Centro Ruso de Ciencia y Cultura
Alocución del Presidente de Rusia Vladimir Putin.
Vladímir Putin ha intervenido en el Kremlin ante los diputados de la Duma Estatal, miembros del Consejo de la Federación, dirigentes de las regiones de Rusia y representantes de la sociedad civil.
VLADÍMIR PUTIN:
Buenos días, estimados miembros del Consejo de la Federación, estimados diputados de la Duma Estatal. Estimados representantes de la República de Crimea y de Sebastopol. ¡Ya están entre nosotros, ciudadanos de Rusia, los habitantes de Crimea y Sebastopol!
Estimados amigos, nos hemos reunido hoy por un asunto que tiene un significado de una importancia vital, un significado histórico para todos nosotros. El 16 de marzo se celebró un referéndum en Crimea, y transcurrió en plena conformidad con los procedimientos democráticos y las normas del derecho internacional.
En el referéndum participó más del 82% de los electores. Más del 96% se manifestaron a favor de la reunificación con Rusia. Las cifras son muy convincentes.
Para comprender por qué se ha tomado esta elección, basta con conocer la historia de Crimea, saber que lo que ha significado y lo que significa Rusia para Crimea y Crimea para Rusia.
En Crimea todo está literalmente impregnado de nuestra historia y nuestro orgullo común. Aquí está la antigua Quersoneso, donde fue bautizado el santo príncipe Vladímir. Su impulso espiritual -conversión a la ortodoxia- predestinó la base común cultural, de valores y de civilización que une a los pueblos de Rusia, Ucrania y Bielorrusia. En Crimea están las tumbas de los soldados rusos que con su coraje pusieron Crimea en manos de Rusia. Crimea es Sebastopol, ciudad legendaria, ciudad con un gran destino, ciudad fortaleza y patria de la Flota rusa del mar Negro. Crimea es Balaklava y Kerch, Malájov Kurgán y el monte Sapun. Cada uno de estos sitios es sagrado para nosotros, son símbolos de la gloria militar rusa y de un valor sin precedentes.
Crimea es un crisol único de culturas y tradiciones de diferentes pueblos. Y en esto es igual que la gran Rusia, en donde en el transcurso de los siglos no ha desaparecido ni se ha desvanecido ninguna etnia. Rusos y ucranianos, tártaros de Crimea y representantes de otros grupos han vivido y han trabajado juntos en la tierra crimea, conservando su identidad, sus tradiciones, su lengua y su fe.
Por cierto, actualmente, de los dos millones doscientos mil habitantes de la península de Crimea, hay casi un millón y medio de rusos, 350.000 ucranianos, que principalmente consideran el ruso su lengua materna, y del orden de 290-300 mil tártaros de Crimea, una parte significativa de los cuales, como ha quedado claro en el referéndum, también se orientan hacia Rusia.
Si, hubo un período en que se cometió una cruel injusticia con los tártaros de Crimea y con otros pueblos de la Unión Soviética. Diré una cosa: la represión de entonces la sufrieron millones de personas de diferentes nacionalidades, y en primer lugar, obviamente, los rusos. Los tártaros de Crimea regresaron a su tierra. Considero que deben adoptarse todas las resoluciones políticas y legislativas necesarias que completen el proceso de rehabilitación del pueblo tártaro de Crimea, que restablezcan plenamente sus derechos y su buen nombre.
Nos dirigimos con respeto a los representantes de todas las nacionalidades que viven en Crimea. Esta es su casa común, su pequeña patria, y lo lógico es que en Crimea -sé que los crimeos apoyan esta propuesta- haya tres lenguas cooficiales: ruso, ucraniano y tártaro de Crimea.
Estimados colegas. En el corazón y en la mente de la gente de Crimea, Rusia siempre ha ocupado un lugar privilegiado. Este convencimiento, basado en la verdad y la justicia, ha sido categórico y se ha transmitido de generación en generación. Con él no han podido ni el tiempo ni las circunstancias, con él no han podido las profundas transformaciones que hemos sufrido, que ha sufrido nuestro país a lo largo del siglo XX.
