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críticas a la teoría de Eccles.
1.- El cerebro
Al tratar de lo ínfimo decimos que éste, lo ínfimo, es la base de lo inmenso, pero no sólo en lo que respecta a la materia, sino también respecto a la vida. No se sabe como se inició la vida, pero lo que si se puede afirmar es que la primera molécula que aprendió "el truco de la vida" también era algo minúsculo, algo microscópico. A partir de este minúsculo elemento viviente (¿por simple evolución o por evolución dirigida?) fueron apareciendo, una detrás de otra, todas las especies conocidas y desconocidas hasta llegar al hombre. En este proceso evolutivo no hubo espontaneidad, puesto que para que el hombre surgiera tuvieron que transcurrir más de 13.000 millones de años. Pienso que el hombre surgió en el momento adecuado.
El cerebro, la más maravillosa creación de la Naturaleza, surge, como todo en ella, tímidamente, como algo incipiente, minúsculo y elemental, después, y repito, ¿por simple evolución o evolución dirigida?, se llegará a la cumbre de esta evolución que es el cerebro humano. Un cerebro que es el causante de todas las acciones del organismo, ya sean involuntarias, espontáneas o reactivas. Un cerebro cuya complejidad de estructura y funciones intimida y asombra cuando se observa que una simple captación de imágenes puede traducirse en un pensamiento capaz de influir en el comportamiento y en la toma de decisiones. Esto que hace del animal un ser consciente y reflexivo, hasta el momomento no tenemos una idea clara acerca de como funciona. Con la aparición de la reflexión, en ese ser pensante, surge el problema de la relación mente–cerebro en lo que respecta a su consistencia inmaterial.
En los apartados siguientes voy a referirme a las dos corrientes contrapuestas que hay a este respecto.
2.- Dualismo mente–cerebro[1]
En el tema Materia y Vida decía que
las paradojas de la mecánica cuántica y la naturaleza de la conciencia son dos de los misterios manifiestamente más profundos del universo.Ampliaré estos conceptos: Entre los años 1900 y 1927 se desarrolla la mecánica cuántica, como consecuencia de los trabajos de los físicos Planck y Einstein.
Llama la atención que Thon Weller y Roger Penrose, los teóricos más originales e influyentes sobre el tema del espacio y el tiempo, hayan definido contra corriente que ambos misterios están ligados.
La mecánica cuántica terminó con el determinismo[2] que, paradójicamente, defendía el mismo Einstein y que fue causa de una polémica mantenida con Niels Bohr, defensor de la incertidumbre de la mecánica cuántica, a lo largo de treinta años, y de la que salió triunfante Bohr. De Bohr es la siguiente frase: “El comportamiento de la Naturaleza a nivel microscópico es muy extraño para nuestra intuición, mucho más, incluso, que lo creído por Einstein. Es como si en el mundo cuántico lo real, en sí mismo, se negara a decirnos cómo es a ese nivel, al tener un comportamiento distinto a todos los esquemas de la Física clásica”.
Lo que Weller y Penrose quieren significar en su pensamiento es que la mente humana puede asemejarse a un ordenador cuántico (diremos que los ordenadores cuánticos, aun en estudio, no operan con bits ordinarios, sino con unas unidades más evanescentes llamados qubits o bits cuánticos, que pueden almacenarse físicamente en la polarización de un fotón o en el spin de un electrón. Todo ello lleva una serie de complicaciones, aun no superadas, por lo que, en la actualidad, los retos que suponen la construcción de un ordenador cuántico, en lo que respecta a su arquitectura y a su hardware, distan mucho de estar solucionados).
Como dice Colin Bruce en su libro Los conejos de Schrödinger:
Actualmente la mayoría de los científicos aceptan que la mente humana es una especie de ordenador, pero un ordenador que en muchos aspectos es diferente del que tenemos en la mesa del despacho. La diferencia más evidente es que el ordenador del despacho tiene una sola unidad para el procesamiento de datos, un solo procesador que hace una sola cosa cada vez, mientras que el cerebro humano está constituido por cerca de cien mil millones de neuronas que funcionan todas al mismo tiempo, actuando cada una de ellas como un ordenador independiente que lee señales procedentes de otras neuronas (hasta diez mil en algunos casos) conectadas a la zona de entrada, y que luego de procesadas transmiten su propia señal a otro grupo de neuronas conectadas a la zona de salida. Bruce, C.. (2008 ). Los conejos de Schrödinger. Barcelona: Ed. Biblioteca Buridan.Bruce y otros físicos afirman que la potencia conjunta de estos cien mil millones de procesadores no hace que el cerebro sea sustancialmente distinto a un PC. (A ti ¿qué te parece?, distinto o no a un PC) Lo mismo que cuando afirman que “la mente humana es una cosa maravillosa, pero no hay necesidad de otra cosa que la física para explicarla”, pero la física no aclara esta dualidad mente–cerebro con rotundidad.
Esta introducción servirá para ahondar más en la opinión de Thon Weller y Roger Penrose, expuesta más arriba, sobre la conciencia.
Para el británico Sir Neville Mott, premio Nóbel de Física en 1977, “la conciencia será siempre inexplicable por la ciencia” y agrega:
Ni la ciencia ni la psicología podrán explicar nunca la conciencia humana. Es decir, el conocimiento inmediato del yo íntimo, del estar vivo y de las sensaciones, porque están fuera de la Física y de la Química. Ella, la conciencia, está dentro del dualismo que es esa relación mente–cerebro, con aparente consistencia inmaterial.El último ejemplo de cómo la indeterminación cuántica afecta a esta relación mente–cerebro la tenemos en los recientes descubrimientos de cómo la corriente nerviosa se transmite entre las neuronas de nuestro cerebro, mediante el paso de una cantidad diminuta de una sustancia llamada neurotransmisores. La descarga de estos neurotransmisores se produce en una zona muy pequeña, de un tamaño aproximado de unos diez nanómetros (un nanómetro es una millonésima de milímetro) y con el paso de una masa de neurotransmisor insignificante, del orden de un attogramo (¡una trillonésima de gramo!), que Eccles denomina psicones, por lo que en opinión de algunos físicos los efectos cuánticos a estos niveles inframicroscópicos pueden llegar a ser muy importantes en los procesos mentales, al seguir las leyes de la física cuántica, entre las que destaca el principio de indeterminación de Heisemberg, Eccles analiza este proceso cuántico apoyado en la insignificante mas de los psicones,y, agrega que los eventos neuronales como los mecanismos sinápticos provocados por la mente, pueden ser gobernados por un campo de probabilidad cuántico, Si consideramos a la mente causante de este campo de probabilidad, puede ser un campo no material, por lo que la influencia mental, a través de un campo de probabilidad inmaterial, ocasionaría la excitación sinaptica y la consiguiente expulsión del neurotransmisor (psicón). Esto haría que el pensamiento no estuviera físicamente determinado de manera estricta, ya que en su ejecución ha actuado un campo no material. Como dice Niels Bohr, si un físico estudiara el estado de un cerebro humano nunca podría predecir lo que puede hacer una persona. Por otra parte, como ha expresado Eccles, todos los sucesos y experiencias de la mente están compuestos por unidades mentales denominadas psicones y a cada acción de un psicón la podemos considerar, como hemos visto, una experiencia psíquica única no reducible a términos materiales. La sensación global de nuestro estado de conciencia, según afirmaciones de Eccles, neurocirujano australiano, premio Nóbel en 1963 por sus trabajos sobre sinapsis neuronales, es como si actuase una mente inmaterial sobre un cerebro material. Es como si en cada persona y en cada actuación mente–cerebro interviniera el yo consciente de un alma inmaterial.
Eccles afirma que la ciencia, con sus métodos basados únicamente en el estudio de entes materiales, ni puede ni podrá dar una explicación completa del pensamiento sin la existencia de elementos no materiales, como los psicones por él propuestos. Pese a que el monismo[3] materialista es la corriente predominante entre los científicos que estudian el cerebro humano, hay también posturas dualistas como la que mantiene el neurólogo John Eccles. Según Eccles, el cerebro no es una estructura lo suficientemente compleja para dar cuenta de los fenómenos relacionados con la conciencia, por lo que hay que admitir la existencia autónoma de una mente autoconsciente distinta del cerebro, con una realidad no material ni orgánica que ejerce una función superior de interpretación y control de los procesos neuronales. De él es la siguiente frase:
Creo que la ciencia ha ido demasiado lejos al romper la creencia del hombre en su grandeza espiritual y le ha dado la idea de que es meramente un animal insignificante que surgió por azar y necesidad en un planeta insignificante en la gran inmensidad del cosmos. Debemos aceptar el gran desconocimiento de la física y la fisiología de nuestro cerebro, de las relaciones de mente y cerebro y de nuestra maginación creadora. (Eccles).En otro momento dijo: “Debemos aceptar que la conciencia es un misterio”.
Por último, voy a referirme a la opinión que sobre este tema, dualismo mente-cerebro, tiene Antonio Damasio, profesor de neurología y psicología en la Universidad de Southem, California, y que entre los muchos premios obtenidos cuenta con el Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, 2005. Damasio dice al respecto en su libro El error de Descartes (2008):[4]
El cerebro humano y el resto del cuerpo constituyen un organismo indisociable integrado mediante circuitos reguladores bioquímicos y neurales interactivos. La función fisiológica que llamamos mente deriva del conjunto estructural y funcional, y no sólo del cerebro. Es tan evidente que la mente surge de la actividad de las neuronas, que sólo se habla de neuronas y no de actividad mental Durante mi actividad investigadora, se me ha hecho evidente la idea de que la actividad mental, desde sus aspectos más simples a los más sublimes, requieren a la vez del cerebro y del cuerpo propiamente dicho. Creo que, en relación al cerebro, el cuerpo proporciona algo más que el mero soporte; proporciona una materia básica para las representaciones cerebrales. Existen hechos que apoyan esta hipótesis y razones que indican que la hipótesis es plausible. La principal es que la primacía del cuerpo que aquí se propone podría esclarecer una de las cuestiones más irritantes desde que los seres humanos empezaron a preguntarse sobre su mente; ¿cómo es posible que seamos conscientes del mundo que nos rodea, que sepamos lo que sabemos y que sepamos que lo sabemos? Quizá la complejidad de la mente humana sea tal, que el alcance actual de la ciencia no pueda darTanto si el dualismo mente–cerebro está dentro de una consistencia inmaterial, como si la mente es un producto de la acción del cerebro, se tiene que admitir que el cerebro, o el sistema mente–cerebro, es la maravilla mayor creada por la Naturaleza, por su grado de magnitud realizadora, complejidad y eficiencia. Muy superior a la de cualquier sistema cibernético que mente humana pueda crear. Y digo esto porque el funcionamiento del cerebro, como expresa Damasio en su libro, no se parece en nada al de los sistemas cibernéticos. La arquitectura de interconexiones entre los sistemas neuronales es tan compleja, por el elevado intercambio de señales entre sus diversas áreas que, cuando se recibe una señal entrante en el cerebro, su conexión con los sectores de salida, para dar una respuesta, no es directa, sino que cada conjunto de áreas sensoriales iniciales debe hablar primero con varias regiones interpuestas a través de corrientes múltiples, paralelas y convergentes, con recorridos de ida y vuelta, para pasar por algunos puntos culminantes, a fin de hallar la respuesta más adecuada al tipo de señal entrante recibida. Como vemos, todo esto es tan complejo que escapa a nuestra comprensión. Y, saliéndonos del tema central, esta complejidad es la que me hace dudar que este sistema cerebral, como otros muchos sistemas que se podrían citar, sean un producto evolutivo de la Naturaleza, por azar y necesidad, sin la intervención de una Inteligencia diseñadora.
espuestas definitivas a los asuntos del cerebro/mente. No obstante, existen razones para creer que se llegará a explicaciones satisfactorias, pero sería aventurado decir que éstas se encuentran a la vuelta de la esquina
El amor, el odio la angustia, las cualidades de bondad y crueldad, etc. incluso la solución a problemas científicos, todos se basan en acontecimientos neurales en el interior del cerebro, a condición de que el cerebro haya estado y esté ahora interactuando con su cuerpo. Incluso el alma respira a través del cuerpo, y el sufrimiento, ya empiece en la piel o en una imagen mental, tienen lugar en la carne.
