Ya, cómicamente, el modernista italiano Antonio Fogazzaro en una novela ("El Santo", 1906) avisaba que, en su época, los modernistas eran "pescados y puestos en la sartén", represaliados por los obispos y el Papa porque eran pocos y uno a uno, en solitario, eran descubiertos; ...pero que, en el futuro, cuando fueran multitud, estando ya involucrados cardenales y obispos no habría ninguna "sartén" para ellos, pues el "pescador" (en este caso Pablo VI) que tirará del arpón, al ver aparecer ensartados capelos cardenalicios y anillos episcopales, soltaría del susto, el arpón al agua.
Con el agravante de que, en 1976, ya no se trataba de modernistas sino de masones, enemigos jurados de la Iglesia:
“Creéis que os será posible navegar bajo el agua como peces prudentes y ya no pensáis que el ojo penetrante del Soberano pescador o Vice-Pescador puede descubriros. Yo no aconsejaré jamás a los peces más finos, más sabrosos, más buscados, que se junten. Comprendéis lo que sucedería si cogieran a uno de ellos y lo sacasen del agua. Y no ignoráis que el Gran Pescador de Galilea ponía los peces en vivero, pero el Gran Pescador de Roma los pone en la sartén”...
“Aisladamente, cualquiera puede ser alcanzado: hoy, el profesor Dana, por ejemplo, mañana Dom Faré, pasado mañana Dom Clément. Pero el día en el que, el imaginario arpón… pescase unidos por un hilo, laicos de marca, sacerdotes, monjes, obispos, tal vez cardenales, ¿quién será, decidme, el pescador pequeño o grande que del susto, no deje caer al agua el arpón y todo lo demás?”.
Es decir, comprenderemos que el bueno de Pablo VI, del susto ante tanto obispo y cardenalazo masón, se le "cayera el arpón al agua"; del tema nunca más se supo y colorín colorado: los masones, amos de Roma.
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