4. Despertar católico
Así llegamos a la guerra europea de 1914 a 1918. El clero francés era escaso por lo difícil de su reclutamiento y de su educación seminarística; sin embargo, su formación y espíritu eran excelentes. Francia sufría la gangrena de la escuela laica, principalmente en los campos, donde no podía haber más escuela que la oficial; en cambio, en los centros populosos la enseñanza privada iba dando sus frutos. En concreto, durante la guerra los eclesiásticos dieron pruebas de un valor y patriotismo que llamó poderosamente la atención del mundo.
Al terminar la guerra, todos vieron que las cosas no podían seguir así. La Asociación de excombatientes, que contaba entre sus afiliados millares de eclesiásticos, exigió del gobierno un trato más equitativo. Las relaciones con la Santa Sede fueron reanudadas; la embajada ante el Vaticano fue votada el 30 de noviembre de 1920. Mons. Ceretti vino a París como nuncio y el sr. Lonnart fue a Roma como embajador.
Los esfuerzos sobrehumanos hechos por la iglesia para contrarrestar la enseñanza laica, organizando escuelas y universidades privadas, daban sus frutos: tal era el despertar católico en las masas intelectuales y la formación de una selección cada vez más numerosa.
Una nube apareció en el campo católico, retoño de las luchas de régimen del siglo XIX: era el movimiento monárquico orleanista de la Action Française. Pío XI se vio obligado a condenar las doctrinas y tendencias de sus directores, el principal de los cuales, Carlos Maurras, sin fe religiosa, tan solo veía en el catolicismo una base de orden tradicional para su nación.
Por otra parte, brotaba abundante cosecha de laicismo y descristianización en el auge amenazador que iban logrando el socialismo y el comunismo. Dominaba en el mismo gobierno del Frente Popular, que no tenía reparo en unirse con Rusia y prestar descarado apoyo a los rojos (1936-39) en la Guerra civil española.
Significativo del resurgir católico en Francia fue el culto tributado a Nuestra Señora en Lourdes del que fue exponente significativo el magno Congreso Eucarístico celebrado en 1935. Fue digna de mención la gran solemnidad celebrada en Lisieux en 1937 bajo la presidencia del entonces cardenal Pacelli (futuro Pío XII) con ocasión de la solemne inauguración de la basílica dedicada a Sta. Teresita del Niño Jesús.
En la parte no ocupada por los alemanes el corto periodo de1940 a 1944 significó un respiro para el catolicismo pues el general Petain suspendió todas las leyes sectarias. Por su parte, el general De Gaulle en agosto de1944 envió a la Santa Sede un representante oficial de Francia. Por desgracia aun después de la II Guerra Mundial desde 1945 a 1951 el poder e influjo del comunismo en Francia aumentó.
Fue de gran significación el entusiasmo con ocasión del Año Santo de 1950 y en particular por las canonizaciones en él realizadas sobretodo la de Santa Juana de Valois.
Fue interesante por otra parte, el fomento del espíritu misional y el hecho de que todavía en 1951 Francia siguiera ocupando el primer puesto entre los países católicos, con cerca de 9.000 misioneros.
Marcadores