Es evidente que la mente humana depende del disparo global de nuestras neuronas en cuanto constituyen complicados conjuntos que van desde circuitos locales, a escala microscópica, hasta los sistemas más macroscópicos que abarcan varios centímetros. Para ello, existen varios miles de millones de neuronas en los circuitos de un cerebro humano. El número de sinapsis formadas entre estas neuronas es de, al menos, diez billones y la longitud de los cables axónicos que forman los circuitos neuronales suma del orden de varios cientos de miles de kilómetros, por lo que los secretos de la base neural de la mente no pueden descubrirse desentrañando los misterios de una sola neurona. Sin embargo, la mente, completamente integrada en el cuerpo que yo concibo, no renuncia a sus niveles de operación más refinados, lo que constituye su alma y su espíritu, y, a escala humana, son ahora estados complejos y únicos de un organismo. Naturalmente, me gustaría poder decir que sabemos, con seguridad, de la manera por la que el cerebro se mete en el asunto de producir la mente, pero no puedo, y, siento decirlo, nadie puede. Damasio,A. 2001. El error de Descartes. Barcelona: Ed. Crítica.
Pero volviendo al dualismo mente–cerebro, diré que me cuesta mucho creer lo que dice Eccles con respecto a “que en cada actuación mente-cerebro es como si interviniera el yo consciente de un alma inmaterial”. Y digo esto porque al meditar sobre los procesos de demencia senil, causados por enfermedades neurodegenerativas de las neuronas, se observa cómo ese alma inmaterial de los enfermos que lo padecen, parece resultar también afectada por esta enfermedad mental, aún siendo inmaterial.
[1] Por dualismo se entiende una doctrina metafísica según la cual la materia y el espíritu existen en el hombre como dos sustancias distintas e independientes.
[2] Doctrina metafísica que afirma que todo fenómeno está determinado, de una manera necesaria, por las circunstancias y condiciones en que se produce.
[3] Monismo.-Doctrina metafísica, opuesta al dualismo, según la cual la materia y el espíritu, lo físico y lo psíquico, como fenómenos o aspectos de la realidad son idénticos en su esencia, es decir, son los dos aspectos de una misma sustancia que se manifiesta en dos formas distintas.
[4] Descartes era un ferviente partidario del dualismo mente – cerebro.
BIBLIOGRAFÍA
Bruce, C. (2008). Los conejos de Schrödinger, (Sarret, J. Trad.). Barcelona: Ed.Biblioteca Buridan. (Trabajo original publicado en 2004).
Damasio, A. (2008). El error de Descartes, (Ros, J. Trad.)(5ª ed.). Barcelona: Ed. Crítica. (Trabajo original publicado en 1994).
Eccles, J. C. (1992). La evolución del cerebro: creación de la conciencia. (Rubia Vila, F. J. Trad.). Barcelona:Editorial Labor S. A. (Trabajo original publicado en 1988).
Creo que el autor de ese texto no comprende del todo bien el trabajo del Neurólogo Eccles. Voy a escanear unas fotos para mostrar un poco más su idea de conciencia:
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Libra zagun, mutillak, España lepratik,
harturik hontarako fusillak bertatik;
ekarriko dizkigu pakiak gerratik,
poztutzen dala oso mundua gugatik.
Españan española da Don Karlosena,
ekarri zagun hura ahal degun lehenena;
konfiantza jar zagun oso harentxena,
berak emango digu gustorik onena
POR DIOS Y POR ESPAÑA VICTORIOSOS DE TODOS SUS ENEMIGOS, SIN PACTOS NI MEDIACIONES.
.“Miguel, Miguel, Miguel guria,
Zaizu, zaizu Euskalerria”.
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CEREBRO Y MENTE (Antonio Orozco)
Por Antonio Orozco Delclós
Leí en el número de junio de 2004 de la revista Investigación y Ciencia, un interesante artículo de R. Douglas Fields, profesor de la Universidad de Maryland, en el que recoge la historia contada por Mr. Albert Driving, en un libro de reciente aparición. Se trata de la historia de Thomas Harvey, patólogo que, en 1955, realizó la autopsia de Albert Einstein: «Concluida su tarea, decidió llevarse el cerebro del genio a casa. Allí, flotando en el interior de un recipiente de plástico, permanecería 40 años. En varias ocasiones, Harvey repartió finos cortes del cerebro a científicos y seudocientíficos de todo el mundo, quienes estudiaron el tejido en busca de pistas que explicaran la genialidad de Einstein. Cuando Harvey llegó a los ochenta, colocó lo que quedaba del cerebro en el maletero de su Buick Skylark y cruzó el país para devolvérselo a la nieta de Einstein. Uno de los científicos que examinaron cortes del preciado cerebro fue Marian C. Diamond, de la Universidad de California en Berkeley. No encontró nada especial en el número o el tamaño de las neuronas. Sin embargo, en el córtex de asociación, responsable de la cognición de alto nivel, halló una cifra elevadísima de las células de la glía: una concentración mucho mayor que la del promedio de su encéfalo. ¿Mera rareza? Quizá no. Cada vez existen más pruebas que sugieren que las células gliales desempeñan un papel mucho más importante del que se ha venido suponiendo. Durante decenios, los fisiólogos dirigieron su atención hacia las neuronas, consideradas fundamentales para la comunicación cerebral. A la glía, en cambio, pese a superar en número a las neuronas en una proporción de nueve a uno, se le atribuía sólo una labor de mantenimiento: transportar nutrientes desde los vasos sanguíneos hasta las neuronas, mantener un buen equilibrio iónico y proteger de los agentes patógenos que consiguen eludir el sistema inmunitario. Con el sostén de la glía, las neuronas se hallarían libres para comunicarse entre sí a través de las sinapsis y establecer una red de conexiones que nos permiten pensar, recordar y saltar de alegría.» Termina el largo artículo con este párrafo: «Se dibuja así un panorama excitante y prometedor: más de la mitad del cerebro, inexplorada durante medio siglo, puede encerrar una valiosa información sobre el funcionamiento de la mente. Con todo, los neurobiólogos prefieren actuar con cautela y no precipitarse en la asignación de un nuevo protagonismo a la glía.»
A unos y a otros, la ciencia nos sorprende cada día con nuevos descubrimientos. Avanza a pasos agigantados en el conocimiento de ese microcosmos impresionante que es el hombre. Sin embargo el campo de investigación lejos de disminuir se amplía siempre más. Se adquieren certezas, no sólo se proponen conjeturas. Las hipótesis se suceden unas a otras y vamos de asombro en asombro. Quienes nos interesamos por sus resultados nos admiramos tanto de la capacidad de conocer como de lo conocido. Es una maravilla ver cómo cosas tan menudas producen efectos tan inmensos en la persona concreta que somos cada uno de nosotros. Alegría da saber que hay unas células que hacen posible saltar de alegría. Lo agradezco a las hasta ahora por mí ignoradas «células de la glía». Agradezco que existan aquellos que las han descubierto con sus funciones. Agradezco que las haya sobre todo a quien las ha concebido en su eternidad, al «Artista» de esa maravillosa vida que circula por los intrincados circuitos eléctricos del cerebro humano, que permiten pensar, recordar, pensar que pienso y recordar que recuerdo, gozar y gozar de mi gozo.
Como suele decir la doctora Natalia López Moratalla, la ciencia no puede descalificarse a sí misma descartando de su argumentación la causalidad sustituyéndola por la casualidad. Por eso, desde este microcosmos, cada día más admirable, por más conocido en sus sorprendentes entresijos, la mente no puede por menos que elevarse a su Creador. «Cerebro y mente», forman en el microcosmos humano una unidad maravillosa, sin que por ello se confundan, como no se confunden en un concierto de Bethoveen para piano, el piano, la partitura, el pianista y Bethoveen. Unidad y diferencia, inmanencia y trascendencia, no son términos excluyentes. Física y metafísica, ciencia empírica y ciencias del espíritu, todas tienen algo que decir. Nos alegrará que no se ignoren entre sí, que se hablen, que se esfuercen en entenderse; que sin confundir planos y niveles, encuentren notas armónicas, de modo que todos podamos escuchar sosegadamente - en concierto de múltiples instrumentos bien afinados -, la melodía fascinante de la unidad y pluriformidad de la Creación. Confío en que nuestra sección CEREBRO HUMANO nos ayude a disfrutar cada día más de los enigmas que se guardan en el estuche viviente que cabalga sobre nuestros hombros.
Etiquetas: Orozco, biología humana, ciencia y fe, razón y fe
Enviado por arvo.net - 04/07/2009
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"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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¿DONDE ESTÁ EL PROBLEMA, MENTE Y CEREBRO? (Alejandro Serani Merlo)
¿DONDE ESTÁ EL PROBLEMA EN EL PROBLEMA MENTE-CEREBRO?
Dificultades en la Neurofilosofía o: ¿Donde está el problema en el problema mente-cerebro?
Por Dr. Alejandro SERANI MERLO.
Facultad de Medicina, Universidad de Los Andes, Santiago de Chile.
II Congreso Internacional de Bioética. Departamento de Bioética - Universidad de La Sabana. Santa Fé de Bogotá, Colombia, 30 de Julio de 1999.
I. Introducción
El estudio de la mente humana ha fascinado a naturalistas, médicos y filósofos, desde tiempos inmemoriales. Este hecho no resulta sorprendente, ya que la adecuada comprensión del funcionamiento y de la naturaleza de la mente humana, constituye -con mucho- el elemento más importante para la comprensión de la naturaleza del ser humano y de todo aquello que a través de la mente nos es conocido. En los últimos años, la investigación acerca de la naturaleza de la mente humana ha girado en buena parte en torno a las discusiones acerca del así llamado problema mente-cerebro. La literatura en torno a este problema es en la actualidad, copiosa, y no deja de incrementarse día a día (Cf.SMITH-CHURCHLAND,1986; HUNDERT, 1989; SCOTT, 1995). Este interés por el tema es particularmente notorio en el mundo anglo-sajón, donde proliferan las discusiones entre neurocientíficos , y donde la así llamada `Philosophy of mind´ ha llegado a constituirse casi en una nueva rama de la filosofía (CHURCHLAND 1988; GUTTENPLAN,1994; WILSON&KEIL,1999). Toda esta intensa actividad intelectual podría hacer pensar que estamos tratando aquí con un problema nuevo. Sin desconocer que el desarrollo de la neurociencia contemporánea ha permitido visualizar el problema bajo perspectivas originales, nos parece que el problema mente-cerebro no es sino una forma modificada de una interrogante que viene ocupando a filósofos y científicos desde hace más de 25 siglos. Pensamos que el problema mente-cerebro, no es sino otra variante de un multisecular dilema expresado de diversas formas disyuntivas como: alma-cuerpo, materia-forma, espíritu-materia, mente-cuerpo o mente-cerebro.
Desde el albor de la ciencia y de la filosofía en la Grecia antigua, hasta la época histórica llamada del renacimiento, se produjeron grandes avances en la comprensión del ser humano y de su vida mental, tanto desde la perspectiva que hoy llamaríamos científica, como desde la perspectiva filosófica. Sin embargo, el gran desarrollo de la ciencia empírica y de la técnica, especialmente a partir del siglo XVII, condicionó un abandono relativo y hasta un descrédito de aquellos conocimientos no estrictamente derivados de la ciencia experimental o no relacionados con los desarrollos técnicos que en diversas partes del mundo no han dejado de florecer. El cambio de las condiciones de vida, posibilitado por la técnica, ha sido de tan colosales proporciones, que el tipo de conocimiento ligado más próximamente a este desarrollo, ha venido a ocupar un papel preponderante en el concierto de los saberes, capitalizando en su favor el prestigio del que durante siglos gozaron en la cultura la filosofía y la teología.
