(11)
Afirmamos que en la medida en que estamos discutiendo principios, en contraposición a cualquier cosa que se pueda considerar en su naturaleza como un proyecto específico, sin embargo las relaciones presentadas como sustentadoras de la verdadera democracia y los hechos de la situación económica tienen su fundamento en la Realidad. “Los principios generales que gobiernan la asociación para el bien común son susceptibles de una declaración exacta como los principios para la construcción de un edificio, y el alejamiento de los mismos es igual de desastroso” (C. H. Douglas).
La democracia no es una teoría; es una forma de asociación, la alternativa al totalitarismo. Es la forma de asociación en la que el individuo obtiene los beneficios del incremento de asociación. En relación con estos principios, podemos decir que todos los Gobiernos modernos, sin excepción, son corruptos.
La frase de Lord Acton: “Todo poder corrompe, y todo poder absoluto corrompe absolutamente”, es del tipo de una ley general enunciada sobre la base de la observación experta, igual que la “ley” de la gravitación es una declaración de fenómenos observados. Los Gobiernos son, de hecho, al tiempo presente, análogos a Administradores fraudulentos; están ocupados en estafar a sus accionistas y en pervertir los fines de la Compañía. Y lo están realizando por medio de una Ley de la Compañía torcida o deshonesta: mediante la elaboración y reelaboración de Artículos de la Asociación en su propio favor.
Todos ellos están en ello; todos ellos están tratando de incrementar sus propios poderes por amalgamiento, mediante el equivalente político de la cartelización económica. Cada amalgamiento es para un Consejo un paso más cerca hacia el control del mundo entero.
Pero el grupo que ve más lejos en este juego es el grupo que está en control del más flexible instrumento de política: el dinero. Debido a que, bajo las existentes condiciones, el dinero es esencial e insuficiente, aquéllos que en última instancia están en control de su emisión son capaces de manipular las ambiciones de grupos menos poderosos.
La financiación selectiva, tanto en el ámbito doméstico como internacional, controla el desarrollo de las naciones poderosas y las coloca en conflicto.
Hitler, por ejemplo, fue internacionalmente financiado para colocarlo en una posición en la que la agresión apareciera como algo que valiera la pena. Después de la eliminación de Hitler (y antes) Rusia fue levantada.
Ahora bien, Hitler cometió el error, como señaló Douglas, de dar una patada a la escalera que le había columpiado hasta el poder. Si Stalin (o sus sucesores) cometieran el mismo error, ellos serán aplastados por las “democracias”; si no, tendremos una revolución “proletaria” y el afianzamiento en el mundo entero de la NKVD rusa.
Actualmente, ambas posibilidades se mantienen abiertas; el sistema económico radicalmente defectivo con sus consecuentes luchas de clase es mantenido en funcionamiento, mientras que a la diplomacia rusa se le está permitiendo mantener al mundo en confusión en beneficio de la estrategia rusa; y al mismo tiempo la opinión pública está siendo sutilmente reorientada a considerar a Rusia como un agresor en sentido militar.
El control de los medios y el control del crédito son concéntricos; en consecuencia, aquéllos que controlan crédito están, hasta cierto punto, en control de la situación que se está desarrollando. Ahora bien, claramente el asunto de importancia trascendente es reconocer, localizar y exponer este oculto aspirante a Consejo de Administración mundial.
Esta es la tarea llevada a cabo por el Mayor Douglas en The Brief for the Prosecution, que es un examen de los mayores acontecimientos políticos, entre 1918 y 1939 culminando en la Segunda Guerra Mundial.
Este examen conduce directamente a un grupo de Judíos Sionistas internacional, que controla la Palestine Economic Corporation y que fuero la fuerza que estaba detrás del New Deal en EE.UU.; que fueron quienes estuvieron detrás de la cartelización, de la racionalización y de la planificación P. E. P. en Gran Bretaña, y que fueron los promotores del Socialismo estatal en Alemania.
