El acuerdo entre el Vaticano y la Sinagoga

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Durante el Vaticano II, el Padre Yves Congar (en la foto de arriba), actuando como enviado oficial del Vaticano, se reunió con los Judíos en Francia para preguntarles lo que querían. Los Judíos respondieron que querían ser considerados como “hermanos, compañeros iguales en dignidad”. Lazare Landau escribe, “el Concilio nos concedió nuestros deseos”. Desde entonces, han surgido dos nuevos conceptos en las relaciones entre la Iglesia y los Judíos; la noción de “rezarle al mismo Señor”, y la de “una misma misión” de traer a Dios al mundo (lo cual no requiere la necesidad para los Judíos de convertirse a la Iglesia de Cristo para su salvación), principios que anuncian los Papas del Concilio, incluyéndose Benedicto XVI y el Papa Francisco. A la luz de la próxima visita a la sinagoga (17 de Enero, 2016), volvemos a publicar esta breve exposición.


El Acuerdo Secreto del Vaticano II & Roma con los Líderes Judíos




Durante los primeros días del Concilio Vaticano II, tuvo lugar una reunión secreta entre la Santa Sede y un grupo de Judíos.
El acuerdo presentado a la Sinagoga fue como el acuerdo “Vaticano-Moscú”. Este último fue un pacto secreto entre el Vaticano y el Kremlin realizado en 1962, de manera que asistían observadores de la Iglesia Ortodoxa Rusa al Concilio y a cambio de ello, Juan XXIII garantizaba que en el Vaticano II no existiría condenación al Comunismo.[1]
Las noticias sobre el pacto entre Moscú y el Vaticano hoy en día ya han sido ampliamente difundidas. El acuerdo secreto con los líderes judíos aún no es tan conocido.

La reunión referente a los Judíos tuvo lugar alrededor de 1962-63, y fue relatada por el escritor Judío Lazare Landau en el diario francés Tribuna judía (edición número 903), de fecha 17-23 de Enero, 1986. El Papa Juan XXIII le había encargado estas negociaciones al Cardenal Bea, que en aquel tiempo era el hombre nombrado por el Papa para el Ecumenismo y el diálogo interreligioso.

Landau escribe de Bea: “Él envió emisarios secretos a las comunidades judías para saber lo que querían. De esta manera, los judíos de Estrasburgo recibieron al Reverendo Padre Congar, OP, quien vino, rodeado de misterio, a la sinagoga, donde escuchó durante dos horas mientras los líderes de la comunidad explicaban sus quejas.

Este fue el origen de la “nueva perspectiva” que se impondría en la doctrina Católica, que era, como Jean Madiran señala, que “no debemos seguir hablando de la infidelidad de Israel sino de su fidelidad”.

Lazare Landau entró en mayores detalles sobre esta reunión en la edición número 1001 de Tribuna judía, de fecha 25-31 de Diciembre, 1987. Landau revela:

“En una tarde de invierno muy fría y brumosa en 1962-63 fui al Centro Comunitario de la Paz en Estrasburgo, en respuesta a una excepcional invitación. Los líderes judíos estaban manteniendo una reunión secreta en el sótano con el enviado del Papa. Al finalizar el Sabbath, una docena de nosotros estábamos allí para darle la bienvenida a un dominicano de sotana blanca, el Reverendo Yves Congar, a quien el Cardinal Bea, en nombre de Juan XXIII le había encargado, la víspera del Concilio, preguntarnos qué esperábamos de la Iglesia…”

“Los judíos, que fueron dejados a un lado de la sociedad cristiana por casi veinte siglos, y a menudo tratados como desvalidos, enemigos y deicidas, solicitaron ser completamente rehabilitados. Como descendientes del linaje directo del grupo monoteísta de Abraham, donde la Cristiandad surgió, solicitaron ser considerados como hermanos, compañeros iguales en dignidad, de la Iglesia Cristiana…”

“El mensajero blanco, desposeído de cualquier símbolo o adorno, volvió a Roma, llevando con él innumerables peticiones en armonía con las nuestras. Luego de un debate difícil… el Concilio nos concedió nuestros deseos.”

“Las Homilías y los catecismos cambiaron en pocos años. En Francia, la flor de esta doctrina renovada fue presentada por las Ediciones Centurión bajo el nombre: La fe de los católicos. El episcopado Francés, en la persona de L.A. Elchinger, Obispo de Estrasburgo, jugó un papel decisivo al presentar la “Cuestión judía” contemporánea en el Concilio. El clero rápidamente adoptó las decisiones del concilio. Esta actitud tuvo un poderoso apoyo en las “Orientaciones Pastorales” del Comité episcopal para las relaciones con el Judaísmo, texto publicado por la Conferencia Episcopal Francesa el 16 de Abril, 1973.

En el Vaticano mismo, esta corriente de pensamiento recibió apoyo de un partido de lo más destacado. El 4 de Octubre, 1983, frente al papa Juan Pablo II y el Sínodo Mundial de Obispos, el Cardenal Etchegaray, Ministro de la Santa Sede, hizo una declaración llamativa que resolvió los ‘problemas’ de los Judíos en dos puntos:


  1. Una total y definitiva reconciliación con el Judaísmo y los Judíos;
  2. Búsqueda de arrepentimiento y perdón por los errores cometidos en el pasado, “Desde la visita secreta del Padre Congar en una parte escondida de la sinagoga, en una fría noche de Invierno, la doctrina de la Iglesia se ha sometido de hecho a un cambio total.”[2]


Jean Madiran señaló que el Padre Congar nunca negaría o confirmaría que esta reunión haya tenido lugar. Aunque lo más importante, sin embargo, es que vemos las consecuencias del revelador informe de Landau desde el tiempo del Concilio hasta el presente.

John Vennari


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