El Crédito Social y la Unión Soviética (The New Times. Vol. 53, Nº 5. Mayo de 1989)
Por Eric D. Butler
El autor del Crédito Social, C. H. Douglas, dejó constancia de cómo en los primeros momentos en que se producía el establecimiento de la Unión Soviética por Lenin y sus colegas, fue abordado por una representación de bolcheviques para preguntarle por algún consejo que él pudiera ser capaz de darles. Douglas dijo que no podía dar ningún consejo sobre propuestas financieras de Crédito Social ya que el problema básico que Lenin y sus colegas tenían enfrente era del tipo de cómo restaurar la economía rusa entonces colapsada. Lenin, por supuesto, se vio obligado a intentar lidiar con realidades económicas, como queda atestiguado por su introducción del Nuevo Plan Económico, que suponía una aceptación del hecho de que era esencial un cierto grado de propiedad privada para evitar un colapso económico completo así como un estado de anarquía.
Gorbachev se enfrenta con el mismo problema, pero en una forma mucho más aguda.
Lo que ha ocurrido en la Unión Soviética proporciona una evidencia reveladora de que, al contrario de esa visión tan cuidadosamente fomentada de que el Crédito Social no es más que “un esquema de reforma monetaria”, ese mismo crédito financiero puede ser inmediatamente puesto a disposición para propósitos completamente opuestos a la filosofía y política del Crédito Social. Hitler ciertamente desafió la ortodoxia financiera, habiendo confiado fuertemente sus consejeros financieros en las enseñanzas de ese niño mimado de los fabianos más sofisticados: John Maynard Keynes. Lo que era físicamente posible fue hecho, ciertamente, financieramente posible, pero con el fin de que el individuo alemán, juntamente con la industria alemana, quedaran subordinados al Estado. No resulta sorprendente, pues, que un número de gente que erróneamente creía que el Crédito Social consistía simplemente en una creación de crédito por el Estado creyera también que Hitler había introducido una cierta forma de Crédito Social.
El extravío del “Deán Rojo”
Pero había otros reformadores financieros que creían que la Unión Soviética había introducido también una forma de Crédito Social, siendo el más notorio de todos éstos el Deán (“Rojo”) de Canterbury, Dr. Hewlett Johnson, que había afirmado durante un tiempo ser partidario de Douglas, pero que más tarde se convirtió en uno de los principales partidarios de la Unión Soviética. El Dr. Johnson había escrito en un tiempo anterior un pequeño folleto, Why Poverty Amidst Plenty?, que presentaba una exposición elemental o rudimentaria de las ideas del Crédito Social diciendo que deberían ponerse a disposición los fondos financieros suficientes para asegurar que los individuos pudieran obtener del sistema productivo aquello que fuera físicamente posible realizar. El Deán se había formado como ingeniero antes de tomar las Sagradas Órdenes [1], y se creía en general por la gente que este fondo formativo fue precisamente lo que le adecuó para convertirse en un promotor del Crédito Social.
Sin embargo, a continuación de un viaje que hizo a la Unión Soviética, el Deán regresó de aquél para ser contado entre ese largo número de hombres de Iglesia, académicos y otros que se convencieron de que mientras el Occidente estaba, en términos generales, sufriendo los terribles efectos de la Gran Depresión, el Soviet en cambio se ocupaba en crear una “Nueva Civilización”. El Deán escribió un best-seller, The Socialist Sixth of the World, en donde afirmaba que el Soviet se empleaba en abolir la extrema pobreza tan extendida en las naciones “capitalistas”. El Deán obviamente había sido engañado por la misma propaganda cuidadosamente orquestada que era repetida como un evangelio por los dos famosos Fabianos de aquel entonces: Sidney y Beatrice Webb.
A principios de la Segunda Guerra Mundial Hewlett Johnson hizo una gira de conferencias por Australia, alabando al Soviet. En su meeting de Sydney, el Sr. C. Barclay-Smith, editor del popular periódico de Crédito Social The New Era se le acercó al Deán sosteniendo el folleto del Deán, antes mencionado, sobre el Crédito Social delante de él. La reacción del Deán fue interesante y reveladora: inmediatamente respondió en una forma amable, para a continuación decir que él todavía seguía creyendo en lo que había escrito acerca del Crédito Social, pero que ahora estaba convencido de que la Unión Soviética estaba aplicando el Crédito Social. Decía que ésa era la razón por la que los “capitalistas internacionales” tenían miedo del experimento Soviético. Evidentemente, el Deán no era consciente de que algunos sectores de los “capitalistas internacionales”, financiados por los Bancos Internacionales, se habían estado dedicando a proveer de masivas cantidades de equipo capital al Soviet.
