"Murió hace quince años" (1954) de Rafael Gil, con Francisco Rabal
Diego Acuña fue uno de los cinco mil niños llevados a Rusia durante la guerra civil española (1936-1939). Educado en el comunismo y preparado para actuar como agitador internacional, trabaja en Francia y en Italia a las órdenes de Goeritz, alto cargos del Partido. Un día le confían una delicada misión: colaborar en el asesinato de su padre, que representa un importante obstáculo para la actuación clandestina del comunismo. Para ello se traslada a España, fingiendo que lo hace por hastío de la doctrina soviética. (FILMAFFINITY)
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...Murió hace quince años era una adaptación de la obra del mismo título de José Antonio Giménez-Arnau, que arrancaba de un tema de enorme dramatismo humano, como el de los niños españoles trasladados a la Unión Soviética durante la Guerra Civil bajo el amparo y protección del Gobierno republicano y que permitió a Rafael Gil realizar una defensa del Régimen franquista y un ataque al comunismo a través de una película de marcado carácter político. Según el guión del film, a la edad de 10 años, durante la Guerra Civil española, Diego (Francisco Rabal), el protagonista, es llevado a la Unión Soviética con otros niños españoles, bajo el pretexto de evitarles las consecuencias de la guerra.
Una vez allí, será sometido, junto con otros de sus compañeros, aun proceso de entrenamiento y formación ideológica que una vez acabado le capacitará para realizar diversas misiones en diferentes partes del mundo al servicio de la causa comunista y de los intereses de la URSS. Diego, después de haber actuado en Italia como agitador, recibe la orden de trasladarse a España para actuar al amparo de la cobertura de su familia, pues su padre, Acuña (Rafael Rivelles), es un alto cargo gubernamental encargado la lucha anticomunista: tendrá que ganarse su confianza para poder informar acerca de sus actividades. El contacto con su familia le provoca un profundo conflicto interno ya que está inmerso en un mundo que ni entiende ni comprende -a tenor de las ideas que le fueron inculcadas en su etapa de formación en Moscú- y contra el que está luchando permanentemente.
Este lento proceso de transformación en su personalidad, atormentado por su lucha entre dos mundos, culmina cuando su jefe directo, Goeritz (Gerard Tichy), le indica su última misión, la de preparar el asesinato de su padre. Diego, a pesar de sus dudas y reticencias, acepta pero en el último momento se arrepiente y, poniéndose en el lugar de su padre, cae herido no sin antes matar a su antiguo camarada.
La trama argumental sirve de soporte a la presentación de dos mundos irreductiblemente antagónicos, definidos cada uno de ellos por valores antitéticos y absolutamente irreconciliables. Por un lado, el mundo en el que se hace el adoctrinamiento del joven Diego en la URSS sobre la base de su formación no como persona sino como máquina insensible y deshumanizada, imbuida de unas consignas que aplica mecánicamente a fin de someter al individuo a una teoría política carente de cualquier connotación moral. Por otro lado el mundo del que este mismo joven, siendo niño, fue arrancado por la fuerza y de manera antinatural, pero que, tiempo después, al recuperarle le recibe desde la plataforma de sus valores éticos abiertos generosamente hacia el ser reencontrado... 39139293.pdf (core.ac.uk)
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