ASOCIACIÓN ALFONSO X
¡ BIENVENIDOS AL MUNDIAL!
Al rico asesinato oiga, que estamos de rebajas. Más de tres mil ciudadanos blancos masacrados en Sudáfrica desde el fin del maligno apartheid (por no mentar las persecuciones y expropiaciones en Zimbabue). Y subiendo. Las preocupantes tasas de homicidios y violaciones (y no en la Sudáfrica del apartheid blanco sino en la del caos negro) unidas a una precaria situación económica global provocan que la asistencia de público al Mundial sudafricano no sea todo lo caudalosa que cabría esperar de esas sociedades occidentales que han reducido a mirar un balón todos sus tradicionales anhelos políticos y culturales. ¿Occidentales? Pues sí. De allí proceden la mayoría de espectadores potenciales, concretamente de Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania,y Australia . Las entradas para la población sudafricana tienen un coste menor (unos 14 euros) que para los foráneos y aún así la organización se ve obligada a incrementar el número de boletos destinados a residentes sudafricanos, desde el 11 por ciento inicial a casi el doble, para evitar el riesgo de que las televisiones ofrezcan la imagen de un Mundial con estadios semivacíos. A lo que se suma la advertencia del presidente de South African Airways, Siza Mzimela, de que más de 75.000 visitantes sufrirán el robo de sus equipajes durante el Mundial y, lo que es mejor, que los ladrones serán el propio personal de los aeródromos. Así da gusto.
Alguien tiene que afirmarlo sin ambages: el denostado colonialismo fue una proyección heroica y prodigiosa del mundo blanco, y también insólita, por su alcance y vigor, en la historia de la humanidad. El proceso de descolonización, encumbrando a nuevos santos como Mandela a las mieles del Premio Nóbel y la divinización democrática, una triste muestra que denota la alarmante debilidad del mundo occidental para mirar con orgullo la obra propia y para proteger a sus propios hijos, abandonados en un bote en medio de la tempestad. Percátense de que Julius Malema, líder de la liga juvenil del Congreso Nacional Africano (CNA), partido gobernante en Sudáfrica desde el fin del apartheid, es calurosamente recibido por las autoridades negras de Zimbabue, entonando al unísono el viejo himno “matar a los boer, matar a los granjeros”, mientras desde las televisiones occidentales se nos incita con urgencia a apadrinar negritos para satisfacer nuestras inquietudes humanitarias. A esos mismos negritos para los que no somos otra cosa que arrogantes tiranos que sólo merecen ser destripados por su osadía de haber levantado una gran cultura que en tiempos eclipsó el planeta entero y que ahora, con sus ruinas cayéndose a pedazos, desconcertados y asustados, sin comprender el verdadero alcance de nuestra tragedia actual, nos vemos a merced de lobos hambrientos cuando creíamos hallarnos insertos en una pacífica aldea global donde todos los pueblos colaboraban amistosamente en un placentero clima de mestizaje y armonía. No señores, nos hemos creído nuestra propia mentira, pero el mundo no funciona así. Nunca lo ha hecho. El incontrovertible hecho de que hallamos perdido nosotros el apetito no implica que los demás lo hayan perdido también. Africanos o asiáticos no son culpables de nuestra cobardona languidez, sólo cumplen su papel de procurar imponerse en un mundo que, ellos sí, entienden como perpetua lucha. Porque resulta que ni una sola cultura ha creído jamás en esa ficticia y hollywoodiense (véase la utópica “Invictus” de Clint Eastwood) alianza global salvo nosotros que somos imbéciles. Y con ojos imbéciles miramos el mundo. Lo que hoy acontece en una galaxia muy, muy lejana como Sudáfrica o Zimbabue pasará mañana mismo en el umbral de nuestro hogar y, desde nuestra obstinada y cazurra imbecilidad, seguiremos sin entenderlo.
Disfruten del Mundial. Y cántenlo con Bisbal.
Joaquín Verdú
Publicado por Información en 19:45
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