Después de la Revolución bolchevique, por diversas razones, que Dios sabrá juzgar, se incluyó en la República de Ucrania un territorio significativo del sur histórico de Rusia. Esto se hizo sin tener en cuenta la composición de sus habitantes, y hoy en día forman parte del suroeste de Ucrania. Y en 1954 se decidió entregar a Ucrania la región de Crimea, y lo mismo ocurrió con Sebastopol, aunque entonces estaba subordinada a la Unión. Esta iniciativa la tomó personalmente el jefe del Partido Comunista de la Unión Soviética, Nikita Jruschev. Lo que le impulsó a ello, el deseo de granjearse el apoyo de la nomenclatura ucraniana y de expiar su culpa por haber organizado una represión masiva en Ucrania en los años 30, dejémoslo para los historiadores versados..
Para nosotros, lo importante es otra cosa. Esta decisión se adoptó violando flagrantemente incluso las normas constitucionales de entonces. La decisión se tomó en los pasillos, mediante cábalas. Naturalmente, dentro de un Estado totalitario, a los habitantes de Crimea no se les consultó nada. Simplemente les pusieron ante un hecho consumado. La gente, obviamente, se preguntó por qué de repente Crimea pasaba a formar parte de Ucrania. Pero en gran medida - hay que hablar claramente de esto, todos lo sabemos- esta resolución se adoptó como una formalidad cualquiera, ya que el territorio se transfería en el marco de un gran país. Entonces era imposible imaginar que Ucrania y Rusia pudiesen estar separadas, pudiesen formar países diferentes. Pero esto sucedió.
Lo que parecía increíble, por desgracia, se convirtió en realidad. La URSS se desintegró. Los acontecimientos se desarrollaron tan deprisa que pocas personas comprendieron todo el dramatismo de lo que había sucedido y de sus consecuencias. En Rusia, en Ucrania y en otras repúblicas, muchas personas confiaban en que la Confederación de Estados Independientes que entonces surgió se convertiría en la nueva forma de Estado común. Les prometieron una moneda común, un espacio económico único y unas fuerzas armadas comunes, pero todo esto se quedó en promesas, y no surgió un gran país. Y cuando Crimea pasó a pertenecer a otro Estado, Rusia sintió que no solo la habían robado, sino que la habían saqueado.
Además de eso, hay que reconocer que la propia Rusia, iniciando el desfile de soberanías, contribuyó a la disolución de la Unión Soviética, y después de que se produjo la desintegración de la Unión Soviética, se olvidó de Crimea y de Sebastopol, la principal base de la Flota del Mar Negro. Millones de rusos se acostaron en un país, y se despertaron en otro. De un día para otro, surgieron minorías nacionales en las antiguas repúblicas unidas, y el pueblo ruso se convirtió en uno de los pueblos divididos más grandes del mundo, por no decir en el más grande.
Hoy, después de muchos años, no hace mucho oí que los crimeos dicen que entonces, en 1991, les pasaron de unas manos a otras como si fueran un saco de patatas. Es difícil no estar de acuerdo. ¿Qué hizo el Estado ruso? ¿Y Rusia? Agachó la cabeza, sucumbió y se tragó la afrenta. Nuestro país se encontraba en una situación tan difícil que no estaba en condiciones de defender de verdad sus intereses. Pero la gente no podía aceptar una injusticia histórica tan flagrante. Durante todos estos años, los ciudadanos y muchas figuras públicas han sacado a la luz este tema, han afirmado que Crimea es una región rusa original, y que Sebastopol es una ciudad rusa. Sí, todo esto lo sabíamos muy bien, lo sentíamos con el corazón y con el espíritu, pero había que partir de la realidad existente y construir unas relaciones de buena vecindad con la Ucrania independiente sobre esta nueva base. Las relaciones con Ucrania, con el pueblo hermano ucraniano han sido, siguen siendo y serán para nosotros fundamentales, claves, sin ninguna exageración.
Ahora podemos decirlo abiertamente, quiero compartir con vosotros los detalles de las conversaciones mantenidas a principios de la década de 2000. Entonces, el presidente de Ucrania Kuchma me pidió acelerar el proceso de delimitación de la frontera ruso-ucraniana. Hasta entonces, este proceso prácticamente no se había impulsado. Rusia reconoció a Crimea como parte de Ucrania, pero las conversaciones sobre la delimitación de las fronteras no se llevaron a cabo. Comprendiendo todas las dificultades de este proceso, no obstante, di órdenes inmediatamente a las instituciones rusas para acelerar el trabajo del trazado de las fronteras para que todos lo conociesen: estando de acuerdo con la delimitación, reconocimos de hecho y de derecho a Crimea como parte del territorio ucraniano, así que zanjamos definitivamente esta cuestión.
