Introducción
Esta teoría fue desarrollada por el paleontólogo Peter Ward (Seattle, 1949) y el científico planetario Donald E. Brownlee (Las Vegas, 1943).
Según esta teoría para que surja vida se requiere una gran cantidad de coincidencias (posición estratégica en el Universo con elementos pesados, un satélite de gran tamaño como la Luna...) lo que hace la Tierra sea un caso excepcional. Sin embargo, esta teoría es rechazada por la mayoría de los científicos, quienes afirman que las zonas habitables en el Universo son mucho más amplias de lo que sostienen Ward Y Brownlee.
El lugar idóneo en la galaxia idónea
Según Ward y Brownlee, un lugar que no sea "una zona muerta" -dónde la vida es imposible- debe implicar que las estrellas tengan la metalicidad necesaria para la formación de planetas rocosos, tener la cantidad mínima de rayos X y Gamma para que estas no impidan la proliferación de vida y la ausencia de cuerpos gravitatorios que puedan extinguir esa vida. Además se debe mantener esa localización el tiempo suficiente para su proliferación. Se calcula que 5-10% de las estrellas de la Vía Láctea -varias decenas de billones- cumplen estos requisitos.
La órbita idónea en la estrella idónea
Para la aparición de la vida, se requiere agua en estado líquido, por lo tanto, la distancia debe permitir que el agua permanezca en dicho estado, asimismo también debe permitir un efecto invernadero en la atmósfera. La estrella, para permitir el desarrollo de la vida, requiere un alto grado de estabilidad y debe ser una estrella lo suficientemente joven y lo suficientemente longeva -esto es, pequeña, para que no cambie su tamaño y, por lo tanto, no varíe la zona habitable. También es necesario que el planeta pueda recibir los metales y sustancias químicas complejas necesarias para la vida que son dispersas y creadas por las supernovas.
Presencia de otros planetas
La presencia de planetas rocosos pequeños cercanos a la estrella y otros gaseosos externos es, según, Ward y Brownlee, uno de los requisitos, puesto que la presencia de grandes puntos de gravedad permite la protección a los planetas rocosos de bombardeos de asteroides.
Una órbita continuamente estable
Para ello, es necesario que no haya ningún cuerpo -con especial atención a los gigantes gaseosos- que pueda alterar la órbita del planeta -directa o indirectamente- mientras la vida se está formando, a menos que sea un satélite.
Un planeta del tamaño idóneo.
Si el planeta es demasiado pequeño, es incapaz de mantener una atmósfera, y si es demasiado grande, mantiene demasiados elementos en la atmósfera -al igual que Venus. También deben ser lo suficientemente pequeño para mantener placas tectónicas, grandes montañas y profundos cañones y lo suficientemente grande para que exista.
Con placas tectónicas
Esta teoría también sostiene la importancia de las placas tectónicas y las cadenas montañosas para la vida. Puesto que estas dependen de muchos factores necesarios para la vida como la composición química y física, una fuente durable de calor y la una amplia presencia de agua. Ward, Brownlee y otros (como Tilman Spohn) sostienen que la presencia de placas tectónicas permite el ciclo bioquímico en la vida.
Una gran luna
Según una teoría, la Luna se formó por el impacto de una joven Tierra con un objeto del tamaño de Marte, lo que dio su oblicuidad de la eclíptica, si esta fuera menor, las estaciones no serían lo suficientemente fuertes para estimular la evolución; en cambio, si ésta fuera mayor, las estaciones serían muy hostiles a la vida. Tampoco hay que olvidar que la presencia de una Luna suficientemente grande permite las mareas, las cuales son esenciales para la vida, además, la presencia de la luna también afecta a otros elementos como las placas.
Uno o varios mecanismos de evolución
La presencia de vida compleja ha sido en nuestro planeta ha sido debido a dos cosas: el ancestro común de todas las especies, el cual se volvió más y más complejo, y la presencia de la reproducción sexual, en el caso de las especies más complejas. Eso ha sido lo que nos ha permitido evolucionar.
El tiempo idóneo para la evolución
Para que la vida prospere no sólo es necesario mecanismos para que lo haga, sino que las condiciones exteriores sean las idóneas. El tiempo en el que se produce la evolución debe tener ausencia de elementos que puedan aniquilar totalmente la vida como cambios meteorológicos extremos, erupciones volcánicas, bombardeos de meteoritos...
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