Revista FUERZA NUEVA, nº 576, 21-Ene-1978
PEMÁN, AREILZA Y ACCIÓN ESPAÑOLA
A José María Pemán, presidente que fue de Acción Española desde 1934 hasta su desaparición, sucediendo en tal cargo a don Ramiro de Maeztu, le falla la memoria respecto a aquel movimiento patriótico e intelectual que en su día presidió. En su reciente (1978) artículo en “ABC”, “Flores de Areilza para Trajano”, hace al ministro de Asuntos Exteriores en el primer gobierno de la Monarquía (1975-76), y al que dice conocer “desde su más tierna infancia”, vicepresidente de Acción Española. Nunca lo fue. Ni tampoco directivo.
En aquella gran revista que, para desgracia de España, fue asesinada por unos que entonces eran totalitarios y hoy (1978) se dicen liberales solamente publicó J. M. de Areilza dos artículos. En uno hacía el elogio del general Zumalacárregui (“A. E.”, julio 1935) y en otro el del general Pavía, por haber disuelto con sus bayonetas el Parlamento (“A. E.”, enero 1935).
Lo que escribía Areilza en “Acción Española”
No dejan de ser curiosas hoy (1978) las opiniones que entonces (1935) sostenía Areilza. El general Pavía, sublevado contra la legalidad republicana y democrática, “había prestado un servicio inmenso a la Patria, salvándola de un período cierto de abyección y de sangre, al que estaba abocada de haber seguido en manos de aquel lamentable grupo de tribunos demagogos”.
No menos significativas son las palabras que abren la reivindicación de Zumalacárregui, “el hombre de la gran espada”: “¿Qué príncipes ocupan los catálogos de la fama sino los guerreros?, se preguntaba el clásico”. Y añadía: “A ellos se les debe en propiedad el renombre de magnos. Llenan el mundo de aplauso, los siglos de fama, los libros de proezas, porque lo belicoso tiene más de plausible que lo pacífico. Al genial guipuzcoano, cuya muerte se conmemora en estos días, pueden muy bien aplicarse las palabras precedentes. Llenó además nuestra historia española con una de las más memorables gestas de que haya conocimiento. Fue la más exuberante manifestación de personalidad humana lograda probablemente en todo el XX nacional. Legó a la posteridad, con la trayectoria de su vida, un alto ejemplo de talento organizador, de formación profesional y de disciplina inquebrantable. Dejó también una aureola de leyenda fragante en torno a su figura. Y hasta -últimamente sobre todo- interpretaciones apasionadas de su pensamiento político.” (…)
A un año de 1936, Areilza ensalzaba a dos militares sublevados contra el poder constituido republicano en el caso de Pavía y liberal en el de Zumalacárregui. Escrito en 1935, bajo otra república sectaria y sedicente liberal, sus propósitos no podían ser más claros. Y su ideología tampoco. El carlismo era “una causa nobilísima”, nuestras guerras civiles “sobrevinieron cuando se nos comenzó a resquebrajar la unanimidad creyente”, etc. En la terminología de hoy (1978) era Areilza un verdadero “ultra”.
La teórica del golpe de Estado
La “tierna infancia” de Areilza no fue, sin embargo, esa vicepresidencia de Acción Española, que Pemán se ha inventado, ni “el pelo teñido de rubio” para pasarse a la España nacional, sino sus artículos jonsistas y su militancia en la juventud monárquica de Bilbao. De los primeros encontramos dos preciosas muestras en el libro “JONS” (Ediciones FE. Año de la Victoria). Los títulos, del año 1933, son ya dos perlas: “El futuro de nuestro pueblo: nacionalsindicalismo y Estado Nacional”. Espiguemos algunas frases: “el viejo y caduco liberalismo”; “esta nueva sociedad española, antiliberal, corporativa, entroncadas sus raíces en la rancia tradición gremial de antaño, surgirá como fruto espontáneo de nuestra revolución nacional”; “el nacionalsindicalismo aparece a nuestros ojos como el único remedio que haga resurgir a nuestra patria en ruinas” (…)
Tan sorprendentes afirmaciones en el conde tan liberal y democrático de hoy (1978) son sólo una pequeña muestra de las que se podían recoger en los dos artículos mencionados. ¿Cómo se puede cambiar tanto de modo de pensar? ¿Cabe traicionar hoy ideales ayer tan vibrantemente sentidos? ¿Es todo farsa, olvido, oportunismo o frivolidad? La trayectoria de Areilza nos deparará todavía mil contradicciones más.
Por aquellos días organiza en Bilbao un curso sobre la técnica del golpe de Estado. Desde las juventudes monárquicas que él agitaba. Porque era al mismo tiempo monárquico y jonsista. Su firma no apareció y sí las de Pilar Careaga, Lorenzo Villalonga… Pero él era el animador de todo. Después su colaboración, escasa aunque significativa, en Acción Española y el Alzamiento. Y el pelo teñido de rubio hasta pasarse a la España que se había sublevado contra la República. Pero con buen cuidado siempre de no acercarse al frente donde se encontraban, voluntarios, los jóvenes de su edad.