Tendimos la mano a Ucrania no solo por Crimea, sino también por un tema complejo como el de la delimitación de las aguas del mar de Azov y del estrecho de Kerch. ¿De dónde partimos? Partimos de que las buenas relaciones con Ucrania eran fundamentales para nosotros y de que no podíamos ser rehenes de disputas territoriales en punto muerto. Pero, obviamente, pensábamos que Ucrania sería un buen vecino nuestro, que los rusos y los rusófonos de Ucrania, sobre todo en el sureste y en Crimea, vivirían en las condiciones de un Estado amistoso, democrático y civilizado, que sus intereses legales estarían garantizados de conformidad con las normas del derecho internacional.
Sin embargo, la situación ha evolucionado de una manera muy diferente. En repetidas ocasiones se ha intentado privar a los rusos de su memoria histórica, y a veces de su lengua materna, proceder a una asimilación forzada. Y, por supuesto, al igual que los demás ciudadanos de Ucrania, han sufrido la constante y permanente crisis política y estatal que atraviesa Ucrania desde hace más de 20 años.
Comprendo que la gente en Ucrania quisiera un cambio. En los años de la "autonomía" y de la independencia, el poder puede decirse que los "atrapó", solo cultivó el odio. Cambiaron los presidentes, los primeros ministros, los diputados de la Rada, pero no cambió la relación de ellos con su país y con su pueblo. "Ordeñaron" Ucrania, lucharon entre sí por la autoridad, los recursos y los flujos financieros. Al mismo tiempo, a los poderes fácticos les interesaba muy poco cómo vivía la gente sencilla, por qué millones de personas de Ucrania no ven perspectivas en su país y se ven obligados a marcharse al extranjero para ganarse el pan en otros países. Quiero resaltar que no van a ningún Silicon Valley, sino a ganarse el pan. Solo en Rusia, el año pasado, trabajaban casi tres millones de ucranianos. Según algunos cálculos, en 2013 el volumen de su trabajo en Rusia ascendió a más de 20 millones de dólares, lo que supone el 12% del PIB de Ucrania.
Repito que comprendo bien a los que han salido al Maidán con eslóganes pacíficos, clamando contra la corrupción, la incapacidad de gobierno y la pobreza. Hay derecho a una protesta pacífica, a unos procedimientos democráticos, a unas elecciones para cambiar un poder que no satisface a la gente. Pero los que han estado detrás de los últimos acontecimientos de Ucrania han perseguido unos objetivos muy distintos: estaban preparando otro golpe de Estado, pretendían secuestrar el poder, sin detenerse ante nada. Así, pusieron en marcha el terror, los asesinatos y los pogromos. Los principales ejecutores del golpe de Estado han sido los nacionalistas, neonazis, rusófobos y antisemitas. Todos ellos están determinando en gran medida la vida actual en Ucrania...
El primer asunto abordado por las llamadas "autoridades" ha sido el escandaloso proyecto de ley para modificar la política lingüística, que violaba directamente los derechos de las minorías nacionales. Ahora bien, los patrocinadores extranjeros de estos "políticos" actuales, que apoyan a las autoridades actuales, pronto enderezaron a los impulsores de esta propuesta. Esta gente es inteligente, hay que concederles un crédito, y saben a dónde llevan los intentos de construir un Estado ucraniano étnicamente puro. El proyecto de ley ha sido archivado, dejado de lado, pero obviamente, está en la reserva. Ahora se silencia el mero hecho de que exista. Al parecer, es el pago de una memoria humana corta. Pero ya ha quedado suficientemente claro lo que pretenden hacer en el futuro los herederos ideológicos ucranianos de Bandera, secuaz de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial.
También está claro que el poder ejecutivo legítimo de Ucrania hasta la fecha no tiene con quién hablar. Muchos órganos estatales han sido usurpados por los impostores, mientras que ellos ya no controlan nada, y estos órganos -quiero recalcar esto-se encuentran en muchos casos bajo el control de los radicales. Hasta el punto de que para ser recibido por algunos ministros del actual Gobierno hay que conseguir la autorización de los milicianos del Maidán. Y esto no es una broma, es la realidad actual.
