El Papa y Lutero: una contradición inaceptable
Roberto de Mattei
El próximo 31 de octubre el Papa viajará a Suecia para celebrar los 500 años del nacimiento del protestantismo. El cual, como todos los historiadores reconocen, no fue una reforma sino una revolución religiosa que alteró la historia de Europa y del mundo.
En una entrevista a Rai News, el pastor valdense Paolo Ricca afirmó:
«Por primera vez en la historia, un papa participa públicamente en la conmemoración de la Reforma, a la cual durante más de cuatro siglos Roma condenó como herética. La presencia del Papa en Lund altera radicalmente ese veredicto negativo y supone una valoración positiva: que, en su conjunto, la Reforma fue un bien.»
Durante la audiencia a los luteranos el pasado 13 de octubre, el papa Bergoglio dijo:«Los más grandes reformadores son los santos, y la Iglesia está en constante reforma».
Estas palabras insinúan que Lutero fue un reformador injustamente condenado por la Iglesia, y que actualmente merece ser rehabilitado y canonizado, al menos en los altares de los medios informativos. La historia nos dice, por el contrario, que Lutero fue un monje rebelde que trastornó la fe de la Iglesia, cuyos sacramentos negó, y cuya autoridad quiso derribar. La Iglesia le respondió con los dogmas del Concilio de Trento y con el movimiento religioso de la Contrarreforma católica. Las grandes iglesias barrocas del centro de Roma nos siguen transmitiendo ese mensaje.
Entre Lutero y la Iglesia media un abismo que nadie, ni siquiera un papa, puede salvar. Antes incluso de la fe, nos lo dice la razón, que impide a los hombres con sentido común aceptar lo que se contradice.
Il Papa e Lutero: una contraddizione inaccettabile | CR – Agenzia di informazione settimanale
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