Lo de Bergoglio tiene el carácter de una opinión, que en modo alguna es dogmática ni conlleva a ningún católico a tener que aceptarla si no la comparte.
No ignoro que por el cargo que ocupa esa opinión tiene su peso e importancia, pero la cosa llega hasta ahí y no más.
Como dijo Nuestro Señor Jesucristo: Dad a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar.
Y en esta cuestión lo que prima es lo que resuelva el poder Político.
En definitiva no seremos mejores o peores católicos por estar en contra o a favor de la pena de muerte.
Y el Pontífice no tiene autoridad para condenar, sancionar, o cuestionar, desde el punto de vista del catolicismo, a quienes estén a favor de la pena de muerte ante determinados crímenes aberrantes.
Lo contrario sería una arbitrariedad, o una indebida intromisión clerical en asuntos de competencia esencialmente políticos.
La Iglesia puede pedir clemencia, etc, etc, ante la pena de muerte, lo que no puede es decir que la misma atenta contra el catolicismo.
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