Enseguida han comenzado a amenazar a los que se han opuesto al golpe de Estado con operaciones represivas y de castigo. Y en primer lugar, por supuesto, está Crimea, la Crimea rusófona. Por este motivo, los habitantes de Crimea dirigieron un llamamiento a Rusia para que defendiese sus derechos y su propia vida, para impedir que ocurriese lo que ya está sucediendo en Kiev, Donetsk, Járkov y en algunas otras ciudades de Ucrania.
Es evidente que no podíamos dejar de responder a esta petición, no podíamos dejar a Crimea y a sus habitantes en la estacada. Esto habría sido una traición.
En primer lugar, había que ayudar a crear unas condiciones para una expresión pacífica y libre, para que los propios crimeos pudieran decidir su futuro por primera vez en su historia. Sin embargo, ¿qué es lo que tenemos que oír de nuestros colegas de Europa Occidental y América del Norte? Nos dicen que estamos infringiendo las normas del derecho internacional. En primer lugar, está bien que al menos se acuerden de que existe un derecho internacional. Es algo de agradecer: más vale tarde que nunca.
Y en segundo lugar, lo más importante: ¿qué estamos infringiendo supuestamente? Sí, es verdad que el presidente de la Federación de Rusia ha recibido de la cámara alta del Parlamento la autorización para hacer uso de las Fuerzas Armadas en Ucrania. Pero este derecho, en sentido estricto, por ahora no se ha puesto en práctica. Las Fuerzas Armadas de Rusia no han entrado en Crimea, así que en ese aspecto estaban de acuerdo con los tratados internacionales. Es verdad que hemos reforzado nuestros contingentes, pero -quiero recalcar este aspecto, para que todos lo sepan y lo oigan- ni siquiera hemos excedido la dotación autorizada de nuestras Fuerzas Armadas en Crimea, que comprende un total de 25.000 soldados, porque no ha habido necesidad de ello.
Sigamos. Al declarar su independencia y convocar un referéndum, el Consejo Supremo de Crimea se remitió a la Carta de las Naciones Unidas, en la que se habla del derecho de las naciones a la autodeterminación. Por cierto, quiero recordar que la propia Ucrania, al declarar su salida de la URSS, hizo lo mismo, casi literalmente lo mismo. A Ucrania se le concedió ese derecho mientras que a los crimeos se les niega. ¿Por qué?
Además de eso, las autoridades crimeas se han basado en el precedente bien conocido de Kosovo, que nuestros socios occidentales crearon ellos mismos, diríamos que con sus propias manos. En una situación totalmente similar a la de Crimea, reconocieron la separación de Kosovo de Serbia de forma legítima, mostrando a todo el mundo que no se requiere ninguna autorización del Gobierno central de un país para declarar la independencia unilateral. El Tribunal Internacional de la ONU, basándose en el punto 2, artículo 1 de la Carta de la Organización de las Naciones Unidas, dio su conformidad para ello, y en su resolución del 22 de julio de 2010 estipuló lo siguiente. Cito textualmente: "De la práctica del Consejo de Seguridad no se puede inferir una prohibición general respecto de las declaraciones de independencia". Y más adelante: "El derecho internacional general no contiene ninguna prohibición aplicable respecto de las declaraciones de independencia." Como suele decirse, todo está muy claro.
No me gusta recurrir a las citas, pero no puedo evitar citar otro fragmento de un documento oficial, esta vez del Memorándum escrito de Estados Unidos del 17 de abril de 2009, presentado en el mismo Tribunal Internacional, en relación con las audiencias sobre Kosovo. Vuelvo a citar: "Las declaraciones sobre la independencia pueden infringir la legislación interna, y de hecho suelen infringirla. Pero esto no significa que se produzca una violación del derecho internacional." Fin de la cita. Ellos mismos lo escribieron, lo pregonaron a todo el mundo, inclinaron a todos, y ahora se sorprenden. ¿A santo de qué? Porque, hablando con propiedad, las acciones de los crimeos se inscriben claramente en esta línea. Por alguna razón, lo que se permite a los albanos en Kosovo (y nosotros los tratamos con respeto), se prohíbe a los rusos, los ucranianos y los tártaros de Crimea. Una vez más pregunto: ¿por qué?