A la guerra debe precisamente su título de conde consorte de Motrico, pues su cuñado, Evaristo Churruca y Zubiría, muere, frente al enemigo, sin descendencia. Había sido herido cuatro veces, y por quinta vez marchó a las trincheras, donde creía que el honor le reclamaba. Pero esta vez ya no regresó con vida. Por los corrillos de entonces circuló una despiadada frase que no vamos a reproducir. Recordemos sólo una cancioncilla que los oficiales convalecientes de sus heridas o de permiso cantaban en el Bilbao recién liberado, cuando se encontraban con algún “héroe de retaguardia”: “San Antonio de Urquiola/ ¿por qué consientes/ que haya tanto emboscado/ que no va al frente?”.
… y la organización de “viajes”
Activo siempre, aunque alejado de las balas, organiza la idea (con varios significados monárquicos), de ver en Roma a don Juan de Borbón, para conseguir un entendimiento con los carlistas que entonces obedecían a don Javier de Borbón Parma. No cabe aquí el relato de aquellas gestiones ni de la entrevistas de don Javier con Don Juan en los jardines del parque del Guincho y de la que luego sostuvo con don Alfonso XIII. Pero sí debemos dejar constancia del enorme interés del Areilza de 1937 porque don Juan asumiera las ideas del tradicionalismo que debía encarnar la monarquía que entonces propugnaba José María de Areilza.
Don Juan Vigón, jefe del Estado Mayor de las Brigadas Navarras, propone al general Solchaga el nombramiento de Areilza como alcalde de Bilbao. Tenía veintiocho años. De entonces son sus patrióticos discursos contra el separatismo y el comunismo, algunos de cuyos párrafos se han reproducido recientemente. Después, Suances le nombra director general en el Ministerio de Industria y Comercio, hasta que, tal vez por algún choque con él, deja de actuar. Y el frente sigue esperando en vano.
Termina la guerra y es nombrado consejero nacional y miembro de la Junta Política de FET y de las JONS. Tiene buena amistad con los personajes de la Economía Demetrio Carceller y Manuel Arburúa. Y comienza a conspirar contra Franco, formando parte del Comité Secreto constituido por el conde de Barcelona. Sus propósitos seguían siendo la instauración de una monarquía tradicional. Circuló por aquellos días, dirigida a las personalidades de la época (ministros, obispos...), una curiosa hoja venida por correo desde Barcelona dirigida sobre todo contra Serrano Súñer y de rebote contra el Generalísimo. Creo poder afirmar que Areilza no fue ajeno a su redacción. Figura curiosa la de este consejero conspirador.
Por fin, las embajadas de Franco
Viene luego la etapa de renovado fervor franquista, premiada con magníficas embajadas: Argentina, Estados Unidos, Francia. Antes, con Castiella, el libro “Reivindicaciones españolas”, que es también de antología. Y de nuevo, al cesar, la oposición a Franco y el liberalismo profesado con el mismo fervor con que antaño se declaraba nacionalsindicalista. Pero son tiempos recientes que están ya en la memoria de todos.
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… Salvo quizá en la memoria de Pemán, que ha olvidado demasiadas cosas (“El divino impaciente”, sus versos de Cruzada… y su paso por Acción Española). En su libro de “almuerzos con gente importante” narra una comida de la que nació Acción Española. Estaban allí Eugenio Vegas, Luca de Tena, Quintanar, Sainz Rodríguez, Vigón, Maeztu, Vázquez Dodero y él. A la sobremesa llegó José Antonio Primo de Rivera y algún otro. Las opiniones de cada uno parecen recogidas y con fidelidad taquigráfica.
Pues bien la tal comida nunca se celebró. Es pura inventiva de Pemán. Vigón se incorpora meses después de nacer Acción Española; Vázquez Dodero un año más tarde. Esos pequeños detalles no parecen importar al escritor gaditano (…) ¿Fallos de memoria? ¿Ligereza? ¿Senilidad?
Poca importancia tendrían la pluralidad de actitudes de Areilza -él sólo podría representar la variada gama de la UCD- y las lagunas de memoria de Pemán si representaran exclusivamente a esos dos personajes, uno de ellos olvidado ya de todo el mundo y el otro abocado, por la fuerza de la edad, a seguir pronto sus pasos. Pero, desgraciadamente, retratan a otros muchos españoles que parecen dispuestos a relegar a la categoría de simples aficionados, en la falta de memoria y en los cambios de chaqueta, a los dos José Marías a los que nos venimos refiriendo, y que podrían convertirse en los símbolos de esta preocupante y preocupada de España de comienzos de 1978.
Francisco José FERNÁNDEZ DE LA CIGOÑA
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