Evidentemente, Dios no puede perder la guerra aunque su bando pierda algunas batallas. Una de dos: o se produce una gran reacción que cambie las cosas, o viene la Parusía.
Evidentemente, Dios no puede perder la guerra aunque su bando pierda algunas batallas. Una de dos: o se produce una gran reacción que cambie las cosas, o viene la Parusía.
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