Tenemos que oír a Estados Unidos y a Europa que Kosovo es de nuevo, al parecer, un caso especial. En opinión de nuestros colegas, ¿en qué consiste esa exclusividad? Resulta que como telón de fondo del conflicto de Kosovo se produjeron muchas víctimas. ¿Qué tipo de argumento jurídico es este? En la resolución del Tribunal Internacional a este respecto no se indica absolutamente nada. Y después dicen que eso no es una doble moral. Es una especie de cinismo sorprendente, primitivo y directo. No se pueden adaptar los intereses de forma tan grosera, decir que una cosa hoy es blanca y mañana, negra. ¿O hace falta que un conflicto llegue a provocar víctimas para esto?
Lo diré claramente: si las fuerzas locales de autodefensa no hubieran puesto bajo control la situación, posiblemente hubiera habido víctimas. ¡Y gracias a Dios, esto no ha ocurrido! En Crimea no se ha producido ningún enfrentamiento armado ni ha habido ninguna víctima. ¿A qué creéis que se debe? La respuesta es sencilla: porque luchar contra el pueblo y su voluntad es difícil o prácticamente imposible. Y a este respecto, quiero dar las gracias a los soldados ucranianos, que poseen un contingente considerable: 22.000 soldados debidamente armados. Quiero dar las gracias a los soldados de Ucrania que no se han precipitado a derramar sangre ni han derramado la suya.
A este respecto, obviamente, surgen otras reflexiones. Nos hablan de una intervención rusa en Crimea, de una agresión. Es extraño oír esto. No recuerdo ningún caso en la historia en que una intervención se haya saldado sin un solo disparo y sin que se produjesen víctimas.
Estimados colegas: La situación de Ucrania es un claro reflejo de lo que sucede ahora y lo que ha sucedido a lo largo de los últimos decenios en el mundo. Después de la desaparición del sistema bipolar, el mundo no por ello ha sido más estable. Las principales instituciones internacionales no han salido reforzadas, y a menudo, por desgracia, se han debilitado. En su práctica política, nuestros socios occidentales, con Estados Unidos a la cabeza, prefieren guiarse no por el derecho internacional, sino por el derecho de la fuerza. Ellos han creído que son los elegidos y los únicos, que les está permitido decidir el destino del mundo, que los derechos pueden ser siempre los suyos. Actúan como a ellos les place: aquí o allí aplican la fuerza contra Estados soberanos, organizan coaliciones siguiendo el principio de "el que no está con nosotros, está contra nosotros". Para dar una apariencia de legitimidad a la agresión, fuerzan las resoluciones que haga falta de las organizaciones internacionales. Y si por algún motivo esto no resulta, ignoran por completo al Consejo de Seguridad de la ONU y a la ONU en su conjunto.
Esto es lo que ocurrió en Yugoslavia en 1999, lo recordamos muy bien. Resultaba difícil de creer, nuestros ojos no daban crédito a que a finales del siglo XX una de las capitales europeas, Belgrado, soportase bombardeos aéreos y después se produjese una auténtica intervención. ¿Acaso había alguna resolución del Consejo de Seguridad de la ONU sobre esta cuestión que permitiese estas acciones? ¡Qué va! Y luego vinieron Afganistán, e Irak, y las flagrantes violaciones de las resoluciones del Consejo de Seguridad en Libia, cuando en lugar de garantizar la denominada zona de exclusión aérea también comenzaron los bombardeos.
Ha habido toda una serie de "revoluciones de colores" dirigidas. Es sabido que la gente de los países donde se produjeron esos acontecimientos estaba cansada de la tiranía, de la pobreza, de la falta de perspectivas, pero estos sentimientos se utilizaban de forma cínica. En estos países se han impuesto unos estándares que no corresponden en absoluto ni al modo de vida ni a las tradiciones ni a la cultura de esos pueblos. A consecuencia de todo esto, en vez de la democracia y la libertad han surgido el caos, los estallidos de violencia y una serie de golpes de Estado. La "primavera árabe" se convirtió en el "invierno árabe".
El mismo escenario se implantó en Ucrania. En 2004, para apoyar al candidato de la derecha en las elecciones presidenciales, inventaron una tercera vuelta que no estaba prevista en las leyes. Algo absurdo que constituía una burla de la Constitución. Y ahora han abandonado un acuerdo preestablecido a un ejército bien equipado de milicianos.
Sabemos lo que ocurre, sabemos que estos hechos han sido dirigidos contra Ucrania, contra Rusia y contra la integración en el espacio euroasiático. Y eso ha ocurrido en una época en la que Rusia proponía un diálogo sincero con nuestros colegas de Occidente. Continuamente ofrecemos la cooperación en todas las cuestiones fundamentales, queremos reforzar el nivel de confianza para que nuestras relaciones sean equitativas, abiertas y sinceras. Pero no hemos visto unos pasos recíprocos.