Este hecho es ocultado lo máximo posible mediante el grito de “antisemitismo”, cuando se hace algún intento de exponerlo.
Si se siguiera esta pista, es casi muy probablemente seguro que este grupo estaría compuesto predominantemente de Judíos Sionistas.
Ahora bien, la balanza de probabilidad está obviamente en favor de la teoría de que en cualquier caso la raza Judía, que se esmera mucho en preservar su identidad, tendría una política racial (en el sentido de nacional). Pero fuera de esta teorización, puede observarse que los Judíos están asociados a la promoción de autoridades internacionales, en un grado totalmente desproporcionado a su relativa población en el mundo.
Éstos son los hechos; y como hechos, son igual de imparciales como los hechos de la agresión alemana, y tendrán que ser tratados mediante métodos igualmente apropiados y efectivos.
Si tú quieres llegar a Berlín, tendrás que luchar con los alemanes; si tú quieres romper el monopolio del crédito, tendrás que luchar con los Judíos que lo monopolizan.
“Esto, pienso, define exactamente la tarea que la sociedad debe enfrentar y resolver, o perecerá. Primero, atacar y desafiar el Poder Financiero; a continuación considerar la reorganización del sistema financiero” (C. H. Douglas).
El monopolio del crédito es el instrumento de la voluntad de poder judía, de la misma forma que las Fuerzas Armadas fueron el instrumento de la voluntad de poder alemana. El objetivo es el mismo en ambos casos; desarmar a nuestros adversarios.
Éste es el problema con el cual está ocupado actualmente el Crédito Social; y los desarrollos contemporáneos pueden ser seguidos en los boletines del Crédito Social. No existe un “proyecto” del Crédito Social; el Crédito Social es una política, que se traduce en una estrategia y que está sujeta, por tanto, a desarrollo todo el tiempo.
(12)
La necesidad estratégica inmediata de derrocar al Poder Financiero oscurece el objetivo verdadero del Crédito Social como una política. El Mayor Douglas definió ese objetivo en el capítulo primero de su primer libro Economic Democracy: “Se sugiere que el principal requisito es obtener, en el reajuste de la estructura política y económica, tal control de la iniciativa que mediante su ejercicio cada individuo pueda aprovecharse de los beneficios de la ciencia y el mecanismo; que por su ayuda sea puesto en tal posición de ventaja, que en común con su compañero él pueda elegir; con creciente libertad y completa independencia, si ayudará o no en cualquier proyecto que se le pueda presentar delante suyo”.
Una cuidadosa consideración de ese objetivo pondrá en claro que el Crédito Social no puede ser un proyecto o un sistema. El objetivo real es permitir una libre evolución de formas de asociación, permitiéndolas surgir y desarrollarse a partir de la libre iniciativa de los individuos.
No puede haber cuestión ninguna, por tanto, que trate de introducir una serie de relaciones fijas mediante una ley del Parlamento.
La primera necesidad, como Douglas ha enfatizado hace un momento, es una retirada del gobierno: menos gobierno.
Éste es el primer paso esencial para una liberación de la iniciativa individual. Es un paso que en la naturaleza de las cosas no corresponde en sí mismo a ningún Gobierno. Y aquí, quizá, está uno de los aspectos más impactantes del Crédito Social.
Los partidarios de casi cualquier sistema de reforma se ven a sí mismos como recompensados por los frutos de su cargo, como poseyendo un mandato para implementar una política.
El Crédito Social, por el contrario, propone liberar las políticas individuales, hacer del individuo cada vez más el maestro de su propio destino. Una acción apropiada del Crédito Social, por tanto, consiste en forzar al Gobierno a arrojar sus poderes.
El poder del gobierno, y la independencia de los individuos, son recíprocos; en consecuencia, la disminución del poder del Gobierno es el aumento del poder del individuo.
Este concepto general se aplica hasta el final.
