Lo que llamamos azar tiene dos sentidos, uno impropio y otro propio.
En sentido impropio, el azar no existe realmente, al menos en el entorno que nos rodea: es solo una ficción verbal que cataloga como de predicción imposible nuestro desconocimiento de un dificultosísimo proceso .
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Porque, por ejemplo, si sale en cada caso cara o cruz, eso solo depende de como fue cogida la moneda (hacia arriba o abajo), de cómo se lanzó la moneda, de la dureza del suelo etc.; o si sale tal o cual bolita del bombo de lotería, solo depende del orden en que se introdujeron en el bombo las bolas, de la velocidad de la manivela, de los infinitos choques de las bolitas entre sí etc:.
Ahora bien, si un calculo matemático pudiera procesar de forma exacta esos innumerables factores se sabría si saldría cara o cruz o la bolita que saldría premiada etc. Y así en todos los casos.
2
Es imposible apelar al azar como causa última y primaria de algo: porque para que salga tal bolita del bombo, -por mucho azar que haya - primero debe de haber bolitas que choquen y que se hayan introducido en el bombo. ¿¿Y vamos a decir que las bolitas entraron al bombo también por azar ?? Una mano consciente las puso allí.
3
El azar no explica tampoco nada de la formación y constitución interna de lo que se combina al azar. ¿¿Las bolitas del bombo se formaron internamente al azar?? Imposible.
Aplicado esto al origen del Universo pasa lo mismo: esas partículas elementales que se habrían combinado "a lo loco" (formando nada menos que el orden universal que vemos por doquier) ¿cómo se formaron internamente? ¿también al azar?? Imposible.
Para que algo se combine con otras cosas ("al azar") primero tiene que existir y ser producido en ultima instancia por otra cosa que conscientemente pretenda un fin concreto.
Sin un orden previo (causa principal) no hay azar (causa accidental).
La aplicación correcta del término azar, como decía Aristóteles, se referiría a un evento accidental inesperado, y por supuesto incapaz de haber sido causa de nada.
Por ejempo: pudiera ser que cavando, al azar, nos apareciera un tesoro. Ese tesoro no habría sido puesto allí por azar, sino que lo puso bajo tierra muy conscientemente y por un motivo concreto un dueño desconocido (causa principal); y solo fue encontrado allí por azar (causa accidental). Ese azar en sí mismo sería causa irrelevante a efectos del tesoro.
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