El singular desarrollo de las ciencias biológicas y médicas, experimentado desde mediados del siglo pasado en el mundo occidental, ha permitido alcanzar al fin del milenio, una comprensión muchísimo mas precisa de la estructura y de la función del sistema nervioso, estructura del organismo humano asociada, más que ninguna otra, al normal desenvolvimiento de la vida mental. No obstante este innegable progreso en el acúmulo de conocimientos empíricos, relativos a la estructura y a la función del sistema nervioso en los animales y en el ser humano, y frustrando las expectativas de algunos planteamientos cientificistas de comienzos de siglo, un número creciente de investigadores del área de lo que ha venido a denominarse las neurociencias, ha comenzado a tomar conciencia de la distancia inmensa que subsiste aún entre la realidad bruta de estos datos experimentales y la posibilidad de responder de un modo mínimamente satisfactorio a las preguntas acuciantes que estos mismos investigadores se hacen en relación a la naturaleza de la mente humana. Es así como los últimos años han visto resurgir muchas de las cuestiones frente a las cuáles se debatió la filosofía clásica durante siglos.
II. Planteamiento del problema mente - cerebro
Uno de los hechos que más llama la atención en la literatura en torno al problema mente - cerebro es la dificultad que manifiestan los autores para expresar adecuadamente el problema. Dicho de modo más preciso, resulta casi imposible encontrar planteamientos del problema que en el enunciado no presupongan ya su respuesta. Tomemos dos ejemplos. El filósofo australiano David CHALMERS lo expresa del modo siguiente: "El problema...es el de cómo los procesos físicos del cerebro dan lugar a la consciencia" (CHALMERS 1996a, p.61). Por su parte, el premio Nobel de Fisiología y Medicina Francis CRICK, lo explicita del modo siguiente: "¿Cómo explicar los eventos mentales como siendo causados por la descarga de grandes conjuntos de neuronas?" (CRICK & KOCH 1992, p.111).
No es difícil ver que este modo de plantearse la pregunta lleva ya implícita una respuesta. Es decir, preguntarse de entrada cómo las descargas neuronales y los procesos físicos del cerebro dan origen a los eventos mentales supone ya haber respondido que los fenómenos mentales son causados por estos procesos físicos. Ahora bien, y aunque pueda parecer obvia para muchos hoy en día, esa afirmación no es por sí misma evidente, y, en buena filosofía, necesita ser justificada.
II.1. Orígenes del problema
Para entender de dónde surgen los planteamientos como los de CHALMERS y CRICK es necesario poder determinar cual es su punto de partida. El mismo CHALMERS nos los indica: una cosa son los fotones que inciden sobre la retina, otra cosa es la experiencia de percibir el color de las flores. Al primer tipo de realidades (los fotones), CHALMERS le llama objetivas, al segundo tipo de experiencias (el color), nuestro autor las llama subjetivas (Cf. CHALMERS 1996a, p.111). Podríamos decir, en consecuencia, que nuestros autores reconocen como punto de partida la existencia de dos tipos distintos de fenómenos naturales: los fenómenos físicos o corpóreos y los fenómenos mentales. Para simplificar designaremos a los fenómenos corpóreos como fenómenos `x´ y a los fenómenos mentales fenómenos `y´. Agregemos a lo que venimos de afirmar que ambos tipos de fenómenos ocurren en el ser humano, al que designaremos como `S´. Esto último no lo afirman nuestros autores, pero me parece viene exigido por lo que ellos sostienen.
Elementos constituyentes del problema mente-cerebro
fenómeno `x´ = fenómenos físicos
fenómeno `y´ = fenómenos mentales
realidad `S´ = ser humano
Resulta pertinente señalar que cuando los filósofos se han planteado el problema de esta forma, han sido capaces de producir un cierto número de combinaciones, todas ellas intentando explicar cómo se juntan estas tres realidades. Algunos, privilegiando el aspecto físico-corpóreo, han producido distintos tipos de materialismo o empirismo, otros, privilegiando el aspecto mental, han generado los más variados tipos de espiritualismo o idealismo; y, otros, finalmente, han intentado a toda costa salvar la coexistencia de ambos aspectos en una sola unidad. Pero: ¿de dónde procede tanta diversidad de planteamientos? La respuesta a esto no parece ser tan compleja. Si se hace una lista de propiedades pertenecientes a aquello que denominamos fenómeno `x´ (lo físico-corpóreo), y a su lado hacemos una lista análoga de características para el fenómeno `y´ o (lo mental), es posible observar que estos dos tipos de realidades difieren en muchos aspectos.
Listado comparativo de rasgos pertenecientes a cada tipo de fenómeno:
Lo físico-corpóreo Lo mental
Captable por los sentidos No objetivable por los sentidos
Ocupa un lugar y está sometido al devenir Inespacial e intemporal
Cognoscible por muchos Sólo accesible al propio sujeto
Divisible (compuesto de partes potenciales) Indivisible (no compuesto de partes)
Los cuerpos tienen límites Difieren en su formalidad cualitativa
La pregunta que surge espontáneamente de esta constatación es la siguiente: ¿Cómo es posible que estén unidas dos realidades tan distintas? Responder a esta pregunta ya no es tan fácil, algunos han llegado a pensar que quizá la dificultad radica en que no hay tal unión de realidades y que`x´ no es sino un aspecto de `y´ , o `y´ un aspecto de `x´. Es decir, que lo corpóreo se reduce a lo mental, o que lo mental se reduce a: lo corpóreo.
Posturas filosóficas que surgen de un mal planteamiento del problema mente-cerebro:
- Sólo existe `x´: Monismo materialista [Presocráticos, Locke, Hume]
- Sólo existe `y´: Monismo idealista [Berkeley]
- Existen `x´e `y´ (no existe `S´): Dualismo [Descartes]
Hasta aquí el planteamiento del problema pareciera ser relativamente sencillo. No se quiere decir con esto que esté completo, o que sea fácil de resolver. No obstante lo anterior, parece importante detenerse en este punto, porque diversos autores contemporáneos han venido a complicar el planteamiento del problema a este nivel, comprometiendo ya en la partida, la posibilidad de resolverlo.Para que se entienda mejor lo que queremos decir, vamos a tomar como ejemplo a un autor contemporáneo, el filósofo estadounidense John SEARLE, autor -entre otras obras- de: `El redescubrimiento de la mente´y `El misterio de la conciencia´. SEARLE comienza por constatar, -a su manera-, la dualidad que hemos mencionado, introduciendo algunas modificaciones que a primera vista podrían parecer banales. Dice SEARLE que en nuestro siglo existe una laguna en la vida intelectual. Laguna que, según él, bien debiera llamarse escándalo. La mayor parte del tiempo en nuestras vidas funcionaríamos con lo que él llama psicología `intencionalista´ o psicología `de la abuela´. De acuerdo con esta psicología pretendemos explicar la conducta humana según nuestras intenciones: "Ese hombre votó por Ronald Reagan porque pensó que iba a acabar con la inflación"(SEARLE 1989, p.209). Sin embargo, simultáneamente con esto, suponemos dice SEARLE, que "por debajo de ese nivel de explicación, tiene que haber un nivel de explicación neurofisiológica" (Ibidem), es decir, una explicación del tipo: Ese hombre votó por Reagan porque sus neuronas hipotalámicas determinaron su conducta en esa dirección. El escándalo está en que no conocemos hoy en día suficientemente el funcionamiento del cerebro como para "explicar los casos específicos de conducta humana ordinaria" (Ibidem).
El pretendido `escándalo´ en nuestro conocimiento de la mente (según SEARLE). John SEARLE nos dice que diversos autores en este siglo han intentado salvar el hiato con "algo que fuera una ciencia de la conducta humana, pero que no fuera psicología de sentido común ni tampoco fuera neurofisiología" (SEARLE, Ibidem). Según él todas estas teorías han fracasado, y al mirar atrás, uno puede ver "cadáveres de teorías que supuestamente iban a salvar el hiato". Ejemplos de éstas serían: el conductismo, la teoría de juegos, la teoría de la información, la cibernética, el estructuralismo, el post-estructuralismo y la sociobiología. Hoy en día -según nuestro autor-, la teoría en boga sería la `ciencia cognitiva´, y su programa central de investigación, la inteligencia artificial. La inteligencia artificial también habría resultado incapaz de llenar el hiato al confundir la mente humana con la implementación de un programa, lo que sería confundir el nivel sintáctico que es el dominio propio de los programas con el nivel semántico carácterístico de los contenidos mentales, nivel al que obviamente no accederían los programas. En otros trabajos SEARLE ha sido capaz de mostrar con gran lucidez, argumentando contra los defensores de la inteligencia artificial, que no es posible equiparar un programa computacional que traduce una frase del chino al inglés, con la comprensión del chino que tiene un traductor humano que realiza la misma tarea (SEARLE 1980). Una cosa sería cambiar un tipo de símbolos por sus equivalentes, otra distinta entender lo que los símbolos significan.
Pero: ¿por qué el problema mente-cerebro parece ser tan dificultoso? Se pregunta SEARLE. Para entender esto hay que considerar que la ciencia contemporánea con su éxito en el examen de las cosas físicas ha pretendido desconocer cuatro rasgos de los fenómenos mentales que parecen imposibles de encajar en nuestra visión "científica" del mundo : la conciencia, la intencionalidad, la subjetividad y la causación mental (SEARLE 1989, 1992).
Rasgos de los fenómenos mentales supuestamente no explicables por una visión `científica´ del mundo (según J. SEARLE): Conciencia, Intencionalidad, Subjetividad y Causación Mental.
Que el mundo contiene eventos conscientes es para SEARLE un hecho puro y simple, lo que es difícil de entender para el enfoque científico actual sería: "¿Cómo puede esa masa informe gris y blanca que está dentro de mi cráneo ser consciente?". La intencionalidad, por su parte, es aquella propiedad por la cual nuestros estados mentales se refieren a algo: "¿Cómo puede el acerca de algo ser un rasgo intrínseco del mundo?" se pregunta SEARLE, intentando evidenciar las dificultades del enfoque científico para inteligir este tipo de realidades. La subjetividad, por su parte, se refiere al hecho que "yo puedo sentir mis dolores y tú no puedes". "Desde el siglo XVII hemos dado en pensar que la realidad es algo que tiene que ser igualmente accesible a todos los observadores competentes; esto es, pensamos que tiene que ser objetiva. Ahora bien, ¿cómo hemos de acomodar la realidad de los fenómenos mentales `subjetivos´ con la concepción científica de la realidad como algo totalmente `objetivo´?" El cuarto rasgo tiene que ver con la convicción que todos tenemos de que nuestros estados mentales tienen efectos causales sobre el mundo físico y con la dificultad que deriva de este hecho en orden a vincular estos dos tipos de realidades. Por ejemplo: decido levantar mi brazo y he aquí que mi brazo se levanta. "¿Cómo puede algo tan `gaseoso´ y `etéreo´ como un estado mental consciente tener algún impacto en un objeto físico como el cuerpo humano?", se pregunta nuevamente SEARLE. Estos serían los cuatro rasgos de los fenómenos mentales que la ciencia actual no ve como entender, y sería según John SEARLE la razón por la que tantos pensadores se esfuerzan por encontrar cómo llenar el hiato o tender un puente entre estos dos órdenes de realidades.