Por el contrario, una y otra vez nos han engañado, han tomado decisiones a nuestras espaldas, nos han puesto ante unos hechos consumados. Así ocurrió con la ampliación de la OTAN al este, con la instalación de infraestructuras militares al lado de nuestras fronteras. Constantemente nos repetían lo mismo: "Eso no os afecta". Es fácil decir que algo no afecta.
Esto es lo que sucedió con el despliegue del sistema de defensa antimisiles. A pesar de todos los peligros, el dispositivo funciona, está en marcha. Esto es lo que sucedió con el retraso de las negociaciones sobre los problemas de visado, con las promesas de una competencia leal y de un acceso libre al mercado global.
Ahora nos amenazan con sanciones, pero nosotros ya soportamos una serie de restricciones, de vital importancia para nosotros, para nuestra economía y para nuestro país. Por ejemplo, todavía en la época de la guerra fría, Estados Unidos, y luego otros países, prohibían vender a la URSS un gran número de equipos y tecnologías, que formaban parte de las denominadas listas CoCom. En la actualidad, formalmente se han cancelado, pero solo formalmente, ya que en realidad muchas prohibiciones continúan vigentes.
En una palabra, tenemos motivos para sospechar que sigue aplicándose la proverbial política de contención de Rusia practicada en los siglos XVIII, XIX y XX. Siempre están intentando apartarnos a un rincón por tener una postura independiente, por lo que representamos, porque llamamos a las cosas por su nombre y no mediante subterfugios. Pero todo tiene sus límites. Y en el caso de Ucrania, nuestros socios occidentales han cargado las tintas, se han comportado de forma grosera, irresponsable y poco profesional.
Ellos saben muy bien que en Ucrania y en Crimea viven millones de rusos. Hasta qué punto hay que perder el estilo político y el sentido de la proporción para no prever todas las consecuencias de sus actos. Rusia se ha encontrado en un punto en el que ya no puede retroceder. Si se presiona un muelle al máximo, alguna vez se romperá con fuerza. Conviene entender esto de una vez por todas.
Hoy es preciso acabar con la histeria, alejarse de la retórica de la guerra fría y reconocer algo evidente: Rusia es un protagonista autónomo y activo de la vida internacional y, al igual que otros países, posee unos intereses nacionales que hay que tener en cuenta y respetar.
Por eso, estamos muy agradecidos a todos aquellos que han sabido comprender nuestros pasos en Crimea. Damos las gracias al pueblo de China, cuyo Gobierno ha analizado y analiza la situación en torno a Ucrania y Crimea en toda su dimensión histórica y política, y valoramos mucho la moderación y la objetividad de India.
Hoy quiero dirigirme al pueblo de Estados Unidos de América, a la gente que desde la época de la creación de ese país, de la aprobación de la Declaración de Independencia, está orgullosa de su libertad por encima de todo. ¿Acaso los deseos de los habitantes de Crimea de elegir libremente su destino no son igual de valiosos? Es algo que hay que entender.
Creo que también me entenderán los europeos, y especialmente, los alemanes. Recuerdo que en el transcurso de unas consultas políticas sobre la unificación de la RFA y la RDA a nivel de expertos, por decirlo suavemente, pero sí a un nivel muy alto, no todos los representantes de los países que son y eran aliados de Alemania apoyaron la idea de la reunificación. Nuestro país, por el contrario, apoyó de forma singular el deseo franco e inequívoco de los alemanes de conseguir la unidad nacional. Estoy seguro de que no habéis olvidado eso, y creo que los ciudadanos de Alemania también apoyan el deseo del mundo ruso, de la Rusia histórica de restablecer su unidad.
También me dirijo al pueblo de Ucrania. Sinceramente, quiero que todos nos comprendan: en ningún caso queremos causaros ningún perjuicio, herir vuestros sentimientos nacionales. Siempre hemos respetado la integridad territorial del Estado ucraniano, a diferencia, por ejemplo, de aquellos que impulsaron la unidad de Ucrania en aras de sus ambiciones políticas. Ellos alardean de los lemas sobre la gran Ucrania, cuando han hecho todo lo posible para dividir el país. El enfrentamiento civil actual recae por entero sobre su conciencia. Estimados amigos, quiero que me escuchéis todos. No creáis a aquellos que os atemorizan con Rusia, que gritan que a Crimea le seguirán otras regiones. No queremos dividir Ucrania, no necesitamos esto. En lo que respecta a Crimea, ha sido y será rusa, ucraniana y de los tártaros de Crimea.
