Según veo, acerca de este interesante debate, persiste el eterno problema de la identidad nacional en cuanto a su concepto, que viene siendo arrastrado, de alguna manera, desde finales de la Edad Media, por lo que no hemos avanzado mucho, debido a las trabas interesadas de una oposición anticastellana.
En primer lugar, existe un sentimiento español, creo, basado en la identidad o sentimiento religioso y linguistico unido al castellano por los fuertes lazos de la creencia cristiana, que de una u otra manera, están asímismo unidos los pueblos hispano-americanos, causa y efecto de este debate. Pero es precisamente aquí, donde existe, según mi pobre criterio, una diferencia de contexto histórico, y es que ese sentimiento no pude ser igual que el de un nativo español, por la mera causa de que en España, de una u otra manera, hemos pasado juntos por diferentes periodos que han marcado el caracter de nuestra nación: la época pre-romana primero, la romanización después, la época del Apartheid visigodo, la domonación musulmana y para finalizar, la reconquista y el nacimiento como nacionalidad, si no lo había sido antes. Un hispano-americano dudo mucho que pueda tener el mismo grado sentimental de nacionalidad, otra cosa, insisto, es que tenga un cierto apego por lo que ellos llaman "Madre Patria", y luego existe la Leyenda de Negra, que ni fue tanta leyenda, ni fue tan negra como cuentan.


Este sentimiento, como ya a comentado Donoso, o por lo menos así lo he percibido yo temiendo equivocar mi interpretación, emerge ese nuevo sentimiento con el liberalismo a raiz de los acontecimientos de 1808, pero aquí, hay que diferenciar entre ese liberalismo o sentimiento doceañista, y el veinteañista, ya que mientras uno es partidario de un consevadurismo racional, el otro rompe taxativamente con lo que hasta entonces, era el eje sobre el que se movía nuetro sentimiento de nacionalidad, es decir, sentimiento religioso y linguistico unido al castellano por los fuertes lazos de la creencia cristiana, como ya he comentado antes, añadiendo elementos que ya por entonces, empezaban a corromper este sentimiento, la emancipación de los territorios allende el mar, el comienzo de la industrialización (aunque de forma muy esquemática y primitiva) de los territorios catalanes y en cierta manera vascos, en detrimento de las zonas más castellanizadas.


Esto último se manifiesta a lo largo del siglo XIX, precisamente cuando los territorios de hispanoamérica están, con la ayuda sistemática anglosajona, como siempre, en plena ebullición independentista con un desarraigo total hacia la Madre Patria, y con una fiebre feroz por dejar de pertenecer a España que desemboca no ya digo en un odio pasional, si no en un claro sentimiento revolucionario anti-español evidente, pese a que se conserva una cultura clásica, pero con tendencia a la renovación. Ese sentimiento de españolidad no existía por aquel entonces, como tampoco creo que se hubiera sentido antes, ni mucho menos, después, sinceramente. Esto quedó patente desde la visión de los propios diputados hispano-americanos de las propias Cortes de Cádiz.


El sentido del nacionalismo liberal (que no liberal conservador) que surge a lo largo del siglo XIX siguiendo el modelo francés surgido de la Revolución, está basado en un concepto de nacionalismo plural basado sólamente en la ciudadanía del momento, y aquí el herror, y no en la historia del español o de la España de siempre. Este nacionalismo plural se basa en la heterogeneidad de España, llegando a denominarse "Nacionalismo Cívico", e incluso aquí, nada tuvo que ver el sentimiento de Hispano-américa, enfrascada en la búsqueda de una propia identidad nacional bastante árdua como para molestarse por sentir algo de españolidad.


Dicha idea de lo nacional surge como forma de encajar las distintas visiones de nuestro país, es decir, de incorporar los acionalismos periféricos, de Cataluña y País Vasco principalmente, nacidos al calor del movimiento romántico de fines del siglo XIX y que acabaría abriendo una brecha que desembocaría en la Guerra Civil. Tampoco aquí se tomo en consideración ni el sentimiento de nacionalidad hispano-americana, pese a que hubo muchos refujiados en aquellas tierras, ni luego posteriormente, con la llegada masiva a las Argentinas de los llamados "gallegos", diferenciando claramente la postura del sentimiento hacia España que desemboca en la nacionalización bolivariana de empresas españolas al más puro estilo de la piratería internacional consentida. Por lo menos, así lo veo yo. El sentimiento de ser español, no basta con declararlo, hay que demostrarlo.