Re: Dos profesores universitarios españoles defienden el geocentrismo
Una carta móvil de las estrellas o planisferio celeste, es un instrumento de observación del cielo a simple vista complejo, completo y baratísimo. Seguramente la mayoría lo ha visto alguna vez y hasta es posible que tenga alguna unidad perdida por algún cajón de casa. Básicamente consiste en dos discos que giran uno sobre otro. El de abajo suele ser de cartón y el superior de plástico; en el de abajo figuran los siguientes datos:
1.- Borde más externo: las 24 horas del día, o las constelaciones zodiacales.
2.- A continuación de modo inmediato los 360º grados de la circunferencia.
3.- Después los meses del año con las marcas correspondientes a los días de cada uno de ellos.
4.- El resto de la cartulina representa la esfera celeste en la que están representadas las estrellas principales que forman los asterismos de las constelaciones, sus nombres civiles, las horas de Ascensión Recta y las líneas de Declinación. No todas estas cartas, pero si la mayoría, contienen la línea de la eclíptica (tiene trazado elipsoidal) que es por donde transitan los planetas, el Sol y la Luna; el centro de cada carta representa la posición de la Estrella Polar, y suelen tener representadas las líneas de las isofotas, o zonas de mayor densidad estelar de la Vía Láctea.
En el disco de plástico están serigrafiados los siguientes datos:
1.- Los puntos cardinales sobre una línea del horizonte en la que se recogen los puntos cardinales.
2.- Las horas y los minutos del día.
3.- Dos ventanas, una menor que da acceso al cielo nocturno visible en una determinada noche y a una hora concreta; y, otra mayor oscurecida e incluso invisible, que representa el cielo nocturno oculto.
El precio de este instrumento es muy bajo, como ya dije. Oscila entre los 30-40 € para los más elaborados y de mejores materiales y apenas los 8 ó 9 euros los más simplificados. Los hay de diversos diámetros y algunos son considerablemente grandes. Dado que es un instrumento de uso nocturno, también los hay cuyos datos son fluorescentes.
Para conocer el cielo a simple vista no hace falta otro instrumento, a no ser un lápiz y un cuaderno en el que hacer las anotaciones oportunas. Pues bien, a partir de ello pretendo plantear algunas preguntas.
Al llegar la noche, una vez que el crepúsculo se ha completado del todo, y sin nubes, se pueden contemplar desde la latitud geográfica de mi posición las constelaciones invernales de Orión, Auriga, Perseo, Géminis, Can Mayor y Can Menor, etc. Mañana al llegar la misma hora y siempre que las condiciones climatológicas lo permitan, se puede volver a contemplar el mismo espectáculo estelar, y pasado, y a la otra noche y a la siguiente y a la siguiente, y así durante unos siete meses aproximadamente.
Sin embargo, cada noche ese cielo visible va acelerando su salida y su puesta en unos minutos. Así, según el geocentrismo, esto sería una "prueba" de que el cielo rota a la Tierra. Pero la duda surge enseguida, ¿por qué no se ven las otras constelaciones que dentro de seis meses serán las que veremos en el firmamento nocturno? Porque ahora el Sol se interpone entre ellas y nosotros y no nos las deja ver. Es la respuesta correcta, pero la siguiente duda aparece enseguida ¿porqué si yo me quedo observando el cielo hasta el amanecer en apenas unas horas de nocturnidad han desaparecido por el horizonte las constelaciones mencionadas, que han ido siendo sustituidas por algunas colindantes pero no veo las que al atardecer me las tapaba el Sol?
¿Cuántas horas tiene el día? son veinticuatro, bueno, un poco menos pero a los efectos nos quedamos con la cifra redondeada. Si el cielo entero rota alrededor de la Tierra ¿por qué no lo vemos cada noche pasar delante de nuestros ojos, particularmente en invierno estación de menor insolación de todo el año? Por dos razones muy simples: la primera porque quien rota es la Tierra; y la segunda, porque la Tierra orbita al Sol, y no al revés.
Para que las constelaciones que nos tapa el Sol con el brillo de su luz sean visibles, es preciso que la Tierra cambie de posición. Por ello en las latitudes medias hay constelaciones que convencionalmente son llamadas de "invierno", "primavera", "verano" y "otoño", pues su visión tiene su momento mejor según la posición que ocupen en cada estación de las latitudes medias o templadas. Hay que considerar que en el ecuador y en los polos la situación es diferente. Además, la estación varía climatológicamente en las latitudes medias, según sea el hemisferio Sur o el Norte, así es verano en Argentina o Chile, mientras que es invierno en España, Portugal o Francia, en las mismas fechas del mismo mes. Esto sólo es posible debido a la inclinación del eje de la Tierra, al provocar una mayor insolación (verano) de los rayos incidentes solares o una menor insolación (invierno).
Y, además, las constelaciones que mencionaba al comienzo no se ponen por el horizonte porque el cielo gire sobre la Tierra, sino porque la Tierra está rotando. Y esa rotación ve incrementada su velocidad aparente en cuanto usamos instrumentos ópticos: 100 aumentos, 100 veces más en los oculares; 500 aumentos (una burrada), 500 aumentos en los oculares. Por ello las monturas telescópicas llevan motores que contrarrestan esas velocidades: la de la rotación terrestre más la de los aumentos que se apliquen en cada caso. Esos motores no se diseñan y fabrican según los movimientos del fondo cósmico,sino según el movimiento de rotación terrestre, si no fuera así sería imposible su construcción.
Es pues, alucinante que se digan las cosas que se dicen, y alienante que a uno lo insulten y lo llamen hereje por estos motivos. Ni saben qué es una herejía, ni entienden de lo que babean, y juzgan a los demás según criterios particulares con una demostración palpable de actitud anticristiana.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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