La opinión de Lenin sobre la Banca
El Deán sin duda discutió el Crédito Social con la jerarquía soviética, pues más tarde aparece citando a Molotov diciendo que los líderes soviéticos conocían todo acerca del Crédito Social y que era el único movimiento que ellos temían. Los creditistas sociales de aquel periodo fueron confundidos por la opinión del Deán Johnson de que cierta forma de Crédito Social estaba siendo aplicada en la Unión Soviética. No hay duda alguna de que Lenin tenía un cierto conocimiento de la actividad bancaria moderna como lo atestigua una declaración que él hizo justo antes de la Revolución de Octubre de 1917:
“Sin los grandes bancos, el socialismo hubiera sido imposible. Los grandes bancos son el ´aparato del Estado´, que nosotros necesitamos para llevar a cabo el socialismo, y que nosotros lo tomamos ya hecho procedente del capitalismo… Un solo Banco Estatal, el más grande de los grandes, con sucursales en cada distrito rural, en cada fábrica, constituirá tanto como las nueve décimas partes de todo el aparato socialista. Habrá una contabilidad nacional, una contabilidad nacional de la producción y distribución de bienes; esto será, por decirlo así, algo semejante al esqueleto de la sociedad socialista.” (Obras completas de Lenin).
“Cocinando” los libros de contabilidad soviéticos
A las pocas horas de tomar el poder en 1917, Lenin envió un contingente de revolucionarios armados para tomar el control del Banco Estatal del Zar en San Petersburgo. A esto le siguió la cancelación de las acciones de todos los inversores extranjeros en los bancos rusos. A través de una serie de movimientos, el control de toda la banca quedó centralizada en un primer y principal banco mayor, el Banco Narodny (Banco del Pueblo), y cuatro años después, éste fue liquidado y reemplazado por el Gosbank, el mayor instrumento planificador del gobierno soviético.
A lo largo de los años ha sido extremadamente difícil obtener detalles de cómo operaba el Gosbank, así como un conocimiento de la contabilidad financiera soviética. Año tras año ha estado pareciendo como si el Soviet hubiese estado operando en función de un presupuesto equilibrado, con el Soviet funcionando perfectamente de acuerdo con la teoría socialista. Pero la reciente publicación de un libro altamente revelador, The Coming Soviet Crash, por Judy Shelton, una investigadora becaria en el famoso Instituto Hoover en la Universidad de Stanford, ha penetrado de lleno en lo que de hecho ha sido una monumental estafa. Parece que Gorbachev está muy bien al tanto de cómo los libros de contabilidad soviéticos han sido “cocinados” (manipulados, alterados), y comprende la realidad de la desesperada difícil situación económica del Soviet, la cual es tan seria que, a menos que se obtenga rápidamente ayuda económica y grandes masas de créditos financieros de Occidente, el Soviet se ve amenazado con un enorme colapso interno. No resulta baladí mencionar que aunque The Coming Soviet Crash ha sido publicado por una compañía del establishment, una división de MacMillans, aún así la distribución del libro ha sido saboteada. Esto sugiere que la Finanza Internacional está decidida a que la verdad acerca del Soviet sea censurada, y que todo esfuerzo debe hacerse para asegurar el sostenimiento de Gorbachev.
Lo que se desprende de The Coming Soviet Crash es que desde los tiempos del establecimiento del Gosbank no ha habido limitación ninguna en lo relativo al flujo de crédito financiero para las industrias estatales centralmente planificadas. Los libros de contabilidad “cocinados” camuflaban el hecho de que todas las deficiencias financieras eran salvadas mediante masivas inyecciones de nuevos créditos provenientes del Gosbank. De esta forma, era posible afirmar que el Soviet era capaz de operar o funcionar con presupuestos equilibrados. Asumiendo que el Deán de Canterbury aceptaba todo lo que los propagandistas soviéticos le estaban diciendo acerca de las políticas financieras del Soviet, resulta quizás comprensible que él llegara a la conclusión de que esto era un tipo de Crédito Social. Parecía que, a diferencia de lo que ocurría en Occidente, la carencia de fondos financieros no constituía un factor limitante para la obtención de cosas hechas en el Soviet.