Los impuestos y los dividendos son recíprocos.
El primer paso para la distribución del dividendo es la reducción de los impuestos; o poniendo el asunto ligeramente diferente, el impuesto es un dividendo negativo.
A su vez, los precios son una forma de impuestos; el impuesto sobre la venta es una subvención negativa.
Lo que necesitamos, pues, es que el dividendo negativo pase a través del cero hasta llegar al dividendo positivo; y que el poder del Gobierno sobre el individuo pase a través del cero hasta llegar al poder de los individuos sobre el gobierno.
El cero en este concepto no tiene ninguna significación contemporánea alguna.
El paso de -8 a -7 es exactamente equivalente al paso de -1 a 0, de 0 a +1, y de +7 a +8.
Lo que es importante es la dirección de la progresión.
Los mecanismos necesarios para aumentar la liberta del individuo emergerán igual de seguro como lo hacen aquéllos del totalitarismo, una vez que se haya puesto al objetivo del Crédito Social.
La idea del precio compensado se le ocurriría a cualquier persona competente en la técnica de la finanza, si él quisiera asegurar los resultados por los cuales aquél está diseñado para conseguirlos, igual que ingeniosas formas de impuestos se les ocurren a aquéllos que están ocupados en concentrar el poder económico.
Desde el principio de la era industrial, hasta el estallido de la guerra de 1914, la humanidad se estaba moviendo hacia una Sociedad de Crédito Social. Ahorros, inversiones y herencias eran mecanismos que estaban proporcionando independencia a varios individuos; dado un tiempo, y el libre juego de las fuerzas sociales naturales, y todos esos beneficios se habrían difundido.
Un hombre, empezando de la nada, podría por su industria ahorrar, y dejar a sus hijos una cas y un pequeño ingreso. Aquello representaría un comienzo para sus hijos, que podrían por su propia industria aumentar la herencia.
La base física de esa herencia estaba creciendo todo el tiempo.
El Crédito Social simplemente generaliza la idea de la herencia privada. Sustituye un objetivo consciente y un progreso ordenado hacia él por un objetivo ciego y un progreso al azar. Reconoce que la demanda popular por la socialización de la industria es honrada, justa y sincera, pero equivocada.
Lo que realmente se quiere es la socialización del producto de la industria.
No el “control público” de la administración de la industria, sino el control por el consumidor del programa de producción.
El grito por la “seguridad social” nace a partir del deseo por el dividendo, no a partir del deseo por una red de “controles”. Ellos piden pan, pero les dan piedras.
En 1914, emergió abiertamente una política consciente, la antítesis del Crédito Social. Sus armas son la perversión e inversión, mentiras, corrupción y destrucción: “Daemon est deus inversus”.
En lugar de herencia, confiscación; en lugar de dividendo, impuestos confiscatorios; en lugar de bajada de precios, inflación e impuestos sobre la venta; en lugar de difusión de la propiedad, desposesión; en lugar de florecimiento de la individualidad, la edad del Hombre Común: la unidad estadística despersonalizada, el peón numerado sin rostro manipulado en el tablero de ajedrez de los Poderes Políticos…
Estamos retrocediendo, perdiendo los logros de la civilización, emborronando toda diferenciación, volviendo a la psicología del barbarismo de grupo. Odio de clases, gritos de guerra tribales, casas de hojalata, comida racionada, “cultura” de producción en masa, lenguaje pervertido, políticos totalmente corruptos, austeridad, aparatos de baja calidad, aparatos polivalentes, aparatos sustitutivos; “debemos producir más… pleno empleo… hambre… controles… disturbios en India… un tren fue volado por los aires hoy en Palestina… Progreso…”.
El corazón del sistema en la preguerra era el ingreso privado: la posesión de un poder adquisitivo adecuado que ni estaba sujeto a la interferencia gubernamental ni se terminaba por la pérdida del empleo.