Luego de plantear estas dificultades para resolver el problema mente-cerebro, SEARLE se siente obligado a establecer una tesis, como paso previo para entrar en la explicitación de lo que él considera la solución a todos esos problemas. Dado que la solución de SEARLE al problema mente cerebro depende -según nuestro modo de ver-, enteramente de esta tesis, nos interesará examinarla con atención. Su tesis es la siguiente: "Los fenómenos mentales, todos los fenómenos mentales, ya sean conscientes o inconscientes, visuales o auditivos, dolores, cosquilleos, picazones, pensamientos, toda nuestra vida mental, están efectivamente causados por procesos que acaecen en el cerebro"
En otro escrito, explicitando aún más su tesis SEARLE dice: "Los fenómenos mentales son un resultado de los procesos electroquímicos en el cerebro, tanto como la digestión es el resultado de procesos químicos que suceden en el estómago y en el resto del aparato digestivo. Creo que este es un hecho obvio acerca de cómo funciona el mundo y sin embargo sus implicaciones completas generalmente no son percibidas por los estudiosos de la inteligencia artificial, la ciencia cognitiva o la filosofía."
En suma: Los fenómenos mentales son fenómenos biológicos reales en el mundo, tan reales como la digestión, la fotosíntesis, la lactancia o la secreción de bilis. Curiosamente nuestro autor no considera pertinente realizar ningún comentario para justificar la validez de su tesis, la considera obvia, y eso es consistente en los diversos estudios que le dedica al tema. En un artículo reciente de revisión SEARLE (1996c) llega a reconocer que su tesis descansa en una serie de presupuestos. Presupuestos que una vez más, ni explicita ni mucho menos justifica. Antes de examinar críticamente la tesis de SEARLE, debe hacerse notar, que este modo de plantear el problema no es exclusivo de él.
David CHALMERS, filósofo australiano radicado en los EEUU - autor de un libro muy comentado en ese país: `The Conscious Mind: in search of a fundamental theory´, plantea que el problema `difícil´ de explicar, es el de la experiencia consciente, y que frente a él se han planteado diversas actitudes o estrategias. La primera de ellas dice que el problema es muy difícil por ahora y quizá definitivamente fuera del dominio de la ciencia, razón por la cual ellos se limitan a estudiar otros aspectos de la conciencia, que CHALMERS califica como `fáciles´. La segunda estrategia consiste en negar el fenómeno difícil de la experiencia consciente y dedicarse también sólo a los aspectos fáciles como son la accesibilidad, la reportabilidad, la atención selectiva, la categorización de estímulos etc. La tercera estrategia según CHALMERS se fundamentaría en la constatación de que casi todos aceptan que la experiencia surge, en una forma u otra, de procesos en el cerebro, y que tiene sentido identificar el tipo de proceso del cual ella surge.
Estrategias para enfrentar `el problema difícil´ de la experiencia consciente (según David CHALMERS)
Estrategia 1: El problema es demasiado difícil o fuera del dominio de la ciencia.
Estrategia 2. Se niega el fenómeno difícil y se centra en los aspectos fáciles.
Estrategia 3. La experiencia surge del cerebro. Se estudian los procesos del cerebro.
En la tercera estrategia vemos reaparecer bajo otra forma la tesis de SEARLE, a la que CHALMERS parece adherir ya que, más adelante, plantea que una teoría no reductiva de la experiencia, como la que él está intentando establecer, debería especificar los principios básicos que establecen cómo la experiencia depende de las características físicas del mundo. Estos principios psicofísicos no deberían interferir con las leyes físicas, ya que parece que las leyes físicas forman ya un sistema cerrado. CHALMERS, que describe su posición como dualismo naturalista insiste en que no hay nada particularmente espiritual o místico en este tipo de teorías, y que su forma general es como la de una teoría física, con unas pocas entidades fundamentales conectadas por leyes fundamentales.
Retomemos ahora la línea de argumentación de SEARLE. Su tesis central, cuya verdad no merece siquiera la pena de ser examinada es que: "... todos los fenómenos mentales, ...están efectivamente causados por procesos que acaecen en el cerebro". Nuestro autor complementa esta tesis con otra afirmación, la cual él denomina el principio de la suficiencia neurofisiológica que dice que: "para cualquier fenómeno mental, hay condiciones causalmente suficientes en el cerebro". Una vez consolidado en la verdad de estas afirmaciones SEARLE procede a explicitar su respuesta al problema mente-cerebro.
Hemos visto cómo nuestro autor reconoce la originalidad objetiva de los fenómenos mentales de conciencia, intencionalidad, subjetividad y causación mental, por una parte, y hemos visto las tesis y principios que él se siente obligado a establecer. ¿Cómo compagina estos dos aspectos? En realidad, su respuesta viene forzada por los principios en los que se funda. "Los...fenómenos mentales -dice SEARLE- son sólo rasgos del cerebro..." ¿Qué entiende el autor por "rasgos"?: `propiedades físicas de alto nivel´. En el ámbito físico -nos dice el filósofo estadounidense- debemos distinguir entre micro-propiedades y macropropiedades. Las micropropiedades son las partículas, sus entrelazamientos, movimientos e interacciones, las macropropiedades serían fenómenos globales como la fluidez o la solidez de los cuerpos. No se puede decir que una molécula de agua sea líquida o sólida, pero si se puede predicar la fluidez o la solidez de un conjunto de moléculas. Estas macropropiedades -según el autor- se puede decir que son causadas por las micropropiedades, o se puede decir también que son las micropropiedades en un nivel elevado de descripción, fórmulas que para él serían equivalentes. Las propiedades mentales -en consecuencia- sólo son características físicas de alto nivel, de ciertos sistemas físicos.
¿Cómo se explican las cuatro características mencionadas de los estados mentales de acuerdo a esta teoría? La causación mental parecería ser la más sencilla de explicar; en efecto, nuestro autor afirma de manera casi tautológica que: "Los estados mentales pueden causar la conducta mediante el proceso causal ordinario, porque son estados físicos del cerebro". La explicación de SEARLE para las otras propiedades parece no menos circular. Para responder a la pregunta acerca de la conciencia, el autor no se pregunta qué es la conciencia, sino: ¿cómo es posible la conciencia? Acto seguido explica que "la mejor forma para mostrar que algo es posible, es mostrar cómo es en efecto". Pero como ya hemos dicho que la conciencia no es sino una propiedad física del cerebro, el mostrar como es posible la conciencia se reduce a describir los proceso cerebrales por los que la conciencia se hace posible.
La siguiente respuesta sigue básicamente el mismo esquema. Para explicar "¿cómo pueden tener intencionalidad átomos en el vacío? se nos dice lo siguiente: "Como con los `misterios´ de la vida y de la conciencia, la manera de aclarar el misterio de la intencionalidad es describir con todo el detalle que podamos cómo los fenómenos son causados por procesos biológicos...Las experiencias visuales y auditivas, las sensaciones táctiles, de hambre de sed, el deseo sexual, y las experiencias olfatorias, son todas causadas por procesos cerebrales y se realizan en la estructura del cerebro; y todas son fenómenos intencionales" .
Finalmente, la subjetividad ni siquiera es explicada, simplemente se nos dice que "la existencia de la subjetividad es un hecho físico tan objetivo como cualquier otro" y que debe ser estudiado por la ciencia. Si se le preguntara ¿de qué modo podría la ciencia estudiar la subjetividad, la respuesta probablemente sería la misma que en los casos anteriores: describir los procesos cerebrales. Frecuentemente nuestro autor recurre al ejemplo de lo que ha pasado con el estudio de la vida. En su opinión, la disputa entre vitalismo y mecanicismo sería algo que ya mas nadie toma en serio. Simplemente -dice él- se sabe hoy que la vida es un fenómeno biológico que se reduce a lo puramente físico, se describe y punto, no cabe hacerse más preguntas.
Más adelante retomaremos el estudio de esta argumentación. Digamos solamente que todo el argumento parece tener el carácter de una petitio principii. Esto es, dado que los procesos cerebrales son causa necesaria y suficiente de todos los fenómenos mentales, la explicación de los fenómenos mentales se reduce al estudio de los proceso cerebrales. De lo único de lo que no se puede acusar a SEARLE es de falta de lógica.
Habiendo expuesto de modo sucinto el modo como John SEARLE plantea el problema mente-cerebro, y el modo que tiene de resolverlo, volvamos por un momento a nuestras consideraciones iniciales acerca del modo de plantearse el problema mente-cerebro. Hemos dicho, y reiteramos, que para estos autores el problema parece reducirse al modo como coexisten tres elementos: las realidades `x ´, `y´ y `S´. El examen de los planteamientos de SEARLE y CHALMERS nos indica que para ellos es efectivamente así. La tesis materialista acerca de que :"...todos los fenómenos mentales, ya sean conscientes o inconscientes,...están efectivamente causados por procesos que acaecen en el cerebro", sin embargo, agrega a la primera evidencia varios elementos, que no están contenidos en el primer planteamiento, y cuya obviedad no es nada obvia. En efecto, no sólo se afirma en esta tesis que la existencia de `x´ e `y´, sino que se afirma categóricamente y sin ningún esbozo de justificación que `x´ causa `y´. Lo más que se llega a afirmar es un argumento de autoridad de la forma: "La mayoría de los neurocientíficos actuales creen que..." (CRICK & KOCH 1992, p.111).
Además de lo anterior, en la tesis en cuestión, `S´, el ser humano, ha sido subrepticiamente reemplazado por el cerebro: `c´, esto es, que ya no es el ser humano el que conoce o `produce´ estados mentales, sino que es el cerebro el que los produce. Junto con lo anterior, queda además sobreentendido y de modo dogmático, que la realidad `x´ (la realidad físico-corpórea), es adecuada y suficientemente conocida por la ciencia experimental, y que, como dice CHALMERS, de ningún modo una realidad mental puede interferir con la realidad físico-copórea -tal como la ciencia la concibe-, ya que las leyes que esta concibe forman un sistema cerrado. SEARLE llega a lo mismo al afirmar en su `solución´ al problema mente cerebro que la mente no es sino `un rasgo del cerebro´, y por lo tanto no cabe concebirla como un `algo´ que pueda interactuar con la realidad físico-corpórea tal cual la ciencia nos la da a conocer. Queda también sobreentendido en la tesis, y dicho explícitamente por estos autores, que las realidades físicas que la ciencia describe como: átomos, espacio vacío, espacio- tiempo, son lo más real que se puede afirmar por relación a la realidad física, quedando todo conocimiento espontáneo del sentido común acerca de estas realidades, relegado al baúl de las afirmaciones ingenuas, falsas o sin fundamento.
Modificaciones al planteamiento del problema mente-cerebro en la neurofilosofía materialista-positivista:
-Planteamiento original: x + y + S: realidad corpórea + realidad mental + sujeto donde ambas coexisten.
- Planteamiento materialista-positivista: realidad corpórea = conceptualización científica de la realidad física Realidad corpórea causa la realidad mental. El sujeto corpóreo de la realidad mental es el cerebro (C)
Examinemos si estos agregados al planteamiento original pueden ser tenidos no sólo por válidos sino que también por obvios como afirman sin matices, de modo implícito o explícito, estos y muchos otros autores en este campo. En primer lugar: ¿Podemos afirmar tan taxativamente que `x´ causa `y´? No está de más traer a colación a propósito de esto al filósofo escocés BERKELEY. Este pensador concibió justamente lo contrario, es decir, que `y´causa a `x´, y mostró de modo magistral que todo lo que llamamos mundo físico-corpóreo puede ser perfectamente concebido como una `producción´ de nuestra mente. El problema -como dice GILSON refiriéndose al planteamiento de BERKELEY- no está en elaborar una teoría coherente en la cual todo surge de la materia, o, a la inversa, en la cual todo surge de la mente; el problema está en saber si esas teorías son verdaderas (Cf.GILSON 1939/1983 p.195.). Y para averiguar eso tenemos que asegurarnos que esos desarrollos teóricos se apoyan en verdaderas evidencias.
