sido despecho porque su colega obtuvo mejor nota en los exámenes.

    LUTERO EBRIO E IMPÍO.
    Él lo confiesa: “Yo aquí me encuentro insensato, y endurecido, ocioso y bebido de mañana a noche... En suma, yo que debía tener fervor de espíritu, tengo ansias de la carne, de la lascivia, de la pereza y de somnolencia”. En el ínterim, llamaba al Papa de “asno”.

    Sobre la oración decía: “No puedo rezar, pero sí puedo maldecir. En lugar de decir ‘santificado sea el tu Nombre’, diría: ‘maldito e injuriado sea el nombre de los papistas..., que el papado sea maldito, condenado y exterminado’. En verdad es así que rezo todos los días sin descanso”.

    Sobre los mandamentos, decía: “Todo el Decálogo debe ser apagado de nuestros ojos, de nuestra alma y de nosotros tan perseguidos por el diablo... Debes beber con más abundancia, y cometer algún pecado por odio y para molestar al demonio...”. Lutero no sólo afirmaba que las buenas obras nada valen para la salvación, sino que las maldecía.

    Pero sobre el pecado, él decía: “Sé pecador y peca fuertemente, pero cree com más fuerza y alégrate con Cristo vencedor del pecado y de la muerte... Durante la vida debemos pecar”.

    Sobre la castidad, Lutero incentivó a que los monjes, sacerdotes y religiosas saliesen de sus Conventos y se casaran. “El celibato -decía- es una invención maldita”. “Del mismo modo que no puedo dejar de ser hombre, así tampoco puedo vivir sin una mujer”.

    Sobre la Virgen María, “la pluma” rehusa escribir las blasfemias que profirió contra su pureza (originalmente este texto fue publicado en forma de folleto. N. del E.).

    Sobre Jesucristo, afirma que “cometió adulterio con la samaritana en el pozo de Jacob, con la mujer adúltera que perdonó..., y con la Magdalena...”.

    Sobre Dios: “Ciertamente Dios es muy grande y poderoso, bueno y misericordioso..., pero es muy estúpido; y un tirano”.

    Su último sermón en Wittenberg, en mayo de 1546, fue un furioso ataque contra el Papa, el sacrificio de la Misa y el culto a Nuestra Señora.

    LUTERO SUICIDA.
    Lutero tenía un temperamento extremamente mórbido y neurótico. Después de su revuelta contra la Iglesia, su neurosis alcanzó los límites extremos. Estudios especializados le atribuyen una “neurosis de angustia gravísima”, del tipo que lleva al suicidio (Roland Dalbies, en “Angustia de Lutero”).

    El suicidio de Lutero es afirmado tanto por católicos como por protestantes. Este es el testimonio de su criado, Ambrosio Kudtfeld, que más tarde se hizo médico:
    “Martín Lutero, en la noche que antecedió a su muerte, se dejó vencer por su habitual intemperancia, y en tal exceso, que fuimos obligados a cargarlo totalmente embriagado, y a colocarlo en su lecho. Después nos retiramos a nuestro aposento sin presentir nada de desagradable. Por la mañana volvimos a nuestro patrón para ayudarlo a vestirse, como de costumbre. Pero, ¡que dolor! Vimos a nuestro patrón Martín colgando de su cama y estrangulado míseramente.

    Tenía la boca torcida y la parte derecha del rosto oscura; el cuello morado y deformado. Ante tan horrendo espectáculo, fuimos invadidos por un gran terror. Corrimos sin demora a los príncipes, sus convidados de la víspera, para anunciarles aquel execrable fin de Lutero. Ellos quedaron aterrorizados como nosotros. Y luego se empeñaron com mil promesas y juramentos, que observásemos sobre aquel acontecimiento, eterno silencio, y que colocásemos el cadáver de Lutero en su cama, y anunciásemos al pueblo que el ‘Maestro Lutero’ había imprevistamente abandonado esta vida”.

    Este relato del suicidio de Lutero fue publicado em Amberes, en el año de 1606, por el sensato Enrique Sedulio en su libro “Præscriptiónes advérsus hæréses”, cap. XVIII, §25-27. Dos médicos comprobarán los sintomas de suicidio relatados por su criado Kudtfeld. Fueron ellos François de Coster y Lucas Fortnagel. Las informaciones de este último fueron publicadas por el escritor J. Maritain, en su libro “Los Tres Reformadores”. En ese libro el autor ofrece también una impresionante lista de amigos, compañeros y primeros discípulos de Lutero que se suicidaron.

    Por tanto, “hermanos separados” (sic) de la Iglesia Católica por ese falso y ebrio reformador, abran los ojos, y vuelvan a la verdadera Iglesia de Jesucristo. Es fácil reconecerla. Está claro en los Santos Evangelios que a la verdadera Iglesia de Cristo es una sola (Mt. 16, 16). Es lo que aquí leemos: “Tu eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. (Cf “Folletos Católicos” - nº 1).

    Inútil imaginar que Cristo señalaba para Sí cuando hablaba a Pedro. Sabemos que Cristo es la “Piedra Angular” principal de su Iglesia. Pero Él tornó a Pedro participante de esa condición. Sus palabras "son palabras de vida y de verdad”. Solo Él, como único Mediador “de Redención” (1 Tim 2, 5-6), puede fundar, y realmente fundó su única y verdadera Iglesia teniendo también por fundamento visible, en este mundo, a Pedro y sus sucesores, los Papas (NOTA DEL TRADUCTOR: mientras conservasen el Dogma de la Fe). Como hay un solo Señor, una sola Fe, un solo Bautismo (Ef. 4, 5), tambien una sola tiene que ser la Iglesia de ese único Señor. Es la Iglesia de los primeros cristianos, es la Iglesia de los mártires, es la Iglesia Católica de siempre, la única que es Apostólica, porque es la única que viene desde los Apóstoles.