Repito, será, como lo ha sido durante siglos, la casa que acoja a todos los representantes de todos los pueblos que la habitan. Pero nunca será un estandarte.
Crimea es nuestro patrimonio común y un factor importantísimo de estabilidad en la región. Y este territorio estratégico debe encontrarse bajo una soberanía fuerte y sostenible, que en la actualidad solo puede ser rusa. De otro modo, queridos amigos (me dirijo a Ucrania y a Rusia), junto con vosotros -rusos y ucranianos- podemos incluso perder Ucrania como en una perspectiva histórica no muy lejana. Por favor, reflexionad sobre estas palabras.
También quiero recordar que en Kiev ya se han oído declaraciones sobre un inmediato ingreso de Ucrania en la OTAN. ¿Qué significaría esta perspectiva para Crimea y Sebastopol? Que en la ciudad de la gloria militar rusa apareciese la flota de la OTAN, que surgiese una amenaza para todo el sur de Rusia, no es algo banal, es algo muy específico. Todo lo que podría suceder de verdad es todo lo que podría suceder si no fuera decisión de los crimeos. Gracias a ellos por esto.
Por cierto, no estamos en contra de la cooperación con la OTAN, en absoluto. Nos oponemos a una alianza militar, y la OTAN sigue siendo para todos los procesos internos una organización militar. Nos oponemos a que una organización militar se instale alrededor de nuestras vallas, cerca de nuestra casa o en nuestros territorios históricos. Me resulta imposible imaginarme que podamos ir a Sebastopol a visitar a los marinos de la OTAN. Ellos, por cierto, son en su mayoría unos chicos excelentes, pero es mejor que ellos vengan a visitarnos a Sebastopol a que vayamos nosotros donde ellos.
Lo diré sin rodeos, nos duele el alma por todo lo que está sucediendo en Ucrania, por lo que sufre la gente, porque no saben de qué van a vivir hoy ni qué sucederá mañana. Y nuestra preocupación es comprensible, ya que no solo somos vecinos cercanos, sino que en realidad, como ya he dicho muchas veces, somos un solo pueblo. Kiev es la madre de las ciudades rusas. La antigua Rus es nuestra fuente común, y de ninguna manera podemos vivir el uno sin el otro.
Y añadiré una cosa. En Ucrania viven y vivirán millones de rusos, de ciudadanos de habla rusa, y Rusia siempre defenderá sus intereses por medios políticos, diplomáticos y legales. Sin embargo, en primer lugar, la propia Ucrania debe preocuparse de que los derechos y los intereses de estas personas estén garantizados. En esto reside el compromiso de la estabilidad del Estado ucraniano y de la integridad territorial del país.
Deseamos la amistad con Ucrania para que sea un Estado fuerte, soberano y autosuficiente. Porque Ucrania es uno de nuestros principales socios, con ella tenemos muchos proyectos comunes, y a pesar de esto, sigo creyendo en su éxito. Y lo principal: queremos que en el territorio de Ucrania reine la paz y el consenso, y estamos dispuestos, junto a otros países, a prestar todo nuestro apoyo y nuestra asistencia. Pero insisto: solo los ciudadanos de Ucrania deben restaurar el orden en su casa.
Estimados habitantes de Crimea y de la ciudad de Sebastopol. Toda Rusia admira vuestro coraje, dignidad y valentía, esto es lo que ha decidido la suerte de Crimea. En estos días hemos estado más cerca que nunca de vosotros, nos hemos apoyado mutuamente. Ha habido unos sentimientos sinceros de solidaridad. Precisamente, en estos momentos históricos cruciales es cuando se demuestra la madurez y la fortaleza de espíritu de una nación. Y el pueblo de Rusia ha mostrado esta fortaleza y este espíritu, con su cohesión ha apoyado a sus compatriotas.
La firmeza de la política exterior de Rusia se ha basado en la voluntad de millones de personas, en la unidad nacional, en el apoyo de las principales fuerzas políticas y sociales. Quiero agradecer a todos esta disposición patriótica. A todos sin distinción. Pero ahora es importante seguir manteniendo esa consolidación para resolver los problemas que Rusia tiene planteados.