La mayor parte de los científicos y filósofos que asumen, consciente o inconscientemente, la tesis materialista, suponen que la fuerza de su verdad surge de los descubrimientos de la ciencia contemporánea. Ahora bien, cualquier persona que lleve algunos años revisando la literatura neurocientífica, será capaz de reconocer que no existe ningún trabajo experimental, o alguna interpretación de datos experimentales, publicado en alguna revista científica seria, que permita afirmar de modo claro, riguroso e inequívoco, que la actividad electroquímica, bioquímica o genético molecular de la corteza cerebral causa los fenómenos mentales de modo total, próximo y suficiente, de modo análogo a como los acinos mamarios producen la leche y los islotes de Langerhans la insulina. No existe por lo tanto ninguna evidencia científica que permita asegurar de modo obvio, indubitable, inequívoco, experimentalmente verificable, que la materia físico- corpórea, tal como la ciencia nos la da a conocer, es la causa los fenómenos mentales. De hecho, los autores CRICK y KOCH que -como hemos visto- tan llanamente aceptan que las descargas de grupos neuronales causan los fenómenos mentales, reconocen que no hemos llegado todavía a descubrir cual es el correlato exacto de los fenómenos mentales (Cf. CRICK & KOCH 1992, p.115). Más aún estos autores confiesan que: "Claramente, el problema de encontrar las neuronas cuya descarga simboliza un percepto particular no va a ser tarea fácil" (Ibidem).
A este respecto resulta pertinente recordar las afirmaciones de Steven ROSE, en un artículo publicado en la revista Trends in Nuroscience, a comienzos de los ochenta, titulado: "¿Pueden las neurociencias explicar la mente?". Por esa época la revista Neuroscience estaba también publicando una seguidilla de artículos dedicados al problema mente-cerebro, todos ellos escritos por eminentes neurocientíficos. ROSE hace ver que dado que los neurocientíficos sólo están en condiciones de establecer correlaciones entre fenómenos físico-químicos y eventos mentales, se suelen empantanar en una lista sinfín de correlaciones con la esperanza quimérica de que algún día, a fuerza de describir correlaciones, se podrá dar el salto desde afirmaciones correlacionales a afirmaciones causales. Este salto del que habla ROSE es el que -como hemos visto- dan CRICK y KOCH, y lo dan sin más evidencia que la de un supuesto consenso mayoritario entre neurocientíficos.
Como ha hecho notar con agudeza el filósofo judío-alemán Hans JONAS, la tesis materialista se enfrenta a absurdos en su propio dominio: "La rotunda y afirmativa tesis, de que la materia es responsable de la mente -expresa JONAS- es proferida sin ningún intento de mostrar cómo un tal desempeño podría sustentarse en las propiedades que conocemos de la materia. Esta no es más que una aseveración de lo oculto...Se quiere significar un efecto que, a diferencia de otros efectos en la naturaleza, o consume la energía de su causa, no se trata de una transformación o de una continuación de una tal energía, y por lo tanto, a diferencia de todos los otros efectos conocidos, éste no puede transformarse en una causa en si mismo. Es impotente, en sentido absoluto: un camino sin salida en la ruta de la causalidad, más allá del cual el tráfico de causa y efecto rueda como si no existiera en absoluto".
A través de una serie de expresiones como: `fulguración´, `emergencia´, `epifenómeno´ , que más tienen de metáfóra que de verdadera explicación, se pretende afirmar un modo sui generis de causación acerca del cual no se tiene ninguna idea positiva. Como bien ha visto nuevamente JONAS, el pensamiento materialista positivista que hunde sus raíces en el dualismo de DESCARTES, asumió una sola de las dos ramas de la bifurcación entre substancia pensante (res cogitans) y substancia extensa (res extensa). El edificio ideológico de la ciencia experimental se construyó haciendo caso omiso de la res cogitans, pretendiendo que esta era una derivación espiritualista o teológica específica de DESCARTES, la cual no era imprescindible para hacer una ciencia de la naturaleza. Esta omisión sin embargo, dejó pendiente la tarea de dar un soporte intelectual a toda una parte de la realidad. Como suele ocurrir en la historia del pensamiento, al igual que en la vida diaria, cuando al que tiene derecho se le niega la entrada por la puerta, termina entrando por la ventana. En palabras de JONAS: "El materialismo heredó su planteamiento del dualismo, sin tomar plena conciencia que el abandono en que incurría comportaba una obligación que nunca podría esperar satisfacer con sus propios recursos: la obligación de asumir teóricamente también aquellos fenómenos que eran la responsabilidad de aquella parte del dualismo que desapareció. Esta tarea se ha vuelto de modo inescapable sobre el materialismo, una vez que se encontró establecido en su parcela, como un monismo auto-suficiente. El peso de esta obligación se ha constituído en la secreta venganza por haber llevado a cabo una de las más grandes usurpaciones en la historia del pensamiento. En realidad, el materialismo no podrá jamás, en virtud de su nacimiento, alcanzar el estado de un legítimo monismo. Esto en razón de que él representa sólo una parte aislada de un dualismo que había previamente cercenado una unidad preexistente. El materialismo continúa presuponiendo `lógicamente´ al dualismo trascendental, porque sólo teniendo de modo inconfesado en la trastienda al "otro mundo" del dualismo puede el materialismo, `en su propio campo´, pretender desconsiderar la evidencia espiritual e interpretar la realidad,en términos de pura materia. El mero materialismo, por lo tanto, vivió de su implícita carga dualista y su concesión sobre la vida expiró con la renuncia al complemento espiritualista. Deprivada de su cobijo dualista la "materia" solitaria debe dar cuenta de la mente y pierde por lo tanto su naturaleza inambigua de "mera materia" como se la concibió en su momento... Por lo tanto, el materialismo, mientras que le asegura a la `res extensa´ la adecuación metodológica para la ciencia que había adquirido en el cartesianismo dualista, evita el entuerto psicofísico al precio de destruir cualquier comprensión posible de la mente, aún destruyendo la propia idea de mente; y al mismo tiempo, como hemos visto, adultera el límpido concepto de materia, sobrecargándola de una facultad oculta, esto es, la de generar el "epifenómeno".
En suma, podemos afirmar que no es para nada evidente, que la materia produzca la mente, ni en términos de sentido común, ni en términos de la conceptualización que hace la ciencia de la naturaleza físico-corpórea. Esta conclusión nos lleva a la siguiente, esto es, que tampoco es evidente que el cerebro, entendido como realidad material, conceptualizada por la ciencia, produzca, a título de causa necesaria y suficiente los fenómenos mentales.
Análisis crítico de la tesis materialista.
-Planteamiento materialista-positivista:
realidad corpórea = conceptualización científica de la realidad física (cientificismo o positivismo) REDUCCIONISMO
realidad corpórea causa la realidad mental (afirmación gratuita) MATERIALISMO
el sujeto corpóreo de la realidad mental es el cerebro (corporalización del sujeto o subatancialización de la corporeidad) SUBSTANCIALIZACIÓN DE LAS PROPIEDADES MATERIALES.
La no-evidencia de la afirmación de que es el cerebro el que produce los estados mentales se sigue además de la evidencia de que, en un todo unitario, es el todo el que actúa por la parte y no la parte por el todo. Del mismo modo que no es el pulmón el que respira, sino el animal por el pulmón, no es el cerebro el que conoce sino el sujeto cognoscente por su cerebro. La confusión con respecto a este punto deriva del subrepticio desplazamiento del sujeto operado por la tesis materialista. En ella no sólo `y´ es reducido a `x´, sino que también `S´ desaparece y es reemplazado por C(x°). La coporeidad en efecto deja de ser la propiedad de un sujeto, para transformarse en el sujeto mismo. De este desplazamiento se sigue la imposibilidad de coexistencia en un mismo sujeto de dos tipos de propiedades, es decir, una visión monista de la naturaleza.
En un sujeto que es cuerpo, como lo conceptualiza el materialismo positivista, todo lo que hay en él forzosamente lo es. En cambio, en un individuo que posee la corporeidad como propiedad, como lo caracterizó siempre la filosofía clásica, no existen objeciones ni lógicas, ni ontológicas, ni experimentales para que puedan coexistir en él propiedades de diverso orden. El modo preciso como coexistan tendrá ciertamente que ser precisado, pero ninguna dificultad en esta línea podrá ser homologada a un impedimento de derecho a la coexistencia de propiedades de diverso orden, como ocurre en las visiones monistas, sean éstas materialistas o espiritualistas.
La conclusión que podemos extraer de lo que venimos de decir sería la siguiente. Existe ciertamente un problema mente-cerebro que exige ser entendido y eventualmente resuelto. No obstante lo anterior es necesario ejercer una extrema cautela y rigurosidad a la hora de plantear el problema, a riesgo de hacerlo insoluble. Luego del breve análisis que hemos efectuado podríamos decir que la tesis materialista de la mente, no puede ser afirmada como verdadera al comienzo de un intento de respuesta. Y esto por dos razones: En primer lugar porque ella ya es una respuesta, y, en segundo lugar, porque se trata de una respuesta sin verdaderos fundamentos (o sin fundamentos evidentes, lo que viene a ser exactamente lo mismo). El hiato del que habla SEARLE es real, y tiene razón también al afirmar que se pierde el tiempo intentando salvarlo. Lo que SEARLE no ve es que él incurre en el mismo mal planteamiento del problema. Al no cuestionarse críticamente su dogmatismo cientificista, SEARLE se ve obligado a salvar a toda costa la visión monista implicada en este planteamiento, razón por la cual es llevado a concebir ingeniosas pseudo-explicaciones que permitan hacer surgir de la materia toda la complejidad de una realidad mental a la cual por otra parte él mismo es extremadamente sensible. Podríamos decir, en cierto modo, que la ontología de SEARLE no logra dar un sustento racional a la rica fenomenología mental que él mismo es capaz de explicitar.
III. Hacia un adecuado planteamiento del problema mente - cerebro
En las páginas precedentes hemos examinado críticamente la forma como algunos pensadores contemporáneos representativos se plantean el problema mente - cerebro. Hemos visto que el modo como estos autores plantean el problema involucra ya una toma de posición con respecto al modo de resolverlo, y que esta toma de posición por ser arbitraria y sin fundamentos, conduce necesariamente a absurdos. No nos corresponde en este momento intentar un planteamiento positivo y exhaustivo acerca del modo como deben ser correctamente concebidas en el ser humano las relaciones entre lo mental y lo copóreo. Una empresa de este tipo supondría la explicitación completa de una filosofía general de la naturaleza y una aplicación específica a las cuestiones biofilosóficas y antropológicas aludidas en el problema (Cf. SERANI 1987a & s.s.). No obstante la imposibilidad de intentar aquí un desarrollo de esa naturaleza, intentaremos apuntar, al menos brevemente, las líneas de fuerza que nos parece debiera seguir un adecuado planteamiento del problema y los errores que según nuestro modo de ver sería necesario evitar.
Pensamos, en primer lugar, que un planteamiento como el que hemos visto, que toma como punto de partida la sola existencia en la naturaleza de fenómenos físicos y fenómenos mentales, constituye un planteamiento incompleto, que no sólo conduce a errores sino que además imposibilita una respuesta satisfactoria a los problemas planteados. No se trata de negar que existan ambos tipos de fenómenos, se trata de reconocer que existen además otros órdenes de fenómenos naturales.
La gran fuerza del reduccionismo metodológico científico-experimental, consolidado por la revolución galileo-cartesiana, deriva de la posibilidad de objetivar los aspectos sensibles y cuantificables en todas las realidades naturales que de algún modo caigan bajo el alcance de los sentidos. Este reduccionismo metodológico, legítimo y útil, ha permitido aplicar el método científico- experimental a la comprensión de realidades que en un comienzo se pensó quedaban fuera del alcance de un tal modo de conceptualizar la realidad. Es así como en un comienzo este método surgió sólo como una nuevo modo de conceptualizar las realidades físicas, entendidas éstas como las realidades inertes o puramente copóreas. El progreso de esta `nueva física´ y la toma de conciencia de sus potencialidades, hizo que de modo paulatino las prescripciones del método científico-experimental fuesen extendiéndose a otros dominios. Fue así como la nueva física de los siglos XVII y XVIII fue seguida por el desarrollo de una nueva química y una nueva biología en el siglo XIX, y por unas nuevas psicología, sociología y economía en el siglo XX. Dado que los aspectos sensibles y cuantificables tienen la característica de ser aquellos aspectos que les son justamente comunes a todas las realidades naturales, las conclusiones de las observaciones que se realizan a partir de este método tienen la propiedad de ser universales en lo que a la naturaleza físico-corpórea se refiere. Además, como el mismo método sólo recoge en el orden dinámico aquellos aspectos rígidamente deterministas de la realidad natural , sus conclusiones de orden mecanicista gozan de un sólido carácter predictivo por relación a este tipo de fenómenos. Es así entonces como las conclusiones obtenidas a partir de la aplicación del método científico- experimental gozan de estas dos notas de generalidad y predictibilidad que las hace tan atrayentes para el espíritu humano.
