Sin pretender interpretar privadamente la Escritura se puede decir que el comunismo podía eliminar físicamente a ciertos individuos o que mataba el cuerpo, pero el liberalismo es con todo peor porque mata espiritualmente a los pueblos, los hace siervos de Mamón, les promete en el presente el paraíso terrenal que el marxismo difería a la superación de la sociedad de clases.

Por otra parte, y nuevamente citando un pasaje evangélico "ventus ubi volt spirat"; la revolución bolchevique que en principio fue una subversión organizada por el sionismo acabó volviéndose contra su creador y los rusos retomaron el control del país en tiempos de Stalin quien fue precisamente el que emprendió una campaña contra los apátridas cosmopolitas, esto es, los deicidas, y a quienes se achacó haberse conjurado para asesinarlo en el famoso complot de los médicos judíos.

El nacionalismo, que en la ortodoxia marxista era algo considerado burgués y retrógrado, sopló como el viento en la Unión Soviética en cuyo seno se postergaron los desgastados dogmas marxistas para poner el socialismo al servicio de Rusia y no, como pretendían los judeo-comunistas, Rusia al servicio del socialismo internacionalista, apátrida y cosmopolita.

Es cierto que Rusia, a diferencia de Europa Occidental, ha estado ajena al cáncer protestante que insufló el liberalismo teológico y bendijo la usura y el capitalismo. Por eso en la escatología juega un papel tan importante la consagración de Rusia al Sagrado Corazón de María. Rusia es lo que queda como reserva espiritual y racial, la última esperanza contra el desarraigo y la cosmovisión judaica.