Estamos claramente enfrentados a una oposición externa, pero tenemos que decidir por nosotros mismos si estamos decididos a mantener sistemáticamente nuestros intereses nacionales o vamos a rendirnos y a entregarlos quién sabe dónde. Algunos políticos occidentales no solo nos amenazan con sanciones, sino también con la perspectiva de un agravamiento de los problemas internos. Me gustaría saber en qué piensan: ¿en acciones de alguna especie de quinta columna (del tipo "traidores nacionales) o la consideración de que la situación económica y social de Rusia puede empeorar y provocar el descontento de la gente? Calificamos estas declaraciones de irresponsables y claramente agresivas y vamos a reaccionar ante ellas de la forma que se merecen. Con todo, nosotros no vamos a buscar nunca enfrentamientos con nuestros socios, ni en Oriente ni en Occidente. Por el contrario, vamos a hacer todo lo posible para construir unas relaciones civilizadas de buena vecindad, como es preceptivo en el mundo moderno.
Estimados colegas:
Comprendo a los crimeos que han planteado la cuestión en un referéndum de forma clara y directa: que Crimea sea parte de Ucrania o de Rusia. Y se puede decir con seguridad que el Gobierno de Crimea y Sebastopol, los diputados de los órganos legislativos de poder, al formular la pregunta del referéndum, se han alzado por encima de los intereses de grupo y políticos y han puesto en el centro que les guía exclusivamente los intereses fundamentales de la gente. Cualquier otra variante de plebiscito, por muy atractiva que hubiese parecido a primera vista, debido a las particularidades históricas, demográficas, políticas y económicas de este territorio, hubiese sido intermedia, provisional e inestable, y habría conducido irremediablemente a un posterior agravamiento de la situación en Crimea y hubiera tenido un impacto devastador en la vida de la gente. Los crimeos han planteado la cuestión con firmeza, sin concesiones ni medias tintas. El referéndum se ha celebrado de forma abierta y transparente, y la población de Crimea ha manifestado su voluntad clara y contundentemente: quieren pertenecer a Rusia.
Rusia también debe tomar una decisión difícil, a la vista de todas las circunstancias y de los factores internos y externos. ¿Qué opina ahora la gente en Rusia? Aquí, como en cualquier sociedad democrática, existen diferentes puntos de vista, pero la postura predominante -quiero recalcar esto-, de una mayoría abrumadora de los ciudadanos también es evidente.
Estos son los datos de las últimas encuestas sociológicas realizados en Rusia hace apenas unos días: cerca de un 95% de los ciudadanos considera que Rusia debe proteger los intereses de los rusos y los representantes de otras nacionalidades que viven en Crimea. 95%. Y más del 83% creen que Rusia debe dar este paso, aunque esta postura complique nuestras relaciones con algunos países. El 86% de los ciudadanos están convencidos de que Crimea sigue siendo territorio ruso, tierra rusa. Y casi -y esta es una cifra muy significativa- se corresponde con la que se ha dado en el referéndum de Crimea- casi el 92% están a favor de la adhesión de Crimea a Rusia.
De esta forma, una gran mayoría de habitantes de Crimea y una abrumadora mayoría de ciudadanos de la Federación de Rusia apoyan la incorporación de la República de Crimea y la ciudad de Sebastopol a la Federación de Rusia.
Se trata de una decisión política de la propia Rusia. Y solo se puede basar en la voluntad del pueblo, porque el pueblo es la fuente de la que emana cualquier poder.
Estimados miembros del Consejo de la Federación.
Estimados diputados de la Duma Estatal
Ciudadanos de Rusia, habitantes de Crimea y Sebastopol.
Hoy, a tenor de los resultados del referéndum celebrado en Crimea, basándonos en la voluntad del pueblo, presento a la Asamblea Federal para su consideración la Ley Constitucional de incorporación a Rusia de dos nuevos sujetos federales: la república de Crimea y la ciudad de Sebastopol, y también para la ratificación del Acuerdo preparado para la firma de incorporación de la República de Crimea y la ciudad de Sebastopol a la Federación de Rusia.
¡No dudo de vuestro apoyo!
18 de Marzo de 2014
Fuente: Sitio del Presidente de Rusia
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