    Es la única que existió desde Cristo y de los Apóstoles hasta Lutero, y hasta hoy, y que existirá “hasta el fin de los siglos” (Mt 28, 28-30). Al paso que las de los protestantes son “una legión”. Ellas comenzaron a partir de ese falso reformador, en el año de 1521, que fue el primero en atreverse a hacer lo que solo Dios puede hacer: fundar una religión. La primera de las religiones de esa “legión” de iglesias llamóse iglesia luterana. Mas, ya en el tiempo de Lutero, algunos luteranos imitarán su mal ejemplo.

    Así, Calvino fundó el calvinismo en Ginebra. Luego surgieron los anabaptistas, los anglicanos, los baptistas, los metodistas, etc., etc. (Cf. “Folletos Católicos”, nº 14). Se calcula hoy en varios millares el número de sectas nacidas de los errores luteranos. Y hoy en su nueva versión, con sus “Tiendas de bendición”, praticando un verdadero curanderismo de Biblias en la mano. La mala simiente sembrada por el ebrio y neurótico monje continuó a producir sus malos frutos.

    Pero la tentación de pretenderse reformar la irreformable obra de Nuestro Señor Jesucristo, su Iglesia, continúa. Y hasta en los medios católicos autoproclamados “progresistas”, se está pretendiendo reformar, no a los hombres de la Iglesia, sino a la propia Iglesia. Ellos se asemejan hoy a los “católicos reformados" de los tiempos de Lutero, con su falsa reforma. Ante esto, la Biblia afirma que la única Iglesia de Cristo, en sí misma, “es... santa e inmaculada” (Ef. 5, 27).

    Nota: Los datos de este folleto son de “Martín Lutero, homicida y suicida”, P. Luigi Villa, revista Chiesa Viva, nº 258, Brescia, Italia; y de “Lutero”, P. Pedro de I. Muñoz, revista Tradición Católica, nº 137, Barcelona, España.

    Dom Licinio Rangel, OVS
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  19. #19
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    Re: Lutero, no y no

    María Elvira Roca Barea - Conferencia "Lutero y su mundo"





    https://www.youtube.com/watch?v=tq5sRVrO_lY

  20. #20
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    Re: Lutero, no y no

    La verdad sobre Martin Lutero y el protestantismo (hispanofobia, nazismo,...)

    Hans Böhm, Jan Hus, Milia de Kromeriz o Girolamo Savonarola son hoy nombres vagos en la historia de Europa. Rostros desconocidos que acometieron pulsos contra la Iglesia casi idénticos a los que realizó Martín Lutero, el monje agustino que en 1517 inició el mayor cisma que ha conocido la cristiandad occidental. «Hubo muchos luteros antes. Lo excepcional de él es el contexto, con un Emperador como Carlos V a la cabeza de un poder extraordinario», destaca María Elvira Roca Barea, que presentó una exposición dedicada al agustino en el Espacio Miguel Delibes de Alcobendas.


    CONTRA LA UE DE CARLOS V

    En la resaca del V centenario del inicio de la Reforma, la autora del libro «Imperiofobia y Leyenda Negra» explora en una muestra de grabados, abierta hasta el 27 de abril, las relaciones de poder y el contexto que hicieron posibles la Reforma. Un ejercicio histórico que la mayoría de exposiciones han esquivado para centrarse solo en asuntos teológicos. «La religión solo fue la dinamita empleada por los nobles alemanes para oponerse al poder de Carlos V y a su prematuro intento de UE», apunta.

    La exposición itinerante organizada por esta célebre profesora de Harvard e investigadora del CSIC, se centra en desmitificar la idea de que la Reforma protestante trajo progreso a Europa. «Se admira a Lutero como un elemento de modernidad sin el que hubiera sido imposible un mundo democrático y civilizado. Pero es todo lo contrario: la Reforma supuso retroceder al feudalismo y perpetuar el poder de las oligarquías locales en Alemania», señala.

    Tampoco es correcta la vinculación de protestantismo y tolerancia religiosa. «Desde el minuto uno el nuevo clero fue más fanático con la disidencia, entre otras cosas, porque Roma llevaba muchos siglos gestionando las herejías. La persecución orquestada por los protestantes no dejó huella ni contaba con garantías de ningún tipo, mientras que la Iglesia empleaba instituciones como la Inquisición para iniciar procesos reglamentados».


    EL SUR DE EUROPA, INFERIOR

    El agresivo mensaje de Lutero dio lugar a sucesivas guerras y, dado su carácter xenófobo y antisemita, ha sido empleado por los elementos más extremos del nacionalismo alemán. «El humanismo alemán originó la idea de que fuerzas extranjeras, en aquel tiempo el Papa y los españoles, estaban saqueando el país», defiende Roca, que recuerda la estrecha vinculación de aquellas ideas con el III Reich: «No es casualidad que la Noche de los Cristales Rotos fuera presentada como una celebración luterana y que los nazis concurrieran a las elecciones con una imagen del reformador».

    Sí reconoce la genialidad de Lutero en el campo de la propaganda y la fabricación de mentiras. A él se le deben mitos como la inferioridad del sur respecto al norte. «El mundo católico aún hoy sigue sin comprender la lección de la importancia de la propaganda», concluye.





    https://www.youtube.com/watch?v=Ff3hAUj7Azo

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