Cupones monetarios
Desde el punto de vista de la producción, el método de Hitler de crear nuevos créditos produjo, durante un tiempo, resultados altamente espectaculares dejando, a su vez, relativamente intacto el sistema de empresas privadas. Pero el programa soviético de empresas controladas estatalmente, incluyendo a la agricultura, desembocó en una irremediable ineficacia burocrática. Sin duda no había problema alguno en el Soviet en lo que a carencia de fondos financieros se refiere. El problema está, como indicaba Douglas, en que el dinero se ha convertido en poco más que en un sistema de cupones. La gente posee tantos cupones que no pueden utilizar, que no resulta sorprendente que los ahorros soviéticos sean relativamente altos. Los bienes son racionados debido a su poca oferta. Un mercado negro en auge opera con la aprobación de las autoridades soviéticas, pues esto ayuda a absorber el vasto volumen de rublos en manos de la gente.
El cuadro presentado por Judy Shelton, la cual escribe desde un punto de vista financiero estrictamente ortodoxo, es el de una sociedad colectivista embotada o apagada en donde los suministros de alimentos básicos están disponibles a precios relativamente bajos debido a que son subvencionados. El pan es tan abundante que los niños lo usan como balones de fútbol. Los suministros de grano occidental ayudan a asegurar que haya suficiente pan, aún cuando la gente tiene que ponerse en colas para obtenerlo. Las coles y otros productos similares también están disponibles. Los alimentos básicos, así como algunas de las otras añadiduras normales en las sociedades occidentales, a un precio relativamente bajo ha sido un instrumento soviético importante para mantener a las masas soviéticas contentas. En caso de que Gorbachev siga el ejemplo de los comunistas polacos –abolir los descuentos al consumidor en los alimentos para supuestamente producir una mayor eficiencia por medio del funcionamiento de las “fuerzas del mercado”– indudablemente precipitará el mismo tipo de levantamiento que sacudió a Polonia y que condujo a la creación del Movimiento Solidaridad.
Crédito Social confirmado
Lo que se ha demostrado en la Unión Soviética es que una sociedad armoniosa de individuos satisfechos requiere de un sistema económico organizado para servir al individuo a través de un sistema financiero que permita al consumidor dictar o mandar lo que quiere del sistema económico. Si los alemanes hubieran recibido acceso directo a los nuevos créditos que estaban creándose, ellos sin duda habrían “votado” por mantequilla antes que por armas. Gorbachev está intentando mover al sistema soviético hacia algo que se aproxima al sistema Nacional Socialista, con una suficiente “liberación” de la economía que le permita operar más creativamente. La filosofía subyacente a todas las formas de planificación centralizada es que el Estado “planifique” y “controle” toda la economía. Australia y otras naciones, con independencia de la etiqueta de sus gobiernos, están siendo influenciados de manera cada vez más creciente por el mismo tipo de filosofía. En la medida en que implementan esta filosofía, se mueven cada vez más cerca hacia el totalitarismo.
Molotov estaba en lo cierto cuando le dijo al Deán de Canterbury que el Crédito Social era la única amenaza hacia lo que él y sus colegas marxistas estaban intentando en la Unión Soviética. Los acontecimientos dentro de la Unión Soviética continúan confirmando la verdad del Crédito Social. Estos acontecimientos y su impacto en la lucha por el mundo están llevando de manera cada vez más creciente a enfocar más claramente la naturaleza o esencia de esta lucha por el mundo. Esa lucha tiene que ver con el poder y con su uso. Es una lucha antigua, con Gorbachev como un actor más en el escenario mundial.
Sin duda habrán por delante desarrollos dramáticos durante los cuales los creditistas sociales tendrán nuevas oportunidades de traer las verdades del Crédito Social para referirlas a los acontecimientos.
[1] Nota mía. Huelga decir que lo de “Sagradas Órdenes” hay que tomarlo aquí en un sentido analógico o metafórico, pues propiamente un anglicano, en tanto que separado de la Iglesia Católica, no puede recibir Sagradas Órdenes de ningún tipo.
Fuente: ALOR
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