“Los ingresos privados estaban decreciendo rápidamente en número, pero eran todavía considerables. El objetivo fundamental de las así llamadas Nuevas Órdenes es la abolición de todo poder adquisitivo que no sea concedido “bajo condiciones” y revocable en cualquier momento, haciendo así que el empleo quede controlado por cárteles internacionales, un gobierno mundial” (C. H. Douglas).
El Crédito Social como política es la única esperanza que nos queda.
Ahora bien, esto no significa que hay esperanza a menos que el Parlamento apruebe una Ley para instituir un proyecto de “creación de dinero a espuertas”. Significa simplemente que debemos reconocer que estamos siendo sujetados a una política absolutamente fatal, y que debemos oponernos a ella, pararla y revertirla.
Toda victoria del pueblo contra el Gobierno es un paso hacia la rectificación. Pero los pasos tomados en este sentido con un objetivo consciente, son pasos más efectivos.
Existe una estrategia del Crédito Social: una serie de pasos apropiadamente diseñados. El Crédito Social no se imagina una “idea” de cómo debería parecer el mundo, o incluso de cómo podría parecer. No sueña con ninguna Utopía. Se ocupa del despliegue de eventos que resultan del juego de las fuerzas sociales libres, igual que el despliegue de un juego a partir del libre albedrío de los jugadores individuales; libre albedrío operando dentro del marco de reglas legítimas, libre albedrío refrenado por la disciplina voluntaria y la autodisciplina, y apoyada por la aceptación voluntaria de una ética.
Nada como esto podría venir de la legislación. Únicamente puede venir de la encarnación del espíritu necesario en organizaciones “amateur”, y de lo que C. S. Lewis llama la “buena infección” de otros cuerpos.
Los Gobiernos hoy son casi infinitamente malvados; a todos los efectos, ellos comunican una maldad infinita; son ladrones, mentirosos e hipócritas.
Están corrompidos por el poder; y la solución es devolver ese poder al individuo, desconcentrarlo. El único ejercicio seguro del poder es por el individuo sobre sí mismo, no sobre otros.
Llamamos a ese poder, que reside en el individuo, iniciativa individual.
La acción esencial del Crédito Social es la iniciativa individual. Y donde esa iniciativa es ejercida en unión con la de otros, en persecución de una estrategia, existe un incremento de asociación.
Ésta es la razón por la que hay un Movimiento del Crédito Social, ocupada con una única estrategia para conseguir un objetivo común para el verdadero beneficio de todos los hombres.
No hay esperanza en un cambio de gobierno. Un nuevo gobierno hereda el excesivo poder de su predecesor, y de acuerdo con la ley de Lord Acton, está corrompido por ese poder.
Lo que es esencial es un cambio en la distribución del poder entre el Gobierno y los ciudadanos. Tal cambio no será iniciado por el Gobierno; debe, por tanto, ser iniciado por los ciudadanos.
No tenemos democracia; sólo podremos obtenerla siendo democráticos: limitando al gobierno.
La necesaria reforma debe comenzar en los individuos como tales.
Todo individuo que hace el esfuerzo necesario por entender el Crédito Social lleva más cerca al Crédito Social. La extensión de la correcta concepción de la verdadera democracia hará progresivamente más imposible para el presente totalitarismo continuar una situación que conllevará a que se produzca una reforma en sus propios mecanismos.
Pero contra esto debe ponerse el factor tiempo.
Incuestionablemente los aspirantes a dominadores del mundo consideran la idea de hacer su posición inexpugnable, cualquiera que sea la condición de la opinión pública, como en Rusia.
Por el momento, ellos confían en la cuidadosa confusión de la opinión pública y en derivar hacia canales relativamente inofensivos esa opinión pública en la medida en que se muestren signos de advertencia de la situación real.
Por tanto al entendimiento debe aliarse la acción.
Actualmente hay 1 usuarios viendo este tema. (0 miembros y 1 visitantes)
Marcadores