Organizar corrientes de opinión, colectivos de lucha y agrupaciones de acción local o sectorial.

Como bien dice Alonso de Ojeda, la victoria no vendrá por las urnas, sino cuando agrupemos a nuestro pueblo en torno a la Causa. Y en ese proceso debemos ser flexibles y abiertos de mente. Por ejemplo, un católico de CTC y un miembro de DN no creo que vayan colaborar en un partido político, pero quizá sí lo hagan en una lucha común por la familia y contra el matrimonio gay e incluso es probable que en una parroquia catalana un miembro de CiU pueda luchar codo con codo con uno de AES, siempre que pongan al margen ciertas cuestiones, por encima de otras.

De la misma manera, un pepero del ala derechista y un falangista pueden estar de acuerdo en defender la Unidad Nacional o en su aversión a los separatistas.

Es probable que un falangista y un carlista puedan colaborar en una asociación cultural universitaria (por ejemplo, de Historia) o en un colectivo estudiantil sectorial apolítico que sólo se pronuncie ideológicamente en los momentos más decisivos (por ejemplo, se puede crear una Comisión de Estudiantes del Turno de Tarde, que atienda a las reivindicaciones puramente académicas de este sector, - generalmente compuesto además de gente que trabaja y que, no dejando de tener ideas políticas marcadas, no está formado el típico niñato progre "comprometido" -; la Comisión estaría formada, sobre todo sus jerarquías, de gente afín, y no se presentaría como sindicato idelogizado, sino como gremio sectorial interesado en mejorar las prestaciones y comodidades de un sector del alumnado. Generada una masa de voto favorable y obtenidos los puestos en el Consejo Universitario, se puede llegar a decidir algún tipo de votación polémica).

Por su parte, en muchos barrios y pueblos parece que hay sólo un falangista, sólo un carlista, o sólo un patriota compromometido y militante, pero no, resulta que si se unen todos en agrupaciones de barrio o locales, se podría crear una considerable célula de militancia que podría hacer presión en parroquias, asociaciones vecinales, plenos municipales, manifestaciones vecinales, etc.

Todo pasa por la colaboaración, el entendimiento, la flexibilidad y por marginar a los caudillitos y a los sectarios. Eso no significa perder en formación o identidad ideológica... No vamos a dejar de ser tradicionalistas, falangistas, etc. sino que vamos a estar en la común lucha por Dios, la Identidad Nacional y el Orden Social Cristiano.

Las escisiones, los experiementos ideológicos, la sopa de siglas no está dando resultado. Intentemos crear una corriente de opinión y articular a toda la militancia en la Causa que es común.