Si la fuerza del método científico-experimental deriva de los fenómenos que incluye en su modo de conceptualizar, su debilidad le viene de lo que deja fuera. De las realidades naturales, el método científico-experimental sólo capta sus aspectos sensibles, cuantificables y rígidamente deterministas. Mientras menos sensibles, cuantificables y deterministas sean los aspectos pertenecientes a una determinada realidad natural, más alejadas se encontrarán estas realidades de poder ser examinadas bajo el modo científico- experimental de conceptualización. Esto es lo que ocurre de hecho, y de modo extremo, con los fenómenos mentales más abstractos, donde como bien muestra SEARLE, este método se revela del todo impotente.
En realidad, ya en el orden de lo físico-inerte encontramos que no es posible agotar la fenomenología natural a través de una conceptualización puramente cuantitativo-mecánica, como pretendieron DESCARTES y NEWTON. La física teórica de nuestro siglo ha debido experimentar en carne propia la perplejidad ante estas insuficiencias, y, en realidad, todavía no es capaz de superar su confusión. Si ya en la física el método científico-experimental se encuentra con limitaciones, mucho más notoria es esta insuficiencia a la hora de aprehender aquello que de propio manifiestan los fenómenos vitales. No se trata de negar la evidente utilidad que ha tenido para el desarrollo de la biología la aplicación del método científico- experimental, se trata de constatar que lo que los fenómenos vitales tienen de específico, ha escapado completamente a la conceptualización científico- experimental. Tanto es así que aun autores tan agudos como SEARLE, llegan a afirmar que ya no existe el problema de entender la especificidad de los fenómenos vitales porque en realidad no hay nada de realmente específico en ellos. Las flores, los insectos, las aves no son para esta visón del mundo sino admirables entelequias mecánicas; máquinas naturales resultantes de la casualidad. Las leyes biológicas de la reproducción, la morfogénesis, la conducta animal no serían sino constantes descriptivas accidentales carentes de toda otra consistencia que no sean las omnipotentes y omnipresentes leyes de la física determinista. Es el mecanicismo llevado a sus límites más extremos.
Es necesario reconocer que en la realidad natural no sólo existen por una parte fenómenos físico-corpóreos susceptibles de ser agotados en su racionalidad mediante la aplicación del método científico-experimental y, por otra parte, fenómenos mentales inaccesibles a este modo de conceptualizar. Esta parece ser la constatación de la cual SEARLE, CHALMERS y CRICK quisieran hacernos partir. Existen en realidad fenómenos naturales del mundo inorgánico y fenómenos naturales del mundo viviente. Tanto en uno como en otro mundo existe a su vez una complejidad ascendente y jerarquizada de fenómenos en los que es posible reconocer niveles formalmente distintos. Partículas subatómicas, átomos, moléculas, macromoléculas, cristales en el mundo inorgánico; vida vegetativa, vida animal y vida humana en el mundo viviente. Niveles en los cuales las realizaciones superiores de los grados inferiores se confunden con los niveles inferiores de los grados superiores sin que esta gradación insensible en la realidad concreta atente contra la posibilidad de distinguir formalidades realmente distintas y jerarquizadas. En este contexto, la vida mental aparece de modo progresivo y variado como una atribución de una pluralidad de seres vivientes, y polimorfa en cuanto a su relación con los fenómenos inorgánicos y orgánicos. No hay en consecuencia una divivsión unívoca entre realidad inerte y realidad viviente, hay infinidad de modos diversos de realizarse concretamente cada una de ellas en cada dominio. De igual modo la realidad mental admite modos variadísimos de realización, algunos íntimamente ligados a procesos fisiológicos, otros sumamente distantes.
No existe en consecuencia un modo unívoco de conceptualización válido para todas las realidades naturales animadas e inanimadas, y ni siquiera un modo unívoco de conceptualización adecuado a todas las entidades al interior de un mismo reino natural. Los seres naturales se diversifican en última instancia en un orden vertical ascendente y analógico y no en un orden horizontal unívoco. Esta diversificación analógica no impide el que en la medida en que todas estas realidades compartan algunas propiedades comunes éstas puedan ser aprehendidas unívocamente mediante un método único de conceptualización. El problema no está en la posibilidad de aplicación universal del método científico-experimental a todos los seres naturales, el problema está en las consecuencias filosóficas que se quieran derivar de tal aplicación. Nada impide mirar la realidad con lentes monocromáticos, mientras no se pretenda con esto negar la existencia de una pluralidad de colores. Negación que será tanto más aberrante mientras más colores tenga una determinada realidad.
¿Que implicancias tiene lo que venimos de afirmar en relación a un adecuado planteamiento del problema mente-cerebro? En primer lugar, es necesario reconocer que los fenómenos mentales son fenómenos originales, irreductibles en lo que tienen de propio a un modo de conceptualización surgido para aprehender otro tipo de realidades.
En segundo lugar, los fenómenos mentales surgen como operaciones de un viviente. Los fenómenos mentales son, en consecuencia, operaciones vitales y, en tanto que tales, son acciones del todo y no de sólo una de sus partes. Es el animal el que ve y el que teme utilizando las capacidades de que dispone, pero no son estas capacidades las que perciben o sienten; ya lo decía PLATÓN: "no es por el ojo que vemos sino que es con el ojo que vemos" (Teetetos 183c). No es, en consecuencia, el cerebro el que percibe, por más que el cerebro sea necesario para la percepción. Es el animal el que -en tanto que todo unificado- percibe por su cerebro. De lo anterior se desprende que un viviente no es una colección de partes accidentalmente reunidas, sino una totalidad esencialmente unificada, que posee identidad y acciones propias irreductibles. Un viviente no es una colección de moléculas casualmente reunidas sino un tipo especial de realidad natural, con su propia unidad, identidad y leyes específicas irreductibles.
En tercer lugar, es posible observar que en un ser vivo coexisten distintos tipos de propiedades y operaciones, de todas las cuales este viviente es su sujeto. Un viviente tiene propiedades físico-corpóreas como: posición, peso, color; realiza operaciones vegetativas como: nutrirse, crecer o autoreproducirse; y puede tener a su vez conductas con niveles variables de complejidad. Conductas estas últimas que suponen una pluralidad y diversidad de operaciones mentales.
De lo anterior se desprende que nada obliga a afirmar que los fenómenos mentales en el viviente sean producidos por los procesos materiales. En el viviente humano los fenómenos puramente físicos derivan de su constitución física, pero los fenómenos vitales en lo que tienen de específicos e irreductibles son causados por el viviente. La flor es causada por la planta, la conducta por al animal y el pensamiento por el ser humano; es en el sujeto de donde proceden donde es necesario ir a buscar la causa de estos fenómenos y no en una materialidad bruta que de ningún modo es capaz de originarlos.
En cuarto lugar, es necesario aceptar que si descubrimos que los fenómenos mentales en tanto que tales, con su subjetividad, intencionalidad y su carácter de ser conscientes, como dice SEARLE, se encuentran fuera del alcance directo de un método que aprehende sólo el aspecto material de los fenómenos, quiere decir que nos encontramos frente a fenómenos reales que no son materiales, se trata por lo tanto de fenómenos reales de naturaleza in-material. De esto se sigue que si estos fenómenos inmateriales proceden de la mente de un viviente, esta mente tendrá que ser también necesariamente inmaterial, y que el grado de inmaterialidad de esa mente será proporcional al grado de inmaterialidad de los fenómenos mentales que produce. Si estos son sólo parcialmente inmateriales esta mente será parcialmente inmaterial, si son totalemente inmateriales esta mente será totalmente inmaterial.
Por último será necesario afirmar que si nos encontramos frente a seres vivientes con capacidad de vida mental, y que esta capacidad, como hemos visto, puede ser parcial o totalmente inmaterial, ella existe necesariamente en un sujeto cuya naturaleza guarda proporción con la naturaleza de sus capacidades. En consecuencia, frente a un viviente como el ser humano, que posee a la vez tanto capacidades vegetativas, como sensitivas y puramente intelectivas, deberemos aceptar que nos encontramos en presencia de un ser de naturaleza sumamente enigmática. En efecto de este sujeto no podemos afirmar que se trate de un sujeto de naturaleza material, ni parcialmente inmaterial, ni totalmente inmaterial, y sin embargo asume en una unidad indisoluble esa triple potencialidad. No nos corresponde en este momento mostrar los caminos que recorrió la filosofía clásica durante siglos para encontrar la respuesta a este enigma, bástenos para los propósitos de este trabajo dejar el problema planteado como durante siglos pareció a la filosofía debía ser planteado y no como el examen reductivista y simplista de una cierta corriente neurofilosófica pretende hacérnoslo ver.
Referencias:
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Oxford University Press (Oxford) 1996b.
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CRICK F & KOCH C., `The problem of consciousness´, Scientific American (Sept), 111-117, 1992.
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KANDEL E.R., Biology and the future of psychoanalysis: A new intellectual framework for psychiatry revisited, American Journal of Psychiatry 156: 505-524, 1999.
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SEARLE J., `Minds brains and programs´, The behavioral and brain sciences 3 (3): 417-458, 1980.
SEARLE J., `Minds and Brains without Programs´, In:Colin BLAKEMORE and Susan GEENFIELD, `Mindwaves: thoughts on intelligence, identity and consciousness´, Basil Blackwell (New York) 1987, pp.209-234.[`Mentes y cerebros sin programas´ , In: RABOSSI Eduardo (compilador), `Filosofía de la mente y ciencia cognitiva´, Paidós (Buenos Aires) 1995, pp.413 - 443.]
SEARLE J.,`The rediscovery of the mind´, MIT Press (Cambridge/Massachussets) 1992. [`El redescubrimiento de la mente´,Crítica/ Grijalbo Mondadori (Barcelona) 1996].
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Etiquetas: Biología humana, Serani Merlo, alma humana, mente y cerebro
05/10/2005
INICIO
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
Tema muy interesante a la par que complejo y difícil, pero te felicito por haberlo iniciado. Y a ver cuántas aportaciones hay.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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SOBRE EL CEREBRO Y EL ALMA (Jordi Cervós-Navarro)
Sobre el cerebro y el alma
El Dr. Jordi Cervós-Navarro nació en Barcelona, cursó estudios de Medicina en las Universidades de Barcelona y Zaragoza (1952). En 1959 se trasladó a Bonn, donde se especializó y trabajó como neuropatólogo. Allí ejerció la docencia e investigación. En 1968 fue nombrado catedrático y Director del Instituto de Neuropatología de la Universidad Libre de Berlín. En esta Universidad fue Vicepresidente y Decano de la Facultad de Medicina (1974-1982). En 1997 regresó a Barcelona como Rector de la recién creada Universitat Internacional de Catalunya. En el momento actual es Rector Emérito y Director de Relaciones Internacionales en dicha Universidad. En su trayectoria profesional destaca la publicación de seis libros y más de seiscientos artículos originales. Es miembro de diversas academias y Doctor Honoris Causa por seis universidades. Su trabajo científico se ha visto reconocido con numerosas distinciones como la del Mérito Civil de la República Federal de Alemania.
