PRIMERO, EL ARTE
Jesús Pérez de Perceval del Moral
EL ARTE MÁS QUE POR EL ARTE: LA RECONQUISTA ESTÉTICA
Jesús Pérez de Perceval del Moral fue el líder de lo que fue el Movimiento Indaliano. Este movimiento de vanguardia artística almeriense tuvo su tertulia y el símbolo que adoptó, para nominarse, fue el propio "Indalo". Esta ancestral figura rupestre, de un esquematismo fascinador, había sido descubierta por D. Manuel de Góngora en 1868, en la Cueva de los Letreros (Vélez-Blanco). Mérito de Jesús de Perceval y de sus indalianos fue que esta figura formara parte del acervo almeriense, tornándose en un símbolo identitario de la singular Almería.
Indalo, Cueva de los Letreros
En los años 40, cuando el arte español apenas levantaba cabeza y se encartonaba en los conciliábulos academicistas, Perceval fue capaz de agrupar a unos artistas locales alrededor de las tertulias del café La Granja Balear y se convirtió, sin que olvidemos a doña Celia Viñas, en el Mentor.
El indalismo proponía la vuelta al terruño y a las tradiciones. La autoridad filosófica de Eugenio d'Ors les dio el espaldarazo a los indalianos, con Perceval a su cabeza. En 1947 el indalismo obtuvo un rotundo éxito en el Museo Nacional de Arte Moderno.

Los indalianos, con Eugenio d'Ors
¿Por qué traemos a las mientes esta aventura artística que fue el indalismo almeriense?
Pues muy sencillo. Pensamos que, sin un movimiento cultural previo, cualquier acción política es una acción en el vacío. Cuando hablamos de movimiento cultural estamos hablando de grupos humanos compuestos por talentos de todas las artes, desde la música hasta la pintura, sin olvidar la poesía. Cuando se logra cohesionar a un grupo de individualidades artísticas -como Perceval hizo en Almería- se puede trabajar en una dirección más importante que todas las teorías: la acción estética. Pensemos en el terrible impacto del surrealismo, como vanguardia que combinaba la creación "artística" con la política, al servicio del marxismo. Si queremos que el mundo cambie, necesitamos crear un estética propia dirigida a nuestros propósitos políticos. Y todo lo que no sea empezar por ahí es como hacer una raya en el agua.
Sin un arte poderoso y nuevo no hay posibilidad de cohesionar un frente único patriótico. Y un arte poderoso y nuevo es el arte que retorna a lo originario: a los primitivos símbolos de la tribu, sí (como el Indalo). Esos símbolos que, como voces ancestrales, nos reclaman para continuar la tradición, impermeables a todas las oleadas de invasores reales o virtuales.
Y si quieres, tómatelo a broma, querido lector: ¿alguien se imagina a un carlista rapeando?
Pues eso. Seguro que me han entendido.
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