No. Tenemos que dar la cara. No podemos ocultar nuestra condición de creyentes. Si nos avergonzamos de Cristo, Él ha dicho que se avergonzará de nosotros. Si los pocos que quedamos no vamos a declarar la verdad, ¿quién lo hará? Qué importa lo que piensen de nosotros, qué importa que nos cruficiquen. También a Cristo lo crucificaron. No temamos a los que matan el cuerpo, que el alma no la pueden matar. Dios nos pedirá cuentas de nuestra cobardía, de no haber hecho nada, de no haber corregido al que yerra o enseñado al que no sabe. ¡Ánimo! No se eche para atrás.
Marcadores