CONVERSACION CON EL DR. JORDI CERVÓS-NAVARRO
Por Antonio Orozco y Lluís Pifarré
A.O.- Dr. Cervós, usted ha estudiado durante muchos años el funcionamiento de ese órgano maravilloso que es el cerebro humano. Nos gustaría saber cómo ven los científicos las hipótesis difundidas sobre la posibilidad de que nuestro cerebro –base fisiológica del pensamiento- proceda por evolución del de otros seres de especies inferiores.
J.C.- Como usted sabe, en las teorías evolucionistas se suele decir que "la función crea el órgano". (Lo que es lo mismo: la necesidad o conveniencia de realizar unas determinadas operaciones, unida al intento de realizarlas, sería el origen de determinados movimientos o cambios que concluyen en la formación progresiva de órganos nuevos y adecuados. Lamark pensaba por ejemplo, que a base del esfuerzo de las jirafas por alcanzar los frutos de los árboles altos, el cuello les ha resultado tan largo. Las alas de los pájaros serían el resultados de constantes esfuerzos por volar durante larguísimo tiempo). Esto implica que antes del ojo existiría la luz, antes del oído el sonido, etcétera. Según el esquema "la función crea el órgano" no tendría sentido pensar que el ojo existiera antes de la luz. Pues bien, si esto fuera así, ¿cómo explicar que exista un órgano cuya función es precisamente pensar, antes de la existencia del pensamiento?¿Cómo concebir que exista un órgano para la inteligencia antes que la inteligencia? No parece lógico pensar que la naturaleza derrochara tanta potencia en un órgano como el cerebro humano sin existir todavía un función apropiada.
A.O.- O sea, que el cerebro humano presupone el pensamiento, pero no un pensamiento latente, escondido en la materia, sino un Pensamiento trascendente, creador de lo específicamente humano que tiene el cerebro del hombre.
J.C.-En general, los conflictos que ha habido y los que continúan existiendo, no son debidos ni a la fe ni a la ciencia, sino a diversas interpretaciones de las verdades de fe o de los datos que proporciona la ciencia.
A.O.- ¿Podría explicar con algún ejemplo la diferencia entre la realidad y lo que llama "interpretación"?
J.C.- En un folleto informativo que me encontré al llegar un día, hace ya bastantes años, en el aeropuerto de Moscú, en la época de la Unión Soviética, se decía que "la libertad de conciencia está garantizada en la Unión Soviética por la ley, según la cual la Iglesia está separada del Estado y la escuela de la Iglesia. La Iglesia -continuaba el impreso- no se inmiscuye en los asuntos del Estado y el Estado no se inmiscuye en los asuntos internos de las Iglesias y de las comunidades religiosas. Los sacerdotes gozan de los mismos derechos políticos y civiles que todo ciudadano soviético". Ahora viene la interpretación: "Gracias a la profunda transformación social y económica en la vida de la sociedad soviética y al rápido desarrollo de nuestra ciencia, con el correspondiente aumento del nivel cultural del pueblo, la mayoría de los habitantes de la Unión Soviética son ateos". Lo peor es que esa interpretación absolutamente falsa de los hechos no es exclusiva del marxismo. Ya hace algún tiempo me ocupé del problema de las ideologías modernas que, sin ninguna excepción tienen en su común denominador la aversión al Cristianismo y en general a cualquier tipo de religión. Que la ciencia no está en contradicción con la fe es evidente, precisamente por el hecho de que, a pesar de 300 años de ideologías anticristianas, gran número de científicos han sido y son creyentes. Recuerde ejemplos como Leibniz, Newton, Pascal, Ampere, Schwann, Carrel, etcétera, que fueron no sólo cristianos en teoría, sino convencidos y practicantes. En cambio, las masas proletarias del siglo pasado, y las subculturas de los suburbios de nuestras grandes ciudades presentan un alto porcentaje de no creyentes. La misma facilidad y la misma dificultad con la fe tuvieron hombres sencillos como Natanael y Tomás como el letrado fariseo Nicodemo.... Y el fundamento de la fe de unos y otros fueron hechos, no ideas. Hechos -realidades salvíficas- cuya importancia sólo puede ver el ojo del creyente, pero no dejan por ello de ser hechos, como la resurrección histórica de Jesucristo, y los demás milagros que narran los Evangelios. En la base del mensaje cristiano está la certeza de que Dios ha actuado a través de Cristo en favor de la felicidad eterna de los hombres. Y ahí - en esa referencia a la acción de Dios en la Historia - radica una diferencia esencial entre la religión cristiana y cualquier filosofía o interpretación del mundo y de los acontecimientos.
LL.P.-Algunas hipótesis evolucionistas consideran que los primeros grupos humanos, al tener el cerebro más pequeño, eran menos inteligentes y que en el futuro, al desarrollarse todavía más el cerebro, serán más inteligentes que nosotros.
J.C.- Las hipótesis tienen más ventajas si se quedan en hipótesis porque no necesitan ser comprobadas. En este caso que plantea, sería difícil de comprobar, ya que desde que podemos juzgar más fácilmente a por lo que hemos descubierto que consiguieron nuestros antepasados, no se puede demostrar que fueran menos inteligentes que nosotros. Por ejemplo hace unos 12.000 años ya se habían domesticado todos los animales domésticos con los que contamos actualmente (con excepción de la llama), hecho que constata una inteligencia bien desarrollada. Más atrás en el tiempo, las pinturas rupestres de hace más de 30.000 años muestran que sus autores tenían una habilidad y sentido artístico excelentes. Sobre todo los primeros escritos de los filósofos griegos como Sócrates, de poetas como Homero, etc., han quedado como obras maestras e incluso algunas de ellas varios miles de años después no han sido superadas por la literatura moderna.
LL.P.- Desde instancias pedagógicas se afirma que cuanto más se ejerce el cerebro, más crecen sus capacidades operativas, y al revés, si se ejerce poco se empobrecen sus potencialidades operativas.
Esto es evidente. Por lo menos, se puede demostrar que cuantos más conocimientos se tienen es más fácil adquirir nuevos conocimientos. Por ejemplo, si se han aprendido varios idiomas resulta más fácil aprender otro nuevo.
LL.P.- ¿Continuarán vigentes las clásicas áreas del cerebro, en el sentido de que cada área realiza sus propias funciones, teniendo en cuenta que a medida que se incrementa el conocimiento del cerebro, más se comprueba la compleja interrelación de estas funciones?
Evidentemente en la misma pregunta, en la segunda parte se tiene la respuesta. Las clásicas áreas del cerebro continúan teniendo una cierta vigencia pero las teorías localizatorias estrictas han dejado paso a otras más acordes con las observaciones que hemos realizado en los últimos decenios. Sobre todo es importante la capacidad de plasticidad del cerebro, donde las funciones de un área que ha resultado dañada e incluso extirpada pueden ser compensadas por otras áreas. Esto llega al extremo de que si a un recién nacido antes de la tercera semana se le extirpa la tercera parte del cerebro (esto ocurre cuando hay tumores congénitos que se deben operar), la otra parte del cerebro puede prácticamente ejercer todas las funciones como un cerebro completo.
LL.P.-Hablar de eternidad vuelve a estar de moda en algunos ambientes periodísticos, puesto que de vez en cuando aparecen llamativas noticias diciendo que en un futuro próximo se podrán traspasar neuronas de un cerebro a otro cerebro, y esto permitirá una longevidad casi inacabable. ¿Hay algo de cierto en ello?
J. C.- Esto es verdaderamente falso, ya que la longevidad está programada y, aunque nosotros podemos conseguir superar situaciones que antes llevaban a la muerte, lo que no podemos hacer ahora es cambiar esta programación de la vida máxima de las células. Y sobre todo es seguro que no lo conseguiremos a base de traspasar neuronas de un cerebro a otro.
Ll.P.- Bastante gente considera que hay una equivalencia entre el cerebro y los ordenadores, y que posiblemente llegará un momento en que estos ordenadores serán superiores al cerebro humano. ¿Qué puede decir al respecto?
Por lo que se refiere a la rapidez, la capacidad de los ordenadores puede ser y es ya superior a la del cerebro humano. Pero siempre será el cerebro humano el que programe estos ordenadores o utilice o descubre las técnicas que permiten mejorarlos. Desgraciadamente, una cantidad de producciones cinematográficas e incluso a veces en publicaciones pseudocientíficas se dan como seguras las fantasías del que ha escrito el guión. Así se comprende que los niños lleguen a pensar que los mutantes que aparecen en la ciencia ficción son una realidad.
Antonio Orozco – Lluís Pifarré
© 2002 Arvo Net en línea
Etiquetas: Cervós, alma y cerebro, materialismo
Enviado por arvo.net - 05/12/2005
© ASOCIACIÓN ARVO | 1980-2009
Editor / Coordinador: Antonio Orozco Delclós
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"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
Para ir ampliando también hay lecturas en soporte de papel, por ejemplo:
-Jacinto CHOZA, Manual de Antropología Filosófica Ediciones RIALP. Madrid 1988
- Jesús García López, Tomás de Aquino, Maestro del Orden Editorial CINCEL, Serie Historia de la Filosofía nº 9. Madrid 1985
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
Vibraciones cuánticas neuronales respaldan una controvertida teoría de la conciencia
Roger Penrose y Stuart Hameroff defienden que la ciencia ha demostrado la conexión entre el cerebro y una estructura cuántica ‘proto-consciente’ de la realidad
¿Evolucionó la conciencia a partir de procesos complejos entre las neuronas del cerebro –como defienden la mayoría de los científicos- o la conciencia es “previa” a los procesos del cerebro –como señalan las corrientes espirituales-? En los años 90 del siglo XX, los científicos Roger Penrose y Stuart Hameroff publicaron una teoría que vinculaba la actividad neuronal con la escala cuántica o subatómica. Ahora revisan su hipótesis, a raíz de descubrimientos científicos que podrían demostrar la conexión entre el cerebro y una estructura cuántica ‘proto-consciente’ de la realidad. Por Yaiza Martínez.
n los años 90 del siglo XX, dos científicos, Sir Roger Penrose (Profesor Emérito de Matemáticas en la Universidad de Oxford) y Stuart Hameroff (anestesista y profesor de la Universidad de Arizona) hicieron pública una teoría que señalaba que la conciencia se deriva de la actividad de las neuronas del cerebro en la escala más mínima, la escala cuántica o subatómica.
La así llamada hipótesis de Reducción Objetiva Orquestada (“Orch OR”) proponía, más concretamente, que la consciencia depende de procesos cuánticos biológicamente orquestados (es decir, trabajando sincronizadamente) en series de microtúbulos situados dentro de las neuronas del cerebro. Los microtúbulos son componentes principales de toda estructura celular.
También señalaba que dichos procesos cuánticos regulan la membrana y la sináptica neuronales –la actividad normal de las neuronas-; y que la evolución de cada uno de ellos culmina gracias a la llamada “Reducción Objetiva”, un concepto estrechamente vinculado al colapso de la función de onda de la mecánica cuántica.
Actividad cuántica en microtúbulos demostrada
Desde su publicación, la Orch OR fue muy criticada porque se consideraba que no explica cómo surge la experiencia subjetiva y, por tanto, sustituye un misterio por otro. También porque se piensa que el cerebro es demasiado “caliente, húmedo y ruidoso” como para albergar procesos cuánticos, publica la revista Physorg.
Pero estudios recientes han señalado que los delicados procesos cuánticos sí se dan en la biología, por ejemplo, en sistemas y procesos como la fotosíntesis de los vegetales, la orientación de los pájaros, el olfato o los microtúbulos cerebrales.
Teniendo en consideración estos resultados, recientemente, Penrose y Hameroff han publicado en la revista Physics of Life Reviews una serie de revisiones (ver referencias bibliográficas) sobre su teoría. Sobre todo a partir del descubrimiento de vibraciones cuánticas a temperaturas cálidas en los microtúbulos del interior de las células cerebrales. Una prueba que, según ellos, corrobora su hipótesis.
