Re: Todo el mundo ha sido bueno con los españoles.
Apenas hace dos semanas en "La Tercera" del Diario "ABC", Fernando GARCÍA de CORTÁZAR, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Deusto, y no muy amigo del Carlismo y de los tradicionalistas, escribía un interesantísimo artículo del que voy a reproducir sólo una parte, y dice así:
"La anécdota me la contó un amigo periodista hace unos días. Ocurrió en El Escorial, durante un curso de verano organizado bajo el muy sugerente epígrafe "Diez autores en busca de su personaje histórico". Ante un público compuesto en su mayoría por universitarios, el hispanista Henry KAMEN trazaba un retrato objetivo, con luces y sombras, de Felipe II, el gran rey burócrata, el de los ojos que todo lo ven y todo lo ocultan, según el secretario felón Antonio PÉREZ, sin duda uno de los monarcas más enigmáticos, más replegados sobre sí que conoce la historia.
Por breve tiempo, gracias a la palabra del historiador británico, la católica figura del Habsburgo recobró su augusta presencia entre las columnatas, portales, salas, pasillos y helados rincones de El Escorial. Pálido en su fiebre de poderes y mudas preocupaciones. Pálido entre escribanos, embajadores, gentes de armas, doncellas extraviadas, centinelas somnolientos. Por muy, muy breve tiempo. Porque terminada la conferencia, los universitarios empezaron a descalificar a Felipe II. Sorprendido, el historiador pidió a los estudiantes que se explicaran, y éstos, sin ningún sonrojo, con ninguna documentación sobre la que fundar sus opiniones, insistieron en tildar al Habsburgo de tirano mezquino, rencoroso, fanático e hipócrita. Al final, fatigado, KAMEN dijo:
"Es inaudito. Los únicos en todo el mundo que se creen ya la Leyenda Negra a pies juntillas son ustedes, los universitarios españoles. Me aborchorna."
Siempre me ha intrigado esa prisa en aceptar versiones de una vulgar superficialidad respecto a la historia. Siempre me ha avergonzado esa manía de tratar nuestro pasado como algo que puede modificarse, o al menos algo que podemos darnos la satisfacción de reprochar a alguien, al adversario político en concreto. Y abochorna más aún el olvido y el silencio ingrato con que menospreciamos partes enteras de nuestra cultura...
(...) Todo esto ---un grupo de universitarios juzgando desde la ignorancia más arrogante a Felipe II (...) no tiene nada de nuevo---.
Se trata, en realidad, de la sombra alargada de una sola historia, un reflejo más del desprecio que en España cultivamos hacia nuestra propia historia, que está llena de terribles sombras, pero que es grandiosa...
(...) Si a Gracián se le reprocha oscuridad, a Calderón, a partir del siglo XVIII, se le echa en cara su catolicismo monolítico y antipático.
Siempre hay quien quiere que las cosas sean blancas o negras, sin icertidumbres, sin matices. Siempre hay aficionados a sustituir los puntos de vista de una época pasada ---los únicos válidos para captar y comprender al autor y su obra--- por los actuales parámetros morales. Hoy no es nada extraño escuchar entre algunos intelectuales y no pocas gentes del teatro que CALDERÓN es un implacable clérigo y paladín de la Contrarreforma, un destacado artesano teatral que puso su genio verbal y escénico al servicio de los Austrias, ¡un dramaturgo de derechas!, eso y sólo eso.
Nuestro tiempo que reduce la vida y la cultura a la política y la política a la propaganda, se contenta muchas veces, muy de acuerdo con el nivel moral que lo distingue, con juicios de este tipo. Tratemos de saber si Marco Aurelio, Dante, Erasmo, Montaigne, Cervantes o Goethe, eran de izquierda o de derecha. La estupidez de tan elemental clasificación salta a la vista. ¿Por qué? Porque somos mucho más que abstracciones o símbolos, porque somos algo más complejo, caótico, caprichoso y cambiante que lo que quieren hacernos pensar los herederos de ROBESPIERRE y los ciegos e ingenuos devotos del turismo revolucionario."
(Diario ABC, edición Madrid, Año CV, Número 33.965) La negrita es mía.
Resulta preciso aclarar que el artículo hablaba principalmente de la figura de Calderón de la Barca y de su obra La vida es sueño, pero entiendo que los parágrafos extraídos son de sumo interés, no sólo a colación de este hilo, sino también del Foro en general.
Somos muchos los que estamos hasta la coronilla de correveidiles, aconejados, acomplejados, ignorantes, babosos, traidores, renegados y felones, de pelajes diversos, principalmente marxistoides, que infectan el suelo de nuestra Patria. Me resulta indiferente que hayan pasado por la universidad o no, pues resulta evidente que la universidad no ha pasado por ellos, me molesta profundamente, eso sí, que tales mentecatos hayan ocupado, usurpado, pupitres en la enseñanza superior que a otros se les niega su acceso y que pagamos todos con nuestros impuestos. ¿Y qué decir de individuos que se tienen por intelectuales cuando sus cerebros son los propios de los pollos? ¡ya está bien de parásitos sociales!
Luego nos duele, molesta, sorprende o indigna, que haya personas como "Princesa Maya" que vierten opiniones como las vertidas, pero ¿qué podemos esperar de una nación que ha renunciado a sí misma, para dar pábulo a toda clase de infundios y de las necedades más groseras, por boca de toda clase de bufones y diarreicos morales?
Última edición por Valmadian; 27/12/2008 a las 14:31
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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