Este hallazgo fue realizado por un grupo de investigación dirigido por Anirban bandyopadhyay, del Instituto Nacional de Ciencias Materiales del Tsukuba, Japón (aunque actualmente trabaja en el MIT). Bandyopadhyay se ha dedicado intensamente a la investigación de los microtúbulos, reproduciendo en el laboratorio su forma de actuar.
Asimismo, el investigador Roderick G. Eckenhoff, de la Universidad de Pennsylvania (EEUU), ha hecho algunos descubrimientos en laboratorio que sugieren que la anestesia, que borra de manera selectiva la conciencia al tiempo que mantiene las actividades cerebrales no-conscientes, actúa a través de los microtúbulos de las neuronas del cerebro.
Penrose y Hameroff sugieren en su revisión que las ondas cerebrales también se derivarían de las vibraciones profundas a nivel de los microtúbulos y que, desde un punto de vista práctico, el tratamiento de las vibraciones de los microtúbulos cerebrales podría mejorar condiciones mentales, neurológicas y cognitivas.
Unión entre cuántica y biología
El estudio a escala subatómica del cerebro que realizan Penrose y Hameroff parece buscar, en última instancia, la respuesta a la siguiente cuestión: ¿Evolucionó la conciencia a partir de procesos complejos entre las neuronas del cerebro –como defienden la mayoría de los científicos- o la conciencia es “previa” a los procesos del cerebro –como señalan las corrientes espirituales-?
Según los científicos, “nuestra teoría se acomoda a ambas perspectivas”, porque sugiere que “la conciencia se deriva de las vibraciones cuánticas de los microtúbulos”, unas vibraciones que “gobiernan la función neuronal y sináptica”, pero también “conectan los procesos cerebrales a procesos de auto-organización a escala fina, a la estructura cuántica ‘proto-consciente’ de la realidad”.
Como ha explicado en Tendencias21 el investigador Manuel Béjar, -especialista en la conexión entre física y conciencia en Roger Penrose (y David Bohm)-, la conciencia, la mente y el psiquismo han sido temas generalmente estudiados por los filósofos de la mente y relegados tácitamente del estudio científico, por su afinidad con lo espiritual.
Pero Penrose ha destinado las últimas décadas al estudio de un modelo físico de la conciencia, sentando las bases de una biofísica cuántica de la mente que unificaría una realidad con tres dimensiones: matemática, física y psíquica.
Referencias bibliográficas:
Stuart Hameroff, Roger Penrose. Consciousness in the universe: A review of the ‘Orch OR’ theory. Physics of Life Reviews (2013). DOI: 10.1016/j.plrev.2013.08.002.
Stuart Hameroff, Roger Penrose. Reply to criticism of the ‘Orch OR qubit’–‘Orchestrated objective reduction’ is scientifically justified. Physics of Life Reviews (2013). DOI: 10.1016/j.plrev.2013.11.00.
Stuart Hameroff, Roger Penrose. Consciousness in the universe. Physics of Life Reviews (2013). DOI:10.1016/j.plrev.2013.08.002.
Libra zagun, mutillak, España lepratik,
harturik hontarako fusillak bertatik;
ekarriko dizkigu pakiak gerratik,
poztutzen dala oso mundua gugatik.
Españan española da Don Karlosena,
ekarri zagun hura ahal degun lehenena;
konfiantza jar zagun oso harentxena,
berak emango digu gustorik onena
POR DIOS Y POR ESPAÑA VICTORIOSOS DE TODOS SUS ENEMIGOS, SIN PACTOS NI MEDIACIONES.
.“Miguel, Miguel, Miguel guria,
Zaizu, zaizu Euskalerria”.
Vibraciones cuánticas neuronales respaldan una controvertida teoría de la conciencia
Roger Penrose y Stuart Hameroff defienden que la ciencia ha demostrado la conexión entre el cerebro y una estructura cuántica ‘proto-consciente’ de la realidad
¿Evolucionó la conciencia a partir de procesos complejos entre las neuronas del cerebro –como defienden la mayoría de los científicos- o la conciencia es “previa” a los procesos del cerebro –como señalan las corrientes espirituales-? En los años 90 del siglo XX, los científicos Roger Penrose y Stuart Hameroff publicaron una teoría que vinculaba la actividad neuronal con la escala cuántica o subatómica. Ahora revisan su hipótesis, a raíz de descubrimientos científicos que podrían demostrar la conexión entre el cerebro y una estructura cuántica ‘proto-consciente’ de la realidad. Por Yaiza Martínez.
n los años 90 del siglo XX, dos científicos, Sir Roger Penrose (Profesor Emérito de Matemáticas en la Universidad de Oxford) y Stuart Hameroff (anestesista y profesor de la Universidad de Arizona) hicieron pública una teoría que señalaba que la conciencia se deriva de la actividad de las neuronas del cerebro en la escala más mínima, la escala cuántica o subatómica.
La así llamada hipótesis de Reducción Objetiva Orquestada (“Orch OR”) proponía, más concretamente, que la consciencia depende de procesos cuánticos biológicamente orquestados (es decir, trabajando sincronizadamente) en series de microtúbulos situados dentro de las neuronas del cerebro. Los microtúbulos son componentes principales de toda estructura celular.
También señalaba que dichos procesos cuánticos regulan la membrana y la sináptica neuronales –la actividad normal de las neuronas-; y que la evolución de cada uno de ellos culmina gracias a la llamada “Reducción Objetiva”, un concepto estrechamente vinculado al colapso de la función de onda de la mecánica cuántica.
Actividad cuántica en microtúbulos demostrada
Desde su publicación, la Orch OR fue muy criticada porque se consideraba que no explica cómo surge la experiencia subjetiva y, por tanto, sustituye un misterio por otro. También porque se piensa que el cerebro es demasiado “caliente, húmedo y ruidoso” como para albergar procesos cuánticos, publica la revista Physorg.
Pero estudios recientes han señalado que los delicados procesos cuánticos sí se dan en la biología, por ejemplo, en sistemas y procesos como la fotosíntesis de los vegetales, la orientación de los pájaros, el olfato o los microtúbulos cerebrales.
Teniendo en consideración estos resultados, recientemente, Penrose y Hameroff han publicado en la revista Physics of Life Reviews una serie de revisiones (ver referencias bibliográficas) sobre su teoría. Sobre todo a partir del descubrimiento de vibraciones cuánticas a temperaturas cálidas en los microtúbulos del interior de las células cerebrales. Una prueba que, según ellos, corrobora su hipótesis.
Este hallazgo fue realizado por un grupo de investigación dirigido por Anirban bandyopadhyay, del Instituto Nacional de Ciencias Materiales del Tsukuba, Japón (aunque actualmente trabaja en el MIT). Bandyopadhyay se ha dedicado intensamente a la investigación de los microtúbulos, reproduciendo en el laboratorio su forma de actuar.
Asimismo, el investigador Roderick G. Eckenhoff, de la Universidad de Pennsylvania (EEUU), ha hecho algunos descubrimientos en laboratorio que sugieren que la anestesia, que borra de manera selectiva la conciencia al tiempo que mantiene las actividades cerebrales no-conscientes, actúa a través de los microtúbulos de las neuronas del cerebro.
Penrose y Hameroff sugieren en su revisión que las ondas cerebrales también se derivarían de las vibraciones profundas a nivel de los microtúbulos y que, desde un punto de vista práctico, el tratamiento de las vibraciones de los microtúbulos cerebrales podría mejorar condiciones mentales, neurológicas y cognitivas.
Unión entre cuántica y biología
El estudio a escala subatómica del cerebro que realizan Penrose y Hameroff parece buscar, en última instancia, la respuesta a la siguiente cuestión: ¿Evolucionó la conciencia a partir de procesos complejos entre las neuronas del cerebro –como defienden la mayoría de los científicos- o la conciencia es “previa” a los procesos del cerebro –como señalan las corrientes espirituales-?
Según los científicos, “nuestra teoría se acomoda a ambas perspectivas”, porque sugiere que “la conciencia se deriva de las vibraciones cuánticas de los microtúbulos”, unas vibraciones que “gobiernan la función neuronal y sináptica”, pero también “conectan los procesos cerebrales a procesos de auto-organización a escala fina, a la estructura cuántica ‘proto-consciente’ de la realidad”.
Como ha explicado en Tendencias21 el investigador Manuel Béjar, -especialista en la conexión entre física y conciencia en Roger Penrose (y David Bohm)-, la conciencia, la mente y el psiquismo han sido temas generalmente estudiados por los filósofos de la mente y relegados tácitamente del estudio científico, por su afinidad con lo espiritual.
Pero Penrose ha destinado las últimas décadas al estudio de un modelo físico de la conciencia, sentando las bases de una biofísica cuántica de la mente que unificaría una realidad con tres dimensiones: matemática, física y psíquica.
Referencias bibliográficas:
Stuart Hameroff, Roger Penrose. Consciousness in the universe: A review of the ‘Orch OR’ theory. Physics of Life Reviews (2013). DOI: 10.1016/j.plrev.2013.08.002.
Stuart Hameroff, Roger Penrose. Reply to criticism of the ‘Orch OR qubit’–‘Orchestrated objective reduction’ is scientifically justified. Physics of Life Reviews (2013). DOI: 10.1016/j.plrev.2013.11.00.
Stuart Hameroff, Roger Penrose. Consciousness in the universe. Physics of Life Reviews (2013). DOI:10.1016/j.plrev.2013.08.002.
Libra zagun, mutillak, España lepratik,
harturik hontarako fusillak bertatik;
ekarriko dizkigu pakiak gerratik,
poztutzen dala oso mundua gugatik.
Españan española da Don Karlosena,
ekarri zagun hura ahal degun lehenena;
konfiantza jar zagun oso harentxena,
berak emango digu gustorik onena
POR DIOS Y POR ESPAÑA VICTORIOSOS DE TODOS SUS ENEMIGOS, SIN PACTOS NI MEDIACIONES.
.“Miguel, Miguel, Miguel guria,
Zaizu, zaizu Euskalerria”.
El estudio a escala subatómica del cerebro que realizan Penrose y Hameroff parece buscar, en última instancia, la respuesta a la siguiente cuestión: ¿Evolucionó la conciencia a partir de procesos complejos entre las neuronas del cerebro –como defienden la mayoría de los científicos- o la conciencia es “previa” a los procesos del cerebro –como señalan las corrientes espirituales-?
Según los científicos, “nuestra teoría se acomoda a ambas perspectivas”, porque sugiere que “la conciencia se deriva de las vibraciones cuánticas de los microtúbulos”, unas vibraciones que “gobiernan la función neuronal y sináptica”, pero también “conectan los procesos cerebrales a procesos de auto-organización a escala fina, a la estructura cuántica ‘proto-consciente’ de la realidad”.
Libra zagun, mutillak, España lepratik,
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POR DIOS Y POR ESPAÑA VICTORIOSOS DE TODOS SUS ENEMIGOS, SIN PACTOS NI MEDIACIONES.
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Aunque lo que sugieren Penrose y Hameroff sea muy interesante y hasta un paso más hacia la compresión de cómo funciona la mente humana, la mecánica cuántica no es sino una teoría de fundamentos probabilísticos, al menos por ahora, y cuya comprensión real escapa todavía prácticamente a todos los investigadores que a ella se dedican. ¿Rechazar la hipótesis Penrose-Hameroff? No, aunque sea eso, una hipótesis, pero tomarla con el sano escepticismo propio de cualquier actividad científica, si. Por otro lado, no olvidemos que el nivel con el que trabajan no es empírico, sino especulativo, y este intento de explicación es más bien filosófico. Al fin y al cabo, si se admitiese como probable esta hipótesis, ¿por qué los animales no tienen mente y conciencia y nosotros si? La pregunta no tiene respuesta, pues si a nivel cuántico todo rasgo diferenciador y definidor ha desaparecido, en el proceso de formación de éstos algo tiene que suceder para que el resultado final, o sea, físico y no cuántico, seamos nosotros y mi perro no me hable, no medite o no conozca qué es la moral.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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